lunes, 2 de diciembre de 2024

TODAVÍA QUEDAN HORRORES EN LA CAJA DE PANDORO SÁNCHEZ

¿Qué cómo está la situación política? Resumimos, no sin cierto hastío: un gobierno degenerado y corrupto que quiere seguir en el poder, porque su destino es el poder o la mazmorra fría, una oposición descafeinada, una extrema-izquierda inconsecuente que no suscita entusiasmos entre sus menguadas tropas cada vez más atomizadas, unos indepes con fuerza suficiente para condicionar al sanchismo, pero sin fuerza social suficiente para aproximarse siquiera un poco a la independencia, en una España cada vez más africanizada, brutalizada y precarizada, con un electorado apático, abúlico e indolente. Y, finalmente, con un Vox que crece, pero no con la velocidad suficiente como para pensar que a la vuelta de la esquina las cosas puedan cambiar… Y todo este marco desesperanzador dentro de una crisis económica que afecta a toda la UE, con la “tempestad Trump” al otro lado del Atlántico (que repercutirá a este lado y especialmente en la OTAN y, si llega vivo a la transmisión de poderes el 20 de enero de 2025, el miedo a que la administración Biden haga todo lo posible por el estallido de una guerra en Europa con Rusia quedará eliminado) y con el enemigo del Sur (Marruecos) aumentando la presión contra España (los que habéis viajado a Marruecos últimamente sabéis que las calles están limpias, no hay delincuencia… la delincuencia marroquí ejerce en España, y hay que considerarla como una forma de “guerra de baja cota”, ahora contra el turismo, que se une al tráfico de drogas, a la inmigración masiva, al envío de alimentos fétidos, y a la presión política y demográfica sobre Ceuta y Melilla).

ESA SENSACIÓN DE HASTÍO QUE NOS INVADE…

Hablar sobre política española, día tras día, es hablar de estos elementos y de ningún otro. Aburre. Ya no nos sorprende saber que los pedrosanchistas no son tan corruptos como imaginábamos, sino mucho más corruptos de lo que podíamos imaginar. Cada mañana podemos intuir lo que cada político va a decir o sobre lo que rajará cualquier tertuliano. No importa su tendencia, hemos entrado en un bucle: los pedrosanchistas defenderán a su líder máximo y gran timonel hasta la muerte arrastrando una parroquia cada vez más menguada y trémula pero reforzada por todos los partidos de izquierdas e indepes que perdieron votos en 2023 demostrando que el “gobierno de los perdedores” puede imponer su “relato” al partido que venció-pero-no-convenció (el PP) y no estuvo en condiciones de formar una mayoría de gobierno. Que en democracia gobiernen los perdedores indica la “salud” y la “temperatura” (próxima al frío de la muerte) del régimen político español. Y, además, que lo hagan con desvergüenza, con modales de salteadores de caminos, chulería, prepotencia e incurriendo en los delitos más odiosos del código penal, indica, es esto de nuestra sociedad y de la clase política.

Estamos hartos de levantarnos cada mañana, alarmándonos por el estado mental de los gobernantes su confesión de inmoralidad manifiesta, su incapacidad para gestionar la res publica y las repercusiones que va a tener sus errores en el futuro. Estamos convencidos de que, a poco que nos descuidemos, si el gobierno Sánchez llega al final de la legislatura, estaremos o habremos superado los DOS BILLONES de deuda. IMPAGABLE, para la nuestra y para las generaciones futuras. En el momento que escribimos la desaprensiva que dirige la Hacienda pública ya ha anunciado un incremento del IRPF hasta el 50% y todos sabemos que solamente afectará a miembros de la clase media, en absoluto a las grandes fortunas. 

Claro está que hoy el PSOE, difícilmente puede ser considerado un partido, ni siquiera es una sigla maldita en la política española, prácticamente desde su fundación. Es una simple “banda de apandadores”, los émulos desvergonzados del “caco Bonifacio”, apoyados únicamente por legiones de okupas, transex, inmigrantes naturalizados, miembros de ONGs ultrasubvencionadas y creyentes en el “cambio climático” y devotos de la Agenda 2030. 

Es la primera vez en la historia mundial, desde Platón, que todo el entorno presidencial está vinculado de una u otra forma a casos -¿presuntos?- de corrupción o a sospechas de desviación de fondos: medio gobierno, la esposa, el hermanísimo, el padre, incluso una inquilina de Sánchez, tienen expedientes abiertos por financiación ilegal, coimas, dejando aparte, lo que puede llegar a los distintos juzgados en los próximos meses, por delitos cometidos cuando toda España estaba encerrada durante la pandemia. Esto no ha acabado con el “cante” de Aldama. Esto no ha hecho nada más que empezar y lo que va a seguir deja casi como un juego de niños los 800 millones desaparecidos en el caso EREs de Andalucía, ya completamente amnistiado… Basta que se coloque a un alto cargo en el gobierno para que a este le falte tiempo para meter la pata y pringarse en algún acto ilegal. García Ortiz, el fiscal general que debía salvaguardar la integridad de los altos cargos del gobierno pringados en casos de corrupción, está tan “limpio” como aquel amigo que lleva un mes de voluntario en Valencia desescombrando y bregando con el barro… En cuanto a Sara Aagesen, sustituta de Teresa Ribera, el mismo día en que era nombrada ministra, se hacían públicos los subsidios recibidos por su marido para un startup (ver noticia) de la que tras entrar en el gabinete ha borrado toda relación en su curriculum.

¡NO OLVIDAR JAMÁS LO OCURRIDO EN VALENCIA!

Valencia. Es un mal nacido toda aquel que no sienta como propia la tragedia valenciana. Una tragedia que PODÍA y DEBÍA haberse evitado a condición de que existiera un GOBIERNO digno de tal nombre. Gobernar quiere decir “tomar decisiones”. Decisiones positivas para la comunidad. Tomar la decisión de no limpiar los ríos es, como sabe cualquier hombre de campo, la garantía de que en caso de riada todo quedará arrastrado, que se colapsarán los arcos de los puentes, que se arrojarán miles de toneladas de caña a las playas (y España vive del turismo, esto es, de “sol, chusma y playa”). Decisiones como destruir presas es seguramente la mayor salvajada que se ha podido hacer sin tener en cuenta lo que ocurriría después. Pero no adoptar medidas, desde los años 70 y congelar cualquier prolongación del Plan Sur (abordado y ejecutado por el franquismo en un momento en el que en España todavía no se había llegado al desarrollismo de la década siguiente) era condenar a muerte a los valencianos que desde hace 45 años construían sus casas en zonas bajas, cerca de barrancos. La “gota fría” se ha ido repitiendo cada 50-60 años en aquella zona. Solo un idiota, o un cínico, o un mentiroso compulsivo, ha podido decir que la “gota fría” de toda la vida (por mucho que hoy se le llame “DANA”) es un producto del “cambio climático”. En medio siglo, no se ha hecho NADA para prevenir tragedias como esta. Esa es la puta y jodida realidad. Y lo de menos es a quién correspondería hacer una obra de tal envergadura que se sale de los límites de una comunidad autónoma y que, en buena lógica, correspondería a un esfuerzo del Estado, toda vez que el problema no es solo valenciano, sino también castellano-manchego.

Lo que más ha llamado la atención es que ni siquiera estuviéramos seguros del número de víctimas. Ni del número de desaparecidos. Y estamos en la época de Internet y de las redes sociales. Nos hemos enterado antes de los coches destrozados que de nuestros muertos. Las cifras de muertos, subían un día y bajaban al siguiente. Al final, se han quedado en algo más que 222. En 1957, con un río mucho más suelto que ahora, los muertos fueron 81 y la cifra se supo prácticamente al día siguiente. Pues bien, esos 81 muertos fueron suficientes para que se movilizara el ejército (no una “unidad de emergencias”, sino todo el ejército disponible), para que se movilizara la Guardia de Franco (la milicia del movimiento), el Frente de Juventudes, la Sección Femenina, el Sindicato Español Universitario. Y cuando ocurrió la riada de 1962 en el Vallés Occidental, volvió a producirse esa misma movilización unánime. Sin que nadie lo pidiera: LO EXIGÍA LA SITUACIÓN.

FRACASO DEL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS

En esta ocasión, desde el primer momento, se trataba, tanto para la generalitat valenciana, como para el gobierno central, de salvar la cara. ¿Cómo? Echándose mutuamente la culpa. Seamos claros: en el “Estado de las Autonomías”, cantado a dúo por Sánchez y Feijóo, no existe un CENTRO DE IMPUTACIÓN: alguien a quien se le pueda señalar para responsabilizar del desastre. En 1957, como mínimo, existía un Estado consciente de que, ya que no había podido evitar la catástrofe, a partir de ese momento, no se reprodujera. El resultado fue el “Plan Sur”. Gracias a ello, gracias a la tecnocracia franquista, hay que recordarlo, la tragedia no ha sido mayor. Acabado el franquismo, los distintos gobiernos democráticos y las administraciones autonómica, simplemente, no hicieron los deberes. En los primeros momentos, lo que ambos tenían claro era que la cifra de muertos no debía de superar la de 1957. Eso les hubiera salvado la cara. Y, precisamente por eso, se realizó el infame baile de víctimas que ha dado lugar a suspicacias, sospechas y a que planee la duda de si han sido más, muchos más, los muertos y los desaparecidos. Se irá sabiendo. 

Pero resulta vergonzoso, que en el momento de escribir estas líneas, la clase política (PP y PSOE) sigan echándose los trastos a la cabeza y arrojándose culpas unos a otros, cuando, cualquiera que tiene dos dedos de frente reconoce que ambos son, como mínimo, RESPONSABLES SOLIDARIOS, pero que si alguien hubiera tenido que reaccionar en primer lugar era el Estado, a la vista de que además de la Comunidad Valenciana, la inundación ha afectado a municipios de Castilla-La Mancha, Andalucía y la parte sur de la provincia de Tarragona y, por supuesto, dada la envergadura de la tragedia.

Por tanto, VERGÜENZA, NÁUSEA Y REPUGNANCIA por la clase política y por los tertulianos que han jugado al mismo juego. 

FRACASO DE LAS ONGs ULTRASUBVENCIONADAS

Y, junto a esto, recordar las instituciones que han “pinchado”: fundamentalmente Cruz Roja cuyo papel histórico no es otro que el de dar mantas, juegos de ropa de marca, móviles nuevos y poco más a los inmigrantes ilegales que van llegando. Pero Cruz Roja -¿de verdad alguien va a donar un céntimo a Cruz Roja de ahora en adelante?- no es la única ONG que ha defraudado: en realidad, el drama valenciano ha demostrado lo que son las ONGs, sin excepción: CHIRINGUITOS SUBVENCIONADOS CON DINERO PÚBLICO, sin “voluntarios”, sin apoyos sociales, pero con “funcionarios” bien alimentados que se comen la parte del león de las subvenciones. Luego a ellos les corresponde realizar los enmascaramientos contables para demostrar que no hay “ánimo de lucro” y, sobre todo, enmascarar el “retorno” de las comisiones correspondientes a los que las han firmado. No es nuevo y se ha hecho desde el inicio de la democracia en España: ¿por qué creéis que las ONGs no tienen absolutamente ningún control por parte de Hacienda, ni nadie realiza un seguimiento de sus actividades? Y en Valencia TODAS LAS ONGs, literalmente, se han lucido. Ninguna ha estado presente achicando barro o ayudando a la población. Ninguna se ha ganado la subvención, en otras palabras.

