viernes, 19 de abril de 2024

NO VIVIMOS EN LA ARCADIA FELIZ, SINO EN TIEMPOS DE EXCEPCIÓN

Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.








lunes, 15 de abril de 2024

"CIVIL WAR" (Alex Garland) ¿PUEDE HACER ALGO DONALD TRUMP ANTE EL “FIN DEL CICLO ESTADOUNIDENSE”


El próximo día 19 se estrenará la película Civil War de Alex Garland. La cinta nos presenta unos EEUU sumidos en un conflicto interior desgarrador sobre cuyo origen la película no apunta absolutamente nada. Se limita a mostrar una situación de hecho en la que un grupo de fieles a la Union atraviesa, un territorio hostil desde California y Texas hasta llegar a Washington, cuando las fuerzas rebeldes están a punto de asaltar la Casa Blanca y arrebatar el control del país al presidente. Que nadie se engañe: es una película de acción, en la que los motivos por los que los norteamericanos se están matando, importa muy poco. Después de ver esta película, la pregunta que subyace es: ¿es posible una perspectiva de guerra civil en los EEUU? La respuesta no puede ser más que positiva: cada vez es una hipótesis que gana puntos. Explicaremos el por qué en estas notas.

El mapa en el que habrían quedado divididos los EEUU en el inicio de su guerra civil en la película de Alex Garland: en blanco los leales a la Casa Blanca, en gris la "Alianza de Florida" en el Sur y las "Fuerzas del Este" en el Nordeste. En azul la "República de California" y la "República de Texas"... Una distopía no tan alejada de la realidad

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Ahora, cuando los gobiernos de Europa Occidental y EEUU agitan vientos de guerra espoleados por las necesidades de la industria armamentista, resulta ridículo pensar que la OTAN puede defender a algo más que a estos intereses. Si el resultado de las próximas elecciones norteamericanos, es el que auguran las encuestas y Trump logra llegar hasta el mes de noviembre, ya ha declarado con claridad: “Si Europa quiere defensa, que se la pague”. Pero la pregunta correcta no es si EEUU “quiere” defender a Europa de una improbable agresión rusa, sino si EEUU “puede” hacerlo. Una mirada a la sociedad norteamericana y a la situación de este país en el contexto internacional, indica a las claras que, aunque EEUU quisiera asumir la defensa de Europa, simplemente, no podría. ¿Por qué? Respuesta: porque la sociedad norteamericana se ha vuelto inviable por varios motivos. Vamos a enunciarlos brevemente:

1) Diferencias entre Estados miembros de la Unión:

Unos muy desarrollados y “progresistas” (California) y otros Estados poco desarrollados y “conservadores” (Oregón, Colorado Nuevo México, etc.) o, incluso, “muy desarrollados pero conservadores” (Minnesota, Maine, Virginia). Existen “Estados rojos” y “Estados azules”, según voten regularmente por el Partido Republicano o por el Demócrata (según el actual código de colores empleado en las elecciones). Los “Estados rojos” se encuentran en las Grandes Llanuras y en los Estados montañosos, mientras que los “azules” ocupan zonas costeras del Este y del Oeste y zonas industriales. Illinois es el Estado “más demócrata”, Texas, Alaska y Utah los “más conservadores”. El Distrito de Columbia (Washington DC), California y Massachussets son los “más progresistas”. Los llamados “Estados púrpura” (Iowa, Ohio, Florida), en los que a veces se imponen los republicanos y en otras los demócratas, se van extinguiendo en beneficio de los primeros.


Estados "Azules" demócratas, "Rojos" republicanos y
"Púrpura" cambiantes (con tendencia a "republicanizarse") y
"Azul claro" cambiante (con tendencia a "democratizarse")

Contrariamente a lo que podría pensarse, una federación que cumplirá los 250 años en 2026, sus miembros, lejos de homogeneizarse, tienden a polarizarse más y más. No solamente existe aún una diferencia sustancial entre el mundo “yanki” industrial y el “Viejo Sur” algodonero, sino que, en la actualidad, el país está cada vez más “balcanizado” en torno a centros de poder económico (California), cultural (Nueva York), mientras que la deslocalización ha generado una disminución creciente de la producción industrial y una financiarización de la economía, con un empobrecimiento de la actividades agropecuarias localizadas en las grandes planicies del centro del país. Esto genera una creciente polarización política que, en sí misma, sería habitual en cualquier otro país, pero que, en EEUU, es mucho más explosiva por el resto de diferencias y peculiaridades.


Mapa de la pobreza en los EEUU

2) Diferencias de sensibilidad política:

En EEUU, el “progresista” es “excesivamente progresista” y acepta siempre cualquier nueva tendencia social desde el momento en el que irrumpe mediáticamente, mientras que el “conservador” es siempre “excesivamente conservador” y se muestra renuente a modificar todos aquellos aspectos que visiblemente no funcionan, alegando que se apartan de los “padres fundadores de la nación”. La reacción de unos contra otros es cada vez más intensa y sin posibilidades de que existan puntos de encuentro. Los espacios “centristas” entre ambos partidos tienden a reducirse y la polarización es cada vez mayor en la medida en que los conservadores se han vuelto hacia sus orígenes religioso-evangélicos por un lado y católicos por otro, mientras que el progresismo acepta sin reservas los “estudios de género”, el “wokismo”, la “corrección política”, el aborto y las perspectivas transhumanistas. En estas condiciones no hay diálogo ni entendimiento posible, ni siquiera puntos de encuentro.

3) Diferencias étnicas y raciales insuperables

Mientras los negros estaban en sus guetos, nadie se preocupaba por ellos y en cuanto a los blancos procedentes de Europa se adaptaban bien; pero desde los años 80, EEUU ha visto como el país se convertía en un “crisol” de pueblos y de razas, cada una de las cuales lleva una vida aparte de las demás: hispanos, chinos, vietnamitas, árabes, etc. Algunas “minorías” exigen medidas que les favorezcan para compensar sus desventajas históricas en relación a los WASP (blancos – anglosajones – protestantes). 


Crecimiento, ubicación y densidad de las poblaciones hispanas en EEUU

En algunas zonas de Florida, California, Texas o Nuevo México, la población hispana llega al 80%, siendo la población de origen “hispano” (en realidad, Iberoamericanos) el 14,5% del total (43.500.000 habitantes), pero es la que crece a mayor velocidad, mientras que la población negra está formada por 50.087.750 personas (censo de 2022), un 15% del total, concentrada principalmente en los Estados del Sur y en torno al río Misisipi y en la costa Oeste con fuertes concentraciones en Nueva York, Rode Island y Virginia y en la costa oeste en zonas de California y en el Estado de Washington. 

