jueves, 26 de agosto de 2021

RUPTURA ENTRE MARRUECOS Y ARGELIA, CON EL TRASFONDO DE AFGANISTÁN Y CÓMO AFECTARÁ A ESPAÑA

La noticia no ha ocupado ni los grandes titulares de los digitales, ni tampoco ha parecido interesar en las redes sociales: Marruecos y Argelia han roto relaciones diplomáticas. ¿El motivo? Una vez más, desacuerdos que se prolongan desde hace 60 años y que van in crescendo. Marruecos ha tardado en reaccionar ante Argelia desde que el pasado mes de octubre de 2020, el Polisario, inopinadamente decidió reemprender una guerra que tiene perdida por anticipado y que, incluso de triunfar, se convertiría pronto en una verdadera guerra civil a la vista de que la población actual del Sahara no es la que tenía en 1975, cuando empezó todo.

EL SAHARA, EL POLISARIO, ESTA ES LA CUESTIÓN

Hoy el Sahara está poblado más por marroquíes que por auténticos saharauis. Mohamed VI y su padre Hassan II, optaron por la “alternativa romana”, es decir, la práctica habitual en la antigua Roma de convertir a los legionarios licenciados tras años de servicio, en propietarios de lotes de tierra en las zonas conquistadas del Imperio. La monarquía alauita ha hecho algo parecido: convertir a antiguos soldados en propietarios de parcelas de arena. Esto ha contribuido a que el referéndum por el que apostaba España desde 1973 hasta nuestros días, sea absolutamente inviable. La única salida es la negociación y, si se nos apura, un “Estatuto de Autonomía” (lagartuak) para la non nata República Saharaui o, casi mejor, para la antigua provincia española del Sahara Occidental.

Como puede intuirse, Argelia mantiene abierto artificialmente el conflicto y lo seguirá manteniendo mientras convenga a sus intereses desestabilizar al vecino. Algo parecido hizo Francia en los años 40-50, manteniendo fotos de terrorismo republicano que podían moverse libremente en su territorio para tratar de desestabilizar España y lo que hizo España en los años 60, pagando con la misma moneda y convirtiéndose en base de retaguardia, logística y aprovisionamiento para la OAS que luchaba, bombazo y fusil en mano por la Argelia Francesa contra De Gaulle. Los franceses no lo olvidaron y luego utilizaron a ETA como carta para negociar con España. Así que antecedentes históricos no faltan.

LA FALSA ESTABILIDAD DE PAÍSES HABITUALMENTE INESTABLES

La estabilidad de Marruecos es más falsa que unas tetas de silicona o que la vaginoplastia de un transexual. Y la de Argelia no le va a la zaga (como unos labios de bótox o una faloplastia construida con colgajos de aquí y allí). Ambos países arrastran problemas internos que se remontan a varias décadas. Ni uno ni el otro son paraísos para los “derechos humanos” que tanto preocupan a los progres. Ambos tienen los mismos problemas: fundamentalismo islámico, un crecimiento demográfico endiablado, falta de infraestructuras, estructuras democráticas para satisfacer al Fondo Monetario Internacional y obtener créditos e inversiones, pero que no se corresponde en nada con la estructura política real. La democracia formal es en ambos países una entelequia. La falta de perspectivas no es mayor que en cualquier otro lugar de África, pero lo que les caracteriza es que ambos países están a dos pasos de Europa y, además de su propia presión demográfica, deben de soportar la procedente de los países subsaharianos.

La escalada de tensión no es nueva. De hecho, las fronteras entre ambos países estaban cerradas desde 1994, a pesar de que el Polisario hacía tiempo que no utilizaba las armas. Y es que el Polisario es sólo una excusa, la verdadera fuente del problema es la ideología del “Gran Marruecos”, la ficción geopolítica que aspira a integrar las regiones argelinas de Tinduf y Bechar (como ha hecho con el Sahara y con Ifni y que aspira a hacer con Ceuta, Melilla, las Islas Adyacentes y las Canarias) y el que Argelia se sienta amenazada territorialmente. Argelia, claro está, tampoco se ve libre de culpas: ha intentado, no en una, sino en muchas ocasiones alimentar el fundamentalismo en Marruecos para desestabilizar el trono de Rabat.

Cuando la ministra española de asuntos exteriores cometió el inmenso e incomprensible error de autorizar a que el secretario general del Polisario, Brahim Galli, entrada en España como “personaje distinguido” y fuera tratado en una clínica riojana, sin avisar a Marruecos, este país reaccionó de una manera desmesurada y autorizó a que 9.000 marroquíes, literalmente, “invadieran” Ceuta y Melilla. Estaban en su derecho a la vista de que el Polisario había declarado la apertura de hostilidades con Marruecos desde Octubre. La metedura de pata del gobierno español fue incalificable y Mohamed VI todavía no la considera saldada.

¿LA “GUERRA FRÍA” ARGELINO-MARROQUÍ PASARÁ A “CALIENTE”?

