El 20 de abril de 1932, a poco de la fundación del PNE, Ramiro de
Maeztu publicó un artículo en ABC titulado El milagro Hitler, en el que trazaba
un paralelismo entre Hitler y Albiñana por un lado y el general Primo de Rivera
e Hindenburg por otro, lamentando que durante la dictadura no se hubiera
organizado algo parecido al NSDAP (1). Quince días después, Albiñana contestó
en las mismas columnas de ABC a Maeztu en un artículo titulado Cosechando
triunfos, el camarada Hitler, lo que indica que en ese momento, todavía
albergaba la idea de convertirse en el jefe del “fascismo español”. Albiñana
aprovechaba para pedir apoyo económico a su iniciativa (“Venga ese apoyo
económico que en España sobran patriotas para defenderla”). Poco tiempo
después, el propio Maeztu dio una conferencia en el Centro Nacionalista sobre
Los principios del nacionalismo español (que, dijo, no eran otros que los de “Religión,
Patria y Monarquía”).
Al instaurarse la República, las nuevas autoridades acometen la
concienzuda labor de desarticulación del PNE que quedará prácticamente
desintegrado hasta febrero de 1932 cuando Albiñana logró relanzarlo. En agosto
se producirá la “sanjurjada” en la que sus militantes participarán que
acarrearán nuevos problemas judiciales a Albiñana. Cuando retorne nuevamente a
Madrid, la carrera por liderar al “fascismo español” se había in iniciado sin
él. Estaba en desventaja ante José Antonio (al tener menor relevancia social
que él) y ante Ramiro Ledesma (cuya capacidad teórica era muy superior). Poco a
poco, entendió que si quería seguir en política no podía ser un émulo del Duce
ni aspirar a cubrir un espacio político que otros mejor dotados que él estaban
ya cubriendo, así que optó por refugiarse en Castilla la Vieja, concretamente
en Burgos, transformando lo que en principio era un partido situado en el
“área” fascista, a un partido del “área” de la “derecha radical”, agrario,
ultracatólico y corporativo (2).
Durante su confinamiento en Las Hurdes había sido visitado por un
grupo de exponentes de la derecha local a los que sedujo y que le propusieron
presentarse como candidato nacionalista por esa provincia. Albiñana aceptó y a
partir de ahí se desarrolló su organización basada en un sólido trabajo en el
parlamento y en un activismo callejero constante. Destacadas personalidades de
la política burgalesa militaron en el PNE: el padre Bonifacio Zamora, José Mª
Zugazaga (luego integrado en el aparato de propaganda franquista), Adolfo
Arenaza (jefe de los Legionarios de España), Puente Careaga, el conde de Castilfalé,
Ibáñez de Aldecoa, junto a Sancho Jaraute, jefe del Centro Nacionalista y junto
con Rodríguez de Valcárcel pasados a Falange Española; el resto siguieron el
mismo recorrido o se orientaron hacia el tradicionalismo (3).
Durante la II República española se integró en las coaliciones
derechistas que le aseguraron un escaño por la provincia de Burgos desde el 14
de diciembre de 1933 hasta su asesinado el 23 de agosto de 1936. Este hecho hace que habitualmente su gestión
haya sido considerada como al servicio de la “oligarquía agraria y
terrateniente” (4). Fue un diputado combativo y con tendencia a plantear
tanto problemas propios de su distrito electoral como grandes cuestiones
nacionales relativas al déficit de infraestructuras y a corregir los problemas
de la más que deficiente sanidad española de la época, o bien solía prodigar
ataques al laicismo y al separatismo (5).
Burgos fue, desde luego, la provincia “albiñanista” por excelencia.
El PNE tenía instalado el Centro Nacionalista Español en la calle Benito Gutiérrez.
Su primer presidente fue Florentino Martínez Mata que, como hemos visto,
terminaría integrándose en Falange Española, siendo sucedido por Manuel Sancho
Jaraute.
