miércoles, 27 de septiembre de 2023

EL VERDADERO ESTADO DE LA NACIÓN (2): UN SISTEMA POLÍTICO ELOGIABLE EN SU INSIGNIFICANCIA

El bloque de la derecha tiene una irreprimible tendencia a elogiar la constitución del 78, mientras que el bloque de izquierdas siempre ha manifestado su intención de interpretarla torticeramente y de reformarla para adecuarla a los criterios de “igualdad – inclusión – diversidad” que constituyen hoy lo esencial de su ideología. En realidad, la constitución del 78 había demostrado ampliamente en los años 80 que no era perfecta, ni en lo relativo a separación de poderes, ni por las ambigüedades sobre la vertebración del Estado, ni en la concepción garantista de la justicia, ni en las atribuciones al jefe del Estado, era, simplemente, una forma de organización “de circunstancias”, elaborada mediante un consenso entre franquistas vergonzantes y una oposición democrática de la que solamente el PCE y la extrema-izquierda tenían existencia real.

Fue muy influida por fuerzas que tenían su origen fuera de nuestro país: el PSOE, en 1977, no era nada más que una creación unilateral de la socialdemocracia alemana; y en cuanto a UCD, simplemente fue una improvisación circunstancial “centrista” para facilitar el tránsito del franquismo a la democracia. Cuando terminó la transición, en un período que abarca desde el 23-F hasta las elecciones del otoño de 1982 que dieron la victoria al PSOE, aquella constitución empezó a mostrarse inadecuada para regir la vida de la sociedad española.

En primer lugar, porque todo el poder radicaba en “camarillas” dependientes de distintos grupos de presión nacionales o extranjeros, a las que se llamaron “partidos”. A medida que fue avanzando la historia política de España en democracia, esos partidos políticos fueron reforzando su posición, hasta el punto de no concebir ni permitir ninguna forma de participación en el poder que no pasara a través suyo. La “sociedad civil” literalmente desapareció a mediados de los años 80 y, desde entonces, no se ha recuperado. Pronto se hizo evidente que los partidos políticos, ya no representaban opciones ideológicas, sino solo los intereses de sus cúpulas y de los grupos de presión y/o consorcios económicos que los avalaban.

La participación de la ciudadanía en los partidos políticos muy mínima y, frecuentemente, los partidos solo tienen unos pocos afiliados más de los cargos en la administración que ocupan. Quien quiere vivir de la política o hacer buenos negocios a su sombra, debe necesariamente afiliarse a algún partido.

Así pues, la sociedad española, nunca ha sido una “democracia” digna de tal nombre. En el mejor de los casos se ha tratado de una “partidocracia”. Nada más. Era inevitable que la corrupción -evidenciada ya en el período de UCD (con el turbio asunto del envenenamiento masivo en el verano de 1981) y desde los primeros meses de gobierno socialista (con la expoliación de RUMASA y su liquidación fraudulenta)- se convirtiera en el cáncer del sistema.

La impresión que tiene hoy la ciudadanía sobre “la política” es que se trata de una actividad corrupta, a la que van a parar los peores individuos de la sociedad y que actúa con casi completa impunidad. Los redactores de la constitución se cuidaron muy bien de generar un sistema judicial garantista en el que, difícilmente, podrían prosperar procesos políticos contra corruptos. Y, de hecho, a pesar de lo extendido del cáncer en cuarenta años, hemos visto a muy pocos políticos ingresar en prisión.

Por otra parte, el “poder legislativo” adolece de carencias y falsea los resultados electorales quedando amplias minorías sin representación y pequeñas minorías sobrerrepresentadas. La primera de todas las carencias es que los diputados no están vinculados a ningún “distrito electoral”, los ciudadanos solamente saben que hay unos nombres que “representan” a su provincia, pero ignoran cuál es “su” diputado, al que recurrir y al que pedir explicaciones, denunciar casos o exigir responsabilidades. Los diputados tienen todos oficina en el edificio del parlamento… cuando deberían tenerlo en su distrito electoral, abierto a todos los ciudadanos. Las listas siempre son elaboradas por las cúpulas a despecho de lo que tal o cual diputado haya hecho en la legislatura anterior: se busca, sobre todo, que “sea leal”… leal ¿a quién? ¡Al partido, por supuesto! Que nunca realice críticas, que siempre esté dispuesto a votar lo que le indica su grupo parlamentario, que no tenga perfil propio, ni iniciativa personal, que se limite a ser un “yes-man”. A principios de los 80, Alfonso Guerra, cuando todavía era vicepresidente, ya dijo aquello de que “el que se mueve no sale en la foto”, principio que se aplica a todos los partidos del bloque de la derecha o del bloque de la izquierda.

La gran contradicción del sistema político español es que el volumen de filiación de todos los partidos sumados, no llega al 1% del total de la población, sin embargo, este 1% acapara el 100% de la representación política. Es evidente que la constitución del 78 ha generado una brecha entre el “país oficial” y el “país real”.

Para la derecha la “defensa de la constitución” se presenta como algo necesario para salvaguardar la “democracia”, mientras que, para la izquierda, la reforma de la constitución es necesaria para “profundizar” en la democracia. En realidad, cuando la izquierda habla de “profundización” lo que tiende es a reformar en dirección a lo “políticamente correcto”, a los “estudios de género” y al “wokismo”. Esa es la reforma que teme la derecha y por eso se escuda en la “validez” de la constitución. Pero ésta, prematuramente avejentada desde mediados de los 80, sí precisa una reforma en profundidad… aunque no en la dirección a la que aspira el bloque de izquierdas.

El problema es que, tal como se planteó la constitución en el momento en el que se redactó, solamente podía modificarse a partir de una mayoría parlamentaria del 75%, lo que implica que solamente un “nuevo consenso” entre el bloque de la derecha y el bloque de la izquierda, lo posibilitaría. Este consenso es absolutamente impensable en las actuales circunstancias.

Por otra parte, el problema es que la situación del país en 2023 es completamente diferente a la que existía en 1976-78: de los grupos mediáticos que promovieron la constitución en 1978 (Cadena 16, Cadena Z y Grupo Prisa) o han desaparecido, o se encuentran en pleno desguace, o están muy debilitados en relación al flujo de información habitualmente utilizado hoy, y en cuanto a las fuerzas políticas nacionales e internaciones que contribuyeron a propulsar la constitución son completamente diferentes a los que están presentes en la actualidad: hemos pasado por el final de la guerra fría, por el unilateralismo norteamericano, por la globalización, por la irrupción de las nuevas tecnologías y por la Tercera y la Cuarta Revolución Industrial. El dramático resultado final es que se está tratando de guiar un país en el siglo XXI, con ideas que surgieron en el siglo XVIII y con un modelo político derivado de la excepcionalidad de la transición.

Tras 45 años de haber sido aprobada, la constitución se ha demostrado de eficiencia política muy limitada (y para ello no hace falta nada más que ver la crisis política, institucional, económica y social en la que nos encontramos en este momento, mucho más aguda que en cualquier otro país europeo e, incluso, que en cualquier otro momento de nuestra historia, salvo quizás durante la Segunda República) y de imposible reforma (a la vista de la ruptura que se ha operado entre los dos bloques de derechas y de izquierda, la imposibilidad de reconstruir una opción de centro y la deslealtad de los “nacionalistas” que, tras 45 años, de haber simulado “moderación” se han revelado como independentistas, al llegar al techo de sus reivindicaciones).

