3. Maurice Barrés, de profesión literato y nacionalista
En las elecciones de 1893 el fenómeno “boulangismo” desapareció
completamente. Uno de los diputados boulangistas, Maurice Barres[1],
luego se convertirá, como veremos, en uno de los adversarios más encarnizados
del capitán Dreyfus. De su mano el “antisemitismo popular” alcanza su madurez.
En el antisemitismo moderno, Barrés cree haber encontrado el mejor
medio de integrar al proletariado en la comunidad nacional, ve el terreno ideal
que permitiría en fin superar las diferencias sociales, movilizar a la nación
entera: es así que Barrés transforma simples sentimientos xenófobos y
antijudíos en un concepto político de primera magnitud. Es el primer pensador
político francés en emplear el antisemitismo despojándolo de todo significado
confesional y, contrariamente a Drumont (de quien hablaremos un poco más
adelante), sin ninguna referencia a la vieja Francia monárquica.
Barrés se configura pronto como el gran teórico del antisemitismo
dentro del heteróclito frente boulangista. Pero ¿por qué el antisemitismo? ¿qué
hace que Barrés insista tanto en él? Es una simple estrategia. Barrés atribuye
importancia al antisemitismo como factor de unidad de la comunidad nacional:
todo el mundo está de acuerdo en enfrentarse a los especuladores, a los
explotadores… esto es, a los judíos, por tanto, es un factor objetivo que sirve
para estimular la unidad nacional y la cohesión nacional, mucho más que el tema
de Juana de Arco o las propuestas del boulangismo de estricta observancia que
aspiran a crear una “nueva República” pero que no logran constituirla jamás.
Por eso Barrés escribe en uno de los medios boulangistas: “el boulangismo debe
ser antisemita en tanto que partido de reconciliación nacional”[2].
El motivo de su antisemitismo no es, pues, religioso o étnico: puesto que los
judíos suscitan el encono universal de todos los sectores de la sociedad
francesa, este tema es axial para unir al pueblo francés…
Es significativo, por ejemplo, que Barrés se oponga al habitual
antisemitismo del que hace gala la “derecha tradicionalista” motivado por
cuestiones religiosas. Afirma y asume un “antisemitismo popular” y define el
boulangismo como una “concepción progresista que debe servir de plataforma para
un movimiento de masas”. Se quiere “portavoz de los pequeños” o defensor de un
“boulangismo plebeyo” al que también llama “un nacionalismo de los pequeños”,
es decir, de aquellos que no tienen nada más que su condición de franceses.
También apelará a la necesidad de un “antisemitismo social” capaz
de atraer a las masas que no se adhieren ni al marxismo ni a la democracia
liberal, al mismo tiempo que una solución para superar las diferencias sociales[3].
El antisemitismo de derechas, clerical, no le interesa, ni percibe su interés
(para él, no todos los franceses son católicos, pero sí todos los franceses
sanos son antisemitas). El 9 de febrero de 1889, los boulangistas de Nancy, con
Barrés al frente, convocan una gran manifestación que se desarrollará a los
gritos de “¡Abajo los judíos!” y “¡Viva Boulanger!”[4].
Pocos días antes Barrés reprochará a su jefe político el no ser suficientemente
antisemita y una parte de la prensa del Este de Francia le apoyará y
reproducirá sus palabras. Barrés, finalmente, atribuirá a los judíos la
responsabilidad en la caída de Boulanger.
Elegido diputado del partido boulangista
por Nancy cuando tenía 27 años, él mismo se situaba en la extrema–izquierda de
la asamblea y se consideraba “socialista francés”. Como tal ingresará en la
Liga de la Patria Francesa[5]
en 1899 y en la Liga de los Patriotas[6].
Al estallar el escándalo Dreyfus tomará partido por los detractores del oficial
de raza judía: “El que Dreyfus sea capaz de traicionar, lo sé por su raza”
había escrito en un artículo. Compartirá la mayor parte de doctrinas de Charles
Maurras[7]
sin adherirse nunca a Action Française ni aceptar sus ideas monárquicas. En
contrapartida, tanto Amurarás como los escritores de su escuela (Bainville,
Vaugeois, Daudet, Massis, Bernanos, Maritain, Maulnier, etc) reconocerán un
tributo intelectual con él. Derrotado en sucesivas elecciones volverá al
parlamento como diputado por París en 1906 y seguirá siéndolo hasta su muerte.
