Podemos
sintetizar nuestra postura respecto al conflicto de Gaza con estas veinte
conclusiones que nos llevan a reconocer:
1.- Que el principal
problema que España tiene en estos momentos (y, por extensión, toda la Europa
Occidental y del Norte, incluido el Reino Unido) es la inmigración masiva.
2.- Que estas
bolsas de inmigración, de escaso o nulo “valor añadido”, que llegan sin apenas
formación profesional y con una educación sumaria, se están produciendo en
nuestro país a razón de 300.000 al año, mientras que, en el mismo plazo, 100.000
jóvenes españoles titulados universitarios, abandonan nuestro país en busca de
países con menos cargas fiscales, más estabilidad en el empleo y mejor relación
salarios/gastos. El coste que este proceso de llegada de gentes sin trabajo (ni
esperanza de obtenerlo como no sea empleo público y empleos agrícolas, siempre
en los límites del salario mínimo), ni preparación profesional (ni excesivo
interés, por lo general, en adquirirla) que el Estado se cree obligado a
mantener, supone una losa para nuestra economía y un castigo para nuestra
sociedad a la vista de las múltiples “molestias” que genera y por su nulo
interés en asimilarse. Esos 300.000 ilegales anuales hacen que cada año los
gobiernos anuncien subidas del PIB (que registra el volumen global de intercambios
comerciales), pero el PIB per cápita (PIB dividido por el número de habitantes),
se mantiene en el mismo punto que en 2008… La inmigración ¡ha hecho aumentar el
PIB, pero ha hecho bajar la productividad!
3.- Que existe
el riesgo de que, aprovechando los actos de solidaridad con Gaza, el gobierno
Sánchez, en su “locura terminal”, otorgue la condición “refugiados” a 650.000 gazatíes,
con la misma tranquilidad con la que Angela Merkel aceptó en 2015 a 1.000.000
de “refugiados” sirios. La socialdemocracia europea lleva cortejando desde hace
30 años al electorado inmigrante, a la vista de que ha perdido completamente el
apoyo de los trabajadores autóctonos.
4.- Que la llegada
de inmigrantes musulmanes a Europa ha creado enclaves sin ley en los que los
ciudadanos de toda la vida, son desplazados, por los nuevos ocupantes,
reproduciendo el mismo proceso de colonización que realizaron los judíos en
Palestina y que dio como resultado la creación del Estado de Israel después de
haber comenzado.
5.- Que la gran diferencia
entre la colonización judía de Palestina y la colonización musulmana de Europa
es que los judíos compraron a árabes y otomanos, lotes de tierra, mientras que
la colonización musulmana de Europa está subsidiada por gobiernos europeos
ciegos, etnocidas, traidores y estúpidos, avalados por la ONU y su malhadada
Agenda 2030.
6.- Que este proceso de islamización de Europa alcanzará su objetivo (crear un Estado islámico en el continente regido por la ley coránica) entre 2030 y 2050, gracias al crecimiento demográfico musulmán (tres veces superior al europeo), a las reagrupaciones familiares y a la llegada de un millón de inmigrantes anualmente al territorio de la UE.
7.- Que la “sharia”
y el “alma de Europa” son incompatibles. Tanto los gazatíes en su tierra como
los islamistas presentes en la Sagrada Tierra de Europa aspiran a un “califato”
universal regido por la ley coránica. Un proyecto que todavía podemos detener, ¡pero
no por mucho tiempo!
8.- Que, o se
cortan los flujos migratorios islámicos lo antes posible o las zonas
islamizadas de Europa caminarán con paso firma hacia una perspectiva de guerra
civil étnica, religiosa y social o hacia la “dhimmitud” (sumisión al
dominio islámico y protección a cambio de un tributo).
9.- Que
cualquier muestra de solidaridad con Gaza es un apoyo tácito al fundamentalismo
islámico: en Gaza no existe ningún tipo de libertad, ni elecciones libres desde
2006, sino que toda la franja es rehén de un grupo de lunáticos yihadistas
armados que, para colmo, han celebrado con júbilo todos y cada uno de los
atentados islamistas cometidos en Europa como “victorias contra los infieles”,
incluidos los 192 muertos del 11-M.
10.- Que el problema palestino debe ser resuelto por sus dos protagonistas principales mediante la negociación, con la mediación de EEUU y de la Liga Árabe: Puesta en libertad de los rehenes, desarme de Hamás, inicio de conversaciones de paz y misión militar mixta árabe-norteamericana para controlar el cumplimiento del alto el fuego, parecen ser las condiciones mínimas para dar un primer paso de cara a resolver el conflicto.
