sábado, 6 de septiembre de 2025

LOS TIEMPOS ESTÁN CAMBIANDO (2) - LOS CAMBIOS EN LAS TRES ECONOMÍAS MÁS FUERTES DE LA U.E.

Y así lo está entendiendo el electorado, especialmente en los tres países económicamente más fuertes de Europa: Francia, Reino Unido y Alemania. Lo que ocurra en estos tres países repercutirá, se quiera o no, en el seno de la Unión Europea y en su misma estructura de poder.

Las perspectivas de los partidos del stablishment nunca han sido tan malas como ahora:

- Reino Unido: una encuesta masiva reciente realizada a finales de agosto de 2025 da como primer partido al Reforma UK de Nigel Farage con un 35% de los votos y 401 diputados, quedando el Partido Conservador con 23 escaños y los laboristas con 91. En otras palabras: el Partido Conservador ha colapsado y el gobierno Starmer goza de un rechazo social creciente y masivo.

- Alemania: los resultados de las elecciones de febrero establecieron un mapa electoral que ya no se corresponde con la realidad. Acción por Alemania (AfD) ya no es solamente el “partido de Alemania Oriental”, se ha extendido como una mancha de aceite por la parte occidental y en el mes de agosto de 2025 ya era el primer partido en intención de voto con un 26%, un punto por delante de la CDU/CSU, y el doble del SPD (13%) tercer partido con riesgo de convertirse en pocos meses en el quinto dado que le siguen Los Verdes (12%) y Die Linke (11%)…

- Francia: El Rassemblement National en agosto se sitúa como primer partido del país (lo es desde hace mucho), pero por primera vez supera la barrera del 30%, mientras que Macron apenas llega a un 13% y la France Insoumise, batiburrillo de izquierdas de todos los colores y tonos, tiene un 25%, perdiendo tres puntos en relación a las elecciones de 2024.

Estos sondeos dan que pensar: los partidos del stablishment harán por supuesto oídos sordos a estos toques de atención. En tanto que autistas, seguirán practicando la teoría del “cordón sanitario ante los extremismos”… pero las advertencias sobre el presunto “extremismo racista e insolidario”, el empeoramiento creciente de la situación socio-económica y de la seguridad en toda Europa Occidental, prácticamente anulan las advertencias.

Obviamente, la segunda línea del sistema es la represión, pero a partir de ciertos porcentajes electorales y, especialmente, ante partidos que están muy pendientes de no vulnerar la legalidad, corre el riesgo de victimizarlos y generar efectos adversos al pretendido.

La tercera es la “solución política”, que busca mantener y ampliar el “cordón sanitario” para que, sea cual sea el resultado, garantizar una mayoría pro-stablishment. En Francia, esta táctica ha dado hasta ahora excelentes resultados, como en Alemania. En el Reino Unido, en cambio, en la actualidad ya no sería posible aplicarla: Farage, de mantenerse las intenciones de voto tal como están, se aseguraría una comodísima mayoría parlamentaria.

Hemos visto en las últimas campañas electorales, como el votante de derechas, tanto en Francia como en Alemania, ha terminado votando a partidos de la derecha liberal para quitarse encima la lacra de izquierdas contra el que esos partidos de derecha liberal habían tronado, para, al día siguiente de las elecciones, formar gobierno con los antagonistas (el SPD en Alemania) decepcionando a los votantes de derechas o bien en la segunda vuelta de las elecciones francesas, llamando las derechas a votar por los candidatos de izquierdas (¡cualquiera antes que a la “bestia negra” del RN!)…

La pregunta es: ¿cuánto tardarán los electores de derechas en seguir votando a las derechas liberales que al día siguiente les traicionan pactando con el centro-izquierda o, incluso, llamando a votar a partidos de izquierda radical como ha pasado en Francia? Es más probable que, en próximos comicios, los “traicionados” de la derecha opten por votar directamente a los “partidos populistas”, incluso hasta el extremo de que, llegados a un 51% de los votos, sea ociosa una “segunda vuelta” en Francia.

