En el primer número de Le Nouveau Siècle (25 de febrero de
1925) se publicó de manera destacada una declaración firmada por 28
personalidades (entre las que figuraban Jacques Arthuys, Serge André, René
Benjamin, André Rousseaux, Henri Ghéon, Georges Suarez, Jérôme et Jean Tharaud,
Henri Massis y, por supuesto Valois) en el que se afirmaba que “la victoria
había sido robada a los ex combatientes” y se pedía: “Un jefe nacional, la fraternidad francesa, una nación organizada en
sus familias, sus oficios y sus provincias, la fe religiosa dueña de sí misma y
de sus obras; la justicia de todos y por encima de todos”. Más adelante se
añadía que: “Trabajaremos para formar o reformar las legiones de la victoria,
legiones de combatientes, de padres de familias, de productores, de
ciudadanos”. Inicialmente, el llamamiento no era muy diferente a los que hasta
ese momento habían lanzado desde Action Française o desde las Jeunesses
Patriotes, pero unos meses después, el 11 de noviembre de 1925 en el mitin que
tuvo lugar en la Sala Wagram y a la que asistieron 6.000 personas, Valois
anunció la fundación de un movimiento nuevo, Le Faisceau que estaría dividido
en cuatro secciones, Faisceau de los combatientes, Faisceau de los productores,
Faisceau cívico y Faisceau de los jóvenes. Y aquí, si que existen unas
similitudes próximas al fascismo italiano.
En los meses que mediaron entre
la aparición del primer número de Le
Nouveau Siècle y el lanzamiento de Le Faisceau, Valois había aprovechado
para elogiar a Mussolini en su revista del cual dijo: “Es el movimiento a través del cual la Europa contemporánea tiende a la
creación de un Estado moderno” y recalcando que se trataba de “movimientos
nacionales”: “El fascismo italiano ha
salvado a Italia empleando métodos acordes con el genio italiano, el fascismo
francés empleará métodos conformes al genio francés”.
Las relaciones con Action
Française se fueron agriando a partir de ese momento. No se trataba ya sólo de
que Maurras pensara que Valois le estaba intentando hurtar financiadores (como
vimos), sino que las orientaciones políticas entre ambos empezaban a ser
distintas. Durante esos meses de 1925, Valois había seguido enviando artículos
al semanario de Maurras que eran regularmente publicados. Tras la publicación
de uno de ellos, Maurras escribió a Valois una larga carta en la que le
recordaba que su último artículo sobre “las finanzas, la moneda y la economía”
había causado malestar en algunas personalidades de la sociedad situadas en la
órbita de Action Française. Maurras restaba importancia al papel de la
burguesía en la constitución del régimen parlamentario y atribuía la responsabilidad
a “los elementos protestantes, los
judíos, los masones, los extranjeros”… Luego Maurras ironizaba mucho más de
lo que Valois estaba dispuesto a soportar (“En
Provenza le diría que usted ha cambiado una sardina por un atún”…) y, por
su no estaba claro, terminaba certificando la ruptura: “En conciencia, tengo el deber de decirle que usted se equivoca y que
esta política es errónea. Y yo no puedo admitirla en Action Française”.
En realidad, lo que se estaba
produciendo eran dos fenómenos completamente diversos: uno de orden doctrinal
(Valois acentuaba su énfasis sobre la responsabilidad de la burguesía en la
decadencia de Francia, mientras que Maurras proseguía responsabilizando
particularmente a fuerzas exteriores a Francia) y otra de orden personal (ambos
rivalizaban por las mismas fuentes de financiación y Maurras terminó temiendo
que Valois le restara medios). Para Valois, la ruptura con Maurras tuvo como
resultado el que su movimiento se encontró de partida con una difícil situación
financiera y siempre adoleció de una dramática falta de fondos que terminó con
el diario, hizo peligrar la revista y limitó su actividad política. Sin
embargo, tuvo la contrapartida positiva de que la población percibió en Valois
un intento nuevo de ir mucho más allá de donde se había atrevido a ir Maurras,
lo que facilitó que en un primer momento se adhirieran a sus filas un cierto
número de sindicalistas y personalidades de izquierdas que siempre habían
desconfiado de Action Française. El trabajo realizado por Valois durante los
años del Cércle Proudhon parecía haber dado, finalmente, algún resultado.
Desde el principio, Le Faisceau
hizo algo más que seguir la “vía italiana” adaptándola a Francia, la imitó en
sus formas exteriores. Las “camisas azules” sustituyeron a los “camisas negras”
mussolinianas, las formaciones paramilitares fueron comunes a ambos grupos, como
el liderismo y el corporativismo. Todo esto fue suficiente como para que los
miembros de Action Française empezaran a percibir a Valois como un “traidor”.
