lunes, 28 de febrero de 2022

YA NO QUEDA NADA POR DECIR SOBRE UCRANIA, ASÍ QUE VAMOS A LO IMPORTANTE

Parece como si los blogueros estemos obligados de hablar sobre Ucrania, tanto como hace unas semanas parecías “negacionista”, si no aludías al Ómicron, y antes tenían que lanzar piropos hacia el complejo LGTBIQ+ o eran un “machista homófobo”, y antes era obligatorio hablar sobre la crisis económica, y más atrás, sobre el “terrorismo internacional”, etc, etc, etc. Y, en realidad, los blogueros solamente estamos obligados a hablar de los que nos apetece: si fuéramos tributarios de la actualidad estaríamos trabajando para algún medio y no de manera independiente. Sinceramente, creo que ya no se puede decir nada más -al menos por nuestra parte- sobre la “crisis ucraniana”. Lo resumiré así:

CÓMO ESTÁ EL CONFLICTO UCRANIANO EN SU FASE DESCENDENTE

La actual fase de la crisis fue iniciada por Occidente formulando una invitación a Ucrania, para ingresar en el club OTAN-UE.

- Existía una guerra irregular en las republicas que hace ocho años se escindieron de Ucrania al estar compuestas por rusos y que, como Crimea, manifestaron su decisión en referendos irreprochables.

- Era, visiblemente, un pulso propagandístico entre la OTAN y Rusia, absurdo, porque la Rusia de Putin, no solamente no ha formulado ninguna ambición o reivindicación territorial sobre Europa del Este, ni por supuesto es comunismo, ni tiene intenciones de restaurar un régimen bolchevique, ni siquiera de extender el “izquierdismo”, ni ha manifestado ningún tipo de agresividad, sino porque Europa depende en grandísima medida de la energía vendida por Rusia.

- La escalada de agresividad, especialmente de Biden, la grandilocuencia del “defenderemos a Ucrania”, se ha saldado con el inicio de una operación LOCALIZADA y limitada por parte de las FFAA rusas que ha sido presentada en “Occidente” como una “invasión” y un ataque a “todo” el territorio ucraniano y como si se combatiera encarnizadamente en cada esquina y en cada ciudad. Y para ello, se han utilizado imágenes de otros conflictos, de videojuegos o simples montajes ad hoc.

- Después del tercer día, cuando Zelensky experimentó la certidumbre de que los cantos de sirena de Occidente no tenían la más mínima posibilidad de traducirse en una intervención militar efectiva a su favor, optó por lo que, desde el principio, era la solución más racional al conflicto: proponer el cese del conflicto, a cambio de la neutralidad de Ucrania. Asunto zanjado.

- Esta solución, sobre la que se está trabajando, redimensiona a la OTAN, reducida, de aparato “militar” a simple organismo de “operaciones psicológicas” y a los dirigentes de la UE -empezando por Borrell- como verdaderos bocazas. El problema es que,

Putin, quiere a Zelensky fuera de la jefatura del Estado, no sea que, dentro de unos meses, dé una nueva pirueta. Y la presencia de Zelensky y de la oligarquía ucraniana en el poder, es lo que va a hacer que las “operaciones psicológicas” de la OTAN, sigan dando la murga y distribuyendo fakes durante unas semanas.

Sobre los refugiados y sobre la “acción humanitaria”, ya se ha hablado suficiente: total, 5.000.000 más de “refugiados” -como ha anunciado la UE- llegados a Europa, no son nada nuevo. Lo que ocurrirá, lo sabemos todos: cuando cese el conflicto, la mayoría de ucranianos, retornarán -salvo los que tengan algún tipo de responsabilidad política pendiente- y los 5.000.000 de refugiados procederán de Asia, de África y del mundo árabe, y nadie se sorprenderá por ello.

Y ESTO NOS LLEVA A OTRO PUNTO: EL ADOCTRINAMIENTO CULTURAL

Y esto nos llega al tema que hoy, verdaderamente, me interesa. Porque, sobre Ucrania, como suele decirse, “está todo el pescado vendido”. Como saben algunos lectores, paralelamente al Info-Krisis, llevo una web de “series de televisión”, seriesTVinfo, que os invito a visitar. Tiene audiencias aceptables y lleva cinco años en activo y a fecha de hoy se han analizado y criticado 2.375 series emitidas por las televisiones (desde los años 50) y por los streamings actualmente existentes. Una de ellas, La vuelta al mundo en 80 días, estrenada el 24 de febrero de 2022, en Movistar+, ha colmado mi paciencia.

En efecto, el clásico de Julio Verne ha sido convertido en un instrumento de adoctrinamiento -otro más- en favor de la “corrección política”, “de la igualdad” y de todos y cada uno de los ideales del “nuevo orden mundial”. Os sugiero que leáis la crítica que me he visto obligado a hacer a esta serie: La vuelta al mundo en 80 días, “revisión” infame.

La serie (y cientos de productos que, especialmente, en los últimos tres o cuatro años, han invadido los streamings y que he renunciado a comentar, no tanto por su mensaje de adoctrinamiento sino por su bajísima calidad) tiende a difundir una serie de ideas pervertidas de las que podemos extraer un patrón:

1) Cualquier relato clásico de la literatura europea, o, incluso, episodios históricos, ocurridos o situados en siglos anteriores, se interpretan con la lógica del siglo XXI y, no solo eso, sino con la intencionalidad de mostrar que SIEMPRE ha ocurrido eso: Zeus era negro, la corte la Princesa Española estaba formada por árabes y negros, Ana Bolena -la pobre Ana Bolena- era una africana de tomo y lomo, Arsenio Lupin, por supuesto, era también africano, etc, etc, etc.

2) Cuando el crítico resalta estas incoherencias “étnicas”, siempre sale el talibán de la corrección política, argumentando que se trata de un “comentario racista”. Y la palabra, suele inmovilizar al crítico que decide dar explicaciones. En realidad, “explicaciones” existen: en general estos productos culturales, son, simplemente, malos (y otro tanto ocurre con las series LGTBIQ+), su intención adoctrinadora, es superior a sus cualidades estéticas o narrativas, hemos visto a actores geniales fracasar en series de este tipo (David Tennant, por ejemplo, se hunde en su interpretación del Phileas Fogg de La vuelta al mundo en 80 días).

3) Estas series no torpedean solamente la identidad europea, sino la propia historia y el pasado europeo. Tienden a demostrar que “negros” siempre han existido en Europa (hemos llegado a ver series en las que las legiones romanas, tenían un alto contingente de árabes y negros, o incluso poblaciones de la Anglia romana en la que los más respetados de la tribu eran africanos… Britannia, por ejemplo). Se trata, repetimos, de presentar la excepcionalidad étnicas del siglo XXI (solamente hay mezcla étnica en “Occidente”, en absoluto en Asia o África (que se considera un continente “negro”… mientras que Europa no puede, de ninguna manera, ser presentada como el continente “blanco”), como si otras razas hubieran estado siempre presentes y, mediante esta “mentira piadosa”, facilitar la “integración” de grupos étnicos que ni se sienten europeos, ni quieren serlo, ni les interesa serlo.

4) Este tipo de cine tiende a criminalizar todo lo europeo y, muy especialmente, el colonialismo europeo, especialmente en África y Asia. La serie que comentamos sobre el clásico de Verne, es un paradigma: Phileas Fogg es una especie de sparring para todas las razas de color, presentado, además, como un perfecto imbécil (rasgo con el que Verne jamás lo pinto), permanentemente sacado de apuros por su criado (Passepartout, convertido, como no podía ser de otra forma en un “francés negro”) y por la periodista que les sigue (la igualdad feminista exige que junto a un protagonista varón blanco, vaya una mujer, como si Don Quijote fuera acompañado por una escudera regordeta, sarcástica y bonachona, Doña Sancha Panza). La cuestión es que se da por supuesto que todas las “colonizaciones” fueron idénticas y que la acción depredadora de los anglosajones por todo el mundo o de Leopoldo de Bélgica en el Congo, es el paradigma de cualquier colonización, incluso de la española en América. La idea a transmitir es: “vosotros, europeos, hicisteis daño a los países que colonizasteis y ahora debéis de pagar admitiendo todo tipo de inmigración”. El problema es que los europeos de hoy, no tenemos porqué pagar los errores y las culpas reales o supuestos de nuestros tatarabuelos, especialmente porque África y Asia son independientes desde hace décadas y, al menos, en lo relativo a África, no parece que les vaya muy bien.