¿Cómo salir de este permanentemente empantanamiento? Con una constitución irreformable y con una situación política-social-economía-nacional que exige reformarla… ¿Hasta cuándo las costuras del país y de la sociedad van a soportar el desfase entre las posibilidades reales del sistema constitucional español y las necesidades reales del país?  ¿De dónde, cómo y hacía qué dirección construir un nuevo consenso?

Así mismo, desde que Platón escribió La República, está claro y reconocido que “ningún político actúa contra sus propios intereses”. Lo que ya se sabía en el siglo VII a.C, parece haberse olvidado hoy, se soslaya o se da como inevitable: el que la “clase política” piense solamente en sus intereses muy por encima de los de la Nación, del Estado o de la Comunidad. Y, por supuesto, la clase política partidocrática no está dispuesta a emprender reforma constitucional alguna que pueda quitarle ni uno solo de sus beneficios. Antes bien, a medida que la sociedad se va atomizando, que se va desmovilizando, que va aceptando precariedad, miedos, alzas en los costes de la vida, presión fiscal, esa clase política mejora constantemente sus privilegios.

Solo cabe reiterar la palabra del clásico: “Quousque tandem abutere, Catilina, patientia Nostra?”. Porque está claro que o la Nación introduce un tipo de representación corporativa que dé peso a la sociedad civil, reste poder a los partidos políticos y, sobre todo sus cúpulas dirigentes, o éstas seguirán esquilmando y empobreciendo a la nación, haciendo imposible su persistencia en el tiempo, de la misma forma que han pulverizado su identidad, su economía, su futuro…








 

lunes, 25 de septiembre de 2023

EL VERDADERO ESTADO DE LA NACIÓN: ESPAÑA [in]DEFENSA

No hay defensa nacional posible sin una evaluación objetiva de riesgos y un señalamiento concreto de su procedencia. Cuando se intenta elaborar un plan de defensa contemplando especialmente las orientaciones adoptadas por otros países, o por organizaciones internacionales en las que se participa, ese plan estará viciado de partida. Un defensa nacional, en tanto que “nacional”, deberá contemplar la protección de los propios intereses. Porque las relaciones entre Estados se miden en términos de “intereses”. Desde principios de los años 70, la defensa nacional del Estado Español ha estado cada vez más hipotecada a intereses que nada tenían que ver con la nación española.

De hecho, el punto de inflexión lo marcó la renuncia del gobierno español a dotarse de armas nucleares. Un país con armamento nuclear, por el mismo hecho de disponer de tecnología suficiente para elaborar ese tipo de armas, es respetado. De no disponer de armas nucleares, Corea del Norte hace tiempo que habría sufrido el mismo destino que Afganistán o Iraq. Si Rusia no dispusiera de armamento nuclear en estos momentos, hace tiempo que su gobierno habría sido derribado por intervenciones extranjeras o, simplemente, invadido con cualquier pretexto.

Vale la pena recordar que el proyecto de dotar a España de un pequeño arsenal nuclear disuasivo partió de Agustín Muñoz Grandes en los años 60. Para su mentalidad estratégica -y estaba en lo cierto- la posesión de un arsenal nuclear garantizaría la soberanía española ante la OTAN y ante los EEUU y la defensa de por vida del eje estratégico Baleares – Gibraltar – Canarias. La guerra de Ifni había demostrado que el material militar enviado por los EEUU no podía utilizarse contra Marruecos, que, en realidad, era el único país que, en esos momentos, estaba matando soldados españoles y cuya voracidad ambicionaba Ceuta, Melilla, las Islas Adyacentes, Canarias, además de Ifni, el Sahara y la región de Cabo Juby que, efectivamente obtuvo.

Así pues, o España se resignaba a una situación neocolonial o bien se convertía en una pieza activa del tablero político mundial. En 1969, ya se habían obtenido algunos gramos de plutonio y el 15 de diciembre de 1973 los investigadores comunicaron al Estado Mayor que España ya tenía capacidad para construir tres bombas nucleares de plutonio al año. El 19 de diciembre, los EEUU fueron informados del plan, en el curso de la entrevista Carrero-Kissinger: el secretario de Estado de EEUU se negó explícitamente a apoyar a España en caso de “agresión exterior” (que sólo podía partir de Marruecos por la cuestión del Sáhara, entonces candente), en respuesta a lo cual, Carrero le informó del estado del plan nuclear español. Kissinger, visiblemente, contrariado, abandonó inmediatamente España. Al día siguiente, Carrero Blanco fue asesinado por ETA. A partir de ese momento, España detuvo el plan, se produjo el abandono del Sáhara después de cinco años de atentados terroristas por parte del Frente Polisario. Y se pidió la adhesión a la OTAN. A partir de entonces ya no hubo posibilidades de una “defensa nacional” eficiente y realista. De hecho, desde entonces el ejército se ha ido convirtiendo en un cuerpo funcionarial más, que ha actuado -sufriendo varios cientos de bajas- en el curso de misiones militares en países completamente desconectados de la defensa de España e, incluso, de la defensa europea y en donde nada se nos había perdido.

En España, desde la transición, las fuerzas armadas, consideradas como el orgullo de otros países, fueron presentadas ante la opinión pública como “golpistas”, “franquistas” y “reaccionarias”. En realidad, lo que ocurría es que los “valores democráticos” (libertad – igualdad – fraternidad) eran completamente inversos a los que se enseñan en las academias militares (orden – autoridad – jerarquía). Esta contradicción se superaba relegando a las fuerzas armadas a una especie de cuerpo funcionarial cuyas misiones, cada vez más, se presentaban como “pacifistas” (“repartir bocadillos” y “apagar incendios”).

De poco ha servido que la industria española estuviera en condiciones de diseñar aviones, vehículos, navíos, y armamento en general que pudieran ser competitivos, porque los distintos gobiernos han preferido comprar armamento en EEUU; y, en cuanto a los “proyectos europeos”, han sido muy limitados en lo que a sistemas militares se refiere.

Para colmo, el tránsito del servicio militar obligatorio al ejército voluntario, se realizó cometiendo infinidad de errores. Durante más de un siglo, el Ejército de había convertido en la “escuela de la nación”, millones de jóvenes que habían llegado a su servicio militar completamente analfabetos, no solamente habían aprendido a leer y escribir, incluso a andar con dignidad, sino que, en muchos casos, aprendieron una profesión. Además, se lograba la intercomunicación y el conocimiento entre las clases sociales. Se endurecía a la juventud, se le enseñaba que, en la vida, además de tener iniciativa, siempre, antes o después, hay que cumplir órdenes. Y valores. Para muchos, su servicio militar fue la gran aventura de su vida, la primera verdadera aventura. Es cierto que no todos tenían el temple necesario para vestir el uniforme y, por tanto, el tránsito del servicio militar obligatorio al ejército profesional tenía cierta justificación. Pero, el gran problema fue, que mientras se producía esta transformación, la enseñanza había quebrado: ya no era capaz de formar jóvenes y de proveerlos de valores instrumentales. Los únicos valores que se enseñan, al ser finalistas, tendieron a “ablandar” a la juventud y sumirla en un universo de pacifismo, universalismo, buenismo, igualitarismo y eclecticismo que, finalmente, terminó “ablandando” a la juventud.

