miércoles, 13 de octubre de 2010

Iván Agueli, iniciador de René Guénon

info-Krisis.-El sufismo, a diferencia de otras tradiciones orientales, penetrósolo tardíamente en Occidente. Y como otras tradiciones, fue también víctima de adulteraciones e interpretaciones bastardas. Tampoco los estudios académicos sobre el sufismo fueron particularmente abundantes en el siglo pasado, cuando ya existía toda una corriente de eruditos orientalistas que habían traducido lo esencial de la espiritualidad hindú.

El por qué de esta aparición tardía es complejo de explicar; probablemente influyó la menor presencia occidental en países árabes en los que el sufismo estaba fuertemente asentado, a diferencia de la presencia colonial en India, a partir de la cual Inglaterra produjo un linaje de lúcidos orientalistas que todavía hoy tiene prolongaciones. Por lo demás, el sufismo está integrado en el sistema religioso y social de los países árabes, impidiendo el acceso a los occidentales o a quienes no participan de la religiosidad islámica. Igualmente, a diferencia de las tradiciones hinduísta y budista, el sufismo se practica de forma comunitaria, algo que dificulta su exportación allí donde no existe ya una "masa crítica" de partida.

Los primeros textos sufíes fueron traducidos a comienzos del último tercio del siglo pasado, de manera esporádica y sin que tuvieran la más minima repercusión, ni a nivel popular, ni siquiera entre la intelectualidad. A efectos de anecdotario consta una primera traducción de Guilaume de Tussy de Attar de un tratado sobre el "lenguaje de los pájaros" en 1864. Palmer, profesor de Cambridge, escribió su "Misticismo Oriental" tres años después, centrándose en la espiritualidad persa, aun a pesar de no haber estado nunca en aquel país y de que sus fuentes eran, necesariamente, limitadas. Al año siguiente -1868- aparecía en Londres el primer estudio sobre los derviches de la mano de J.P.Brown. Adrew Rawlinson, estudioso de la historia del sufismo en Occidente, menciona en su libro "A history of occidental sufism", la presencia reprsentantes sufíes en el Parlamento Mundial de las Religiones de Chicago, el año 1893, añadiendo que fue "pobre". Pero esta presencia es, en cualquier caso, significativa.

EL PARLAMENTO DE LAS RELIGIONES

Organizado con motivo de la Exposición Universal de Chicago, este "Parlamento" merece la atención de René Guenon en su libro "El teosofismo", al que dedica todo un capítulo. Gracias a Guenon, sabemos que "se pidió a todas las organizaciones religiosas, o símil-religiosas del mundo, que enviaran a sus representantes mas autoriados a fin de exponer sus creencias y opiniones". Tras la iniciativa se encontraba Víctor Charbonnel, un asiduo visitante del Salón de la Duquesa de Pomar. La inmensa mayoría de asistentes estaban vinculados a grupos protestantes norteamericanos y el exotismo corrió a cargo de Swami Vivekananda del que Guenón dice que "desnaturalizó completamente la doctrina hindú del Vedanta con el pretexto de adaptarla a la mentalidad occidental (...) La seudo-religión inventada por Vivekananda obtuvo un cierto éxito en Norteamérica (...) De Vedanta no tiene más que el nombre, pues no podría establecerse relación alguna entre una doctrina puramente metafísica y un moralismo "sentimental" y "consolante", que no se diferencia de las prédicas protestantes sino por el empleo de una terminología algo especial". Existían lazos (como veremos en otra parte), entre la Sociedad Teosófica y Vivekananda. De hecho, Annie Besant, entonces Presidenta de la Sociedad Teosófica, estuvo presente en el Parlamento de Chicago. Guenon recuerda que de los 17 días que duró el Parlamento, dos estuvieron dedicados a exponer las doctrinas teosóficas. Annie Besant estuvo acompañada por Gyanendra Nath Chakravarti y Angarika Dharmapala. El primero era un "mongol más o menos hinduizado", muy implicado en las actividades ocultistas y espiritistas occidentales. Hábil hipnotizador, los propios teosofistas reconocieron que logró mantener durante años bajo su influencia a Annie Besant. Judge, rival de la Besant, envió una circular a los miembros de la Sociedad Teosófica aludiendo a "un complot fraguado por magos negros que siempre luchan contra los magos blancos", calificando a Chakravarti como "un agente menor de los magos negros". En cuanto a Dharmapala, a pesar de su autotitulada fé budista ceylandesa, participó igualmente de las actividades de organizaciones masónicas y teosofistas. Ambos hablaron en el acto de apertura del Parlamento de las Religiones como también la Besant y Judge; estas intervenciones permitieron que la revista teosofica francesa "Le Lotus Bleu" pudiera escribir exultante: "El verdadero parlamento de las religiones ha sido en realidad un Congreso Teosófico".