Quienes si se lo han ganado han sido los VOLUNTARIOS. Jóvenes miembros de organizaciones políticas (básicamente los jóvenes de Vox, los del Frente Obrero y los de los círculos de extrema-derecha), son los que han estado sobre el terreno, frecuentemente en tareas ingratas y desde los primeros momentos. Que no se olvide.

 

LOS DOS ELEMENTOS QUE NO PODEMOS OLVIDAR MIENTRAS VIVAMOS

No es cuestión de seguir echando bilis, sino de llegar a conclusiones. Resumimos; tenemos:

- por un lado, la ESCANDALOSA y GENERALIZADA corrupción en el pedrosanchismo 

- por otro, el DRAMA VALENCIANO con su número inconcreto de muertos y desaparecidos.

Lo primero no es nuevo: todos los gobiernos democráticos, en mayor o menor medida, han protagonizado casos de corrupción. Solo que, en el caso del pedrosanchismo, ésta es, visiblemente, mucho mayor que en casos anteriores y apunta descara y desvergonzadamente, a La Moncloa. Es, por tanto, la culminación de una escalada que ha “redireccionado” a la clase política: cada vez le interesa menos la gestión pública y cada vez está más volcada a muñir el Estado en beneficio propio durante el tiempo que esté en el gobierno. El mañana les trae, simplemente, al fresco.

Lo segundo confirma lo que llevamos años diciendo algunos: el fracaso del Estado de las Autonomías, el fracaso de los dos grandes partidos políticos y del sistema nacido en 1979, incapaz de ofrecer seguridad a sus ciudadanos y desinteresado al mismo tiempo por la construcción de infraestructuras de gran calado. Hoy lo que se tiende a construir son, más bien, estructuras burocrático-administrativas, cada vez más caras, pesadas y paquidérmicas, pensadas solamente para dar puestos de trabajo de bajo rendimiento y alta remuneración a los “amigos del poder”. 

¿HAY ALGUNA SOLUCIÓN A LA “CRISIS ESPAÑOLA?

Las soluciones o son radicales o no son soluciones. Se les llama “paños calientes”, pero lo único que hacen es retrasar la convulsiones terminales unos meses o semanas. La solución radical a la corrupción es: 

- creación de organismos judiciales especializados en la lucha contra la corrupción política dotados de presupuesto y personal suficiente para cumplir su función autónomamente.

- legislación que facilite las investigaciones, resuelva rápidamente los juicios (¿recuerdan los “sumarísimos”…? Pues eso… Lo que no tiene sentido es que hace veinte años se iniciara el proceso contra Pujol y se vaya a sustanciar en las próximas semanas, cuando resulta evidente que asistiremos antes a sus funerales que a su proceso) y establezca aumentos de penas de prisión e incautaciones de bienes de los implicados y de su entorno familiar, supeditando su puesta en libertad a la devolución de lo robado más intereses. Al corrupto no puede aplicársele las mismas penas que al que estafa a otra persona: el corrupto roba a toda una Comunidad Nacional, a toda la sociedad y lo hace desde una posición privilegiada, por tanto el castigo debe ser extremo, lo suficientemente duro como para cortar cualquier tentación futura de aprovecharse del dinero público)

- aplicación de la figura de “organización criminal” a aquellos partidos que reiteradamente se hayan significado en casos de corrupción, con posibilidad de disolverlos y de incautar sus bienes.

En cuanto a lo segundo, se trata de reconocer el fracaso, tanto de la constitución de 1978, como del Estado de las Autonomías y obrar en consecuencia:

- aligeración y achicamiento de la administración pública, incluidas esas autonomías ultraburocratizadas y útiles solo para alimentar a las clases políticas regionales.

- gobierno de técnicos y expertos, no de amiguetes, cuñados y lacayos indocumentados. 

- liquidación de los regímenes autonómicos y austeridad presupuestaria.

- introducción de modificaciones constitucionales en dirección a hacer efectiva la “división de poderes” y concesión a la figura del Rey, en tanto que representante de la unidad nacional y del Estado de poderes efectivos para disolver cámaras, convocar elecciones, movilizar a las fuerzas armadas y fiscalizar de manera efectiva la actuación de la clase política y del gobierno.

¿Cuál es el problema? Cada vez somos más los que pensamos en soluciones de este tipo… soluciones que, en las actuales circunstancias resultan inaplicables. Para el PP, la Constitución es mano de santo, intocable, insuperable; para el PSOE, la constitución es como un chicle: hacia donde estira da de sí y si se trata de reformarla, la única forma es en dirección a la república federal. Para los indepes, esta solución republicana y federal sería otra rodaja del salchichón que precisan cortar para llegar a la independencia. 

Mientras Vox esté entre el 10 y el 15% de votos, las cosas seguirán como hasta ahora. No hay fuerza social para realizar un cambio constitucional, ni siquiera para aplicar nuevas medidas contra la corrupción. Dicho de otra manera: esto va a seguir así durante mucho tiempo. Así que no: no hay solución a corto -ni quizás a medio- plazo.

NI “GOLPE DE TIMÓN”, NI “CIRUJANO DE HIERRO”

¿Golpe de timón? ¿cirujano de hierro? ¿Quién sería el candidato? Simplemente: no hay. La corrupción lo está infectando todo y a velocidad de vértigo: lo más sorprendente de las últimas noticias es que, organismos que hasta hace poco contaban con la confianza de la población, ya no lo tienen tanto: han aparecido casos de corrupción escandalosa en la policía, en la Guardia Civil, lameculos con galones que, aupados por el pedrosanchismo, que precisa -no lo olvidemos- lacayos serviles y miserables, que desplazan a elementos eficientes y concienciados de su misión. Siempre se ha dicho que el pescado empieza a oler por la cabeza… pero, al final, la podredumbre termina afectando a todos los órganos. En el Estado ocurre otro tanto. O se ataja la corrupción y se amputan con brutalidad y sin anestesia los organismos gangrenados, o finalmente, ningún órgano del Estado se va a ver libre de la podredumbre. 

Sospechamos que, a lo largo de 2025, vamos a ser testigos de momentos decisivos para la historia de España. Si existe justicia, vamos a estar ante el primer caso de un presidente de gobierno en ejercicio que sea procesado por delitos cometidos durante su gestión. Sánchez y la mitad de su gobierno despiden olor a presidio (esa mezcla de zotal, fritanga, sudor y suciedad, la misma mezcla que despiden los telediarios y los “tabloides digitales” al servicio del pedrosanchismo). Por supuesto, Sánchez no va a dimitir, ni los indepes que lo apoyan -y que, en Cataluña están en horas, no bajas, sino bajísimas- van a dejar de hacerlo (con él lo tienen “to’pagao”, sin él se van a quedar con lo puesto, así que…). ¿Qué pasará cuando los procesos judiciales hoy abiertos -y los que quedan por abrir- vayan avanzando? ¿Qué pasará cuando el Estado entre en quiebra y ya no pueda pagar los intereses de la deuda? (y, por mucho que Escrivá en el Banco de España, maquille datos y cifras, el gobierno, antes o después, se enfrentará a la imposibilidad de subir más impuestos y a las obligaciones de pago cada vez mayores). Y dentro de un año, los valencianos afectados por la “gota fría” ¿estarán como siguen hoy los palmeños tres años después de extinguirse el volcán, es decir, como el primer día, viviendo del aire y de promesas?

NO HAY FUTURO

“No hay futuro”. La consigna punk de ayer, la ha traslado Sánchez a todo un país. Esa es la triste y puta realidad. Además de aburrida, trágica. Y no os canséis buscando una salida: no existe, la constitución está tan mal redactada que no previó mecanismos para destituir a un gobierno cuando en el ejercicio de sus funciones, haya realizado una gestión absolutamente infame, que sitúa al país en vía muerta o, simplemente, cuando sean demasiado visibles sus problemas mentales. Ni siquiera estaba previsto que, la población sufriera una merma tan absoluta de su espíritu crítico que le indujera incluso a votar por el candidato que más rápidamente le llevaría a la ruina o algo tan elemental como que unas elecciones en las que el partido vencedor no gobierna, pero en su lugar lo hace la “coalición de los derrotados”, puede llevar a situaciones sin salida.

Así que ni os animéis ni os encabronéis cada día leyendo la nueva trapacería de la banda de salteadores que nos gobierna. No vale la pena. Convenceros de que no hay salida. Y si la hubiera no está en vuestras manos: sois un voto, el mismo que vuestro vecino el gilipoyas, el cuñado alelado o el moro que recibió ayer la nacionalidad y vota a quien le dice el electroimán de la mezquita. La mayor parte de electores son puros zombies con el cerebro narcotizado y/o lobotomizado por tik-tok o por Netflix, no esperéis que sepan distinguir una justa política económica, una justa política internacional, una justa política educativa, una justa política fiscal, de lo que no es más que una política hecha para garantizar mediante subsidios a nichos de votantes, una política inspirada en los piratas del Caribe, una política de corruptelas e inmundicias

Ni hay futuro, ni hay cirujano de hierro, ni se le espera. Y, como no vale la pena preocuparse por lo que no tiene solución, cuando se convoquen elecciones votad a Vox y esperar que, algún día, esté en condiciones de formar gobierno. Porque la esperanza es que, en los países más significativos, se están produciendo cambios de orientación del electorado. Y en España esto ocurrirá también: nuestro país se fija en las modas y estás llegan, aunque lo hagan con rtraso. Y estas hoy no soplan en dirección a los mitos de la izquierda española

LA CAJA DE PANDORO SÁNCHEZ

Una vez más debemos recordar la sabiduría de los antiguos y el mito de Caja de Pandora. El electorado en las últimas elecciones generales involuntariamente abrió esa caja y de ella salieron todos los horrores que contenía (el pedrosanchismo, sus corruptelas, sus manguis y sus churris convertidos en ministros, sus choros hechos asesores presidenciales, sus macarras preparando leyes contra la prostitución, sus ineptitudes antes las catástrofes naturales y así podríamos seguir un par de páginas…). 

Al final, en el fondo de la Caja, lo único que queda es la “Esperanza”. “Esperanza” viene de “espera”, del latín “sperare”, cuya raíz es “spes” y, éste a su vez, deriva del protoindoeuropeo *spéh₁s, “prosperar”. La “esperanza” es, por tanto, una virtud propia de nuestra familia de pueblos. La esperanza, implica, saber lo que se quiere y actuar con calma y paciencia para conseguir lo que se desea. Porque lo fundamental hoy es no perder la calma, ser consciente de la situación y no actuar sin reflexionar. El análisis filológico podría ampliarse diciendo que en sáncrito, la lengua indo-europea más próxima a lo orígenes, el término *spéh₁s dio lugar a स्फीत  (pronunciado sphīta) que literalmente indica “opulencia” y “riqueza”. Esperanza – espera – prosperidad – riqueza… tal es la escalada. 

