viernes, 3 de mayo de 2024

SIETE ESTACIONES DE DOLOR PARA EL MUNDO DE ESPECTÁCULO (Y PARA TODOS NOSOTROS). ALGUNAS NOTAS SOBRE “EL TECHO AMARILLO” DE ISABEL COIXET

El documental lleva un par de años circulando. Denuncia los abusos cometidos por un docente durante veinte años -que se dice pronto- contra alumnas del Aula de Teatro de Lérida, cuando tenían entre 14 y 18 años. Las denuncias fueron presentadas en 2018 por nueve mujeres, cuando ya habían pasado quince años desde que se produjeron los hechos. Así que, no había lugar a la investigación judicial: la denuncia fue archivada por prescripción del presunto delito. Isabel Coixet leyó la noticia en el diario Ara y elaboró este documental que fue premiado en tres ocasiones. Vale la pena realizar algunos comentarios y realizar consideraciones sobre el caso.

PRIMERA ESTACIÓN DE DOLOR: CON LAS VÍCTIMAS, POR SER VÍCTIMAS

Sobre el documental puede decirse poco: simplemente, estremecedor. Los testimonios de las chicas entonces -hoy mujeres hechas y derechas- rezuma en todos los casos el aire de autenticidad. Ni exageraciones, ni sobreactuaciones, ni signos delatores de recuerdos reelaborados. La espontaneidad en el lenguaje, a veces la emoción, el contenido de las frases utilizadas, evidencian espontaneidad, verdad. Así pues, solidaridad con la víctimas y felicitaciones -hasta aquí- a Isabel Coixet. Era de rigor, empezar esta crítica con este párrafo y recordar lo que se suele olvidar: que los derechos de las víctimas -sean del delito que sean- están por delante de los derechos de los que han causado el daño. Moralmente los delitos no prescriben.

Pero, ahora se trata de enumerar las carencias del documental de Isabel Coixet o a esta crítica le faltaría algo. A partir del primer cuarto de hora de los 94 minutos del documental, oímos testimonios concordantes que van en la misma dirección: un individuo, ejerciendo su rol de “profesor”, realiza abusos sexuales de todo tipo con sus alumnas. Esto es lo que se repite una y otra vez. Y otra más. Y cuando creíamos que ya habíamos escuchado todo el catálogo de las perversiones posibles de un degenerado, algún nuevo testimonio nos sorprende aún más.

Para colmo, nos enteramos que el Aula del Teatre de Lleida, despidió al individuo, pagándole algo así como 52.000 euros por la cancelación del contrato… Milagro que no le dieran una Creu Sant Jordi…

INTENTO DE CRÍTICA: LO QUE LE FALTA AL DOCUMENTAL

Es cierto que las víctimas pudieron desahogarse y contar su historia. Pero el gran problema de este documental es que las hojas no dejan ver el bosque.

Hay varias cuestiones acumuladas que se superponen unas a otras y que, en realidad, constituyen el fondo de la cuestión, aun reconociendo el derecho de las víctimas a expresar lo que les ocurrió. Enumeramos las cuestiones:

- Cómo es posible que se empleen unos métodos de enseñanza casi pornográficos para alumnos adolescentes. ¿Es necesario enseñar artes interpretativas recurriendo a tales métodos? ¿En qué se ha convertido el teatro para que la “expresión corporal” se reduzca a obscenidades y escenario privilegiado de parafilias y perversiones?

- Cómo es posible que los abusos pasaran desapercibidos del Ayuntamiento (que es el que mantiene el Aula), de los medios de comunicación, de los familiares de las víctimas, de los inspectores de este tipo de centros, de las autoridades municipales ¡durante 20 años! (algo a lo que el documental no responde de manera completamente satisfactoria).

- Cómo es posible que en una ciudad como Lérida (137.856 habitantes) y en la provincia (439.727 habitantes), exista un Aula de Teatre con la desmesurada cifra de ¡2.000 alumnos!, cuando es manifiestamente imposible que el “mercado” del espectáculo dé trabajo a ese volumen.

Las tres cuestiones son pertinentes y están ausentes por completo o bien solamente la segunda se toca muy tangencialmente. Tratemos de responder a las tres cuestiones y entenderemos porque el documental las elude.

