lunes, 2 de noviembre de 2020

LA LARGA MANO DE LOS ULTRAS… O LA ACTUAL CAMPAÑA DE DESINFORMACIÓN


 Fotos del saqueo al Decathlon de calle Canuda en Barcelona

Lo vimos todos. Es más, se ha reproducido en toda Europa: en el asalto y saqueo a Decathlon en de la calle Canuda en Barcelona, los asaltantes eran MENAS, por mucho que El Periódico y los Mossos d’Esquadra dijeran (y mintieran) que se trataba de “ultraderechistas” (apuntando, por cierto, a Vox, cuyos resultados en las próximas elecciones autonómicas son temidos por la gencat). Para confirmar la mentira, el merluzo que robó una de las bicicletas, tardó poco en colocar un anuncio en Wallapop: “Bici modelo rockider st 100 sport Trail nueva, usada una vez, la vendo porque me he comprado una mejor”… firma: “Hussein”. Luego, la tónica de atribuir los incidentes a “los ultras” y eliminar cualquier referencia a los MENAS se ha convertido en una estrategia de comunicación del ministerio de la verdad orwelliano.

Lo primero que sorprende es que la situación en España está degenerando demasiado rápidamente. Y no nos referimos a las protestas contra el toque de queda, sino a la creación de unas bandas étnicas, pura delincuencia, que quieren el control de la calle para poder realizar a gusto saqueos, robos y exacciones de todo aquello que luego pueden utilizar o vender. Desde hace dos veranos los MENAS se han convertido en un foco de inquietud ciudadana: allí donde existe un centro de MENAS, allí parece que se trasladan los problemas. Siempre, las autoridades municipales de izquierdas, dicen que no hay porque alarmarse, que todo se debe a discriminación por parte de vecinos racistas. Pero lo cierto es que hay racismo cuando la convivencia de vuelve imposible y la población caracteriza al delincuente como miembro de determinado grupo étnico.

La absurda política del gobierno sobre los MENAS (lo normal sería ponernos en la puerta del consulado de su país de origen y que las autoridades de ese país se preocuparan de enviarlos junto a su familia) no da resultado: los jóvenes “tutelados” se han convertido en “guerrilleros urbanos” a poco de llegar. Quieren bicicletas de alta gama, quieren ropa de marca, quieren que se les pague el móvil, quieren internet, quieren paguita, cama y alimentación, lo quieren todo y exigen más, entre otras cosas poder traficar y vender objetos robados. Y si alguien protesta, es que es racista.

La culpa es, por supuesto, de una legislación permisiva que ha permitido que jóvenes sin educación, sin intención de tenerla, ni de integrarse, se instalen entre nosotros. Los primeros, obviamente, a la vista de las facilidades para todo, han llamado a más y estos a más y a más. Y así hemos llegado a la situación de saturación actual. A ellos no se les puede hablar de “restricciones”, ni de “toques de queda”: desde que han puesto pie en España han hecho lo que les da dado la gana y piensan seguir haciéndolo. Como “Hussein” el chorizo tonto que se llevó la bici.

Pero los incidentes son un problema para el gobierno porque se están extendiendo como un reguero de pólvora y pueden convertirse una tradición vespertina como en Francia. Así que la política de comunicación de la gencat y del gobierno Sánchez-moños es la más lógica en estas circunstancias: el ejercicio de la mentira y asumir las funciones del ministerio de la verdad orwelliano: si todos hemos visto las fotos de los saqueos y de los incidentes y se perciben con facilidad rostros que no corresponden al arquetipo étnico español y, para colmo, vemos luego anuncios firmados por apellidos tan poco españoles como “Hussein”, es blanco y en botella: son cualquier cosa, menos “ultraderechistas”.

El Periódico -una máquina de mentir al servicio del socialismo desde su fundación- fue el primero el elaborar la teoría: “Son ultraderechistas”. Luego, los Mossos asumieron la tesis: órdenes son órdenes y la gencat había ordenado que silencio con el tema de los MENAS -que luego los magrebíes no votarán las listas de ERC, ni a su maltrecho conseller de treball Chakir el Homrani, en las próximas elecciones. A la vista de que las fotos, los testimonios en redes sociales, las declaraciones de policías, han hecho imposible ocultar la presencia de MENAS, el gobierno ha optado por aludir a “ultras”, “radicales”, sin especificar nacionalidad, ni orientación política. “Ultras” compromete menos, pero se sobreentiende que si son “ultras”, se trata, en realidad, de “ultraderdechistas”…

Muy inteligente todo. Se puede mentir y cuanto más se mienta, más descrédito pesará sobre los portavoces del régimen

Incluso el PP ha aprovechado para atacar veladamente a Vox por los incidentes, compartiendo trinchera con “Unidas Podemos”. Pero que Casado no se queje luego de que le arrojen epítetos de “traidor”, “vendido”, “chiquiliquatre”…  aunque el que le correspondería con justicia es el “extraviado”, al apuntarse al “frente anti Vox y pro-inmigracionista”.

En realidad ha hecho Casado ha simplificado de una vez por todas el panorama político español. Porque, en el momento actual, estamos asistiendo a los primeros ensayos del “todos contra Vox”. Otro de los rasgos que nos remiten a la política francesa en donde, en períodos electorales, solamente existe FN/RN a un lado y “todos los demás” a otro.