5ª Parte: CONCLUSIONES
Tales son todos los elementos que entran en juego a la hora de
tomar partido en la espinosa cuestión del conflicto de Gaza. Habrá que
valorarlos en su conjunto para extraer algunas conclusiones prácticas en 2025
que no pueden ser las mismas que en 1996, ni mucho menos las que podían tomarse
cuando todos los gobiernos árabes de la región eran laicos, ni tampoco cuando se
inició la colonización judía de Palestina, ni la misma que en 1948 cuando se
fundó el Estado de Israel.
¿Discutir sobre hechos consumados? No, gracias
En efecto, sobre este último tema cabe decir que en la actualidad,
el 90% de los practicantes de la religión judía son askenazíes, esto es,
descendientes de los jázaros [o “kazakos”] (véase en este mismo blog la
serie De
nuevo los jázaros y notas previas a la cuestión judía) esto es, grupo
étnico no judío converso a la religión mosaica; mientras que los judío
sefarditas, pueden ser considerados como “verdaderos hebreos, de raza y de
religión”. Si esto es así -y los análisis de ADN lo han confirmado- es
cuestionable que el conjunto pudiera reivindicar su derecho a instalar un “hogar
nacional” en Palestina por razones “históricas”: eso solo podría hacerlo una
minoría sefardita, sin olvidar que su presencia en el territorio se
prolongó desde la caída del muro de Jericó, hasta la diáspora y que antes y
después de esos hitos, el territorio tuvo otros pobladores: pero, en cualquier
caso, se trata de una discusión histórica. Políticamente, la legitimidad de
la presencia judía en la zona podía discutirse a principios del siglo XX, mucho
menos en 1948 cuando ya se había fundado el Estado de Israel y no en 2025 cuando
ya es un “hecho consumado” su existencia.
Este debería ser el primer punto de partida y era evidente que a
partir de 1948, la solución al problema no pasaba por un estado palestino “desde
el río hasta el mar” (como defendía la OLP en los años 60 proponiendo regresar
a las fronteras previas a la creación del Estado de Israel y como han
redescubierto los “retrasados” de la extrema-izquierda española [Yolanda Díaz],
sino por reconocer la realidad y proponer el lema de ”un territorio, dos
Estados”, acaso la resolución mas razonable en la historia de la ONU.
Los palestinos (y los Estados árabes) se negaron y ese fue su gran error histórico: contaban con una victoria sobre el naciente Estado de Israel, que no se produjo ni en 1948, ni en 1956, ni en 1967, ni en 1973… Y el tiempo fue pasando y las causas originarias del problema, quedaron cada vez más atrás. Hoy, en 2025, pensar en una Palestina libre de judíos “desde el río hasta el mar” es una ilusión propia de ilusos. Lo que era posible en 1948, no lo era en 1973. Tal sería la segunda constatación.
¿Hacia el "Gran Israel"?
La tercera es más intranquilizadora: algunos piensan todavía en
la construcción del “Gran Israel”, una ficción geopolítica “desde el Nilo hasta
el Éufrates” (que estaría representadas en la bandera del Estado de Israel, serían
según una de las “teorías de la conspiración”, por las dos franjas azules
horizontales dentro de las cuales se ve la estrella de seis puntas) y que está
todavía en la mente de los fundamentalistas judíos. Esta idea se completa
con la reconstrucción del Templo de Jerusalén.
Pero, lo esencial del movimiento sionista es laico y mucho más
pragmático y realista; los sucesivos gobiernos judíos se han limitado a englobar
al territorio originario del Estado judío en 1948, las anexiones de Jerusalén,
Cisjordania, los Altos del Golán, la Península del Sinaí y las Granjas de
Shabaa (un territorio disputado entre Líbano y
Siria y ocupado por Israel como prolongación del Golán). Estas zonas fueron conquistadas
por Israel tras la Guerra de los Seis días (sustrajo la península del Sinaí a
Egipto, los Altos del Golán a Siria, y Cisjordania a Jordania y ocupó la
totalidad de Jerusalén), pero, tras un acuerdo con Egipto se retiró del Sinaí en
1979, en 1995 se firmó un acuerdo -Oslo II- sobre Cisjordania y la Franja de
Gaza que sentó las bases para la creación de la Autoridad Nacional Palestina
(Jordania había renunciado a Cisjordania y la región se dividió en tres zonas: el
área A bajo control de la ANP, el área B bajo control conjunto judío y
palestino, y el área B bajo control de Israel. La ciudad de Jerusalén fue
proclamada en 1980 “capital eterna e indivisible de Israel”.