En 1975, el tronco central de las fuerzas armadas formado los tercios de la Legión, la Brigada Paracaidista, la infantería de marina y la división acorazada, garantizaban la defensa del territorio contra enemigos internos y externos. Hoy, la situación es completamente diferente. El ejército de África estaba considerado como el más preparado del mundo en materia de guerra del desierto. Hoy, cuando se exige a los gobiernos que “contengan el gasto público”, la primera partida que se contrae, acaso la única junto con “investigación”, es la de “defensa”.

A esto hay que unir que un “ejército profesional” debería ser un ejército voluntario motivado por valores y por el propio carácter guerrero de sus integrantes. El hecho de que existan caracteres reflexivos, proclives al estudio y a empleos tranquilos, pero también otros jóvenes cuya sangre del pide aventura, entrega, esfuerzos, acción, en una palabra, era un buen argumento contra el servicio militar obligatorio. Pero, el problema fue que las motivaciones para ingresar en el ejército, incluso para esos jóvenes, eran pocas: sueldo bajo, tiempo de permanencia corto, ningún tipo de privilegio a la hora de entrar en cuerpos policiales o de seguridad, nada absolutamente. No es raro que se retrajeran las incorporaciones, mientras que, como estímulo se ofrecía a inmigrantes ingresar en filas para adquirir la nacionalidad española. El resultado ha sido que, en determinadas unidades, que en otro tiempo eran de élite, existe tropa de todos los orígenes y hay que dudar de que todos tengan la misma motivación y, por lo tanto, idéntica eficiencia en combate.

Queda el punto del armamento. La industria armamentística es una industria que arrastra a otros sectores industriales. Siempre, la investigación en materia militar ha generado aplicaciones civiles y esto hace posible progreso económico. Tener una fuerte y competitiva industria militar supone invertir en un sector de altísimo valor añadido. Pero, para eso hace falta que el gobierno la apoye (y no solo en defensa, sino en exteriores, en enseñanza, en cultura). España ha demostrado que podía hacerlo, especialmente en materia de aviación (aviones CASA 295, de los que se han vendido a otros países 192 unidades, CASA 212, de los que se han vendido 477, entrenadores Aviojet de los que se han construido 143 unidades, etc), en materia de construcción naval, en vehículos todo terreno o en armamento ligero). En el tardofranquismo, los proyectos, especialmente en el terreno de la aviación de combate, que se habilitaron, eran particularmente ambiciosos (especialmente el HA-500 Alacrán, o helicópteros de combate). Se abandonaron en los primeros años de la transición.

En el momento actual la industria militar española sigue existiendo… pero está en su mayor parte en manos de empresas extranjeras (CASA que había englobado a Hispano Aviación, es hoy propiedad de la holandesa Airbus). 

A esto habría que añadir, finalmente, que no siempre los altos cargos militares son elegidos por su capacidad de mando, su visión estratégica o su ascendiente sobre la oficialidad y la tropa, sino por criterios exclusivamente políticos. Durante estos últimos 40 años hemos visto como los distintos gobiernos de derechas o de izquierdas, situaban a ministros de defensa que nunca jamás habían tenido la más mínima noción de lo que es “defensa” o eran incapaces de entender la diferencia entre “estrategia” y “táctica” o la necesidad de elaborar planes de defensa. Recordamos, por ejemplo, a la malograda ministra Chacón colocada en el cargo por Zapatero simplemente por el hecho de que una mujer embarazada pasando revista a las tropas era la garantía de una imagen distribuida a nivel mundial…

Así pues, cabe preguntarse si, en las actuales circunstancias, existen posibilidades de “defender la nación”. La realidad es que Marruecos se está armando a mayor velocidad que España, que está cultivando mucho mejor sus relaciones con los EEUU y que, en caso de conflicto, hoy, el Pentágono cuenta más con las bases en Marruecos (el Africom, mando del Pentágono para África, está allí instalado) que con España que, a fin de cuentas, es miembro de la OTAN y hará lo que la OTAN le ordene que haga. Y, desde luego, la OTAN no va a participar en ninguna acción de defensa conjunto frente a Marruecos en caso de crisis.

En la actualidad, el peligro soviético no existe. Por lo tanto, nuestra presencia en la OTAN es ociosa; lo que sí existe es un riesgo de conflicto con Marruecos (que existirá mientras en el Salón del Trono del Palacio de Rabat siga mostrándose un tapiz con los límites del “Gran Marruecos” que incluyen los territorios de Ceuta Melilla, Canarias y las Islas Adyacentes) y el peligro generado por el “enemigo interior” (fundamentalmente, el islamismo radical, pero también bandas étnicas que irán evolucionando como lo han hecho en otros países europeos -Francia y Suecia, especialmente- accediendo a armamento automático ligero, granadas de mano, financiadas por los beneficios obtenidos por la delincuencia). Y ese “enemigo interior” ya ha desbordado la capacidad de las fuerzas de orden público en Francia, controla más de dos mil zonas en todo el país en los que la República Francesa ha desaparecido y en donde ya no existe “estado de derecho” ni posibilidades de reimplantarlo. Están en manos de bandas étnicas. Pues bien, este es el camino que estamos recorriendo también en España, con el agravante de que aquí, incluso, estas “bandas” están mucho más diversificadas que en otros países europeos, al existir una notabilísima presencia andina proclive a la formación de estas “bandas”.

Así pues, la pregunta a realizar, no es si podemos hablar con propiedad de una “defensa” que asegure nuestra integridad territorial (cuestión a la que ya hemos contestado con un “no”), sino hasta qué punto, en caso de crisis, las fuerzas armadas podrían garantizar la integridad del Estado. Y la respuesta no está en absoluto clara. Para que las FFAA puedan cumplir su misión, hace falta que exista una “voluntad política” de que la cumplan. Y ni el bloque de izquierdas, ni siquiera el bloque derechas parece tener muy clara tal voluntad y lo que implica.








miércoles, 20 de septiembre de 2023

Abandonar la Unión Europea, una urgencia nacional

Quien esto escribe, desde su juventud se ha sentido tan europeísta como europeo y, por tanto, ha considerado a la Unión Europea como un avance en relación a la balcanización continental. Como decía Thiriart, el intento "menos malo" de construir Europa. Pero, a partir de Maastrich, la UE ha ido convirtiéndose cada vez más en una rémora: 

- por las ampliaciones hacia el Este excesivamente rápidas y poco meditadas, con el gigantesco error que supuso la creación de un “espacio único europeo” sin antes haber habilitado una legislación que lo rigiera;

-  por la paralización que sufrió tras el fracaso de la “constitución europea”; 

- por su proceso creciente de burocratización que le he conducido a una esclerosis institucional y a una lentitud en sus tomas de decisión absolutamente insoportable;

- por la pretensión del eje franco-alemán de prolongar y mantener su hegemonía continental imponiendo a los países “periféricos” -y, especialmente, a España- verdaderas medidas suicidas para su economía; 

- por haber pasado de ser un “proyecto continental” que garantizara la presencia europea en el concierto mundial, a ser simplemente la “pata europea” de la globalización; 

- por haber creado una moneda única antes de que las condiciones económicas y fiscales en todos los países europeos fueran equivalentes y con la creación de un Banco Central Europeo cuya única función es el “control de la inflación”; 

- por carecer siempre de política exterior e ir a remolque de las decisiones tomadas en el Pentágono o en el Departamento de Estado de los EEUU; y, finalmente, por no haber estado en condiciones de defender, ni siquiera de definir, la identidad, la tradición, la cultura y la sociedad europea, frente a los asaltos cada vez más descarados y brutales procedentes del marco extraeuropeo.