Y es que Marruecos es hipersensible en sus relaciones con España. Algo que, igualmente, ocurre con Argelia en sus relaciones con Marruecos. En realidad, Argel no tiene motivos suficientes para romper relaciones con Marruecos -al menos, no más que antes- y ha tenido que alegar la “profanación de una bandera argelina en Casablanca” ¡en 2013!, y la defensa marroquí en la ONU de la independencia de la Cabilia bereber argelina o el apoyo de Rabat a los grupos opositores, terroristas según el presidente argelino, que operan en el país.

La tensión no es nueva y viene repitiéndose periódicamente desde la independencia de Argelia en 1962. La diferencia estriba en que un conflicto entre ambos países, en estos momentos, tendría consecuencias inenarrables para España y, en menor medida, para la Unión Europea. Un conflicto de este tipo es absolutamente posible, tal como están evolucionando las cosas en el Magreb y a tenor de los agravios que argelinos y marroquíes se lanzan entre sí. Sin olvidar, naturalmente, que la industria armamentística mundial exige nuevos conflictos cuando los más añejos quedan saldados. Y el final de cuatro décadas de guerra en Afganistán hace necesario abrir un nuevo frente de conflicto en otro escenario, si se quiere que las fábricas de armas sigan siendo rentables…

EL PROBLEMA ALIMENTARIO Y ENERGÉTICO EN ESPAÑA

El primer problema sería alimentario. Los sucesivos gobiernos españoles que permitieron que la entrada en la UE supusiera el desmantelamiento de la casi totalidad de nuestra industria pesada a cambio de unas migajas a modo de compensación, nunca exigió que nuestro país, ya que veía liquidada lo esencial de su industria estratégica, a modo de justa compensación, hubiera tenido la posibilidad de convertirse en el “granero de Europa” (lo que hubiera devuelto importancia estratégica a nuestro país: quien controla el flujo de alimentos, controla también la vida de los pueblos). En lugar de eso, los gobiernos, tanto del PSOE como del PP y, por supuesto, la coalición frankensteiana que gobierna hoy, jamás vetaron -y podían hacerlo- acuerdos en materia agrícola de la Unión Europea con los países del Magreb y con el Estado de Israel, lo que ha provocado el que, además de nuestra industria pesada, también nuestra agricultura haya sido redimensionada a la baja y registre hoy una notable pérdida de vigor. Hoy la UE es el principal socio comercial de Marruecos. Las exportaciones marroquíes a la UE suponen casi el 70% del total de ese país. Y, de todos los países de la UE, España es el principal receptor de productos marroquís, el 40% de las exportaciones totales de Marruecos a la UE.

Con Argelia, además de alimentario, el problema es también energético. Las cifras de intercambios comerciales son algo más bajas, pero igualmente espectaculares: la UE absorbe el 55% de las importaciones procedentes de Argelia. En lo que se refiere a España, existe una dependencia en materia de importaciones de gas, siendo este país, el segundo cliente africano y el tercer proveedor africano con un volumen 3.900 millones de euros en comprar españolas. Hay que recordar aquí que cuando se firmaron los primeros acuerdos para la venta de gas argelino a España, durante el gobierno de Felipe González, se eligió el trazado más absurdo para el gaseoducto que debía trasladarlo a España: ¡a través de Marruecos! Con lo cual, el entonces rey Hassan II, podía, chantajear a España, simplemente, cerrando el grifo. Hubo que esperar a la llegada de Aznar para que se construyera un segundo gaseoducto que eludía el tránsito por el “enemigo del Sur”.

En otras palabras, un “conflicto caliente” entre Argelia y Marruecos, repercutiría, no solamente en la bolsa de la compra y en las tarifas energéticas, sino en la carestía de productos de primera necesidad y en la elevación de los precios de la energía.

LA INMIGRACIÓN MASIVA CON LA EXCUSA DE LOS “REFUGIADOS”

Pero este no es el gran problema. Este es uno más de los problemas que pueden suscitarse en Europa a causa de un conflicto armado. El otro es la habitual “catástrofe humanitaria” que acompaña inevitablemente a este tipo de conflictos. El eufemismo “catástrofe humanitaria” encubre la mucho más real y cruda esencial del problema: “inmigración masiva”, amparado en el “derecho de asilo”. Obviamente, nadie serio puede creer que los argelinos y marroquíes que huyeran de una eventual guerra entre ambos países, iban a establecerse en Túnez o en Mauritania… Dado que, como dice el refrán, “la ocasión la pintan calva”, ese sería el escenario más adecuado para que en pocas semanas llegaran a España, un mínimo de cuatro a cinco millones de inmigrantes más. Y no solo eso, sino que lo más presumible, a la vista de las relaciones tradicionales entre ambas comunidades, lo normal sería que convirtiesen nuestro país en un nuevo escenario para resolver sus pendencias y agravios mutuos. Está claro, que los argelinos prefieren Francia (allí en más de 2.000 zonas urbanas son mayoría, las zonas de “non droit”, o eufemísticamente llamadas por el gobierno “zonas particularmente sensibles”) y los marroquíes se quedarían en España (donde, por su parte, tienen numerosas comunidades poco o nada integradas, especialmente en Levante, Cataluña y Andalucía).