Hoy estamos anclados en la esperanza, pero, para superarla es preciso que los “horrores” terminen de salir de la Caja de Pandora. Y, mucho nos tememos, que aún quedan muchos y multiformes horrores por conocer









viernes, 29 de noviembre de 2024

PSOE: “Aprovechad, insensatos, es vuestro último congreso” …

No es que esta haya sido el “último congreso del PSOE”, es que ha sido el “congreso-funeral del PSOE”. La política española es aburrida y, desde hace algo más de un lustro, sólo genera “palabras, palabras, palabras” y en el caso del PSOE, además, “corrupción, corrupción, corrupción”. Por eso es irrelevante la celebración del 41º del PSOE. El partido tiene 145 años. Se fundó durante la tercera guerra carlista. Quizás de ahí su interés por la memoria histórica. Tiene mucho pasado (y muy discutible) y ningún futuro. Decir que el PSOE odia al franquismo porque fue la única etapa de su historia en la que no pudieron robar es algo más que una boutade: es la triste realidad. La sigla “PSOE” es una sigla maldita en la historia de España. El primer banderín en el que piensa cualquier corrupto o aspirante a serlo. El problema -y ese es el único aliciente de este congreso- es que probablemente sea el último. 

    

¿Y DE QUÉ SE HA HABLADO EN EL CENÁCULO SEVILLANO?

Los reunidos este fin de semana en Sevilla, han hecho como la Pantoja ante los flashes: “dientes, dientes, dientes”. Sonreirán, pero la procesión va por dentro. Aclamarán a Begoña para tratar -patéticamente- de demostrar que “aquí no pasa nada” y que “todo sigue igual”.  Todos los reunidos, son perfectamente consciente de que, si están en el poder, no es por su “victoria electoral”, sin por los apoyos que han recabado vendiendo España a la no-España (al independentismo) y a la anti-España (a Marruecos). Desde hace un lustro, el PSOE solo gana en las encuestas de Tezanos. En 2023 perdieron las elecciones generales, pero desde el año anterior ya habían ido perdiendo poder municipal y poder autonómico. Ahora ya no se trata, para la camarilla pedrosanchista solo de perder el poder, sino más bien de ser mayoría en un módulo de cualquier prisión de alta seguridad. En cuanto a los “votontos” que no ven más alternativa que el PSOE, más vaya que se convenzan de que el ciclo histórico inaugurado por Pablo Iglesias (el “histórico”, no el coletas) ha concluido. De hecho, concluyó con Zapatero. Lo que queda del PSOE, más bien debería llamarse PPSZ, esto, el “Partido Pedro Sanchista Zombi”.

¿Qué ha traído de nuevo este congreso? Nada, salvo el enroque numantino. La esperanza de conceder el voto a los 16 años (eso sí, condicionado, a que un mes antes de las elecciones, el gobierno otorgue subsidios a ni-nis, paguitas similares a las recibidas por africanos, bonos de viaje gratuitos, regale móviles con Tik-tok incorporado y cualquier otro “gancho” electoral para el nicho electoral más inmaduro), la jornada de 36 horas y, oh maravilla de maravillas, eliminar la “Q+” del polinomio LGTBI, y por supuesto, la promesa de pisos para todos. ¿Estrategia? Recuperar poder municipal y autonómico. Porque, de hecho, el PSOE ha perdido en los últimos cuatro años demasiado poder municipal y autonómico y sus cotizantes se quejan de que necesitan vivir del erario público. Es decir, nada más, salvo zanahorias digeribles solo para “votontos” y parroquia. Eso ha sido todo. 

Nadie ha levantado -nadie con un mínimo de representatividad- se ha levantado como “voz crítica”. No había lugar: si se mueven no salen en la foto. Si la reverencia a todos los encausados en cada vez más procesos, no es lo suficientemente pública y notoria, la venganza pedrosanchiana será terrible. Ahí está Ana Redondo, ministrad e igualdad, uno de los personajes más sobreexcitados del gobierno que ha caído de la ejecutiva con la “Q+”.  Su puesto ha sido ocupado por Pilar Bernabé, si esa delegada del gobierno en Valencia, aupada al entender que su trabajo era “salvar a Pedro Sánchez” mucho más que superar la crisis de la “gota fría”. Nada más.

EL PATETISMO DE LOS ÚLTIMOS MOHICANOS DEL PSOE

Los procesos abiertos no apuntan hacia bribones situados en la periferia del partido, sino hacia el corazón mismo de la sigla. No ha existido en este congreso socialista ni debate ideológico, ni programático, tan solo algún codazo para entrar en el Comité Federal y poco más. Los allí reunidos, lo que queda del PSOE no ha sido más que una reunión de palmeros de la banda de Alí Baba.  Los “críticos” no han criticado y los disidentes ya han franqueado la puerta de salida (además de que eran “pesos ligeros” como Lobato). Aplausos y adhesiones inquebrantables que es lo que pide Sánchez y es lo que refleja el congreso. “Dientes, dientes, dientes”. Pero, insisto, será el último. 

No hay líderes de reemplazo entre la militancia. Cuando se habla del post-sanchismo y se piensa en Pachi López hay que sonreír. Ni Page ni Lambán tienen peso fuera de sus comunidades y veremos lo que aguantan en sus puestos. Cualquiera que haya sido ministro con Zapatero o con Sánchez estara quemado para la sucesión. 

Las Juventudes Socialistas son una entelequia y cualquier grupúsculo de extrema-derecha tiene hoy más militancia. El sindicalismo socialista -hoy lo sabe toda España- es un apéndice de la corrupción con una tendencia irreprimible a las mariscadas y que firma lo que haya que firmar cuando proceda firmarlo a cambio de unos euracos. Nada más. Y en cuanto a la “cultura socialista” se queda en unos pocos cineastas (los residuos del período de “la ceja”) capaces de aburrir hasta las piedras con películas que ni siquiera encuentran mercado en eMule o en los bitTorrent. 

LA ESPAÑA “OFICIAL”, LA ESPAÑA “REAL” Y LA ESPAÑA “INVENTADA” DEL PEDROSANCHISMO

No es que el PSOE sea el representante de la “España oficial” frente a la “España real”, es que “el relato” de Sánchez ha creado una versión de España que nada tiene que ver con la realidad: es la "España inventada", la suya, para su uso y disfrute y el de los medios que dependen de sus subsidios. 

La “España real” es hoy la del barro valenciano y de los contenedores canarios, del ecologismo que tala olivos en Andalucía “en defensa del medio ambiente” y de los trenes de alta velocidad que circulan a paso de caracol, de la inmigración ilegal “que brilla” y de los miles de teléfonos móviles robados cada día que se localizan en Marruecos, del feminismo que denuncia la violencia de género pero se niega a reconocer quién agrede a quien y de donde proceden los agresores, la España de las 400.000 viviendas prometidas e inéditas y de las 100.000 viviendas okupadas, la de los trabajadores a los que se sustrae el 40% de su sueldo en concepto de IRPF, la España de la inseguridad jurídica, de la pulverización de la natalidad y de fiar el futuro a la progenie marroquí y africana en nuestro país, la España de los jubilados con aumentos de 25 euros al mes y de la “reduflacción” (“te doy menos, pero te cobro lo mismo”) en los supermercados, la de los campos de cultivo abandonados y de las importaciones de hortalizas marroquíes (más o menos venenosas…), la Valencia de las cañas y barro miserables y no blascoibazqueñas. Ya no hay “España oficial”, digna de tal nombre, porque Sánchez la ha convertido en una alucinación virtual para uso y disfrute de su pesebre mediático. En realidad, los únicos que quieren creer en la “España oficial” son los independentistas que coleccionan -y obtienen siempre- “transferencias” para aumentar su narcisismo.

“I HAVE A DREAM…”,
LIBERACIÓN PARA ESPAÑA, PESADILLA PARA EL PEDROSANCHISMO

Hoy he tenido un sueño (que diría MLK)… He soñado que la Guardia Civil entraba en el congreso de los diputados mientras Sánchez, desde la tribuna, rociaba al hemiciclo con efluvios de su visión alucinógena de España. Aquellos hombres de verde, no entraban disparando, simplemente desenfundaban su arma y le decían: “Queda usted detenido”. Todos sabemos que eso ocurrirá en realidad. El propio Sánchez a estas alturas es consciente de que tiene dos opciones: mantenerse numantinamente en el poder a lo Maduro o dormir entre rejas. Mientras, sublima con desparpajo este fatum personal, en intervenciones vitriólicas contra un Feijóo que no es el “líder de la oposición” que precisa este país. Vox lo ha dicho y repetido: ante el pedrosanchismo solamente queda “oposición, oposición, oposición”, nada de “oposición, pacto, oposición, contemporización…”

Con el aprendiz de brujo en la cárcel, sus partidarios y los que hasta ese momento habían estado a su lado, le abandonarán a su suerte. No os quepa la menor duda: Aldama solo ha sido el primero. No hay honor entre los delincuentes, ni siquiera entre los que son rectores de universidad. Incluso, los medios subvencionados tratarán de que el que venga detrás, les siga subvencionando. Que no os extrañe que Broncano acabe en un programa infantil de TreceTV o que la Intxaurrondo aparezca en la teletienda de Atresmedia. Tras Sánchez, es casi imposible que la sigla PSOE vuelva a levantar cabeza. Ocurrió en Italia con Craxi (que huyó a Túnez para evitar la prisión) y ha vuelto a ocurrir en Argentina con Cristina Fernández de Kirchner (ahora mismo con sentencia en firme de seis años). 

En las elecciones siguientes, los restos en putrefacción del PSOE se presentarán a las elecciones junto a otros restos del naufragio de extrema-izquierda en una coalición heteróclita que agrupe a todo lo que quede a la izquierda. La “Unión de la Izquierda” suscitará sonrisas y “memoria histórica” en la oposición: “éste estuvo con Sánchez de segundón”, “aquel era un machaca de un peso pluma del zapaterismo”, “este que estuvo 20 años pagando la cuota del PSOE, era honesto, era más bien tontorrón y ni siquiera se dio cuenta de que estaba en una cueva de ladrones”, “mira una novia de Pablo Iglesias o una lo suficientemente cegata para hacérselo con Errejón”... Y todo así. 

Aprovechad las imágenes del 41º Congreso del PSOE. Creedme, serán las últimas que celebre la sigla.








lunes, 11 de noviembre de 2024

NO SEÑOR FEIJÓO, EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS NO HA FUNCIONADO (NI FUNCIONARÁ)

Hay declaraciones que no son permisibles ni para un deficiente mental profundo que, para colmo se ha embriagado a base de latigazos de Agua del Carmen. Sin ir más lejos, la Guardia Civil habría tenido que obligar a Feijóo a soplar por el alcoholímetro, cuando dijo, con una seriedad pasmosa y a doce días de la “gota fría” que “el Estado de las Autonomías ha funcionado”… Pues bien, no. Precisamente, una de las evidencias que han sacado a la superficie la catástrofe es que, si algo no ha funcionado, es precisamente ese “Estado de las Autonomías”, construido en parte por el PP. Y hasta aquí hemos llegado. Frases como esta son inadmisibles para un político que se presenta como “alternativa” al pedrosanchismo y como “líder de la oposición”.

