sábado, 16 de septiembre de 2023

NOTAS SOBRE LAS DICTADURAS DE NUESTRO TIEMPO… Y ESPAÑA (1)

¿Estamos volviendo a la época de los “golpes de Estado”? Respuesta: sí, porque solo en los últimos tres años se han producido nueve de estos movimientos. ¿Por qué se producen estos “golpes de Estado”? Respuesta: por deterioro interior, por toma de conciencia frente al caos y por apoyos exteriores. Y, finalmente, ¿podría producirse un golpe de Estado en España? Tal es la cuestión a la que pretendemos responder con este estudio en cinco partes y una conclusión:

1) ¿Cuándo el golpe de Estado es la “solución final” aceptable?

2) ¿Qué elementos son necesarios para un golpe de Estado?

3) ¿Cuáles son los errores habituales de un golpe de Estado?

4) ¿Es posible un golpe de Estado en España?

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Introducción: justificación de este estudio

1. Unas notas sobre el golpismo en Iberoamérica

Creo necesario iniciar este estudio con un recuerdo personal: en los años 70 y 80 conocí a algunos protagonistas de los golpes de Estado que sacudieron Iberoamérica en aquella época. Vale la pena establecer dos elementos que, generalmente, se ocultan: es cierto que parte de sus protagonistas fueron militares formados en la Escuela de las Américas (hoy, eufemísticamente llamado, “Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad”). El único cambio sustancial ha sido el que, inicialmente, la “escuela” estuvo situada en la zona del Canal de Panamá (entre 1946 y 1984) y, a partir del año 2000 se reubicó en el Hotel Melia Panamá Canal. Allí se daban -y se siguen dando- cursos para militares iberoamericanos, impartidos por profesionales del Pentágono. Por allí han pasado 60.000 militares iberoamericanos. Su función era doble: por una parte, combatir a la subversión marxista en el subcontinente y, por otra, formar militares “amigos” de los EEUU.

El problema es que, la Escuela tuvo éxito en lo primero, pero fracaso notoriamente en lo segundo. Olvidaron que la mayoría de militares iberoamericanos, no eran mercenarios; especialmente, los que protagonizaron golpes de Estado y períodos de gobierno en la década de los 60-80 eran “antisubversivos”, pero también “nacionalistas”. Les interesaba acabar con la guerrilla castrista, pero no tanto para comer de la mano de los EEUU. De ahí que, casi siempre, el Departamento de Estado, fracasara en su intento de “domesticar” a los militares iberoamericanos y terminara “condenando” los golpes de Estado que se producían y obstaculizando por todos los medios el desarrollo de su gobierno.

Puedo dar fe de que, en el golpe de Estado que tuvo lugar el Bolivia en julio de 1980, desde el primer momento, el Departamento de Estado y la Embajada de los EEUU trataron por todos los medios de evitar el golpe. Para ello, apostaron por políticos de muy dudosa catadura (que terminarían protagonizando sonoros escándalos de corrupción y vinculación con el narcotráfico a partir de 1983), distribuyeron cantidades elevadas a los jefes de las divisiones orgánicas del ejército para evitar el movimiento golpista, y luego sometieron al país a un cerco económico (llegando incluso a hundir el mercado internacional del cobre y del estado, sacando al mercado reservas de estos minerales acumuladas en EEUU desde la Segunda Guerra Mundial) y difundiendo sistemáticamente a través de sus canales, informaciones que, no solamente no se correspondían con la verdad, sino que, además, eran pura intoxicación informativa. Recuerdo todavía como, los dirigentes del llamado “Movimiento de Izquierda Revolucionaria” (que menos de una década antes había protagonizado un catastrófico intento guerrillero cuyos pocos integrantes se refugiaron en el Chile allendista), se peleaban por acudir a las recepciones en la embajada de los EEUU, mientras que el procónsul yanqui pedía la expulsión de los asesores extranjeros (entre los que me encontraba).

