miércoles, 20 de septiembre de 2023

EL VERDADERO ESTADO DE LA NACIÓN (0): Abandonar la Unión Europea, una urgencia nacional

Quien esto escribe, desde su juventud se ha sentido tan europeísta como europeo y, por tanto, ha considerado a la Unión Europea como un avance en relación a la balcanización continental. Como decía Thiriart, el intento "menos malo" de construir Europa. Pero, a partir de Maastrich, la UE ha ido convirtiéndose cada vez más en una rémora: 

- por las ampliaciones hacia el Este excesivamente rápidas y poco meditadas, con el gigantesco error que supuso la creación de un “espacio único europeo” sin antes haber habilitado una legislación que lo rigiera;

-  por la paralización que sufrió tras el fracaso de la “constitución europea”; 

- por su proceso creciente de burocratización que le he conducido a una esclerosis institucional y a una lentitud en sus tomas de decisión absolutamente insoportable;

- por la pretensión del eje franco-alemán de prolongar y mantener su hegemonía continental imponiendo a los países “periféricos” -y, especialmente, a España- verdaderas medidas suicidas para su economía; 

- por haber pasado de ser un “proyecto continental” que garantizara la presencia europea en el concierto mundial, a ser simplemente la “pata europea” de la globalización; 

- por haber creado una moneda única antes de que las condiciones económicas y fiscales en todos los países europeos fueran equivalentes y con la creación de un Banco Central Europeo cuya única función es el “control de la inflación”; 

- por carecer siempre de política exterior e ir a remolque de las decisiones tomadas en el Pentágono o en el Departamento de Estado de los EEUU; y, finalmente, por no haber estado en condiciones de defender, ni siquiera de definir, la identidad, la tradición, la cultura y la sociedad europea, frente a los asaltos cada vez más descarados y brutales procedentes del marco extraeuropeo.

Por todo ello, lo que, inicialmente, pareció una “buena opción”, en la práctica se ha ido degradando y su balance actual no puede ser más negativo hasta el punto de que la Unión Europea hace peligrar seriamente el futuro de Europa

En el momento de escribir estas líneas estamos todavía bajo el impacto de los “10 puntos” presentados por la presidente de la UE, Von der Leyen, para “resolver” el problema de la inmigración que se ha hecho completamente insostenible en Lampedusa. Ni uno solo de estos 10 puntos parece razonable y ni uno solo satisface las expectativas del gobierno italiano de Giorgia Meloni, cuya propuesta era extremadamente razonable: bloqueo del Mediterráneo, obligando en alta mar a dar marcha atrás a cualquier embarcación ilegal que pretendiera alcanzar Europa

Los 10 puntos de Von der Leyen -diez puntos que solamente puede defender un loco o un irresponsable- van en la misma dirección que ha defendido el bloque de izquierdas en el último cuarto de siglo y que se ha saldado con el caos migratorio que conocemos. Hace 25 años podía discutirse un plan así cuyos efectos podían intuirse, pero no se conocían: hoy un plan así es simplemente criminal. Por tanto, no queda más remedio que iniciar campañas para que nuestros respectivos países europeos, abandonen la UE. Resetear la UE, para poder construir algo efectivo, duradero, definitivo y rotundo que rescate a Europa del sumidero en el que lo han colocado los funcionarios de la UE.

Vale la pena recordar que España es uno de los países más afectados por su ingreso en la UE: se nos exigió:

- en primer lugar, ingresar en la OTAN y España, no solamente ingresó en la “alianza atlántica”, cuando ya no era necesario ampliarla y cuando la URSS con Gorbachov había manifestado inequívocamente mano tendida; 

- como requisito previo se nos obligó a liquidar el sector público, malvender el patrimonio del Estado construido durante el franquismo, a grupos privados; 

- una vez dentro se nos obligó a liquidar nuestra industria estratégica en el proceso más abyecto de infame de nuestra economía que, eufemísticamente, se llamó “reconversión industrial” y a cambio se nos enviaron fondos (durante la época de Aznar) que durante menos de 10 años nos hicieron olvidar que no habíamos quedado prácticamente sin siderurgia, con unos astilleros reducidos a un 25% de lo que habían sido, sin apenas minería, convertido en un “país periférico” y de servicios, al que se le había regalado el turismo y destinado a ser geriátrico de Europa. 

- Y, todavía quedaba por desarticular el sector primario español, algo que se ha iniciado en los últimos veinte años con acuerdos preferenciales con países magrebíes para la importación de frutas, sin apenas garantías de seguridad y con exámenes aleatorios sobre toxicidad, mientras que a la agricultura europea se le obliga a una “trazabilidad” y a medidas imposibles de soportar. Por culpa del régimen de subvenciones de la UE a la agricultura se ha conseguido que regiones enteras cambien sus cultivos ancestrales para implantar aquellos que “están subvencionados”, logrando que, lo que inicialmente era económicamente rentable, al cabo de pocos años pase a ser ruinoso; es entonces cuando se subvenciona el arranque de cepas o de frutales.

