No todas las convocatorias electorales pueden ser calificadas como
“históricas”, pero la que se celebrará en la República Argentina el próximo
domingo 22 de octubre de 2023 tiene todos los rasgos de ser uno de esos
momentos en los que se dice la historia, no sólo de un país, sino también de un
continente. No dudo que sus ecos puedan llegar hasta este lado del Atlántico.
En efecto, estas elecciones no van a ser como todas las que se han celebrado en
Argentina en los últimos 40 años. Hay elementos nuevos. El primero de todos es
que un candidato, considerado como un “outsider”, Javier Milei “el peluca”,
se encuentra en primera posición según las encuestas. El segundo, que el
discurso de Milei no es un discurso “antisistema”, sino un planteamiento “anti-casta”
o “anti-stablishment”. El tercero, que las reformas propuestas por Milei son
tan absolutamente radicales que, en caso de ser aplicadas, incluso en una
mínima parte, puede convulsionar a todo el país y cambiar las tendencias que se
están dando en Iberoamérica desde la creación del “Grupo de Puebla” en 2019.
MILEI ¿HA LLEGADO UN LÍDER?
Para valorar a un político es preciso tener en cuenta lo que dicen
de él otros políticos: Milei es odiado, literalmente, por la clase
política argentina. No es para menos: es el primero que ha denunciado de manera
teatral y dramática todo lo que los argentinos piensan. El que era uno de
los países más ricos del mundo en 1900, arrastra una crisis permanente que la
ha situado como “villa miseria”, con una de las tasas de inflación, de paro y
de pobreza más altas de Iberoamérica. La población -que sufre la crisis- quiere
explicaciones. Y Milei se las da. Como siempre, lo que entiende el pueblo
son respuestas simples a problemas complejos. ¿La crisis? “Está generada
por una clase política cleptómana”. “Desembarazaros de los ladrones y os veréis
libres de la crisis”. Ese es el mensaje de fondo que se repite
machaconamente en todas las entrevistas, mítines y debates electorales. “Los
que constituyen el núcleo del problema, no os van a ofrecer una solución”.
Milei pide a los argentinos que despierten. Han experimentado todas las alternativas
políticas en los últimos cuarenta años y el resultado, desde Alfonsín hasta Alberto
Fernández, es que nada ha cambiado. Unos ladrones se han visto sustituidos por
otros. Ese ha sido el único "cambio" real.
No hay duda de que el pueblo argentino está harto de la clase
política que le ha tocado y, ahora que la crisis, vuelve a estar de nuevo presente,
se arrojaría en manos de cualquiera que, como mínimo, fuera capaz de señalar a
los responsables y aportar algunas soluciones. La de Milei es simple: “Achicar
el Estado”, lo que implica cesar el despilfarro del dinero público, realizar
juicios por responsabilidades pasadas en el saqueo del Estado, liquidar lo que
en España serían “chiringuitos”, limitar el presupuesto público, bajar impuestos…
Un programa de este tipo ¿cómo no podría tener una importante resonancia entre
la población en estos momentos?
En otras ocasiones se han producido discursos similares en la
Argentina, pero ahora se benefician de una intención de voto que está por
encima del 25% en las encuestas más pesimistas y el 35% en las más optimistas. ¿Qué
ha variado? Algo muy simple: la teatralidad del personaje, su estilo bronco, desafiante,
resuelto, propio de aquel que quiere convertir su campaña en un espectáculo
permanente (si vivimos en la “sociedad del espectáculo”, necesariamente, hay que dar
espectáculo para obtener el favor del público). Y lo ha conseguido. En los dos
debates electorales, frente a la mediocridad de los candidatos, Milei ha sido
un punto y aparte: sus puntos fuertes han sido dos, hablar claro (“al pan,
pan y al vino, vino”) y proponer soluciones económicas (él que ha trabajado
siempre de economista para grandes empresas). Sus rivales, ni podían hablar
claro (eran “el problema”), ni tenían la más remota idea de economía.
El problema es que lo que propone Milei en materia económica,
nunca antes se ha experimentado en la práctica por alguien de criterios
conservadores. No albergo la menor duda sobre la
sinceridad de Milei… harina de otro costal es el resultado que darían sus
medidas ultraliberales. Esto puede generar cierto miedo en la sociedad
argentina: no, ciertamente, a los que están en el umbral de pobreza (41% de
la población) y entre los que viven sumidos en la pobreza (11%), pero sí entre
sectores de las clases medias. La contrapartida que les ofrece Milei es
disminución de la presión fiscal.
