martes, 2 de diciembre de 2025

Tras el “año Franco”, reflexión sobre el franquismo (2) - ¿Por qué cayó el franquismo? - Guerracivilismo en el siglo XXI


6. ¿Por qué cayó el franquismo?

Hay varios motivos y ninguno de ellos es contradictorio con todos los demás. De hecho, el ciclo franquista terminó con la vida de su fundador y, por mucho que se empeñaran sus partidarios, era imposible la existencia de un “franquismo sin Franco”.

Los motivos de la desaparición del franquismo fueron, por este orden:

1) Desde mediados de los años 60 se había generado un capitalismo español, todavía débil, pero vivo y activo que respondía a las leyes del mercado. En otras palabras: el control del Estado sobre la economía fue cada vez más débil y, por tanto, se generó una economía liberal que, a medida que fue creciendo, hizo necesario el que las estructuras políticas se adaptaran a las prácticas económicas. A una economía de mercado corresponde un sistema democrático, la cara y la cruz del liberalismo: económico y político. A partir de principios de los 70, era necesario para ese capitalismo español entrar en el “Mercado Común Europeo” y eso solamente podía hacerse adoptando el mismo modelo político del resto de socios europeos.

2) El régimen franquista, a partir de mediados de los años 60 dejó de preocuparse por la “lucha cultural” y la dejó en manos de editores y asociaciones privadas -y, por tanto, de alcance limitado-, mientras que la “lucha cultural progresista” se beneficiaba del concurso de buena parte de empresas editoriales que difundieron, libremente y sin ninguna cortapisa, textos progresistas de moda en aquel momento: Marx, Engels, Lenin, Mao, Freud, Marcusse, Fromm, que -contrariamente a la leyenda proclamada por la “memoria histórica”, lejos de estar prohibidos, se vendían libremente a partir de finales de los 60. En otros terrenos del mundo de la cultura, el régimen franquista renunció en la segunda mita de los 60 a cualquier forma de lucha cultural. No es que no existieran textos, orientaciones, autores que no estuvieran en esa línea, sino que la Editora Nacional, vinculada al ministerio de Información y Turismo, prácticamente cesó actividades en el último tercio de los 60, convirtiéndose en residual. Esto explica por qué al concluir el franquismo las universidades tenían mayorías de profesores y de alumnos ubicados a la izquierda o porqué desde el primer tercio de los años 70, las escuelas normales de formación del profesorado habían caído en manos de los principios educativos del progresismo. E, incluso, por qué el PCE no encontró inconvenientes en ganarse al grueso de la industria del cine para su causa.

3) La Ley de Inversiones extranjeras de 1959, convirtió a España en un país atractivo para el capital extranjero, pero en el que todavía una parte importante de la economía estaba en manos públicas y, por tanto, ofrecía resistencia a la penetración económica extranjera. Otro tanto ocurría con la actividad de las multinacionales que solo penetraban poco a poco en nuestra economía y difícilmente podían competir con las empresas del INI en algunos terrenos. La presión del capital extranjero y de las multinacionales fue uno de los principales factores para imponer el curso de la democratización y, consiguientemente, allanar el camino hacia las Comunidades Europeas.

4) Tras Richard Nixon, la política exterior norteamericana varió: se trataba, no solo de conseguir aliados en la Guerra Fría contra la URSS, sino, además, integrarlos en la OTAN, para lo que eran preciso unas exigencias democráticas. A pesar de que Franco había firmado con Eisenhower en 1956 los acuerdos mutuos de defensa y de asistencia, veinte años después, se trataba de conectar a España (y también a los gobiernos autoritarios de Grecia y Portugal) en el dispositivo de mando de la OTAN. Así se daba “profundidad” a la Alianza. Estas nuevas orientaciones pesaron como uno losa sobre el franquismo en 1975.

5) El asesinato de Carrero Blanco dejó sin sucesor confiable a Franco. De haber sobrevivido Carrero, sin duda la transición también hubiera tenido lugar, pero de otra manera, más reposadamente y con unos plazos más largos. El asesinato de Carrero contribuyó a desmoralizar a los partidarios del régimen y a dejarles con la duda no superada de lo que ocurriría tras la muerte de Franco: el “después de Franco, las instituciones” que repetía la propaganda oficialista en los últimos años del franquismo solamente era válido si esas “instituciones” eran tuteladas por un hombre fuerte. Y estaba muy claro que el príncipe Juan Carlos ni era ese “hombre fuerte”, ni hubiera querido serlo jamás.