6) La conclusión final a la que nos pretenden llevar los adoctrinadores no es otra que la creación de una sociedad multiétnica e igualitaria, mestiza en todos los sentidos (como si entre las sinfonías de Beethoven y el tam-tam pudiera establecerse una “fusión”), en la que no hay espacio, no solamente para criterios de “superioridad” e “inferioridad”, sino que cualquier desigualdad, incluso la propia “diferencia”, debería ser proscrita en beneficio de un mestizaje igualitario homogeneizado. El problema es que, tal como podía preverse, el avance hacia ese modelo de sociedad, no se realiza, ni pausada, ni esperanzadoramente, sino que, cada vez, se evidencia más su imposibilidad. Basta con leer la prensa o, simplemente, acercarse a un bar y oír las conversaciones: la delincuencia está a la orden del día, la peligrosidad de los “recién llegados”, desdice por completo su voluntad de integración (el 80% de los detenidos en la ciudad de Barcelona proceden de grupos étnicos extraeuropeos). Por eso, en todos los países europeos están prohibidas las estadísticas con base “étnica” (lo que resulta imprescindible a la hora de establecer “perfiles” delictivos). Y lo que es todavía más grotesco: nadie se llama a engaño. Es un secreto a voces que la llegada masiva inmigración, ha generado un aumento de todos los problemas en el interior del continente europeo: desde bajas salariales, hasta delincuencia con todo lo que conlleva, pasando por problemas de convivencia en los barrios, problemas culturales, sobrecargas en el sistema sanitario, en el sistema educativo, en las subvenciones y ayudas sociales (porque, a fin de cuentas, las bolsas de inmigrantes son grupos clientelares subvencionados que paga la clase media europea), etc, etc, etc.

7) No se pretende “convencer”, SINO INTIMIDAR, a la mayoría de la opinión pública. No se aspira a que la población acepte el “adoctrinamiento” acelerado en materia étnica, sino algo todavía peor: acallar, mediante las palabras clave (“racismo”, “discriminación”, “odio”, etc) a cualquiera que perciba la naturaleza del problema y alerte sobre ella.

LA ABOLICIÓN DE IDENTIDADES COMO OBJETIVO FINAL

La única cuestión es porqué en los últimos años todo esto, que no es más que una consecuencia del delirio mundialista y universalista promovido por algunos centros de poder real (en especial el Foro Económico Mundial y su punta de lanza mundialista, la UNESCO) ha acelerado el paso en los últimos años, en cuatro terrenos: antirracismo, cambio climático, LGTBIQ+, e “igualdad”. La respuesta está muy clara: a corto plazo, el sistema económico mundial globalizado es inviable. El desplome económico que puede producirse en cualquier momento (con una economía lastrada por la deuda y por procesos inflacionistas que repercuten en la bajada de poder adquisitivo de los salarios, el aumento constante de cargas fiscales para satisfacer la ambición desmedida de la clase política y las bolsas neutralizadas en tanto que subsidiadas), hay que llegar a ese momento -a la vuelta de la esquina- con todas las “identidades” (nacionales, étnicas, sociales, sexuales, religiosas), abolidas, o de lo contrario, cualquiera de estas “identidades” podrá ser utilizada para reconstruir una situación de normalidad, lo que implicaría el enterramiento del proyecto mundialista.

Por eso hay que estar pendientes de los nuevos productos culturales que se van lanzando, especialmente en los streamings propiedad de los grandes fondos de inversión, de las dinastías económicas tradicionales y del “dinero nuevo” surgido al calor de las nuevas tecnologías de Silicon Valley.

Y eso me preocupa mucho más que el futuro de Zelensky o la operación de castigo de Putin que, por mucho que lo diga Borrell -¿os habéis fijado que cada vez tiene los ojos más cerrados, hasta el punto de que cabe preguntarse si su miopía política no es fruto de algún trastorno de la edad?- no llegará ni a Salt, ni a las rías gallegas, ni a Cádiz… que por cierto tienen problemas muy graves de los que la marejada Covid, la LGTBIQ+, la ideología del cambio climático y el “terrorismo internacional”. Creo que, si en el tema ucraniano está todo el pescado vendido, ahora hace falta volver la vista a problemas reales y cotidianos, que, por lo demás pueden resolverse fácilmente. Porque al campo si se le pueden poner puertas y porque 25 años de inmigración masiva (la cosa empezó en España con Aznar en 1996) ya han demostrado a lo que lleva. Ahora es el momento, de recuperar nuestra identidad en todos los terrenos. Solo de eso. Nada más que de eso.

 

viernes, 25 de febrero de 2022

CINCO DATOS PARA APROXIMARNOS A LA VERDAD SOBRE LA CRISIS UCRANIANA


Las ideas de este artículo son cinco:

1) Las noticias falsas sobre “brutalidades rusas” han comenzado a multiplicarse en los canales de televisión y en redes sociales (hemos pillado una de ellas),

2) La única guerra que la OTAN está en condiciones de emprender es la “guerra psicológica”.

3) Las sanciones económicas impuestas por la UE son limitadas en intensidad y en el tiempo y son la prolongación de las que ya estaban en vigor desde hace ocho años

4) Rusia, mediante las criptomonedas, puede eludir cualquiera de las sanciones económicas impuestas y

5) La OTAN ha demostrado ser una “alianza militar” incapaz de ofrecer “seguridad militar” a quien invita a ingresar en el club. Un toque de atención para los estados miembros.

Veamos cada una de ellas con cierto detenimiento

1) NOTICIAS FALSAS PILLADS IN FRAGANTI

Los sucesos de Ucrania son lo suficientemente dramáticos como para que no haga falta exagerar. Está muriendo gente. Y no desde ayer, sino desde hace ocho años, cuando Ucrania, espoleada por “Occidente” (esto es por la OTAN, es decir, por el “imperio” y sus “vasallos” europeos) decidió que quería seguir gobernando en regiones que jamás habían sido ucranias y que solamente estaban incorporadas a esa república de la URSS desde lo más tenebroso del estalinismo. Esto viene a cuento de que hoy, los espectadores de Antena 3 y de otros canales se han despertado con imágenes escalofriantes de lo que, según nos contaban, era el “ataque ruso a Ucrania”. Y, en efecto, las imágenes eran espectaculares: la explosión parecía casi una bomba nuclear. Lamentablemente, eran imágenes que no corresponden al conflicto ucraniano, sino a la explosión ocurrida en 2015 en una fábrica en Tianjin, China

He estado buscando en Internet y, efectivamente, no era yo solo quien tenía esas imágenes en la retina, sino que otros internautas -y algunos grupos de “verificación” de noticias- también lo han advertido. Este vídeo de youtube (en inglés, pero cuyo texto viene traducido al castellano) da cuenta de las imágenes a las que aludimos y de dónde proceden: https://www.youtube.com/watch?v=KoaBZms_KQo

