ATAQUE ISLAMISTA EN ORLY: ALGUNAS REFLEXIONES
Lo más significativo del último ataque yihadista que ha
tenido lugar en París ha sido, una vez más, el tratamiento que han dado al tema
los medios de comunicación franceses: estos han insistido, por activa y por
pasiva, en una sola idea: “El asesino es
un francés, nacido en París”… Otros medios han insistido en la misma
dirección: “Français de souche”
(francés de pura cepa). No hay nada más que ver su foto para comprobar la
veracidad de la información. Es más, cuando conocemos su nombre, esta primera
impresión –la de que se trata de un “francés, nacido en París”– se refuerza
todavía más: Ziyed Ben Belgacem… Sobre su religión, obviamente se evitar decir
que es islamista. Como se sabe, los islamistas no son una amenaza.
Este “francés de pura cepa”, con sus 39 años a cuestas,
ayer, inició su yihad particular: salió de su casa, situada en la banlieu
parisina. Llevaba un bulto que podría ser un arma, así que al llegar a Stains,
dos policías le piden la documentación. Dispara sobre ellos, para confirmar su identidad
de “francés nacido en París”. Y, de paso, adorna, los disparos con el consabido
“Alá es grande”. Como la cosa más normal del mundo se mete en un bar de Vitry-sur-Seine.
Los clientes no le gustan, seguramente porque no se sienten tan franceses como
él. Así que los amenaza y dispara sobre ellos. Solo los milagros de la
balística hacen que ninguno resulte herido. Luego roba un coche y se planta en
el aeropuerto de Orly.
A eso de las 8:30 de la mañana en el primer piso del hall de
Orly Sur, el “francés de pura cepa” lanza el suelo una mochila en la que lleva
gasolina, luego dispara contra una patrulla de tres soldados (dos hombres y una
mujer). La mujer logra arrancarle el fusil de asalto, pero Ziyed Ben Belgacem
la arrastra amenazándola con un revólver (a ella y a los otros dos militares): “Tirad
las armas. Manos a la cabeza. Estoy aquí para morir por Alá” y luego añade: “Detodas
formas, seguro que hay muertos”. Demostrando su valor se escuda en la mujer
militar, pero enfrente tiene a soldados bien entrenados que finalmente lo abaten.
En su poder se encontró 750 euros, una lata de gasolina, cigarrillos, un
mechero y, por último, un ejemplar del Corán.
Por una vez el “loco solitario” ha sido la única víctima
mortal. Habrá comprobado que el anuncio de que Alá recompensa a los fieles que
mueren en la guerra santa con siete palacios de jade y siete harenes en cada uno
de ellos y que los yihadistas muertos viven eternamente conservando la edad de
33 años y un estado de erección permanente, era sólo publicidad de un
inexistente paraíso.
Los que ayer volaron a París fueron las víctimas colaterales del enésimo
yihadista que decide acometer su guerra particular. Durante todo el día, los
aviones en vuelo fueron desviados a otros aeropuertos y no se permitió despegar
ni siquiera a los aviones que estaban en pista cargados con pasajeros. No se
sabía si éste “francés nacido en París” podía tener más cómplices. De no estar
presentes los tres militares, ahora estaríamos llorando una nueva masacre, tan
estúpida como las anteriores y protagonizada por otro tarado con el cerebro
recalentado por supersticiones mal asimiladas.
¿Lo mejor de todo? Ziyed Ben Belgacem no era un desconocido.
Se trataba de un delincuente habitual con nueve tránsitos por la cárcel y 44 detenciones.
Dicen que en 2011, tras salir de la cárcel se había radicalizado. En aquella
ocasión fue por atraco y tráfico de drogas. Habá protagonizado muchos robos a
mano armada. No, esto no es lo mejor: esto es lo esperable de un “francés de
pura cepa” que atienda al nombre de Ziyed Ben Belgacem y lleve un Corán en la
mochila. Lo mejor son las declaraciones del primer ministro francés Bernard Cazeneuve
que por la tarde señalaba al enemigo metafísico: “el ultrancismo de Marine Le
Pen”.
Hasta aquí los datos que hemos podido reunir a vuelapluma.
No son sensiblemente muy diferentes a los de otros episodios similares. La
buena noticia es que un chorizo pasado al lado el terrorismo ha ido a saludar a
la nada. Pero es necesario extraer una serie de conclusiones, algunas de ellas
son duras:
1) ELEMENTOS DE ODIO SOCIAL.- Ziyed Ben Belgacem, ha nacido
en Francia y tiene nacionalidad francesa, pero ¿Es francés? Obviamente no. Ni
lo es ni lo ha pretendido ser jamás. Es un hijo de inmigrantes que tuvo en vida
todo el derecho de no sentirse miembro de la comunidad cuyo DNI llevaba en el
bolsillo. Él era el primera que no se
sentía miembro de la comunidad nacional en la que vivía. Es más, no solamente,
no se sentía francés, sino que odiaba a Francia y a los franceses. Lo ha
demostrado con creces. Como muchos magrebíes consideraba que “el francés” es un
tipo que, sobre todo, vive bien y consume mucho. Ziyed Ben Belgacem era un “nuevo
proletario” y odiaba a todo aquel que vivía como un burgués. Hay en su locura y
en la de todo yihadista odio social. Muchos inmigrantes, hijos y nietos de
inmigrantes no soportan el papel subordinado y fronterizo con la pobreza que
les ha atribuido el capitalismo moderno y los Estados Europeos: les han convencido
de que se instalaran en Europa para hacer “competitiva” la economía europea,
esto es para que su número hiciera disminuir el valor de la fuerza de trabajo.