Así mismo, recuerdo que el profesor Lewis A. Tambs, en el curso de un curso sobre geopolítica que dio en Madrid y al que asistí, no tuvo el menor reparo en explicarnos que el golpe que puso fin al gobierno de Unidad Popular en Chile, había contado con el apoyo del Servicio Nacional de Inteligencia brasileño y que los EEUU tan solo pretendían la caída de Allende y la formación de un gobierno “sumiso” entre la Democracia Cristiana y el Partido Nacional. Y Tambs debía saberlo porque en ese momento ya era un peso pesado en el Departamento de Estado y fue uno de los que elaboraron los “Documentos de Santa Fe”, que marcaron la política de la administración Bush en Iberoamérica. Eso explica el que, posteriormente, incluso con los “Chicago boys” destrozando la economía chilena, el gobierno norteamericano adoptara inequívocamente una posición opuesta al gobierno del General Pinochet.

Recuerdo, finalmente, que miembros de la embajada argentina en La Paz me comentaron, poco después de la guerra de las Malvinas, que, antes del conflicto, el General Galtieri, cuanto todavía no era presidente, había viajado en dos ocasiones a los EEUU y mantuvo encuentros con altas personalidades del gobierno norteamericano, incluido el vicepresidente George H.W. Bush. Regresó a Argentina convencido de que los EEUU le apoyarían para sustituir al general Viola (lo cual era cierto) y en su plan de ocupación de las Malvinas (a cambio de autorizar a los EEUU a instalar una base en estas islas o en las Georgias del Sur, con la misión de ejercer como “centinelas” en la ruta del petróleo del Golfo Pérsico a Europa y EEUU… lo que, desde luego, la historia demostró que no fue cierto). Tras sustituir a Viola, Galtieri -creyendo en el apoyo de los EEUU- ocupó las Malvinas: a partir de ese momento, todo se torció y los EEUU tomaron partido públicamente por Margaret Tatcher y apoyaron el esfuerzo bélico británico, lo que condujo a una nueva usurpación de las islas y al hundimiento del gobierno militar argentino.

Así pues, el mito fomentado por la “izquierda antiimperialista” era la complicidad de los EEUU en los golpes militares que se sucedieron en Iberoamérica entre los años 60 y los 80. El departamento de Estado, en realidad, prefería bregar con políticos socialistas, socialdemócratas o incluso con antiguos guerrilleros, mucho más oportunistas, incluso más serviles, antes que con militares nacionalistas. Se dieron cuenta, de que la carne de político se cotizaba más barata que la de militares y que, estos, en última instancia, por mucho que hubieran sido formados en la Escuela de las Américas y, por mucho, que se mostraran buenos alumnos en las enseñanzas contra la guerrilla, seguían siendo nacionalistas y, por tanto, miraban con desconfianza los intentos del Departamento de Estado y de sus procónsules por influir en sus países.

Cuando cayeron los gobiernos militares de Argentina, Chile y Bolivia, los EEUU trataron de que no volvieran a repetirse movimientos golpistas. Y lo hicieron con distintas tácticas: la primera de todas -y la más sencilla de aplicar- era la acusación de haber vulnerado los “derechos humanos” que, efectivamente, habían sido vulnerados sin discusión; la segunda fue lanzar acusaciones de “narcotráfico” (Tambs durante su estancia como embajador en Colombia ideó el término “narcoterrorismo” que, aplicó, tanto a la guerrilla colombiana como a los asesores europeos que nos encontrábamos en otros países iberoamericanos, aun a sabiendas de que las acusaciones eran falsas). El general García Meza, el Coronel Lucho Arce Gómez y el coronel Faustino Rico-Toro, fueron extraditados a los EEUU, aun cuando no fue sino hasta la caída del gobierno militar, cuando el narcotráfico se disparó en Bolivia ¡incluso con la intervención directa de fuerzas espaciales norteamericanos en la lucha contra la droga en aquel país, graciosamente autorizada por los gobiernos democráticos!). La tercera táctica, consistió en idear una constelación de noticias falsas sobre lo que habían sido y hecho aquellos gobiernos. Desde el principio del golpe militar en Bolivia de julio de 1980, se difundieron noticias sobre “miles de muertos en La Paz”, cuando en realidad, en todo el país -si no recuerdo mal- apenas murieron 14 personas y por muy distintas causas. No hubo genocidio sistemático, ni nada que se le pareciera remotamente.