[1] Maurice Barres (1862-1923), uno de los fundadores del nacionalismo
francés y famoso escritor. Es el gran teórico del “culto al Yo” (nuestro primer
deber sería defender nuestro yo contra los “bárbaros”, es decir, contra todo lo
que debilita nuestra sensibilidad). Su segundo eje son los principios
conservadores: defensa de la tierra, de la familia, arraigo en la tierra natal,
defensa del ejército, tradicionalismo y nacionalismo republicano. En su juventud fue amigo del ocultista Stanislas
de Guaïta. Al llegar a París en 1884 funda la revista Les Taches d’Encre que compone casi en solitario. A partir de ahí
empieza su evolución hacia el nacionalismo. Influenciado en esos primeros años
por Taine y Renan. En 1888 comienza a ser un escritor conocido cuando publica
los tres volúmenes del Culto al Yo. Sus libros son especialmente leídos
por jóvenes. En 1893 sigue los cursos de Jules Soury en la Sorbonne. Soury se
convierte en su maestro intelectual y Barrès asume íntegramente sus principios:
respeto a las tradiciones, defensa de la raza y sacralidad de la patria.
Escribirá tres volúmenes titulados: Novela de la energía nacional. Al
concluir la serie en 1902 puede decirse que ha alcanzado su madurez política y
tiene muy claras las ideas que defenderá. En 1899 dará una conferencia en la
Ligue de la Patrie Française en el curso de la cual afirmará la “necesidad de
restituir a Francia una unidad moral, crear lo que nos falta desde la
revolución: una conciencia nacional” y para forjarla apelará tanto a la razón
como al sentimiento. Junto a estas ideas
defenderá a partir de 1871 la necesidad de una “revancha” contra Alemania. En
1906 será nombrado miembro de la Academia Francesa. Viajo habitualmente a
España y a Grecia escribiendo varias obras sobre nuestro país. (Los datos sobre
la biografía de Barres han sido extraídos de
Maurice Barrès, François Broche, Editorial J.C. Lattès, París 1987. Así mismo,
en lo que se refiere a las ideas y encuadre histórico, cfr. Barres et le nationalisme Français, Zeev
Sternhell, Editions Complexe, París 1985).
[2] Cfr. Nationalisme et antisemitisme en France (vers 1880-1914), PDF de siete páginas publicado en http://www.banque-pdf.fr/fr_la-droite-en-france.html,
pág. 3
[3] Cfr. Nationalisme et…, op.
cit., pág. 4.
[4] Cfr. Nationalisme et…, op.
cit., pág. 3.
[5] La Ligue de la Patrie Française (1898-1904), grupo nacionalista
nacido a raíz del Caso Dreyfus, compuesto por intelectuales, artistas y
personalidades relevantes de la sociedad francesa (los pintores Caran d’Ache,
Jean-Louis Forain, Edgar Degas, Auguste Renoir, los académicos François Coppée,
Jules Lemâitre y Paul Bouget, Su creación fue una reacción a la constitución de
la Ligue des Droits de l’Homme. Estaba compuesta por boulangistas y
bonapartistas. Se disolvió en 1904 tras la victoria electoral del Bloque de
Izquierdas. Sus dos inspiradores principales fueron Maurice Barrès y Jules
Lemaître. Para algunos historiadores, la formación de la Ligue responde al
tránsito del “nacionalismo abierto” al “nacionalismo cerrado”. En efecto, el
nacionalismo era a principio del siglo XIX cuestión de izquierdas y de
liberales-demócratas, pero tras la experiencia boulangista quedó como
patrimonio de las diversas derechas. Pues bien, La Ligue encarna esta mutación
al estar dirigida por patriotas republicanos en busca de soluciones
autoritarias. Sobre la Ligue de la Patrie Française
pueden consultarse: Jean-Pierre
Rioux, Nationalisme et conservatisme : la Ligue de
la patrie française (1899-1904), Paris, Beauchesne, 1977 y La droite Revolutionnaire.
Les origines françaises du fascisme 1885-1914,
Editions du Seuil, París 1978.
