jueves, 14 de diciembre de 2023

NOTAS SOBRE ACCIÓN POLÍTICA (1 de 3) - "MÉTODO DE MASAS" Y "CAMPAÑAS POLÍTICAS"

En los últimos meses, estamos leyendo y traduciendo algunos textos político elaborador por grupos “nacional-revolucionarios” y “patrióticos” en los últimos 40 años. En todos ellos se insiste mucho en los aspectos “ideológicos” del grupo, pero muy poco, o, incluso, nada, a los aspectos aplicativos y organizativos. Esto genera el que, históricamente, este ambiente, siempre haya sido estéril políticamente. Hace unas semanas, en el curso de una charla en Madrid, (ver fragmentos de la misma en LA ULTRADERECHA EN LA TRANSICIÓN. ALGUNAS CLAVES) tuve ocasión de pasar revista muy rápidamente a esta temática que ahora, con algo más de detalle puedo desarrollar en INFO-KRISIS. En este artículo no se va a hablar ni de “ideología”, ni de “programa”: se da por hecho -quizás muy apresuradamente- que quien asume que va a realizar una acción política, dispone ya de una “doctrina” y de un “programa”. Solamente en ese caso, estos consejos pueden tener alguna eficacia. Los apuntes que siguen son resúmenes que deberían ser ampliados y redondeados con más datos y ejemplos (en positivo y en negativo).

Pueblo, electores, populismo, método de masas

Hay muchos tipos de percepción sobre el papel de la población en los procesos políticos:

-          Para los “populistas” y “democratistas”, hacer política significa asumir siempre las exigencias “del pueblo”. Un “populista” es, a fin de cuentas, aquel dirigente político cuya iniciativa sigue a lo que cree que son tales exigencias. “Populismo” es una palabra que se aplica a esta práctica realizada en la derecha. “Democratismo” es la aplicación de ese mismo en la izquierda. Los “intereses populares”, en ambos casos, constituyen una obsesión para políticos demagógicos y oportunistas. Obsesión que hay que rechazar: no todo lo que “el pueblo” pide y exige, ni puede ser obtenido, ni siquiera es justo.

-          Para los “oligárquicos”, se trata solamente de seguir los dictados de los grupos oligárquicos. Es una práctica muy habitual entre los grupos políticos “mayoritarios”: ponerse al servicio de los grupos oligárquicos que rondan el poder o tratan de condicionarlo, especialmente de poder económico, por aquello de que “quien a buen árbol se arriba, buena sombra le cobija”. Se trata de la forma de oportunismo sin escrúpulos más habitual en los últimos 40 años.

Rechazadas ambas opciones vale la pena definir, vale la pena establecer el concepto justo sobre todos estos neologismos.

Frente al “populismo” y al” democratismo” cabe decir que:

1) No siempre el pueblo tiene razón, más aún: frecuentemente se equivoca. De hecho, tiene una irreprimible tendencia a equivocarse tal como demuestra el hecho de que durante 40 años haya estado apoyando opciones cuyas políticas, finalmente, han terminado perjudicándole: mirad la sociedad actual y compararla con cualquier período anterior y veréis claramente reflejado el fracaso de un régimen.

2) “Pueblo” y “masa”: El “pueblo”, entendido como la gente que convive en una población o en una nación, debería de ser una unidad de voluntad e intención, unida por lo esencial, sin embargo, suele ser un conjunto de intereses egoístas e individualistas: el “pueblo”, se ha transformado en “masa”. La primera intención de un movimiento patriótico debería ser devolver a esa “masa” su identidad, su unidad de voluntad, transformándola de nuevo en “comunidad del pueblo”.

3) Los “sanos reflejos populares”: Para generar esa transformación hay que apelar a los “sanos instintos populares” (reconocer entre “lo propio” y “lo ajeno”, odiar la corrupción y buscar un gobierno justo, preferir la justicia a la injusticia, sacrificarse por los propios) que aspira a un “gobierno justo”, tendencia que debe estar presente en el programa de un partido Democratismo patriótico y cuyos militantes deben difundir mediante su voluntarismo.