Todo eso impidió el que volvieran a producirse movimientos golpistas en Iberoamérica. Cuarenta años después, cabe preguntarse si la situación en todos estos países es mejor, igual o peor. No hay que olvidar, además, que, tanto el Fondo Monetario Internacional, como el Banco Mundial, concedieron desde la segunda mitad de los 70, créditos fáciles a todos los gobiernos iberoamericanos, con la intención de que no pudieran retornarlos y obligarles a liquidar a bajo precio el patrimonio del Estado. Y se trató -lo sé porque el delegado boliviano en el FMI, un hombre próximo a nuestro círculo, nos habló de esta táctica como algo conocido y sistemático- de una política de saqueo deliberada.

Entre el miedo a sufrir de por vida consecuencias nefastas o caer en el descrédito a causa de las campañas de “fakes news” propagadas por los servicios de operaciones psicológicas del Departamento de Estado y de los organismos de inteligencia norteamericanos; ante la convicción de que les sería imposible enderezar sus países a causa de la actitud que los gobiernos de los EEUU que, insistimos, nunca apoyaron estos “pronunciamientos”, sino que los combatieron; nunca más volvieron a producirse movimientos golpistas en Iberoamérica.

2. De Iberoamérica a la franja del Sahël

Pero el golpismo no desapareció. El escenario del golpista está, en la actualidad, trasladado a África y, concretamente, a la “franja del Sahël”. Era algo que podía esperarse desde el inicio del siglo XXI, cuando se produjeron conatos de fundamentalismo islámico en esas zonas. Con esa excusa los EEUU mejoraron sus relaciones con Marruecos hasta el punto de instalar el “Africom” (Mando Regional del Pentágono para África) en ese país.

A esto se añadió la necesidad de Marruecos de contar con un “protector exterior” que garantice la supervivencia y la estabilidad de la dinastía alahuí. En 2020, Mohamed VI ya ofreció una base en Alcazarseguir que sustituyera a la de Rota (cuando faltaba un año para renegociar la presencia americana en España). Marruecos es, hoy, importante para el dispositivo militar americano en África. De hecho, este país es la “puerta” para el continente negro y hoy, puede decirse, cada día que pasa, Marruecos está más próximo a los EEUU.

Existen allí cuatro bases en funcionamiento en el norte del país y otros tres proyectos de construcción de nuevas bases en Gercif, Taourirt, Monte Arruit y Alcazarseguir. Obviamente, Marruecos apunta a que estas bases refuercen sus reivindicaciones sobre Ceuta, Melilla y Canarias. Los EEUU justifican esta presencia alegando que, en dirección al Norte, los gobiernos españoles están tendiendo a disminuir la presencia militar en la zona del Estrecho, con lo que, EEUU precisa un aliado más “seguro” y “fuerte” en la zona. Y en dirección al sur, para permitir despliegues rápidos de fuerzas ante crisis que pudieran producirse en la franja del Sahël y más al sur. EEUU han sustituido a Francia como potencia “tutelar” del gobierno alahuí.

Lo cierto es que los EEUU tienen razones para sentirse inquietos. En los últimos 10 años se ha multiplicado la presencia, tanto de Rusia como de China en África e, incluso, la República de Sudáfrica ha pasado a la lista de “países BRICS”, ofreciendo al resto de África negra una vía inequívoca: ni Rusia ni China suscitan resquemores colonialistas o neocolonialistas entre los países africanos (a fin de cuentas, ambos países apoyaron a los movimientos independentistas de esos países, con armas, pertrechos y diplomacia en la ONU), por lo que su penetración es mucho más rápida y profunda que la de Francia (cuya noción de “francité” está prácticamente expulsada en África), del Reino Unido o Bélgica que dejaron malos recuerdos en los países que colonizaron.

