Introducción
La crisis y, sobre todo, el proceso de desmoralización nacional actual
se inició con las elecciones de 2023, en las que el “grupo de los perdedores”,
encabezado por el PSOE, logró una mayoría absoluta sumando impotencias
(perdieron votos en relación a las anteriores elecciones, el PSOE,
Sumar-Podemos, Junts, ERC, solo Bildu logro mejorar sus votos a costa del PNV).
Desde el principio se prometía una legislatura inestable y catastrófica, pero
las previsiones fueron superadas con creces por la mala gestión del gobierno en
todas las áreas, unido a los casos de corrupción, al aumento asindótico de la
deuda y a una presión cada vez más insoportable para el ciudadano medio, incluso
la “robotización” masificada de las multas de tráfico, el descontrol creciente
de la inmigración, de la criminalidad, el narcotráfico, el deterioro de la vida
social, las tensiones autonómicas, las cesiones a los chantajes para mantener
en pie al gobierno, los cambios en política exterior. En 2023, todos imaginábamos
que la legislatura sería un desastre, pero nunca pudimos suponer que nuestras
peores previsiones quedarían superadas. Hoy España se haya convertido en cabeza
europea de la delincuencia y en cola en la eficacia de la enseñanza y en la
inversión pública, en el consumo de drogas y en la ineficiencia del ministerio
del interior, en capital mundial de la okupación, siendo el país en el que el
precio de la vivienda y el nivel de ingresos está más distanciado.
La buena noticia es que todo esto son elementos suficientes como para
pensar que entre seis meses y año y medio se producirá, de forma inevitable
(salvo sorpresa final y con el sanchismo el poder no hay que excluir la peor y
más traumática de las hipótesis) un cambio de ciclo político.
¿Cómo se iniciará el final de la última parte del pedrosanchismo?
Es presumible que los dos partidos que más se están viendo
afectados por su “amistad” con el pedrosanchismo, Junts y Sumar, sean los que
rompan la mayoría.
- Junts porque, literalmente, se lo está comiendo Alianza Catalana, la extrema-derecha independentista y antiinmigración. Más tarde Junts en romper y obligar a convocar elecciones, más votos perderá
- Sumar porque el mantenimiento de sus ministros, si bien les genera a ellos emolumentos extraordinarios, la pérdida de votos que auguran las encuestas independientes, crea la incertidumbre de quién estará en peores condiciones, si Podemos o la coalición representada por Yolanda Díaz (en cuyo interior figura Izquierda Unida y, dentro de ésta languidecen los restos del PCE). Porque, en el fondo, las dos formaciones de extrema-izquierda, ya solo aspiran (y rezan) cada una a quedar por delante de la otra formación.
Por lo demás, si Sánchez, decide llegar hasta el final de la
legislatura, es probable que, tanto él como sus aliados, pierdan más de lo que
pueden perder de celebrarse las elecciones antes de fin de año. Algunos
partidos temen que si se convocan las elecciones generales “después” de las
municipales (las generales debería convocarse como máximo para el 23 de julio
de 2027, mientras que las municipales y autonómicas, serían como máximo el 25
de mayo de 2027), el desastre puede ser mayúsculo, con riesgo de que el PSOE
pierda las pocas regiones en donde todavía gobierna (Asturias, Castilla La
Mancha, Navarra, en Cataluña las elecciones regionales serían más tarde),
disminuya el número de concejales y de alcaldías en sus manos y quede reducido
a un esqueleto burocrático, sin apenas “militancia” y con una repercusión en el
resultado final de unas elecciones generales, a pocas semanas de distancia, que
aumentará el descalabro de la izquierda.
No creemos que el pedrosanchismo logre llegar hasta julio del
2027, le fallarán los aliados. Y los eslabones más débiles son Sumar dentro del
gobierno y Junts fuera. En ambos partidos, en
las bases de Sumar y entre la cúpula de Junts, crece la opinión de que romper este
ciclo infernal, les puede suponer quedar por delante de sus “hermanos separados”
(Podemos para Sumar y ERC para Junts). Y para ambos, esto es lo único que
importa.
