viernes, 20 de octubre de 2023

DOMINGO 22: LAS ELECCIONES ARGENTINAS TAMBIÉN SON IMPORTANTES PARA ESPAÑA

No todas las convocatorias electorales pueden ser calificadas como “históricas”, pero la que se celebrará en la República Argentina el próximo domingo 22 de octubre de 2023 tiene todos los rasgos de ser uno de esos momentos en los que se dice la historia, no sólo de un país, sino también de un continente. No dudo que sus ecos puedan llegar hasta este lado del Atlántico. En efecto, estas elecciones no van a ser como todas las que se han celebrado en Argentina en los últimos 40 años. Hay elementos nuevos. El primero de todos es que un candidato, considerado como un “outsider”, Javier Milei “el peluca”, se encuentra en primera posición según las encuestas. El segundo, que el discurso de Milei no es un discurso “antisistema”, sino un planteamiento “anti-casta” o “anti-stablishment”. El tercero, que las reformas propuestas por Milei son tan absolutamente radicales que, en caso de ser aplicadas, incluso en una mínima parte, puede convulsionar a todo el país y cambiar las tendencias que se están dando en Iberoamérica desde la creación del “Grupo de Puebla” en 2019.


MILEI ¿HA LLEGADO UN LÍDER?

Para valorar a un político es preciso tener en cuenta lo que dicen de él otros políticos: Milei es odiado, literalmente, por la clase política argentina. No es para menos: es el primero que ha denunciado de manera teatral y dramática todo lo que los argentinos piensan. El que era uno de los países más ricos del mundo en 1900, arrastra una crisis permanente que la ha situado como “villa miseria”, con una de las tasas de inflación, de paro y de pobreza más altas de Iberoamérica. La población -que sufre la crisis- quiere explicaciones. Y Milei se las da. Como siempre, lo que entiende el pueblo son respuestas simples a problemas complejos. ¿La crisis? “Está generada por una clase política cleptómana”. “Desembarazaros de los ladrones y os veréis libres de la crisis”. Ese es el mensaje de fondo que se repite machaconamente en todas las entrevistas, mítines y debates electorales. “Los que constituyen el núcleo del problema, no os van a ofrecer una solución”. Milei pide a los argentinos que despierten. Han experimentado todas las alternativas políticas en los últimos cuarenta años y el resultado, desde Alfonsín hasta Alberto Fernández, es que nada ha cambiado. Unos ladrones se han visto sustituidos por otros. Ese ha sido el único "cambio" real.

No hay duda de que el pueblo argentino está harto de la clase política que le ha tocado y, ahora que la crisis, vuelve a estar de nuevo presente, se arrojaría en manos de cualquiera que, como mínimo, fuera capaz de señalar a los responsables y aportar algunas soluciones. La de Milei es simple: “Achicar el Estado”, lo que implica cesar el despilfarro del dinero público, realizar juicios por responsabilidades pasadas en el saqueo del Estado, liquidar lo que en España serían “chiringuitos”, limitar el presupuesto público, bajar impuestos… Un programa de este tipo ¿cómo no podría tener una importante resonancia entre la población en estos momentos?

En otras ocasiones se han producido discursos similares en la Argentina, pero ahora se benefician de una intención de voto que está por encima del 25% en las encuestas más pesimistas y el 35% en las más optimistas. ¿Qué ha variado? Algo muy simple: la teatralidad del personaje, su estilo bronco, desafiante, resuelto, propio de aquel que quiere convertir su campaña en un espectáculo permanente (si vivimos en la “sociedad del espectáculo”, necesariamente, hay que dar espectáculo para obtener el favor del público). Y lo ha conseguido. En los dos debates electorales, frente a la mediocridad de los candidatos, Milei ha sido un punto y aparte: sus puntos fuertes han sido dos, hablar claro (“al pan, pan y al vino, vino”) y proponer soluciones económicas (él que ha trabajado siempre de economista para grandes empresas). Sus rivales, ni podían hablar claro (eran “el problema”), ni tenían la más remota idea de economía.

El problema es que lo que propone Milei en materia económica, nunca antes se ha experimentado en la práctica por alguien de criterios conservadores. No albergo la menor duda sobre la sinceridad de Milei… harina de otro costal es el resultado que darían sus medidas ultraliberales. Esto puede generar cierto miedo en la sociedad argentina: no, ciertamente, a los que están en el umbral de pobreza (41% de la población) y entre los que viven sumidos en la pobreza (11%), pero sí entre sectores de las clases medias. La contrapartida que les ofrece Milei es disminución de la presión fiscal.

