Conclusiones
Papus murió el 25 de octubre de 1916, Peladan le
siguió dos años después, Oswald Wirth le sobreviviría hasta 1941. Bois y Papus
aproximaron posiciones. Guaïta murió prematuramente a los 36 años, víctima de
problemas renales causados por las drogas que había ingerido (¿era el “choque
con retroceso” al que aludiera Boullan en sus últimos días?). Huysmans, por su
parte, había muerto antes, en 1907. Tras la desaparición de Boullan, su secta
se deshizo, como antes se había desintegrado el movimiento naundorfista del que
solamente quedaban rescoldos. De todos estos protagonistas, Jules Bois fue el
último en morir en 1943. Sus amores con la cantante de ópera Emma Calvé –vinculada
al grupo neo–rosacruciano de Josephin Pelada– hicieron casi tanto ruido como
los duelos con Guaïta y Papus.
Tras la inmensa tragedia que supuso la Primera
Guerra Mundial, el recuerdo de todos los hechos que hemos narrado hasta aquí,
se fue diluyó por completo. Las modas literarias aplastaron la obra de los
escritores de épocas anteriores. Barrés, Huysmans, los cenáculos ocultistas y
satanistas, el naundorfismo, todo quedó atrás. Sólo la “colina inspirada”
permaneció donde siempre ha estado.

Aquella colina en la que los celtas adoraban a su dios de la guerra y a Rosmerta, diosa de la fertilidad, expulsados ambos cultos por el nuevo Dios cristiano y por la Virgen María. Barrés, tiene un monumento a su obra en el extremo suroeste de la colina. El ocio, el nuevo dios del siglo XXI, hace que el lugar sea utilizado hoy por practicantes del parapente. La peregrinación al santuario de la Virgen María, que se inició en la Edad Media, goza de buena salud. Esa misma peregrinación que los tres hermanos Baillard volvieron a impulsar. En 1946, reunía a 80.000 personas y 30 años después seguía manteniendo cierto vigor. Después de la crisis de la Iglesia tras el Vaticano II, se produjo una desmovilización y el número de peregrinos bajó ostensiblemente. Sin embargo, en los últimos años, la amenaza de islamización de Francia ha hecho que los asistentes fueran creciendo, reverdeciendo sus mejores tiempos. Era la respuesta al incendio de que fue objeto el campanario de la basílica el 8 de noviembre de 2003. Desde entonces, han ardido 400 iglesias y catedrales en Francia, incluyendo Notre Dame de París y la Catedral de Nantes.
La Francia Católica y la Francia Identitaria, la
Francia de la capilla y de la pradera a las que aludiera Barrés, siguen
acudiendo a la “colina inspirada”, símbolo de sus raíces. Acuden también
peregrinos alemanes. En 1973, se colocó una placa al pie de la cruz de Lorena
en la que puede leerse: “Reconciliación”. La zona, disputada durante siglos por
el mundo galo y por el mundo germánico, finalmente, se ha convertido en símbolo
de unión ante los que fueron en otro tiempo enemigos comunes.
