Si el actual ciclo político se inició con el estallido de la
Segunda Guerra Mundial y con su desenlace (en el que la parte anglosajona, el
partido de la guerra de Roosevelt y Churchill, ejerció como detonante para llevar
a Alemania a un conflicto que no quería u en donde el gran capital anglosajón
quiso superar de una vez por todas los efectos negativos de la gran inflación
de 1929 que todavía no habían desaparecido de sus economías), el nuevo ciclo
corre el riesgo de iniciarse con otro conflicto suicida.
Desde hace tiempo, la Unión Europea ha adoptado una posición
beligerante e irracional en relación a Rusia, en un desesperado e inútil
intento de querer jugar un papel en la escena internacional. La “élite europea”, a la vista del próximo cambio de ciclo político
inevitable anunciado en las encuestas, pretende, desde hace unos meses en
convencer a la población de que “Rusia quiere la guerra ofensiva contra Europa”.
Pues bien, se trata de una falsedad: Rusia es un territorio interminable,
extenso y rico en materias primas, ¿para qué iba a querer una “guerra de conquista”
contra un continente que se está degradando de manera progresiva y acelerada?
El plan de la UE es más que claro; he aquí el absurdo que nos
cuentan: enviar “tropas de paz” a Ucrania para asegurar fronteras. ¿“Tropas
de paz”? Si precisamente, el conflicto ucraniano se inició por el anunció de
que Ucrania había pedido el ingreso en la OTAN, esto es: por culpa de la
OTAN, una organización que debería haberse disuelto con el fin de la guerra
fría.
El plan belicista de la UE (especialmente de Francia y Alemania)
es pedir el auxilio de Trump cuando estas tropas estén destacadas en Ucrania y
reciban -como es seguro que recibirán- algún obús o algún ataque ruso, invocando el Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte que dio
origen a la OTAN…
Los criminales y asesinos, los psicópatas que hoy controlan los
gobiernos de las dos locomotoras europeas, partidos que ni siquiera tienen
mayoría social y respaldo de sus electorados a pesar de lo próximas que están
las últimas elecciones, quieren utilizar su “última bala” para evitar pasar al
basurero de la historia, desplazados por los partidos “populistas y euroescépticos”.
Quieren que una guerra suicida haga olvidar los últimos cuarenta años de
desidia y errores acumulados.
Y son los únicos gobiernos en el mundo que siguen defendiendo la
globalización y el sistema mundial fracasado y absurdo surgido tras el final de
la Guerra Fría. Quieren hacerse perdonar sus errores de bulto, sus corruptelas,
su cleptomanía y sobre todo el haber permitido que Europa se convirtiera en un posible
teatro de guerra étnica.
No lo conseguirán. EEUU, incluso, se ha tomado estas medidas
con escepticismo e ironía mal disimulada. Saben que Europa Occidental está al
borde del desmoronamiento étnico, social y económico. EEUU se ha ofrecido a
vender armas a los gobiernos europeos, ¡para que las regalen a Ucrania!: a
fin de cuentas, EEUU -como cualquier militar- sabe que la guerra de Ucrania está
perdida para Zelensky y que éste no aguantará mucho tiempo el descontento
interior, la presión rusa en los frentes y puede ser víctima en cualquier
momento de una revuelta palaciega, así que ¿para qué preocuparse por lo que
pueda hacer Europa? mientras pague las armas en dinero contante y sonante. A
gobiernos estúpidos hay que tratarlos con desdén: y eso es lo que está haciendo
Trump con los gobiernos francés, alemán e inglés: ni siquiera son considerados
como “vasallos del imperio”, sino más bien como aliados amortizados que ya no
pueden hacer nada más que endeudarse un poco más para comprar material militar
al “imperio”… son los tres países que más posibilidades tienen de tener, a la
vuelta de una legislatura, dos como máximo, gobiernos populistas y
euroescépticos.
Otro de los síntomas de los “tiempos que están cambiando” es esa
prisa, esa irracionalidad y los errores de comunicación del gobierno francés,
del alemán y de Ursula von der Leyen para forzar el clima artificial que lleve
a la guerra… Esa posibilidad que ya suscitó
ironías sin fin cuando la UE quiso convencernos de que nos proveyéramos de “kits
de supervivencia”. Si ahora, las ironías han sido mucho menores es porque nadie
con dos dedos de frente cree que se pueden enviar tropas a un país en guerra,
en un momento en el que el siempre pragmático Putin ha declarado que no
aceptará altos el fuego provisionales que puedan servir para que Zelensky
reciba armas y refuerzos, sino una paz definitiva. Paz que, desde luego, la
presencia de soldados europeos, solo serviría para retrasar.
