jueves, 12 de noviembre de 2020

Albiñana y su Partido Nacionalista Español (1 de 7)

En los estudios sobre el fascismo español se suele soslayar la figura del doctor José María Albiñana y la de su creación, el Partido Nacionalista Español, que es citado apenas a modo de precursor. En el fondo la figura de Albiñana y la de su partido está situada en un cruce histórico: de un lado tiene elementos fácilmente reconocibles del viejo carlismo, pero en otros se percibe ya una veta nueva ausente en aquel movimiento (el nacionalismo) y más propio del fascismo. La misma figura del líder tiene más de fascista que de cualquier otro experimento anterior. La militarización de la juventud es otro de los rasgos que lo aproximan a la experiencia fascista, mientras que el reaccionarismo innegable si bien tiene rastros que suelen encontrarse en la “derecha fascista” también es cierto que no son privativos de esta corriente. Así pues, subsisten aún hoy serias dudas y una amplia laguna historiográfica relativa al movimiento creado por el doctor Albiñana, todavía más incomprensible porque éste escribió abundantes libros que, a pesar de no haber sido reeditados, pueden consultarse con relativa facilidad. En este estudio vamos a aportar una visión global de Albiñana y de su partido.

JOSÉ MARÍA ALBIÑANA, PRIMEROS PASOS DE UN AVENTURERO

Enguera, pequeño pueblo del interior de la provincia de Valencia, vio como el 13 de octubre de 1883 nacía en su término municipal el que sería uno de sus hijos ilustres, José María Albiñana Sanz. Es difícil saber si Albiñana sería recordado en su tierra natal, que abandonó pronto, de no haberse dedicado a la actividad política, es probable que hubiera destacado en su especialidad profesional, la medicina y que en ese terreno hubiera logrado notables avances científicos. Pero en la segunda parte de su vida se sintió atraído por la política y eso terminó desviándole de una prometedora carrera profesional y, al mismo tiempo, le costó la vida.

Durante su período estudiantil fue uno de los promotores de la Unión Escolar Valenciana de la que sería secretario general y luego presidente. Debió gustarle la experiencia porque a poco de licenciarse se afilió a la Juventud Liberal-Democrática de Valencia, grupo de carácter progresista que solía tener duros enfrentamientos con los estudiantes procedentes de organizaciones conservadoras. En 1910, Albiñana era todavía un hombre de talante liberal e incluso anticlerical que frecuentaba logias masónicas. Escribió un folleto titulado Orientación a la juventud ante el problema religioso, dedicado a Canalejas, Bernabé Dávila y al general José López Domínguez “ilustres campeones de la soberanía del Estado sobre el clericalismo”. Ir contra Roma era “engrandecer a España” (1). Tras este estreno político, Albiñana se dedicó al ejercicio de la medicina, consiguiendo ser académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina, obteniendo varios galardones por su práctica clínica y sus investigaciones. Escribió varios textos sobre medicina (2) e incluso fundó un periódico, La Sanidad Civil, portavoz de la Federación de Sanidad Civil, organismo profesional de la clase médica para luchar por los derechos de los profesionales de la medicina en 1914 (3). Hasta 1920 intentó mantenerse en la enseñanza universitaria pero su fracaso al opositar a la cátedra de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense, le indujo a tomar otros derroteros.

Hasta ese momento, el doctor Albiñana era un monárquico liberal que aceptaba las posiciones del Conde de Romanones y militará en la Juventud Liberal Monárquica en 1910. Cuando estalle la Primera Guerra Mundial apoyará a los aliados occidentales (lo que indica que en esa época seguía ostentando posiciones políticas liberales). En ese período ingresará durante un breve período en la masonería sin que esta militancia suponga ninguna modulación adicional en sus posiciones liberales que compartirá con Santiago Alba, dirigente del Partido Liberal y, a su vez, miembro de la masonería (4).

Tras este fracaso se desplazará a México en donde le interesa investigar los fundamentos de la medicina indígena. Una vez allí da la sensación de que sus investigaciones sobre este interesante tema pasan a segundo plano y se dedica a asumir y profundizar en la idea de la Hispanidad (5) mientras que asiste a las convulsiones internas de aquel país en el primer cuarto del siglo XX. Allí el asesinato de presidentes se había convertido en algo frecuente (Madero en 1913, Zapata en 1919 y Pancho Villa en 1923 y Carranza en 1920, Álvaro Obregón en 1928 hasta llegar a Elías Calles) hasta el momento en el que estalla la revuelta de los cristeros (6) y la guerra civil que asolará el país. La guerra se prolongó entre 1926 y 1929 y generó unos 250.000 muertos y un número similar de refugiados entre ambos bandos llegando a episodios de violencia extrema. La guerra se inició cuando el gobierno de Elías Calles intentó aplicar una laicización radical de la sociedad y un alejamiento de la Iglesia Católica de cualquier centro del poder. El conflicto extinguido en 1929 volvió a reproducirse en 1934 resultando violentamente reprimidos los maestros rurales católicos que muy frecuentemente fueron torturados y asesinados.