Cuatro cuadros estadísticos sobre la distribución étnica de los EEUU, a cual más significativo.

EEUU tiene todavía una mayoría anglosajona, pero se trata del grupo étnico que disminuye y envejece a mayor velocidad. Los blancos-no-hispanos, son hoy el 56% del total, pero se calcula que en el 2060 habrán descendido al 43,65%. Los asiáticos en esa fecha, con un aumento del 128% en relación a su número actual (5,46%), representarán el 9,35%. La población negra, en el mejor de los casos estará estabilizada con una débil tendencia al alza (pasando del 13,2 en 2015 al 14,32%), mientras que los hispanos, de ser el 17,66% en 2015, se convertirán en el 28,56% en el 2060. En otras palabras: los WASP (junto con los católicos blancos) serán cada vez más viejos y con menos hijos, mientras que el número de estadounidenses nacidos en el extranjero aumentará hasta exceder a la población originaria de allí. Más claro aún: en 2060, el futuro de los EEUU está en manos de población nacida fuera de sus fronteras.



Crecimiento, ubicación y densidad de las poblaciones hispanas en EEUU

En la actualidad, en los EEUU existen más de 2.000.000 de personas encerradas en cárceles por todo tipo de delitos. Es la población carcelaria más grande del mundo con una proporción de 639 recursos por cada 100.000 habitantes. La comunidad afroamericana (el 12% del país en 2023) aporta el 40% de los presos y a pesar de que se ha negado que existan más presos negros que estudiantes negros en las universidades, lo que si se ha comprobado es que los estudiantes negros abandonan prematuramente sus estudios en una proporción mayor que la media. Todo esto se ha atribuido a “la pobreza” y “al racismo”, pero lo cierto es que no siempre estas explicaciones resultan válidas y están justificadas: otros grupos étnicos en zonas con índices de pobreza elevados, no responden de la misma manera, ni atribuyen su situación al racismo practicado por otros.



Milicias negras armadas del NFAC desfilando por Lafayette (Kentucky) en 2024:
los "panteras negras" sesenteros redivivos

De la misma forma que el movimiento de “milicias blancas” está teñido por un fuerte sentimiento religioso evangélico-fundamentalista, en la actualidad existen milicias negras, especialmente en Luisiana, en torno a líderes seudo-religiosos. Tal es el caso del Not Fucking Around Coalition (NFAC), fundados por John Fitzgerald Johnson, cuyos miembros no han dudado en desfilar armados por Louisville y Lafayette (Kentucky), Stone Mountain y Brunswick (Georgia), tomando como excusa la muerte a manos de la policía de algún miembro de la comunidad negra. Se trata de una especie de actualización de los Panteras Negras sesenteros (los miembros NFAC no duda en levantar el puño y gritar “poder negro” como hacía aquel movimiento). Su uniforme: botas, pantalones, camisa, pantalones y mascarilla negra, armados con armas automáticas o escopetas. Recientemente, miembros del NFAC han buscado enfrentamientos con las milicias blancas de Georgia en Stone Mountain. En varias ocasiones se ha llegado a situaciones límite. Lo cierto es que en EEUU no existen posibilidades de controlar estos grupos armados: cada Estado y cada ciudad tiene sus propias normas. Para los militantes negros se trata de “detener la brutalidad policial”. Para los supremacistas blancos (agrupados en milicias de autodefensa que frecuentemente defienden la causa confederada), por el contrario, de lo que se trata es de defender a la comunidad blanca de los actos de salvajismo, pillaje y violaciones que protagonizan los negros norteamericanos. El militantismo afroamericano, en este momento, está mucho más cerca de las posiciones históricas defendidas por Malcolm X que de la resistencia pasiva de Martín Luther King.

4) Eliminación de los factores de cohesión nacional:

Los elementos citados hasta aquí alterarán profundamente el “estilo de vida americano” y las concepciones antropológicas y culturales sobre las que se ha construido el país. EEUU ha sido fuerte por tener una lengua única (el inglés), una moral (calvinista: Dios marca a los “justos” con la riqueza) y un principio social (el individualismo). Como los negros pronto perdieron su lengua y la mayoría de elementos culturales (salvo en algunas formas musicales), nunca fueron un problema para la estabilidad del país, arrojados a guetos, destacaron en algunos deportes, pero permanecieron fuera de la dinámica dirigente del país a pesar de las medidas de discriminación positiva habilitadas desde principios de los años 60.

Sin embargo, con la comunidad hispana las cosas son completamente diferentes. Los hispanos llegados a EEUU disponen de 1) una lengua propia, 2) su moral religiosa es la del Cristo que hace causa común con los pobres, 3) son anti-individualistas y 4) tienen a la familia como “base de la sociedad”. Existe, por tanto, una incomprensión de base entre los valores sobre los que se han construido los EEUU y los valores que llevan los hispanos en sus maletas. Desde el momento en el que los hispanos han constituido comunidad nutridas y densas, ya ni siquiera precisan hablan bien inglés: constituyen una sociedad autónoma dentro de la sociedad norteamericana. En problemas como la asistencia médica la diferencia entre las concepciones anglosajonas (quien quiera sanidad que se la pague) y las hispanas (la sanidad debe ser gratuita para todos) tiene muy difícil encaje. Y las grietas irán ensanchándose a medida que los hispanos crezcan y los anglosajones disminuyan. Algo que ocurrirá, entre 2050 y 2060.

5) Diferencias sociales:

Existe excesiva proximidad entre miseria y riqueza extremas. Esto, que ocurre en casi todos los países, en los EEUU tiene todavía más importancia al tratarse de una sociedad consumista por excelencia. Los escaparates del consumo, a los que cada vez tienen menos acceso, los desfavorecidos, excita los odios sociales. A esto se unen las rivalidades étnicas y los diferentes conceptos de autoridad entre Estados (se tiende a despenalizar robos de menos de 400 dólares en supers en California y Nueva York, pero en otros Estados es delito de robo penado con cárcel). En San Francisco (California), el 82% de los trabajadores de entre 25 y 45 años tienen empleo, en Detroit (Michigan) solo el 68%. La pobreza en San Francisco es del 12’5%; en Detroit justo el doble; incluso la esperanza de vida en San Francisco es siete años superior a la de Detroit. En Nueva Orleans (Luisiana) la pobreza es de un 26%, la esperanza de vida 76 años y el ingreso medio familiar 37.500 dólares, pero en el Condado de Orange (la parte más rica de California) el ingreso medio familiar es de 78.150 dólares, con una esperanza de vida de 82 años y una pobreza del 8%. El sureste de EEUU tiene zonas con los índices de pobreza más altos del país: en Jackson (Mississippi) se eleva al 25% y en algunas zonas se eleva hasta el 40%.