Si bien es discutible que los gobiernos judíos actuales persigan
el “Gran Israel” y es mucho más razonable pensar que esta ficción geopolítica
solo existe en la mente del judaísmo fundamentalista, lo cierto es que está
claro que la presencia judía en Cisjordania es cada vez mayor y que, en la
actual fase del conflicto, trata de incorporar total o parcialmente el
territorio de Gaza. Así pues, en la práctica,
aunque Israel desde 2001, con Ariel Sharon, admite la existencia de un Estado
Palestino, el problema actualmente es en dónde pueden asentarse los cinco
millones y medio de palestinos… Es ahí en donde reside el problema: más de
un siglo de enfrentamientos continuados han generado desconfianzas mutuas
insalvables.
En este punto, es donde lo único que puede hacerse es recomendar
la vía de las negociaciones y evitar situaciones
absurdas como la generada desde 1975 cuando la UE, tras estimular el diálogo
euro-árabe se convirtió en el principal donante de fondos para la Autoridad
Palestina, cuando era evidente que ese papel correspondía a los Estados
Árabes colindantes que se habían embarcado en cuatro guerras contra Israel.
La prudencia y el encono de ese conflicto, sugieren que, más
allá de recomendar negociaciones entre las partes para que resuelvan el
conflicto, nada más puede hacer Europa. No se le ha perdido nada en la zona.
Las tesis defendidas por la corriente “Eurabia” a principio del siglo XXI, estimulada por las embajadas judías en Europa, sugería que el destino de Israel está íntimamente relacionado con Europa y que, si Europa quiere detener su islamización deberá favorecer al Estado de Israel: este razonamiento tiene su lógica (“el enemigo de mi enemigo, es mi amigo”). Pero no hay que olvidar la actual situación internacional: Israel es, sobre todo, aliado de EEUU y la tendencia actual de la administración Trump es a que Europa asegure su propia defensa. Las comunidades judías en Europa defienden su propia identidad, en especial al verse rechazados por la creciente marea islamista llegada a Europa Occidental.
No olvidar dos cosas:
qué es el "sionismo" y que "los tiempos van cambiando"
Contrariamente a lo que sugieren los restos de la extrema-derecha
de postguerra, no se trata de rechazar al “sionismo” y al “islamismo”, ni
mucho menos de ver en el islam un aliado en la lucha contra el sionismo,
porque, como dijimos el “sionismo” es una forma de nacionalismo judía, nada más:
ni es una conspiración, ni es una reunión de grupos financieros que persigan la
dominación mundial, ni es una secta iluminista sino satánica.
El peso que tenía el judaísmo en los países de Europa, ha ido
disminuyendo a lo largo del siglo XX, incluso en los medios de comunicación y en
la finanza. La prepotencia exclusiva del capital
judío y de la banca judía que existió a principios del siglo XX y generó oleadas
de antisemitismo, hoy está en disminución.
Cabría hablar, más bien, de “enemigo principal” y “enemigo
secundario” y si trasladamos esta lógica al actual momento histórico que está
viviendo Europa Occidental no cabe la menor duda de que el “enemigo principal”
es, indiscutiblemente, la islamización del continente. Por tanto, el ejercicio de tradiciones antisemitas y la
actividad de los “solidarios con Palestina” está fuera de lugar en este
contexto. Una vez más esta no era la situación de hace 100 años, pero también el
tiempo lo mata todo: incluidos los motivos para el antisemitismo que se dieron en
la primera mitad del siglo XX.
Desde entonces el peso de las dinastías económicas judías ha
ido disminuyendo en relación a otras oligarquías (nadie puede negar hoy,
por ejemplo, que, en Europa Central, en donde en el primer cuarto del siglo XX,
las profesiones liberales estaban siendo ejercidas mayoritariamente por judíos,
la situación cien años después, es completamente diferente). La propia
globalización ha generado el desplazamiento del capitalismo a otras zonas
geográficas en donde nunca ha habido rastro de judíos (China, Taiwán,
Corea, Japón…).