SEGUNDA ESTACIÓN DE DOLOR: LA QUIEBRA DEL SISTEMA EDUCATIVO

En el fondo, la primera y la última cuestión están íntimamente relacionadas: desde hace décadas, el sistema de enseñanza en España está en quiebra. No es discutible: ahí están los resultados. Las “nuevas pedagogías”, basadas en sistemas no memorísticos de aprendizaje tendían a que, desde EGB los niños “aprendieran jugando” y, en efecto, aprendían… a jugar. La “lista de los Reyes Godos” o la tabla de multiplicar cantada, se consideraron ejercicios memorísticos “inútiles” (olvidando que para ejercer el razonamiento lógico y utilizar silogismos, es preciso tener conocimientos culturales y estos solamente se adquieren con la memoria). A esto siguió, ya en los 90 el que, con un determinado número de suspensos podía pasarse al curso siguiente (con lo que, en cada curso, el alumno acumulaba un déficit de conocimientos que, antes o después, se traducía en un fracaso y en el abandono). Se añadió un nuevo tipo de bachillerato, el “artístico”, sin preocuparse de las futuras salidas profesionales que podía tener, pero al que iban a parar alumnos a los que la política de pasar al curso siguiente con asignaturas suspendidas, había hecho imposible que avanzaran en el bachillerato de ciencias y en el de humanidades. El resultado de las sucesivas “reformas de la enseñanza” (de las que el PSOE SIEMPRE ha sido el promotor) es que estamos a la cola de Europa en resultados educativos.

Pero el fracaso español, no ha sido solo del Estado y de las “reformas de la enseñanza”. Si esto garantizaba que la escuela había dejado de facilitar “educación” (cultural, mental, humana), el problema es que la familia también había dejado de ser efectiva a la hora de transmitir valores y “educación”. No hay “escuelas de padres” y, por lo demás, dados los procesos económico-sociales (necesidad de que los dos cónyuges trabajaran, proceso de integración de la mujer en el mercado laboral, pérdida de poder adquisitivos de los salarios, profesos inflacionarios, aumento de los gastos en vivienda, etc.), era evidente que los padres no podrían encargarse de la formación de los hijos. En condiciones normales, esta tarea recaía en los abuelos, pero estos a partir de los 80 y, a la vista de la bajada constante de la natalidad y de la reducción del número de hijos por pareja, terminaron consideran que “el nieto” era el “rey de la casa”. A partir del zapaterismo, se le dio a todo esto forma legal: dar un cachete a un hijo -y el que suscribe recibió varios de sus padres y aún sus ojos de empañan cuando piensa en ellos y les está muy agradecido- era una forma de “violencia doméstica”. Ya no se podía expulsar a un alumno del colegio, por grave y perturbador que fuera su conducta. Estos “nuevos métodos educativos” que, en la práctica consistían en no “frenar” a los niños desde su infancia en sus impulsos, hizo que estallara una verdadera epidemia de “trastorno de déficit de atención”, “síndrome de hiperactividad”, etc.

Buena parte del alumnado surgido de estos fracasos sistémicos, ignora cuál es su vocación, se decanta por unos u otros estudios, por causas subjetivas, casi nunca pensando en el futuro y en las posibilidades reales de salir adelante con aquella profesión que ha elegido. Opta -como se ve en el documental- por buscar “formar parte de un grupo”, mucho más que por vocación o por consideraciones utilitarias. Esto explica que en la comunidad uniprovincial de Murcia haya cuatro facultades de derecho, o porque en una provincia numéricamente limitada como Lérida estén matriculados 2.000 alumnos.

TERCERA ESTACIÓN DE DOLOR: “PROGRESISMO” QUIERE DECIR “IR SIEMPRE ADELANTE” (INCLUSO EN EL ERROR; SOBRE TODO EN EL ERROR)

Es en esas condiciones, en un contexto de fracaso del sistema educativo en el que hay que incluir el triste episodio del Aula del Teatro de Lérida. Ni el “sistema” era capaz de educar el carácter de los alumnos, ni siquiera de inculcarles valores necesarios para la vida cotidiana. Uno de ellos, el sentido del “pudor”: valor hoy denostado, pero necesario, incluso para mantener sanas relaciones sexuales. Recuerdo en un programa de radio hace años en el que participé en una tertulia con una asociación nudista. Se sorprendieron por mi argumentación: el problema no es el “textil” o el “nudismo”, el problema es lo que supone cada opción para la vida sexual. El “textil” (en la jerga nudista, los que vamos cubiertos de ropa), mantiene el misterio de nuestra intimidad. Ese misterio, alimenta el deseo. El deseo eleva la tensión sexual que termina descargándose en la unión sexual. El nudismo no sirve, en general, nada más que para banalizar el sexo y, por tanto, para rebajar la tensión sexual, con lo que, a fin de cuentas, se tiende a una sexualidad insatisfactoria. Eso, o bien, el nudismo se convierte en el escenario de determinadas parafilias que encuentran “morbo” en determinados comportamientos o en el mero exhibicionismo. El “pudor”, por tanto, es necesario para la vida; pero desde la irrupción del freudismo, se considera como un signo de “represión sexual”.