6) Una sociedad desecha por la droga

Desde los años 50 la heroína estuvo presente entre intelectuales beatniks y marginados; en los 60 los hippys extendieron la marihuana; a principios de los 80, el crack entró en los guetos negros, a lo largo de la década y en los 90, la cocaína se extendió entre las élites económicas; y con el milenio el fentanilo ha golpeado a toda la sociedad, pero especialmente a la clase media blanca. Hoy es una plaga que debilita aún más a la sociedad. Solamente entre 1999 y 2019 murieron a causa de los opioides 500.000 estadounidenses. El Estado más afectado es Virginia Occidental, pero también Luisiana, Nuevo México, Maine, Tenesee, Ohio, Pensilvania, han sufrido mermas en sus clases medias blancas. La “crisis de los opioides” dista mucho de haber terminado y tendió a acentuarse durante la pandemia.

Muertes por consumo de opioides en EEUU entre 1999 y 2021.
(desde entonces las cifras han seguido aumentando)

Por otra parte, a pesar de que el resto de drogas parecen haberse relegado a segundo plano ante el fentanilo, lo cierto es que no ha disminuido, sino que, incluso tiende a aumentar: en 2021, el 0,4% del total de la población mayor de 12 años, consumía heroína y 9.173 murieron por sobredosis en 2021. Cuando se pensaba que la lucha contra la heroína había dado sus frutos (en 2007), bruscamente, en apenas cinco años, repunto un 80% pasando los heroinómanos de 373.000 a 669.000 en 2012 y las muertes se incrementaron un 55%. El consumo de fentanilo y el de heroína están íntimamente relacionados: los que se convirtieron en adictos al fentanilo (la mayoría de los casos “por prescripción facultativa”), cuando las aseguradoras dejaron de subvencionarlo, muchos consumidores de este fármaco se pasaron a la heroína, entonces más barata. Por lo demás, el fentanilo tiene un menor nivel de tolerancia, con lo que el adicto precisa una dosis cada vez mayor. Esto facilitó el que la clase media blanca, con una capacidad adquisitiva limitada cambiara a la heroína.


Mapa de distribución de muertes por sobredosis de drogas en 2020

En cuanto al consumo de cocaína, en el año 2022, el 1’2% de la población lo consumía (un total de 5.275.000 de ciudadanos) con una tendencia al aumento. A pesar de la reñida competencia europea, los EEUU siguen siendo el principal mercado mundial de cocaína, representando en la actualidad el 41% del mercado internacional (mientras que Europa llega al 29%). El consumo de cocaína y el de metanfetamina parecen vasos comunicantes. En 2021 el 1% de ciudadanos de aquel país había consumido algún tipo de metanfetamina y 1.600.000 sufrían trastornos por el consumo de esta droga solamente ese año en el que, además, murieron 32.537 personas por sobredosis.


Finalmente, casi 50.000.000 de norteamericanos, el 19% de la población consumieron marihuana en 2019. A pesar de la supuesta banalidad de esta droga (legal en algunos EEUU y que, incluso el presidente Trump llegó estimular su cultivo legal para superar la crisis de la agricultura norteamericana), solamente en 2019, 3 de cada 10 consumidores sufrían trastornos por su consumo. Esto implica que un número creciente de norteamericanos, habituales del cannabis, tienen problemas de memoria, aprendizaje, atención, toma de decisiones, coordinación, emociones y tiempo de reacción, además de sufrir una incidencia muy superior al resto de la población en aparición de sicosis y esquizofrenia.

Si bien la epidemia de crack se extendió entre 1984 y 1990 (afectó solamente a los guetos negros del noreste y sur del país), no ha desaparecido del todo dado que su precio es accesible para estratos más pobres. Se ignora el número de muertes totales que ha causado porque, estadísticamente su consumo se contabiliza con la cocaína (del que es un subproducto). El porcentaje mayor de muertes por sobredosis -salvo en el caso del fentanilo- pertenece a la comunidad afroamericana. Lo que vale la pena destacar es que entre 32 y 50.000.000 de personas eran adictos a las drogas en EEUU en 2022, sin contar el número de alcohólicos crónicos que aportaron 13.384 muertes solamente por conducción bajo sus efectos (el 31% de los accidentes de tráfico).

En efecto, el porcentaje de población que consume alcohol en cantidades “excesivas o peligrosas” es también alto. Si bien la cifra total de consumidores de alcohol no indica nada (a causa de los distintos niveles de tolerancia y de consumo en las distintas edades), lo cierto es que durante la pandemia el consumo diario de alcohol aumentó del 6,3% al 9,6%, mientras que las cifras de muertes aumentaron un 29% entre 2017 y 2020 y solo en 2020-2021 se elevó en todo el país a 488 muertes por día. Lo más significativo es el aumento del alcoholismo entre mujeres (entre 2016 y 2021, la cifra de mujeres muertas por consumo de alcohol pasó de 15.136 a 58.701) y el descenso en la edad de los consumidores (que se inician en el consumo ahora a partir de los 12 años).

Las conclusiones que pueden extraerse de todo ello es que: 1) una sociedad sana es una sociedad con poca incidencia en el número de adicciones, 2) y, en consecuencia, las sociedades más débiles y frágiles son aquellas que tienen el mayor número de adictos a alguna droga, 3) como conclusión a este razonamiento puede inferirse que la sociedad norteamericana se va debilitando a medida que aumenta la toxicomanía en todos sus grupos sociales (incluidas las élites económicas).

7)  Concepciones religiosas extremistas:

EEUU, desde su fundación, ha sido el “paraíso de las sectas religiosas”. Hoy sigue siéndolo. Proliferan cada vez más cultos exóticos, formados en torno a perturbados o a estafadores, que fanatizan a sectores cada vez más amplios de la población. La fe en “nuevos cultos religiosos” puede compararse a la adicción a alguna droga: ocupa un lugar en el cerebro y en el corazón del adicto que nada es capaz de cubrir. Los EEUU, desde su fundación, han sufrido “tres grandes despertares espirituales”: en cada una de ellas ha aumentado el número de cultos exóticos. La primera tuvo lugar en los años previos a la independencia y durante el proceso de formación de los EEUU, sus rasgos fueron: énfasis en la predicación, ausencia casi completa de clero, liturgia reducida a la mínima expresión, aumento del valor de la experiencia individual y reducción de la religión a moralidad aplicada a lo cotidiano. Aparecieron los primeros “pastores itinerantes” que dieron a las colonias la sensación de tener un “destino común”.