El 19 de noviembre de 1933 estaban convocadas las elecciones
municipales en Burgos, y con arreglo a la Ley 27 de julio de este mismo año, se
posibilitó una segunda votación para el 3 de diciembre. Tras la primera
votación salieron los siguientes candidatos: José Martínez de Velasco y Escolar
(84.46 votos), Tomás Alonso de Armiño y Calleja (72.573 votos), Ramón de la
Cuesta y Jacobo de la Torre (70.405 votos), Francisco Estévanez Rodríguez
(68.037) y Aurelio Gómez González (62.862 votos). Todos ellos del partido
Agrario. En las segundas votaciones del 3 de septiembre quedaron proclamados
los siguientes candidatos: Ángel García Bedoya (partido Agrario, 25.589 votos)
y José María Albiñana Sanz que recogió la no desdeñable cifra de 34.946 votos
(6). En las elecciones siguientes, en febrero de 1936, mejoró este resultado en
la misma provincia obteniendo 64.904 votos encabezando la candidatura Frente
Nacional Contra Revolucionario de la Unión de Derechas. Un simple repaso de los
resultados electorales pone de relieve que los albiñanistas crecieron
extraordinariamente a lo largo de su segunda legislatura en muchísimos pueblos
de la provincia de Burgos... En Aranda se pasó de 57 a 274 votos; en Gumiel de
Izán de 77 a 449; en Belorado de 13 a 302; de 9 a 371 en Santa María del
Campo... (7)
En Navarra, los albiñanistas se unieron a los falangistas y a los
carlistas en la sublevación y estuvieron presentes desde los primeros momentos
tal como explica García Serrano, lo que implica que en esa provincia tuvieron
presencia y estuvieron en condiciones de disponer de un pequeño espacio
político.
Los militantes madrileños, por su parte, desaparecieron en los
agitados días que siguieron al 17 de julio y es de suponer que aportaron su
cuota de fusilados y represaliados; en la capital, en efecto, seguían teniendo
una presencia que se iba empequeñeciendo a medida que entre febrero de 1936 y
julio del mismo año Falange Española, en clandestinidad, amplió
extraordinariamente su influencia especialmente entre los jóvenes recibiendo en
especial a contingentes de las Juventudes de Acción Popular pero también de otras
formaciones minoritarias.
En Barcelona, existía antes de la guerra un Centro Nacionalista
Español que seguía actuando junto con la Peña Deportiva Ibérica, los hinchas
del R.C.D. Español a los que ya nos hemos referido ampliamente. De todas formas,
en la ciudad condal tantos los militantes albiñanistas como los falangistas
apenas agrupaban en total a algo más de un centenar de miembros.
Así mismo, en Bilbao los nacionalistas de Albiñana se habían hecho
notar desde principios de los años 30 hasta el punto de que en enero de 1931 se
abrió un Centro Nacionalista Español en es localidad y Albiñana pudo presentar
su manifiesto. Al ser clausurado el Centro, se camufló hasta mayo de 1932 en el
Club Alpino Laurak-Bat. Pero la competencia con los monárquicos de otras
tendencias (Juventud Monárquica, Juventudes Tradicionalistas) o bien con los
falangistas fue dura y nunca permitió que el núcleo albiñanista superara unas
pocas decenas de afiliados. Entre sus dirigentes vascos se encontraba Rafael
Vierna y Urquijo, campeón automovilístico, miembro de la conocida familia de
los Urquijo (lo que permite a la Auñamendi Eusko Entziklopedia (8)
afirmar que el PNE estuvo “enlazado con las élites políticas tradicionales”)
gracias al que pudieron abrir un nuevo local en 1935 con la presencia en el
acto de inauguración del propio doctor Albiñana y siendo el jefe local de la
organización bilbaína el abogado Enrique Iruegas.
También en Cantabria existió un Centro Nacionalista Español (9) y un
grupo de albiñanistas que dieron que hablar especialmente en la primera mitad
de los años 30. Al parecer antes de 1932 ya existía este centro y esta
delegación nacionalista. Sus miembros procedían de la pequeña burguesía y del
artesanado urbano. Albiñana, que colaboraba en la publicación carlista Gil
Blas, tenía también partidarios y era muy conocido en el ambiente
tradicionalista. No existía en la provincia un liderazgo consolidado, si bien
se movían bajo la protección de Sainz Rodríguez y Fuentes Pila. Tras la
“sanjurjada” las actividades nacionalistas fueron prohibidas en Cantabria y no
sería sino hasta 1933 cuando El Diario Montañés prestó de nuevo atención
al PNE diciendo de él que “exhibe su bandera de combate bravamente cristiana
y de derechas, llena de juventud y de bélico entusiasmo”, afirmando que “ha
sabido conquistar el ánimo de las juventudes sanas de la provincia” y
añadiendo, finalmente, que “constituye un centro de indudable pujanza”.
Pero, la verdad es que parece que no tuvieron tanta actividad provincial y esta
se limitó solamente a la organización de una Unión Gremial Española, creada en
el verano de 1933 y que permitió burlar la prohibición que pesaba sobre el PNE.