Albiñana permaneció en México hasta 1928. El presidente Elías Calles (fundador del Partido Nacional Revolucionario, precedente inmediato del Partido Revolucionario Institucional) terminó expulsándolo del país en el curso de una campaña xenófoba (7). Su estancia allí y el contacto con los cristeros, sin duda, configuraron algunos de los criterios políticos con los que regresó a España. Cuando se examina el himno cristero (¡Qué viva mi Cristo, qué viva mi Rey! ¡Qué impere doquiera triunfante su ley! ¡Qué impere doquiera triunfante su ley! ¡Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey!....) se perciben ecos de lo que luego sería la doctrina del Partido Nacionalista Español.

Fue un prolífico escritor. Le iba el humor y la comedia (La medicina en verso, Colección de humoradas médico-literarias, edición de 1904 o Marco Antonio de Jurdania: comedia románica de estructuración enchufícola, que debió aparecer en 1934), obras de carácter médico, algunas novelas (en especial su trilogía mexicana compuesta por Sol de Levante de 423 páginas publicado en 1923, Aventuras Tropicales, en busca del oro verde, reimpreso por Espasa Calpe en 1972 y Bajo el cielo mexicano de 1930), libros de carácter moralista (Orientación de la juventud ante el problema religioso de 1910) y media docena larga de libros de carácter político parte de los cuales está dedicado a narrar sus peripecias en el México revolucionario y cristero (La situación de México vista desde España, 1921) y, por supuesto obras de carácter político (Los crímenes del caciquismo de 1916, Confinado en las Hurdes –que llegó a ser un bestseller del que se vendieron entre 30 y 40.000 ejemplares-, Cómo se engaña a un pueblo: las grandes mentiras democráticas, publicada por El Financiero en 1933, Prisionero de la República de 1931, Los cuervos sobre la tumba, después de la dictadura en 1932, España bajo la dictadura republicana, del mismo año y Burgos en el parlamento en donde resume su gestión como parlamentario por esa provincia).

Cuando vuelve a España se asocia con Manuel Delgado Barreto y entre ambos lanzan el Partido Nacionalista Español.

NOTAS A PIE DE PÁGINA

(1) Cfr. José María de Urquijo e Ybarra: Opinión, Religión y Poder, Cristóbal Robles, Cristóbal Robles Muñoz, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1997, pág. 242.

(2) Concepto actual de la filosofía médica y su valor en el desarrollo de la medicina, Doctor José María Albiñana Sanz, Estab. Tip. y Editorial, 1912 - 269 páginas. El libro fue premiado por la Real Academia de Medicina. Cfr. Anales de la Real Academia de Medicina - 1910 - Tomo XXX - Cuaderno 1, Real Academia Nacional de Medicina, Real Academia Nacional de Medicina,  Madrid 1910, págs. 6 y 10.

(3) Cfr. Profesionales y Burócratas: Estado y Poder Corporativo España S. XIX, Francisco Villacorta Baño,  Editorial Siglo XXI, Madrid 1989  pág. 293.

(4) El tema de la militancia masónica de Santiago Alba ha hecho correr mucha tinta. En el Archivo de Salamanca se guarda un expediente sobre el tema, siendo declarado “exento de responsabilidad” lo que equivalía a decir que no se podía demostrar su militancia masónica, pero que ésta era probable. El tema ha sido tratado por Celso Almuiña en el artículo Santiago Alba, paradigma del político regenerador, en Investigaciones Históricas, nº 15, 1995, pág. 269-296, colocado en línea en http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/title/santiago-alba-paradigma-politico-regenerador/id/44792835.html

(5) Animado de la idea de Hispanidad, Albiñana intervino en varias polémicas en defensa de este concepto. En uno de estos cuerpo a cuerpo se enfrentó al profesor Russel Smith recibiendo la felicitación de Miguel Primo de Rivera.

(6) Para tener una visión completa de lo que fue el movimiento cristero y los distintos episodios de la guerra puede consultarse la obra de Jean Meyer, La cristiada, la guerra de los cristeros, Editorial Siglo XXI, México 2005 y especialmente Movimiento Cristero: Una Pluralidad Desconocida,  María Alicia Puente Lutteroth, Editorial Progreso, México 2002. Para una visión rápida y precisa puede consultarse: http://es.wikip.org/wiki/Guerra_Cristera

(7) Ismael Sanz en su obra Fascismo y franquismo (Publicaciones de la Universidad de Valencia, Valencia 2004,  pág. 32) duda de que las polémicas “españolistas” que acarrearon la expulsión del doctor Albiñana de aquel país fueran motivadas por la idea de defensa de la Hispanidad, sino que detrás de su actitud lo que existía era “odio al México revolucionario”.

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