El “segundo despertar” tuvo lugar en las inmediaciones de la Guerra de Secesión. Se caracterizó por grandes asambleas de fieles en el curso de las cuales algunos predicadores exaltaban a las masas hasta llevarlas a la crisis extática. Fue así como surgieron los cuáqueros, los Adventistas del Séptimo Día, los mormones (que reivindicaban un cristianismo norteamericano en los EEUU tan antiguo como el europeo y situaban el “nacimiento de América” en la crisis de la Torre de Babel…), prosperó también el espiritismo (hijo directo del mesmerismo), el pragmatismo del “hágaselo usted mismo” que tuvo su particular traducción seudo-religiosa en la “autoayuda” originaria y en la “ciencia cristiana” de Mary Baker Eddy o de Ralph Waldo Emerson o en las experiencias comunitarias que llevaron a EEUU a muchos fourieristas y demás variedades del “socialismo utópico” europeo. En ese contexto aparecieron los “cristianos renacidos” que basan su visión religiosa en una experiencia individual de contacto con “dios”. Estos último seguirían existiendo a lo largo del siglo XX, alcanzando un papel determinante durante la elección de George W. Bush en 1999.

En ese momento, desde los años 60 ya se había producido el “tercera gran despertar espiritual” que incluyó inicialmente “nuevas religiones” (o, mejor, sectas) desde la Cientología hasta sectas ufológicas en un período que abarca, sucesivamente, desde la contracultura de los 70, la new age de los 80-90 y el transhumanismo del siglo XXI. La peligrosidad de estas sectas se ha demostrado tanto en la “masacre de Guyana” en 1978 (923 muertos), como en la Wacco en 1993 (82 muertos), o de la secta Heaven’s Gate en 1997 (38 muertos), de la Familia Internacional, antes llamada “Los Niños de Dios”, que incitaba a sus miembros a suicidios individuales…

Los grupos sectarios, como preveía Oswald Spengler hace ahora un siglo, son muestra de que cuando una religión tradicional cae en el descrédito o deja de tener la iniciativa en una sociedad, su lugar no es ocupado por un período de racionalidad sino por supersticiones, sectas y cultos extraños y exóticos. A esto se le llama hoy “nuevas religiones” y evidencian un empobrecimiento cultural, una pérdida de identidad y la falta de capacidad crítica de una sociedad.

En los EEUU, el 50% de la población reconoce que “la religión” ocupa un papel muy importante en sus vidas: el 63% del total de la población pertenece a iglesias de origen cristiano, siendo el 34% protestantes, el 23% católicos y un 11% otras confesiones de origen cristiano. Del total de la población, un 63% dicen ir a algún tipo de culto todas las semanas, mientras que un 21% se reconocen como ateos o agnósticos. Se cifra en 1.500 grupos religiosos los existentes en EEUU, muchos de ellos considerados como “sectas destructivas” en otros países. A esto hay que añadir que el “transhumanismo” es vivido por muchos de sus partidarios como una religión (en Sillicon Valley se suele decir que las dos religiones con más seguidores son el ateísmo y el transhumanismo). En los últimos 50 años ha aumentado en número de personas “sin filiación religiosa” de un 5 a un 30% del censo. Pero lo cierto es que hasta hace 30 años el número de cristianos norteamericanos ascendía al 90% y ahora son el 60%.

Si consideramos que el calvinismo especialmente era el que marcó con su estilo y sus valores a la sociedad norteamericana, nos daremos cuenta de la importancia que ha tenido hasta ahora la religión en la vida de aquel país: la gran brecha entre ricos y pobres se mantenía precisamente gracias al calvinismo que dada una explicación providencialista al fenómeno de la riqueza (el “justo” es “rico”, precisamente porque es “justo”; el pobre, lo es por sus muchos pecados). Eso contribuía a generar estabilidad social, todas las partes aceptaban los hechos consumados sobre su situación personal como un resultado de sus comportamientos cotidianas. Esa moral resultó más efectiva que cualquier imposición dictatorial. Si esa forma de ver la vida pierde su preeminencia social, el país corre el riesgo de iniciar una lucha de clases (que será, a la vez, étnica e, incluso religiosa).

Por otra parte, no hay que olvidar que existe una forma fanática y extremista de percibir la cuestión religiosa y que esto se da en un país en el que es fácil conseguir armas legales e ilegales, incluso de guerra. A pesar de que el Islam es muy minoritario en los EEUU ha prosperado especialmente entre las poblaciones negras. En 2017, la secta de la Nación del Islam (también conocida como los Musulmanes Negros) tenía un total de 50.000 seguidores (otras fuentes han elevado esta cifra hasta 250.000) del total de 3.450.000 musulmanes residentes en EEUU. Esta secta, practica un nacionalismo mesiánico negro, que en los años 60 llegó a enfrentamientos mortales con los Panteras Negras.

Si tenemos en cuenta que los “supremacistas blancos” se han agrupado en milicias armadas de autodefensa, alimentadas por concepciones religiosas fundamentalistas (parte del neo-nazismo norteamericano posterior a Lincoln Rockwell, a su American Nazi Party y a las escisiones que sufrió, se orientó hacia el fundamentalismo cristiano), o el nivel de convicción irracional en sus creencias por parte de unos y de otros, se percibe con claridad que, no solamente los movimientos religiosos habituales desde la fundación de los EEUU han perdido fuerza, sino que las confesiones extremistas por un lado, las sectas (o “nuevos movimientos religiosos”) y los agnósticos transhumanistas, se han hecho con amplias parcelas del “supermercado espiritual” norteamericano, perdiendo el país cohesión en los valores calvinistas que hasta ahora habían mantenido unida a la sociedad norteamericana. Y, algunos de estos grupos están fuertemente armados en un país en el que tener armas es casi una banalidad.

8) Una mentalidad norteamericana que no se adapta a los nuevos tiempos:

En EEUU la ideología dominante sigue creyendo que es el “país designado por Dios como nuevo Imperio Romano” que dará una “pax universal”. Pero la realidad dice otra cosa: el mundo camina de una “sociedad unipolar” dominada por EEUU a una “sociedad multipolar” con un nuevo orden mundial apoyado en muchos más actores: China, Rusia, India, etc, países que crecen a mayor velocidad y poder que EEUU.