En Junts, incluso, la propia figura de Puigdemont (que nunca ha
destacado por sus cualidades políticas, por cierto) se está cuestionando en
sectores cada vez más amplios. Es significativo
que, tanto en Junts como en ERC, se esté produciendo una fuga de los cargos que
podían defenderse mejor en la empresa privada o en la enseñanza superior, y una
paralela rebelión de las bases por haber sido las direcciones lo suficientemente
estúpidas para creer en las promesas de Cerdán primero, de Zapatero después,
que no han ejercido más que transmisores de las mentiras de Sánchez.
Es curioso, pero dentro de la izquierda, el llamado “plan
Rufián” (presentar una candidatura unida de toda la izquierda), sería la única
alternativa de todo este sector político para mantenerse a flote en el próximo
ciclo. Pero su propio partido ha desautorizado a Rufián y, por otra parte,
tanto Podemos como Sumar creen poder beneficiarse finalmente del descalabro del
PSOE.
Vista a la derecha (I): la “operación Espinosa”.
Iván Espinosa de los Monteros, hijo del IV marqués de Valtierra,
promotor inmobiliario, consultor y político liberal, antiguo portavoz de Vox en
el parlamento estatal, casado con la arquitecta hispano-cubana, Rocío
Monasterio, ex portavoz de Vox en el parlamento regional de Madrid, ambos
figuraron entre los fundadores de Vox. Él fue secretario general del partido
y luego vicesecretario de relaciones internacionales. No fue el mejor período
en la historia de Vox: de haber persistido en esa dirección, no habría pasado
de ser una especie de PADE formación escindida del PP formada por los que
habían quedado fuera del reparto de cargos en el primer gobierno Aznar y cuyo
único interés era volver al partido.
En ese período, los objetivos de Vox se limitaban a combatir al
terrorismo, al no al aborto y temas antiautonómicos. En las elecciones de
2014, el partido quedó solo un poco por delante de la extrema-derecha clásica: entre
el 0’30% y el 3,5%.
Espinosa estaba en la cúpula del partido. No era un tipo simpático para la militancia, ni particularmente
combativo, ni siquiera con una idea propia de lo que debía ser el partido. Como
máximo aspiraba a que fuera una especie de PADE más eficiente. Poco más. A pesar
de ser elegido para ocupar la segunda plaza en la lista electoral para las
elecciones europeas de 2014, no salió elegido y en las elecciones al Senado de
2015 y 2016, obtuvo, respectivamente 27.222 y 20.373 votos, alejadísimo de los más
de 700.000 votos obtenidos por el último candidato elegido.
Y entonces se produjo el problema: Abascal fue lo
suficientemente inteligente como para acceder a las presiones de lo que
Espinosa llamaba despectivamente “los falangistas” (Buxadé y Ortega Smith) que
habían logrado introducir el tema antiinmigracionista en el programa del
partido. Fue a partir de ese momento y no antes, cuando Vox se disparó en las
encuestas y, desde entonces no ha dejado de crecer.
El 8 de agosto de 2023, presentó su renuncia al cargo de diputado “por
razones personales”. Lo más probable es que sintiera cierto vértigo al
observar que lo que traía votos al partido era justo lo contrario de lo que él
proponía: euroescepticismo y remigración. A la vista de las pocas
explicaciones, resulta lícito pensar que tuvo miedo de que sus “amigos
liberales” le reprocharan el “euroescepticismo” y que los medios pudieran
tacharle de “racista”. Eso mismo ya había hecho que el PADE, diez años antes
quedara embarrancado en la nada más absoluta.
Y Espinosa se dedicó de nuevo a los negocios. Su verdadera
vocación.
Cuando ya nos habíamos olvidado de él, percibió el aroma de “fin
de ciclo socialista” y de próximos cambios y decidió que no era un mal momento
como para presentar un “think tank”, la Fundación Atenea. Es muy fácil interpretar porqué se empeñó en reunir una tarde a
antiguos militantes de Ciudadanos, a diputados de la derecha pepera y a algún
personaje de Vox.
¿Cuáles son esas razones?
