viernes, 20 de noviembre de 2020

CANARIAS: MEJOR, LO LLAMAMOS INVASIÓN

Sánchez se ha desentendido de la crisis de la inmigración en Canarias (¡cómo si la crisis fuera nueva y no se arrastrase ya desde los tiempos de Aznar!) y ha enviado al ministro con más fama de pretoriano, Abalos, y al ministro más ultra-pro-inmigracionista del gabinete, Escrivá. Y lo ha hecho cuando la crisis se prolonga ya por espacio de dos semanas (aunque, en realidad, tenga en torno a 25 años…). La intención de Sánchez es no salir demasiado quemado de esta crisis que promete desbordar las fronteras de España. 

Las cifras oficiales dicen que en lo que va de año, han entrado 17.000 inmigrantes ilegales en Canarias. Es mentira: han llegado muchos más. Esos 17.000 son solamente los que han sido detectados. Luego están los que han llegado a las costas esquivando a servicios de vigilancia. La cifra de 25.000 sólo en Canarias me parece mucho más próxima a la realidad y si la multiplicamos por tres tendremos el total de los que han entrado en todo el territorio nacional en los últimos ocho meses, ¡en plena pandemia!

Los recién llegados los hemos vistos fotografiados: son del mismo tipo que hace menos de 15 días protagonizaban destrozos en nuestras grandes ciudades. Nada que ver con “refugiados políticos”, ni con gentes dispuesta a trabajar en lo que sea: o son marroquíes o son argelinos, la mayoría, MENAS… es decir, que, por el hecho de pisar territorio español, por algún motivo, son “tutelados” por el Estado Español. Hay que desengañarse: nadie viene a España para trabajar, por la sencilla razón de que aquí estaremos en 6.000.000 de parados el año que viene y gente sin formación de ningún tipo ni espera ni aspira a tener un trabajo. Lo que más abunda -y vale la pena ser realistas- son los que vienen siguiendo el “efecto llamada” (llamada de móvil 5G): “Veniros aquí, que nada más llegar te lo pagan todo”. Francesc Pujols, filósofo catalán y tipo excéntrico donde los haya, decía: “Llegará el día en el que los catalanes lo tendremos todo pagado”. La frase se ha hecho realidad con los inmigrantes: ha llegado el día en que, por pisar España, los inmigrantes lo tienen todo pagado. Y lo pagas tú, gilipollas.

Zapatero, en su momento, parecía insuperable. Era una tontorrón, que había asimilado la ideología vendida por la UNESCO (“multiculturalidad, ingeniería social, violencia doméstica, gays, igualdad de género, pensamiento positivo, etc”) que nunca entendió nada: sus Planes E para “crear empleo” iniciaron la pendiente imparable de la deuda española y no sirvieron absolutamente para nada, y en cuanto al dinero a fondo perdido entregado a la banca, y la “alianza de civilizaciones” demuestran que ZP creía en sus propias chifladuras. Era un “hombre de principios”: De principios alucinados. Sánchez, es como ZP pero sin creer en nada más que en él mismo: otra forma de alucinación que, para colmo, está todavía más lastrado por necesidad de apoyos parlamentarios para mantenerse en el poder: el moños y sus porreros, y los indepes golpeteros o proetarras. No esperéis que con un gobierno así se pueda ir a otro lugar más que al abismo.

Fijaros por ejemplo en cómo se ha abordado la crisis del Covid: cuando toda España estaba confinada, Sánchez abrió los CIES (Centros de Internamientos de Inmigrantes… llegados todos ilegalmente a España). Una locura: porque ¿dónde iban a ir estos inmigrantes recién llegados? Estuvieron en las calles… mientras todos los españoles estábamos encerrados. Peor todavía: el ministerio de “inclusión, seguridad social y migraciones”, el que peor funciona del gobierno Sánchez -a corta distancia, eso sí, de educación y de los ministerios florero entregados a Podemos-, dirigido por un mundialista procedente de la banca que ni siquiera es miembro del PSOE ni de Podemos, tardó en pagar ERTES hasta medio año ¡a familias españolas que los necesitaban con urgencia!, mientras que las ayudas a la inmigración que iban llegando, o a los MENAS (a los que, además de casa, comida y paguita, se les viste de marca y se les paga el móvil y la línea de internet que a usted y a mí nos cuesta un pastón), sin olvidar que del millón de solicitudes del “salario mínimo vital” que anunciaron pomposamente en mayo, todavía está por tramitar en su mayor parte.

A usted y a mí las mascarillas obligatorias nos cuestan un presupuesto familiar adicional. Y llevamos ocho meses con ellas (dudando, incluso de su eficacia y, más que nada, para esquivar las multas). Estas mascarillas que -en tanto que obligatorias- deberían de haber sido suministradas gratuitamente a lo largo de estos ocho meses- pero el gobierno de izquierdas ni siquiera ha hecho el gesto de bajar el IVA… echando, eso sí, la culpa a la UE. Y nos referimos a las mascarillas FFP2, las únicas de eficacia continua demostrada. Las otras, las “quirúrgicas” de usar y tirar, esos sí han merecido una reducción del 21 al 4% de IVA ¡DESPUÉS DE OCHO MESES!

Se cierra la hostelería (de momento, un 19% ya ha quedado cerrada para siempre), pero se exige a los supervivientes que sigan pagando impuestos como si aquí no hubiera pasado nada. Se hacen unos presupuestos de cuento de la lechera y se adoptan, una tras otra, medidas absurdas e inútiles para afrontar la pandemia (hoy mismo, me he tomado un café sentado delante del bar de la estación de mi pueblo y éramos casi dos docenas de personas haciendo lo mismo, con lo que el gobierno y las autonomías, han logrado lo que parecía imposible: extender sucedáneos de botellón a todos los grupos sociales, incluida la tercera edad. Nadie, ni aún a propósito lo podría haber hecho tan mal).