4) Cortar los “instintos negativos”: Así mismo se trata de cerrar el paso a los “instintos negativos” tan diestramente manipulados por los partidos políticos (la ley del mínimo esfuerzo, la tendencia a votar a quien de lo prometa todo y no te dé nada, la tendencia al egoísmo social, a las modas y repetir acríticamente patrones de comportamiento promovidos por los medios, la tendencia a silenciar las situaciones de injusticia y a callar ante los oligarcas)

5) Hay que dejar de percibir a nuestros vecinos como “al pueblo”: el proceso de degradación de las condiciones éticas y morales, unido al desastre económico y a las tropelías burocrático-administrativas, lo ha convertido en “masa”. Por tanto, es preciso elaborar un programa de reconstrucción de su identidad perdida o desdibujada, oírle en sus “sanos instintos”, encarnarlos y sustituir los “instintos negativos” por un Programa realista, ilusionante y movilizador.

El método de masas

¿Cómo se realiza este proceso?

 Respuesta: a través del método de masas.

¿Qué es el “método de masas”?

Respuesta: es el conjunto de técnicas a través de las cuales podemos llegar a incorporar a la población en la lucha por la realización de nuestro Programa.

¿Cuáles son los principios del “método de masas”?

Respuesta: tres: "unir lo particular con lo global", "unir la teoría a la práctica", "unir la vanguardia a la masa"

Primer Principio: UNIR LO PARTICULAR CON LO GLOBAL.

Es preciso demostrar que el hecho de que existan socavones en las calles, que haya abandono sobre el mobiliario urbano, que se haya producido un absoluto descontrol sobre la inmigración, que la criminalidad aumente sin cesar, que estemos ante uno o muchos casos de corrupción, son solo aspectos particulares de un mal global: el haber votado a partidos oportunistas y sin escrúpulos que han roto a la comunidad del pueblo, la han masificado y la han neutralizado para poder dedicarse a medrar utilizando los recursos públicos.

Se trata de aislar los problemas sectoriales o los problemas concretos que pueden experimentarse en una localidad y su población, para, en un segundo paso, vincularlos a la propuesta realizada por el programa del partido.

Por ejemplo: “la inmigración masiva en nuestra población es un problema grave (aspecto “particular”) y el resultado de los errores del PP y del PSOE en el gobierno de la nación (aspecto “global”), problema que solamente se resolverá repatriando a los excedentes de inmigración (propuesta del Programa del partido)”.

Lo que no debe hacerse nunca es partir de un problema global para tratar luego de proponer una solución particular. Si se parte de “lo global” se está partiendo de algo muy alejado para la cotidianeidad de la población y, por tanto, algo que para ella carece de interés inmediato. De trata de ir de lo inmediato y particular a lo general y global. No al revés.

Un ejemplo en negativo: “el mundialismo favorece la inmigración masiva, por tanto, tenemos que oponernos a la llegada de más inmigrantes”. Lo habitual es que, quien lee una consigna así no conozca los aspectos concretos a través de los que actúa el mundialismo. Se trata de un concepto muy alejado del ciudadano medio y que éste no es capaz de apreciar la forma en la que afecta a su vida cotidiana

El planteamiento correcto sería: “Los excedentes de inmigrantes presentes en nuestra población están quitando el trabajo y tirando a la baja de los salarios, es preciso repatriarlos a sus países de origen y liberarnos de la casta política que ha generado este fenómeno”.

No hay que olvidar, por lo demás, que las elecciones locales, suponen el nivel más bajo e inmediato de acción política. No es el mejor lugar para plantear problemas de alcance “universal”, sino para tratar de resolver problemas locales. Pero si no fuéramos capaces de aportar soluciones más amplias (globales) seríamos una de esas candidaturas independientes que aparecen en muchas localidades destinadas sólo a perpetuar en el cargo a algún cacique local que no se siente bien bajo otras siglas que bajo la suya. 

Segundo Principio: UNIR LA TEORÍA CON LA PRÁCTICA.

Nuestras soluciones no se improvisan, ni se adoptan con un carácter oportunista: de ahí la necesidad de que un partido patriótico disponga de un “programa político”, lo más simple, pero, a la vez, lo más concreto posible, provisto de ideas-fuerza, claras, sencillas y contundentes. Un programa no es el resultado de una serie de reflexiones aisladas y sin contacto unas con otras, sino de un análisis global de la sociedad, del aislamiento de los problemas y que incluye una serie de soluciones coherentes. Esto es “la teoría”. En cuanto a la “práctica”, se trata de cómo se difunde este programa.

Por ejemplo: un programa de carácter anti-inmigracionista se difundirá en aquellos barrios en los que verdaderamente existe un problema de inmigración o en zonas en las que un sector de la inmigración, por su comportamiento y actitudes, haya podido crear “alarma social” o en aquellos barrios en donde se están produciendo procesos de “gentrificación”. Es inútil difundir una campaña anti-inmigración en barrios en los que la alta burguesía utiliza preferentemente mano de obra procedente de la inmigración como jardineros, chóferes, canguros, empleados en sus empresas, asistentas de hogar, etcétera.