1) Espinosa es un individuo de derecha liberal al que le produce náuseas la propuesta reiterada de Feijóo de que su “primera opción de pactos”, es el PSOE, matizada luego con el añadido de “un PSOE liberado del sanchismo”. La alergia de Espinosa al sanchismo no procede de la ineptitud del gobierno actual en todos los terrenos, sino, más bien, del intervencionismo en economía del que hace gala en favor de sus amiguetes. Esa especie de “gran coalición” a la alemana, generaría un extraordinario desasosiego entre los electores de ambos partidos y, por lo demás, haría imposible el cumplimiento de un programa de “derecha liberal”. Uno de los peores efectos en el lanzamiento de "Atenea" fue la presencia de Víctor de Aldama, el gran corrupto del sanchismo. El que ahora apunte contra sus antiguos amigos, no implica que su apoyo sea bien recibido en la derecha. No hay corruptos amigos de derechas y corruptos enemigos de izquierdas: hay corruptos, sin más.
2) Ante el próximo cambio de ciclo político, Espinosa aspira a postular una “unidad de toda la derecha”. No es la primera vez en democracia que esta consigna se ha lanzado, siempre desde posiciones liberales. Incluso en plena transición, Cruz Martínez Esteruelas ya propuso un “frente nacional desde UCD hasta Fuerza Nueva” en las elecciones de 1979 e incluso mantuvo hasta pocas horas antes de cerrarse la admisión de listas, la ficción ante Blas Piñar. En este caso, Martínez Esteruelas, actuaba por iniciativa de Fraga, para neutralizar a Fuerza Nueva. En el caso de Espinosa, en nuestra opinión su actitud obedece a un simple cálculo personal: amigos en el poder = promesa de buenos negocios.
Alguien se preguntará si Vox es tan sectario como para rechazar
que uno de sus “nombres más prestigiosos”, no ocupe un papel relevante en su
organización a causa de “querellas intestinas”.
Los "líos judiciales" de Espinosa
Pero todo esto se entiende mejor si se recuerdan los “líos
judiciales” de Espinosa que le inhabilitan para ocupar cargo de responsabilidad
alguno en un partido que contempla la lucha contra la corrupción como uno de
sus principales objetivos: porque, la constitución del 78 ha permitido que
la corrupción floreciera en toda España y no solo abarcara a la izquierda, sino
también a la “derecha liberal”.
En la página de Wikipedia dedicada a Espinosa, el último parágrafo
alude a “Procedimiento judiciales” y cita una condena en firme en 2019, ratificada por la Audiencia Provincial de Madrid a pagar 57.038 €
a una constructora por obras en su domicilio. La sentencia fue ratificada en
diciembre de 2021 y condenado a pagar 61.183 € más intereses y asumir las
costas. Como tres meses después seguía sin abonar la cantidad se le embargó el
sueldo como diputado… El sueldo en bruto de un diputado suponía 8.017,37 euros
al mes. La dimisión se produce 16 meses después de la orden de embargo, lo que,
más o menos correspondería a la cantidad de la condena a pagar más las costas.
Es posible que, una vez embargada la cantidad, alegase la “presión de los
falangistas” para abandonar el partido.
Finalmente, se referencia también en abril de 2023, una
denuncia de Hacienda (que incluía a su esposa, Rocío Monasterio) por “facturas
falsas por un valor de 169.000 euros e inventaron que dos sociedades suyas
vendieron un edificio por valor de 625.000 euros”…
Abascal reaccionó con cierta displicencia a la reunión de la Fundación Atenea, auspiciada por Espinosa.
Por nuestra parte, no creemos que la operación “reinserción”
del promotor vaya muy lejos. Tenía cierta lógica, dada la actitud ambigua
de Feijóo y el descontento interior de la derecha “pepera”. Recuperar a
antiguos miembros de Ciudadanos y encaramarse como “profeta” de la “unidad de
la derecha”, obligando a Feijóo a un giro decidido es sobre lo que Espinosa
quería cimentar su “operación retorno”.
Nada importante, en definitiva. Aunque fuera necesaria una “unión
de las derechas”, el futuro marqués de Valtierra no es la persona más adecuada
para promover la operación.