Por todo ello, lo que, inicialmente, pareció una “buena opción”, en la práctica se ha ido degradando y su balance actual no puede ser más negativo hasta el punto de que la Unión Europea hace peligrar seriamente el futuro de Europa

En el momento de escribir estas líneas estamos todavía bajo el impacto de los “10 puntos” presentados por la presidente de la UE, Von der Leyen, para “resolver” el problema de la inmigración que se ha hecho completamente insostenible en Lampedusa. Ni uno solo de estos 10 puntos parece razonable y ni uno solo satisface las expectativas del gobierno italiano de Giorgia Meloni, cuya propuesta era extremadamente razonable: bloqueo del Mediterráneo, obligando en alta mar a dar marcha atrás a cualquier embarcación ilegal que pretendiera alcanzar Europa

Los 10 puntos de Von der Leyen -diez puntos que solamente puede defender un loco o un irresponsable- van en la misma dirección que ha defendido el bloque de izquierdas en el último cuarto de siglo y que se ha saldado con el caos migratorio que conocemos. Hace 25 años podía discutirse un plan así cuyos efectos podían intuirse, pero no se conocían: hoy un plan así es simplemente criminal. Por tanto, no queda más remedio que iniciar campañas para que nuestros respectivos países europeos, abandonen la UE. Resetear la UE, para poder construir algo efectivo, duradero, definitivo y rotundo que rescate a Europa del sumidero en el que lo han colocado los funcionarios de la UE.

Vale la pena recordar que España es uno de los países más afectados por su ingreso en la UE: se nos exigió:

- en primer lugar, ingresar en la OTAN y España, no solamente ingresó en la “alianza atlántica”, cuando ya no era necesario ampliarla y cuando la URSS con Gorbachov había manifestado inequívocamente mano tendida; 

- como requisito previo se nos obligó a liquidar el sector público, malvender el patrimonio del Estado construido durante el franquismo, a grupos privados; 

- una vez dentro se nos obligó a liquidar nuestra industria estratégica en el proceso más abyecto de infame de nuestra economía que, eufemísticamente, se llamó “reconversión industrial” y a cambio se nos enviaron fondos (durante la época de Aznar) que durante menos de 10 años nos hicieron olvidar que no habíamos quedado prácticamente sin siderurgia, con unos astilleros reducidos a un 25% de lo que habían sido, sin apenas minería, convertido en un “país periférico” y de servicios, al que se le había regalado el turismo y destinado a ser geriátrico de Europa. 

- Y, todavía quedaba por desarticular el sector primario español, algo que se ha iniciado en los últimos veinte años con acuerdos preferenciales con países magrebíes para la importación de frutas, sin apenas garantías de seguridad y con exámenes aleatorios sobre toxicidad, mientras que a la agricultura europea se le obliga a una “trazabilidad” y a medidas imposibles de soportar. Por culpa del régimen de subvenciones de la UE a la agricultura se ha conseguido que regiones enteras cambien sus cultivos ancestrales para implantar aquellos que “están subvencionados”, logrando que, lo que inicialmente era económicamente rentable, al cabo de pocos años pase a ser ruinoso; es entonces cuando se subvenciona el arranque de cepas o de frutales.

Lo más sorprendente es que los gobiernos españoles, tanto del bloque de izquierdas como del PP, que podían haber vetado cualquiera de estos acuerdos con países extraeuropeos en defensa de nuestra agricultura, han permanecido mudos, permitiendo que España, que podría ser hoy el granero de Europa, se haya convertido en la zona del continente en donde cada año crecen los terrenos abandonados, las parcelas vendidas a consorcios urbanizadores, o bien a corporaciones alimentarias que los explotan durante unos años, consiguiendo hasta tres cultivos al año, mediante pesticidas, plaguicidas, fungicidas, abonos químicos, hasta dejar completamente inservible el terreno, literalmente envenenado y muerto como si se le hubiera sembrado de sal. 

Cuando un país carece de soberanía alimentaria, ese país está a merced de sus enemigos o bien se arriesga a perder completamente su soberanía. La UE pasa más tiempo pensando en firmar acuerdos con terceros países antes que con defender la agricultura europea.

Hemos vivido casi cuatro décadas en las que existía una “esperanza europea”. Pero va siendo hora de reconocer que esta época ha concluido y que las instituciones europeas, no se rigen por principios tecnocráticos -como en la primera hora- sino por patrones doctrinales surgidos de los laboratorios del mundialismo, la globalización, el wokismo, la corrección política y esa locura que se ha llamado Agenda 2030 y que es promovida en Europa por la UE.

Quizás el primer gran error de las, entonces llamadas “Comunidades Europeas” fuera admitir al Reino Unido, aun a pesar de que, desde el principio, estaba muy claro que este país era la quinta columna de los EEUU en Europa y que siempre estuvo clara su intención de mantener un pie en Europa y otro en EEUU. Pero, incluso, cuando se hizo evidente para el Reino Unido que la legislación europea iba en detrimento de los intereses nacionales, se convocó un referéndum que terminó con la salida de este país de la UE. Pues bien, hoy, ese es el camino que queda para los países que, como España, se han visto lesionados por las imposiciones de la UE. Ya no queda tiempo para esperar a que exista unanimidad en Europa en la solución de cualquier problema (que se eterniza, adoptándose medidas cuando el problema ya ha sido superado por los hechos y se ha trasladado a otro sector o a otro país). Y lo peor: ya no queda esperanza en que la UE pueda solucionar problema alguno.

ESTE ES EL MOMENTO PARA INICIAR UNA CAMPAÑA A FAVOR DEL HISPANEXIT, DEL ITALIANEXIT, DEL GALEXIT...

Es preciso recuperar nuestra soberanía. No hubiera importando renunciar a alguna parcela si era para alcanzar un bien mayor, su Europa hubiera podido recuperar un puesto en el concierto de las naciones: pero ha ocurrido justo lo contrario. La UE ha convertido al continente en un enano político que ha sido arrojado como un trasto viejo por continentes enteros.

¿Para qué mantener la esperanza en que una “comisión” de la UE pueda operar una reforma de algún aspecto parcial y muy secundario después de años de deliberaciones, estudios y debates? ¿Para que creer que la progresía europea alguna vez va a admitir que se ha equivocado y rectifique sus políticas de inmigración? Vale más dinamitar los restos de este edificio gangrenado y mal diseñado, y abordar, desde cero, la “construcción de Europa”. Incluso, no importa el que tal o cual país resulte “hegemónico” en el continente, lo que importa es que tenga conciencia continental y, sobre todo, sentido común, rapidez en la toma de decisiones, vele por los intereses de todas las partes de Europa y tenga el valor de adoptar políticas que beneficien al continente y no que satisfagan espejismos doctrinales progresistas, o simplemente intereses de corporaciones multinacionales.

¿Alguien cree que la actual deriva de la UE puede terminar “bien”? ¿Alguien puede creer a estas alturas, en las que se acumulan décadas de errores, cada uno más grande que el anterior, que la UE puede beneficiar incluso a su motor “franco-alemán”? Que nadie nos pida que seamos tan ingenuos para ello. No queda más camino que el EXIT, el borrón y cuenta nueva.








¿Cuándo un golpe de Estado es la “solución final” a la hay que recurrir?

No es cierto que una dictadura sea un gobierno de facto aborrecible en todos los casos. Ni tampoco que exista solamente una forma de “dictadura”. Ni siquiera es cierto que sea un régimen criminal y asesino o que sea inferior a las democracias. 