UN POCO DE HISTORIA

Inicialmente, el régimen constitucional de 1978 se asentó sobre dos columnas, la alternancia en el poder de UCD y PSOE, apoyados por dos piezas menores (CDC y PNV) a efectos de completar mayorías cuando ninguno de los dos grandes partidos tuviera dominio absoluto sobre el tablero político. UCD murió víctima de su propia ambigüedad interior (luchas entre democristianos, socialdemócratas, liberales y ex franquistas). La derecha tardó todo el felipismo en reconstruirse sobre la base de la extinta UCD y de la pequeña AP. El nuevo régimen, además, se apoyó en el andamiaje mediático de la época: PRISA, Cadena Z y Cadena 16 y, sobre todo, en un sistema jurídico “garantista” en el que se aseguraba, sobre todo, que la clase política sería inmune a investigaciones y procesamientos. A ello contribuía el que la “división de poderes” era una entelequia. A este sistema, de partida, imperfecto, se sumó el “café para todos” autonómico y el que el partido de gobierno no tuviera por encima ninguna autoridad. Eso sí, para contentar a los “poderes fácticos” de la época y no dar una sensación de “ruptura”, España siguió siendo una monarquía, pero se despojó al Rey de cualquier poder real y se le relegó a una mera función honorífica. 

Todo esto ha generado un régimen lastrado especialmente por tres factores:

1) PRIMERA LOSA: La corrupción sale gratis a la clase política. 

Cientos de miles de millones de euros se han dilapidado en estos últimos 46 años y muy pocos han respondido ante los tribunales, las dimisiones por corrupción pueden contarse con los dedos de la oreja, y cuando se ha producido algún procesamiento no se ha traducido ni en condenas ejemplares, ni en devolución de lo robado. Se ha hecho todo lo posible para que ningún político entrara en prisión, se han retrasado lo más posible los procesamientos, hasta la prescripción de los delitos. Y si la sentencia era contraria, el indulto resultaba obligado. En un sistema así concebido y que utiliza desde hace 46 años esas mismas prácticas (y ese “garantismo” judicial que, desde luego, no ha sido ideado para proteger los derechos de robagallinas o choros de a pie), cada administración estaba casi inducida a robar más que la anterior. Y es así como hemos llegado al pedrosanchismo, esa orgía de la corrupción.

2) SEGUNDA LOSA: Los partidos políticos mayoritarios. 

España es un país cuya historia ha camina al paso con la monarquía. No solo España aportó emperadores a Roma, sino que desde la “Hispania Gothorum”, este país ha tenido como forma de gobierno, siempre -salvo durante los dos luctuosos instantes republicanos (el primero del 11 de febrero de 1873, hasta el 29 de diciembre de 1874 y el segundo desde el 14 de abril de 1931, hasta el 1 de abril de 1939, en total, apenas 10 años “inolvidables”)- la monarquía. Pero una monarquía CON PODER, es decir, una monarquía que estuviera simbólicamente, no solo por encima de las partes, que no solamente moderara a las partes, sino que tuviera poder POR ENCIMA DE LAS PARTES cuando estas lo hicieran rematadamente mal, cuando el país se encontrase en una situación de crisis o de caos. Hoy, cuando decimos “partes”, queremos decir “partidos”. Lo más abyecto de esta democracia es que una ínfima minoría de la población, afiliada a partidos políticos, formaciones dirigidas a su vez por una ínfima minoría de afiliados, sin doctrina ni principios, gobiernan después de campañas de publicidad engañosa, y obtienen la totalidad de los resortes de poder. Más que “democracia”, cabría llamar al sistema político español “oligarquía partitocrática absoluta”.

3) TERCERA LOSA: el inviable “Estado de las Autonomías”. 

En los años 70 se hablaba de “descentralización del Estado” (favorecido por la velocidad de las comunicaciones y la todavía fortaleza del Estado) y, aprovechando la ambigüedad del concepto, ya en democracia, se reconoció las autonomías regionales de Cataluña, Euskalherria y Galicia. Se olvidaba que, en el caso de las dos primeras, las precedentes autonómicos ensayados durante la Segunda República, sus promotores -Macià y Aguirre- no consideraban la “autonomía” como un final, sino como un paso intermedio entre el Estado centralizado y la independencia de sus regiones. Ignorantes de la historia de aquel gran fracaso nacional que fue la Segunda República, los “padres de la constitución” de 1978, volvieron a impulsar las tres autonomías “históricas” (la gallega, ciertamente, se aprobó en 1981 en referéndum por un escuálido ¡28% de votantes!, de los que una quinta parte votó en contra…). Falto tiempo para que Andalucía se sumara al carro. El problema era que UCD no tenía mayoría en esas comunidades, así que optó por extender también a la autonomía en aquellas regiones en donde era mayoritaria: eso fue el “café para todos”. Y aquellas aguas trajeron estos lodos: un país invertebrado, 17 taifas, agravios comparativos continuados, presupuestos absorbidos por burocracias regionales cada vez más voluminosas, ausencia de proyectos nacionales e inviabilidad de plantearlos y, todo ello, multiplicando las posibilidades de corruptelas y, sobre todo, el gasto público descontrolado, que podía mantenerse -a fuerza de restar presupuesto a proyectos nacionales inaplazables- en momentos de bonanza económica, pero que suponía un lastre inviable, con los consiguientes fenómenos de endeudamiento y aumento de la presión fiscal, para las generaciones futuras.

1978 NO ES 2024

El “Estado de las Autonomías” cada día que pasa, se muestra como el mayor lastre, mientras las corruptelas se han disparado y no existe un poder REAL por encima de los partidos políticos. Esta realidad solamente es negada por fanáticos independentistas (para ellos, el “Estado de las Autonomías” ha sido un avance en su tránsito hacia los procesos independentistas), cuadros del PP o del PSOE (cuyos escasos afiliados han asaltado todos esos centros de poder y han resultado ser los máximos beneficiarios de la alternancia constitucional (y también los peores gestores del poder) y “periodistas de sobre” al servicio de cualquiera de los partidos.

El problema es que todas las situaciones tienen un límite “entrópico”: una situación en la que, desde el comienzo estén presentes todos los elementos susceptibles de provocar el caos (y eso estaba ya en germen en los debates de los “padres de la constitución” en 1978), tiende, necesariamente, desde el primer momento, a generar un caos creciente que, finalmente se estabiliza en un “orden” que no es más que el “caos permanente e irreversible”. Con el pedrosanchismo y con la “gota fría” valenciana hemos llegado a este punto.

El gran problema para el PP y para el PSOE es que 1978 no es 2024. Los tiempos van en contra de eternizar la hegemonía de ambos partidos. 

Existen seis factores diferenciales son:

1) LA “BANDA DE LOS CUATRO” (PP, PSOE, CiU y PNV) YA NO ES EL ÚNICO ACTOR POLÍTICO

2) LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN QUE TENÍAN LA INICIATIVA EN 1978, YA NO LA TIENEN

3) EN 1978 EXISTÍA UN SINCERO ANHELO ENTRE LA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN PARA ENCONTRAR UNA “VÍA”

4) ESPAÑA ERA UNA “POTENCIA ECONÓMICA”, HOY ES UNA “POTENCIA TURISTICA”

5) LAS AUTONOMÍAS “HISTORICAS” ERAN EXCUSAS PARA EL INDEPENDENTISMO

6) UNA CUARTA PARTE DE RESIDENTES EN ESPAÑA HAN NACIDO EN EL EXTRANJERO

Podemos ampliar estas diferencias para redimensionar el papel del PP y del PSOE en todo este proceso:

1) LA “BANDA DE LOS CUATRO” NO ES EL ÚNICO ACTOR POLÍTICO

En 1978 la “ultraderecha” se polarizaba en torno a Blas Piñar y a su discurso nostálgico de las realizaciones del franquismo, que se agotaba en este punto. Era, incluso, incapaz de presentar un programa político que no fue el cumplimiento de las Leyes Fundamentales en las que pocos creían ya. Su comprensión del franquismo, por lo demás, aludía a una etapa del mismo, el período nacional-católico de 1943 a 1956, no al conjunto de 40 años. Los distintos grupos de extrema-derecha estaban infiltrados hasta las trancas y se habían convertido en reductos de fidelidad y lealismo, mucho más que de eficacia política. Fraga, pudo modelar la derecha a su capricho y la desnaturalizó convirtiéndola en “centro-derecha” antes de refugiarse en Galicia. Desde entonces, los pequeños grupos de extrema-derecha no han estado en condiciones de levantar cabeza. Pero hoy el “sin enemigos a la derecha” se ha terminado. La aparición de Vox que, en principio parecía una reedición del PADE formada por gente que se había quedado al margen del reparto del poder y que querían volver al PP, tuvo unos primeros pasos vacilantes (un programa basado en la lucha contra el aborto y contra el terrorismo de ETA), pero luego se fue reafirmando y entendiendo que su espacio político era el mismo que el de las distintas opciones que en Europa se estaban afirmando a base de anti-inmigracionismo, defensa de la identidad nacional, euroescepticismo y reforma del sistema político. 

En la derecha, pues, no está claro el tiempo en el que el PP seguirá siendo hegemónico: la gestión de Mazón, las vacilaciones y timideces de Feijóo, su permanente mano tendida al PSOE, su apoyo continuado al PSOE en Europa son algo más que errores políticos: son vistos como estupideces inaceptables para buena parte de su electorado. Cuando Elon Musk ha cristalizado su apoyo a las víctimas de Valencia, lo ha hecho donando antenas Starlink, no al Estado, ni a la Cruz Roja, ni a la Generalitat Valenciana, sino a los jóvenes de Vox cuya movilización ha sido masiva y han llegado a las zonas de catástrofe antes que cualquier otra organización civil o militar.

En la izquierda no se vive una situación radicalmente diferente: lo que a la derecha del PP es crecimiento y aumento de apoyos sociales, a la izquierda del PSOE puede definirse con dos términos: “fractura” y “atomización”. Podemos, que suscitó en el momento de su aparición esperanzas de renovación en la izquierda, rápidamente pasó a ser controlada por una corte de descerebradas que, para colmo habían obtenido el puesto por delegación de sus amantes y “novios”. En lugar de centrarse en los problemas de los sectores más desfavorecidos de la sociedad, cayeron en la trampa de elaborar un discurso para “minorías” creyendo en la falacia de que, sumadas todas esas minorías a la corriente “progresista”, constituían una “mayoría social”. Para colmo, sus rarezas personales, sus fobias, sus contradicciones entre lo predicado y el ejemplo dado (Errejón no es una excepción en este ambiente, antes el caso Mónica Oltra iba en la misma dirección, unido a una incapacidad congénita para resolver problemas y una irreprimible tendencia a aumentarlos, especialmente en materia de sexualidad), y la mala gestión de quienes han alcanzado algún tipo de responsabilidad nacional (desde el “vicepresidente de la coleta”, hasta Yolanda “la de los modelitos horteras”), la división interior en sectas y en cientos de pequeños grupúsculos, capillas, han llevado a la izquierda del PSOE a convertirse en una irrisión. 

Ciudadanos, cuyo éxito inicial derivó de haber proclamado su antiindependentismo catalán, cuando, con el apoyo de La Caixa, quiso dar el salto a nivel nacional, generó ilusiones entre nostálgicos del centrismo hasta que su dirección empezó a devanear sobre si presentarse como “centro-izquierda” y fue entonces cuando el ciudadano medio se enteró que no había ni proyecto, ni liderazgo, ni siquiera personalidad en esa formación que ha desaparecido, no solo a nivel nacional, sino en aquella Cataluña en donde fue el partido mayoritario hace apenas 10 años.

