jueves, 20 de mayo de 2021

CRÓNICAS DESDE MI RETRETE: LA HORA DE LOS MENAS

Esta crisis migratoria no ha sido como las demás. Mohamed VI ha querido presionar demasiado en muy poco tiempo, contando a su favor con cuatro factores: la debilidad manifiesta del gobierno español, el carácter de la nueva administración norteamericana, el monstruo burocrático en el que se ha convertido la UE y las orientaciones de los organismos internacionales. Pero se ha olvidado de algo: el hartazgo que genera en la opinión pública europea maniobras similares realizadas repetidamente en los últimos 20 años. Y es que la “post-verdad” solamente puede triunfar cuando aborda temas muy alejados del ciudadano medio. Pero los MENAS se han convertido en un problema allí en donde ponen el pie.

LAS BAZAS DE MOHAMED VI

Hemos dicho que son cuatro. Vale la pena enumerarlas:

  • Debilidad del gobierno español. Incuestionable. Cada vez con los sondeos más en contra, incapaz de ilusionar, ni con las vacunas, ni con el fin del estado de emergencia, ni con la promesa de que pronto prescindiremos de mascarillas, ni con el “horizonte 2050”. Nada puede superar el aroma de derrota aplastante, las disensiones internas del PSOE, los problemas con Podemos, la crisis de esta formación, su desprestigio, incluso ante su propio electorado natural, la sobreactuación en materia de ideologías de género y de ultraprogresismo, la distribución de los cacareados fondos de ayuda europea que no llegarán ni a autónomos, ni a hosteleros, ni a pequeños empresarios, sino sólo a “grandes proyectos” presentados por los amigos del poder, ni la recomposición de la derecha que vuelve a ser alternativa real, tras la desintegración de Ciudadanos. Además, el caso de Ibahim Ghali, evidencia falta de línea en política exterior. Todo esto, sumado, huele a debilidad, unido de amateurismo político. Cuando el adversario geopolítico (Marruecos, el único que tiene España), advierte que el gobierno español está debilitado, es cuando asesta la patada en los testículos. Y lo ha vuelto a hacer.
  • El carácter de la nueva administración norteamericana. Que el poder en los EEUU esté en manos de un pobre arterioesclerótico sumido en una niebla mental, es lo de menos: en EEUU es frecuente que un presidente gobierne poco y que los verdaderos dueños del poder sean quienes lo han recluido en el despacho oval. Y en este caso, mucho más, dada la enfermedad de Biden. Está allí gracias a los “señores del dinero”, especialmente por la alianza entre el “dinero viejo” (el de las grandes dinastías económicas americanas que siempre han apoyado a los demócratas) con el “dinero nuevo” (las grandes fortunas de Syllicon Valley surgidas al calor de las nuevas tecnologías). Los valores de la nueva administración son globalizadores, multiculturales y ultra-neoliberales y el estímulo a las migraciones es una de sus constantes: Mohamed VI ha estimado que EEUU no se opondría a exportaciones masivas de carne humana a España, como, de hecho, así ha sido. Biden ha callado y ninguno de los que manejan los hilos que mueven al presidente títere y a la política norteamericana, ha objetado nada… por mucho que España esté en la OTAN y sea, por tanto, aliado preferencial de EEUU.
  • El monstruo burocrático de la UE. Incapaz de tomar decisiones a tiempo, influido por los “mundos de Bambi” introducidos por la izquierda marciana, el ultraprogresismo y los ecologistas, incluso por esa fuerza transversal que es la masonería internacional (¿o es que ignoráis que los partidos políticos europeos tienden a enviar a políticos amortizados miembros de la masonería al Parlamento Europeo?). Entre los valores insertados en la UE por toda esta patulea figuran los habituales de “multiculturalismo”, “protección a menores”, “inmigración masiva”, “discriminación positiva”, bonitos valores que, en la práctica generan un movimiento mundial en dirección a Europa sabedor de que, quien llega a la meta, será subvencionado hasta que muera. Y, lo que es todavía mejor, si es menor, podrá hacer lo que quiera: la legislación europea le apoyará como apoya las migraciones masivas, por encima de las leyes de cada nación. Mohamed VI lo sabe porque la economía marroquí en grandísima medida vive de la UE y de ser considerado como “socio preferencial”, lo que, unido a la debilidad de España, le permite ir en contra de un país de la UE, pero beneficiarse al mismo tiempo de la UE. El “rey moro” sabe, además, que el actual gobierno español es despreciado en la UE (por su petición insistente de limosnas y por la presencia de los impresentables de Podemos en un gobierno europeo). Y sabe también de la lentitud en reaccionar de la UE a causa de su pesado mecanismo burocrático que le da tiempo para atacar por sorpresa enviando una “marcha verde” por el mar, sin que se produzca una reacción contundente por parte de la UE.
  • Las orientaciones de los organismos internacionales. La pandemia ha visto como se difuminaban la Organización Mundial de la Salud y, a pesar de ser una “crisis mundial”, cómo ninguno de los organismos internacionales creados en 1945 ha mostrado un mínimo de eficacia, al igual que la ONU ha demostrado su inutilidad para detener conflictos internacionales. Se tiene la creencia de que esos organismos internacionales son dirigidos por representantes de todas las naciones. No es así: son dirigidos por cuerpos de funcionarios propios, con ideas propias y proyectos propios que no tienen nada que ver con los intereses de las naciones que están integradas en ellos y que aportan sus fondos para que ese cuerpo funcionarial pueda realizar su plan mundialista. El foco difusor de las ideologías de género, de la ingeniería social, del universalismo, de la ideología de los “derechos humanos” (de los que unos se priorizan sobre otros, a conveniencia), del inmigracionismo, de la multiculturalidad y demás lacras de nuestro tiempo, procede de estos organismos. Mohamed VI sabe que un gobierno débil y una UE torpe y pesada, optarán por la salida más fácil: seguir las normas dictadas por los organismos internacionales… por mucho que perjudiquen a la UE y, por supuesto, a España.