Porque vale la pena dejar sentado este primer axioma: cualquier forma de gobierno es lo que son sus dirigentes. El jurista italiano Francesco Carnelutti ya dijo que “Es bastante más preferible para un pueblo tener malas leyes con buenos jueces que malos jueces con buenas leyes”. El mismo jurista, por cierto, tenía también algo que decir sobre leyes “garantistas” y multiplicidad de parlamentos y de organismos capacitados para emitir “leyes”: “Las leyes están sujetas a inflación, y esta experiencia no hace más que aumentar día a día: así como la inflación monetaria perjudica el valor del dinero, la inflación legislativa resulta perjudicial para el valor del dinero”. El filósofo italiano Julius Evola sostenía en su Rivolta contro il mondo moderno que: “si un Estado poseyera un sistema político o social que, en teoría, fuera el más perfecto, pero cuya sustancia humana estuviera mancillada, ese Estado tarde o temprano descendería al nivel de las sociedades más bajas, mientras que un pueblo, una raza capaz de producir hombres verdaderos, hombres de recta percepción e instinto seguro, alcanzaría un alto nivel de civilización aunque su sistema político fuera defectuoso e imperfecto”.

Todo esto para decir que los “regímenes” son lo que son los hombres que están al frente de los destinos de los pueblos. Por lo tanto, inicialmente, ningún régimen es rechazable. Cada uno se adaptará a las situaciones antropológicas, de lugar y de tiempo que marcan los ciclos históricos.

Parece muy claro que en períodos en donde predomina la idea “patriarcal”, el modelo adoptado sea el del Imperio, de la misma forma que cuando se manifiestan períodos “matriarcales”, se tiende a la preponderancia del “demos”, del pueblo. Ambos extremos pueden asimilarse a símbolos eternos: el Sol, indicando fijeza, centralidad, inmovilidad, remite a la idea imperial, mientras que el “demos”, sometido a cambios continuos, sin luz propia, sino con una luz que el reflejo de otra, aproxima al “demos” al símbolo de la Luna. Masculino y femenino, fijo y mutable, con luz en sí y luz como reflejo.

Nuestra época, visiblemente, se corresponde a una etapa en la que predomina el “demos”, ya sea con los valores de “libertad – igualdad – fraternidad”, enunciados por la revolución francesa, revalidados por la revolución soviética de 1917 y rescatados de nuevo por el movimiento contestatario de mayo del 68, o bien los valores de “igualdad – inclusión – diversidad”, deducidos de la Agenda 2030, promovida por la ONU y sus agencias internacionales, especialmente por la UNESCO. Pero, incluso, enarbolando tales valores, ello no implica que los gobiernos que los hacen suyos sean “gobiernos justos”. Con demasiada frecuencia hemos visto como campañas de desinformación y operaciones psicológicas, son capaces de condicionar la opinión de las poblaciones e imponer eslóganes cuyos resultados objetivos desmienten su eficiencia real. Recientemente hemos visto como la Ley del “Si es sí”, presentada por sus promotores como la panacea contra la “violencia machista”, no solamente ha puesto en libertad a cientos de violadores, algunos de los cuales han reincidido, sino que, lejos de atajar la violencia doméstica, ésta parece haber crecido en relación a años anteriores. Desde el momento en el que la “corrección política”, prohíbe determinados planteamientos, el resultado es la imposibilidad para emitir un diagnóstico sobre los orígenes de los problemas y una incapacidad para emitir un tratamiento. Al no existir posibilidad de realizar una etiología correcta se termina atribuyendo la patología a elementos que tienen poco que ver con la enfermedad.

Pero, incluso, en una época en la que el “demos” es el elemento preponderante del orden político, hay circunstancias en las que el propio “demos” debe reconocer, si es que tiene todavía capacidad para ser objetivo y remontarse al origen de sus problemas, que la normativa legal emanada por los “organismos legislativos” elegidos democráticamente (parlamento europeo, parlamento nacional, parlamentos autonómicos), ni por “instituciones internacionales" (a las que nadie ha elegido, ONU, UNESCO, OMS, FMI) sirven para resolver el normal desarrollo de una sociedad. Así mismo, el “demos” debería plantearse, hasta qué punto gobiernos (esto es “poder ejecutivo”) que gobiernan en función de “decretos-ley” (cuando cualquier ley debería de emanar del “poder legislativo”), o cuando el “poder judicial” es objeto de una lucha enconada por parte de los partidos por su control (desmintiendo su “independencia”), pueden ser considerados como “expresiones de la voluntad popular”.

Todo esto nos permite afirmar que “democracia” o “dictadura”, gato blanco o gato negro, lo importante es que esté dirigido por personas honestas, rectas de intenciones y eficientes en su gestión. Todo lo demás pasa a un plano muy secundario, especialmente en momentos de crisis generalizada, como el nuestro.

Cabe preguntarse, ¿cuándo una democracia deja de cumplir su misión, se convierte en un factor de caos, pasa a ser promotor de desintegración nacional (que repercutirá inmediatamente en la población) y no permite augurar ningún futuro a las generaciones venideras? Porque, en ese momento es cuando el “demos” tendrá algo que decir. Y si el “demos” no es capaz de movilizarse en defensa de sus propios intereses, al estar sometido a una terapia de “narcosis social” a través del bombardeo mediático, de informaciones falsas, de ocultación de problemas reales o de simple entertaintment (streamings, realidad virtual, porno gratuito a través de internet), parece evidente que se llegará a una situación de parálisis que implicará la pérdida de años decisivos y la colocación de una sociedad al borde de la ruina, haciendo problemático su persistencia. En esos casos será necesario lo que, eufemísticamente, se ha llamado, la presencia de un “cirujano de hierro”, un “golpe de timón”, un “enderezamiento del rumbo” o, si se prefiere, a la vista de que los sistemas políticos democráticos se blindan ante este tipo de cambios necesarios con artículos constitucionales que eternizan situaciones de crisis hasta el hundimiento final, el establecimiento de una “dictadura”.

Hará falta preguntarse ahora, si la situación que está viviendo España en el año 2023, es lo suficientemente grave como para que solamente una dictadura pudiera resolver los problemas acumulados.

Vamos a identificar quince problemas que no son nuevos, sino que se van agravando cada mes que pasa y cuyo origen se puede remontar a los años del desarrollismo franquista. 








 

sábado, 16 de septiembre de 2023

NOTAS SOBRE LAS DICTADURAS DE NUESTRO TIEMPO… Y ESPAÑA (1 de 5)

¿Estamos volviendo a la época de los “golpes de Estado”? Respuesta: sí, porque solo en los últimos tres años se han producido nueve de estos movimientos. ¿Por qué se producen estos “golpes de Estado”? Respuesta: por deterioro interior, por toma de conciencia frente al caos y por apoyos exteriores. Y, finalmente, ¿podría producirse un golpe de Estado en España? Tal es la cuestión a la que pretendemos responder con este estudio en cinco partes y una conclusión:

1) ¿Cuándo el golpe de Estado es la “solución final” aceptable?

2) ¿Qué elementos son necesarios para un golpe de Estado?

3) ¿Cuáles son los errores habituales de un golpe de Estado?

4) ¿Es posible un golpe de Estado en España?