En la práctica, lo que se ha demostrado hasta ahora es que Argentina está divida entre dos bloques: de un lado el bloque “progresista” y de otro el “conservador”. Milei encabeza este último. Si ninguno de los candidatos en liza obtiene el 41% de los votos, se pasará a una segunda vuelta a celebrar en noviembre. Es el escenario querido por el stablishment, el “todos contra Milei”…

Sin embargo, las cosas no son tan simples. Si bien, de un lado está Milei, solo Milei y nada más que Milei, el bloque “progresista” está fracturado entre una derecha tradicional (encabezada por Patricia Bullrich de “Propuesta Republicana”, procedente de la Juventud Peronista y con un pasado en la organización terrorista montonera, pasada a la derecha liberal progresista) y una izquierda oficialista, el “Frente Renovador” (que engloba a sindicalistas peronistas, radicales, socialistas, católicos, comunistas). Dos días antes de las elecciones, las intenciones de voto eran del 34’6% para Milei, 30’4% para Massa y 26,1% para Bullrich. A mucha distancia, el candidato del Partidos Justicialista, Juan Schiretti, y el del Frente de Izquierdas, Myriam Bregman, con el 4% y el 2,8% de intención de voto, tienen muy poco que decir.

UN PLANTEAMIENTO ANTICASTA

Podría decirse que “hay mucha lógica en tanta locura”, si nos atenemos a algunos elementos sorprendentes del programa económico de Milei (su ultraliberalismo le lleva a proponer la dolarización de la economía argentina y la disolución del Banco Central). Es posible seguir a Milei en sus planteamientos anti-casta (en España se da exactamente la misma situación), pero a la hora de examinar sus propuestas económicas, todo resulta mucho más problemático.

Si bien es evidente que el “achicamiento del Estado” implicaría reducir drásticamente impuestos y que esto generaría un dinamismo en la economía, el resto de propuestas es difícil calibrar sus resultados “en frío”. ¿Puede sobrevivir una economía absoluta y completamente desregulada, especialmente en el momento actual en el que el mundo capitalista está dividido en dos (el occidental y el representado por los BRICS)? ¿No será este el campo libre para la formación de oligopolios y actuaciones en cartel? ¿Dolarización en un momento en el que el dólar no atraviesa su mejor momento?

Da la sensación de que Milei confunde dos términos: una cosa es el necesario “achicamiento del Estado” y otra muy diferente que el núcleo al que quede reducido sea “fuerte” o “débil”. Será “fuerte” si logra proporcionar bienestar, progreso y futuro a la sociedad. Será “débil” si las corporaciones imponen a lo queda del Estado sus criterios basados en obtener el máximo beneficio al mínimo coste. Y no está claro, cuál será el final de la partida.

A mediados de los años 70, en Chile, ya aparecieron los “Chicago boys” con ideas análogas. El resultado fue que Chile quedó mucho más destrozado por la irrupción de las ideas neoliberales de Milton Friedman y sus discípulos locales, que por los años de Unidad Popular. Claro está que ha pasado mucho tiempo desde aquella experiencia, pero las ideas de sus promotores siguen siendo exactamente las mismas.

El problema no es declararse “anticasta” o “anti-stablishment”, el problema es en función de qué se rechaza la cleptomanía de la clase política y las políticas de despilfarro y presión fiscal sobre la clase media. No hay duda de que la solución a los problemas de Argentina (y de España) pasa por poner a la clase política en el lugar que le corresponde. Luego todo resultará mucho más sencillo. Así pues, podemos estar de acuerdo en este primer punto esbozado por Milei: no a la clase política, no a sus privilegios y prebendas, no a su cleptomanía, no a los periodistas y tertulianos amamantados con sobre procedentes de la clase política. Es una urgencia, todo lo demás vendrá en un segundo tiempo. Y siempre se pueden rectificar políticas económicas problemáticas o de dudosos resultados.