El norteamericano medio, siempre tuvo la mentalidad de un granjero dispuesto solamente a defender su propiedad, su bandera y sus convicciones, pero elusivo ante la participación en conflictos internacionales. Sus gobiernos, desde el primer tercio del siglo XIX, se las ingeniaron para crear condiciones para cambiar puntualmente esa opinión: habitualmente mediante operaciones de lo que hoy se conoce como “false flag” (la guerra de conquista contra México, galvanizada por la caída de El Alamo, la guerra hispano-norteamericana a partir de la voladura del acorazado Maine en la rada de Cuba, el caso del Lusitania, mercante armado cuyo hundimiento precipitó la participación de los EEUU en la Primera Guerra Mundial, el ataque a Pearl Harbour conocido de antemano por la inteligencia norteamericana que justificó la participación del país en el segundo conflicto mundial, el “incidente de Tonkín” (que jamás existió) excusa para iniciar la escalada en Vietnam y, el extraño atentado del 11-S con el que se justificó las intervenciones catastróficas en Afganistán e Irak… La “operación bandera falsa” (con la consiguiente ayuda mediática) ha sido una constante en la historia norteamericana.

Pero los tiempos han cambiado. Los fracasos en Irak y Afganistán, junto con la reconstrucción de Rusia como “gran potencia”, liquidó los años de “pax americana” posteriores a la Segunda Guerra del Golfo (Guerra de Kuwait, 1990). Aquellos años, entre la caída del Muro de Berlín y la invasión de Irak, fueron los años del “unilateralismo” norteamericana, que siguieron a los años de la Guerra Fría (lucha “bilateral” entre EEUU y la URSS). La crisis económica de 2007 mostró al mundo las miserias del capitalismo, unido al ascenso de otros actores internacionales, especialmente la República Popular China.

El "Capitán América" ya no es lo que era

Hoy se da la contradicción de que una parte de la administración norteamericana quiere seguir con su visión mesiánica de unos EEUU que aspiran a llevar la “libertad, la democracia, el libremercado y el progreso” a todo el mundo, imponiéndolo si es preciso y un mundo en el que solamente la Unión Europea, confía en los EEUU, pero en el que los nuevos actores -entre los que no se encuentra ya Europa- aspiran a un orden “multipolar”.

En estas circunstancias la figura de Donald Trump aparece proponiendo un repliegue de los EEUU hacia el interior de sus fronteras, abandonar su actitud mesiánica redentora del mundo y centrarse en la reconstrucción de infraestructuras, en una reindustrialización del país y en una estabilización de la sociedad, frente a las políticas intervencionistas internacionales de la actual administración demócrata en la que el complejo militar-petrolero-industrial es hegemónico y el verdadero poder. La lucha tradicional en la política norteamericana entre “aislacionismo” e “intervencionismo” está empezando a dejar de tener sentido: Trump lo ha entendido, pero amplios sectores del stablishment siguen pensando en unos términos que ya no se corresponden con las posibilidades reales que ofrece el siglo XXI que pasan, necesariamente, por la multipolaridad. Esta incomprensión es otro de los factores de ruptura interior del país.

9) Una situación económica endiablada:

EEUU ha vivido en los últimos 50 años del dinero que se ha inyectado en las bolsas norteamericanas procedente de Europa, Japón, China, etc. Ha permitido deslocalizaciones industriales que han roto el tejido productivo norteamericano. Hoy la economía de EEUU es, sobre todo, “especulativa”, mucho más que “productiva”. Y eso ha generado una deuda de 30 Billones de euros. EEUU depende del valor del dólar como principal moneda de cambio global. Su moneda está sobreevaluada.

Ninguno de estos rasgos puede prologarse mucho tiempo más. Tanto Rusia como China quieren un mundo en el que el dólar no sea la gran moneda de intercambio mundial, ni el elemento vital del sistema monetario y financiero mundial. Estos países han extraído enseñanzas de las crisis cíclicas del capitalismo y de sus causas: saben, perfectamente, que el gran riesgo es que el poder en EEUU está en manos de corporaciones. Si hasta la crisis de 2007, el gobierno chino consideraba que una forma de evitar una guerra frontal para la que no estaban preparados, consistía en invertir en bolsas de los EEUU, a partir de ese momento, cuando China estuvo a punto de perder medio billón de dólares invertidos en Fannie Mae y Freddie Mac (bancos hipotecarios que fueron nacionalizadas en 2008 para asegurar que el Estado garantizaba el cumplimiento de compromisos exteriores…), empezó a reducir sus inversiones en bolsas norteamericanas.

Pero, desde los años 70, estas bolsas han ido absorbiendo capitales mundiales, primero a razón de 1.000 millones al día. Gracias a esas inversiones, en EEUU se ha podido asegurar el consumo interior y para compensar su falta de ahorro interno. En realidad, el dólar sigue sobreevaluado gracias a la presencia militar de los EEUU en todo el mundo. Un informe del FMI publicado en 2018 aceptaba el que el dólar estaba sobreevaluado entre un 8 y un 16% y a mediados de 2023 los analistas económicos hablaban de entre un 5 y un 10%. Pero otros elevan esta sobreevaluación a un 30, incluso a un 40%. Entre las causas por las que EEUU decidió abordar la aventura de la guerra de Irak fue por la decisión de Saddam Hussein de cobrar el petróleo vendido en euros. EEUU no se podía permitir un rival como moneda de cambio. Entonces, necesitaba mantener su moneda casi como un monopolio mundial y se lo podía permitir; pero en la actualidad, la situación internacional ha cambiado extraordinariamente y los nuevos actores nacionales no están dispuestos a ceder en este terreno.

Cuando la bandera cumple funciones como edredón...

Los países BRICS siguen estudiando el lanzamiento de una nueva moneda. China y Brasil han empezado a comercial utilizando sus propias monedas, prescindiendo del dólar. Incluso Arabia Saudí, tradicional aliado de los EEUU, Turquía o Egipto miran con buenos ojos las iniciativas BRICS. El riesgo para los EEUU es la desdolarización del sistema financiero global.

¿Qué puede ocurrir en esa situación? Sería la confirmación del fin del ciclo hegemónico norteamericano en la economía mundial. Y este final, puede tardar en llegar, pero es inevitable: los actores emergentes intentan reducir su dependencia del dólar mediante procesos de desdolarización. Todos, salvo la UE, por supuesto. Hoy, los países emergentes intentan diversificar sus reservas monetarias y consideran alternativas a la hegemonía del dólar. Esta tendencia ha aumentado después de la batería de sanciones impuestas por EEUU a los países que comercien con Rusia tras el inicio del conflicto ucraniano. Lo ciertos es que la divisa hegemónica mundial durante 80 años, ha pasado de representar el 80% de las reservas globales de divisas de los bancos centrales en la década de los 70, al 60% actual.

Los países que tienden a aminorar su dependencia del dólar, quieren evitar las fluctuaciones de esta moneda (y, en especial, que antes o después, el dólar sobreevaluado vuelva a una cotización de mercado) y los procesos inflacionistas que periódicamente experimenta (dando lugar a oleadas de subidas de tipos de interés en todo el mundo). La tendencia de los países BRICS (empezando por Rusia) es a deshacerse de sus divisas en dólares, de sus carteras de bonos de EEUU, comprando oro: quieren su propia moneda y la tendrán antes o después.