UNA MANIOBRA ASTUTA, PERO EXCESIVA

Los alquimistas antiguos lo sabían: “la dosis hace el veneno”, principio que luego asumieron los homeópatas. Algo puede ser o no dañino, todo depende de la dosis que se administre. Dañino es, por ejemplo, que hayan entrado en España en los últimos 25 años, 10.000.000 de inmigrantes cuando el país ha tenido siempre un mínimo de 2.500.000 y medio de parados y un máximo de 6.000.000. No eran necesarios en ningún caso y, en última instancia, si se trataba de paliar la crisis demográfica hubiera bastado una campaña de incentivos fiscales y ayudas directas a la maternidad. En general, esos 10.000.000 han entrado por goteo (3.000.000 en el período de Aznar, 3.500.000 en el período de ZP), 2.000.000 bajo el gobierno de Rajoy y 500.000 con el sanchismo). Es cierto que algunos han regresado a sus países, pero ese número se compensa con los nacimientos de sus hijos. Como la dosis estaba muy diluida, un buen día, nos dimos cuenta de que algunos barrios habían cambiado por completo y, no digamos ya, la población penitenciaria hoy con un 75% de presos de origen no español. Se pudo hacer sin generar grandes alarmas, porque la dosis fue por goteo. Y este ha sido el error de Mohamed VI: cambiar el goteo para abrir la espita y pasar al “modo chorro”. Lo hizo el pasado lunes: entraron 7.000 inmigrantes en un solo día (quizás más).

Cuando dos naciones son “enemigas geopolíticas”, no vale que una no se considere enemiga de la otra: lo que cuentan son las políticas de quien si tiene un objetivo claro. España no lo tiene: la izquierda siempre ha defendido que Ceuta y Melilla eran marroquíes. La derecha que eran españolas (que lo son, en la medida en que no existían antes de que Marruecos viera la luz). Pero nadie nos ha recordado porqué era necesario que siguieron siendo españolas: controlan el paso del estrecho de Gibraltar, un espacio geopolítico de primer orden. Por eso los ingleses tampoco quieren devolver el Peñón, su presencia allí les garantiza “poder geopolítico”. Y Marruecos quiere restar ese “poder geopolítico” a España. No creo que haya un ministro de defensa español, desde Narcís Serra incluido, que haya tenido puñetera noción de geopolítica (ni siquiera de lo que es “defensa nacional”) y por eso nadie ha sido consciente de porqué había que defender que la bandera española siga ondeando en Ceuta y Melilla: por patriotismo para la derecha, por una mala inercia para la izquierda, cuando en realidad es por razones geopolíticas. El gobierno español lo ignora. Pero Mohamed VI si lo sabe. Por eso presiona.