A pesar de todo la presencia sufí fue "pobre". Pero esto indicaba que el teosofismo estaba muy interesado en encarrilar la irrupción de las religiones orientales en Occidente. Fenómeno anglosajón, el teosofismo, manipuló y adulteró hasta lo grotesco el hinduismo y el budismo, en la medida en que siempre reconoció en la India su centro inspirador e incluso estableció su dirección Adyar. Era solo cuestión de tiempo que los teosofistas occidentales, espíritus inquietos a la búsqueda de la verdad, se fijaran en el sufismo. No es raro que Ivan Agueli, el primer occidental que recibió la "barakah" sufí en 1907, fuera miembro de la Sociedad Teosófica.

LAS DOS RAMAS DE SUFISMO: TRADICION Y TEOSOFIA

Andrew Rawlinson reconoce que el sufismo entró por dos caminos en occidente, "bastante distintos y prácticamente opuestos". Uno de ellos era la Orden Sufí, el otro, la Orden Shadhili. La primera distinguía y separaba entre musulmanes y sufíes; en su óptica particular no era necesario ser musulmán para ser sufí, admitía igualmente a mujeres, algo impensable en las formas del Islam ortodoxo. Había sido constituida por Hazrat Inayat Kan de origen hindú que pertenecía al mismo tipo de gurú oriental que Vivekananda a quien Guenon ya califó de "adulterador". Enseñaba que esoterismo y exoterismo, Islam y sufismo, eran independientes. Este lenguaje y esta temática no podía dejar de atraer la mirada de la Sociedad Teosófica que en 1914 publicó el libro de Hazrat Inayat Kan, "Un mensaje sufí de libertad". La implantación de la teosofía en la India y el hecho de que esa colonia fuera lugar de nacimiento de Hazrat Inayat, sin duda hacían que esta forma de sufismo estuviera adulterada y vinculada a la Sociedad Teosófica, de la misma forma -aunque a un nivel mucho más minoritario- que, como hemos visto, existían ramas del hinduismo adulteradas en beneficio de la formación blavatskiana.

En cuanto a la Orden Shadhili, mantenía ramas en Egipto, Argelia y Marruecos; como ortodoxo que era mantenía solamente abiertas sus puertas a hombres de fe musulmana. Para los occidentales que quisieron penetrar en ella, había que convertirse primeramente al Islam. Esto fue lo que hizo John-Gustav Agelii, que ha pasado a la historia del arte como Ivan Agueli y a la historia del sufismo occidental con el nombre iniciático de Abd-el-Hadi o Habdul Haddi.
A pesar de su temprana militancia teosófica, con Agueli el sufismo ortodoxo tiene en Occidente a su primer representante, pero no sería sino hasta casi veinte años después, cuando saldría a la superficie a través de René Guenon y de la revista "Etudes Traditionelles". Antes, solamente se conoce el caso anecdótico y a efectos de archivo de Isabelle Eberhart, admitida excepcionalmente en la Orden de Qadiri en Túnez. Apenas tenía 23 años y ya era una consumada exploradora. En 1900 Isabelle Eberhart recaló en Túnez impresionando por su juventud y energía al seikh de la Orden de Qadiri que, para homenajearla, la admitió en su organización a título honorífico. La joven moriría en un accidente cuatro años después y, por lo demás, no hizo nada para difundir o profundizar en el sufismo.