¿Qué se pretende con estas imágenes? Está claro que demostrar la “brutalidad” del ataque ruso. Hay que recordar que, en los informativos, estas imágenes -y seguramente otras muchas tan falsas como estas- han acompañado a otras con mujeres llorando, caravanas de personas aterrorizadas huyendo de los combates (presuntos o reales), etc. En su conjunto, el informativo tiende a sensibilizar a la opinión pública sobre un ataque “brutal” contra una población “indefensa”… Ahora bien, si quitamos la imagen de la explosión de Tianjin, veremos que todo se reduce a una dimensión mucho más reducida. A algún corresponsal de las cadenas nacionales, cuando, desde Madrid se le ha preguntado, si estaba “oyendo las explosiones de bombas en la capital ucraniana”, daban respuestas embarazosas: “No, desde donde estoy no oigo explosiones… pero seguramente en el otro extremo de la ciudad se han producido”

2) LA ÚNICA GUERRA EN CONDICIONES DE ASUMIR LA OTAN: “GUERRA PSICOLÓGICA”

Técnicamente, a esto se le llaman “operaciones psicológicas”. Un departamento dedicado a estas actividades está integrado en los Estados Mayores de todo el mundo (habitualmente, en su “sección séptima”). Su trabajo, en principio, consiste en trasladar informaciones de ámbito militar a la opinión pública… pero, claro está, que la función real consiste en adaptar a la opinión pública para que reaccione tal como lo exige una situación política concreta. Recordemos el asunto de las “armas de destrucción masiva” que precedieron a la invasión norteamericana en Iraq: pero durante varios meses, el bombardeo sobre el tema era continuo, hasta el punto de que la sorpresa vino, cuando destruido el régimen de Saddam Hussein, esas armas no aparecieron. Todo había sido una “operación psicológica” para predisponer a la opinión pública de “Occidente” a que aceptara la inevitabilidad de la invasión que había decidido el complejo militar-petrolero-industrial de los EEUU. Desde entonces, nada ha cambiado, o, mejor dicho, hoy las “operaciones psicológicas” cuentan con más medios.

Recomiendo ver la película Cortina de Humo (protagonizada por Robert de Niro y Dustin Hoffman) filmada en 1997, donde se presenta el método para generar de la nada un problema y, además, convertir a patanes en héroes y allí donde no ha ocurrido nada situar una guerra. La película puede ser “bajada” a través de eMule, o si se prefiere de los Torrents en https://rojotorrent.com/pelicula/6395/La-cortina-de-humo

No es nada nuevo especialmente si tenemos en cuenta que semanas antes de que estallara la “guerra hispano-norteamericana” de 1898, los diarios de la cadena Hearst difundían sistemáticamente informaciones absolutamente falsas sobre las presuntas “brutalidades” cometidas por el ejército colonial español en Cuba. No solo eso, pocos días antes de la explosión del acorazado Maine en la rada de La Habana, el propio yate de Randolph Hearst ¡había estado atracado junto al acorazado que volaría unos días después! Sin olvidar el “incidente de Tonkin” que dio el pistoletazo de salida a la guerra del Vietnam y que jamás existió (salvo para los medios de información). Por no hablar, claro está, del “incidente Gleiwitz” que tampoco existió y que se construyó muy a posteriori para justificar la entrada de Francia e Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial.

Hoy, las “operaciones psicológicas” son más necesarias que nunca para la OTAN. Examinad lo que ha ocurrido y lo que no cuentan los medios.

El conflicto se inicia cuando la OTAN presiona a Ucrania para integrarse en la alianza. Ucrania está de acuerdo, porque, además, le proponen ingresar también en la UE, lo que significa, dinero: fondos para seguir alimentando a su oligarquía. No es raro que el gobierno ucraniano mirara con esperanza esta posibilidad: sabía que la UE ha donado fondos ingentes a países como España o Grecia, que se han perdido por los senderos de la corrupción ¡y no ha pasado nada! Así que el atractivo del paquete OTAN-UE era enorme para la oligarquía.

Pero, claro, el problema era Rusia. Era evidente que se tomarían mal la instalación de misiles de la OTAN en la frontera ruso-ucraniana. Así pues, había que obtener “garantías” de que, en caso de que la tensión aumentara, la OTAN respondería como se espera de un aliado: respondiendo a la agresión con las armas… A fin de cuentas, la OTAN es una “alianza militar”.

Pero no, la respuesta de “Occidente” han sido únicamente “sanciones económicas”. No ha existido respuesta militar, solo “económica”, lo que, por cierto, no es la mejor garantía de credibilidad para una “alianza militar”.

3) LAS SANCIONES ECONÓMICAS, UNA VIEJA HISTORIA

Los medios de comunicación insisten en la “importancia” de estas sanciones. Me he tomado la molestia de recurrir a una página oficial de la UE en donde se detalla la naturaleza de estas sanciones. Este es el enlace: https://www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2022/02/21/ukraine-s-territorial-integrity-eu-targets-five-more-individuals-with-restrictive-measures/

Han sancionado a todos y cada uno de los diputados de la Duma que votaron a favor del reconocimiento de las Repúblicas de Lugansk y del Donnest. Y también a los cinco diputados enviados por Crimea, cuya integración en Rusia (Crimea siempre ha sido rusa, salvo en los años del estalinismo), la UE “no reconoce”. Y luego están las sanciones más directamente económicas. En la web de la UE puede leerse:

“Las medidas restrictivas relativas a acciones que socavan o amenazan la integridad territorial, la soberanía y la independencia de Ucrania se introdujeron por primera vez el 17 de marzo de 2014. Desde entonces, se han ampliado periódicamente. La última prórroga cubre el período hasta el 15 de marzo de 2022. Otras medidas de la UE implementadas en respuesta a la crisis en Ucrania incluyen sanciones económicas dirigidas a sectores específicos de la economía rusa, actualmente vigentes hasta el 31 de julio de 2022 y medidas restrictivas en respuesta a la anexión ilegal de Crimea y Sebastopol, limitadas al territorio de Crimea y Sebastopol y actualmente en vigor hasta el 23 de junio de 2022”.

Así pues, la mayoría de sanciones no son nuevas: estaban ya vigentes desde mazo de 2014. Y las que se imponen ahora estarán vigentes hasta el 31 de julio de este año, y las que aluden a Crimea hasta el mes de junio… Esto me recuerda al chiste aquel de “Me han dado una paliza” y el otro le dice, “pero ¿te has vengao?”. “Hombre, es que, si no me vengo, me matan”. La “venganza” de la UE han sido estas “sanciones económicas”, certificando así su impotencia y su seguidismo hacia la política del títere arteriosclerótico que gobierna en la Casa Blanca por cuenta del complejo petrolero-militar-industrial y del mundialismo

En sí mismas, las sanciones de la UE son la demostración de la impotencia de una “federación” construida sobre intereses económicas, incapaz de adoptar soluciones políticas, y ni siquiera de estar en condiciones de garantizar la seguridad de sus miembros que se hipoteca al Pentágono.

4) RUSIA ESTÁ EN CONDICIONES DE ELUDIR ESTAS SANCIONES, MÁS QUE HACE 8 AÑOS

Las sanciones norteamericanas son algo más duras. Y según informan los medios, pueden tener efectos demoledores sobre la economía rusa. En realidad, no es así. Y esto por dos motivos:

1) Las sanciones aprobadas en 2014, no surtieron el efecto “demoledor” esperado. La economía rusa no se ha resentido, es más, ha seguido tendiendo puentes a la UE: el Nord Stream, sin ir más lejos, el gaseoducto que garantiza el suministro de gas ruso a Europa. Tal como están concebidas, las sanciones pueden ser mucho más perjudiciales para la UE que para Rusia, en la medida en que implicarán aumentos brutales en el precio de la energía, del gas, de la electricidad y del carburante, así como de sus derivados.

2) Desde 2014 han aparecido las criptomonedas, hoy ya no es necesario pasar por el dólar (ni siquiera por el euro) para realizar operaciones económicas internacionales y burlar cualquier compra de material. Es cierto que la tecnología que avala estas monedas digitales implica la existencia de un “libro contable” en el que quedan registradas todas las operaciones. Es cierto que un hacker de a pie no podría convertir en opacas estas operaciones que implican miles de millones de divisas convencionales, pero un Estado tendría a su alcance los medios para hacer opacas estas operaciones.