Porque el fracaso del sistema educativo, no se ha debido solamente a reformas cada vez más catastróficas, sino que éstas han ido cabalgando sobre el triunfo del “progresismo”: lo nuevo se considera “mejor” que las prácticas de otras épocas; luego, hay que aceptar lo nuevo y nunca dar marcha atrás ante un innovación socio-cultural. El fracaso del sistema educativo, en el fondo, ha sido el fracaso de las teorías educativas progresistas. Pero, dado que el “progreso” siempre va en la misma dirección, a ningún “pedagogo moderno” se le ha ocurrido estudiar en qué punto la educación dejó de formar hombres y mujeres, aportarles, además de conocimientos, valores, cultura y estilo. Así pues, había que persistir en la misma dirección, lo que suponía, un aumento de la velocidad de caída.

Esto viene a cuento de que la enseñanza en sus contenidos y en su método que utilizaba -y utiliza- el Aula del Teatre de Lérida responde a estos contenidos “progresistas”. Una muestra más de su validez y de su eficiencia…

TERCERA ESTACIÓN DEL DOLOR: CUANDO EL ALUMNO ES UN OBJETO DE DESEO PARA EL DOCENTE

En el Aula del Teatro, por lo que vimos, se enseñaba cualquier cosa, menos a representar el teatro “de toda la vida”. Incluso Ionesco, con El Rinoceronte o con La cantante calva, parecía muy convencional para algunos de los profesores. No digamos Sartre o Camus. Así que, mejor empezar por la “expresión corporal”, el “teatro experimental”, pidiendo a una alumna que se masturbara ante el resto o llamando “monja” a otra que se negaba a desnudarse en público… Obviamente, aquellos alumnos, nunca estaría preparados para representar el teatro clásico español, ni por supuesto a Shakespeare, y no digamos las tragedias de Eurípides, Sófocles y demás… Ni siquiera a Gala, Brossa, Alfonso Paso o a Bueno Vallejo, tan diferentes y tan brillantes. Lo que se enseñaba en el Aula del Teatro de Lérida, da la sensación de que ni siquiera era teatro del absurdo, sino simples excusas para satisfacer las parafilias de algunos profesores. Pero nadie lo puso en duda durante 20 años: parecía normal porque nuestra civilización ha llegado a un punto en el que el “pansexualismo” lo invade todo. Incluso para vender un helado se recurre a propaganda subliminal de trasfondo sexual.

Esta sería la visión de conjunto: chicas que llegan a un aula con poca solidez en su formación cultural y en sus valores (incluido el sentido del pudor) y que una especie de Pigmalión calentorro y parafílico puede utilizar a su antojo. En definitiva, el producto del fracaso formativo de una sociedad, tanto en el seno de las familias, como en la educación obligatoria, como en la formación profesional. El fracaso de un sistema, de una sociedad. Está bien, como hace Isabel Coixet, dar la palabra a las víctimas. Pero no basta con eso: hay que ser “radical”, viajar a las raíces de los problemas, porque si son, como en este caso, profundas, el mal no se ataja podando las últimas hojas de la planta. Y el mal, hoy, tiene un nombre: “progresismo” y todo lo que viaja con él.

CUARTA ESTACIÓN DE DOLOR: NO ES UN PROBLEMA DE “FEMINISMO”, SINO UN PROBLEMA GENERADO EN EL SENO DE UNA “SOCIEDAD PROGRESISTA”

Entendemos perfectamente que Isabel Coixet que se mueve en un entorno artístico-cinematográfico en la que el progresismo es la nueva religión, no entre en esta cuestión, pero es que, ignorándola, el problema no dejará de reproducirse. Y no se trata, contrariamente, a lo que se expone en el documental, de una simple agresión contra “la mujer”.

