martes, 5 de septiembre de 2023

CRÓNICAS DESDE MI RETRETE: ¿DE VERDAD ALGUIEN QUIERE GOBERNAR ESTE PAÍS?

Cuando terminó la transición democrática (esto es, con la victoria electoral socialista en octubre de 1982), se empezaron a acumular los males que han venido aquejando a la sociedad española desde entonces. Por citar unos pocos: vertebración del Estado, aumento del gasto público, corrupción (la primera muestra se dio con la expropiación y saqueo de Rumasa  100 días después de la llegada de Felipe González a la Moncloa), la inadecuación creciente del modelo económico a la realidad cambiante, el abandono de la agricultura, la sumisión silenciosa a la Unión Europea y a la OTAN, el orden público, la distancia creciente entre el coste de la vida y los niveles salariales, la degradación de la clase política y la conversión de los sindicatos negocios privados, niveles de paro endémicos, la caída en picado del nivel cultural de la población (y especialmente de la juventud) y, así sucesivamente. Durante cuarenta años estos problemas han ido creciendo y todos los gobiernos, de derechas y de izquierdas, han optado por las fugas hacia delante y/o la política del avestruz: pretender ignorar que los problemas pueden crecer más y más, pero no hasta el infinito. Un día u otro, los problemas terminan estallando.

Se ha evitado reconocer la naturaleza de todos estos problemas, se han ocultado, se han mostrado solo “realizaciones” y así hemos llegado hasta 2023 con los distintos gobiernos habituados a trampear la situación. Es evidente que España no es una excepción. A decir verdad, las cosas no van mucho mejor en los EEUU e, incluso Francia empieza a preocuparse después de los últimos motines en los “barrios particularmente sensibles”. Los problemas son los mismos en todas partes, solo que en unos países están mucho más agravados que en otros. Incluso, es posible afirmar, que en algunos países aparecen reacciones y resistencias, mientras que en otros -el nuestro, por ejemplo- se sigue utilizando la mentira, la ocultación de la realidad y los paños calientes, en un clima de indiferencia general. Pero, en nuestro país se dan circunstancias que nos colocan a la cabeza de Europa -con mucho- en varios de estos frentes de conflicto.

Ningún país de tamaño medio de la Unión Europea, tiene, por ejemplo, el problema de España en materia de vertebración nacional. Sorprende, incluso, que, gracias a la constitución, los independentistas ocupen hoy un lugar privilegiado en la gobernabilidad del Estado y un gobierno de izquierdas dependa de ellos y de su intransigencia en la marcha hacia un “Estado plurinacional”, paso previo a la independencia… y esto cuando el independentismo catalán es, en Cataluña, una sombra, aún más grotesca, de lo que fue hace un lustro.

Un problema lleva al otro: ningún país europeo -absolutamente ninguno- tiene un presupuesto tan lastrado por las múltiples administraciones, verdaderas agencias de empleo para amigos, correligionarios y familiares. Insostenible desde el punto de vista económico. El hecho de que, hasta ahora, se vaya “sosteniendo”, es gracias a la narcosis social que impide al ciudadano medio ver cómo, cada día que pasa, aparece un impuesto nuevo o se refuerza uno ya existente, devaluando sus ingresos más y más.

Claro está que, desde 1982 han aparecido problemas nuevos. Aznar, por ejemplo, entreabrió las puertas a la inmigración para facilitar su “modelo económico” (salarios bajos, facilidad de acceso al crédito, economía basada en el ladrillo… e inmigración masiva); los gobiernos socialistas posteriores, la abrieron de par en par. El resultado es hoy que una quinta parte del país es, hoy, de origen extranjero y que, lejos de contribuir a “pagar las pensiones a los abuelos” o a la “sostenibilidad del sistema de pensiones”, se han convertido en un grupo social subsidiado cuya natalidad, incluso, va descendiendo (al tiempo que la autóctona se ha paralizado, por debajo de la línea de “reposición” desde hace mucho). Un auténtico lastre que pesa como una losa sobre la sanidad, la educación, los servicios sociales, el orden público, las prisiones, etc.

El gran problema en estos momentos es doble: por una parte, el que el déficit del Estado y su endeudamiento ya ha llegado a un límite. Solamente en junio de 2023 creció 26.930 millones de euros ¡respecto al mes anterior! Y se ha situado por encima del ¡BILLON Y MEDIO! (Exactamente 1.568.791 millones de euros). Estamos hablando de que, cada español, “debe” nada más nacer 32.450 €. Y solamente en el último año, ha crecido 1.597 € por habitante. Lo sorprendente es que, antes de las elecciones, ningún partido, alertara sobre estos niveles insoportables de endeudamiento, que nada garantiza que vayan a detenerse aquí.

