info-Krisis.- Las campañas electorales deberían ser la espuma de la democracia, y las elecciones su gran fiesta. Sin embargo, han terminado siendo un tópico, a menudo desagradable, siempre previsible y realizadas con la misma ética y sutileza con la que se elabora un anuncio de Phoskytos o de la Barbie Astronauta: un producto para cerebros poco exigentes. Las campañas electorales aburren. Vale la pena preguntarse cómo afrontar la que se avecina.
Las campañas electores, hechas para ganar el voto de los electores, paradójicamente, saturan, cansan y hastían a esos mismos electores.
Los directores de marketing ya no saben qué hacer para estimular un voto permanentemente en recesión. La gente no está predispuesta a ir a los mítines; los grandes paneles reportan solamente buenos beneficios a las compañías publicitarias, pero apenas son observados por los electores. Solamente, la saturación de publicidad en todos los medios hace que al elector se le queden grabados algunos breves eslóganes electorales.
Una democracia lo es si hay variedad
Se suele definir al totalitarismo como el sistema que asfixia la libertad de expresión y reduce las elecciones a una sola opción: la oficial o la nada, un solo poder o contra el poder.
Pues bien, vivimos un sistema de bipartidismo imperfecto que no difiere mucho del totalitarismo; no hay una opción como en éste… sino dos, que, por lo demás, defienden políticas muy parecidas (el pensamiento único y lo políticamente correcto). ¿Cómo debemos llamar a un sistema basado exclusivamente en la alternancia del centro-izquierda y del centro-derecha? ¿Totalitarismo dividido por dos? ¿semitotalitarismo? ¿totalitarismo atenuado?
La trampa de nuestro actual sistema político es que permite decirlo "todo", pero ese "todo" no sirve para nada. Existe libertad de expresión, pero no igualdad de oportunidades para hacerse escuchar. Existe libertad de reunión y de manifestación, pero los partidos que dieron vida a la constitución -una derecha evolucionada que procedía del franquismo y una izquierda evolucionada que procedía de la oposición democrática- se cuidaron de asegurarse ad infinitud la preponderancia y el monopolio del poder, en exclusiva.
No se trata solamente de que haya alternancia entre dos opciones, sino que haya alternativas a esas dos opciones.
Las pequeñas opciones
Al margen de los dos partidos mayoritarios y de los nacionalistas, aparece una miríada de opciones minoritarias que apenas pueden hacerse oír. Existen tres tipos de opciones minoritarias:
1.- Opciones "locas"
El Partido de la Buena Armonía, el Partido del Cannabis, el Partido de la Paz Interior, y en Holanda, el Partido de los Pedófilos, por poner unos ejemplos, apenas pasan de ser chaladuras de pobres iluminados con ganas de llamar la atención o de exteriorizar sus excentricidades. Nada que esperar de este pelotón de opciones que entran más en el capítulo del exotismo que en el de la política.
2.- Opciones "históricas"
Se trata de partidos que en otro tiempo fueron algo, pero que ya son muy poca cosa y, en cualquier caso, son grupos inadaptados a la realidad socio-política española del siglo XXI. En ocasiones estos partidos tienen cierto seguimiento (el PCE-IU o ERC), en otras son residuos (Acción Republicana) o partidos que, a pesar de sus esfuerzos, no han conseguido coger el pie de la modernidad (los herederos del régimen franquista, por ejemplo).
3.- Opciones "alternativas"
Son partidos nuevos que aportan soluciones a problemas reales. El actual sistema político español perjudica extraordinariamente a estas opciones, vedándoles en la práctica el acceso al parlamento. Se trata de opciones que, en general, presentan soluciones a problemas muy concretos, pero carecen de programas globales; existen partidos contra las subidas de impuestos, para contener a la inmigración masiva, en defensa de los derechos de los jubilados, para regenerar la democracia, para combatir las tendencias más nefastas de la globalización, etc. En general, todos estos partidos -también aquí hay grupos "serios" y "petardos" que reproducen las taras de los partidos mayoritarios- incorporan una sincera voluntad de servicio y de resolver problemas. Su handicap es 1) falta de recursos, 2) el sistema electoral y 3) el silencio mediático.
Sólo estos últimos partidos presentan interés para un elector a la búsqueda de aire fresco.
¿Que aportan las campañas?
Se admite que gracias a las campañas se decide solamente un 5% de los votos y que el resto de los ciudadanos tienen decidido su voto o su abstención con independencia de los contenidos de la campaña. Las bombas del 11-M cambiaron más intenciones de voto que todo el marketing electoral convencional.