5) LA OTAN, VERDADERO “CAPITÁN ARAÑA”

La OTAN, la capacidad militar de los EEUU, existen, sí, pero los años de la Guerra Fría malacostumbraron al Pentágono: incluso en sus guerras contra enemigos de escasa entidad (Vietnam, Afganistán, Iraq, etc, etc, etc) han salido derrotados. El despliegue, por ejemplo, que precedió a la guerra de Iraq duró meses y solamente se decidieron a realizar ataques con misiles y bombardeos a gran altitud, cuando estuvo instalado el último chiringuito de MacDonals en las bases norteamericanas instaladas en Arabia Saudí.

El caso de Ucrania, ha demostrado, no solamente que Europa carece defensa autónoma, sino que la OTAN ni siquiera está en condiciones de defender a aquellos a los que invita a entrar en el club.

Ahora sabemos que, en caso de conflicto con Marruecos, no solamente la OTAN no acudiría en defensa de las posiciones españolas, sino que, además, ni siquiera podríamos utilizar equipos de fabricación norteamericana. Algo parecido ocurrió en la guerra de Ifni en los años 50, cuando las bandas marroquíes atacaron las posiciones españolas y las fuerzas aéreas no pudieron utilizan ni los F-80, ni los F-86, ni los Douglas DC-3, enviados como ayuda militar por los EEUU y, por última vez, volaron los Messerschmidt 109, los Junker 86 y los Heinkel 111 de la Segunda Guerra Mundial… Con aliados así, no necesitas enemigos.

Las consecuencias militares de este conflicto, nos obligan a plantear dos cuestiones:

- ¿Para cuándo la disolución de una alianza inútil como la OTAN, creada para la guerra fría y que debía haberse disuelto al concluir esta?

- ¿Para cuándo una defensa europea común digna de tal nombre?

- ¿Para cuándo una política de defensa realista que garantice la independencia, seguridad y capacidad de Europa?

Sí, ya sé que los gobiernos actuales en Europa no tienen respuestas a algo sobre lo que nunca habían pensado. Subrogando la defensa europea al “imperio”, lo único que han conseguido es convertirse en “vasallos” del mismo. ¿O es que, acaso pensáis que los “imperios” tienen “aliados”?

jueves, 24 de febrero de 2022

NO ES LA GUERRA QUE ESPERABA “OCCIDENTE”…

La noticia del desencadenamiento de hostilidades en “Ucrania” ¿es la guerra? ¿A partir de ahora toca plantearse si hay que “morir por Kiev”? ¿Existe peligro de guerra generalizada? Vale la pena lanzar todas estas cuestiones para tener claro lo que está ocurriendo en estas horas.

Existe, desde el principio de esta crisis, reiterados intentos de intoxicación informativa por parte de “Occidente”: se ha insistido en que Rusia pretendía “invadir Ucrania”. No era así: en realidad, desde el principio de la crisis -incluso desde hace ocho años- Rusia ha denunciado distintas vulneraciones de los derechos humanos de la población rusófona (¡un 40% del total!) residente en Ucrania.

“Occidente” ha seguido denunciando la “anexión” de Crimea (que solamente había formado parte de Ucrania desde el período estalinista y que se realizó tras un referéndum en el que la población apoyó masiva e inequívocamente su carácter ruso). “Occidente” ha vuelto a denunciar reiteradamente, la existencia de las Repúblicas del Donetsk y de Lugansk, que, así mismo cuentan con la casi totalidad de la población rusoparlante y cuyo deseo de integrarse en la Federación Rusa es inequívoco. De hecho, incluso, Kiev las consideraba como formalmente fuera de su territorio (los servicios públicos, los salarios de funcionarios y las pensiones, desde hace ocho años son aseguradas por Moscú ¡no por Kiev!).

Cuando hace un mes, “Occidente” desencadeno la crisis, acelerando el proceso de integración de Ucrania en la OTAN y en la UE, abrió la caja de los truenos e hizo posible llegar hasta donde nos encontramos hoy.

Vale la pena establecer que, lo visto en las imágenes retransmitidas por los medios esta mañana y en las declaraciones realizadas por los mandatarios de “Occidente” y de Rusia, puede certificarse:

1) Que se las imágenes bélicas ocurridas hoy son el resultado de una escalada que tiene como origen el intento de integrar en la OTAN y en la UE a Ucrania.

2) Que mientras se ha sucedido la crisis, “Occidente”, para demostrar una “fuerza” y una “unidad” que solo existe sobre el papel, ha ido decretando sanciones económicas contra Rusia.

3) Que el resultado de esta escalada ha sido el reconocimiento de las Repúblicas de Donestk y de Lubansk por parte de Moscú y asumir la protección de estos territorios que, realmente, ya eran independientes de Kiev desde hace ocho años.

4) Que la operación militar rusa se ha desencadenado después de que estallaran diversas bombas y se produjeran atentados en las capitales de esas dos repúblicas.

5) Que se trata de una acción limitada a estas dos repúblicas para que no interfiera en la voluntad expresada por los pueblos de estas dos repúblicas de independizarse.

6) Que, en cualquier caso, no es un ataque masivo contra Ucrania, sino, únicamente de garantizar la supervivencia y la estabilidad de las zonas que hace ocho años decidieron independizarse de Kiev.

7) Que los medios de comunicación de “Occidente”, se equivocan o mienten al aludir a una supuesta “invasión de Ucrania”.

Es importante no perder de vista todos estos aspectos que constituyen lo esencial de la crisis. Vale la pena, ahora, establecer algunas precisiones complementarias:

- ¿A qué nos referimos al aludir a “Occidente”?

Respuesta: se trata de un concepto caduco y vacío generado durante la “Guerra Fría”, que supone la comunión de intereses entre Europa y los Estados Unidos. Este concepto dejó de tener sentido tras la caída de la URSS, cuando la OTAN se quedó sin adversario. El “eje atlántico” se mantuvo con vida gracias a la creación de enemigos más o menos ficticios (el “terrorismo internacional”, “Saddam Hussein”, “Afganistán”…) y, en lugar de disolverse como “alianza militar”, la OTAN apuntó contra Rusia durante el período de gobierno de Boris Eltsin, agregando a antiguos miembros del Pacto de Varsovia. Si hoy, Rusia estuviera dirigida por un alcohólico irresponsable -como lo estaba entonces- Ucrania haría tiempo que formaría parte de la OTAN. El problema para “Occidente” es que Rusia ha reconstruido su poder militar y económico. E, igualmente, “Occidente”, cada vez es más una entelequia inviable que se reduce a un conjunto de intereses económicos, no siempre convergentes.

- ¿Los intereses de la OTAN coinciden con los de la UE?

Respuesta: en absoluto, desde el momento en el que Rusia no es la URSS estalinista o neo-estalisnista, expansiva y que aspiraba a la hegemonía mundial. Rusia es hoy un país que ha renunciado a cualquier veleidad expansionista y con el cual, Europa está obligada a mantener buena vecindad y relaciones económicas estables, máxime cuando el gobierno de Moscú nunca ha presentado reivindicaciones territoriales a países europeos. Sin embargo, los EEUU siguen empeñados en demostrar su hegemonía militar (actualmente en único y verdadero “respaldo” a su moneda) y su carácter de “imperio” en relación a sus “vasallos” europeos. Por su parte, los gobiernos europeos siguen manteniendo la inercia de la Guerra Fría, cuando aceptaban disminuir sus presupuestos militares y confiar su defensa al Pentágono. Pero, desde el punto de vista económico y, especialmente, energético, los países europeos dependen cada vez más de Rusia y, por tanto, más que nunca, precisan buenas relaciones económicas y comerciales con este país. Y hace falta tener presente que todo lo que Europa compre a Rusia en materia energética, son miles de millones que deja de comprar a otros países… entre ellos EEUU (que, en la actualidad está aumentando la exportación de gas natural a Europa, más caro que el adquirido a Rusia). Por todo ello, cabe decir que, nunca como hoy, en 2022, los intereses de la OTAN (esto es, de su patrón, los EEUU) han estado están tan alejados de los intereses de Europa.

