EL FUTURO NOS PERTENECE… NO, A NOSOTROS, A MARINE LE PEN.- Una encuesta ha revelado datos sobre datos la intención de
voto a Marine Le Pen y al Front National. Algunos de estos datos son significativos.
Por ejemplo: la opción más seguida entre los jóvenes de entre 18 a 24 años es
la candidatura de Marine que cuenta con un 30% de intención de voto. Lo mismo
ocurre entre los 25 y 35 años (29%) y entre los 35 y 49 años (un 35%) o entre
los 50 y 64 años (un 32%).
Es decir, de la generación de mayo del 68 hacia adelante,
los votantes de Marine Le Pen suponen algo más de un tercio del electorado… muy
por delante de Emmanuel Macron, funcionario de la Banca Rothschild y candidato indefinible
al Elíseo, heredero, en cualquier caso, de François Hollande. Marine Le Pen le
supera en las preferencias en todas las franjas de edad.
Otro tanto ocurre con Jean-Luc Melenchon, el izquierdista de
origen murciano que, en las mismas edades tiene justo la mitad de seguimiento
que Marine Le Pen.
Por su parte Benoit Hamon, candidato oficial del Partido
Socialista, está todavía peor situado, como resultado de la fragmentación del
voto de izquierda.
El candidato del centro derecha François Fillon, antiguo
primer ministro con Sarkozy y de su misma pasta, es el de menor seguimiento
entre los jóvenes, pero su punto fuerte es en la franja de edad en donde Marine
Le Pen es más débil: significativamente entre los jubilaos (16% para el Front
National, 43% para Fillon).
¿Qué puede deducirse de todo esto?
Dos cosas: que el talón de Aquiles de la candidatura
frentista son los jubilados: los de la generación anterior a 1968, criados al
calor de la ideología de la “resistencia”. Pero es una clientela que el tiempo
se ocupa de extinguir progresivamente. Tal es el futuro de la derecha liberal.
A la izquierda la ha golpeado, en cambio, el no haberse mostrado capaz de
responder enérgicamente a los desafíos de la globalización, el ver como sus
proyectos utópicos multiculturalistas y solidarios se transforman en verdaderos
infiernos, la pérdida de puestos de trabajo y la falta de expectativas de los
jóvenes. En las edades intermedias, la falta de seguridad ciudadana y la inmigración
masiva han constituido los reclamos para rechazar a la izquierda representada
especialmente por François Hollande, símbolo de todas las debilidades y
caricatura de todos los gestos del “progre”.
El fracaso de la izquierda francesa en el poder, ha generado
su fragmentación: tres candidaturas se disputan el voto. La socialdemócrata
rejuvenecida con el fenómeno Macron como cabeza de lista, superficial y una
continuidad de Hollande sin Hollande; la socialista de manual, equivalente a
nuestro PSOE, crepuscular y próxima a la desaparición; y, finalmente,
Melenchón, apoyado por el Parti de la Gauche (versión gala de Podemos), el
Partido Comunista (nuestra IU) y los inefables “intelectuales de izquierda”;
¿su gran propuesta? “Francia, tierra de apoyo para refugiados”.
Otro dato que muestra el estado de ánimo del elector
francés: el 44% de la clase obrera votará a la candidatura del Front National.
Abandonada por los sindicatos (la CGT es hoy el “sindicato argelino de Francia”),
hace ya tiempo que la clase obrera ha abandonado a una izquierda. En 2011, los
socialistas franceses ya habían asimilado el constituir la “gran decepción” del
proletariado francés y n siquiera intentaban recuperar esos votos perdidos
definitivamente que había pasado del PC al FN a través de una corta estancia en
sus filas. En 2011 pusieron más interés en obtener votos procedentes del islam
que votos procedentes de los trabajadores franceses. Para colmo, los
socialistas, cometieron el error de reprochar a los trabajadores su
nacionalismo y su rechazo a la inmigración masiva, al mestizaje y a la
multiculturalidad. Esta “proletarofobia” ha constituido una verdadera sentencia
de muerte para el socialismo francés que muy difícilmente logrará sobrevivir
del próximo desastre electoral que tiene por delante.
Cuando, hoy El Confidencial, comenta todos estos resultados
tiene razón en afirmar que lo único que en estos momentos separa a Marine Le
Pen de la Presidencia de la República Francesa (con todo lo que ello conlleva:
especialmente fin del euro, fin de la OTAN, fin de la inercia globalizadora) es
un muro constituido por… los jubilados. Un muro que se va debilitando cada día.
Marine Le Pen podría cantar aquello de que “el futuro nos pertenece”…