En diciembre de 1925, con la
ruptura aún fresca, los Camelots du Roi (servicio de orden de Maurras)
asaltaron un mitin de Le Faisceau al que siguió la respuesta en forma de raid
sobre la sede de Action Française. A esto siguió una campaña de calumnias
lanzada contra Valois. En las columnas del semanario de Maurras se le trató
como confidente de la policía, se dijo que había robado los ficheros de Action
Française, de estar a sueldo de un gobierno extranjero, de haberse apropiado de
la Librairie National, de recibir fondos secretos… Valois no reaccionó a tiempo
ante todas estas calumnias –porque a fin de cuentas se trataban de calumnias
que no tenían absolutamente ninguna base real– y cuando lo hizo un año después
presentando una demanda judicial, fue capaz de aportar un volumen de 600
páginas que reunían todo el material difamatorio.
El proceso fue penoso para ambas
partes y la prensa le prestó una atención preferencial. Hoy los historiadores
tienden a dar la razón a Valois: Maurras fue quien realmente le calumnió y ni
siquiera en el cambio de titularidad de La Librairie National la razón parecía
acompañarle. En realidad, Valois la había dirigido durante años y había
transformado en una pujante empresa editorial algo que cuando llegó apenas
tenía importancia. Los tribunales le dieron la razón y la dirección de Action
Française hubo de pagar fuertes multas. Pero, cuando llegó la sentencia, Le
Faisceau había atravesado su breve período de gloria, para empezar a decaer, el
diario ya no existía y había recuperado su aparición semanal, previa a su
desaparición en 1928. La victoria judicial no pudo acompañarse por una victoria
política. Muchas cosas fallaban en el movimiento de Valois: el militarismo no
parecía satisfacer a la sociedad francesa, su imagen parecía una copia
demasiado servil del modelo italiano y era visto como un producto de
importación. Y, para colmo, algunas de sus nuevas tomas de posición eran
rechazadas incluso por sus propios partidarios, incluso por los llegados de la
izquierda. La renuncia al antisemitismo, por ejemplo.
¿Cuántos afiliados llegó a tener
Le Faisceau? Existe cierto misterio en torno a las cifras, el propio Valois
hablará de 25.000 afiliados cifra que los historiadores consideran “plausible”.
Más exagerada parece la tirada de Le
Nouveau Siècle que Valois evaluó en 300.000 ejemplares. La tercera parte
parece mucho más verosímil.
Dificultades insuperables
El
profesor Sternhell resaltó el hecho de que “en
términos de ideología, el Faisceau es un verdadero prototipo del fascismo. Lo
mismo se aplica prácticamente al nivel de la acción política, salvo quizás en
un área importante: el Faisceau no busca la violencia. Esto no significa que
tema la pelea. Su servicio de orden no será constituido por lo demás más que en
el momento en que resulta claro que los ataques y las provocaciones de Action
Française no cesarán. Los Camelots, más que los comunistas, constituyen su
adversario”.
Realmente,
en la historia de Le Faisceau solamente se produjo un enfrentamiento directo y
de magnitudes importantes con la extrema–izquierda al celebrarse el gran mitin
de Reims, el 27 junio de 1927. Cuatro mil comunistas se manifestaron en la
plaza de la catedral cerca de donde tenía lugar la asamblea. El choque fue
brutal, la policía se vio obligada a intervenir y los disturbios se extendieron
por toda la ciudad hasta altas horas de la noche. En aquel momento, Le Faisceau
consiguió movilizar 10.000 personas entre sus propios efectivos y los de las
Asociaciones nacionales de ex combatientes y de las Jeunesses Patriotes. Antes, el 21 de febrero de 1926 había tenido
lugar la reunión de Verdún, primera manifestación de masas del partido. En
Verdún –lugar emblemático para los ex combatientes– se desarrolló un nuevo
estilo de hacer política nunca antes visto en Francia: paradas militares, uniformidad
de la militancia, puesta en escena fastuosa… el estilo mussoliniano en estado
puro. El uniforme del partido era la camisa azul oscura con corbata azul,
sombrero de fieltro gris con cinta negra y bastón. “La insignia –explica Sternhell en Ne destra, ne sinistra– de la
organización debe ser siempre llevado a la vista, mientras el uniforme debe ser
sólo utilizado en reuniones, asambleas y concentraciones”.