Una nueva oleada migratoria resultaría insoportable para la UE y, en especial para nuestro país. Aumentaría asindóticamente la actividad de “bandas étnicas”, la delincuencia, el lastre económico que supondría subvencionar a, entre cuatro y cinco millones de inmigrantes inintegrables en el mercado laboral, obligaría a aumentar la presión fiscal sobre las clases medias.

Lo peor es que esto se haría aceptable gracias a campañas constante de “carácter humanitario” que evitarían aludir a los problemas innegables que cabalgan con la inmigración masiva y descontrolada. Este tipo de campañas, como se sabe, hacen las delicias de progres, de partidos de izquierda, de ONGs (que se frotan las manos pensando en un aumento de sus presupuestos) y de “humanitarios” incapaces de ver el vaso medio vacío.

LOS “REFUGIADOS AFGANOS”, ENSAYO GENERAL CON TODO

Así pues, es necesario observar, día a día, la evolución de este conflicto y estar preparados para lo peor. Igualmente, debería seguirse al día lo que ocurre en Afganistán por motivos análogos. Dos, en realidad, comercio de la heroína y lugares para la instalación de los refugiados. Si los talibanes tienen algún lazo con los que gobernaron hasta 2001, lo cierto es que van a atacar el problema de los cultivos ilícitos con fuerza. En resumen: contrariamente a lo que dicen los medios de comunicación oficiales, perseguirán el cultivo de opio, con el resultado de que disminuirá el tránsito de heroína por la “ruta de la seda” que termina en el “corredor musulmán de los Balcanes” (la Tracia turca, bosnia, Kosovo, Albania…) por el que circula esta droga. Subirán los precios de la “paperina” y aumentará la delincuencia para poder pagarse la dosis diaria. No vale la pena discutir cuál de las dos interpretaciones es la correcta: el mejor barómetro para comprobar si llega más heroína (como pronostican los medios y los gobiernos occidentales) o disminuye (como han prometido los talibanes y cómo hicieron hasta 2001), es observar, a finales de año si el precio de esta droga en la calle ha subido o bajado.

En cuanto a los refugiados, lo normal hubiera sido que los “colabos” y los “traductores” afganos hubieran pedido refugio en Pakistán, en la India o en cualquier otro país islámico de Asia Central. Europa no les debe nada: se les ha pagado religiosamente y arrancarlos de su entorno antropológico parece algo ilógico, incluso por “razones humanitarias”.

Por otra parte, no hay que olvidar que la caída del gobierno afgano se ha debido a que, durante dos décadas ha sido una mera entelequia sostenida por los marines y por las fuerzas de la OTAN. Cuando este ha faltado, se ha desplomado como un castillo de naipes. El billón de dólares inyectado en aquel conflicto por los EEUU y los 1.000 millones de euros aportados por España, no es que se hayan difuminado, es que han ido a parar en grandísima medida a las redes de corrupción afgana, grandes y pequeñas. Y, claro está, la llegada a Kabul de los talibanes ha liquidado todo esto.

No es raro que los “grandes corruptos” ya hayan huido y que entre los que esperan la evacuación, abunden “pequeños corruptos”. Pues bien, los “grandes corruptos” parecen decididos a quedarse en Arabia Saudí, Dubái, Qatar y demás emiratos en donde podrán vivir como los jeques locales. En cuanto a los “pequeños corruptos”, junto a los traductores, a sus familias, al inevitable cuñao y al amigo del alma, son los que van a llegar ¿a Europa? No, sobre todo a España, pues no en vano, cuando el Gran Impresentable ha conseguido hablar con el Gran Arterioesclerótico (Sánchez y Biden) ha sido para que el primero recibiera órdenes del segundo: “Chaval: encárgate de la evacuación”.

El primer paso está siendo hacerlos llegar a las bases norteamericanas de Rota y de Morón. Luego, allí se hará la selección, los que interesen por algún motivo a los EEUU, serán embarcados y el resto se quedará en España. Personajes del calibre de Pere Aragonés o Nuria Colau ya se han ofrecido para acoger “a los que haga falta”. Es la eterna cantinela de los progres carpetovetónicos: cuantos más inmigrantes acojamos, más humanitarios pareceremos. Total, la factura la pagará el ciudadano medio.

En los próximos meses, llegarán oleadas de afganos a la Unión Europea. Será el ensayo general con todo para cuando se desate el conflicto entre Marruecos y Argelia. Y que nadie lo dude, de producirse ese conflicto será la hecatombe y el final de Europa. ¿O es que creéis que va a salir gratis? No sólo lo pagaremos con nuestros impuestos, sino que lo pagaran nuestros hijos, porque Europa, ya no es “nuestra”, es un engendro “multicultural”, “mestizo” y “poliétnico”, inviable, inestable y detestable. Por este orden.