Vayamos más lejos: en España, hemos visto como todos los partidos perdedores en las elecciones de 2023 se coaligaran para apoyar la candidatura de Sánchez a la presidencia del gobierno. El resultado ha sido que, en democracia, no se puede gobernar contra las mayorías y quien lo intente queda, literalmente, descalabrado: como lo está hoy el PSOE y sus socios, sin excepción.

Sin olvidar, por supuesto, que el tiempo juega contra los partidos del stablishment: cada minuto que pasa, pierden a algún elector. Y esto no va a cambiar: incluso aunque, in extremis, adoptaran (como ha hecho Feijóo) políticas “moderadamente antiinmigración, pocos electores olvidarán que es, precisamente por culpa de estos partidos que, allí donde no había un problema, se ha generado uno y, prácticamente insoluble. Es igual que la presión fiscal: ninguno de los partidos del stablishment hablan de “reducir drásticamente el volumen de la burocracia”, de “reducir presupuesto”, de que sea el Estado (y no el ciudadano) el que se aprieta el cinturón, el que se ha acabado con los grupos sociales subsidiados, empezando por partidos, sindicatos y ONGs… NINGUNO, ABSLUTAMENTE NINGUNO, ALUDE A ESTA TEMÁTICA, acaso porque sus afiliados y ellos mismos serían los primeros perjudicados. Y puestos a que salga alguien perdiendo, que sea la Nación y su futuro, antes que el partido y su clientela. El número de violaciones y de delitos graves no deja de crecer y el electorado es muy sensible a este problema que no se puede enmascarar. En España, por ejemplo, ya está muy claro que, cuando no se explicita en una noticia nombre o rasgos del delincuente, es que se trata de un halógeno. Querer ocultarlo, genera el efecto contrario.

Diferente sería si los partidos del stablishment pudieran solucionar algún problema: pero la maraña en la que nos encontramos en Europa Occidental (y, en grandísima medida, a causa, como veremos, de la UE) hace que no podamos hacernos ilusiones: la situación irá empeorando para el ciudadano medio y este culpará, -con mucha razón- a los que han detentado el poder en las últimas décadas. Y nada, ni siquiera un milagro podría hacer remontar a los partidos del stablishment.

Por eso el sistema está entrando en el período de “sálvese quien pueda”. En España, parece evidente que el gobierno de izquierdas está mucho menos interesado en gobernar que en mantenerse en el poder lo justo para poder lucrarse lo más posible en menos tiempo, multiplicando sus cobros de comisiones y sus casos de corrupción, antes que encontrar soluciones a los problemas. Ejemplo: Oscar Puente sabe que su carrera política ha tocado techo y que, en el futuro, será un parado más por el que nadie dará un euro. ¡Para qué se va a cuidar de las infraestructuras de comunicaciones cuando él mismo acaba de decir que durante “algo más de dos años” los retrasos y las averías van a sucederse! ¡Para qué Sánchez va a hacer otra cosa que tratar de mantenerse en el poder el máximo posible, concediendo todo lo que le pidan personajes nefastos, fracasados y mindundis a cambio de permitirle unos años mas de uso del “Falcon” y de amasar fondos para su “exilio Craxi”, no en Túnez sino en Marruecos… ¿Para que la Montero se va a preocupar de algo más que mentir con descaro y, si antes o después, ella misma va a tener que responder a las corruptelas permitidas en su departamento y tiene perdidas por goleada las elecciones andaluzas? Es muy probable, además, que la clase política del sanchismo (incluido Zapatero) ya haya elegido la República Dominicana como “santuario” tras la pérdida del poder, a la vista de que ni uno ni cien escoltas les van a salvar de la ira popular que ya hoy está presente en cada aparición pública de estos personajillos…


Lo paradójico de la situación en España y Portugal es que el fenómeno migratorio se inició cuando ya estaba claro que ni necesitábamos ese tipo de inmigración, sino que, además, era una fuente inagotable de problemas. No había justificación posible para sus promotores.