A
pesar de esta deliberada similitud en relación al fascismo italiano todavía se
discute hoy si existieron relaciones directas entre Mussolini y Valois. Si
existieron, en enero de 1928 ya se habrían enfriado; en efecto, en esa fecha
Valois acusaba al fascismo italiano de “haber
abandonado su origen social y revolucionario y transformarse en reaccionario”.
Sternhell reconoce que todos los esfuerzos de los Renseignements Généraux para confirmar las denuncias de colusión
entre los dos fascismos, lanzados desde la izquierda, acabaron en vía muerta.
En su exhaustiva investigación en los archivos policiales, menciona solamente
una nota de servicio de la Prefectura de Policía de París, fechada el 21 de
noviembre de 1925, en la que el duque de Camastra, vice–presidente del fascio italiano de París, se cita como
uno de los subvencionadores de Nouveau
Siècle. Sin embargo, esta información no era valorada como “segura” por los
servicios del Ministerio del Interior que seguían opinando que no había
evidencias de que el gobierno italiano hubiera apoyado la propaganda del
movimiento francés. La abundancia de documentación encontrada por Sternhell en
los archivos policiales franceses indica que desde el inicio de su actividad,
Le Faisceau fue estrechamente vigilado por la policía: “Desde el principio, cualquier hecho mínimo y los gestos de sus
activistas son seguidos, catalogados, y una importante red de informadores es
puesta en marcha. Las precauciones tomadas son considerables. Hoy parecen
desproporcionadas, teniendo en cuenta la importancia real del Faisceau. Sin
embargo, parece que en aquel momento se pensara lo contrario. Así, a finales de
noviembre de 1925, el ministro del Interior pedirá expresamente al gobernador
militar de París triplicar los servicios de intervención telefónica en el
departamento del Sena”.
Cuando se inicia
1926, Valois está pletórico de ideas y de proyectos ara potenciar su
movimiento. Ha celebrado una tercera gran concentración en Meaux y de allí ha
salido la idea de lanzar una revista doctrinal de propaganda que elaborara y
difundiera las ideas del movimiento. Sin embargo, los escasos medios con los
que cuenta Valois impiden desarrollar este y otros proyectos. A finales de ese
año la llegada al poder de Poincaré asesta un duro golpe a Le Faisceau. Si el
partido de Valois había nacido bajo un gobierno de izquierdas (1924–1926)
encontró inicialmente una fácil financiación era porque se consideraba que
podía movilizar masas obreras contra la izquierda. Sin embargo, cuando a
finales de 1926 vuelve al poder Raymond Poincaré al frente de un “gobierno de
unidad” y centrado en la política de austeridad financiera y devaluaciones que
durará hasta 1929, el sistema ha resuelto su crisis sin necesidad de movilizar
a Le Faisceau en la calle, así que… ¿para qué seguir apoyándolo? En 1928,
Valois en su obra L’Homme contre l’argent,
escribirá: “Con Poincaré en el poder, nos
convertíamos en mucho más vulnerables. Perdimos este espeso colchón de
simpatías que nos valía nuestra función de defensor del franco”.
Sternhell
realiza un juicio de conjunto sobre la experiencia de Le Faisceau: “Fue,
pues, una razón ajena al movimiento –la mejora de la situación financiera en el
país– la que precipitó la caída del Faisceau. De hecho, el Faisceau tuvo en
contra suya haber querido asentarse en un momento en el que Francia estaba
consiguiendo, con mucho esfuerzo ciertamente, salir de la crisis monetaria y
financiera. Tenía en su contra el hecho de que, durante su existencia, la
inflación y el desempleo, así como el temor a la revolución comunista –el otro
elemento del dualismo que ha favorecido generalmente el nacimiento y el éxito
de los demás partidos fascistas en Europa– no han alcanzado nunca en Francia
apoyos favorables. Todos los movimientos fascistas franceses que le sigan
conocerán la misma situación”.
En el Congreso
de enero de 1927 en la rue d’Aguesseau, los contrarios a Valois organizaron la
disidencia. Y eran muchos: a la derecha se encontraba Bucard (que luego
fundaría el Partido Francista, seguramente la opción de extrema–derecha más
similar al fascismo italiano) que le acusa de traicionar el espíritu de los
combatientes. Frente a él y por la izquierda está Philipe Lamour que denuncia
el proyecto de Valois como un intento de “constituir
un cuerpo auxiliar para la defensa de los poderosos”.