6) Ante todo esto, la acción de la “oposición democrática”, apenas hizo cosquillas al régimen. El PCE que tenía una estrategia y un “aparato político” curtido en la clandestinidad, financiado por la URSS y por los países del bloque comunista fieles a Moscú, era el único que disponía de estrategia y tácticas perfectamente definidas. El PSOE era una sombra de lo que fue y solamente a partir de 1972, la socialdemocracia alemana empezó a financiar a través de la Fundación Ebert al pequeño grupo de socialistas andaluces, lo suficientemente mansos y necesitados de apoyo, como para ofrecerse como una de las columnas del futuro régimen. Como ya hemos dicho, la oposición era fuerte en el medio estudiantil, en las concentraciones industriales (a través de Comisiones Obreras), entre los “intelectuales y artistas” (los “trabajadores de la cultura” impulsados sobre todo por el PCE) y en determinados ambientes del clero y de la jerarquía. Pero, en su conjunto, carecía de fuerza social suficiente como para desplazar al régimen que contaba con el apoyo, sobre todo, de la mayoría silenciosa y de los poderes fácticos. La oposición democrática fue determinante a la hora de construir una alternativa al franquismo, pero no fue, desde luego, ni remotamente, la promotora de esa alternativa.

7) En 1975, la cadena de prensa del Movimiento, llegó a tener 43 diarios, pero sus beneficios habían caído de 44.547.529 pesetas en 1966 a un déficit de 74.309.865 pesetas en 1975. Ese año cerraron los más deficitarios. Tras la muerte de Franco y especialmente a partir de 1977 se fueron subastando cabeceras (alguna de las cuales prolongó su existencia hasta 1984). En 1976, la prensa más leída en España, aparte de las cabeceras “históricas (ABC, La Vanguardia, el Correo Español) había pasado a ser la Cadena 16, el grupo PRISA y el Grupo Z, todas de reciente creación. Estos tres grupos mediáticos, influyeron decididamente en la transición, ocultando algunas informaciones, publicando otras llegadas de servicios de información nacionales y extranjeros, promoviendo una “nueva cultura” y disfrutando de una libertad de prensa sin restricciones. Todos estos grupos mediáticos, sin excepción, se preocuparon de aislar al “franquismo político” y orientar al “franquismo sociológico” hacia el voto centrista (de centro-derecha o de centro-izquierda que, desde entonces se convirtieron en las dos columnas sobre las que se edificaría el nuevo régimen).

7) Los años habían ido desgastando al franquismo, los jóvenes falangistas que en 1940 tenían 25 años, en 1975 habían superado los 60 y estaban agotando su ciclo vital. Muchas cosas habían cambiado desde 1939: las estructuras del régimen (Sindicatos, Guardia de Franco, Movimiento, Frente de Juventudes, Sección Femenina), se habían ido convirtiendo en estructuras burocráticas con escasa militancia y poco prestigio social. La transformación del “Movimiento-organización” en “Movimiento-comunión de todos los españoles en los ideales del 18 de julio” operada por la Ley Orgánica del Estado, con el fin de alejarlo de la idea de “partido único”, había contribuido a despolitizar especialmente a los jóvenes (la OJE no pasaba de ser un grupo de boy-scouts en donde la preocupación era que no parecieran ni muy falangistas, ni difundieran ideales joseantonianos que podían remitir al viejo fascismo de los años 30). Ni se buscaba, ni siquiera se querían nuevos afiliados al Movimiento o a la Guardia de Franco, en los primeros años 70. En cuanto al “asociacionismo”, con el que Carrero Blanco pretendía crear una “derecha política” frente a una “izquierda” ya organizada, tampoco contribuyó a atraer a más interesados que los que campaban intramuros del régimen. El régimen, en su conjunto, trató de despolitizarse, pero no advirtió que la “oposición democrática” politizaba toda la vida social y cultural. El “frente” que había dado vida a la coalición que apoyo la sublevación del 18 de julio, estaba, desde principios de los años 40, fracturada en los distintos grupos que la compusieron y a partir de los 60, algunas fracciones había cruzado la divisoria y se habían situado en el espacio de la “oposición democrática”. El régimen conservaba todavía base social, pero empezaba a carecer de “grupos activos”. Rápidamente, tras la muerte de Carrero, el régimen franquista, con Franco todavía vivo, inició su desmoronamiento que se acentuó el 20 de noviembre de 1975. Cada político del régimen trató de ubicarse allí donde creyó que podía beneficiarse mejor de cara al futuro. Por una parte, los “evolucionistas” del franquismo se situaron en torno a los “siete magníficos” de los que nacería Alianza Popular y el actual PP. Inicialmente, se creyó que este grupo de centro-derecha protagonizaría la transición, pero Adolfo Suárez se adelantó creando la Unión del Centro Democrático, con grupos extremadamente minoritarios, liberales, socialdemócratas, democristianos, ex funcionarios del franquismo y oportunistas sin principios, pero que contaban con el apoyo de los medios de comunicación de la época y aceleró la transición, en medio de una situación caótica que remitía a la Segunda República, pero que pudo controlar gracias a la colaboración de servicios de inteligencia norteamericanos.