Se han producido cambios en el independentismo: el pujolismo espera para 2025 su “proceso de Nuremberg” (si la salud de Pujol lo permite...), la antigua CDC con los bienes embargados, dejó de existir, mientras que Artur Mas se embarcó en una fuga hacia delante e impulsó el independentismo cuando el Estado, víctima de la mala gestión de Zapatero y del fracaso del modelo económico de Aznar, ya no pudo enviar más dinero a Cataluña sin riesgo de endeudarse y en unos momentos en los que la prima de riesgo de la deuda española estaba al máximo. Pero la fuga hacia el independentismo fue, en el fondo, la constatación del fracaso del “nacionalismo moderado”. El “procés” fue pura irrisión: incluso una burla a la democracia y al pueblo catalán. Se presentaba al referéndum como imprescindible, pero la gencat, mientras lo preparaba, ya daba por sentado que el voto sería favorable a la independencia y llevaba tres años preparando “leyes de desconexión”, incluso una “constitución catalana”. El ridículo fue mayúsculo y, desde entonces, nadie con mínimos conocimientos de política puede tomarse en serio al independentismo (que hoy recoge como máximo un 25% del favor de los catalanes y sigue bajando en las encuestas). De las tres formaciones indepes, la CUP está casi evaporada, ERC dividida en múltiples tendencias y rota interiormente y, en cuanto a Junts lo fía todo a un “president”, cobardón, cada vez más alejado de la Cataluña real. Junts alarmada por la erosión de Aliança Catalana, el partido de extrema-derecha indepe, antiinmigracionista y con un discurso de “regeneración catalana” que, además, tiene el valor de la sinceridad y de la honestidad. Si el independentismo no es todavía un cadáver político, se debe a los “siete votos” de Junts en el Parlamento de la nación, necesarios para mantener al psicópata en la presidencia. ¿Cómo reaccionarán los electores catalanes al darse cuenta de que Sánchez y su entorno han podido sentarse en el poder y ejercer la corrupción a espuertas, solo porque los votos independentistas lo han permitido?

En cuanto a la situación en Euskalherria no es mucho mejor: Sánchez ha legitimado a los hijos de ETA. Y los hijos de los matarifes han aprovechado la ocasión, ante un PNV que ha perdido el norte y que ya no se atreve a ser lo que sus siglas afirman que es: un partido “nacionalista”. La realidad es que, la región se ha convertido en uno de los polos de atracción de una emigración inintegrable. El cálculo realizado por los independentistas en Cataluña y en Euskalherria es muy simple: “podemos movernos mejor aliándonos con el PSOE que cuando gobierne la derecha, así pues, trataremos de sacar el máximo beneficio de la situación”. Pero esa actitud es precisamente la que les hace cómplices de los desmanes del pedrosanchismo y lo que, unido al arcaísmo de sus propuestas en materia de independencia, les costará, antes o después, perder franjas de electores.

Lo único, pues, que se mantiene, exactamente cómo en 1978, es que el sistema sigue sostenido por dos columnas: la de la derecha pepera y la de la izquierda pedrosanchista. Y la novedad de lo que están sosteniendo es que ya no tiene la misma solidez que en 1978 cuando se planeó, ni las mismas esperanzas, ni idénticos fervores: la construcción amenaza ruina.

2) LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN QUE TENÍAN LA INICIATIVA EN 1978, YA NO LA TIENEN

En 1978 era fácil “crear” opinión pública. Bastaba con que los principales medios de comunicación se pusieran de acuerdo en los objetivos a alcanzar y, durante la transición no era difícil: existían tres grupos de prensa que dominaban el sector, PRISA, Cadena 16 y Cadena Z. Hoy, Cadena 16 ya no existe y las otras dos están en fase creciente de liquidación. La prensa convencional se ha derrumbado. La irrupción de la era digital ha sido uno de los factores, pero no el único. En general, los medios convencionales han apostado por su transformación digital, pero no han podido evitar que, especialmente en la derecha, aparecieran medios mucho más agresivos, con menos presupuestos, pero incomparablemente con menos gastos y más lectores; son los “tabloides digitales” de los que hablara Sánchez cuando todavía tenía el valor de decir que lo de Begoña era una fabulación. 

La comunicación ha cambiado extraordinariamente en estos últimos 46 años. En realidad, no se parece en nada. Diarios que hace 15 años se jactaban de vender 750.000 ejemplares a la semana y 1.000.000 el domingo, hoy difícilmente logran vender menos de la décima parte. Internet ha irrumpido como una apisonadora. Y, a pesar de, inicialmente, el dominio de Facebook sobre las redes sociales, contribuyera a alimentar una opinión pública unívoca, la transformación de Twiter en “X”, ha ofrecido a los opositores al “nuevo orden mundial” y a la globalización, una tribuna no sometida a censura. Todo esto ha permitido reconstruir en los dos últimos años una opinión pública, más libre y, si bien es cierto que cada vez está más polarizada (y encabronada), también es cierto que el pensamiento “alternativo” y de oposición, va avanzando, mientras que el pedrosanchismo y el “viejo orden” reculan entre fakes e información sesgada. La “opinión pública” está dividida en tres sectores: “los que creen en criterios progresistas”, “los que creen en criterios conservadores” y “los que analizan, estudian y buscan” y estos últimos van alimentando el conservadurismo que se está imponiendo un poco por todo el antiguo Primer Mundo. Al querer quemar etapas, forzando sus medidas de ingeniería social, el progresismo se ha quemado así mismo. La victoria de Trump es la enésima demostración.

En España, la desaparición de los grupos mediáticos que apoyaron la transición, ha dado lugar a una doble contradicción: la que se da entre medios digitales y medios convencionales (TV, prensa impresa con desdoblamientos digitales) y la que se da en el interior del bloque digital. Los medios que buscan apuntalar el régimen son mayoritarios entre los medios convencionales (incluida la televisión): es lógico, se encuentran entre la espada y la pared, no han sabido adaptarse a la digitalización y su subsistencia depende en última instancia de las subvenciones que el régimen les ofrezca. Así pues, siempre -sean de derechas o de izquierdas- siempre apoyarán a una de las dos columnas del sistema: PP o PSOE. Si bien es cierto que, entre personas de cierta edad, todavía se ven canales genéricos de TV, lo cierto es que las audiencias de estos van disminuyendo alarmantemente. Hoy no tiene mucho sentido “controlar RTVE”, porque las audiencias de sus distintas cadenas y canales han llegado a mínimos históricos (8-9%). Las audiencias se han dispersado (un 12% de share se considera un “puntazo”, mientras que en 1975 el 100% de los espectadores veían la misma TV, presente en un 74% de los hogares) y los medios convencionales han perdido influencia. 

La movilización a favor de los damnificados en la riada valenciana demuestra precisamente:

1) que se ha tratado de una movilización realizada al margen de los medios de comunicación convencionales (que solo han reaccionado en un segundo tiempo), 

2) que determinados sectores de la sociedad civil han reaccionado antes incluso que las autoridades centrales y autonómicas (en especial, los jóvenes de Vox y los distintos grupos activistas de “ultraderecha”, todos ellos capaces de movilizar a través de “redes sociales” a la sociedad), 

3) que se han difundido muchas más noticias e informaciones reales a través de “redes sociales” que de los medios de comunicación convencionales. 

Sánchez es consciente desde los tiempos de la pandemia de que está perdiendo la batalla en este sector. Sus medidas para paliar este problema han ido en tres direcciones: 

- subvencionar a “verificadores” (que obviamente solo estaban interesados en desmentir bulos -o no tan bulos- que iban contra el pedrosanchismo),

- alimentar a “tabloides digitales” propios (elplural, esDiario, etc), 

- y a tratar de establecer orwellianas “medidas de regeneración democrática” (que, en realidad, son obstáculos a la libertad de expresión encaminadas a cortar la “disidencia digital” cada vez más abundante y con más seguidores).

Pero, la realidad es tozuda: el sistema se mantiene con un apoyo mediático muy mermado y eso genera que cada vez crezca más la insolidaridad de sectores cada vez más amplios de la población con el régimen. No existen medios de comunicación “creíbles”, sino solo aceptados por un sector u otro de la sociedad. 

 

3) EN 1978 EXISTÍA UN SINCERO ANHELO ENTRE LA POBLACIÓN CON ENCONTRAR UNA “VÍA”

Salvo minorías a la derecha que creían que era posible perpetuar el franquismo tal como lo habían vivido desde 1939 y minorías de la izquierda que creían en  una revolución a lo bolchevique o incluso a lo maoísta, lo cierto es que en 1975 existía cierto consenso social: era necesario garantizar “paz, trabajo y libertad”. El franquismo había traído paz y trabajo, quedaba pendiente lo de las libertades y ese fue el gran eslogan en el que creyeron buena parte de los españoles para aceptar abrir la vía a la transición. Era inevitable reconocer que ni el franquismo tenía capacidad ni convicción como para seguir con las mismas políticas que había seguido desde 1959, ni la “oposición democrática” tenía fuerza social suficiente para alcanzar el punto de “ruptura” al que querían llegar. La situación se prestó a “consensos”. Los consensos -incluso realizados con la mejor voluntad- llevaron a ambigüedades. Las ambigüedades a agujeros negros. Y los agujeros negros generaron los tres grandes problemas que hemos visto en la primera parte de este estudio. La reforma es, pues, hoy más necesaria que nunca: incluso más necesaria que en 1975. 

En 2024 la sociedad española está completamente fracturada y, lo que es aún peor, esa fractura no se produce en un momento de crecimiento económica y bonanza, sino de crisis en todos los terrenos. Y no hay nadie en el timón: la clase política sigue preocupada por las próximas elecciones y por que su permanencia en el cargo durante unos años, baste para garantizarle su jubilación. No hay proyectos, no hay ideales, no hay valores, ni a la derecha, ni a la izquierda. Si los queremos buscar deberemos viajar a los “extremos” del arco político. 

Tampoco hay posibilidad de reconstruir consensos, ni de encontrar puntos de encuentro. El único posible es entre PP y PSOE para evitar que el edificio constitucional se derrumbe. Y mientras permanezca Sánchez en Moncloa, ni siquiera es un consenso real: es, más bien, la zanahoria que se pone delante del hocico del asno para que siga adelante. Y es un zombie (un político muerto y enterrado en vida como el Pedro Sánchez) el que pone la zanahoria a un Feijóo y a un González Pons

A esto se une que los “padres de la constitución” generaron un engendro inamovible: para modificarla haría falta el consenso de un 75% del parlamento, lo que, en las actuales circunstancias de polarización es imposible de obtener y al que solo podría alcanzarse mediante un eje PP-PSOE, la “gran coalición” recomendada por la UE y por el sentido común cuando todavía había tiempo (hasta las elecciones generales de 2019). Así pues, en última instancia, la gran contradicción que corre el riesgo de deshilachar completamente a España es entre una constitución que hace mucho tiempo ha dejado de funcionar y la imposibilidad constitucional de reformarla… Las esperanzas que teníamos en 1975 como nación y que compartían la mayor parte de españoles -por eso fue posible la transición- se han dilapidado y es absolutamente imposible, en las actuales circunstancias, generar nuevos consensos para reformar el sistema político.