Una curva imparable: más alta, más intereses - más intereses más impuestos

Pero, por otra parte, la situación que tenemos ante la vista, no deja espacio para el optimismo. Antes, era posible pensar que, en un período de bonanza económica, se crearían puestos de trabajo suficientes, al menos para reducir el paro a los niveles a los que -aun elevadísimos- nos hemos acostumbrado (en torno a los 2.000.000 – 2.500.000 de parados). En el segundo trimestre de 2023 teníamos 2.762.500 parados teóricos, bajando desde el segundo trimestre de 2014… pero siempre por encima del período 2002-2005 (en donde se situó por debajo de los 2.000.000).

Las cifras de paro en el mes de agosto de 2023, tienen algunos rasgos sorprendentes. En primer lugar, porque agosto es uno de los meses en los que, históricamente, el turismo ha generado empleo masivo en el sector servicios. Sin embargo, en agosto de 2023, lejos de crear empleo, por temporal que fuera, se han perdido 24.826 puestos de trabajo, confirmando que está resultando imposible bajar de los 2.700.000 parados.

Finalmente Sánchez tenía razón: "¡Somos líderes en Europa!"... en paro

¿Cómo es posible que el empleo en el mes de agosto descienda, pero haya aumentado –“hasta los niveles anteriores a la pandemia”, como indican triunfalmente los informativos del pesebre sanchista- el paro? Sí, hay más turismo, pero ese turismo encuentra todo más caro; en consecuencia, consume menos. Hay más turistas… pero están menos tiempo. Gastan lo mismo, pero por la simple razón de que la inflación real -muy superior a las cifras gubernamentales incluso en materia de “inflación subyacente”- ha tendido a igualar las cantidades gastadas en relación a años anteriores. Pero -y esto es lo más importante- el hecho de que haya más turistas, no implica que el sector de la hostelería “vaya bien”: en muchas regiones se ha alcanzado el “90% de ocupación hotelera”, por el simple hecho de que hay muchos establecimientos que han cerrado sus puertas.

Pero todo esto, es solamente el prolegómeno de lo que nos espera en los próximos cuatro años: desde hace tiempo [ver los artículos publicados en este blog] muchos venimos advirtiendo de lo que significa la entrada en la “cuarta revolución industrial”. Contrariamente a lo que proclama el Foro de Davos, esta revolución no generará “nuevos empleos” como las anteriores. Al menos, no en número suficiente para compensar todos los puestos de trabajo que quedarán destruidos. Por otra parte, así como en anteriores revoluciones industriales tendían a generar empleos para todas las categorías profesionales y para todas las titulaciones, en la actual, los empleos que se generen estarán vinculados a las modernas tecnologías y requerirán titulación universitaria.


Vehículo autónomo de reparto; sustituirá a millones de empleados en mensajería.
En pruebas en Madrid

Si se piensa en que en los próximos cinco años, la robótica irrumpirá en nuestra vida cotidiana y desaparecerán de un día para otro, puestos de cajeros y reponedores en supers, camareros en hostelería, sustituidos por robots especializados, conductores y servicios de transporte y mensajería sustituidos por vehículos autónomos guiados por GPS, si tenemos en cuenta que, incluso en la administración pública, se tenderá a que determinadas tareas sean realizadas por Inteligencia Artificial, o que en la construcción se tenderá a la utilización de módulos y desaparecerán buena parte de las especialidades del sector, por no hablar del abandono del campo y de la irrupción de nuevas tecnologías de cosechado en los campos… y así sucesivamente.

"Reponedor robótico" haciendo el trabajo en un Wallmart

Por todo ello podemos estar seguros de que, a la vuelta de cinco años, los niveles de empleo caerán drásticamente y a la vuelta a cuatro años se situarán por encima de los cinco/siete millones de parados, sin posibilidades de volver a las cifras que hoy nos parecen “altas” (3.000.000). Y esto, con la imposibilidad de adecuar los estudios universitarios y de bachillerato a la nueva realidad laboral (para lo que haría falta, no solamente reformar la enseñanza, sino seleccionar y formar al profesorado) y advertir que quienes sigan determinados estudios (derecho, económicas, carreras de letras, etc.) no van a encontrar trabajo ni en la especialidad que han estudiado, ni siquiera como reponedores de supers…

"Robot-taxi", sin conductor, guiado por GPS, ya en uso en California

Todo esto, no es un negro futuro para dentro de 20 o 30 años, ni siquiera una distopía pesimista, esto es lo que vamos a ver EN LOS PRÓXIMOS CUATRO AÑOS.