*     *     *

Introducción: justificación de este estudio

1. Unas notas sobre el golpismo en Iberoamérica

Creo necesario iniciar este estudio con un recuerdo personal: en los años 70 y 80 conocí a algunos protagonistas de los golpes de Estado que sacudieron Iberoamérica en aquella época. Vale la pena establecer dos elementos que, generalmente, se ocultan: es cierto que parte de sus protagonistas fueron militares formados en la Escuela de las Américas (hoy, eufemísticamente llamado, “Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad”). El único cambio sustancial ha sido el que, inicialmente, la “escuela” estuvo situada en la zona del Canal de Panamá (entre 1946 y 1984) y, a partir del año 2000 se reubicó en el Hotel Melia Panamá Canal. Allí se daban -y se siguen dando- cursos para militares iberoamericanos, impartidos por profesionales del Pentágono. Por allí han pasado 60.000 militares iberoamericanos. Su función era doble: por una parte, combatir a la subversión marxista en el subcontinente y, por otra, formar militares “amigos” de los EEUU.

El problema es que, la Escuela tuvo éxito en lo primero, pero fracaso notoriamente en lo segundo. Olvidaron que la mayoría de militares iberoamericanos, no eran mercenarios; especialmente, los que protagonizaron golpes de Estado y períodos de gobierno en la década de los 60-80 eran “antisubversivos”, pero también “nacionalistas”. Les interesaba acabar con la guerrilla castrista, pero no tanto para comer de la mano de los EEUU. De ahí que, casi siempre, el Departamento de Estado, fracasara en su intento de “domesticar” a los militares iberoamericanos y terminara “condenando” los golpes de Estado que se producían y obstaculizando por todos los medios el desarrollo de su gobierno.

Puedo dar fe de que, en el golpe de Estado que tuvo lugar el Bolivia en julio de 1980, desde el primer momento, el Departamento de Estado y la Embajada de los EEUU trataron por todos los medios de evitar el golpe. Para ello, apostaron por políticos de muy dudosa catadura (que terminarían protagonizando sonoros escándalos de corrupción y vinculación con el narcotráfico a partir de 1983), distribuyeron cantidades elevadas a los jefes de las divisiones orgánicas del ejército para evitar el movimiento golpista, y luego sometieron al país a un cerco económico (llegando incluso a hundir el mercado internacional del cobre y del estado, sacando al mercado reservas de estos minerales acumuladas en EEUU desde la Segunda Guerra Mundial) y difundiendo sistemáticamente a través de sus canales, informaciones que, no solamente no se correspondían con la verdad, sino que, además, eran pura intoxicación informativa. Recuerdo todavía como, los dirigentes del llamado “Movimiento de Izquierda Revolucionaria” (que menos de una década antes había protagonizado un catastrófico intento guerrillero cuyos pocos integrantes se refugiaron en el Chile allendista), se peleaban por acudir a las recepciones en la embajada de los EEUU, mientras que el procónsul yanqui pedía la expulsión de los asesores extranjeros (entre los que me encontraba).

Así mismo, recuerdo que el profesor Lewis A. Tambs, en el curso de un curso sobre geopolítica que dio en Madrid y al que asistí, no tuvo el menor reparo en explicarnos que el golpe que puso fin al gobierno de Unidad Popular en Chile, había contado con el apoyo del Servicio Nacional de Inteligencia brasileño y que los EEUU tan solo pretendían la caída de Allende y la formación de un gobierno “sumiso” entre la Democracia Cristiana y el Partido Nacional. Y Tambs debía saberlo porque en ese momento ya era un peso pesado en el Departamento de Estado y fue uno de los que elaboraron los “Documentos de Santa Fe”, que marcaron la política de la administración Bush en Iberoamérica. Eso explica el que, posteriormente, incluso con los “Chicago boys” destrozando la economía chilena, el gobierno norteamericano adoptara inequívocamente una posición opuesta al gobierno del General Pinochet.

Recuerdo, finalmente, que miembros de la embajada argentina en La Paz me comentaron, poco después de la guerra de las Malvinas, que, antes del conflicto, el General Galtieri, cuanto todavía no era presidente, había viajado en dos ocasiones a los EEUU y mantuvo encuentros con altas personalidades del gobierno norteamericano, incluido el vicepresidente George H.W. Bush. Regresó a Argentina convencido de que los EEUU le apoyarían para sustituir al general Viola (lo cual era cierto) y en su plan de ocupación de las Malvinas (a cambio de autorizar a los EEUU a instalar una base en estas islas o en las Georgias del Sur, con la misión de ejercer como “centinelas” en la ruta del petróleo del Golfo Pérsico a Europa y EEUU… lo que, desde luego, la historia demostró que no fue cierto). Tras sustituir a Viola, Galtieri -creyendo en el apoyo de los EEUU- ocupó las Malvinas: a partir de ese momento, todo se torció y los EEUU tomaron partido públicamente por Margaret Tatcher y apoyaron el esfuerzo bélico británico, lo que condujo a una nueva usurpación de las islas y al hundimiento del gobierno militar argentino.

Así pues, el mito fomentado por la “izquierda antiimperialista” era la complicidad de los EEUU en los golpes militares que se sucedieron en Iberoamérica entre los años 60 y los 80. El departamento de Estado, en realidad, prefería bregar con políticos socialistas, socialdemócratas o incluso con antiguos guerrilleros, mucho más oportunistas, incluso más serviles, antes que con militares nacionalistas. Se dieron cuenta, de que la carne de político se cotizaba más barata que la de militares y que, estos, en última instancia, por mucho que hubieran sido formados en la Escuela de las Américas y, por mucho, que se mostraran buenos alumnos en las enseñanzas contra la guerrilla, seguían siendo nacionalistas y, por tanto, miraban con desconfianza los intentos del Departamento de Estado y de sus procónsules por influir en sus países.

Cuando cayeron los gobiernos militares de Argentina, Chile y Bolivia, los EEUU trataron de que no volvieran a repetirse movimientos golpistas. Y lo hicieron con distintas tácticas: la primera de todas -y la más sencilla de aplicar- era la acusación de haber vulnerado los “derechos humanos” que, efectivamente, habían sido vulnerados sin discusión; la segunda fue lanzar acusaciones de “narcotráfico” (Tambs durante su estancia como embajador en Colombia ideó el término “narcoterrorismo” que, aplicó, tanto a la guerrilla colombiana como a los asesores europeos que nos encontrábamos en otros países iberoamericanos, aun a sabiendas de que las acusaciones eran falsas). El general García Meza, el Coronel Lucho Arce Gómez y el coronel Faustino Rico-Toro, fueron extraditados a los EEUU, aun cuando no fue sino hasta la caída del gobierno militar, cuando el narcotráfico se disparó en Bolivia ¡incluso con la intervención directa de fuerzas espaciales norteamericanos en la lucha contra la droga en aquel país, graciosamente autorizada por los gobiernos democráticos!). La tercera táctica, consistió en idear una constelación de noticias falsas sobre lo que habían sido y hecho aquellos gobiernos. Desde el principio del golpe militar en Bolivia de julio de 1980, se difundieron noticias sobre “miles de muertos en La Paz”, cuando en realidad, en todo el país -si no recuerdo mal- apenas murieron 14 personas y por muy distintas causas. No hubo genocidio sistemático, ni nada que se le pareciera remotamente.