No digamos en educación en donde la salvajada de aprovechar el Covid para los aprobados generales supondrán un déficit más que tendrá que afrontar desde la sima actual la educación española (¡Como me alegro de que mis nietos estén fuera de España!).

Pero quedaba la gran castaña: multar a los turistas que no venga con el certificado de haber realizado la prueba PCR con ¡6.000 euros! Un “estímulo” más al turismo… mientras que los inmigrantes ilegales que entran vulnerando soberanía, con el único proyecto personal de vivir de la sopa boba a costa de nuestros impuestos, no sólo no se les multa sino que se les estimula por todos los medios.

Como, de tanto en tanto, la población entrevé la estafa (Sánchez y especialmente Potemos, quieren más y más inmigración para sustituir a sus votantes decepcionados por los nuevos “vientres agradecidos”) y, entonces, es cuando aparece alguna imagen hiriente: que si el niño muerto en no sé qué playa, que si la madre histérica dando alaridos porque su bebé se le ha caído al mar (“pero, señora, ¿cómo se puede caer el bebé al mar cuando ni siquiera hay oleaje? Y, por lo demás ¿Cómo se le ocurre subir a una patera con un bebé?”). A eso se le llama “operaciones psicológicas”.

Las “operaciones psicológicas” que se montan a prisa y corriendo (por ongs o por el propio Estado) para jugar con los sentimientos y la emotividad de la población para que la opinión pública siga admitiendo inmigración tienen su límite: se puede tomar el pelo a la gente, pero no tanto, ni tan rápidamente. Recordamos que la mentira de los “refugiados sirios” permitió que entraran en Alemania, en apenas tres meses de 2017, un millón de inmigrantes y la foto del niño ahogado en una playa griega (foto siniestra y en la que se alteró incluso en cadáver del niño), hicieron “digerible” esa riada.

Las ultimas remesas, ni son negros desnutridos, ni son “refugiados”: son ni-nis en versión magrebí, esto es, MENAS. Lo diré una vez más: la única obligación del Estado Español debería ser acompañar a estos MENAS al consulado del país de origen más próximo y decirles: “Creo que han perdido a la criatura, devuélvanlo junto a sus padres que es su lugar natural”. Porque el lugar de un menor es junto a sus padres, no “tutelados” (es decir, a pan y cuchillo) por el Estado.

¿Cuál es el origen del problema? la Declaración Universal de Derechos Humanos de 10 de diciembre de 1948. Con demasiada frecuencia las bonitas palabras encubren declaraciones nefastas y nefandas. La declaración no incluye el que debería ser primer derecho humano básico:

Artículo 0.- Todo ser humano tiene derecho a vivir en su tierra y a que su gobierno (no el de al lado o el que está en las antípodas) se preocupe de él, garantice su subsistencia, su bienestar y sus necesidades básicas.

No busquéis: este “derecho” no está incluido en la buenista, farragosa y progresista declaración de marras. Deberemos recordar que se redactó cuando se iniciaba el período de la descolonización. Hoy -salvo las Malvinas y Gibraltar, por cierto- la descolonización ha terminado hace mucho. Y los Estados africanos especialmente, han demostrado que no están en condiciones de aportar bienestar, subsistencia y satisfacción de las necesidades básicas a su población: y no porque sean pobres, sino porque fueron entregados a oligarquías autóctonas que se han enriquecido mientras sus países se embrutecían y brutalizaban. No es extraño que las poblaciones africanas y árabes quieran abandonar sus Estados, a la vista del percal que corre por allí. Pero no es menos cierto que si la “independencia” no ha servido para nada, entonces ¿por qué siguen existiendo y votando en las ONU y en la UNESCO, países de chichinabo, con gobiernos cuyo único fin es enriquecer a los gobernantes y putear a su propia población? Si los africanos han pedido y obtenido su independencia, no es para que luego mendiguen dentro de Europa mientras los jefes de sus Estados alcanzan los máximos de corrupción y cleptocracia en sus respectivos países: Europa no puede ser el refugio de 40 millones de ni-nis africanos, ni de otros tantos enfermos de VIH que pululan por el continente y cuyos gobiernos no les ofrecen tratamientos para su enfermedad.

Hay que llamar a las cosas por su nombre. Canarias está siendo sometida a INVASION. El invasor cobra “tributo”. Hoy, el tributo son los subsidios que se pagan con la fiscalidad que pesa sobre las clases medias. Pero una invasión es una invasión: dentro de poco, el invasor reclamará más “derechos”. Pasado reclamará una legislación solamente para él, que recoja el derecho a la poligamia, a fiestas propias, a usar burka y chilaba, a la ablación del clítoris con cargo a la seguridad social y a demás peculiaridades de las culturas africanas y a que no les moleste nadie más que una policía “étnica” formada por los suyos y por nadie más. No es algo tan remoto: hoy, es una reivindicación del islam en Francia. Y siempre habrá un bobo de la categoría de los troquelados por la izquierda europea que dirá amén y que realizará tales “derechos” suicidas.

Si alguien dijo que no hay nada más tonto que un obrero votando a la derecha (lo cual sería discutible), resulta mucho más evidente que, mañana, no habrá nadie más idiota que un europeo votando a la izquierda