Cuando paletos y analfabetos políticos de la talla de Yolanda Díaz, se las dan de “estadistas” yendo a ver a otro “estadista” (del que todo aquel que no viera TV3 no sabía ni siquiera si estaba vivo o muerto), Carles Puigdemont y este plantea la condonación de los 50.000 millones de euros de deuda de la gencat, eso equivale a decir que esa cifra se cargaría en el déficit de todos los españoles, incluidos de los catalanes, pero se anularía de la deuda de la gencat… En otras palabras: nadie ha entendido la gravedad de la situación.

La endiablada combinación entre nuevas tecnologías (que repercutirán masiva y negativamente en el empleo) y el límite de la deuda (imposible de enjugar y que genera cada año, más y más, intereses, hasta el colapso final), se agrava porque los socialistas (pero no solo ellos), se han habituado a comprar al peso electores ofreciéndoles subsidios, pero ninguno ha acometido la urgente tarea de ALIGERAR LA ADMINISTRACIÓN Y REDUCIR DRÁSTICAMENTE EL GASTO PÚBLICO. Y ahora lo que tenemos son grupos sociales habituados a recibir subsidios (pagados por todos aquellos que cobran una nómina) que reaccionarán “airadamente”, en caso de que se les corten su fuente de ingresos.

De la misma forma que dudamos que un gobierno de derechas resuelva el problema de la “okupación” que, en el fondo, supone trasladar el problema de la vivienda (que deberían de haber resuelto las administraciones) a los ciudadanos particulares (que son los que sufren las consecuencias de las ocupaciones). Esta es la tendencia que se registra hoy. En Cataluña, este verano, en las playas, la mayoría de ayuntamientos no ha instalado el servicio de duchas; la excusa ha sido, por supuesto, “el cambio climático” y “la sequía”. Nadie ha pensado en las decenas de desaladoras instaladas por toda la costa, cuya producción no sirve ni para la agricultura, ni para el consumo humano: tampoco nadie parece haber pensado que la ducha que uno se da a pie de playa, se la dará en su domicilio, con lo que el consumo global es el mismo y no se contribuye en nada a paliar la “sequía”, solo que la factura pasa del ayuntamiento al bolsillo del ciudadano. Esta es la tónica: cargar cada vez más al ciudadano con gastos y tareas que, en buena lógica, corresponderían a las administraciones.

Verano 2023. Ducha en una playa del litoral español. Todo sea para salvar el planeta...

El resultado es la inviabilidad del Estado Español. Lo sorprendente es que los partidos pugnan por situarse en el poder, aun a pesar de que ninguno de ellos, en sus programas, “coge el toro por los cuernos”, dice la verdad sobre la situación y explica que esto ya ha llegado al límite: más allá del cual no hay más que negrura (sino caos). Está muy claro que, sea quien sea el que gobierne en los próximos cuatro años, estos problemas le van a estallar en las manos. Sea el bloque de la derecha o sea el Frankenstein-II, ninguno de las dos opciones va a salir indemne, entre otras cosas porque, ninguna quiere reconocer la verdadera naturaleza y la totalidad de los problemas, ninguno quiere perder ni un solo voto planteando las cosas descarnadamente, e, incluso, es posible, que ninguno de los bloques sea consciente de lo que se avecina.

Porque, si fueran conscientes, cabría preguntarse, “¿Cómo es que quieren tener las riendas del país en la mano cuando se produzca el colapso?”. Respuesta: porque quien tiene las llaves de la caja, al menos tiene siempre la posibilidad de salir corriendo con la bolsa del dinero bajo el brazo.

No busquéis honestidad en la clase política: cuando ya se ha perdido cualquier principio doctrinal, cuando todos los dirigentes políticos son capaces de esgrimir el “estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”, cuando llevan cuarenta años comprobando que modelar a la opinión pública es tan fácil como jugar con “Míster Potato”, cuando ya no queda ni un atisbo remoto de “servicio al país”, la clase política está formada solamente por pobres oportunistas ansiosos de hacer buenos negocios a la sombra del poder.

El problema es, a fin de cuentas, que tenemos a la peor clase política de Europa Occidental. Una clase política de inútiles para un país de esclavos.