El principal error del antisemitismo contemporáneo ha sido ver en el “sionismo” algo más que el nacionalismo judío y no percibir que, hoy, el “capital judío” (en el que, erróneamente, el antisemitismo convencional ve un instrumento del “sionismo”) dista mucho de ser hegemónico y de actuar como una fuerza unitaria, hegemónica en relación a otros grupos económicos. “Donde ha habido mucho siempre queda algo”, dice el viejo refrán español.
¿Es la comunidad judía residente en Europa un aliado en la lucha para detener la islamización del continente? Afirmativo. Y lo seguirá siendo, mientras el “enemigo principal” sean los contingentes de población musulmana inyectados en Europa Occidental. Y no puede pedirse a Europa reciprocidad: a fin de cuentas, los judíos europeos luchan por su permanencia en Europa. Oriente Medio, sigue siendo ajeno a los intereses de Europa: compete solo a árabes y judíos lograr un statu quo negociado.
¿"Solidarios con Gaza"? o ¿Solidarios con la Reconquista de Europa?
Quedaría un último punto: ¿es recomendable unirse a las
manifestaciones en solidaridad por Gaza y a la “causa palestina”?
Más allá de lamentar las muertes generada por la acción de uno
y otro bando actualmente en la Franja de Gaza y en el interior del Estado
de Israel, cualquier manifestación de “solidaridad” debería contemplar una
paralela condena a Hamás: a sus métodos y a su fundamentalismo islámico. De
lo contrario la confusión está servida. El terrorismo de Hamás, históricamente
ha sido la culminación de una serie de errores de la “resistencia palestina”
que ha empañado y deslegitimado su imagen: tan condenable es la muerte de
niños palestinos, como los ataques suicidas a la población civil en el interior
de territorio israelí.
La solución a la actual fase del conflicto en la Franja de Gaza, sería
el restablecimiento de la Autoridad Nacional Palestina en la zona, expulsada
por Hamás, la disolución de esta organización y una garantía a Israel de que no
se producirían nuevos ataques terroristas contra su territorio desde esa zona. Sólo un acuerdo que contemplara este aspecto podría librar a
la Franja de Gaza de su destrucción y de la anexión de parte o de la totalidad
de su territorio al Estado de Israel.
Por lo demás, marchar al lado de los millones de inmigrantes musulmanes que están demostrando con creces su incapacidad para integrarse en la sociedad occidental, al lado de activistas inconsecuentes de extrema-izquierda (Podemos, cuyo único juego consiste en superar a Sumar en las próximas elecciones), de antiguos etarras nostálgicos de la kale-borroka (que se identifican con quien realiza las mismas prácticas a las que ellos debieron renunciar en España), y de progresistas snob procedentes de la “izquierda caviar” más irresponsable, subvencionada y fatua (flotilla Global Sumud), contribuye solo a apuntalar las erráticas decisiones de un Pedro Sánchez sitiado por la corrupción, presionado por sus aliados y desesperado por encontrar temas que causen revuelo y tapen la penosa situación que está atravesando España a causa de su propia incompetencia y su carácter averiado.
Los actores principales: el Estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina
No, definitivamente, no: la “solidaridad con Gaza” es un tema
geoestratégico y humanitario que debe ser resuelto mediante la negociación, no
mediante la confrontación. Y en esto, los únicos que pueden ponerse de
acuerdo son el Estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina. Incluso el
envío de ayuda humanitaria debería realizarse a través de una comisión mixta formada
por representantes de ambas entidades: enviar ayuda a Gaza a través de ONGs
es tirar dinero a la basura e ignorar que lo que llegue de esa ayuda será
administrada por Hamás y empleada en beneficio propio, no de los habitantes de Gaza.
Finalmente, hay que tener presente que, de la misma forma que
España es responsable del gobierno que ha elegido, en la Franja de Gaza, la
población también es responsable de haber entregado el poder a Hamás en 2006,
haber permitido el desmantelamiento de la ANP y permanecer pasiva ante los
irresponsables ataques de octubre de 2023. Después de décadas de recibir
ayuda internacional, el pueblo palestino se ha vuelto apático, tras vivir
confiando en la ayuda internacional, y entregar su destino a aventureros,
mercenarios a sueldo y terroristas que prometían el paraíso sensualista musulmán
a quien moría en la “yihad” asesinando a no importa quién. La ANP apenas hizo
algo para recuperar Gaza desde 2006 y las acciones que emprendió perjudicaron
más a la población: se limitó a reducir los salarios de los funcionarios de
la ANP en Gaza y recortar la asistencia económica a una parte sustancial de la
población, negándose a pagar parcialmente la electricidad y el combustible que
Israel suministraba a Gaza.