- ¿Existe riesgo de guerra generalizada?

Respuesta: una vez más, los únicos que aspiran a una guerra generalizada convencional, se encuentran alejados de Europa. Son los mismos que, desde 1945 quisieron convertir el territorio europeo en el escenario de un conflicto con la URSS. Son los mismos centros de poder, conscientes de la pérdida de influencia de los EEUU en el mundo y del riesgo de que esto implique una devaluación del dólar; son los que conocen la absoluta insostenibilidad de la deuda pública de los EEUU, los que quieren mantener en pie un “imperio mundial” para mayor rentabilidad de sus fondos de inversión y para el bienestar de sus élites más frívolas e irresponsables; son los que verían como una posibilidad de negocio, reconstruir una Europa destrozada por un conflicto generalizado, como ya hicieron en 1939, cuando el presidente Roosevelt, que todavía no había logrado sacar a los EEUU de la crisis de 1929, presionó hasta hacer imposible una salida pacífica al a crisis germano-polaca, de la cual, en 1945 extrajo buenos beneficios sobre un continente destrozado. El riesgo de guerra generalizada era algo que podía presentirse desde que las elecciones -más o menos fraudulentas- colocaron en la Casa Blanca a un presidente visiblemente incapacitado y enfermo, títere ideal de los intereses económicos, del complejo militar-petrolero-industrial y de los fondos de inversión que constituyen el verdadero gobierno de los EEUU. Son estos sectores los únicos que saldrían beneficiados, no solamente de una guerra generalizada, sino del peligro de guerra (que, como está ocurriendo en estos momentos, genera caídas en bolsa y posibilidad momentánea de comprar acciones por debajo del precio de hace solo unos días).

- ¿Quiere Rusia una guerra generalizada?

Respuesta: Putin es un gobernante enérgico, no un loco imperialista. Quiere hechos, no palabras. Exige que sus interlocutores no “mareen la perdiz”. No está dispuesto a perder años en “ofensivas diplomáticas”, “palabras, palabras, palabras”, difusión de fakes news o regates en corto. Cuando el primer ministro ucraniano le ha llamado, el Kremlin no ha descolgado el teléfono. Moscú no habla con títeres. En su alocución de esta madrugada ha repetido en varias ocasión la idea que esta operación tiene como único fin, defender la integridad de los ciudadanos que han elegido la independencia de Ucrania y el objetivo es la protección de la población rusófona. Las imágenes bélicas difundidas por los medios esta mañana, demuestran que no se trata de un ataque generalizado, sino de una advertencia a Kiev: no es un juego y no puede deshojarse la margarita de la OTAN y de la UE, de los misiles en la frontera rusa, eternamente. Si Kiev no lo ha entendido hasta ahora, si la mafia oligárquica que gobierna allí todavía cree poder integrarse en la OTAN y “poner el cazo” a las ayudas de la UE, ahora es consciente de lo que puede ocurrir. Si Kiev (y la OTAN) no se han enterado de cuál es la voluntad de las Repúblicas del Luganks y del Donestk, ahora ya no queda la menor duda. En cuanto a las sanciones económicas de “Occidente”, está claro que van a tener poco efecto, incluso, breve duración: Europa no puede prescindir del gas ruso, es más, los gobiernos europeos no pueden garantizar su relección ni su estabilidad mientras el precio del gas, de la electricidad y de la gasolina sigan subiendo. Y este será el efecto inmediato de estas sanciones

- ¿Existe una solución global a la crisis?

Respuesta: si, la neutralidad de Ucrania (lo que implicaría un cambio de gobierno en Kiev y la destrucción de la oligarquía mafiosa que hace y deshace a su antojo en el país) que llevara a una equidistancia: ni Moscú, ni “Occidente”, pero con relaciones comerciales y buena vecindad con Moscú y con la UE. La UE no extrae beneficios de colocar misiles nucleares a 1.000 km de Moscú en la frontera ruso-ucraniana. Ahora bien, esta no es una solución definitiva: es solamente la solución a la crisis actual. La solución definitiva pasa por la disolución de la OTAN como alianza militar patroneada por los EEUU, la creación de una defensa europea autónoma de la OTAN, el restablecimiento de relaciones económicas y diplomáticas con Moscú. Esto implicaría extender la neutralidad de Ucrania a todo el territorio europeo. Esta es la única perspectiva que garantizaría una paz sin tensiones en las próximas décadas y el mantenimiento de un “orden mundial” que ganaría estabilidad en cuanto más autónomos e independientes fueran las unidades geopolíticas que entraran en juego: Rusia, China, EEUU, Europa, Iberoamérica, mundo árabe, sur asiático… La consigna debería ser, pues, hoy: “La neutralidad de Europa, pasa a través de la neutralidad de Ucrania”. Cualquier otra salida supondría una pérdida de independencia, autonomía e identidad por parte de Europa.

 

miércoles, 23 de febrero de 2022

CANADÁ Y EL PROTOCOLO DEL FORO ECONÓMICO MUNDIAL PARA DESACTIVAR PROTESTAS

Hace quince días fuimos de los primeros que nos permitimos llamar la atención -a causa de los lazos que nos unen con aquel país- sobre la huelga de camioneros que había estallado en Canadá y que durante dos semanas sitió la sede del gobierno canadiense en Ottawa y obligó al primer ministro, Justin Trudeau, literalmente, a refugiarse en lugar desconocido, pretextando haber dado positivo en un test PCR… Estos días se cumple el primer mes de movilización y los medios de comunicación españoles apenas han tratado la cuestión, a pesar de su importancia.

LA MENTIRA COMO ARGUMENTO CENTRAL DE TRUDEAU

Las escasas informaciones que se han publicado en los medios convencionales, nos dicen que la situación se ha calmado. Justin Trudeau, reaparecido (pero todavía con cara de susto), denunció que las protestas de camioneros canadienses están “financiados” y “apoyados” desde EEUU “y desde otras partes del mundo”. Es, por supuesto, mentira: pero el petimetre que gobierna en Canadá -y con el los que le han colocado allí, funcionarios del Foro Económico Mundial- sugiere que el ex presidente de los EEUU Donald Trump está apoyando “financieramente” a los camioneros. En realidad, Trump, lo único que ha hecho, ha sido manifestar -en varios mítines masivos- su apoyo a los camioneros. En cuanto a los apoyos “desde otras partes del mundo”, la frase es suficientemente ambigua para sugerir confusión: Trudeau quiere hacer pasar por un “apoyo financiero” y una “instigación”, lo que solamente han sido en Francia, en Australia, en Nueva Zelanda, reproducciones del mismo problema: hartazgo por las medidas anti-covid y por la obligatoriedad de unas vacunas cada vez más cuestionadas.

Desde el principio, Trudeau ha mentido sobre la naturaleza de las protestas: inicialmente, tanto él como los medios de comunicación, rodearon la movilización de camioneros con el “cerco del silencio”: optaron por “apagar” cualquier tipo de información, a nivel nacional y mundial, sobre el movimiento. Luego, cuando a través de redes sociales (y, especialmente, a través de youTube) fue imposible ignorar el movimiento, la política informativa de Trudeau tendió sistemáticamente a falsear la importancia y los motivos de la protesta, presentando a los camioneros como “negacionistas”. Ahí fue cuando el movimiento se extendió a toda la sociedad. La mentira era tan flagrante que se volvió contra quienes la habían difundido: el movimiento, en realidad, era un movimiento de protesta contra la obligación de vacunarse, contra las restricciones, contra las malas políticas sanitarias, contra la presión fiscal y contra el encarecimiento de la vida. A partir de ese momento, se transformó también en un movimiento cívico contra el gobierno de Justin Trudeau y, lo que es más importante, contra todos los rubros de la “Agenda 2030” que ha encontrado en la figura de Trudeau a un mix entre lo más parecido de Pedro Sánchez y ZP: el carácter sociópata del primero y la ideología “bamby” del segundo.