A partir de ese
momento, el dinero empieza a escasear, proliferan las escisiones y las fugas,
desaparecen los apoyos económicos, se pierden viejos militantes y no aparecen
reemplazos. Incluso el partido se va fragmentando; Sternhell hace un resumen de
las salidas: “en diciembre abandona el delegado general
de Humières, Lapérouse, el Dr. Thierry de Martel, presidente del gremio de los
médicos, hijo del célebre escritor nacionalistas Gyp, y finalmente el joyero
Brunet que, algún tiempo antes, había entregado grandes sumas al movimiento. En
enero de 1927, es el turno de Barral y Pierre Dumas, vicepresidente de las
corporaciones. En febrero, el estado mayor también comenzó a romperse: los
millonarios de Franz Van den Broeck d’Obrenan y Serge André serán los primeros
en salir. Para estos hombres, el movimiento está condenado, la operación de
rescate del franco ha marcado su final. Durante este período ya no se ve a
Philippe Lamour, que finalmente será expulsado en marzo de 1928. En agosto de
1927, Pierre Darras, el presidente de una de las corporaciones, que había
intentado poner en marcha un sindicato “amarillo”, también renunciará. El
Faisceau, a partir de entonces, habrá perdido la casi totalidad de sus
efectivos”.
Valois
es consciente de que la experiencia de La Faisceau ha concluido, a pesar de que
las ideas que inspiraron al movimiento sigan siendo válidas, pero ya no pueden
hacerse solidarias del movimiento fascista italiano. En 1928 iniciará su
retorno a la izquierda convencional y cuando prácticamente Le Faisceau haya
desaparecido, fundará el 0 de junio de 1928, el Partido Republicano
Sindicalista, en el que participarán
algunos antiguos miembros de Le Faisceau y unas pocas nuevas captaciones:
Charles Albert (antiguo anarquista), Jacques Arthuys, Hubert Bourgin, René
Capitant (que tras la guerra pasará al gaullismo). Inicialmente se sumaron
algunos “fascistas franceses” pero pronto percibieron que la orientación del
partido era de izquierdas e incluso antifascista. No es raro que muchos de sus
miembros pasaran a la resistencia tras la ocupación alemana.
El
órgano del nuevo partido fueron los Cahiers
Bleus que aparecieron entre el 15 de agosto de 1928 y el 23 de mayo de
1932, en total 119 números de una revista quincenal cuyo subtítulo era: “Por la república sindical: órgano de
cultural general y de organización”. Tanto el movimiento como la revista
intentaban desarrollar un nuevo modelo económico basado en el corporativismo y
en el sindicalismo. Entre los colaboradores se encontraban gentes tan diversas
como Edouard Berth, Marcel Déat, Bertrand de Jouvenel y Pierre Mendès France,
el dirigente stalinista italiano Pietro Nenni y el mismísimo Pierre Drieu la
Rochelle, Doriot y Paul Marion que será nombrado ministro del gobierno de Vichy
por el mariscal Petain durante la ocupación..
El
último núcleo específicamente fascista terminó también escindiéndose a
principios de 1928 y formando el Partido Fascista Revolucionario, animado por
el doctor Winter y que contó con el apoyo y la militancia de Philipe Lamour y
del Fascio Universitario que presidía, Maurice de Barral y Edouard d’Eaubonne.
Sin embargo, el impulso inicial hacía mucho tiempo que se había perdido y ni el
partido ni su semanario La Révolution
fasciste, tuvieron el más mínimo eco en la sociedad francesa.
Valois después de Le Faisceau
Hacia 1931,
Valois había sido requerido por Albert Thomas para colaborar en la redacción de
la Nueva Enciclopedia que debía
revolucionar la cultura de los años 30. Thomas, desde muy joven militante
sindicalista y cooperativista, había trabajado durante la guerra mundial en la
organización de la producción bélica, tenía conocimientos de economía que
aplicó brillantemente en la materia. Fue diputado socialista y ocupó distintos
cargos de responsabilidad durante el conflicto. Realizó encargos del gobierno
francés en Rusia durante el período revolucionario. Participó en la
organización de varias conferencias internacionales sindicalistas y socialistas
y fue uno de los fundadores de la Organización Internacional del Trabajo del
que fue primer presidente. En 1931 aspiraba a elaborar una “enciclopedia”
centrada en el movimiento obrero, cuestiones de economía y sindicalismo y
temáticas sociales. Desgraciadamente para Valois, el proyecto no tendrá
continuación tras la muerte prematura de Thomas el año siguiente.