Cada vez más, aparecen por todas partes, intentos de potencias regionales de independizarse del dólar: Arabia Saudí e India, por una parte, conversan para pagar en rupias materias primas no petrolíferas. Durante 2023, Arabia Saudí mejoró sus relaciones con Irán, país que durante décadas ha propuesto la desdolarización de todo Oriente Medio. Ítem más: los países de la ASEAN (Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam) han propuesto pagar sus transacciones comerciales en una moneda digital local y abandonar el sistema de pagos extranjeros utilizados por Visa y Mastercard.

La tendencia mundial es 1) marchar hacia la sustitución del dólar como principal divisa de intercambio, 2) impulsar divisas que se apoyen sobre activos reales como el oro, para evitar la volatilidad económica y la desconfianza creciente ante al sistema monetario actual.

La pregunta es, si en este nuevo contacto, los EEUU tienen posibilidades de subsistir y de cubrir su extraordinaria deuda pública. Un gobierno prudente respondería que, para ello, haría falta reducir gastos, especialmente militares, lo que implicaría la desaparición de los EEUU de muchos países en los que actualmente está presente. Pero eso se traduciría en una debilidad mayor por parte del dólar (que ya no contaría con el principal respaldo con el que cuenta ahora: la capacidad ofensiva del Pentágono para tomar riquezas allí donde estén).

Resumiendo:

- EEUU tiene una sociedad carcomida por problemas étnicos, económicos, sociales y sanitarios.

- EEUU tiene hoy en su interior concepciones irreconciliables que generan tensiones que irán en aumento.

- EEUU ya no es la “primera potencia mundial” y no quiere reconocer que es “una más”.

- EEUU vive interiormente un proceso de polarización política y cultural.

- EEUU la distribución de la riqueza es, interiormente, cada vez menos homogénea y justa.

- EEUU tiene una economía y una moneda cada vez más inviable.


Cartel de la película Civil War

Conclusión:

Todos estos problemas terminarán estallando a corto plazo y EEUU corre el riesgo de verse abocado a un conflicto interior con rasgos de guerra civil étnica, social, religiosa y cultural, paralelo a un desplome financiero y al hundimiento de su moneda. Las perspectivas de evolución de todos estos elementos en los próximos años no tienden a mejorar, sino más bien a empeorar. La sensación que dan en estos momentos los EEUU es la de un país que no realizó reformas interiores cuando pudo (en los años del “unilateralismo”). Entonces no se consideraban necesarias porque el país parecía fuerte. Pero, en la actualidad (cuando, una parte del pueblo norteamericano que está de nuevo dispuesto a apoyar la candidatura de Donald Trump y a afrontar reformas), el tiempo de la “reforma necesaria” ya ha quedado atrás y cualquier reforma, por pequeña que sea, puede afectar a la estabilidad de todo el conjunto, aumentando los riesgos de conflicto interior.








viernes, 12 de abril de 2024

CRÓNICAS DESDE MI RETRETE: LOS SINTOMAS DE QUE CATALUÑA ESTÁ FATAL...

A la vista de los resultados me niego a escribir Generalitat de Catalunya, porque ni éste es el régimen “histórico” de Cataluña, ni sus resultados son como para echar cohetes. Por eso creo que en minúsculas y contraído, cabe mejor llamar a la “gencat” que padecemos. Cataluña es hoy, gracias a la gencat menos catalana que nunca. Y no solo eso: su sociedad está completa e irreversiblemente desfigurada. Peor todavía: la criminalidad no deja de repuntar cada año y no leve sino de manera espectacular, por mucho que las estadísticas estén maquilladas a la baja. Peor aún: el “procés” primero y la “pandemia” después supusieron golpes de los que la economía catalana no se ha recuperado. Las dos noticias que cuentan mejor el “drama de la gencat”: la economía madrileña uniprovincial crece a mayor velocidad que la economía catalana; y, por otro lado, la enseñanza catalana registra “resultados catastróficos” en el Informe PISA y se sitúa a la cola de España, a su vez, a la cola de Europa… A lo que puede unirse que Cataluña está a la par con Andalucía en paro juvenil y en llegada de inmigrantes. Como para que ahora, los partidos que han monopolizado desde su nacimiento, el gobierno de la gencat (CiU ayer, hoy Junts, PSC-PSOE y ERC) estén orgullosos y nos prometan seguir por la misma senda.

EL ESTADO DE LA SANIDAD CATALANA

Les contaré una peripecia personal. Todo esto viene a cuento de que ayer fui a la revisión anual en el Centro de Asistencia Primaria. El edificio lo han ampliado hace dos años. Era de una planta… le han puesto otra encima. ¿Era necesario? En realidad, no. Pero era una forma de “petar presupuesto”. Hoy, los pasillos del CAP están casi desiertos. Cada médico y cada enfermera, tienen su propio despacho. Hará unos meses, cuando pedí revisión de la vista con el oftalmólogo, me derivaron a la enfermera para que me realizara una “prueba de visión”. Bueno. Resultó más grotesca que catastrófica. A la hora establecida, me presenté. La enfermera tardó bastante más. Luego el “aparato” no estaba donde debía estar. Salió a buscarlo. Volvió 10 minutos después: el “aparato” era no era otra cosa que una tarjeta anatómica que tapaba un ojo y luego el otro. Vamos, lo mismo que cuando el óptico nos tapa un ojo con una simple tarjeta y luego el otro. Y en cuanto a la “prueba” consistía en leer las letras de la “tabla optométrica”… la mismo que se utiliza para graduar la vista. No era la prueba que debía establecer si estaba próximo a las cataratas o no. Para colmo, cuando encontró el “aparato”, resultó que alguien se había llevado a otro consultorio la “tabla optométrica”. Estaba en otro despacho en el que un trío de enfermeras, comentaba las discotecas de la comarca…