Lo cierto es que África es hoy uno de los continentes que tienen más valor estratégico, especialmente, por que abunda en “tierras raras”, elementos químicos derivados de los actínidos y de los lantánidos, esenciales en las nuevas tecnologías. Así como los países europeos y los EEUU han querido reproducir en África los mismos patrones políticos que rigen en occidente, chinos y rusos, mucho más pragmáticos, saben, desde el principio, en donde han fracasado europeos y norteamericanos, así que negocian directamente con los gobiernos en el poder o bien, si estos se muestran completamente inoperantes, desmesurados en sus pretensiones o incapaces de establecer un orden que haga viables la explotación y el transporte de minerales, tienden a favorecer golpes de Estado y a colocar en el poder a elementos más enérgicos y capaces de establecer la autoridad del Estado.


Solamente en algunas zonas del Sahël occidental, en donde se han producido movimientos islámicos de cierta importancia, especialmente en Malí y en algunas zonas de Níger, los golpes de Estado que se han producido han sido respuestas al fundamentalismo musulmán. En el resto de países estos golpes han tenido otros desencadenantes. Y no han sido pocos: nueve golpes de Estado en la zona del Shäel (más el último en Gabón, el 30 de agosto de 2023) desde 2020, en Malí (2), Burkina-Faso (2), Chad, Nigeria, Sudán, Níger y Guinea-Conakri, a los que se suman otros cinco golpes frustrados (en Guinea-Bissau, Santo Tomé y Príncipe, República Centroafricana, Níger y Sudán.

Así pues, la “época de los golpes de Estado”, no ha pasado; simplemente, se ha trasladado de Iberoamérica a África. Geográficamente, más cerca de Europa… Y es normal que, hasta ahora, esos golpes hayan tenido lugar en el Sahël: es la zona que separa el Magreb y el norte árabe-musulmán, del resto del continente negro. De nada le va a servir a los EEUU estar masivamente presente en Marruecos, si todo el Sahël se encuentra en manos de gobiernos más próximos a Rusia y China que a EEUU.

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Tal es la situación en septiembre de 2023. El reciente golpe de Estado en Gabón ha conmovido a los medios “políticamente correctos”, especialmente por el apoyo popular innegable que han mostrado los nuevos gobernantes. Por supuesto, los organismos internacionales han protestado… pero no parece que ni Rusia ni China vayan a romper relaciones diplomáticas con estos gobiernos, antes bien, todo induce a pensar que van a estrecharlas a medida que los países occidentales, en su defensa irracional de la democracia, el liberalismo y la partidocracia, allí en donde nunca han funcionado, vaya arrojando más y más a Gabón a la esfera ruso-china.

Hasta aquí nos hemos preocupado por demostrar dos elementos: 1) que EEUU siempre se ha mostrado hostil a golpes de Estado (no tanto por su defensa de los “derechos humanos” que ni siquiera se respetan en territorio norteamericano, como por su exigencia de gobiernos sumisos que mantengan formas aparentemente democráticas) y 2) que la “vía golpista” sigue vive, hoy más que nunca, solo que se ha trasladado de Iberoamérica a África (más lejos de nosotros antropológica, cultural y económicamente, pero más cerca geográficamente).

Y esto permite plantear una cuestión tabú: ¿puede darse un golpe de Estado en algún país europeo y concretamente en España? Es, a partir de aquí cuando entramos en la materia de nuestro estudio.

LINKS DE LA SERIE

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (1) – Sobre las dictaduras de nuestro tiempo y España

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (2) – Cuando un golpe de Estado puede ser la solución a recurrir

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (3) - ¿Hay solución dentro de la constitución?

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (4) – Condiciones necesarias para un golpe de Estado

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (5) – La técnica golpista: justificaciones

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (6) – La técnica golpista: la práctica (A)

¿CUÁNDO UN GOLPE DE ESTADO ES LA “SOLUCIÓN FINAL”? (7) – La técnica golpista: la práctica (B)