Cuando los camioneros llegaron a Ottawa, Trudeau, aterrorizado, huyó y se ocultó en paradero desconocido, alegando “motivos de salud”. Por entonces, el movimiento popular de protesta era imparable. La población de Ottawa y de los lugares por donde pasaban las columnas de camiones, recibían el apoyo, la ayuda en forma de víveres, de carburante y de muestras de simpatía de TODA la población. Mientras, los medios de comunicación, seguían difundiendo -patéticamente y cómo podían- la versión oficial: “todo es cuestión de una protesta de ‘negacionistas’ y de unos camioneros que se muestras ‘especialmente violentos’”. Pero toda la población sabía que no era así: a través de youTube se habían ido difundiendo imágenes de camioneros confraternizando con la policía, de campamentos en los que no existía la menor tensión. Además, estas informaciones ya tenían poco impacto: la población había dado completamente la espalda a los medios convencionales y se preocupaba de buscar informaciones “no sospechosas”, transmitidas por sus vecinos y amigos. No había rastros de violencia… La mentira seguía siendo el arma preferida del petimetre asustado. Nadie creyó, por ejemplo, la información distribuida por un diario gubernamental según la cual en un bloqueo fronterizo en Alberta, la policía incautó “una provisión grande de armas y acusó a cuatro manifestantes de conspirar para asesinar a oficiales de policía”. No se ha producido ni un solo episodio de violencia en el curso de estas manifestaciones.

AL FINAL SIEMPRE HUBO UN PELOTON DE SOLDADOS ¿QUÉ SALVÓ A TRUDEAU?

El 15 de febrero, a la vista de que la protesta no cedía, el lacayo del Foro Económico Mundial, aconsejado por sus asesores, se decidió a aplicar la Ley de Seguridad Canadiense, declarando el “estado de emergencia”. Se da la circunstancia de que el padre de Justin Trudeau, Pierre Trudeau (otro “liberal”), era el ÚNICO que había recurrido a esta ley hace cincuenta años. Justin admitió que la aplicación de esta ley era “el último recurso” para “restablecer la normalidad”. Volvió a repetir que los “camioneros” habían protagonizado “disturbios”, que habían “perturbado el orden” y causado “pérdidas millonarias”. La aplicación de esta ley suponía que Trudeau podía recurrir al ejército para desalojar a los camioneros y suspender los derechos de los ciudadanos a circular y reunirse libremente, el gobierno podía bloquear sin autorización judicial las cuentas de los sospechosos de “financiar el bloqueo” (es decir, las “cajas de resistencia” con las cuotas aportadas por los camioneros y por la población canadiense que se solidarizó con ellos) hasta el punto de que una sola donación de 1 dólar canadiense puede bastar para justificar el bloqueo de cuentas. Así mismo, los camiones que participasen en las protestas podían ser incautados

Justin mostró un rostro congestionado y convulso cuando anunció esta medida: era perfectamente consciente de que el electorado no se lo perdonaría jamás. Cuatro provincias federadas manifestaron inmediatamente su oposición a la medida. Los camioneros se negaron a disolverse y prosiguieron y se redoblaron las protestas en las calles. El ministerio de defensa vio su centralita bloqueada por miles y miles de llamadas que pedían que las Fuerzas Armadas protegieran a los camioneros en lugar de cargar contra ellos. Por su parte, el parlamento que debía ratificar la medida una semana después de su aplicación (el día 22) no termina de ponerse de acuerdo. Los diputados que apoyan al “liberal” Trudeau, son conscientes de que ponerse de su parte tiene un tributo que no todos están dispuestos a pagar.

Para entender lo que ha ocurrido y está ocurriendo en estos momentos, es preciso conocer la psicología canadiense: se trata de un pueblo -especialmente en el Quebec y en las grandes capitales anglófonas, tranquilo, a diferencia del “vecino del sur”, en absoluto dado a la violencia y a recurrir al enfrentamiento a la primera ocasión, que ha renunciado a la utilización de armas de fuego y que, salvo en algunas zonas, apenas existe delincuencia o ésta ha sido vencida. Nadie quiere violencia en Canadá y nadie está dispuesto a romper la concordia, tal como se ha demostrado con los habituales episodios de confraternización entre policía, camioneros y ciudadanos que acudían en apoyo de los primeros. Así mismo, la mentira pronunciada desde una tribuna pública, arroja una maldición sobre quien la pronuncia. Estas “tradiciones nacionales” explican que, los camioneros aceptaran ser desalojados oponiendo resistencia pacífica y que el prestigio de Trudeau y del Partido Liberal (a pesar de su nombre, sería equiparable al PSOE de aquí) se haya desplomado en los sondeos.

FRENTE A APOYO POPULAR, CENSURA Y REPRESIÓN

Lo que más ha preocupado a los medios mundialistas, es que este movimiento de protesta, que ya ha demostrado su fuerza, prolongue su existencia. Wesley Wark, investigador de alto rango del Center for International Governance Innovation, un grupo canadiense de políticas públicas, reconoció que el movimiento “Recibió bastante apoyo para propagar su mensaje”. Los manifestantes exigían un alto a todas las medidas gubernamentales contra la pandemia, pero pedían mucho más: era una protesta contra la “Agenda 2030” y sus objetivos.

Además, las movilizaciones pusieron de manifiesto que, a pesar de la censura en redes sociales, especialmente en Facebook, y en los medios de comunicación convencionales, la información, libre y veraz, circulaba como un reguero de pólvora. Y, si bien es cierto que, movimientos de este tipo han aparecido un poco por todas partes (los “chaquetas amarillas” en Francia, los “indignados” que hace una década protestaron por la crisis económica, y existen dificultades en transformarlos en alternativas reales, lo cierto -y seguramente, lo más importante- es que estos movimientos evidencian el descrédito de los portavoces gubernamentales, y el estado de ánimo de una población, cada vez más hastiada de su clase política, de la presión fiscal, de las obsesiones y mentiras impuestas por el Foro Económico Mundial y de la “corrección política”.

Las protestas y, especialmente el bloqueó de las rutas clave entre Canadá y Estados Unidos obligó a las fábricas automotrices a reducir su producción y causó una alteración en el flujo comercial que se calcula en unos 300 millones de dólares al día. Pero, en la mentalidad canadiense, estos perjuicios son asumibles, “si la causa es justa”. Las medidas de Trudeau propiciaron que la Asociación Canadiense de Libertades Civiles tomara acciones legales para anular la orden, tildada de “inconstitucional”.

En los partidos canadienses, las manifestaciones han causado un verdadero seísmo: el líder del Partido Conservador, Erin O’Toole, fue forzado a dimitir y remplazado por un partidario acérrimo de las manifestaciones. Doug Ford, el primer ministro de Ontario, suspendió el requisito de comprobante de vacunación y los límites de aforo para los negocios antes de lo previsto. Maxime Bernier, el líder del Partido Popular de Canadá, un grupo de derecha que no tiene escaños en el Parlamento, hizo acto de presencia en las manifestaciones.

LA OFENSIVA FINAL CONTRA EL CONVOY DE LA LIBERTAD

La ofensiva sobre el autodenominado Convoy de la Libertad comenzó el viernes por la mañana cuando cientos de policías, algunos con porras antidisturbios, acudieron al campamento de los manifestantes en el centro de Ottawa. Varios de los presentes se negaron a irse. Formaron una fila frente a los agentes que se acercaban y unidos de brazos cantaron el himno nacional.

