A principios de los años 70,
distintos trabajos de desigual calidad pusieron de moda los estudios sobre el
templarismo y la herejía cátara. Algunos de tales estudios, siempre difundidos
en medios próximos a distintos grupos ocultistas, popularizaron una idea que
todavía hoy permanece anclada en numerosos cerebros. Los razonamientos
encadenados definen a los cátaros como maniqueos (premisa 1); el maniqueísmo es
una forma de gnosis (premisa 2); los templarios son, igualmente maniqueos
(premisa 3); luego los cátaros y los templarios derivan del mismo tronco y son
lo mismo (conclusión).
Los estudios de Ferdinand Niel
sobre Montsegur y Queribús como templos solares, abonaban este razonamiento. Y
otro tanto ocurría con los estudios que relacionaban el Grial con los cátaros.
Sin embargo, ni Montsegur fue un templo solar, ni los cátaros practicaron culto
alguno al Sol, ni tuvieron nada que ver con la gnosis templaria que ciertamente
existió.
LA GNOSIS TEMPLARIA, VIA DE LA
ACCION
A efectos de nuestro estudio
deberemos de resumir el estado de la cuestión: los templarios constituyeron una
orden ascético-militar. No fueron la única de su tiempo, pero si la más
poderosa y sobre la que recayó la sospecha de herejía (no fue tampoco la única:
los Caballeros Teutónicos fueron acusados por el obispo de Riga en 1307 y
Gregorio IX acusó a los Hospitalarios en 1258). Esta herejía, efectivamente,
existía. No era compartida por toda la Orden sino por un "círculo
interior" al cual solo ingresaban algunos templarios, tras acceder a la
Orden. La función de ese círculo interior era reconstruir un "esoterismo
católico" bajo la forma de gnosis. Así puede entenderse la acusación de
escupir contra el crucifijo (rito en el que manifestaban su voluntad de
trascender el mero culto exterior) o quemar recién nacidos y de adorar a un
ídolo, el Bafomet (el Bafomet era en realidad una ceremonia iniciática en la
cual el postulante recibía el "bautismo por el fuego",
baphos-metheos, de ahí la confusión con la quema de recién nacidos); es de
destacar que jamás se plantearon a los templarios objeciones teológicas. Hay
que suponer que no existían diferencias doctrinales entre los templarios y la
iglesia; simplemente, los templarios querían "ir más allá" de la
simple fe.
En realidad, la lucha de la
Iglesia contra el templarismo si pudo calificarse en rigor de "cruzada
contra el Grial" (nombre del apologético libro escrito por Otto Rhan sobre
el catarismo). En varios relatos del Grial los guardianes de la copa sagrada
son considerados monjes-guerreros que, incluso, en Wolfram von Eschembach son
llamados "templeisen". Uno de los antepasados de Galahad, el héroe
del Grial, recibió del propio José de Arimatea, un escudo blanco con la cruz
paté... es decir, la cruz templaria.
La vida del templario
recordaba extraordinariamente a la sugerida como modélica para los caballeros
de la Tabla Redonda.
Es significativo, igualmente,
que los romances de la Tabla Redonda aparecieran con el templarismo y
desaparecieran en la primera mitad del siglo XIII, cuando éste ya estaba
suficientemente instaurado. Coinciden con el momento álgido de las cruzadas y
con la incorporación del concepto de "guerra santa" a la cristiandad.
Cuando en el siglo XIV y XV reaparecen algunos relatos graélicos se trata de
obras estereotipadas y carentes de valor iniciático.