En 1907 Ageli había leído la traducción realizada por James Redhouse de un texto de El Rumi, "Masnavi" y, probablemente, la obra de Depont y Coppolani, "Las Confreries Religieuses Musulmanes", publicado a finales del siglo pasado. Por lo demás, la militancia teosófica de Ageli, debió encender en él, el interés por la religión. La Blavatsky en "Doctrina Secreta", menciona en varios lugares al sufismo y, finalmente, Agueli al contacto con textos auténticos sufíes, renunció al ocultismo teosófico para abrazar su nueva fé. Hablaba corrientemente árabe y conocía en profundidad el arte islámico, no en vano había viajado en varias ocasiones a los países árabes. Desde sus primeras lecturas sobre el sufismo, Ageli experimentó la atracción del sufismo y pensó que, de entre todas las doctrinas esotéricas aun vivas, ésta era la que se acercaba más a las "fuentes de la sabiduría". En el curso de su segundo desplazamiento a Egipto, en 1907 fue iniciado por el sheik sufí Abd al-Rahman Illyash al-Kabir, dirigente espiritual de una de las ramas de la Orden de Shadhili, la Arabiyya-Shadhiliyya. Ageli leyó a Ibn Arabí. Ese mismo año, Abd al-Rahman confirió a Ageli el título de moqaddem que le permitía transmitir a otros la "barakah" -iniciación- y realizar nuevos adeptos.

Ageli no se prodigó en difundir el sufismo en Occidente, hasta que inició a René Guenon en 1917, no consta que incorporara a nadie más. Sin embargo se prodigó en distintos artículos en las revista dirigidas o fundadas por René Guenon. También experimentó atracción por el taoismo, que conoció en profundidad, y que comparó con el sufismo en artículos aparecidos en "La Gnosis", revista fundada por Guenon en 1908 y que aparecería durante cuatro años. Hoy se sabe que Ageli tuvo un conocimiento del taoismo a través de otro de los colaboradores asiduos de Guenon, el Conde de Pouvourville, Albert Puyon. Puyon había sido iniciado en el taoismo el mismo año que Ageli lo fue en el sufismo, adoptando el nombre iniciático de "Matgioi", con el que publicó distintos artículos tanto en "La Gnosis" como en "Etudes Traditionelles".

En 1913, según cuenta Paul Chacornac, en "La Vida Simple de René Guenon", Ageli "recorrió toda la región Turaní, pintando algunos paisajes de las riberas del Loira y del Indre, así como del Sena y el Oise, para despues reemprender en 1913 el camino de Egipto a fin de pintar intensamente paisajes y cabezas de nativos, durante 1914". Ya desde principios de siglo Ageli era considerado como uno de los introductores del arte moderno en su país, Suecia, donde cuenta con una sala en el Museo Nacional de Estocolmo y algunos lienzos en el de Gotemburgo. La vida de Ageli, a pesar de tratarse de un artista conocido y de renombre, presenta claroscuros. El propio Chacornac, amigo, correligionario y admirador de Guenon, no está muy seguro de la evolución espiritual de Agueli; se hace eco de que probablemente acabaría su trayectoria espiritual en el bahaismo y reconoce que "la carrera de Adbul-Hadi, deja una impresión cuando menos desconcertante, al menos para un hombre que en ciertos aspectos podemos calificar de espiritual. No debemos olvidar que un cierto conocimiento de orden esotérico no va acompañado necesariamente de apariencias de "santidad", ni siquiera simplemente, de una conducta ejemplar".
Sea como fuere, como bahai o como sufí, Ageli regresó a París cuando había estallado la Primera Guerra Mundial. A los pocos meses, "por oscuras razones", fue expulsado y pasó a Barcelona donde siguió ejerciendo su oficio de pintor. Murió aplastado por una locomotora en las cercanías de Barcelona en 1917 y sus cuadros fueron enviador a su madre por medio del agregado consular sueco.

© Ernesto Milà – infoKrisis – infokrisis@yahoo.es