Significa, también, que, si se está en contra de la corrupción, no puede tolerarse ningún tipo de relaciones con la corrupción y mucho menos tolerar a los corruptos en las propias filas, de tal manera que, si aparece este cáncer en el interior de un partido patriótico, la única actitud posible, sea quien sea el implicado, es expulsarlo. A esto se le llama unir la “teoría” a la “práctica”.

Importante: el programa de un partido patriótico debe ser coherente y aplicarse de manera coherente. Por ejemplo: No se puede defender la repatriación masiva de los excedentes de inmigración… y, paralelamente participar junto a inmigrantes musulmanes en manifestaciones de solidaridad con el pueblo palestino; una actitud de este tipo no sería entendido, ni por la población, ni por los simpatizantes (especialmente, cuando uno de los resultados de la crisis de Oriente Medio es la llegada de más inmigración procedente de esos países a Europa Occidental. Otro ejemplo: contratar ilegalmente a inmigrantes ilegales en la empresa de un candidato de nuestra lista electoral o de uno de nuestros dirigentes políticos. Estar a favor de una recuperación de la ética y de la moral y filmar una película porno. No se puede estar contra la corrupción y comportarse como un corrupto.

Tercer Principio: UNIR LA VANGUARDIA A LA POBLACIÓN.

Un partido patriótico no puede encerrarse en su propia torre de marfil, un local con barra de bar en el que los “camaradas” se sienten bien y a gusto entre otros que piensan como ellos. Los miembros de ese partido están obligados –si quieren ser “algo” políticamente– a hacer “trabajo de captación entre la población”. Y eso se hace en un 95% fuera del propio local. Se hace en la calle. Se hace entre la gente. Se hace en los lugares que frecuenta la gente. Se hace entre los medios de comunicación. No se hace nunca recluido en sí mismo: cuando el local social se convierte en el más frecuentado por la militancia, ese partido está llamado al fracaso.

Los miembros de un partido patriótico deben de entender que son una “vanguardia”, es decir, el núcleo de personas que han visto cuál es la solución a los problemas de la comunidad antes que el resto. Pero una vanguardia que haya perdido el contacto con la población, no es nada más que un grupo de narcisistas que se creen superiores a otros. El contacto con la población es para un partido como el agua para el pez. Si ese contacto se esfuma, el “pez”, simplemente, se asfixia. De ahí la necesidad de mantener siempre, no sólo un “cordón umbilical”, sino una estrecha relación con la población.

El miembro de un partido patriótico debe de emplear el 95% de su tiempo en hacer proselitismo entre sus vecinos, conocidos, familiares, compañeros de trabajo y de estudios y el 5% a las tareas de organización y funcionamiento del partido. Cuanto más disminuye el tiempo dedicado a la captación y aumenta el empleado en el partido, se produce una desconexión creciente de las masas.

La tarea de una organización patriótica ante la captación:

1) Aplicar el método de captación entre la población.

2) Vigilar si constantemente se aplica correctamente el método de captación, uniendo los problemas locales de la población a las soluciones que plantea el Programa de la organización.

3) Vigilar que todo lo que hagan los miembros de la organización en ejercicio de su actividad política está de acuerdo con lo que proclaman.

4) Vigilar si la organización está aislada en sí misma o desempeña el grueso de sus actividades entre la población.

Concepto de campaña política


¿Qué es una campaña política?:

Es un conjunto de acciones coordinadas con una finalidad concreta para conseguir el avance del partido y el aumento de su fuerza social.


Mecánica de la Campaña:

Se realiza mediante un proceso de “agitación  propaganda organización”.

Este proceso consiste en que la agitación genera un flujo de afiliados sobre la organización, mientras que la propaganda tiende a convertir a estos afiliados en cua­dros políticos.

La Agitación consiste en difundir pocas ideas, muy simples, sobre un público numeroso. Sirve para popularizar temas entre la población.

La Propaganda consiste en difundir muchas ideas, muy elaboradas, so­bre un público pequeño pero predispuesto a aceptarlas. Se utiliza para formar cuadros políticos.

La Organización: El binomio Agitación–Propaganda (Agit–Prop) es la razón de ser de las campañas políticas que conducen, como resultado a reforzar la organización.

La agitación atrae simpatías, la propaganda transforma esas simpatías en cuadros políticos que se integran en la organización reforzándola y ampliando su radio de acción


Elementos esenciales de una campaña política:

Objetivo: ¿qué se pretende con la campaña?