También hay agresiones contra hombres en esas mismas instituciones: ¿o es que, a fuerza de hablar de las agresiones sexuales llevadas a cabo en colegios religiosos, vamos a olvidar que esas mismas agresiones se producen también en colegios laicos, en gimnasios, en discotecas, en sectas, y que lo esencial de estas otras agresiones no es que estén protagonizadas por sacerdotes, profesores o dijeys, sino por homosexuales? Lo que no implica culpabilizar a la homosexualidad, sino reconocer que existe una pedofilia heterosexual (la que se daba en el Aula del Teatre de Lleida) y una pedofilia homosexual.

QUINTA ESTACIÓN DE DOLOR: EL ASPECTO POLÍTICO. LOS QUE TIENEN EL PODER OCULTAN, LOS QUE ASPIRAN A TENERLO SE HACEN ECO DE LAS DENUNCIAS

Queda por hablar de todo este asunto y la política. Ya hemos dicho que el PSOE, en tanto que autor de las sucesivas reformas socialistas de la educación acometidas desde los años 80, tiene una responsabilidad incuestionable en la crisis del sistema educativo (y el PP en haber permanecido indolente ante la cuestión), pero es que, también vale la pena analizar la cuestión del Aula del Teatre de Lleida desde una perspectiva política.

Todos estos abusos tuvieron lugar en Lérida durante los años en los que la ciudad estaba gobernaba por Antoni Siurana (alcalde entre 1989 y 2004) y por Ángel Ros (2004-2018). El tema salió a la superficie durante el gobierno ciudadano de Félix Larrosa (que, entonces, apenas se prolongó durante 10 meses). Los tres son miembros del PSC. Esto es importante, porque el Aula del Teatro estaba directamente subvencionada por el Ayuntamiento. Hay que destacar que Félix Larrosa fue, desde el momento en el que los hechos salieron a la superficie en “llegar hasta el final”. No es tan admisible que, sobre todo Ángel Ros no se hubiera enterado de nada. Esta parte se pasa de soslayo en el documental. O bien conocía los rumores y no hizo nada, o bien debía haber inspeccionado la marcha de un centro financiado por el ayuntamiento y no cumplió… A elegir.

Ros fue un alcalde polémico. Nos limitamos al “copia y pega” de lo que se muestra en Wikipedia sobre su figura: “Marta Camps, su ex teniente de alcalde, denunció públicamente irregularidades de la administración presidida por Àngel Ros tras ser destituida, entre ellas la autorización de gastos injustificados por consumo de telefonía móvil, utilización indebida de datos personales, sueldos de cargos electos no justificados y mal uso de fondos públicos. En concreto, Camps ha apuntado el cobro de dietas injustificadas en viajes a China (1.500 euros) y Hannover (16.952) y regalos institucionales desproporcionados (36.000 euros en fulares y corbatas de diseño).​ Además, denunció en la Oficina Antifraude que Àngel Ros participó en comidas institucionales, aperitivos y cáterin que supusieron a la Paeria 63.075 euros solo en el año 2014. (…) Àngel Ros denunció por injurias y calumnias a Marta Camps tras estas acusaciones, pero la Audiencia de Lérida archivó la denuncia. (…) Se le acusa de facilitar la entrada laboral en su administración a su yerno José Crespín. (…) En 2017 el grupo municipal Comú de Lérida denunció a Àngel Ros entre otros por prevaricación, tráfico de influencias y malversación continuada de dinero público al considerar que anulaban multas de la Policía Local y la Zona Azul a cargos públicos, adjuntando la lista de denuncias anuladas, pero la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña archivó la denuncia.​ La "lista blanca" publicada contiene 60 expedientes de personas físicas o jurídicas diferentes, relacionadas con 665 multas. De estas, 13 expedientes corresponden a cargos electos, 12 de funcionarios, 9 de empresarios y 16 de familiares de políticos, concejales, funcionarios, colaboradores, miembros de la sociedad civil o de listas del PSC. Àngel Ros aparece en la lista, así como el presidente de la Audiencia Provincial. Un restaurante, por ejemplo, registra más de 90 multas prescritas”…​ Así pues, Ros, entra dentro de la tipología de “militante del PSOE de estricta observancia”.