También queda constancia de la existencia de otro núcleo albiñanista
de cierta importancia en Orihuela (10) (Murcia) que tenía cierta influencia
sobre el semanario El pueblo de Orihuela frecuentemente enzarzado en
agrias polémicas con el otro medio local, Renacer, de carácter
socialista fundado en 1928. El segundo calificaba al primero de “órgano u
organillo de la troupe albiñanista local”. Los otros respondieron con
idéntica virulencia. No se trataba de un semanario enteramente albiñanista,
sino que en sus columnas coincidían miembros de las distintas derechas. A los
albiñanistas les dejaban dos o tres páginas para que colocaran sus artículos de
opinión. El núcleo debió extinguirse antes de la guerra civil porque a partir
de 1932 ya no hay noticias suyas ni siquiera en los medios locales
En definitiva, el PNE estuvo presente en buena parte de España contando con pequeños grupos de activistas, pero solamente contó con una provincia-bastión, Burgos, debido especialmente al conservadurismo propio de esa zona, pero también gracias a la actividad parlamentaria del propio Albiñana que, a pesar de haber nacido valenciano, se identificó con los problemas de la áspera meseta castellana y se convirtió en su gran defensor.
NOTAS A PIE DE PÁGINA
(1) Cfr. Maeztu: Biografía de un nacionalista español, Pedro
Carlos González Cuevas, Editorial Marcial Pons, Ediciones de la Historia, Madrid
2003, pág. 284.
(2) Eduardo González Calleja, Precursores y falsos profetas,
Revista de Historia Contemporánea – 11, Artículo: Camisas de fuerza, fascismo y
paramilitarización, págs. 56-58,
http://www.historiacontemporanea.ehu.es/s0021-con/es/contenidos/boletin_revista/00021_revista_hc11/es_revista/adjuntos/11_04.pdf
(3) Cfr. Capital de la Cruzada: Burgos durante la Guerra Civil,
Luis Castro Berrojo, Editorial Crítica, Barcelona 2006, pág. 32.
(4) Parece, sin embargo, que se preocupó por sus electores y que
defendió activamente los intereses de la provincia de la que era representante.
Se mencionan algunas de las iniciativas que tuvo para mejorar la situación de
sus vecinos: Rectificación legal del funcionamiento de la Compañía de Aguas de
Burgos, instalación de teléfono en Villarcayo y Medina de Pomar, creación del
Aeropuerto de Burgos, consiguiendo una importante subvención, etc (María
Concepción Marcos del Olmo, La Segunda República en Burgos, en Historia
de Burgos, Diario16 de Burgos, 1993.). Uno de los proyectos más
interesantes que apoyó Albiñana fue la proposición de ley firmada el 28 de mayo
de 1935 por un grupo de diputados de la derecha entre los que se encontraba él,
destinado a proteger y promover un “cine español” (Historia Social Del Cine
en España, Emeterio Díez Puertas, Editorial Fundamentos, Madrid 2003, pág.
66).
(5) Cfr. Entre otras intervenciones, Albiñana participo en la sesión
La burguesía catalana ante la II República española: El triunfo de Wagner
sobre Verdi, Bernat Muniesa, Capítulo VI La “rebeldía catalana” en el
parlamento español, sesión del 4 de julio, pág. 184. Se reproduce la
intervención completa de Albiñana en esa ocasión que supone una de sus típicas
soflamas anticatalanistas aludiendo incluso a “bandoleros al servicio de la
Generalitat” que actuaron en la revuelta del 6 de febrero de 1934. También
trono contra la abolición de la festividad de la Inmaculada Concepción y, por
supuesto, contra la ley del divorcio de la República, de la que, por lo demás,
él fue uno de los primeros usuarios
(6) http://alerce.pntic.mec.es/~pong0000/33-burgos.htm
(7) Luis Palacios Bañuelos, Elecciones en Burgos 1931-1936. El
Partido Nacionalista Español, Publicaciones de la Cátedra de Historia
Contemporánea de España. Universidad Complutense, Madrid, 1981, pág. 476.
(8) Auñamendi Eusko Entziklopedia, Bernardo Estornés Lasa
Fondoa, artículo: Partido Nacionalista Español de Bilbao,
http://www.euskomedia.org/aunamendi/109789
(9) Los datos sobre el PNE en Cantabria han sido extraídos en su
totalidad de De la Resistencia a la Reacción: Las Derechas Frente a la
Segunda República (1931-1936), Julián Sanz Hoya, Universidad de Cantabria,
Santander 2006, pág. 144-145.
(10) Los datos sobre el albiñanismo
en Orihuela han sido extraídos de El oficio de poeta. Miguel Hernández,
Eutimio Martín, capítulo: Una doble concesión a la literatura en panocho, Editorial Aguilar, Madrid 2010, págs. 57-60
Albiñana y su Partido Nacionalista Español (1 de 7)
Albiñana y su Partido Nacionalista Español (2 de 7)
Albiñana y su Partido Nacionalista Español (3 de 7)
Albiñana y su Partido Nacionalista Español (4 de 7)
Albiñana y su Partido Nacionalista Español (5 de 7)
Albiñana y su Partido Nacionalista Español (6 de 7)