sábado, 7 de octubre de 2023

EL VERDADERO ESTADO DE LA NACIÓN (7): LA INSEGURIDAD SE HA CONVERTIDO EN EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

No importa lo que digan las estadísticas: con demasiada frecuencia, cuando las estadísticas muestran una realidad poco halagüeña, se adulteran los parámetros para que las mediciones den resultados menos alarmantes. Si, desde hace 40 años, los sucesivos ministros del interior van proclamando que “la delincuencia baja” o que los “presos disminuyen”, tratando de tranquilizar a la población, lo que cuenta es la percepción directa que el ciudadano tiene de la realidad. Y esta dice que, en las dos últimas décadas, la delincuencia se ha disparado.


Un mapa indicativo: las zonas con mayor tasa de delincuencia "oficial" coinciden con las zonas donde se concentran más las bolsas de inmigración


La seguridad en España empieza a ser un recuerdo de otros tiempos. Nos están acostumbrando a vivir en plena inseguridad, como si esta fuera el estado “normal” y nada pudiera hacerse para remediarlo, salvo no hablar mucho del tema. Y es importante no olvidar que la seguridad es el primer derecho humano (aunque no figure en ningún lugar en la Declaración Universal de Derechos Humanos elaborada por la ONU..). Sin “seguridad” no puede ejercerse ningún otro derecho: si tengo una alta posibilidad de ser atracado o robado cuando recorro algunas calles céntricas de una gran ciudad ¿dónde queda el derecho a la libertad de movimientos? Si no tengo la seguridad de que puedo escribir y decir lo que pienso ¿en dónde queda la “libertad de expresión”? Cuando no se me reconoce el derecho a la legítima defensa de defender a los míos, a mi patrimonio y a mí mismo ¿cómo puede ejercerse el “derecho a la propiedad”? Y así sucesivamente.

Y la inseguridad está creciendo. España no es el único país en Europa occidental y en la Europa del norte en donde este fenómeno se haya disparado: hay “bandas étnicas” desde Cádiz hasta Malmö. Hay zonas de la Europa democrática en donde el Estado ha dejado de existir y solamente rigen las leyes impuestas por las bandas étnicas y los grupos mafiosos. Estas bandas, cada día que pasa, son más numerosas, están mejor armadas y, ante ellas, la policía no puede actuar porque los guardianes de los “derechos humanos” podrían acusarles de “xenofobia y racismo”, de la misma forma que los tribunales, a pesar de ser detenidos in fraganti, no pueden juzgarlos y enviarlos a prisión y expulsarlos del país, por los principios “garantistas” de nuestra legislación.

Estas “bandas étnicas” no son el producto de la pobreza: en realidad, la delincuencia, a pesar de la inseguridad laboral de quienes la practican, garantiza un elevado tren de vida. La prueba es que cada vez atraen a más jóvenes de los suburbios, cada vez están más y mejor armados, y cada vez tienden a enfrentarse más violentamente contra otras bandas rivales, más que contra las policías. España haría bien en fijarse en lo que está pasando en estos momentos en Francia, Bélgica, Holanda, en partes de Alemania o en Suecia, incluso en exigir datos objetivos y no “cocinados” sobre la delincuencia, para saber lo que nos espera a la vuelta de un lustro.

La Francia de hoy es el espejo de la España de mañana. Estadísticas reales de delincuencia en Francia. Sorprende que hayan bajado los "robos e intentos de robo con violencia". No es así: en realidad, los franceses son conscientes de que han aumentado -¡y de qué manera!- lo que ocurre es que cada vez se toma menos la molestia de denunciarlos. (Advertimos que la estadística es de 2019 y que desde entonces, ha empeorado mucho más)

Parece claro que, con la legislación actual, con los medios policiales, con el tributo a la “corrección política” que deben tertulianos y comunicadores, con la legislación y la normativa europea o con las imposiciones del “wokismo” y de la “cultura de la disculpa”, combatir la delincuencia va a resultar cada vez más imposible y, consiguientemente, ésta va a generar más y más inseguridad e imposibilidad para ejercer plenamente los derechos básicos. Estamos, pues, ante una pescadilla que se muerde la cola: la imposibilidad para establecer diagnósticos objetivos sobre el origen de la violencia, genera ineficacia absoluta para conjurarla. Y esto no parece que vaya a cambiar, ni con un gobierno del bloque de las derechas, ni con un gobierno del bloque de izquierdas. Hace veinte años, quizás: ahora, ya resulta imposible combatir la delincuencia por procedimientos convencionales que han ido fracasando, no solo en España, sino en todos los países de su entorno.