Se beneficiaban algunas patronales y pagaba el Estado (es decir, la sociedad
francesa). Pero ellos querían tener acceso a los escaparates de consumo y con
la caridad del Estado no podían hacerlo salvo por la vía del atraco.
2) NECESIDAD DE SEÑALAR LAS REALIDADES.- Hace falta ser un
indigente intelectual para no darse cuenta de la realidad: la combinación de
fanatismo religioso, pequeña delincuencia, nula cultura, crisis económica e
islamismo, dan como resultado personajes como Ziyed Ben Belgacem: un chorizo
que está harto de pasar por cárceles y que algún electroimán de pega le ha
convencido de la existencia de un paraíso cuyo boleto te lo regalan muriendo en
la yihad. Y va el idiota y, en su deseo de gozar cuanto antes de los beneficios
prometidos, se “inmola” con un Corán bajo el brazo. Hijo de inmigrantes,
islamista de origen étnico magrebí, impermeable a cualquier tipo de educación
europea, islamista ansioso de alcanzar el paraíso sensual prometido… Estas son las realidades.
3) SITUACIONES FÁCILMENTE REVERSIBLES.- Hace veinte años,
algunos amigos empezaban a comentar que el tema de la inmigración ya no se
puede resolver porque los inmigrantes ya tienen pasaporte y nacionalidad
francesa. Lo tienen pero lo pueden perder. De hecho, la concesión de la
nacionalidad debería ser algo condicional: “yo te doy la nacionalidad, pero si
muestras que no eres un buen ciudadano, me reservo el derecho de quitártela”.
Tal hubiera sido la norma: pero la izquierda quería “nuevos franceses proletarios”
para sustituir a los “proletarios franceses” que se desenganchaban de sus
opciones electorales. La mayor tropelía que ha cometido la derecha europea ha
sido abrir las puertas a la inmigración masiva, pero la mayor estupidez de la
izquierda ha sido ver en esos “nuevos europeos” a carne de cañón para sus
candidaturas. El problema, en realidad, nunca han sido los inmigrantes: estos
jamás hubieran venido a Europa si la derecha no los hubiera traído, primero y subvencionado
después y si el esquematismo de la izquierda no hubiera visto en ellos a “nuevos
proletarios”. Pero el entuerto es más fácil de resolver: basta con una serie de
medidas disuasivas. No permitir la permanencia en el país de inmigrantes que
hayan cometido delitos, eliminar las medidas de “discriminación positiva”…
4) EL PROBLEMA ES EL ISLAM.- Recordemos algo que los medios
hacen esfuerzos por enmascarar: hoy la única religión en nombre de la cual se
mata y se muere es el Islam. Así pues, el islamismo, moderado, radical o
ambidextro, es un problema y como tal hay que tratarlo… a menos que se quiera
que el problema se generalice. El error consiste en considerar que la religión
islámica es, como cualquier otra religión, una especie de evasión espiritualista
y mística que enseña buena conducta, códigos éticos y da esperanzas para la
muerte. La teoría de la guerra santa coránica es un incentivos para morir
matando y lo antes posible. Sabiendo que al otro lado de la puerta esperan 77
huríes dispuestas a satisfacerlo a usted eternamente ¿esperaría a mañana o
cruzaría la puerta hoy mismo? Fracasados, incompetentes, individuos sin
formación profesional, que en su momento despreciaron la escuela y la educación,
que han ido sobreviviendo a base de subsidios y, cuando no, de atracos, ¿pueden
aspirar a algo mejor que morir en la yihad lo antes posible y vivir de lujo sin
sudar la camiseta? Esa es la cuestión.
5) HAY REMEDIO, PERO NO CON LOS QUE HAN CREADO EL PROBLEMA.-
Los avances de los partidos euroescépticos e identitarios que en grandísima
medida encarnan el rechazo de las poblaciones autóctonas europeas a la nueva
situación generada por la inmigración masiva de un lado y la deslocalización de
otro, se basan precisamente en que proponen soluciones extremadamente simples a
problemas complejos. ¿Las empresas se van para obtener beneficios? Bien, pues
cuando quieran vender sus productos aquí, que paguen una sobretasa… que
corresponde a los problema de paro que generan. ¿Hay riesgo yihadista? Bien,
con limitar la difusión del islam, prohibir las ediciones del Corán con
determinados versículos y dejar de incentivar a las comunidades islámicas, es
suficiente. ¿Hay mucha población extranjera en las cárceles? Tampoco hay problema:
los que han venido a Europa a robar, Europa tiene el derecho de expulsarlos. Y
así sucesivamente. Pero de la forma en que las cosas no se solucionan es
manteniendo en el poder mediante el voto a una clase política ciega, de
derechas o de izquierdas, pero ciega en su conjunto. Los que han generado el
problema y quienes lo han agravado, no tienen al alcance de su mano la
solución, salvo traicionándose a sí
mismo y traicionando a sus intereses. Ved a la izquierda europea: la única
esperanza de volver a gobernar consiste en ganar el voto de los grupos
étnico-religiosos no europeos.
Hay muertes inútiles, la de Ziyed Ben Belgacem no habrá sido
tan absurda como fue su vida, si ha servido para que algunos de nosotros
realicemos estas reflexiones.