11.- Que Europa
no tiene nada que ganar ni que perder en este conflicto y que, por tanto, debe
mantener una escrupulosa neutralidad.
12.- Que la “solidaridad
con Palestina” es, políticamente incompatible con la lucha para detener la
islamización de Europa: la “solidaridad con Gaza” se ha convertido en el
monopolio de la extrema-izquierda (que lleva el terrorismo grabado en su ADN),
de la “izquierda caviar” (el producto más snob del mercadillo de
frivolidades progresistas), y del pedrosanchismo (para cubrir su proceso de
desmoronamiento, derrotas parlamentarias, acoso judicial y negrura electoral).
Solidarizarse con Gaza supone identificarse de manera infantiloide con alguna
de estas tres actitudes.
13.- Que, en
última instancia, para Europa no se trata de solidarizarse con ninguna de las
partes en aquel conflicto, sino de tratar de encontrar apoyos y aliados en la
lucha contra la islamización del continente.
14.- Que las
actitudes “humanitarias” y “buenistas” no resuelven el trasfondo de la
cuestión: el gobierno de Gaza está mediatizado por Hamás, una organización
terrorista y fundamentalista y que la cerrilidad suicida de esta organización
es el primer muro que dificulta la solución del problema por su reiterada fantasía
de construir una Palestina “desde el Jordán hasta el mar”.
15.- Que Israel
terminará anexionándose la Franja de Gaza de manera casi inevitable y que el “Estado
Palestino” quedará reducido a algo más de un tercio de Cisjordania (y,
probablemente ni eso), si los palestinos se niegan a reconocer su situación
real y la irreversibilidad del Estado de Israel. Los argumentos de 1947, ya no
sirven en 2025: casi 80 años de existencia generan una realidad
incontrovertible que, poco a poco, van aceptando los Estados árabes, pero no
así los palestinos.
16.- Que mundo
árabe es el que, en primer lugar, debe prestar ayuda al pueblo palestino (de su
misma etnia, de su misma religión y de sus mismas tradiciones) y que éste no puede,
ni debe esperar nada sustancial de los países europeos: lo semejante se reconoce
en lo semejante y lo semejante ayuda a lo semejante; lo semejante se solidariza
con lo semejante.
17.- Que la información
que llega sobre Gaza (cifras de muertos, necesidades, etc.) está emitida por el
“gobierno de Gaza”, controlado por Hamás y, por tanto, es parcial, interesada y
deformada.
18.- Que toda
guerra y todo conflicto es un drama humanitario del que son responsables únicos
las partes implicadas, especialmente, la que ha hecho todo lo posible por
desencadenar el conflicto (esta fase del conflicto, vale la pena recordarlo, se
inició con los ataques de Hamás a territorio judío en octubre de 2023).
19.- En 1947,
cuando la ONU propuso la creación de “dos Estados” en Palestina (el judío y el
árabe), los Estados árabes se negaron pensando que podían arrojar a los judíos
al mar. Cuatro guerras perdidas han consolidado la presencia del Estado de Israel.
20.- Que
solidarizarse con la causa palestina implica aceptar todos los errores cometidos
por la “resistencia palestina” desde 1947 y en especial el uso del terrorismo
indiscriminado contra población civil, tanto en el interior de Israel como en
atentados en el exterior. Esa desastrosa defensa de su causa es lo que ha ido
aislando cada vez más a los palestinos, incluso dentro del mundo árabe.

Finalmente,
estas 20 razones quedarían incompletas si no recordáramos a las dos primeras víctimas
generadas por la inmigración masiva, José Ruíz Funes y Tomas Bonilla, asesinados
en El Ejido, el 22 de enero de 2000, por un palestino, Cherki Hadij, con
pasaporte marroquí. Esos dos asesinatos (y el de Encarnación López una semana
después, asesinada por Lecir Fahim, un marroquí) provocaron el estallido de
cólera conocido como los “incidentes de El Ejido”. Si los gobiernos españoles
que se han sucedido desde entonces, PP-PSOE, hubieran sido consecuentes, habría
hecho todo lo posible por detener la inmigración ilegal, masiva y musulmana,
hoy no nos veríamos amenazados por el proceso de islamización de Europa. El Ejido
no ha olvidado aquellas muertes. Nosotros tampoco.