Nada de todo esto parece edificante. Y es que, desde los tiempos de la pandemia, la sanidad catalana ha ido de mal en peor. Tuve la desgracia de que el día de San Esteban de 2019 necesité una sonda uretral y lo que pensaba que era una simple infección de orina, resultó ser una próstata del tamaño de una naranja marroquí. El que ten pongan un grifo en el pito no es, desde luego, algo que desee para nadie. Cada 60 días hay que cambiarla: es incómoda, molesta, a veces dolorosa y siempre engorrosa, para dormir, para moverse, para todo. Cincuenta días después, tras una campaña de terror en las que los medios de comunicación auguraron que moriríamos todos, el gobierno, siempre atento a nuestro bienestar y seguridad, declaró el “estado de emergencia”. Lo noté, sobre todo, por que en el Centro de Asistencia Primaria de donde vivía entonces, se atrincheraron: no dejaban siquiera que la gente se acercara más allá del telefonillo exterior. Me dieron un teléfono para contactar con el hospital comarcal. Inútil: no respondían nunca. Miré en Internet: la gencat había previsto la “emergencia sanitaria” y ofrecido teléfono y email para cada región. Pero el teléfono del hospital comarcal seguía sin responder y nadie contestaba los emails: tuve que acudir a la policía autonómica para que ellos mismos llamaran al hospital y me dieran una hora en la que cambiarme la sonda uretral… Y así en dos ocasiones más. La operación de próstata tuvo lugar, siete meses después, a finales de julio de 2020. Hoy, amigos con el mismo problema, me cuentan que deben sufrir la dichosa sonda nueve meses. La alternativa es acudir a la medicina privada que, por 7.000 euracos de nada te hacen la misma operación sin demoras de ningún tipo.

Cuando ayer volví al Centro de Asistencia Primaria, no me sorprendieron ni las corredores semivacíos, con unos pocos pacientes que utilizaban algún videojuego del teléfono para matar el tiempo, haciéndonos partícipes de las musiquillas machaconas y de las campanillas, alegres o fúnebres, que nos indicaban si prosperaban o no en la partida, unidas a las conversaciones a voz en grito entre pacientes que pugnaban por que me enterara de sus intimidades y de sus muchas dolencias sin que el personal sanitario les recordara los carteles, profusamente distribuidos por los corredores en los que se prohibía el uso del móvil y se prescribía silencio. Lo que me sorprendió mucho más es que la bendita gencat, haya generado demoras de dos meses para realizar un análisis de sangre rutinario (hasta el año pasado la demora venía a ser de una semana) o que una ecografía (un procedimiento particularmente barato para sentenciar cómo está el hígado) tarde en realizarse ¡nueve meses!

En el hospital de Calella -y es un ejemplo entre otros muchos- la parte más limpia es la placa que recuerda que fue inaugurado por Jordi Pujol. De hecho, el nombre del big boss, ha recibido más lustre que el resto de la placa (y se nota), porque con cierta frecuencia, ciudadanos airados, desahogan su cólera tachando el nombre del que fuera capo di tutti i capi de la gencat.

UNA gencat QUE HA CONSEGUIDO ANESTESIAR A TODO UN PUEBLO

Cataluña -no lo dudo- es la “más democrática” región de todo el Estado. Región que no Nación. O, “autonomía”, antes que Nación. Sería abusivo considerar “nación” a una Región, solo por el hecho de que “tiene lengua propia”… Vale la pena recordar que el 100% de los programas de TV3 -televisión al servicio de la gencat- son el lengua catalana, o que el 70% de los programas de TV2 -gracias al pedrosanchismo- se emiten en catalán… idioma, por cierto, en el que se expresan habitualmente solamente entre el 32 y el 35% de la población. Si no fuera porque cuatro de mis ocho apellidos son catalanes y he logrado reconstruir mi árbol genealógico desde finales del siglo XV, me sentiría discriminado.



El primer Milá contabilizado nació en el siglo XV (arriba de todo), mis nietos en el XXI (abajo de todo)

A cada cifra negativa sobre el uso del catalán -que hace tiempo toco techo y va disminuyendo progresiva e inevitablemente- responde la gencat inyectando más y más fondos. Ahora, por ejemplo, va a empezar el Barcelona Film Fest. Va por su octava o novena edición. Este año han invitado a Meg Ryan (que ya no es la encantadora jovencita de hace treinta y cinco años, sino un rostro deformado por los latigazos de bótox y los bisturises estéticos) y anuncian un ciclo de cine japonés, junto a una granizada de películas realizadas en Barcelona, todo ello en catalán, doblado o subtitulado al catalán, por mucho que las de cine japonés ya estén dobladas o subtitulados en castellano.

La situación del “cine en catalán” es dramática. Solamente un 3% de espectadores ve cine en catalán (datos del diario ARA) y las campañas realizadas por la gencat en este ámbito han fracasado una tras otra. La lectura del artículo de Ara (diario vinculado a sectores independentistas) es significativa y concluye así: Se puede culpar a los ciudadanos que no actúan con responsabilidad lingüística, pero todo el mundo que haya intentado ver una película en catalán sabe que a menudo quedan relegadas a salas alejadas de los centros y de los barrios con más catalanohablantes, o en los horarios menos atractivos para la mayoría. Esto no facilita que el público vaya, favorece que el catalán se vea como una opción menos comercial y, por tanto, aún se le relegue más”. Lo que el redactor parece desear es que solamente se exhiba cine doblado al catalán para que aumente el escuálido porcentaje del 3%. Los exhibidores, por el contrario, que conocen los gustos del público saben que se arriesgan a ver desiertas sus salas si se siguiera esa dirección.

En realidad, el “problema catalán” no existe. Es más bien, el problema generado por la gencat. Es más, soy de los que siempre he dicho que, de celebrarse un referendo por la independencia, la respuesta sería ampliamente negativa. Cuando el famoso y malhadado “procés”, la gencat, antes de conocer el resultado, incluso antes de conocer si se celebraría, ya había creado “comisiones de desenganche”, dando por supuesto que el resultado sería un SI como la copa de un pino… por mucho que las encuestas indicaban que, sin haberse iniciado ninguna campaña en contra y después de cinco años de machaque independentista en todos los medios de comunicación subvencionados, los resultados ni siquiera estaban claros. Hoy, el propio CIS de la gencat indica que las cifras de seguimiento del independentismo han bajado y, en cualquier caso, el resultado de una consulta sería el seguir como ahora. De ahí que la cuestión del resultado es irrelevante, de no ser porque, este primer referendo no contentaría a los indepes y pedirían otro (como ha ocurrido en Quebec, en donde han llegado a pedir hasta tres antes de ser abandonados por la opinión pública).



A Meg Ryan le pasa lo que a la gencat: hace 40 años era de una belleza; hoy su rostro es una irrisión voluntaria.

¿Qué es, a fin de cuentas, un independentista? Respuesta sucinta: alguien que no se da cuenta del mundo en el que vive.