Lo mismo cabría decir de Egipto, país con el que comunica la Franja
de Gaza, a través del paso de Rafath, pero que desde 2008, lo ha mantenido
cerrado (salvo unas semanas después de la “revolución
verde” en Egipto de 2011). Hamás aspira a convertir la “ayuda a Gaza” en un
medio de autofinanciación: en febrero de 2009, Hamás confiscó 3.500 mantas
y 400 paquetes de alimentos que iban a ser distribuidos en Gaza por la Agencia
de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA). Dos días después Hamás
incautó 200 toneladas de alimentos de la OOPS, otro organismo de NNUU creada en
1949 para ayudar a los refugiados palestinos. Hamás se vio obligado a devolver
este material.
En 2013 Egipto construyó una barrera de acero subterránea para
impedir que Hamás excavara túneles subterráneos para proseguir el contrabando
de arma y alimentos y, tras los incidentes de octubre de 2014 en los que
murieron 33 soldados egipcios, el gobierno de El Cairo anunció la creación de
una “zona de amortiguamiento de 1 km que se extendió a 5 en 2014. Egipto
declaró que mantendría cerrado el paso de Rafah hasta que la ANP no asumiera el
control.
El drama palestino, como hemos tratado de demostrar aquí, es que no han sabido cultivar la amistad de los gobiernos árabes limítrofes. Ninguno (y, especialmente, Egipto) quiere absorber en su territorio a la población de Gaza y otro tanto ocurre en Transjordania que prefirió renunciar a su soberanía en Cisjordania antes que seguir defendiendo la causa palestina.
Hezbolláh o cómo ser derrotado en pocas semanas
En cuanto al Líbano, Israel se retiró del sur de este país en
2000, evaporándose el Ejército del Sur del Líbano, milicia cristiana. La
ocupación judía se había iniciado tras la Guerra Civil del Líbano cuando
afluyeron al país miles de refugiados palestinos que habían permanecido en
Jordania, organizados en el Frente del Rechazo, iniciaron ataques fronterizos
contra Israel. Este país armó al comandante cristiano libanés Saad Hadad
creando un remedo de “estado tapón” en su frontera sur. Pero al retirarse Israel,
Hezbolláh se hizo hegemónico en la zona y prosiguieron los ataques con
cohetería, iniciándose una guerra abierta en octubre de 2023 que liquidó, en
pocas semanas, a la plana mayor de esta organización. El gobierno libanés
ha solicitado el desarme de Hezbolláh, extremadamente debilitado por los ataques
selectivos judíos.
La opinión libanesa es que la culpa de todo lo que ha ocurrido en
el país desde mediados de los 80, lo tienen los grupos armados palestinos que,
no han considerado al Líbano como tierra neutral de exilio, sino como “santuario”
para lanzar sus ataques contra Israel.
El programa inicial de Hezbolláh estaba promovido desde Irán y
contemplaba la posibilidad de crear una “república islámica” en el Líbano país…
El problema es que existía una minoría drusa en las montañas, una mayoría
cristiano-maronita en las ciudades y en zonas agrícolas del país y, con
propiedad, podía hablarse de un “estado multirreligioso”. En la actualidad y tras
los choques de 2023, un año después Hezbolláh firmaron un alto el fuego que
daba 60 días a esta organización para poner fin a su presencia armada en el sur
del Líbano. Perdidos sus bastiones en el Sur del Líbano, Hezbolláh
influencia solo en algunos barrios periféricos a Beirut y en el noreste del
país.
También en el Líbano la estrategia palestina ha constituido un
rotundo fracaso y un factor de desestabilización regional que ha generado
rechazo en el interior del país, ese rechazo se
inició con el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri y 21 personas
más en 2005, crimen del que un tribunal internacional ha condenado a Salim
Ayyash, alto funcionario de Hezbolláh. Hoy, la organización está completamente
desintegrada y vencida, arrinconada y desarmada.
Tal es la situación global. La tendencia en los estados árabes
es a irse distanciando cada vez más de la “resistencia palestina”: no quieren
compartir sus errores.