Con la acción de estos siete factores, con un nuevo “jefe del Estado” a título de Rey, consciente de la situación en la que había heredado las riendas del Estado, de sus limitaciones y de la historia del último Rey de España, Alfonso XIII, que perdió el trono por haberse implicado demasiado en la política cotidiana, optó por aceptar su papel de convidado de piedra y dejar que actuaran libremente los elementos que hemos enumerado hasta aquí. Lo que tenemos hoy, el régimen político español, es el resultado de aquella transición, con la salvedad de que todos los demás elementos han variado, incluso desaparecido:

- El franquismo se desarrolló durante la Tercera Revolución Industrial (hoy vamos por la cuarta)

- Los grupos mediáticos que apoyaron la transición ya no existen (Grupo 16 desaparecido, Cadena PRISA y Grupo Z, con una influencia mucho menor que en 1976 y habiendo cambiado de titularidad).

- Los partidos de centro-derecha (PP) y centro-izquierda (PSOE) en franca pérdida de energía, con un PCE desaparecido subsumido en Izquierda Unida y luego en Sumar.

- Con un aumento progresivo del “euroescepticismo” y una desconfianza absoluta en la capacidad de la UE para generar un futuro para Europa

- Con una situación económica en la que el sector industrial ha sido mermado en beneficio del sector servicios y una agricultura desahuciada por el “pacto verde” de la UE.

- Con un déficit cercano a los dos billones de euros, una fiscalidad asfixiante, una inflación real que supera con mucho los trucajes estadísticos (especialmente en vivienda y alimentación), una caída en picado de los servicios públicos (especialmente sanidad y educación), un negro futuro para el sistema de pensiones, y, para colmo, una estructura burocrático-administrativas sin precedentes en la que se une a la administración central del Estado, las administraciones autonómicas, las diputaciones provinciales, las administraciones municipales y… los consejos comarcales en algunas autonomías. Lo que implica un gasto público desmesurado, insostenible y sin precedentes.

- Con una población de casi 50.000.000 de habitantes, de los que unos 10-12.500.000 son o bien nacidos en el extranjero, o hijos de extranjeros o extranjeros nacionalizados: esto es, una sociedad multiétnica y multirreligiosa en la que el Islam es la confesión que cuenta con más centros de culto.

- En un marco de mundialismo cultural favorecido por la ONU y sus organismos especializados, y una globalización económica inviable y partida en dos a raíz del conflicto ucraniano.

- Con una situación internacional completamente diferente a la que se dio en 1975.

- Con una juventud ampliamente despolitizada, en la que el número de ni-nis asciende a un 10%.

No es, desde luego el panorama más alentador, ni el que esperaba la sociedad española en 1976, tanto la que se decantaba hacia la “oposición democrática” como la que se decantaba hacia la “mayoría silenciosa”. Si el franquismo dio “pan y trabajo”, pero faltaba “libertad”, el régimen que la ha sucedido, fue encareciendo progresivamente el “pan”, disminuyó la cantidad, la calidad y el poder adquisitivo de las percepciones por “trabajo” y ni siquiera juega en su favor en este momento, las restricciones reales a la libertad de expresión (que está intentando el gobierno Sánchez), tanto por leyes imperativas como por presión y coacción moral de determinadas minorías. Hoy no hemos progresado tanto en este terreno: si ayer hacía falta exprimir la imaginación para eludir la censura franquista, hoy hace falta ser cauto no sea que cualquier minoría presente una denuncia por “delito de odio”.

7. Lo absurdo del guerracivilismo en el siglo XXI.

Han pasado 86 años desde el final de la Guerra Civil y medio siglo tras la desaparición de Franco. ¿Podemos imaginar lo que hubiera supuesto en 1984 actualizar el recuerdo de la Guerra Hispano-Americana de 1898? ¿o que en 1960 se hubiera generado un movimiento de “memoria histórica” que exigiera buscar las fosas comunes de los fusilados durante la Tercera Guerra Carlista (1872-1876)? Y ¿qué decir del guerracivilismo promovido por la extrema-izquierda, por un lado, y la “memoria histórica unidireccional” avivada por el PSOE en estos momentos de aceleración de la historia cuando el tiempo pasa aún más rápidamente y en 10 años se producen tantos cambios que en otras épocas tardaban siglos?