Fíjense el “tema-estrella” de la campaña de ERC: “recaudación del 100% de impuestos en Cataluña”. No se habla en absoluto de una reducción de impuestos, que es lo que, desea la TOTALIDAD de españoles. Hoy, España va en cabeza en presión fiscal entre todos los países de la UE: y no es para “igualarnos” con Europa, sino para pagar las locuras presupuestarias del pedrosanchismo y de la extrema-izquierda. Tengo próximos a los que el gobierno se queda con el 40% de su sueldo (sin contar con el 21% de IVA), o a los que se les ha dado una subvención para el alquiler de 3.000 euros en 2023 y ahora, en 2024, se le pide que pague 1.700 euros…


Lo peor no es la falacia del eslogan “Espanya ens roba”, sino que la propuesta de “recaudación del 100%” implica decir: “Preferim que ens robi la gencat”. Y lo peor aún es que una parte de Cataluña está tan anestesiada, tan absolutamente en piloto automático, que ERC piensa que un lema así contribuirá a aportarle votos extra.

¿Qué decir de la candidatura de Junts? Aquí también, las declaraciones preelectorales son grotescas. Puigdemont ha dicho que, si no triunfa, “se retirará de la política”. ¡Qué gran pérdida para la gencat! ¡Alguien que no ha dado un palo al agua en su vida, más allá de vender pasteles en la confitería familiar cuando era joven, que no ha terminado ninguna carrera de las que ha empezado y que ha vivido desde muy joven a la sombra de la gencat, ahora amenaza con retirarse a la vida privada!

 

Cuando un donnadie que no ha dado un palo al agua llega a "president" y
sobrevive siete años sin trabajo reconocido, hay que empezar a preocuparse.

No es que el resto de partidos presenten mejores opciones: ahí está Illa, “el ministro de la pandemia”. El licenciado en filosofía -sin ninguna especialización- que llegó al ministerio sin tener ni idea de lo que era la sanidad y en el que los errores y horrores del período pandémico pueden atribuirse en gran medida a ser absolutamente incapaz de entender que ni las vacunas eran la solución, ni comprender que los protocolos de la OMS para tratar la enfermedad eran, precisamente, lo que generaba más víctimas mortales, ni que la generalización de las mascarillas o las medidas extemporáneas, incluso a surfistas que no llevaran mascarillas en la playa, eran meras ridiculeces zafias e ignorantes. Luego ha resultado que el nombre de Illa sigue mezclado en la trama Koldo por compras irresponsables de mascarillas averiadas. Pues bien, ese es el candidato del PSC el que dice que con la “amnistía” se inicia un período nuevo de convivencia (cuando tanto ERC como Junts han dicho que “lo volverán hacer”…).


 

Illa, un filósofo tristón y un ministro con el ministerio descontrolado en el peor momento

¿Cómo es posible que individuos que, en el mejor de los casos, pueden ser calificados como “pobres tontorrones” y en el peor como “escoria ignorante y sin escrúpulos” sean las opciones preferidas de los catalanes? Es simple explicarlo: ayer estaba recopilando datos para un ensayo sobre el justicialismo argentino. Me encontré un cartel revelador: un brazo levantaba un libro. La leyenda decía: “Un pueblo leído, jamás es sometido”. Sin recurrir a eslóganes de masas, lo podemos traducir así: “la capacidad crítica de un pueblo, depende de su nivel cultural”. En Cataluña durante los años de la gencat, se ha reducido la culturalización del país a obtener el “Certificado de nivel elemental de catalán (B1)”. Esto ha sido todo. No importaba, a partir de ese título, la gencat creía que había cumplido su misión redentora. Y ni siquiera era muy rigurosa a la hora de dar los certificados. El resultado ha sido que, gracias a la gencat, Cataluña es hoy menos catalana que nunca.



Cartel del gobierno peronista argentino en los años 50 que reproduce una verdad eterna.

Cuando era pequeño, hace 70 años, en el Penedés, todos, prácticamente, hablaban catalán. La lengua catalana fue la de mi infancia, junto al pa amb tomàquet i pernil que mi tía hacía para todos sus sobrinos. Era la época franquista. Recuerdo que en el cole de los Escolapios de Balmes se bendecía la mesa desde 1958 con esta fórmula: “Déu i Pare omnipotent, amb sa divina paraula, beneïu aquesta taula, i a tots nosaltres. Amen”. Nadie nos decía la lengua que teníamos que hablar en el recreo, ni nadie parecía obsesionado por la lengua. Lo bueno era que, aquel bachillerato cincuentero y sesentero, nos daba armas culturales suficientes como para que pudiéramos entrar en la vida con un aceptable bagaje cultural: incluso los que optaban por carreras de ciencias, sabían de historia, arte, literatura o filosofía; y los de letras, conocían las leyes elementales de la física, eran capaces de resolver ecuaciones y conocían los rudimentos de las ciencias naturales. Y, como esto nos facilitaba madurez cultural, algunos optaron por expresarse en catalán y otros en castellano, unos por defender el franquismo y otros la democracia.


Siempre he sostenido que una Cataluña independiente tendría
muchas más posibilidades de ingresar en la Liga Árabe que en la Unión Europea.

Hoy, las aulas son un ágora de ignorancia. Y el “nivel B” de catalán no lo resuelve todo. Aparte de que en Cataluña en estos momentos estamos ya próximos a los dos millones de inmigrantes (entre recién llegados, legales e ilegales, naturalizados españoles pero que siguen arraigados a sus tradiciones culturales y antropológicas e hijos de todos estos), si es que no los hemos superado, el gran problema de esta bendita tierra de mis padres y mis abuelos, es que la enseñanza se ha hundida y con ella la capacidad crítica y cultural del alumnado

No es algo nuevo: es algo que viene arrastrándose desde mediados de los años 70 (en 1975 en la Escuela de Ingenieros se dio un curso de catalán: algunos alumnos estaban entusiasmados porque les convencieron de que en la lengua de Pompeu Fabra se podía decir “idiota” de treinta maneras distintas: estúpid, ridícul, curt, idiota, obtús, animal, babau, bàmbol, capfluix, llanut, talòs, toix, totxo, bajà, beneit, y otras muchas más que ni recuerdo… Aquello me pareció banal: un idiota es un idiota, se le llame como se le llame, incluso sin llamarlo de ninguna manera, él mismo se define como tal al decir lo que han dicho estos días Puigdemont (“abandonaré la política si…”), Aragonés (“100% de recaudación para la gencat”) o ufanándose del “bon treball” que hizo Illa durante la pandemia.

Pido disculpas por estas notas inorgánicas y mal ordenadas. Son las que me van a acompañar en esta espera de 60 días para un simple análisis de sangre y de nueve meses para una ecografía abdominal. Durante ese tiempo votaré en dos ocasiones. Creo que, como mínimo ha quedado claro, a quien no votaré, sino que, más bien, maldeciré.

La “democracia ha triunfado en Cataluña, tenemos gencat por todo la eternidad; disfruten de lo votado”