En el caso de Irán, que había apostado por Hezbolláh, se encuentra
en estos momentos en una fase de reflexión tras los ataques de Israel a las
centrifugadoras iraníes en junio de 2025, es pronto para saber cómo
evolucionará la situación en los próximos meses. Irán aspiraba a que Israel perdiera
la hegemonía nuclear en la zona y eso permitiera un equilibrio de fuerza que le
obligara a poner más empeño en lograr un statu quo en Oriente Medio. Pero
sucesivos ataques contra su industria nuclear han demostrado la imposibilidad
de este planteamiento: hará falta ver si Irán renuncia a este proyecto, o lo
reorienta comprando armas nucleares ya preparadas en terceros países. En cualquier
caso, resulta bastante claro que Irán está interesado en lograr la hegemonía
en el mundo árabe (en competencia con Turquía y Arabia Saudí), mucho más que en
expulsar a Israel de la zona (aunque utilice ese tema para lograr su objetivo
hegemónico en el mundo árabe).
Como puede apreciarse por todo este ingente número de datos y por
la antigüedad del conflicto, la cuestión judeo-palestina no puede resolverse
con una consigna, una pancarta, un panfleto o una simple toma de posición
puntual enarbolando una bandera palestina. Existen muchos matices que hacen condenable
la frivolidad de los pancarteros a lo Sánchez o las tomas de posición simplistas
(véase en este mismo blog, la serie de artículos Años
60: la encrucijada del neofascismo, especialmente su quinta
parte).
Este escrito ha tenido, desde el principio, la intención de evitar
todos estos apriorismos y examinar la cuestión desde el punto de vista más objetivo.
Diez puntos como conclusión
Si hemos de resumir las conclusiones, a partir de los datos
reunidos hasta aquí, estas podrían enunciarse así:
1) Europa no tiene nada que ganar ni que perder en el conflicto de Oriente Medio. Su papel político internacional está muy disminuido y la UE no está en condiciones de jugar el más mínimo papel en política internacional: reconocerlo es una obligación. Con la Segunda Guerra Mundial, Europa entró en el camino de la irrelevancia.
2) La solución del problema solo puede hallarse a través de la negociación.
3) Israel exige “seguridad” de sus territorios y el fin de los ataques terroristas. Mientras no cesen, irá encontrando excusas para ampliar sus territorios.
4) La resistencia palestina ha cometido errores innumerables desde 1949. El principal de todos ellos ha sido el empleo indiscriminado del terrorismo.
5) Ese terrorismo sistemático ha sido contestado con medidas punitivas por parte del gobierno israelí que han decapitado a las organizaciones terroristas (hutíes, Hamás, Hezbolláh, etc.)
6) La solidaridad, incluso humanitaria, con la población de Gaza solamente puede ayudar a su población, condenando paralelamente el terrorismo de Hamás.
7) Los principales países afectados por estos sucesos (Líbano, Egipto, Jordania, Siria), junto con los dos actores principales, el Estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina, son los que deben habilitar las negociaciones y la ayuda humanitaria, prescindiendo de ONGs, de grupos armados o de demagogos ignorantes de todos los pelajes (desde Pedro Sánchez hasta Ada Colau).
8) Los problemas de Oriente Medio palidecen para los europeos occidentales ante la islamización del continente que se está produciendo en estos momentos: todos los que colaboren en detener esta invasión, todos los que ayuden en la Reconquista de Europa, son nuestros aliados. Porque está claro que, desde Europa Occidental, el “enemigo principal” es la islamización.
9) Con el paso del tiempo, lo que en un momento parecía “excepcional” (la llegada de colonos judíos a Palestina), al cabo de los años se convierte en “normal” (la existencia del Estado de Israel): los “tiempos van cambiando”. No es posible mantener las mismas posiciones que hace cien o ciento veinticinco años.
10) La tragedia humanitaria que se vive hoy en Gaza debe ser abordada, sobre todo, por los países vecinos y por la Autoridad Nacional Palestina, incluso hay que considerar que los propios habitantes de la franja tienen su propia responsabilidad al haber adoptado una posición pasiva o colaboracionista con Hamás. Estos países y entidades son los directamente afectados por el conflicto y, por tanto, los más interesados en resolverlo.
Barcelona, 20 de septiembre de 2025.