4) ESPAÑA ERA UNA “POTENCIA ECONÓMICA”, HOY ES UNA “POTENCIA TURISTICA”

Poco a poco, el turismo se ha ido imponiendo como el primer recurso económico del país, anteponiéndose, primero a los ingresos procedentes del sector primario, luego al volumen total de negocios del sector industrial y ahora siendo el líder de las actividades del sector servicios. Ese es el papel, la “periferia”, al que nos ha relegado la UE. Algo mucho más lacerante, cuanto España podría ser el “granero de Europa” y cuando no era necesario renunciar a nuestra industria estratégica para “entrar en Europa”. Pero el gobierno de Felipe González no supo negociar bien el Tratado con la UE y, con posterioridad, el turismo -ese invento del franquismo- se convirtió en el eje de nuestra economía. La diferencia era que, mientras para el franquismo, era un sector más que, sobre todo, proporcionaba divisas, ahora se ha convertido en el sector esencial para nuestra supervivencia económica, a pesar de ser un sector de bajísimo valor añadido. Hoy, el gran drama de España es que no puede prescindir del turismo, pero está más que claro que con la curva ascendente de la delincuencia, el turismo no podrá mantenerse eternamente: o bien se corta en seco la entrada de delincuencia extranjera, o esta se encargará de demostrar a los turistas que Marruecos no solo es más barato, más exótico, sino que ¡los delincuentes marroquíes operan en España! 

Y, en las actuales circunstancias, España no puede sobrevivir económicamente, precisa una reindustrialización y una revitalización de nuestra agricultura, elementos que pasan a través de una renegociación con la UE que el PSOE no está interesado en dar y que el PP ni siquiera es consciente de que hay que forzar. No se pagarán los dos billones de euros que deberá España al finalizar el año 2025 con turistas atraídos por latas de cerveza a 0’33 €. 

En 1975, España era un país industrializado. Habían bastado 20 años para pasar del subdesarrollo a la séptima potencia industrial. Hoy somos la catorceava. Y lo peor es que formamos parte de un barco a la deriva, la UE (que en 1975 era el paraíso de los tecnócratas y que hoy es el destino de los aventureros políticos y la pata europea de una globalización que ya se ha desintegrado pero en la que la UE sigue creyendo…).

5) SE HA DEMOSTRADO QUE LAS AUTONOMÍAS “HISTORICAS” ERAN EXCUSAS

Estas líneas han sido desencadenadas por la absurda afirmación de Feijóo sobre las “excelencias” del malhadado “Estado de las Autonomías”. Una mentira mil veces repetida no deja de ser una mentira, y más en este caso, en el que resulta suicida. Inicialmente, los únicos interesados en el “Estado de las Autonomías” fueron los nacionalistas. Pero el nacionalismo tiene un límite: el independentismo. Todo pequeño nacionalismo que no desembocara en el independentismo no es consecuente con su razonamiento inicial: si Cataluña es una “nación”, el destino de las naciones no es más que la independencia… 

Cuando PP y PSOE comprobaron que su abundante clase política interesada y oportunista podría ser colocada en 17 pequeñas comunidades autónomas y, además, así se “descentralizaban” responsabilidades (como está ocurriendo dramáticamente en Valencia en donde no está claro cuál es el centro de imputación: si el responsable de la masacre es el gobierno autonómico o el central) optaron por ensalzar hasta los cielos a la peor lacra que ha caído sobre este país: la descentralización autonómica. Ahora, cuando ya sabemos que las primeras autonomías fueron meras excusas de los nacionalistas para avanzar unos pasos hacia la independencia de sus ficciones nacionales, cabe preguntarse si es políticamente aconsejable, económicamente viable y moralmente tolerable el seguir con esta ficción y si, por el contrario, la salida más simple a la necesidad de “achicar el Estado”, no será liquidar esos entes inservibles para todo salvo para alimentar a la burocracia de los partidos. En 1978, todos nos engañamos, pero hoy sabemos que una cosa es la “descentralización del Estado” y otro la “descentralización del Estado de las Autonomías burocráticas y faraónicas”. Una cosa es descentralizar y otra desvertebrar. Descentralizar no es crear 17 fotocopias reducidas del Estado en 17 taifas que funcionan igual de mal y sometidas a los mismos problemas que la matriz. Hoy, España es el ejemplo para el mundo de que la descentralización no es siempre la mejor opción. En 1998 un proyecto de descentralización en Portugal fue rechazado en referéndum porque se puso como ejemplo a España… Sólo los que viven de cada autonomía regional apoyan su existencia.

6) UNA CUARTA PARTE DE RESIDENTES EN ESPAÑA HAN NACIDO EN EL EXTRANJERO

Los españoles nos reconocíamos y reconocíamos a los extranjeros. Sabíamos quiénes éramos y cuál era nuestra identidad. Éramos conscientes de cómo era el paisaje de nuestras calles y pueblos. Incluso estábamos orgullosos de que nuestra identidad tuviera prolongaciones en Iberoamérica y que compartiéramos un idioma hablado por 600 millones de personas y que nuestros hijos fueran educados en ese idioma y lo dominaran. Mayoritariamente, éramos un país católico, con un grado de libertad suficiente como para que otras religiones disidentes del catolicismo pudieran celebrar sus cultos. Sabíamos que en nuestras calles íbamos a contemplar a gentes parecidas a nosotros. No impedíamos a otros que vivieran aquí, pero implícitamente les aceptábamos porque ellos seguían el “donde fueres haz lo que vieres”. Esto ha variado y pertenece a una España que ha dejado de existir.  

Las reformas de la Ley de Extranjería realizadas desde los últimos años del felipismo, luego el modelo económico de Aznar y finalmente, las locuras “mundialistas” de Zapatero y su “diálogo de civilizaciones”, unido al desinterés, a la ambigüedad del PP en la materia, y a la necesidad del PSOE de generar “votantes de sustitución” nacionalizando a gentes que ni siquiera tenían un conocimiento del idioma y no digamos de nuestra cultura, todo ello, ha tenido como resultado que hoy entre un 22 y un 28% de los residentes en el territorio nacional o hayan nacido en el extranjero o sean hijos de extranjeros. La lógica, en las actuales circunstancias, dice que debería haberse permitido el acceso a aquellos que no creaban problemas y cerrado el país a cal y canto a quienes lo creaban. Lamentable e irreversiblemente, se ha hecho todo lo contrario

El sistema perverso alimentado especialmente por el pedrosanchismo basado en “subvenciones – okupaciones – ocultaciones” se ha impuesto: las subvenciones generan un “efecto llamada” creciente, las okupaciones permiten que sea el sector privado el que esté forzado a sustituir a la obligación del Estado de crear viviendas, finalmente, la “ocultación” consiste en tapar los delitos cometidos por extranjeros a costa de hacer visibles cada vez más, los delitos cometidos por españoles y, en segundo lugar, falsear las estadísticas de delincuencia (algo que cada vez tiene un impacto más negativo a la vista de los datos ofrecidos en redes sociales). 

Salimos a la calle y no reconocemos el paisaje de nuestras ciudades. La delincuencia, el peligro y la fealdad se han instalado entre nosotros. Nuestros hijos ya no pueden tener una formación en historia que podría hacerles desconfiar de chilabas y velos islámicos. Y, ni siquiera somos conscientes de las intenciones de los recién llegados, aparte de vivir de subsidios: cuando se conocen determinados aspectos del islam, asusta pensar que entre nosotros viven entre dos y tres millones de originarios de países musulmanes que no solamente visten, sino que piensan de manera muy diferente y para los que es normal lo que para nosotros son simples aberraciones

Si España pudo vivir la existencia de un Estado homogéneo fue precisamente por que en el siglo XVI se produjo la expulsión de los moriscos y evitamos tensiones religiosas que han concluido en masacres recientemente en los Balcanes. En 1975, España era una nación cultural, religiosa y étnicamente europea. Hoy algunos están orgullosos de pertenecen a un Estado multiétnico, multicultural, multilingüístico y multirreligioso, sin preguntarse si ello es viable o inviable, y cuando todos los indicadores sugieran a las claras, precisamente, su inviabilidad.

PP Y PSOE Y LAS “CUATRO ESPAÑAS”

Es inútil -y hasta cierto punto injusto- responsabilizar al PSOE solamente del “estado de catástrofe económico-política” en el que se encuentra España. Si dos son las columnas del régimen, dos son también los responsables de lo que está ocurriendo. Y lo han sido siempre. Durante el “aznarato” (1996 a 2004) se pudo reformar aquellos aspectos del Estado que se había demostrado durante el felipismo que no funcionaban (educación, autonomías, pacto con la UE), pero se hizo justo lo contrario: “Yo, en familia, hablo catalán” dijo el presidente para justificar lo intocable del “Estado de las Autonomías” y apoyarse en la corrupción pujolista; se renunció a la expulsión de ilegales o a la reforma de la educación, se creó una economía basada en construcción, salarios bajos, acceso fácil al crédito e inmigración masiva, un modelo suicida como se demostró en la crisis de 2008-2011. Rajoy centró sus esfuerzos en reconstruir la economía y evitar la intervención directa de la UE, pero olvidó todos los demás terrenos, como si no tuvieran que ver en el futuro del Estado, de la Nación y de la sociedad. Con Sánchez llegó a Moncloa, la clase política ya había sufrido un lento proceso de degradación que generó el que individuos mediocres, con problemas psicológicos de manual, ocuparan lugares vacíos, hasta La Moncloa. En el fondo, el único asesor que hubiera debido contratar Sánchez, y se hubiera ahorrado los salarios de los otros 800, era un buen psiquiatra.

Y ahora, tenemos tantos frentes abiertos de corrupción que resulta imposible pensar que Sánchez va a salir impune de todos ellos. A eso se suma, la “gota fría” valenciana que ha puesto de evidencia la inviabilidad del Estado de las Autonomías y genera náuseas sobre la existencia de las “cuatro Españas”: 

1) de la “España socialista” que cree que el Estado no tiene que hacer nada, salvo esperar a que le pidan ayuda; 

2) la “España pepera” que cree que las autonomías deben dejar paso al Estado en caso de catástrofe natural; 

3) la “España carroñera”, protagonizada por extrema-izquierda e indepes o pancatalanistas que aprovecha la más mínima ocasión para sacar sus pancartas; y, finalmente, 

4) la “España solidaria” que es la que desde hace casi 15 días se está volcando en ayuda a los damnificados y que, mira por dónde, su eje mayoritario está formado por los jóvenes de Vox y por grupos considerados de “ultraderecha”. Y vale la pena citarlos también; de hecho, es una obligación citarlos: España 2000 (el mejor asentado en la comunidad valenciana con militantes en las zonas afectadas), Hacer Nación, Núcleo Nacional, Falange Española, FACTA, y círculos provinciales del mismo ambiente político. Sería injusto no recordar también que, desde el otro extremo, el Frente Obrero se ha movilizado (como “excepción de izquierdas”) en favor de los damnificados.

Y estos grupos están dando una lección que este país no puede olvidar: lección a los gobiernos central y autonómico, lección a la extrema-izquierda y a las ONGs de salón incluida Cruz Roja (¡qué bajo ha caído!), lección dada a una ultraizquierda “que no está para mancharse de barro”. Ninguno de estos grupos esperó reacciones del gobierno autonómico, órdenes del gobierno central: simplemente se movilizaron desde el minuto uno en el que tuvieron conocimiento del desastre. 