De hecho, todo induce a pensar
que el templarismo apenas consiguió estabilizar su sistema iniciático durante
apenas un siglo. El hecho de que se tratara de una orden guerrera, sometida a
constantes situaciones bélicas y a la pérdida de sus mejores efectivos en
combate, hizo que, hacia el último tercio del siglo XIII, la tensión metafísica
de la orden se relajara. Cuando se produjo la detención de todos los templarios
de Francia, ordenada por Guillaume de Nogaret en 1307, y en los interrogatorios
que siguieron, da la sensación de que el significado de muchos ritos secretos
ya se había perdido. Los templarios presos apenas eran capaces de describir las
ceremonias a las que habían sido sometidas, sin entenderlas, en ocasiones
pensando que se trataba de simples novatadas; pero el relato de algunas
leyendas templarias (como aquella del caballero que copuló con la dama muerta y
de su sexo nació el Bafomet, difundida entre los templarios de Armenia) y el
esoterismo (aun perceptible) de las construcciones templarias, indican mucho
sobre el esoterismo inherente en el seno de la Orden.
Vanamente buscaríamos algo
parecido en el catarismo. El hecho de que pensemos que, efectivamente, tenían
ceremonias secretas y rituales propios, no implica necesariamente que existiera
un esoterismo cátaro. Este solo existió en la mente de muchos de sus
admiradores y apareció con el siglo XX.
LA PRACTICA TEMPLARIA:
INHIBIDOS, PERO BELIGERANTES
Resulta significativo que
Bernardo de Claraval, el gran predicador contra el catarismo en tierras de Oc,
fuera el inspirador de la Orden del Temple. San Bernardo, redactó la Regla de
la Orden, les dedicó su libro "De la Nueva Milicia del Temple" y,
finalmente, fue el principal valedor de la nueva orden ante el papa. Este mero
hecho bastaría para disolver la supuesta identidad entre catarismo y
templarismo.
Los votos templarios les
impedían tomar las armas contra otros cristianos. Y los cátaros, aunque tenidos
por herejes eran considerados, cristianos. Consta, sin embargo, que, si bien
las encomiendas templarias de Occitania permanecieron neutrales en el
conflicto, las simpatías de la Orden se decantaban hacia los cruzados del
Norte. Más aun, se registran algunos episodios en los que los caballeros
templarios tomaron las armas junto a los cruzados, nunca, absolutamente nunca,
las tomaron por el campo opuesto.
Actitud opuesta adoptaron los
hospitalarios -esto es, la Orden de San Juan de Jerusalén, llamada también
Orden de los Caballeros Hospitalarios y, posteriormente, Caballeros de Rodas o
Caballeros de Malta- que tenían unas relaciones más estrechas con la nobleza
languedoquiana y eran fuertes en Toulouse, mientras los templarios tenían su
mayor encomienda en Agen. Así quedaban establecidas las afinidades entre las
dos órdenes militares y los bandos combatientes: Templarios simpatizando con la
nobleza del Norte y hospitalarios haciendo causa común con la nobleza del
Languedoc y, en particular, con los condes de Toulouse. Su feudo fue la zona
donde mejor se implantó en Francia el Hospital.
Hay ejemplos de este orden de
afinidades -ya que no de alianzas-; los hospitalarios realizaron los oficios
fúnebres al rey de Aragón tras su muerte en Muret, mientras que Raymond VI de
Toulouse, tras cruzarse, fue recibido en el Hospital de San Juan de Jerusalén
como caballero armado. En Muret los hospitalarios de Toulouse fueron
autorizados por Simón de Montfort para retirar el cuerpo de Pedro II. Inhumado
en su cementerio tolosano, debió esperar el traslado a su emplazamiento
definitivo. Su hijo, Jaime I, con apenas 6 años y medio, fue entregado al Gran
Maestre de los Templarios de Aragón, Guillaume de Montredon, permaneciendo dos
años y medio en el castillo de Monzón.
Los templarios, por su parte,
rescataron el cuerpo de Balduino de Toulouse, colgado por orden de su hermano,
y le dieron sepultura en el claustro de Villadieu, una de las encomiendas de la
Orden en el Languedoc. Los propios condes de Toulouse, pero también los de
Carcasona, habían cedido, antes de la cruzada, amplias posesiones a los
templarios.