En la práctica, lo que se ha demostrado hasta ahora es que Argentina
está divida entre dos bloques: de un lado el bloque “progresista” y de otro el “conservador”.
Milei encabeza este último. Si ninguno de los candidatos en liza obtiene el
41% de los votos, se pasará a una segunda vuelta a celebrar en noviembre. Es
el escenario querido por el stablishment, el “todos contra Milei”…
Sin embargo, las cosas no son tan simples. Si bien, de un lado está Milei, solo Milei y nada más que Milei, el bloque “progresista” está fracturado entre una derecha tradicional (encabezada por Patricia Bullrich de “Propuesta Republicana”, procedente de la Juventud Peronista y con un pasado en la organización terrorista montonera, pasada a la derecha liberal progresista) y una izquierda oficialista, el “Frente Renovador” (que engloba a sindicalistas peronistas, radicales, socialistas, católicos, comunistas). Dos días antes de las elecciones, las intenciones de voto eran del 34’6% para Milei, 30’4% para Massa y 26,1% para Bullrich. A mucha distancia, el candidato del Partidos Justicialista, Juan Schiretti, y el del Frente de Izquierdas, Myriam Bregman, con el 4% y el 2,8% de intención de voto, tienen muy poco que decir.
UN PLANTEAMIENTO ANTICASTA
Podría decirse que “hay mucha lógica en tanta locura”, si nos
atenemos a algunos elementos sorprendentes del programa económico de Milei (su
ultraliberalismo le lleva a proponer la dolarización de la economía argentina y
la disolución del Banco Central). Es posible seguir a Milei en sus
planteamientos anti-casta (en España se da exactamente la misma situación),
pero a la hora de examinar sus propuestas económicas, todo resulta mucho más
problemático.
Si bien es evidente que el “achicamiento del Estado” implicaría
reducir drásticamente impuestos y que esto generaría un dinamismo en la
economía, el resto de propuestas es difícil calibrar sus resultados “en frío”.
¿Puede sobrevivir una economía absoluta y completamente desregulada, especialmente en el momento actual en el que el mundo capitalista está dividido en dos (el occidental y el representado por los BRICS)? ¿No será
este el campo libre para la formación de oligopolios y actuaciones en cartel?
¿Dolarización en un momento en el que el dólar no atraviesa su mejor momento?
Da la sensación de que Milei confunde dos términos: una cosa es
el necesario “achicamiento del Estado” y otra muy diferente que el núcleo al
que quede reducido sea “fuerte” o “débil”. Será “fuerte” si logra proporcionar
bienestar, progreso y futuro a la sociedad. Será “débil” si las corporaciones imponen
a lo queda del Estado sus criterios basados en obtener el máximo beneficio al
mínimo coste. Y no está claro, cuál será el final de la partida.
A mediados de los años 70, en Chile, ya aparecieron los “Chicago
boys” con ideas análogas. El resultado fue que Chile quedó mucho más destrozado
por la irrupción de las ideas neoliberales de Milton Friedman y sus discípulos
locales, que por los años de Unidad Popular. Claro está que ha pasado mucho
tiempo desde aquella experiencia, pero las ideas de sus promotores siguen
siendo exactamente las mismas.
El problema no es declararse “anticasta” o “anti-stablishment”, el
problema es en función de qué se rechaza la cleptomanía de la clase política y
las políticas de despilfarro y presión fiscal sobre la clase media. No hay duda de que la solución a los problemas de Argentina (y
de España) pasa por poner a la clase política en el lugar que le corresponde.
Luego todo resultará mucho más sencillo. Así pues, podemos estar de acuerdo en
este primer punto esbozado por Milei: no a la clase política, no a sus
privilegios y prebendas, no a su cleptomanía, no a los periodistas y tertulianos
amamantados con sobre procedentes de la clase política. Es una urgencia, todo
lo demás vendrá en un segundo tiempo. Y siempre se pueden rectificar políticas
económicas problemáticas o de dudosos resultados.