La policía, optó por desalojar por la fuerza a los camioneros y a la población civil utilizando gas pimienta y granadas de gas. Las únicas imágenes de violencia que se produjeron y que han dado la vuelta al mundo, muestran violentos forcejeos entre centenares de manifestantes y agentes, algunos a caballo. Quienes se resistían los tiraban al suelo y los esposaban por la espalda. Más de 170 personas han sido arrestadas y 38 vehículos incautados tras dos días de ofensivas. Se trata de la mayor operación policial en la historia de Canadá.

A partir del 20 de febrero, la ocupación de las calles en Ottawa, había concluido. Las avenidas estaban vacías y ocupadas por furgones policiales. Solamente una zona del centro permanecía anteayer cercada. La policía desalojó a un grupo de varios miles de manifestantes que ocupaban el estacionamiento de un estadio de béisbol. En las afueras, dos decenas de camiones pesados y otros vehículos se reunieron de nuevo.

Hay que añadir que, tras desalojar Ottawa y los puentes que unen Canadá y EEUU, blindando el centro de Ottawa con cientos de policías y restableciendo la normalidad en las calles, a día de hoy, Trudeau ha comunicado que “el estado de emergencia en el país no ha terminado”… Un portavoz del ministerio del interior, añadió que la “operación policial no ha terminado y que proseguirá durante meses tratando de identificar e inculpar a los participantes en las protestas”.

Entre las personas detenidas figura Pat King, uno de los manifestantes que más se destacaron en las protestas. Otros dos organizadores del denominado convoy de la libertad de los transportistas, Chris Barber y Tamara Lich, ya habían sido detenidos el jueves. Los tres se enfrentan a cargos por incitación a cometer daños, obstrucción a la justicia y desobediencia a una orden judicial. En el momento actual, se han producido 200 detenciones y se han congelado 32 millones de dólares canadienses en donaciones y cuentas bancarias vinculadas al movimiento de los camioneros.

“La lección más importante de todo esto es que todos aprendimos que tenemos poder”, comentó B. J. Dichter, portavoz oficial del convoy y añadió que todo esto ha “sucedido como resultado de la unión de todas estas personas”.

EL PROTOCOLO DEL STABLIHMENT ANTE LAS PROTESTAS CONTRA EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Vale la pena extraer las consecuencias de todo lo ocurrido en Canadá en este último mes: los partidarios del “nuevo orden mundial” y de la Agenda 2030, aplican, ante cualquier resistencia el mismo “protocolo”:

1) Rodear la protesta con el cerco del silencio esperando que quede sofocada.

2) Si la protesta persiste, se trata de deformar sus objetivos y nunca, absolutamente nunca, reconocer el fondo de la cuestión.

3) Si la protesta persiste, debe acusarse a los manifestantes con los epítetos de moda en cada momento: “negacionistas”, “trumpistas”, “ultraderechistas”, “violentos” y difundir el numero de informaciones falsas para dar credibilidad a estos epítetos.

4) Si todo esto falla y la protesta aumenta, se trata de recurrir a leyes olvidadas desde hace décadas (en Canadá), o implementadas recientemente (en el caso de España), para poder afrontrar la supervivencia del sistema mediante la fuera, poniendo en marcha el complejo legislativo represivo.

5) Y nunca, en ninguna circunstancia, habrá que permitir que los que han protagonizado las protestas se organicen políticamente. Tras la desmovilización habrá que cubrirlos con procesos, años de cárcel, incautación de bienes, difamaciones, decretando su “muerte civil” que deberá ilustrar, ejemplarizar y disuadir al resto de la población de participar en el futuro de iniciativas similares.

 

La Falange “de izquierdas” o los delirios del ocaso (8 de 8) – El cementerio de las buenas intenciones

Sería imposible avanzar más en dirección a la izquierda falangista sin caer en ejercicios inútiles de erudición o en estudio de excentricidades políticas de muy bajo nivel. En los momentos en los que se creía que Podemos era una “alternativa” (en lugar del fiasco y la decepción que ha terminado siendo), aparecieron aspirantes a revalidar sus quince minutos de fama mediática, argumentando que “Podemos es Falange reactualizada”. Durante unos días aparecieron ocasionalmente artículos elaborados por becarios, en los que se sostenía que la “izquierda falangista se aproxima a Podemos”... A diferencia de los intentos que hemos presentado aquí, estas últimas tentativas de apuntarse al carro de la extrema-izquierda están instaladas en la indigencia política más absoluta. Vías muertas que no merecen más comentarios protagonizados por yonkis mediáticos con síndrome de abstinencia. Pero ¿qué puede pensarse de todo lo dicho hasta aquí? ¿es posible extraer alguna conclusión sobre los intentos de situar a Falange Española en la “izquierda”?

Hemos visto que se trata de intentos muy diferentes que, básicamente, pueden incluirse en dos grupos: los que se situaron “dentro” del franquismo (Cantarero del Castillo y su Falange socialdemócrata y Rodrigo Royo y su “izquierda nacional”) y los que se situaron “fuera” del franquismo (el FSR y FE–JONS[A]). Luego hay que situar en lugares indeterminados a Manuel Hedilla y a la misteriosa y nebulosa primera “junta política clandestina” creada en la postguerra. Obviamente, distinguimos “falange de izquierda” de los “disidentes del Movimiento” (FES, Círculos José Antonio) que trataron de buscar la ortodoxia joseantoniana y, por tanto, tuvieron presente el “ni derechas, ni izquierdas” de la Falange histórica. En cuanto a Hedilla, a partir de su encarcelamiento estuvo más que claro que, en la segunda mitad de su vida, solamente le interesó lograr la rehabilitación y el reconocimiento de que no había cometido delito alguno. Este es el cuadro que hemos estudiado. Hemos evitado pasar revista a grupos del SEU que a lo largo de la primera mitad de los años sesenta, en los distritos universitarios de Madrid y Barcelona, después de unos meses de “disidencia”, pasaron directamente “al lado oscuro” (al Partido Comunista o al Frente de Liberación Popular). También hemos evitado hablar en este capítulo de los intelectuales falangistas que luego pasaron a la socialdemocracia o al ámbito de la izquierda (y sobre los que ya hemos dado algunos apuntes en otro lugar[1]). En primer lugar, porque durante su período de militancia en Falange no pertenecieron precisamente a su “ala izquierda”, sino a los sectores más partidarios de ligar el destino del partido con el de los fascismos europeos mediante la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial al lado del Eje.

*     *     *

Llegados aquí, cabe preguntarse ¿qué es la “izquierda”? Se suele responder que el rasgo característico de la izquierda es su aspiración a defender la “igualdad social” o considerar –en palabras de Norberto Bobbio– la desigualdad social como una aberración. La derecha, por el contrario ¿sería una forma de conservar estas desigualdades? ¿Son válidas estas definiciones? ¿lo han sido en algún momento?

Gracias a Zeev Sternhell sabemos que existió en Francia, a finales del XIX y en los primeros años del XX, una “derecha revolucionaria” y sabemos también que, a lo largo del siglo XX, los regímenes de “socialismo real” desembocaron en sociedades igualitarias dirigidas por lo que Milovan Djilas llamó la “nueva clase”: la burocracia del partido. Este fenómeno es todavía perceptible en la República Popular China, uno de los países donde las desigualdades entre campesinos pobres y multimillonarios miembros del Partido Comunista, es más lacerante. ¿Habría que considerar, pues, a estos “socialismos reales” como “derechistas” en la cúspide y “igualitarios” en la base? Por otra parte, Julius Evola, en las conclusiones de su monumental Rivolta contra il mondo moderno ya alertaba sobre el “americanismo” como cara de una moneda cuya cruz es el bolchevismo. Del capitalismo privado al capitalismo estatal, del bolchevismo al liberalismo, existe solamente una diferencia cuantitativa, en absoluto cualitativa.