Hasta la llegada de Zapatero, la sociedad española había dejado atrás la Guerra Civil. Solamente el Partido Comunista de España, mantenía vivo el recuerdo para mantener a sus votantes de tercera edad dispuestos a recordar sus años y sus ideales de juventud. Las familias españolas, que, en general, habían tenido combatientes en ambos bandos, sabían que era mejor olvidar antes que tratar de ajustar cuentas con el pasado.

Quien esto escribe tuvo un abuelo, teniente-coronel del Ejército de la República, juzgado por un tribunal militar y condenado a dos penas de muerte, conmutadas. Tras tres años de prisión, perdió el grado y la carrera militar. Mi padre, apolítico, pero casado con su primera esposa perteneciente a la alta burguesía catalana, debió de emprender junto a ella el cruce clandestino del Pirineo a causa de los crímenes cometidos por pistoleros de la FAI en los tres primeros meses de Guerra Civil en Cataluña, ante la pasividad de Companys que pagó así a los anarquistas el haber colaborado decisivamente a sofocar la rebelión militar en Barcelona. En mi familia hubo combatientes de ambos bandos. Por lo que recuerdo, desde que tuve uso de razón en 1959, jamás oí hablar en mi familia de la guerra civil. Era un mal recuerdo por el que nadie quería volver a pasar. La noche, había quedado atrás.

Y esto ha durado hasta esa explosión de guerracivilismo con el que la izquierda del siglo XXI pretende esconder su debilidad argumental y encubrir su vacío absoluto y su indigencia intelectual en lo doctrinal. Ese guerracivilismo es lo que le permite a la izquierda podemita amenazar con “machacar a la derecha”, dedicar millones de euros distribuidos por un gobierno corrupto y corruptor con diversas excusas ancladas todas en la “memoria histórica”, profanar tumbas en el Valle de los Caídos, incluso la creación de un organismo judicial, la Fiscalía de la Memoria Democrática para investigar delitos reales o supuestos ocurridos hace casi un siglo y, para colmo, otorgar la nacionalidad española a descendientes de los que abandonaron España como consecuencia de la guerra civil: hasta diciembre de 2025, el número de nacionalizaciones obtenidas a través de este medio asciende en el momento de escribir estas líneas a 414.652 personas, habiendo sido solicitado por más de dos millones de personas… Y no, no es un rasgo de generosidad, el haber nacionalizado a personas que, por lo general, nunca han estado en España, sino más bien, una medida para sustituir las pérdidas de votantes socialistas con estos “nuevos españoles” que votarán por correo (la forma de votar que se presta universalmente a más fraudes).

Lo peor no es tener un gobierno fraudulento, cleptocrático, mentiroso y degenerado, sino un gobierno que justifica “democráticamente” cualquier fraude deliberado con una apelación pretendidamente moralista y humanitaria. Tiene razón Vox cuando alerta sobre la posibilidad de fraude en las próximas elecciones. Y habrá que estar muy pendiente de este factor y NO DEJARLO PASAR.

8. El 20-N de Pedro Sánchez

Quizás, lo más absurdo del enfoque que está dando el PSOE y la izquierda radical, es tratar de pensar que el régimen franquista se mantuvo solamente por la fuerza de sus aparatos coercitivos y propagandísticos. Que estos aparatos represivos existieron y actuaron con dureza es algo de lo que no puede dudarse, pero también resulta absolutamente increíble que un régimen pudiera mantenerse en el poder durante un período tan prolongado sin tener una amplia base de apoyo social. Ya hemos aludido a que la transición triunfó sobre la “ruptura democrática” porque que los partidarios de esta carecían de fuerza social suficiente para forzarla… lo que equivale a confirmar que, el franquismo disponía, en efecto, de una amplia base sociológica.

Creemos que los “eventos del 50º aniversario de la muerte de Franco” no han sido más que una dilapidación de fondos públicos, para mayor gloria de la tendencia al despilfarro que caracteriza al actual gobierno. Si se pretendía que el 20 de noviembre de 1975, fecha de fallecimiento de Francisco Franco, fuera un hito en el “sanchismo”, hay que reconocer que, realmente lo ha sido: en efecto, ese mismo día, el Tribunal Supremo condeno a dos años de inhabilitación al Fiscal General del Estado, nombrado por Sánchez para el cargo y primera condena a la que se hace acreedor un fiel servidor del sanchismo.

En historia también rige el principio de la “heterotelia”: llegar a fines muy diferentes de los que inicialmente se había propuesto. La fecha del 50 aniversario de la muerte de Franco no será recordada como el momento en el que el PSOE ajustó cuenta con el pasado y condenó definitivamente al franquismo, sino como el día en que se inició el principio del fin del sanchismo.