Entonces ¿por qué los medios de comunicación airean las campañas electorales como si en ellas nos fuera la vida o la muerte? Simplemente porque esas campañas son una de las más seguras fuentes de ingresos para los medios de comunicación. En nuestro país existe libertad de expresión, pero quienes compran más publicidad tienen mayor eco mediático. Existe libertad de expresión, pero no igualdad de oportunidades para expresarse.
Un individuo como Pepinho Blanco, portavoz del PSOE, no es, con mucho, el personaje más atractivo de la política española, ni siquiera el más inteligente, ni mucho menos el más brillante, ni el que dice cosas más interesantes… lo que no obsta para que sea el que aparece más en los medios. Tanto pagas, tanto sales… tal es la ley. Desde el punto de vista comercial esto parece justo, pero no desde el punto de vista democrático. Y estamos hablando de democracia.
Cómo afrontar una campaña electoral
Así pues, hay que tomar con reservas todas las campañas electorales y más ésta que se avecina en donde el empate técnico entre ambas partes va a convertir esta campaña en un repertorio de golpes bajos y juego sucio, y en la pira de ingentes medios económicos.
Hay cinco actitudes sanas que vale la pena adoptar ante cualquier campaña electoral y muy en especial en esta que se avecina y que, en la práctica, ha empezado ya:
- Distanciamiento: las elecciones tienen que ver solamente con el ciudadano en la medida en que aúpan a uno u otro partido, y éste aplica políticas que tienen que influyen en la vida del ciudadano. El beneficiario directo de las elecciones no es el ciudadano sino el político al que se vota. Por tanto, debe existir un sano distanciamiento del elector y hacia el elegido, acompañado por una fiscalización de la tarea del elegido por parte del elector… ausente por completo en nuestro ordenamiento democrático, tal como los "padres de la Constitución" se preocuparon de eludir.
- Escepticismo: es la convicción de que los partidos mayoritarios que no han resuelto en 30 años los problemas de la población, no los resolverán en los próximos cuatro años. Han tenido oportunidades. Han demostrado su valía o su falta de ella. Han aplazado la solución de unos problemas. Han generado de la nada otros problemas adicionales. ¿Por qué habría que creer en sus promesas precisamente en esta próxima campaña? El que hace un cesto hace ciento, el que defrauda una vez defraudará sin duda una segunda y una tercera a poco que se le dé la posibilidad.
- Desconfianza: es la seguridad en que la clase política dice una cosa y hace otra, y que en las campañas electorales todos los partidos mienten deliberada y conscientemente con la intención de hacerse con el voto. La sensación de que el político no sirve al pueblo sino que se sirve del pueblo es una actitud sólida para evitar el abuso de confianza que consiste en utilizar el voto del ciudadano para hacer justo en dirección contraria a los intereses del ciudadano.
- Racionalidad: quienes han esperado cuatro años para lanzar en los últimos meses antes de las elecciones sus grandes propuestas electorales, no pueden ser tomados ni como sinceros ni como honestos, sino como oportunistas sin escrúpulos. Es tan simple como razonable. La racionalidad es incompatible con la demagogia y con los razonamientos simples hasta lo infantil mediante los cuales un partido se presenta como "mejor" que su oponente. ¿Quieres juzgar a un partido o a un político? Es simple: utiliza el sentido común, juzga por ti mismo y procura ser crítico… a pesar de que las distintas Leyes de Educación hayan desterrado, la capacidad crítica de las escuelas y, por tanto, de la sociedad.
- Objetividad: es el esfuerzo por ver las cosas de la manera en que realmente son y no como quieren hacérnoslas ver. En el fondo, una campaña electoral es un ciclo de deformación de la realidad acompañado por el marketing ilusorio y las falsas promesas. Hay que huir de su influencia como de la peste para zambullirnos en la realidad: ¿Qué ha hecho cada partido para merecer nuestro voto? ¿Cuáles son los verdaderos problemas de la sociedad? ¿Qué respuestas dan los partidos a esos problemas? ¿Qué han hecho por solucionarlos hasta ahora? Esto llevará directamente al voto en blanco, a la abstención o a dar una oportunidad a esas opciones minoritarias de las que antes hablábamos.
Armados con estas cinco actitudes, el elector podrá afrontar esta campaña e incluso hacer uso de su derecho al voto de manera consciente y responsable. De eso se trata, en democracia.
De lo que deberían PREOCUPARSE los partidos...