Europa no está preparada para la guerra: ¿Quién va a salir en
defensa del stablishment? ¿Quién va a arriesgar su vida para que Micron, von
der Leyen o Merz aseguren su futuro? En su absoluta desconexión de la
realidad social, estos mequetrefes endiosados por las urnas, creen que la
sociedad europea está preparada para un conflicto o que puede estarlo con una
pequeña campaña de condicionamiento psicológico: han olvidado en lo que ellos
mismos han convertido a Europa.
Hoy cada país europeo occidental sufre una mayor o menor pérdida
de identidad, una sociedad multicultural es una sociedad sin puntos de
referencia comunes, es una sociedad inorgánica en la que nada une a los
distintos grupos que la componen, salvo el odio, la desconfianza y el
resentimiento hacia “el otro”. Económicamente, la UE ni siquiera está en
condiciones de mantener un esfuerzo bélico que implicaría más subidas de
impuestos, más críticas y más errores.
Los sociópatas que nos gobiernan, olvidan, por ejemplo, que desde
que se inició la guerra de Ucrania, SIETE MILLONES DE UCRANIANOS han abandonado
su país, incluso de zonas alejadas de los frentes. Ni siquiera los ucranianos
quieren luchar ni por Zelensky, ni por la OTAN, ni por la UE… Un país de 44
millones ha visto como DESERTABA una séptima parte ¿Cuántos europeos estarían
dispuestos a morir por esas mismas causas? Peor aún:
¿cuántos de los que creen que “Rusia es culpable” estarían dispuestos a vestir
uniforme y salir para el frente? No creo equivocarme si digo que pueden
contarse “con los dedos de la oreja”.
Dejando aparte, la posibilidad de que los grupos étnicos menos
integrados en las sociedades occidentales, se negarían en redondo a ir a la
guerra, mostrarían toda su resistencia y ferocidad y es posible, incluso, que
aceleraran el camino hacia la guerra civil. Una “retaguardia insegura” es la
mejor garantía de descalabro total.
Pero lo van a intentar, aunque solo sea para salvarse. El
asustadizo Starmer ¿va a dejar al Reform UK de Farage que se haga con la
mayoría del parlamento británico? ¿El “Maricron” francés va a permitir que un
candidato euroescéptico asuma la misión de reconstruir lo que él mismo y sus
precedentes han destruido? ¿Podrá Merz revivir el “militarismo germánico” para
un nuevo conflicto con Rusia? Muy difícilmente: por mucho que lo crea Merz, la
Alemania de 2025 no es un país dispuesto al sacrificio por una causa y menos
aún si es la de un bandido como Zelensky.
¿Creéis que países que ni siquiera son capaces de garantizar la
integridad de sus fronteras, gobiernos que carecen de autoritas y de potestas,
van a ser seguidos entusiásticamente por la población, que se van a olvidar las
tendencias cleptocráticas, la ineficiencia congénita de los distintos gobiernos
conservadores y progresistas y para colmo, como fin de fiesta, se va a aclamar
una guerra contra Rusia? Solo con estas pretensiones, los gobiernos europeos
certifican su desconexión con la realidad.
Para colmo, la estupidez del eje franco-anglo-alemán, Macron-Merz-Starmer,
es tratar de seguir apoyando la globalización y el comercio con China y llamar
a la guerra contra el que todavía sigue siendo el primer aliado de este país:
Rusia. Hasta ahora, el fracaso más sonado de la
presidencia de Trump ha sido no convencer a Rusia de realizar un cambio de
alianzas. Rusia, con buen criterio, no puede exponerse a que, en cuatro años, el
ultraprogresista Gavin Newson gane las elecciones norteamericanas y vuelva a
cambiar de política exterior. La UE, en cambio, quiere “estar en misa y
repicando”: ser la única área mundial que cree aún en un “mundo globalizado”
(esto es, alineado con China), y tratar de ser al mismo tiempo enemigo del
mayor amigo de China: Rusia. Estamos
ante la enésima confirmación de que el “arte de la diplomacia” es algo que
ignoran los Macron-Merz-Starmer y sus camarillas.