Todo eso impidió el que volvieran a producirse movimientos golpistas en Iberoamérica. Cuarenta años después, cabe preguntarse si la situación en todos estos países es mejor, igual o peor. No hay que olvidar, además, que, tanto el Fondo Monetario Internacional, como el Banco Mundial, concedieron desde la segunda mitad de los 70, créditos fáciles a todos los gobiernos iberoamericanos, con la intención de que no pudieran retornarlos y obligarles a liquidar a bajo precio el patrimonio del Estado. Y se trató -lo sé porque el delegado boliviano en el FMI, un hombre próximo a nuestro círculo, nos habló de esta táctica como algo conocido y sistemático- de una política de saqueo deliberada.

Entre el miedo a sufrir de por vida consecuencias nefastas o caer en el descrédito a causa de las campañas de “fakes news” propagadas por los servicios de operaciones psicológicas del Departamento de Estado y de los organismos de inteligencia norteamericanos; ante la convicción de que les sería imposible enderezar sus países a causa de la actitud que los gobiernos de los EEUU que, insistimos, nunca apoyaron estos “pronunciamientos”, sino que los combatieron; nunca más volvieron a producirse movimientos golpistas en Iberoamérica.

2. De Iberoamérica a la franja del Sahël

Pero el golpismo no desapareció. El escenario del golpista está, en la actualidad, trasladado a África y, concretamente, a la “franja del Sahël”. Era algo que podía esperarse desde el inicio del siglo XXI, cuando se produjeron conatos de fundamentalismo islámico en esas zonas. Con esa excusa los EEUU mejoraron sus relaciones con Marruecos hasta el punto de instalar el “Africom” (Mando Regional del Pentágono para África) en ese país.

A esto se añadió la necesidad de Marruecos de contar con un “protector exterior” que garantice la supervivencia y la estabilidad de la dinastía alahuí. En 2020, Mohamed VI ya ofreció una base en Alcazarseguir que sustituyera a la de Rota (cuando faltaba un año para renegociar la presencia americana en España). Marruecos es, hoy, importante para el dispositivo militar americano en África. De hecho, este país es la “puerta” para el continente negro y hoy, puede decirse, cada día que pasa, Marruecos está más próximo a los EEUU.

Existen allí cuatro bases en funcionamiento en el norte del país y otros tres proyectos de construcción de nuevas bases en Gercif, Taourirt, Monte Arruit y Alcazarseguir. Obviamente, Marruecos apunta a que estas bases refuercen sus reivindicaciones sobre Ceuta, Melilla y Canarias. Los EEUU justifican esta presencia alegando que, en dirección al Norte, los gobiernos españoles están tendiendo a disminuir la presencia militar en la zona del Estrecho, con lo que, EEUU precisa un aliado más “seguro” y “fuerte” en la zona. Y en dirección al sur, para permitir despliegues rápidos de fuerzas ante crisis que pudieran producirse en la franja del Sahël y más al sur. EEUU han sustituido a Francia como potencia “tutelar” del gobierno alahuí.

Lo cierto es que los EEUU tienen razones para sentirse inquietos. En los últimos 10 años se ha multiplicado la presencia, tanto de Rusia como de China en África e, incluso, la República de Sudáfrica ha pasado a la lista de “países BRICS”, ofreciendo al resto de África negra una vía inequívoca: ni Rusia ni China suscitan resquemores colonialistas o neocolonialistas entre los países africanos (a fin de cuentas, ambos países apoyaron a los movimientos independentistas de esos países, con armas, pertrechos y diplomacia en la ONU), por lo que su penetración es mucho más rápida y profunda que la de Francia (cuya noción de “francité” está prácticamente expulsada en África), del Reino Unido o Bélgica que dejaron malos recuerdos en los países que colonizaron.

Lo cierto es que África es hoy uno de los continentes que tienen más valor estratégico, especialmente, por que abunda en “tierras raras”, elementos químicos derivados de los actínidos y de los lantánidos, esenciales en las nuevas tecnologías. Así como los países europeos y los EEUU han querido reproducir en África los mismos patrones políticos que rigen en occidente, chinos y rusos, mucho más pragmáticos, saben, desde el principio, en donde han fracasado europeos y norteamericanos, así que negocian directamente con los gobiernos en el poder o bien, si estos se muestran completamente inoperantes, desmesurados en sus pretensiones o incapaces de establecer un orden que haga viables la explotación y el transporte de minerales, tienden a favorecer golpes de Estado y a colocar en el poder a elementos más enérgicos y capaces de establecer la autoridad del Estado.


Solamente en algunas zonas del Sahël occidental, en donde se han producido movimientos islámicos de cierta importancia, especialmente en Malí y en algunas zonas de Níger, los golpes de Estado que se han producido han sido respuestas al fundamentalismo musulmán. En el resto de países estos golpes han tenido otros desencadenantes. Y no han sido pocos: nueve golpes de Estado en la zona del Shäel (más el último en Gabón, el 30 de agosto de 2023) desde 2020, en Malí (2), Burkina-Faso (2), Chad, Nigeria, Sudán, Níger y Guinea-Conakri, a los que se suman otros cinco golpes frustrados (en Guinea-Bissau, Santo Tomé y Príncipe, República Centroafricana, Níger y Sudán.

Así pues, la “época de los golpes de Estado”, no ha pasado; simplemente, se ha trasladado de Iberoamérica a África. Geográficamente, más cerca de Europa… Y es normal que, hasta ahora, esos golpes hayan tenido lugar en el Sahël: es la zona que separa el Magreb y el norte árabe-musulmán, del resto del continente negro. De nada le va a servir a los EEUU estar masivamente presente en Marruecos, si todo el Sahël se encuentra en manos de gobiernos más próximos a Rusia y China que a EEUU.

*     *     *


Tal es la situación en septiembre de 2023. El reciente golpe de Estado en Gabón ha conmovido a los medios “políticamente correctos”, especialmente por el apoyo popular innegable que han mostrado los nuevos gobernantes. Por supuesto, los organismos internacionales han protestado… pero no parece que ni Rusia ni China vayan a romper relaciones diplomáticas con estos gobiernos, antes bien, todo induce a pensar que van a estrecharlas a medida que los países occidentales, en su defensa irracional de la democracia, el liberalismo y la partidocracia, allí en donde nunca han funcionado, vaya arrojando más y más a Gabón a la esfera ruso-china.

Hasta aquí nos hemos preocupado por demostrar dos elementos: 1) que EEUU siempre se ha mostrado hostil a golpes de Estado (no tanto por su defensa de los “derechos humanos” que ni siquiera se respetan en territorio norteamericano, como por su exigencia de gobiernos sumisos que mantengan formas aparentemente democráticas) y 2) que la “vía golpista” sigue vive, hoy más que nunca, solo que se ha trasladado de Iberoamérica a África (más lejos de nosotros antropológica, cultural y económicamente, pero más cerca geográficamente).

Y esto permite plantear una cuestión tabú: ¿puede darse un golpe de Estado en algún país europeo y concretamente en España? Es, a partir de aquí cuando entramos en la materia de nuestro estudio.









viernes, 8 de septiembre de 2023

PROCESO A LAS IDEAS: EL JUICIO CONTRA JULIUS EVOLA Y CONTRA LOS FASCIOS DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA

Pocos días después de salir de un hospital en Bolonia, en mayo de 1951, después de recuperarse de las secuelas del bombardeo norteamericano contra Viena en 1945, que le afectó la columna vertebral, Julius Evola fue detenido por la policía romana, interrogado y acusado de ser el “responsable intelectual” de diversos atentados cometidos por una organización clandestina, los Fasci d’Azione Rivoluzionaria (FAR), que había participado en la fundación del Movimiento Social Italiano y que seguía manteniendo un aparato clandestino que, ocasionalmente, firmaba como “Legión Negra”. En las semanas anteriores, habían estallado varias bombas de pequeña potencia en distintos lugares de Italia y los detenidos -con pruebas bastante vagas- fueron acusados de colocar estos petardos y de “reconstrucción del disuelto partido fascista” en vigor de la Ley Scelba. De hecho, aquel proceso contra Evola y contra los FAR supuso la primera aplicación de dicha ley.