Estrategia: ¿cómo se va a llegar al objetivo?

Táctica: ¿cómo se va a ejecutar concretamente?

Medios: ¿con qué y con quienes se va a realizar?


Planificación de una campaña política:

Selección del tema: según la situación política

Elaboración de consignas: paradigma de la campaña

Desarrollo del agit–prop: medios digitales – carteles – panfletos – adhesivos – charlas – manifestaciones.

Elaboración del “timming”: fechas de inicio y fin e hitos de la campaña

Balance de resultados: sólo el balance global indica si la campaña ha sido positiva o negativa.


Lo que toda campaña política debe tener:

Oportunidad: la campaña llega en el momento justo, en el instante preciso en que un tema concreto salta a la palestra de la opinión pública. Ni antes ni después.

Receptividad: la campaña debe de estar diseñada no para minorías intelectuales excepcionalmente eruditas, sino para la población en general, para un público sencillo y que no dispone de mucho tiempo para dedicarle a ella.

Originalidad: las campañas son tanto más eficaces en la medida en que sus contenidos hacen gala de mayor originalidad. Una campaña puede ser cualquier cosa menos sosa.

Adaptabilidad: las campañas políticas deben ser flexibles, en absoluto rígidas y, sobre todo, adaptarse a un público muy distinto. Cada cual debe encontrar en cada campaña política algo que le interese y que le llame la atención.

Coherencia: las campañas políticas implican lanzar críticas a la gestión de determinado nivel de la administración y por eso mismo deben contener también propuestas en positivo. Estas deben ser coherentes y no entrar en contradicción con otros puntos defendidos en el programa.



Regla de oro para establecer el eslogan de una campaña:

 Debe ser breve. Una campaña política no puede prolongarse más allá de dos semanas, a partir de las cuales se corre el riesgo de desgaste de la militancia y de cansancio de la población.

  Debe ser fácilmente comprensible. Una campaña política debe de estar dise­ñada para que la entienda cualquier persona sin realizar ningún esfuerzo de comprensión. Hay que huir de los lenguajes “iniciáticos” o excesiva­mente elaborados, de las ideas difusas y confusas y de los planteamien­tos retorcidos y opacos.

 No debe prestarse a confusión. Una mera mirada a un cartel, a un eslogan presentado en una página web debe ser suficiente como para a primera vista, el sujeto capte inmediatamente qué le estamos queriendo comu­nicas y lo haga suyo. Esto implica un esfuerzo de diseño gráfico y de elaboración de consignas y un progresivo afinado de las propuestas a realizar para expresarlas con la máxima simplicidad.

 Debe evitar un idioma iniciático: se entiende por “idioma iniciático” aquel que solamente es comprensible por una minoría de “iniciados”, es decir, por gente que comparte un ideal, lo vive y lo expresa utilizando un lenguaje para otros como él. En realidad, los documentos de agit–prop no están destinados a convencidos sino a gente por convencer en el primer caso y a formar en el segundo. Son pues, “neófitos”, en absoluto “iniciados”.

  Debe encontrar eco en algún grupo social: una campaña de cierta envergadura no puede llegar a buen puerto si no se apoya en algún grupo social concreto que pueda asumirla como propia e identificarse con sus pro­puestas sin necesidad de una tarea de convencimiento. Por ejemplo: las propuestas para una campaña en defensa de los autónomos y del pequeño comercio, debe contener propuestas que pueda compartir sin fisuras este sector social.

  Debe responder a problemas concretos de hoy: en esto hay que ser extremada­mente intransigente. Hay temas sobre lo que un movimiento político concreto podría estar encantado de realizar porque responden a cues­tiones que a ellos les interesan sobremanera, pero que la lógica política no recomienda, porque fuera de los altos muros de ese movimiento político interesan muy poco a la población. El tema de la “memoria his­tórica”, por ejemplo, puede satisfacer a escasos grupúsculos de extrema–derecha y de extrema–izquierda, pero en absoluto tiene interés para la inmensa mayoría de la población. Los temas y ejes de agitación y pro­paganda se reducen de hecho a unos pocos que están en ese momento de actualidad y para ser eficaces, algunos sectores de la población deben vivirlos en carne propia.

  Debe ser exclusivo del partido: el mejor tema de agitación y propaganda es aquel que interesa a un sector de la población y que una candidatura dispone en exclusiva, sin posibilidades de que sea usurpado o “recupe­rado” por otra fuerza política.