El problema es cuando se presiona demasiado y la presión tiene efectos secundarios. Entonces corre el riesgo de que la maniobra se vuelve contra quien la ha generado. A 72 horas del inicio de la crisis, parece existir un rechazo global a la actitud del “rey moro”. Mohamed VI sabe que luego podrá reconducir la situación: se mostrará “comprensivo”, admitirá el retorno de algunos expulsados, pedirá más dinero y más exportaciones a la UE (que dañarán más y más el campo español) y habrá erosionado un poco más al rival (generando división política y lastrando aún más el presupuesto con 2.000 niños más que nos costarán al mes 14.000.000 de euros y al año 168.000.000 y, dando por supuesto, que estos niños -algunos de 7 años- estarán una media 5 años tutelados, el desembolso de la operación global supondrá un lastre de 1.176.000.000 euros, en un momento en que la deuda pública española roza los dos BILLONES de euros).

Mohamed VI es consciente de que llegará un momento en el que España ya no podrá soportar esa presión y Ceuta y Melilla caerán en sus manos como fruta madura. Un buen plan, hay que reconocerlo. Pero con efectos secundarios… no en los gobiernos, sino en la opinión pública que, por primera vez, a nivel de todo el Estado y no de una localidad en concreto, se ha alarmado por la presencia de miles de MENAS y por más y más inmigrantes que NUNCA encontrarán acomodo en un mercado laboral que roza los 4.000.000 de parados. Y no solo la opinión pública española, sino también Europa Occidental se ha alarmado con las escenas: es lo que ocurre cuando se produce una invasión. Y esto tendrá costes para los gobiernos de Europa Occidental.

De ahí que los medios de comunicación hayan respondido al unísono: en las televisiones se han ofrecido inmediatamente, no imágenes de la invasión, sino de niños desvalidos, durmiendo en el suelo, en estanterías metálicas, imágenes desde todos los ángulos de una persona ahogada, de niños desfallecidos llevados en brazos por soldados: LOS MEDIOS PRESENTAN LA INVASIÓN COMO UNA “CRISIS HUMANITARIA”. ¿Con qué fin? Establecer una nueva “post-verdad” que no tiene nada que ver con la realidad, sino con los intereses y valores defendidos por el stablishment mundial.

Titulares de hoy de EL PAIS: “Cientos de menores quedan en el limbo”, titular de LA VANGUARDIA: “el desamparo de los menores agrava la crisis migratoria”, EL PERIODICO: “Ceuta para del miedo a la solidaridad con los migrantes – Los menores gran drama de la crisis migratoria”, etc, etc, etc. Para colmo, hoy se aprobará una nueva ley de protección del menor que contiene algunos elementos interesantes, junto con otros mucho más discutibles en relación a los MENAS. En ningún momento se dice en esta ley que el primer derecho de un menor es estar junto a sus padres en su país de origen. ¿Para qué? Esto no beneficiaría a la multiculturalidad, así que carece de sentido incluirlo en la ley…

El electorado suele tener mala memoria, pero las consecuencias de distribuir a 2.000 MENAS por todas las comunidades autónomas, tendrá repercusiones en el día a día de las localidades a donde vayan a parar. De eso pueden estar seguros. La post-verdad se derrumba ante la realidad inmediata. En lo personal, solo espero un gobierno que anteponga tres valores:

- Seguridad como primer derecho humano, sin el cual no puede ejercerse ningún otro.

- Derecho de los niños marroquíes a vivir con sus padres y obligación del Estado marroquí de cuidar a sus niños y no endosarlos al Estado Español.

- Fuerza del gobierno de la nación para garantizar la integridad territorial, su soberanía y su identidad, tanto como el bienestar de su población.