Realmente, las diferencias entre “izquierdas” y “derechas” solamente estuvieron claras a lo largo del siglo XIX, cuando la primera definición aludía al lugar en donde se sentaban los diputados revolucionarios en la Asamblea Nacional francesa y las derechas albergaban a los diputados partidarios del antiguo régimen. De ahí se infirió que las derechas serían “conservadoras” y las izquierdas “progresistas”. El paso siguiente, a la vista de que en la perspectiva conservadora del XIX, la problemática social no existía, fue considerar, especialmente a partir de la publicación del Manifiesto Comunista y de los documentos de la Primera Internacional, a la izquierda como defensora de la clase obrera y a la derecha como exponente de los intereses de la burguesía. Pero este planteamiento tampoco resulta válido en la actualidad.

En Occidente, la clase obrera está reducida a la mínima expresión y el concepto de “burguesía” también aparece vago. Quizás, en la actualidad, haya que utilizar otra clasificación y debamos hablar, más bien, de clases medias, sectores próximos al umbral de la pobreza y aristocracia económica. Y no está claro cuál de estos grupos puede arrogarse el ser de izquierdas o de derechas, especialmente porque las ideas y los proyectos políticos ya tienen muy poco peso en nuestras sociedades. A partir de la globalización, todos los grupos sociales han asimilado nuevas constantes: la clase media, la que debe soportar el peso económico de un Estado que ya no tiene un contenido igualitario (como no sea el de igualar “por lo bajo”), sino que está concebido para defender a los poseedores del capital y mantener su estructura burocrática a costa de las clases medias. De ahí que, tanto las clases medias, como los grupos situados en las inmediaciones del umbral de la pobreza, no tengan tiempo de pensar, ni mucho menos voluntad de aplicar fórmulas y reformas para invertir esta tendencia, sino que sólo estén preocupadas por mantener lo que tienen y sobrevivir. Y esto compete a gentes de derechas y de izquierdas. Los primeros, si son “conservadores”, deben haber advertido que ya no existe nada digno de ser conservado y los segundos, si se trata de “igualitarios” habrán visto que, un mundo globalizado, sometido a la “corrección política” y al mundialismo cultural o a la Agenda 2030, solamente ofrece igualdad “por abajo”.

Decimos todo esto para llegar a la conclusión de que los conceptos de derechas e izquierdas, hace décadas que distan mucho de estar bien perfilados y que solamente puede aludirse, a izquierda y derecha política, mucho más que a izquierda y derecha ideológica. Sabemos qué partidos son de izquierdas y derechas, intuimos quiénes se sitúan en el centro–derecha o en el centro–izquierda, pero ignoramos que “doctrinas políticas” defienden, en la medida en que la preocupación doctrinal ha desaparecido de todas estas formaciones. Como máximo, defienden un cierto número de tópicos que, consideran suficientes como para hacerles acreedores del calificativo de derechas o de izquierdas. Poco más. La profundización doctrinal es algo que ha desaparecido en nuestras sociedades, empujada por la velocidad de los cambios en la modernidad, el repliegue a lo personal, la marejada del pensamiento único y de la corrección política y, finalmente, la globalización económica que nos sitúa a todos en situación inestable.

Si convenimos que la derecha es heredera de los conservadores del XIX y la izquierda de los progresistas de la misma época, deberemos dar la razón a los fascismos cuando, durante los años veinte y treinta sostuvieron que todo esto estaba ya superado –porque hacía referencia a momentos históricos que habían quedado atrás (las revoluciones burguesas) o a fracasos lacerantes (la revolución bolchevique) y era preciso crear “síntesis” adecuadas a las situaciones de lugar y tiempo. El “lugar”, eran los Estados Nacionales. El “tiempo”, la primera postguerra. Hay que reconocer al fascismo genérico y a sus variedades nacionales el haber tenido el valor de realizar una síntesis, a partir de la cual los términos derecha e izquierda quedaban relativizados en la medida en que muchos de sus aspectos mutuos se veían integrados en una nueva síntesis.

A partir de los fascismos la idea de “justicia social” ya no era patrimonio exclusivo de la izquierda, como no lo era el recurso a las masas y a su movilización. El patriotismo, por su parte, dejaba de ser patrimonio de la derecha. Georges Valois lo expresó en forma de ecuación: “Fascismo = nacionalismo + socialismo”.

No hemos albergado la menor duda de que Falange Española fue representante de esta corriente. Obviamente, como cualquier variedad nacional del fascismo, la ideología falangista encierra algunas diferencias con el modelo canónico, pero se debe, fundamentalmente, a las circunstancias de “lugar” (en España, la impronta católica marcó a fuego a este movimiento y el humanismo inherente limitó algunos de sus desarrollos extremos).

Vale la pena aceptar o rechazar este dato: si se acepta, se estará en condiciones de situar a Falange Española en el lugar que le correspondió en su tiempo. Y si se es capaz de hacer esto, también se podrán extraer conclusiones sobre su ubicación futura: ningún movimiento puede traicionar sus orígenes sin desnaturalizarse por completo o sin convertirse en una irrisión. Por otra parte, no basta con aceptar que Falange Española perteneció a la familia política de los “fascismos”, es preciso situar al “fascismo español” dentro del contexto político de su época. A este respecto, hemos llegado a una conclusión que nos parece irrefutable: Falange Española se situó en un “área” políticamente colindante con la “derecha radical”, la cual, a su vez, era contigua al “área de la derecha conservadora”, componiendo las tres “áreas”, sumadas, el “espacio de la derecha autoritaria”. En el otro extremo de la herradura figuraba en España el anarco–sindicalismo y, a la derecha de éste, el PCE. Los tránsitos militantes de éste al otro sector de la herradura fueron mínimos, pero, a nivel ideológico, la síntesis del “fascismo español” se realizó precisamente mediante tránsitos doctrinales del anarcosindicalismo al nacional–sindicalismo. De haber tenido Falange Española antes del 18 de julio de 1936 más entidad, es posible que amplios sectores de la CNT se hubieran sentido atraídos por esta adaptación del fascismo a España y por la síntesis que habían logrado Ledesma y José Antonio. Esto lo confirma el hecho de que durante la guerra se produjeron ayudas mutuas entre falangistas y cenetistas y que, hasta los años sesenta, existió un goteo de incorporaciones de la CNT clandestina a los sindicatos franquistas, facilitada por mediación de personajes que se consideraban falangistas. La tendencia, luego, en la segunda mitad de los setenta se invertiría relativamente con algunos tránsitos en sentido inverso, del falangismo al anarco-sindicalismo.

La derrota del Eje y la desaparición y el descrédito de los fascismos, creó una situación extremadamente difícil para Falange Española, que, en 1945, ya no existía como realidad orgánica, sino a través del Movimiento Nacional de FET y de las JONS. Eso fue lo que hizo desistir a Hedilla de comprometerse en adelante con partidos o grupos que tuvieran en mente reconstruir el partido falangista: una época había quedado atrás y no volvería. Desaparecidos los fascistas, lo que quedaba era una doctrina política (con algunos aspectos contradictorios, casi en pañales, con pocos textos de referencia y discursos eternamente reproducidos y descontextualizados, y cada vez más vacíos doctrinales en la medida en que el paso del tiempo generaba fenómenos nuevos sobre los que los fundadores del nacional–sindicalismo no habían podido decir nada. El tiempo fue discurriendo y los falangistas, cada cual a su manera, sin la existencia de una dirección única y de un mando que articulara las discusiones y los debates, fueron intentando, con mejor o peor fortuna, realizar adaptaciones, establecer ortodoxias y acomodar la doctrina a los nuevos tiempos. Unos desde dentro del franquismo, otros desde fuera. En este panorama confuso y caótico surgió la “falange de izquierdas” o la “izquierda falangista”. El único agarre doctrinal que tenía con la doctrina originaria era la voluntad manifestada por los fundadores de lograr una justicia social para todos. Hemos visto los resultados de tales planteamientos.