En 1934 Valois participará en la creación de la revista Nouvel Âge que se convertirá en diario
poco después. El diario había sido fundado en 1930 por Henry Poulaille un
promotor anarco–sindicalista de cultura proletaria. Valois lo conocía desde que
había publicado algunos de sus textos en La Librairie Nationale. Nouvel Âge se subtitulaba “revista de cultura y de organización para
la edificación de una economía distributiva en un mundo sin guerra y sin clases
por la Comuna y la libertad humana”… En 1934, Valois se incorporó a la
dirección de la revista que seguiría apareciendo bajo su dirección hasta el
inicio de la Segunda Guerra Mundial. En 1935 pide el ingreso en la SFIO
apadrinado por Marceau Pivert que será rechazada.
Durante ese
período no quedaba ya nada del “Valois miembro de Action Française”, ni
siquiera del más reciente “Valois jefe de Le Faisceau”. Su evolución hacia la
izquierda había sido prodigiosa y se operaba a velocidad acelerada hasta el
punto de que puede decirse que de haber vivido la revolución de mayo del 68, lo
más probable es que hubiera militado en alguna organización anarquista e
incluso en la CNT francesa. Cuando estalló la guerra civil española, Valois
hizo campaña contra la actitud ambigua del gobierno de Leon Blum y denunció en
reiteradas ocasiones y en las columnas de su revista que la izquierda francesa
permaneció de espaldas a la II República española.
En los años
siguientes tomó partido ante distintos episodios internacionales siempre
manteniendo dos posturas: pacifismo y antifascismo. Como pacifista se opuso en
1938 al consenso de Munich y como antifascista propuso un bloqueo económico
contra Alemania e Italia.
Al estallar la
guerra, Valois y su adjunto, Gustave Rodriguès se encuentran en Bayona y ahí
permanecen en julio y agosto de 1940 cuando se produce la invasión alemana.
Rodriguès al conocer la entrada de los alemanes en París se suicida y Valois
pasa a Marruecos en donde crea un grupo clandestino. Será detenido a finales de
octubre de 1940 y transferido a la prisión de Clermont en donde se encuentra un
viejo conocido suyo, Pierre Mendès–France. Al no haber pruebas contra él y
haber sido detenido solamente de manera preventiva, Valois es liberado el 27 de
abril de 1941. Marcha a Vichy para encontrarse con su secretario, Roger Maria
que, inicialmente, pensaba exiliarse en Londres y unirse a las fuerzas de De
Gaulle, sin embargo, una vez allí deciden viajar a las inmediaciones de Lyon en
donde antiguos miembros de Le Faisceau han montado un núcleo de resistentes.
Pero él mismo asume que es demasiado conocido para poder realizar trabajo
clandestino, así que lo único que puede hacer es hacerse visible y fácilmente
vigilable para que la policía crea que realiza actividades profesionales y no
políticas. Intenta abrir una librería, pero luego renuncia y compra un pequeño
hotel en Val d’Ardières, donde residirá y, de paso, recibirá amigos.
Desde ahí realizará
unos fascículos ciclostilados sobre la historia de las cooperativas en Francia,
legislación sobre jardines obreros y facilita consejos de jardinería. Es una
cobertura creíble a la vista del historial pasado de Valois, pero también
inofensiva que no debería despertar suspicacias ni del ocupante alemán ni del
gobierno de Vichy. Se suscriben 200 personas, pero sólo unas pocas reciben un
suplemento con informaciones políticas de actualidad. En 1943, Valois publicará
una nueva revista, Après, donde escribirá con el seudónimo de Adán. Entre otros
estudios Valois–Adán publica un voluminoso número de la revista titulado “Francia traicionada por los trusts” que
ha pasado a la historia como la obra más voluminosa publicada clandestinamente
en Francia.
La historia terminará mal. En Lyon opera la Gestapo dirigida por el capitán Klaus Barbie que consigue mantener a raya y desarticular a los distintos núcleos de la resistencia. Su secretario fue duramente torturado, pero la Gestapo tras interrogar a Valois lo consideró como un idealista ingenuo, lo que no les evitó a ambos ser, sin embargo, condenados a muerte, pena que es conmutada por una estancia en un campo de concentración. Mientras su secretario, después de indecibles peripecias, sobrevivirá a la guerra, Valois, deportado a Neuengamme, en donde estaban internados los presos de mayor edad, se sabe que incluso en sus últimos días albergaba proyectos grandiosos para reconstruir la izquierda, reformar la economía mundial e impulsar un nuevo orden mundial. Allí murió de tifus el 18 de febrero de 1945, tres meses y veinte días antes de que el III Reich se rindiera.
GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (1 DE 4)
GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (2 DE 4)
GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (3 DE 4)
GEORGES VALOIS Y EL FAISCEAU (4 DE 4)