[6] La Ligue des Patriotes ha pasado a la historia como el primer
partido de masas que se estructuró en Francia. Fue un producto del traumatismo
generado por la derrota de Sedán y la pérdida de Alsacia y Lorena a manos de la
Alemania recién unida. Fundado por Paul Déroulède en 1882 su ciclo vital se
extinguió en 1889 para reorganizarse en 1897-8 antes de que estallara el asunto
Dreyfus. A finales de 1981, Déroulède inició una campaña de agitación
“destinada a extirpar las raíces de la derrota y de la decadencia”. La carrera
de Déroulède había comenzado cuando el ministerio de educación quiso promover
los valores patrióticos y creó una comisión de la que él formaba parte. La
comisión apenas pudo hacer gran cosa, pero siguió trabajando y promoviendo esos
mismos principios constituyendo la Liga de los Patriotas. Déroulède creó
inmediatamente un semanario, Le Drapeau,
en el que Víctor Hugo llegó a publicar un poema. La irrupción de la liga fue un
éxito y en pocas semanas contaba con varios miles de miembros la mayoría
republicanos. Déroulède se convirtió pronto en un personaje popular y
extremadamente conocido. La Liga tenía asociados numerosos gimnasios que
sirvieron para difundir los valores de los que era portadora y que
contribuyeron a darle un aspecto paramilitar, siendo en esto un precursor de
los fascismos posteriores. Déroulède defendía un sistema educativo para los
jóvenes basado en la religión de la patria y en la visión militar de la vida
(unidad, autoridad, valor, defensa de la comunidad, etc.), valores que habrá
que transferir a toda la organización social. Participó como voluntario durante
la guerra franco-prusiana siendo herido y hecho prisionero, aunque logró
evadirse. Luego participó en la represión contra la Comuna de París. Renan y
Taine influyeron en su pensamiento. Su doctrina es simple: un nacionalismo que
sitúe a la propia nación por encima de las demás. Es partidario de la revancha
contra Prusia, eso supondrá “crear una nueva Francia” y eso solamente se hará
cuando exista una sociedad disciplinada dotada de un elevado principio de
autoridad y que tenga presentes el resto de valores militares. Déroulède
evoluciona en esa dirección (anti-republicana y autoritaria) junto a una parte
de la Liga, mientras que la otra se mantiene fiel a los valores originarios
nacionalistas y republicanos. Esta división entrañará la caída y la
desintegración de la Liga. En 1885, Déroulède se declaró contra el liberalismo
y las debilidades del régimen parlamentario. A partir de entonces buscó al
“hombre providencial” que debía salvar a Francia y le reconoció en el general
Boulanger. Pero no todos en la Liga aprobaron esa opción, a pesar de que la
Liga facilitó el servicio de orden y su organización para Boulanger.
En ese tiempo Déroulède replanteó sus objetivos para evitar la
escisión interior: se declaró a favor de una república plebiscitaria cuyo jefe
fuera elegido por sufragio universal y cuyos ministros serán elegidos entre los
mejores ciudadanos, aunque no fueran parlamentarios que solamente rindieran
cuentas al jefe del Estado no al parlamento. Denunció las injusticias en la
distribución de la riqueza a favor de una “democracia social” (fue el primero
en utilizar este término) y propuso una democracia directa frente al
parlamentarismo. Pero no pudo evitar el que la Liga sufriera una grave crisis
interior por la división entre republicanos parlamentarios y plebiscitarios.
Déroulède quedó en minoría y se produjo una escisión que da lugar a la Unión
Patriótica de Francia. La Liga perdió 100.000 afiliados solamente en 1898. En
diciembre de 1887 los miembros de la Liga organizarán grandes manifestaciones
de apoyo a Boulanger y protagonizarán choques con la policía. Ellos serán los
artífices del triunfo electoral boulangerista de 1889. A partir de entonces, la
liga será sometida a represión policial y judicial que entrañará su disolución
en marzo de 1889 cuando Déroulède es elegido diputado por la candidatura
boulangerista. Ese período será el de las grandes convulsiones interiores en la
Liga que perderá la mayor parte de sus secciones provinciales. El final de la
crisis económica y la Exposición Internacional de París en 1889 entrañarán su
pérdida de influencia. En 1894 será reconstruida de nuevo. En 1896 será legalmente
autorizada, pero el puesto de presidente reservado a Déroulède quedará vacante
y no jugará ningún papel a partir de ese momento. La liga reivindica en primer
lugar la recuperación de Alsacia y Lorena, la abolición del régimen
parlamentario y la recuperación de la dignidad nacional. Cuando estalle el caso
Dreyfus, la Liga se convertirá en la punta de lanza del movimiento anti-dreyfusard,
movilizando entre 30 y 60.000 afiliados en París. Su objetivo es apoyar un
golpe de Estado militar. El 23 de mayo el 3 de octubre de 1901 organizarán
verdaderas demostraciones de fuerza. Ese año, tras la muerte del presidente
Félix Faure, Déroulède, que ha recuperado la dirección del movimiento cree que
ha llegado un ciclo parecido al de Boulanger. Intenta, junto con el general
Roget, un golpe de Estado que fracasa y sus protagonistas resultan arrestados y
procesados. Las legislativas de 1902 se saldan con un éxito para los candidatos
de la Liga. Nuevamente la organización vivirá un segundo período de vitalidad.
Pero a este período seguirá un nuevo bache al que seguirá una breve
colaboración con la Liga de la Patria Francesa que se saldará con una ruptura
irremediable. A partir de 1905, la Liga perderá definitivamente fuerza y se
verá absorbida progresivamente por otras corrientes de la derecha tradicional.
Cuando Déroulède muere en 1914, le sustituye Barrès al frente de la Liga cuando
ya es una organización aletargada y en regresión.
[7] Sobre las relaciones de
Charles Maurras con los movimientos antisemitas de los años 80 del siglo XIX,
puede leerse Le maurassisme et la culture:
L'action française. Culture, société, politique (III), Michel Leymarie, Olivier
Dard, Jacques Prévotat, Neil McWilliam, Preses Nationales du Septentrion,
Villeneuve d’Ascq 2007, especialmente pág. 20 y sigs.