Entendemos, pues, que pueda seguirse a Milei en su político anti-stablishment, pero haya que ser mucho más cauto sobre sus medidas económicas. Son las mismas que predicaba Adam Smith hace 300 años, o las que redactaron los miembros de la Escuela Austríaca de Economía, hace casi un siglo…

ADIOS “GRUPO DE PUEBLA”, ADIOS

El 1º de octubre de 2023, la izquierda iberoamericana sufrió un batacazo histórico en Ecuador. Daniel Noboa, candidato de Acción Democrática Nacional venció con un 51’83% de los votos al Movimiento Revolución Ciudadana, una formación “progresista” sobre la que se había apoyado Rafael Correa y que obtuvo el 48,17% de los votos. Noboa es un conservador de derechas y liberal en lo económico. El ascenso de Milei en Argentina, la victoria de Noboa en Ecuador y la consolidación de Bukele en El Salvador, son algo más que avances conservadores en Iberoamérica. De hecho, interrumpen el avance de la izquierda en el subcontinente y las expectativas generadas por la creación del Grupo de Puebla en 2019.

Este “foro político” se fijó como objetivo impulsar las políticas “progresistas y de izquierdas” en el subcontinente americano. Importante recordar que un asistente a todas las reuniones del Grupo de Puebla, es el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero (participan también Pedro Sánchez, Yolanda Díaz, Irene Montero, el argentino Gerardo Pisarello, Baltasar Garzón y el secretario del PCE, Enrique Santiago), Evo Morales por Bolivia, Dilma Rousseff por Brasil, Rafael Correa por Ecuador o José Mújica por Uruguay… El gran triunfo del Grupo de Puebla fueron las victorias de Gabriel Boric en Chile, de Gustavo Petro en Colombia y de Lula Da Silva en Brasil. Parecía que la “izquierda progresista” iba a triunfar en toda Iberoamérica.


Zapatero en una de las reuniones del Grupo de Puebla. En el otro extremo de la mesa, Evo Morales, otro de los grandes fracasados de la izquierda progresista iberoamericana.

Desde entonces, las cosas han cambiado. Allí donde sigue gobernando, la izquierda iberoamericana atraviesa momentos difíciles y los resultados que pueden darse en Argentina el próximo domingo pueden ser decisivos para trastocar el panorama de la región. En efecto, el presidente argentino actual, Alberto Fernández, es miembro del Grupo de Puebla. Su derrota puede arrastrar en poco tiempo la de un muy desprestigiado Gabriel Boric en Chile, sin olvidar que en Uruguay gobierna una Coalición Multicolor de centro-derecha, o que en Paraguay sigue gobernando el Partido Colocado de centro-derecha.

La victoria de Milei es susceptible de arrastrar a otros países en la misma tendencia. Lo cierto es que, en la práctica, se está cumpliendo también en todos los lugares en donde han gobernado expresiones de la “izquierda progresista”, la tendencia actual es al reflujo y, cada vez resulta más palpable el rechazo de las poblaciones a las medidas de “ingeniería social” aplicadas por estas corrientes. Eso es, precisamente, lo que está generando la decantación entre “izquierda progresista” y “derecha conservadora”, un fenómeno mundial que no se circunscribe en absoluto a Iberoamérica. En caso de producirse el triunfo de Milei, el “stablishment” sufriría un duro golpe y en el caso de que las políticas de Milei, como las de Bukele en El Salvador, pudieran obtener éxitos a corto plazo, prácticamente el período de hegemonía política de la izquierda quería liquidado.

A Bukele le bastaron dos años para desmontar todo el entramado de los Maras Salvatruchas, las bandas que controlaban las calles de El Salvador. El "país más inseguro del mundo", ha pasado a ser "el país más seguro de Iberoamérica": ¿A quién le preocupa el destino de pandilleros que asesinaban a placer? Respuesta: a los profesionales de la subvención, las ONGs defensoras de los "derechos humanos"...

Podemos pensar cómo encajarían una situación de este tipo Pedro Sánchez y sus socios. El gran temor de la “izquierda progresista” española, no es el PP, sino el que se genere un movimiento anti-partido que encuentre eco en determinados medios de comunicación y que amenace la alternancia política, el último residuo de la transición, lo que ha garantizado la permanencia de “la casta” durante más de 40 años

Si Milei termina con ello en Argentina, bienvenido sea. Por cierto, el “socio” de Milei en España -o, al menos, quien lo trajo a nuestro país- es Vox.

nota:

Como complemento de este artículo, se sugiere la lectura en este mismo blog del estudio "ELECCIONES EN ARGENTINA: TODO LO QUE HAY QUE SABER SOBRE JAVIER MILEI - PROS Y CONTRAS"