Todo esto no será obstáculo
para que en 1216 Montfort haga incendiar el barrio de Saint-Remy de Toulouse
donde se encontraba la casa de sus amigos templarios que resultará igualmente
dañada. Estaba situada entre los números 13 y 15 de la actual rue de la
Dalbade. A partir de la destrucción de su casa en Toulouse, los templarios
instalarán su cuartel general en la región en la encomienda de Villedieu, cerca
de Montauban, donde todavía puede visitarse. Villadieu, está situada en un
meandro del Garona, en la ruta principal del Midi. Durante un tiempo, Fulco de
Tolosa, el ex-trovador devenido obispo de la ciudad, tuvo allí su cuartel
general.
La casa de los Caballeros de
Malta, por su parte, estaba situada cerca de allí, en el número 30 de la misma
calle y fue reconstruida en el siglo XVII.
LA IMPLANTACION DEL TEMPLE EN
OCCITANIA
Se tienen informaciones muy
concretas sobre la implantación de los templarios en Occitania. Existieron
encomiendas en Narbona, Mirepoix, Carcasona, Agen y otras poblaciones menores.
La implantación templaria en la zona se remontaba a los primeros años de la
orden. En 1136 el conde Roger de Foix y su esposa Ximena, fundaron en Nogarede,
cerca de Pamiers, el primer centro templario en Ariege. Hoy llamado La
Cavalerie. La comandería sigue siendo una gran explotación agrícola. El 13 de
octubre de 1307 el último jefe templario del lugar fue detenido en Carcasona.
Torturado confesó crímenes, pero luego se retractó.
Los templarios poseían casa en
Mirepoix, en 1207. También tenían molino cerca del río, granja en Comegoude y
una iglesia dedicada a Saint Martin. En 1219 los templarios ayudaron a Amauri
de Montfort durante su asedio a Marmande. Sino participaron, si al menos
asistieron pasivamente, al saqueo de la ciudad que costó 5.000 muertos. En 1212
los templarios de Narbona volvieron a ayudar a Amaury de Montfort, albergándolo
en su fuerte, tras ser asediada su casa durante un pequeño motín. En 1215
cuando, su padre, Simón de Montfort fue al concilio de Montpellier, debió
albergarse en el castillo de los templarios situado fuera de los muros de la
ciudad. En otro edificio templario, en 1209, recibió a los parlamentarios que
cedieron, en nombre de Arges, viuda del vizconde de Carcasona, Trencavel, el
abandono de sus derechos.
La comandería de Mas Deu fue
la mayor posesión del Temple en el Rosellon. El lugar está situado a tres km de
Trouillas y fue ofrecido por los Señores de Vilemolaque antes del año 1138.
Cuando la cruzada contra los albigenses, el Rosellón pertenecía al reino de Aragón
y estaba gobernado por el conde Sancho al que sucederá Nuño Sancho.
EL DESTINO DE LOS TEMPLARIOS,
¿LIGADO AL FIN DEL CATARISMO?
Por aquellas fatalidades del
destino, los cátaros y los templarios tienen un nombre común, Guillaume de
Nogaret. Nogaret, no solamente fue el gran perseguidor de los templarios, el
hombre que selló su ruina, sino que también perteneció a una familia occitana.
Algunos estudios históricos
consideran que Guillaume de Nogaret, oriundo de Saint Felix de Caramanh, la
villa en la que tuvo lugar el primer concilio cátaro del Languedoc, quiso
vengarse de la actitud de los templarios durante la cruzada contra los cátaros.
El abuelo de Nogaret, hereje y relapso había sido ejecutado tras ser prendido
por los templarios y entregado a la inquisición.
El papa Bonifacio VIII llegó
incluso a acusar a Nogaret de pertenecer a una familia de contumaces
"patarinos". En el estado actual de conocimientos históricos parece
demostrado que no solo el abuelo, sino otros ascendentes de Nogaret fueron
condenados por herejes, sancionados y ejecutados en algunos casos.