Lo más sorprendente es que los gobiernos españoles, tanto del bloque de izquierdas como del PP, que podían haber vetado cualquiera de estos acuerdos con países extraeuropeos en defensa de nuestra agricultura, han permanecido mudos, permitiendo que España, que podría ser hoy el granero de Europa, se haya convertido en la zona del continente en donde cada año crecen los terrenos abandonados, las parcelas vendidas a consorcios urbanizadores, o bien a corporaciones alimentarias que los explotan durante unos años, consiguiendo hasta tres cultivos al año, mediante pesticidas, plaguicidas, fungicidas, abonos químicos, hasta dejar completamente inservible el terreno, literalmente envenenado y muerto como si se le hubiera sembrado de sal. 

Cuando un país carece de soberanía alimentaria, ese país está a merced de sus enemigos o bien se arriesga a perder completamente su soberanía. La UE pasa más tiempo pensando en firmar acuerdos con terceros países antes que con defender la agricultura europea.

Hemos vivido casi cuatro décadas en las que existía una “esperanza europea”. Pero va siendo hora de reconocer que esta época ha concluido y que las instituciones europeas, no se rigen por principios tecnocráticos -como en la primera hora- sino por patrones doctrinales surgidos de los laboratorios del mundialismo, la globalización, el wokismo, la corrección política y esa locura que se ha llamado Agenda 2030 y que es promovida en Europa por la UE.

Quizás el primer gran error de las, entonces llamadas “Comunidades Europeas” fuera admitir al Reino Unido, aun a pesar de que, desde el principio, estaba muy claro que este país era la quinta columna de los EEUU en Europa y que siempre estuvo clara su intención de mantener un pie en Europa y otro en EEUU. Pero, incluso, cuando se hizo evidente para el Reino Unido que la legislación europea iba en detrimento de los intereses nacionales, se convocó un referéndum que terminó con la salida de este país de la UE. Pues bien, hoy, ese es el camino que queda para los países que, como España, se han visto lesionados por las imposiciones de la UE. Ya no queda tiempo para esperar a que exista unanimidad en Europa en la solución de cualquier problema (que se eterniza, adoptándose medidas cuando el problema ya ha sido superado por los hechos y se ha trasladado a otro sector o a otro país). Y lo peor: ya no queda esperanza en que la UE pueda solucionar problema alguno.

ESTE ES EL MOMENTO PARA INICIAR UNA CAMPAÑA A FAVOR DEL HISPANEXIT, DEL ITALIANEXIT, DEL GALEXIT...

Es preciso recuperar nuestra soberanía. No hubiera importando renunciar a alguna parcela si era para alcanzar un bien mayor, su Europa hubiera podido recuperar un puesto en el concierto de las naciones: pero ha ocurrido justo lo contrario. La UE ha convertido al continente en un enano político que ha sido arrojado como un trasto viejo por continentes enteros.

¿Para qué mantener la esperanza en que una “comisión” de la UE pueda operar una reforma de algún aspecto parcial y muy secundario después de años de deliberaciones, estudios y debates? ¿Para que creer que la progresía europea alguna vez va a admitir que se ha equivocado y rectifique sus políticas de inmigración? Vale más dinamitar los restos de este edificio gangrenado y mal diseñado, y abordar, desde cero, la “construcción de Europa”. Incluso, no importa el que tal o cual país resulte “hegemónico” en el continente, lo que importa es que tenga conciencia continental y, sobre todo, sentido común, rapidez en la toma de decisiones, vele por los intereses de todas las partes de Europa y tenga el valor de adoptar políticas que beneficien al continente y no que satisfagan espejismos doctrinales progresistas, o simplemente intereses de corporaciones multinacionales.

¿Alguien cree que la actual deriva de la UE puede terminar “bien”? ¿Alguien puede creer a estas alturas, en las que se acumulan décadas de errores, cada uno más grande que el anterior, que la UE puede beneficiar incluso a su motor “franco-alemán”? Que nadie nos pida que seamos tan ingenuos para ello. No queda más camino que el EXIT, el borrón y cuenta nueva.


El verdadero Estado de la Nación (0): Abandonar la Unión Europea, una urgencia nacional

El verdadero Estado de la Nación (1): España [in]Defensa

El verdadero Estado de la Nación (2): Un sistema político elogiable en su insignificancia

El verdadero Estado de la Nación (3): Ni matrimonio, ni natalidad: animalismo

El verdadero Estado de la Nación (4): Una nación sin identidad y que ha renunciado a la suya propia

El verdadero Estado de la Nación (5): Sin modelo económico desde hace 15 años

El verdadero Estado de la Nación (6): La catástrofe lingüística de un pueblo

El verdadero Estado de la Nación (7): La inseguridad se ha convertido en el pan nuestro de cada día

El verdadero Estado de la Nación (8): El problema irresoluble de la deuda

El verdadero Estado de la Nación (9): El trabajo, un bien que se extingue

El verdadero Estado de la Nación (10): Las pretensiones del colectivo LGTBIQ+

El verdadero Estado de la Nación (11): Instituciones internacionales olvidables y responsables

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