Sean cuales sean las responsabilidades que, antes o después, se depurarán sobre esta catástrofe, lo que parece claro es que hemos llegado a este punto porque dos partidos cómplices de todo lo que ha ocurrido en España en los últimos 46 años, siguen siéndolo. Su “lucha” es un combate de boxeo con tongo. Un espectáculo inmoral e insoportable. Romper con él, significa reconocer los grandes problemas de nuestra sociedad. Los dos cómplices solidarios jamás lo harán: sería reconocer que ellos han sido los causantes de la centrifugación autonómica, de la desindustrialización del país, de la corrupción generalizada, de la inmigración masiva y del desastre educación y de la sanidad. 

La solución no está ni en el PP ni en el PSOE: la solución está fuera y contra estas dos siglas de la infamia. La solución no está en la constitución, sino en la reforma de la misma. Porque las costuras económicas, sociales, políticas y étnicas del país no van a resistir eternamente. 

 








sábado, 9 de noviembre de 2024

EL RETORNO DE TRUMP: EXPLICACIONES E IMPLICACIONES

La catástrofe valenciana ha hecho que estuviéramos pendientes de nuestra amigos en la zona y no hayamos podido elaborar una valoración sobre las elecciones norteamericanas. Ahora solo queda constatar la victoria de Donald Trump y no por un pequeño margen de votos, sino que el resultado ha supuesto una verdadera paliza electoral para Kamala Harris. No ha ocurrido como en 2019, cuando la victoria de Biden fue por los pelos y con el inequívoco aroma a fraude electoral que comportó, como reacción, la ocupación del Capitolio. Lo único que puede cuestionarse es sobre si Trump ha ganado por méritos propios o si el electorado se ha arrojado en sus brazos como rechazo a las letanías de “Kemala” Harris. Hay una serie de puntos que vale la pena tener en cuenta: ¿POR QUÉ HA VENCIDO TRUMP? y ¿CUÁL VA A SER SU POLÍTICA?

1. LAS TRES RAZONES QUE EXPLICAN LA VICTORIA

a. Mala estrategia del Partido Demócrata.- 

Biden demostró ante toda la nación que no estaba en condiciones de asumir la presidencia del país más poderoso del mundo. El elector (y el comunicador) consciente de la realidad, sabía que, no en esta campaña electoral, sino ya en la de 2019, Biden acumulaba problemas neurológicos y deterioro cognitivo. Era imposible que pudiera presentarse a un nuevo mandato, cuando ya toda la nación había visto vídeos sobre sus problemas. Inicialmente, los demócratas colocarán a su lado a “Kemala” Harris para promocionarla presentarla como candidata cuando terminara el mandato de Biden. Pero, el problema es que, en EEUU el cargo de vicepresidente es casi honorífico y, para colmo, durante los tres primeros años de gobierno de la nueva administración, la vicepresidente se convirtió en el personaje más impopular del país, incluso entre la comunidad “de color”. Cuando tras el debate electoral Biden se derrumbó, ya no había tiempo -faltaban poco más de 100 días para las elecciones- para “construir” un nuevo candidato y fue entonces cuando, por iniciativa, del matrimonio Obama, “Kemala” fue nombrada candidata… Había dos problemas: en primer lugar, el reconocimiento de que Biden estaba muy tocado por su enfermedad (¡pero seguía siendo presidente de los EEUU!) y su gestión había sido catastrófica, por tanto, cualquier candidato que estuviera comprometido con ella, era cómplice del fracaso. Ocurrió algo parecido a lo que había pasado en Argentina en 2023, cuando Milei venció con facilidad a Sergio Masa ¡Ministro de Economía del anterior gobierno…! Masa era responsable de haber dado unas cuantas paletadas más a la tumba de la economía argentina. Era, en todos los posibles, el candidato más débil para enfrentarse al aluvión Milei. En EEUU ha ocurrido exactamente lo mismo. Este error estratégico (no preparar un candidato de reemplazo desde el minuto uno en el que las encuestas demostraron al Partido Demócrata que “Kemala” era una mala opción y no tener el valor de plantear a Biden que ya no estaba en condiciones de un segundo mandato…

b. Los demócratas no han distinguido entre la “América real” y la “América progresista”. 

La “América real”, en los cuatro años de gobierno de Biden, ha experimentado una merma notable en sus condiciones de vida, sufriendo un 30% de inflación. Su capacidad adquisitiva hoy es un tercio menor de lo que era en 2019. La esperanza de los demócratas era que la población, machacada por la publicidad asfixiante sobre “el cambio climático”, “el wokismo”, “la corrección política”, “la Agenda 2030”, “las ideologías de género”, respondiera como se esperaba de ella: apoyando cualquier causa “progresista”. Si los EEUU han sido la nación en la que el “progreso” ha sido, históricamente, más rápido, pensaban que nada había cambiado y que, ahora, cualquier programa que oliera a “progreso”, sería apoyado por los votantes. En realidad, ha ocurrido todo lo contrario. Los finos estilistas de la intelectualidad demócrata, los “comunicadores”, los pro-hombres woke de Hollywood y sus stars, los Bill Gates y los Zurckerberg, los “ingenieros sociales”, los fanáticos de la eutanasia y los abortistas obsesionados, han articulado un discurso que solamente interesa a ínfimas minorías y consigue hartar a esa población que ve, como sus posibilidades de consumo decaen más y más. Y en las elecciones norteamericanas, lo que se vota no son grandes proyectos de “ingeniería social”, sino modelos de gestión económica del país. Y, en este terreno, los demócratas tienen todas las de perder: su imagen está caracterizada por el despilfarro, los desfases presupuestarios, los grupos étnico-sociales ultrasubvencionados, y todo esto repugna al americano medio. Trump, simplemente, ha propuesto -como ya lo hizo en su anterior fase presidencial- el “América ante todo”: menos ayudas exteriores, menos subvenciones, mas industria y, en definitiva, abordar un proceso de reconstrucción nacional. “Kemala” Harris aparecía como la heredera de Biden y de sus peores fracasos.

c. Los trabajadores, blancos, negros e hispanos, han abandonado a los demócratas. 

La esperanza del Partido Demócrata era que las clases trabajadoras apoyaran su candidatura, en especial las minorías étnicas. Pero, también en esto ha ocurrido justo lo contrario. En tanto que grupos sociales que se ganan la vida con la fuerza de su trabajo a cambio de salarios que, en otro tiempo les permitían vivir y que ahora no han soportado el 30% de inflación, lo que cuenta para negros y para hispanos, es el éxito o el fracaso en la gestión del gobierno, no las consignas de “ingeniería social” que proclamaban “Kemala” y sus acólitos. De hecho, uno de los fracasos de su candidatura se ha debido a la ausencia completa de respuestas cuando se le ha preguntado en el curso de ruedas de prensa por su “programa económico”: simplemente, éste no existía. La candidata se iba por las ramas, respondía recordando que cuando era niña visitaba la antigua plantación en la que habían trabajado como esclavos ascendientes de su padre… ¡hace 164 años! La sensación que transmitía es que ni entendía de economía, ni le interesaba, ni se había preocupado por informarse. Así pues, tras el abandono de los trabajadores blancos (que empezó en los años 70), el Partido Demócrata se vio abandonado por los negros que disponen de un trabajo y no se resignan a vivir subsidiados y, finalmente, por la creciente minoría hispana (que, por cierto, ya no es una “minoría”: uno de cada cinco residentes en los EEUU, es hispano) que, lejos de compartir los ideales “progresistas” y las propuestas de “ingeniería social”, siguen afectos a su lengua (es castellano), a su religión (el catolicismo) y a su concepción de la sociedad (la familia como base). La suma de ecolocos, LGTBIQ+, de estrellas de Hollywood implicados en el “caso Puf Daddy” (rapero que construyó una red de pedofilia y trata de blancas al servicio de la meca del cine), de ideólogos LGTBIQ+ trastornados, de abortistas y demás, ha ido generando vacío a su alrededor. Un vacío que la facción dominante en el Partido Demócrata, creyendo que detenta una “superioridad moral” por la defensa de “causas justas”, no ha advertido que las clases trabajadoras de cualquier grupo étnico, no solo eran refractarias, sino especialmente hostiles a todas estas temáticas (como por lo demás ya se notó en la anterior campaña electoral).

Estas tres causas, por encima de cualquier otra de carácter local, explican la abultadísima victoria de Trump. 

2. Y, A PARTIR DE AHORA ¿QUÉ?

La derrota de Kamala Harris (hasta ahora hemos utilizado el “Kemala” que en castellano tiene un doble significado: como “mala” candidata y como promotoras de “malas” propuestas) estaba cantada desde el principio. Lo sabía el stablishment y, precisamente por eso, estas elecciones han sido “accidentadas” como reconoce la prensa. Pero esos “accidentes” han sido unívocos: solamente Donald Trump ha sido objeto de tres atentados frustrados, mientras que lo único que le ha caído a su oponente han sido insultos (más o menos, merecidos). Hay diferencias sobre los “accidentes”. No creemos que el stablishment se conforme con el resultado, especialmente el complejo petrolero-militar-industrial. Sabemos lo que ocurrió con Kennedy e intuimos lo que puede ocurrir a partir de ahora en cualquier momento. Si lo han intentado, con más razón, volverán a intentarlo ahora, especialmente, cuando Trump llega a la presidencia, no como en 2017 cuando comenzó su primera presidencia. Ahora llega con doble rabia: con la sensación de que hace cuatro años le robaron las elecciones y con el resentimiento de que el stablishment ha intentado matarlo (y, no se olvide, que sobre el primer atentado frustrado han recaído graves sospechas de negligencia sobre el Servicio Secreto).

Los cinco frentes sobre los que va a gravitar su programa presidencial parecen claros:

1) En política interior:
“American First”, un trabajo de reconstrucción industrial

Trump, en su primer mandato, ya fue un obstáculo para la globalización; los hechos le han dado la razón: el conflicto ucraniano ha roto en dos el mundo y, en estas condiciones, la globalización pertenece al pasado, tanto como el unilateralismo norteamericano de (1989-2001), el bilateralismo propio de la Guerra Fría (1948-1989). La globalización (2001-2022) ha muerto. Las promesas de establecer aranceles para defender a la industria automovilística USA frente a la china, permiten pensar que, en este segundo mandato de Trump, asistiremos al entierro definitivo de la globalización. Trump no ha hecho nada más que encarnar el tradicional aislacionismo del granjero norteamericano preocupado solamente por sus animales, sus campos y su producción, consciente de que en el otro extremo del mundo no van a trabajar para él. Es significativo que, junto a él, el elemento más activo de su campaña electoral ha sido Elon Musk… y la mayor parte de Sillicon Valley, con las excepciones de Bill Gates y Mark Zurkerberg. Trump, no solo apuesta -contrariamente a lo que se pensaba- por una “reconstrucción” basada en los elementos propios de la Segunda Revolución Industrial, sino de la Cuarta: las nuevas tecnologías. Y el experimento puede tener trascendencia histórica: “valores patrióticos” y “progreso tecnológico”, en lugar de “progreso sin valores” (o “progreso” con anti-valores, propuesto por “Kemala”).