Llama la atención, eso sí, que
se disponga de abundante documentación sobre otras familias de la zona, sin
embargo, la saga de los Nogaret adolece de falta de fuentes documentales.
Presumiblemente, el propio interesado se encargó de destruirla y apenas se
salvó el archifamoso abuelo, un pequeño noble local cuyo nombre sobresalió en
varios procesos.
Esto explicaría el odio
irracional de Nogaret hacia los templarios y la saña innecesaria con que los
persiguió. Explicaría también que, templarismo y catarismo, lejos de coincidir
en punto alguno, estaban situados en trincheras enemigas.
ESOTERISMO TEMPLARIO EN EL
LANGUEDOC. ¿MONTSEGUR?
Los templarios de Cominges,
lejos de colaborar con los invasores del Norte, permanecieron en la más
estricta neutralidad. Esta actitud quizás se debió, en parte, a que algunos
nobles locales ingresaron en el Temple y, fieles a su voto, prefirieron
permanecer al margen del conflicto, sin enfrentarse -pero tampoco sin apoyarlos
ciertamente- a sus paisanos. Tal fue el caso de Dodon, conde de Cominges,
armado templario en mayo 1174. Dodon entregó el gobierno del condado a su hijo
Bernard IV. Este prometió a su padre proteger a los templarios de Montsaumes. Y
si bien es cierto que durante la cruzada luchó junto a los condes de Tolosa y
Foix, cumplió en todo momento la promesa realizada a su padre.
Bernard IV de Cominges era muy
amigo de Raymond VI conde de Toulouse. Murió el 22 de febrero de 1225 y no realizó
más donaciones a los templarios de Montsaumés. Una tradición dice que es allí
donde se encuentra el sepulcro del terrible inquisidor Bernard Gui. Es posible
que su sarcófago sea uno de los que pueden verse bajo las arcadas del pórtico
de la iglesia.
Montsaunés es una típica
capilla templaria. Austera y sencilla, recia y compacta, tiene la planta de un
rectángulo terminado en un semicírculo o coro. La construcción realizada en
estilo tolosano -esto es, en ladrillo- la construcción es muy perfecta y
cuidada. Quienes la levantaron dominaban el arte de la construcción. Los
capiteles están ornados con escenas del Antiguo Testamento y hojas de acanto
corintias. Los firmantes de la obra dejaron una cruz en un círculo esculpido en
una clave de bóveda de una pequeña puerta, la cruz es similar a la templaria.
En otros lugares de la iglesuela pueden verse distintos signos lapidarios. Se
detecta con facilidad la presencia de una fraternidad de constructores,
verosímilmente, ligada a la Orden de los Templarios.
Esta hermandad sintetizó
técnicas mediterráneas e irlandesas que habían sido conservadas por los monjes
de San Columbano. Algunos de estos monjes, instalados en Lombardía, se situaron
bajo la influencia cluniacense. En este núcleo tienen su origen los "Hijos
del Maestre Jacques", futuros "Compañeros del Santo Deber de
Dios", la hermandad que realizó las construcciones esotéricas en el Languedoc.
La iglesia de la encomienda de
Montsaunés está repleta de signos astrológicos. Podemos ver fácilmente rosas de
seis pétalos, flores de lis arcaicas, patas de oca. Pero el sello de la
hermandad es un extraño rectángulo de ocho por cinco casillas de las cuales,
una porción de tres por tres tiene en su interior aspas. Este "cuadrado
mágico" no esconde el número de oro y guarda el secreto de la "divina
proporción".
Solamente una hermandad de
constructores capaz de haber conservado estas sutilezas estilísticas pudo reconstruir
los castillos de Montsegur, Queribús y otros de la zona, dándoles el aspecto de
templos solares. No, Montsegur, no fue un "templo para los vencidos"
tal como sostenía Ferdinand Niel. En su estudio había tomado tierra
impecablemente... pero se había equivocado de aeropuerto. Si Montsegur tiene
innegables connotaciones esotéricas se debe a los templarios y no a los
cátaros.