Por increíble que pueda parecer, esta situación de “no retorno” no ha alertado a los distintos gobiernos de nuestro país que siguen empeñados en practicar las mismas políticas que han fracasado en toda Europa: seguir abriendo las puertas a la inmigración (solamente el año pasado se naturalizaron 360.000 inmigrantes, mientras que llegaron entre 30.000 y 60.000 irregulares, inexpulsables y subvencionables), no modificando y radicalizando las medidas de control de fronteras y haciendo efectivas las medidas de expansión, subvencionando a la inmigración y estimulando el “efecto llamada”, manteniendo chiringuitos pro-inmigracionistas, y todo ello, a pesar de que, nadie duda que, en los próximos años, el mercado de trabajo se va a contraer extraordinariamente (y no por crisis económica aguda, sino por las condiciones de la Cuarta Revolución Industrial) y estos millones de recién llegados, nunca, absolutamente nunca, podrán acomodarse en el mercado laboral) e imponiendo silencio sobre la situación del orden público en los medios de comunicación. Europa es testimonio del gran fracaso de estas políticas: resulta criminal y suicidad que en España se siga por este camino ya trillado que conduce a una sola parte: caos social, losa económica sobre los que tenemos que pagar impuestos e inseguridad, mucho más incomprensible en un país que vive del turismo…


El que no se consuela es por qué no quiere...: "¡A fin de cuentas, la situación en España no es tan mala, dice Eurostadt, así que todavía podéis seguir con las mismas políticas que han fracasado en Europa, a ver si os ponéis en cabeza!". Y en eso están los distintos gobiernos españoles: el homologarnos con Europa... en materia de delincuencia.

Prueba de esta actitud suicida de los gobiernos españoles es que, cada uno, ha presentado estadísticas que confirmaban que la situación de la seguridad ciudadana ha ido “mejorando” desde 2003. En efecto, a partir de esa fecha, era incuestionable que el fenómeno del aumento brusco de la delincuencia que se produjo a partir de 1997 estaba vinculado al único fenómeno nuevo que se había producido en esos años en la sociedad española (la llegada masiva de inmigración). Cabe añadir que a pesar de que la mayoría de inmigrantes de aquellos años, venían para trabajar, la mayoría de delincuentes que operaban en España procedían de la inmigración y hoy las cosas no han cambiado, si bien es cierto que hoy resulta difícil pensar que un inmigrante se haga ilusiones sobre las condiciones de trabajo en España y sobre la existencia misma de ese trabajo; más bien cabe pensar que el ascenso de inmigración africana se debe, sobre todo, a las perspectivas de obtener ayudas sociales. En realidad, lo que han aprendido los gobiernos españoles a partir de Zapatero es a maquillar estadísticas: con restar de las estadísticas de delincuencia hurtos y delitos que no se denuncian, la estadística queda modificada a la baja. Al dejar de considerar la “ocupación” como un delito, desaparecen miles y miles de las estadísticas. Dejando a un lado los delitos cometidos por “menas” se evita que se disparen. De la manipulación de estadísticas saben mucho en las cocinas del CIS. De ahí que, como hemos dicho al principio, el ciudadano debe de apelar a su instinto más que a las cifras. Su instinto y lo que oye en la calle le ayudarán a entender lo que las estadísticas ocultan.


El verdadero Estado de la Nación (0): Abandonar la Unión Europea, una urgencia nacional

El verdadero Estado de la Nación (1): España [in]Defensa

El verdadero Estado de la Nación (2): Un sistema político elogiable en su insignificancia

El verdadero Estado de la Nación (3): Ni matrimonio, ni natalidad: animalismo

El verdadero Estado de la Nación (4): Una nación sin identidad y que ha renunciado a la suya propia

El verdadero Estado de la Nación (5): Sin modelo económico desde hace 15 años

El verdadero Estado de la Nación (6): La catástrofe lingüística de un pueblo

El verdadero Estado de la Nación (7): La inseguridad se ha convertido en el pan nuestro de cada día

El verdadero Estado de la Nación (8): El problema irresoluble de la deuda

El verdadero Estado de la Nación (9): El trabajo, un bien que se extingue

El verdadero Estado de la Nación (10): Las pretensiones del colectivo LGTBIQ+

El verdadero Estado de la Nación (11): Instituciones internacionales olvidables y responsables

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