SEXTA ESTACIÓN DE DOLOR: NO PONGAS LA MANO EN EL FUEGO POR LAS INTENCIONES DE LA PRENSA CONVENCIONAL

Esta militancia explica también por qué el diario Ara fue el que “destapó” el asunto, como cuenta el documental de Isabel Coixet. Era el único que podía y quería hacerlo. La prensa en Cataluña se ha reducido a la mínima expresión: para La Vanguardia, todos los problemas aparecen al otro lado del Ebro, en Cataluña reina una paz celestial y angélica; reconocer los abusos del Aula del Teatro habría sido un menoscabo para la Paeria y para la gencat. ¿Y El periódico? La orientación de este medio siempre ha sido próxima al PSC, por lo tanto, publicar algo que pudiera ser utilizado contra un alcalde socialista, estaba fuera de lugar. El Avui, después de cuarenta años de vivir a costa de subvenciones, se ausentó sin dejar señas. Así que solo quedaba el Ara, diario de orientación nacionalista-independentista. Por lo tanto, la información solamente podía aparecer ahí: no es que la información fuera falsa o tendenciosa, todo lo contrario, pero la intención de la dirección del diario iba mucho más allá de revelarla; no se trataba tanto de defender a las víctimas y denunciar unos abusos, como de torpedear a un alcalde socialista y trata de instalar a un indepe (de hecho, el socialista Larrosa, fue sustituido por el miembro de ERC Miguel Pueyo, apoyado por su partido, por Junts y por En Comú).

Hemos resaltado este hecho porque da también que pensar: ¿prensa libre? ¿prensa de investigación? Poca, en realidad, más bien, prensa subvencionada que se debe a unos patrones o a otros y que trabaja, no por desvelar iniquidades y delitos, sino para erosionar a los que taponan a sus patrones en el control de las instituciones. ¿Cuándo se reconocerá que no hay prensa libre en España y que la “prensa de investigación”, salvo honrosas y puntuales excepciones, es un mito? Hoy la “gran prensa”, La Vanguardia, El Periódico y el mucho más modesto Ara, son empresas que tienen menos audiencia diaria que youtubers. La falta de ventas de la prensa escrita y las audiencias de sus ediciones digitales, permiten “pensar mal” y ni siquiera atribuir un mérito (sino más bien una segunda intención) al diario que relevó el episodio de Lérida.

SÉPTIMA ESTACIÓN DE DOLOR: LO DE LÉRIDA NO ES UN CASO AISLADO; ES LA PUNTA DE UN ICEBERG

Un último apunte. En 2021 apareció una noticia en el diario Ara, según la cual, varios docentes del Institut del Teatre de Catalunya, institución pública en el que participan Diputación, Ayuntamiento de Barcelona y gencat, fue denunciado por acoso sexual y comentarios vejatorios. El caso provocó la dimisión de la directora y de la cúpula de la Escuela Superior de Arte Dramático que “pidieron perdón” a las víctimas “por no haber sabido encontrar las ‘herramientas’ para erradicar estos comportamientos. La descripción que llegó a la prensa (elDiario.es) eran exactamente iguales que las se habían producido en el Aula del Teatre de Lleida: humillaciones, maltrato psicológico, sexualización de las clases, aprovechamiento de su condición de docentes para aproximarse a jóvenes con intenciones sexuales, etc, etc, etc. También aquí “todos los sabían, pero nadie hacía nada”. Y, por supuesto, todo terminó en nada: un profesor expulsado, pero con las diligencias archivas, y otros dos ya jubilados. Nadie respondió ante los tribunales…

Y el ultimísimo comentario. El 22 de abril de 2024, la fiscalía provincial de Madrid, presentó una denuncia contra un conocido dramaturgo y director de teatro por abusos sexuales a 14 mujeres. Sin olvidar que el 26 de enero pasado, un director de cine español, Concha de Oro en San Sebastián, fuera acusado por tres mujeres de “violencia sexual”. Son la punta de un iceberg: algo no funciona en el mundo del espectáculo en España (y en el mundo…). El “Me Too” no ha cambiado nada: no apunta a las raíces, se limita a podar los efectos.

Lo que expusieron las chicas que aparecieron en el documental de Isabel Coixet no parecen ser excepciones, ni el Aula del Teatre de Lleida… Y esto es lo que justifica este artículo y la crítica que hemos realizado al documental. Un buen documental, salvo por el hecho de que no ha encuadrado el problema en el marco que le es propio. Que no ha sido suficientemente “radical”: no ha ido a las raíces del problema.