2) En política social:
Generar empleo reconstruyendo infraestructuras

A EEUU le ha pasado lo que a todos los grandes imperios: al dilatar sus líneas de comunicación, al tener que estar presente en múltiples frentes, han terminado por debilitarse y dejar de ser “rentables”. Ha pasado con todos los imperios, desde Alejandro Magno a las puertas de la India, pasando por el Imperio Español, el inglés, incluso el de los Zares. A fuerza mirar hacia fuera, de cumplir la fantasía del “destino manifiesto”, de considerarse heraldo y campeón de las “democracias”, a medida que sus presidentes iban implicando al país en más y más conflictos (de hecho, sólo Trump ha demostrado en su primer mandato ser un presidente “pacifista” y no abrir más guerras, algo sobre el que los “pacifistas” deberían meditar), el “imperio” se debilitaba y solamente el complejo petrolero-militar-industrial se fortalecía. El debilitamiento de un imperio va parejo a la precarización de las condiciones de vida en su centro. Trump, con cierto primitivismo de ideas, lo advirtió en 2015 y desde entonces ha proclamado su “América primero”: esto implica inversiones en infraestructuras que sean rentables, mejora en las condiciones de vida, creación de puestos de trabajo en el sector industrial (donde son duraderos) y no centrarse en el sector servicios (empleos mayoritariamente temporales). Y esto, por encima de todo. Solo así se dará trabajo a los parados, tranquilidad al ciudadano, posibilidades de invertir en su futuro, y la “ciudad sobre la colina” de la que hablaban en el XIX los “profetas de la grandeza americana”, será una realidad y la “envidia de las naciones”. Tal es la política de Trump.

3) En política de defensa:
Aislacionismo: el que quiera defensa que se la pague

Esta política se traduce en un aislacionismo, más o menos, declarado. Esto implica que aumentará la desconexión de los EEUU con los organismos internacionales, incluida la ONU y sus agencias (especialmente con la UNESCO). Trump rechaza tácitamente la Agenda 2030: nada de su programa coincide con absolutamente ninguna de sus propuestas. Y la “defensa común”, esto es la OTAN, tampoco le interesa excesivamente. Trump, desprecia a Europa y se refiere a la Unión Europea con palabras y frases irónicas… Nosotros sabemos que “Europa”, no es la UE, éste es, más bien, la “Europa oficial”, en absoluto la “real”. Y es a esta “Europa oficial” a la que Trump le dice: “¿queréis defensa? Pagárosla”, “¿queréis OTAN? Aumentar vuestro presupuesto de defensa, porque nosotros no vamos a hacerlo”, “¿queréis jugar con fuego provocando a la URSS? Ánimo y suerte. No es nuestra partida”. En cierto sentido, la llegada de Trump al poder es un estímulo para nuevos partidos políticos, despectivamente llamados “populistas”, que proponen en los distintos países europeos, propuestas relativamente similares a las de Trump. Desarma, por otra parte, a quienes dicen que Trump es una “amenaza para las democracias”: en realidad, cada vez más europeos somos impermeables a este tipo de propaganda “progresista”. Trump estuvo cuatro años en el poder y la democracia norteamericana no se vio amenazada en ningún momento. Gobiernos como el inglés se van a sentir muy solos en los próximos años: con los conservadores perdidos entre sus prejuicios y fracasos, dirigido por un indio hasta ser sustituido por una nigeriana, todo induce a pensar que Nigel Farage, a poco que él mismo se tome en serio, está llamado a ser el “Trump británico”. En cualquier caso, los problemas de Inglaterra (no de Escocia, ni de Gales y que solo comparte con el Ulster) son aun más graves que los de EEUU. Gobiernos como el de Sánchez y Macron ya no saben dónde mirar y la coalición “multicolor” alemana está empezando a darse cuenta de que es inviable en una Alemania empobrecida, en recesión y con zonas completamente islamizadas. Ni un solo país europeo, es capaz, en estos momentos, de aumentar significativamente su gasto de defensa, ni mucho menos de acometer proyectos de “defensa común”. España, sin ir más lejos, está a punto del sorpasso en defensa por parte de Marruecos…

4) En política exterior:
Tirón de orejas a Zelensky y fin del conflicto ucraniano

En estos momentos, el jefe de Estado que está más en la cuerda floja es Volodímir Zelensky. Su guerra puede darse por concluida. Todo lo que no reciba en ayuda militar antes de la toma de posesión de Trump en enero de 2025, no lo recibirá jamás, salvo quizás como préstamos que deberá devolver. La UE ha jugado a favor de Zelensky y, simplemente, ha perdido. Ahora le va a tocar -a una UE en crisis, desacelerada y paralizada en política internacional- pagar las fases finales de la guerra. Trump ha sido muy claro sobre esta cuestión: “las partes tienen que sentarse a negociar la paz y Zelensky debe empezar a darse cuenta de que tendrá que realizar cesiones territoriales y políticas”. Rusia, ha ganado el conflicto (como no podía ser de otra manera). Las últimas ofensivas ucranianas tenían como único objetivo, mejorar la posición de Zelensky de cara a unas negociaciones: pero han fracasado. Con Biden (esto es, con el complejo petrolero-militar-industrial) era posible alimentar la carnicería con nuevas promociones de combatientes quemados por la ambición de Zelensky de integrarse en la OTAN y en la UE, armados por los EEUU y, en menor medida, por chatarra europea (recuérdese Leopard españoles fuera de servicio y oxidados). Y en Ucrania todos saben cuál es la nueva situación: ya no habrá nuevas ofensivas y si Zelensky en su locura suicida las propone, los soldados del frente no estarán motivados: a nadie le gusta morir en las últimas fases de un conflicto perdido. Nos atrevemos a prever que, la población ucraniana reaccionará mal al final de conflicto: Zelensky corre el riesgo de quedarse atrapado en el país cuando se vea obligado a firmar la pérdida de las provincias del Dombass, de buena parte de la costa del mar de Azov y del mar Negro. En este momento debe estar valorando su refugiarse en Canadá o en Francia, cuando reconozca las pérdidas territoriales. Y Trump, no le va a dar la posibilidad de que prolongue unos meses más la resistencia numantina u organice nuevas ofensivas que solamente tienen éxito allí donde los rusos no tienen interés en esos territorios. Por supuesto, nada de fricciones con Rusia, mientras que con China reducción del desencuentro a la cuestión de los aranceles. Tal es el plan de Trump en política exterior.

5) En política de Oriente Medio: 
Mantenimiento de la alianza con Israel. 

Otra zona de conflictos, Oriente Medio, va a experimentar repercusiones importantes. Trump no ha ocultado su apoyo a Israel. La guerra que tiene declarado el Estado judío contra Hamas y Hezbolá, no va a parar hasta que dejen de ser un riesgo para Israel. Netanyahu, es un antiguo soldado de élite y los soldados saben que los problemas se resuelven cuando el enemigo está aplastado y sin posibilidades de reaccionar para siempre. Hoy, la única posibilidad de supervivencia de estos grupos radica en el apoyo que pueda llegarles de Irán. A pesar de la propaganda negativa que llega a Occidente sobre Irán, el “país de los Ayatolahs” es, quizás el más cultivado de Oriente Medio, y sus ministros no son fanáticos islamistas estilo wahabita, sino profesionales doctorados en las mejores universidades del mundo. La respuesta dada por Irán a las operaciones israelíes en su territorio, han sido limitadas (y viceversa), guiadas solamente por la voluntad de Teherán de liderar al mundo árabe (en competencia con Turquía y con Arabia Saudí), y no, desde luego, con la intención de declarar una guerra que inflamaría la zona. El cambio de gobierno en Washington induce a pensar que el apoyo de EEUU a Israel en esta nueva fase del conflicto no será tímida, sino decidida, factor que, por sí mismo, contribuirá todavía más al arrinconamiento de la “causa palestina” (incluso dentro del mundo árabe). Y estos no son tiempos en los que el gobierno alemán permita la entrada en la UE de 1.000.000 de palestinos. Son tiempos en los que, tanto en Europa como en EEUU, se va a pedir a los países árabes que asuman el destino de 2.000.000 de refugiados palestinos.

*      *      *

Por sí misma, la victoria de Trump no confirma un “cambio de tendencia”, es, por el contrario, un factor más de un nuevo curso que se inició hace tres años: los pobres y desinformados tertulianos que salen por esos canales de televisión que cada día pierden más y más audiencia, parecen no advertir que su “progresismo” nunca ha sido mayoritario entre las poblaciones. Y ahora tampoco lo es entre los gobiernos. Sus dogmas de fe (el “cambio climático”, la “Agenda 2030”, el pack LGTBIQ+, el wokismo, la corrección política y todo lo que portan sus valijas) son cada vez más minoritarios y no han traído nada bueno salvo aumentar el rechazo. Precisamente, el error del “progresismo” ha sido querer pisar el acelerador, forzar las medidas de “ingeniería social” y el resultado de la promoción del transexualismo, del wokismo y de la corrección política, tras haber generado una reacción en contra, ahora corren el riesgo de que esta se extiende a cualquier otro mito “progresista”. Un Trump con mayoría absoluta en las dos cámaras y en la Corte Suprema, vuelve al poder con rabia y con ganas de ajustar cuentas con quienes han querido matarle y juzga que le robaron la victoria en 2019. Las consultas electorales que se van a celebrar, tanto en Europa como en los países iberoamericanos, no dejan muchas esperanzas a los “progres”, hasta el punto de que proyectos como la “Agenda 2030” y las coñas sobra la “transición energética” (garantía de empobrecimiento de los países que lo aplican) van a quedar en entredicho. 

Y la pregunta es la misma que hoy se están formulando los dirigentes del Partido Demócrata de los EEUU: ¿Qué nuevo mito se puede presentar para combatir al conservadurismo? Caído el marxismo, empantanada la socialdemocracia entre corruptelas y malas gestiones, ¿qué carnaza puede arrojar el progresismo a los electores para que muerdan y deglutan? Ni siquiera la constelación de actores de Hollywood y raperos, han conseguido con sus declaraciones de apoyo, comprados a precio de oro, hacer olvidar el fracaso de todas, absolutamente de todas las propuestas progresistas.

Y ese vacío, la falta de alternativas, es lo que nos permite pensar que optarán por una radicalización aún más extrema: la típica fuga adelante del desesperado que no comprende cómo el elector, incluso con el cerebro lavado, no asume la “superioridad moral” de quien proclama la idea del "progreso". Anclado en esa idea delirante tirarán a matar (simbólica y físicamente) contra sus adversarios más visibles. Trump, por su parte, tiene en estos momentos buenas armas para demostrar la cloaca moral en la que se mueve el mesianismo progresista: ahí está el “caso Puff Daddy” del que apenas se ha hablado en España, o el “caso Epstein” que durante el gobierno Biden ha estado prácticamente sometido a cerrojazo informativo. Trump tenderá a demostrar que el “progresismo”, además de ineficiente en la gestión del poder, además de alucinado en sus propuestas sobre “educación sexual”, “cambio climático” y demás, tiene entre sus filas a un altísimo número de pedófilos, maníacos sexuales y degenerados viciosos… ¿O es que os creéis que solamente la “primera dama” española cobraba servicios en las saunas gays de papá?