La única relación que Evola había mantenido con algunos de los detenidos había consistido en escribir unos pocos artículos para las revistas Imperium, La Sfida y I Nostalgici. Los jóvenes que pertenecían a esos círculos le habían sido presentados a través de su amigo, Massimo Scaligero, que había pertenecido al Grupo de Ur y que mantenía relaciones con Enzo Erra, Pino Rauti, Fausto Gianfranceschi, Clemente Graziani, Egidio Sterpa y otros, que habían constituido una tendencia en el interior del MSI. Esta tendencia -por influencia de Scalígero- conocía la obra de Evola publicada antes de la Segunda Guerra Mundial y era conocida como “Corriente espiritualista” dentro del partido.

En total 30 jóvenes vinculados a estos medios, resultaron detenidos, junto al que fue presentado como su “ideólogo”: Julius Evola. Evola, sin embargo, había sido excepcionalmente claro con estos jóvenes desde el principio: debían de rechazar parte de los aspectos populistas, demagógicos y plebeyos del fascismo y, sobre todo, la orientación del “último fascismo” surgido a partir de 1943 con la República Social Italiana. Pero -y esto era lo más importante- siempre les previno contra cualquier forma de “activismo” que sería aprovechado por el sistema contra ellos, como, efectivamente, ocurrió.

Hay que decir que estos fueron los únicos contactos que Evola mantuvo durante los primeros años de su regreso a Roma, con jóvenes neofascistas. Había mantenido contactos con algunos personajes del MSI, pero sobre todo, colaboraba habitualmente con los medios monárquicos. Nunca había pertenecido ni al Partido Nacional Fascista, ni al Partido Fascista Republicano, ni al Movimiento Social Italiano, ni siquiera se había afiliado al Partido Monárquico. Era, pues, difícil, vincularlo orgánicamente -a través de tres artículos- con el grupo considerado como “núcleo duro” de los FAR. Más difícil aún era considerar que sus escritos eran obra de un “fascista”: de hecho, menudeaban las críticas al fascismo y él mismo se había visto, en algún momento del Ventennio amenazado por los escuadristas.

Sin embargo, la Oficina Política de la Jefatura de Policía construyó un dossier en el que se presentaba a Evola como un “ocultista” que realizaba “ritos mágicos” y había arrastrado a un grupo de jóvenes a la aventura terrorista. Y ese dossier fue la causa de que lo mantuvieran encerrado casi un año en la enfermería de la prisión de Regina Coelli, y que le llevaran en camilla a la sala del tribunal.

Se trató de un proceso que atrajo el interés de los medios de comunicación. Tanto las piezas de la defensa como el acta de la acusación, constituyen piezas únicas que describen perfectamente la Italia de la postguerra: un país ocupado y con unas leyes impuestas por el ocupante, presentes incluso en la propia Constitución. En especial, las alegaciones de Evola ante el tribunal, resultan importantes porque, en ellas repite las constantes que había defendido en el folleto Orientaciones (realizado, precisamente a petición de Rauti, Erra, Gianfranceschi, Graziani, y demás.

Con los años, el proceso se olvidó (especialmente porque las acusaciones se fueron disolviendo a medida que avanzó el juicio) y solamente se produjeron algunas condenas vinculadas a la colocación de explosivos y penas menores por “reconstrucción del partido fascista”. En cualquier caso, la historia italiana, en las décadas siguientes, mostró suficientes episodios de terrorismo, corrupción y desgobierno, como para que lo ocurrido en 1950 y 1951, se olvidara.

Guido Andrea Pautasso, se preocupó de reunir todos los documentos significativos de este proceso y reunirlos en un volumen de 400 páginas que ahora hemos traducido al castellano y publicado en dos volúmenes de los Cuadernos Evolianos, el VI y el VII y, que aparecerá resumido en el volumen LXXXVI de la Revista de Historia del Fascismo.

Consideramos que este documento es un instrumento imprescindible para comprender el punto de vista de Evola en relación al fascismo, las bases de su pensamiento político, la historia del neofascismo italiano de postguerra (que termina, en la práctica, con este juicio), los documentos que Evola aportó a las revistas de los jóvenes neofascistas, incluso los artículos de prensa que aparecieron sobre las detenciones y sobre el juicio (particularmente miserable fueron los artículos publicados por el diario comunista L’Unità en donde podemos leer una auténtica caricatura del proceso en la que nada, absolutamente nada, une la realidad objetiva con lo narrado por el periódico comunista. También se incluye la traducción de los casi artículos que la revista L’Asso di Bastoni (giornale anticanagliesco), una de las revistas del entorno “misino”, dedicó al proceso. Se incluye, igualmente, el texto de la defensa, el de la acusación, las declaraciones de Evola y, por supuesto, la sentencia. Se incluyen también tres documentos absolutamente desconocidos sobre los Fasci d’Azione Rivoluzionaria.

El sumario del Cuaderno VI incluye:

Introducción

Los Fascios de Acción Revolucionaria: del atentado (fallido) contra el buque Colombo al primer juicio inspirado en la ley Scelba (contra Evola)

El juicio contra Evola: un caso mediático en la Italia de los años 50

Nota sobre los textos

En prisión con Evola

El juicio contra los Fascios de Acción Revolucionaria

El juicio FAR — Notas

Acta del interrogatorio de Giulio Evola

Acta del interrogatorio del acusado Evola, Giulio Cesare

Denuncia contra Evola, Giulio Cesare

Respuestas de Giulio Evola al interrogatorio durante el juicio

Autodefensa de Julius Evola

Acusación

En defensa de Giulio Evola. Alegato

Desde Regina Coeli. Una carta de Evola

Una carta sobre el juicio. Qué es y que no es el neofascismo

Sentencia contra Evola Giulio Cesare

Sentencia contra Evola Giulio Cesare

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El sumario del Cuaderno VII incluye:

Documentos de los FAR

Programa de los FAR

Revolución

Bromas de la naturaleza

Precisiones de los FAR

Declaración de los FAR

Artículos de Julius Evola para La Sfida, I Nostalgici e Imperium

Coraje radical

Mensaje a la juventud

Significado de imperium

Imperio y civilización

Dos intransigencias

Quitar las máscaras

Panfletos.

Imperium

La juventud romana apoya a los camaradas en prisión

Reflexiones de Francesco Carnelutti

Crónicas periodísticas

37 detenidos por atentados terroristas

Ataques con bombas

Detenido Giulio Evola, líder terrorista

Legión Negra con dinamiteros del MSI

Colusión entre Legión Negra y gobierno

Misticismo de bajo nivel y bombas

Ataques terroristas en Roma

Los atentados en Roma

El juicio contra los bombarderos

General en activo jefe fascista

36 acusados

El juicio de la juventud [I]

El juicio de la juventud [II]

El juicio de la juventud [III]

Petición fiscal contra los neofascistas

El juicio de la Juventud [IV]

El juicio de la juventud [V]

El juicio de la juventud [VI]

Petición fiscal para los 21 imputados

Los FAR condenados en apelación

Bibliografía

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