Entendemos, pues, que pueda seguirse a Milei en su político
anti-stablishment, pero haya que ser mucho más cauto sobre sus medidas
económicas. Son las mismas que predicaba Adam Smith hace 300 años, o las que
redactaron los miembros de la Escuela Austríaca de Economía, hace casi un siglo…
ADIOS “GRUPO DE PUEBLA”, ADIOS
El 1º de octubre de 2023, la izquierda iberoamericana sufrió un
batacazo histórico en Ecuador. Daniel Noboa, candidato de Acción Democrática
Nacional venció con un 51’83% de los votos al
Movimiento Revolución Ciudadana, una formación “progresista” sobre la que se
había apoyado Rafael Correa y que obtuvo el 48,17% de los votos. Noboa es un
conservador de derechas y liberal en lo económico. El ascenso de Milei en
Argentina, la victoria de Noboa en Ecuador y la consolidación de Bukele en El
Salvador, son algo más que avances conservadores en Iberoamérica. De hecho,
interrumpen el avance de la izquierda en el subcontinente y las expectativas
generadas por la creación del Grupo de Puebla en 2019.
Este “foro político” se fijó como objetivo impulsar las políticas “progresistas
y de izquierdas” en el subcontinente americano. Importante recordar que un
asistente a todas las reuniones del Grupo de Puebla, es el ex presidente José
Luis Rodríguez Zapatero (participan también Pedro Sánchez, Yolanda Díaz, Irene
Montero, el argentino Gerardo Pisarello, Baltasar Garzón y el secretario del
PCE, Enrique Santiago), Evo Morales por Bolivia, Dilma Rousseff por Brasil,
Rafael Correa por Ecuador o José Mújica por Uruguay… El gran triunfo del
Grupo de Puebla fueron las victorias de Gabriel Boric en Chile, de Gustavo Petro
en Colombia y de Lula Da Silva en Brasil. Parecía que la “izquierda progresista”
iba a triunfar en toda Iberoamérica.
Desde entonces, las cosas han cambiado. Allí donde sigue
gobernando, la izquierda iberoamericana atraviesa momentos difíciles y los
resultados que pueden darse en Argentina el próximo domingo pueden ser
decisivos para trastocar el panorama de la región. En efecto, el presidente argentino
actual, Alberto Fernández, es miembro del Grupo de Puebla. Su derrota puede
arrastrar en poco tiempo la de un muy desprestigiado Gabriel Boric en Chile,
sin olvidar que en Uruguay gobierna una Coalición Multicolor de centro-derecha,
o que en Paraguay sigue gobernando el Partido Colocado de centro-derecha.
La victoria de Milei es susceptible de arrastrar a otros países en
la misma tendencia. Lo cierto es que, en la práctica, se está cumpliendo
también en todos los lugares en donde han gobernado expresiones de la “izquierda
progresista”, la tendencia actual es al reflujo y, cada vez resulta más palpable
el rechazo de las poblaciones a las medidas de “ingeniería social” aplicadas
por estas corrientes. Eso es, precisamente, lo que está generando la
decantación entre “izquierda progresista” y “derecha conservadora”, un fenómeno
mundial que no se circunscribe en absoluto a Iberoamérica. En caso de producirse
el triunfo de Milei, el “stablishment” sufriría un duro golpe y en el caso de
que las políticas de Milei, como las de Bukele en El Salvador, pudieran obtener
éxitos a corto plazo, prácticamente el período de hegemonía política de la
izquierda quería liquidado.
A Bukele le bastaron dos años para desmontar todo el entramado de los Maras Salvatruchas, las bandas que controlaban las calles de El Salvador. El "país más inseguro del mundo", ha pasado a ser "el país más seguro de Iberoamérica": ¿A quién le preocupa el destino de pandilleros que asesinaban a placer? Respuesta: a los profesionales de la subvención, las ONGs defensoras de los "derechos humanos"...
Podemos pensar cómo encajarían una situación de este tipo Pedro
Sánchez y sus socios. El gran temor de la “izquierda progresista” española,
no es el PP, sino el que se genere un movimiento anti-partido que encuentre eco
en determinados medios de comunicación y que amenace la alternancia política,
el último residuo de la transición, lo que ha garantizado la permanencia de “la
casta” durante más de 40 años.
Si Milei termina con ello en Argentina, bienvenido sea. Por
cierto, el “socio” de Milei en España -o, al menos, quien lo trajo a nuestro
país- es Vox.
nota:
Como complemento de este artículo, se sugiere la lectura en este mismo blog del estudio "ELECCIONES EN ARGENTINA: TODO LO QUE HAY QUE SABER SOBRE JAVIER MILEI - PROS Y CONTRAS"