1.- Cómo crear riqueza social (que beneficie a todos los ciudadanos) e industria (producción de bienes) en lugar de ladrillo (desarrollo basado en la construcción) y economía especulativa (ganan más los que tienen más, a costa de los que tienen menos).
2.- Cómo resolver la cuestión de la inmigración, reconociendo que desde 1987 se ha transformado en un problema, cuya responsabilidad afecta tanto al PP como al PSOE, hablando claro: "hemos dejado entrar a 6.000.000 de inmigrantes, muchos más de los necesarios". Ahora toca afrontar cómo contener el efecto llamada y cómo invertir el fenómeno.
3.- Dónde arrojar la llave de la celda en la que se encierre al último etarra, renunciando para siempre a negociaciones y a cualquier otra salida que no sea enviar a la prisión o al frenopático a miembros y colaboradores de la banda.
4.- Cómo romper la globalización antes de que la globalización nos asfixie; la deslocalización empresarial arroja al paro a millones de trabajadores europeos sin posibilidades de reciclarse laboralmente, traslada las posibilidades de crear riqueza desde Occidente a Oriente y desde el Norte hacia el Sur, agravando esta situación con los flujos de migratorios en dirección opuesta.
5.- Definir el modelo de Estado antes de que se imponga el no-Estado. El Estado de las Autonomías se ha mostrado inestable débil e incapaz de integrar las diferentes realidades que componen España en un proyecto común. El Estado de las Autonomías ha fracasado, y el no-modelo de ZP ha agravado este fracaso.
6.- Definir los límites de la reforma constitucional. Todos hablan de reforma: monarquía o república, reforma del senado, reforma del poder judicial… a lo que habría que añadir otras muchas reformas y, por qué no, una nueva constitución que defina un nuevo sistema electoral y representativo, un modelo de Estado estable y una efectiva separación de poderes, elementos en donde ha fallado la constitución del 78.
7.- Que nos expliquen (y demuestren) si profundizamos en la democracia o persistimos en la partidocracia. Los partidos tienen todo el poder y ostentan toda representatividad… a pesar de que los partidos tienen una presencia mínima en la sociedad y son entidades de privadas financiadas con dineros públicos.
8.- Que nos expliquen como atenuar las desigualdades salariales entre Emilio Botín y cualquier becario salido de la facultad, suficientemente preparado. Dicho de otra manera: cómo articular una sociedad justa en la que la riqueza no sea solamente un valor estadístico y en donde la riqueza no se base en la explotación y la infelicidad de los sectores más débiles de la sociedad.
9.- Cómo reforzar la lucha contra la delincuencia. Tampoco cuesta mucho afirmar los derechos de las víctimas sobre los de los delincuentes. Ni tampoco cuesta mucho repatriar inmediatamente cumplan sus condenas a los llegados con el "efecto llamada para la delincuencia". Ni rectificar la constitución -también aquí- eliminando la cursilada que convierte la "reinserción" en el elemento esencial de nuestro sistema penal, en lugar del castigo al delito.
10.- Cómo reforzar la natalidad, la familia, la demografía, sin necesidad de recurrir a la solución más fácil y problemática de compensar las bajas tasas demográficas españolas importando inmigración y luego subsidiándola.
11.- Cómo introducir la alegría en la vida cotidiana, sin necesidad de que cada mañana al escuchar las radios, o en los informativos de TV, o en el repaso a la prensa convencional y a Internet, tengamos el corazón en un puño por la última metida de pata del gobierno, la última muestra de incapacidad del último ministro, la corruptela del día, o la última noticia desalentadora para nuestra sociedad.
Resumiendo: Las propuestas electorales deberían de preocuparse por resolver los problemas de la sociedad, en lugar de crear más y pensar más en los ciudadanos antes de centrarse en los intereses personales de las cúpulas de los partidos.
Lo que deberían EVITAR los partidos
1.- Evitar las promesas electorales dirigidas al público más simple (el mayoritario) con la intención de ocupar un titular y atraer al máximo número de incautos. Basta ya de "promesas electorales" que todos sabemos que no son más que futuros incumplimientos. Norma para el ciudadano: no creer, ignorar y castigar electoralmente las promesas realizadas en los seis meses anteriores a las elecciones.
2.- Evitar que los partidos falseen la realidad mediante encuestas. ¿Por qué cada sondeo beneficia a quien lo ha encargado? Los sondeos del CIS benefician discretamente al partido del poder, los sondeos que aparecen en la prensa groseramente favorecen a la opción favorita de la empresa periodística que los publica. Por sistema: no se crea lo que le cuentan las encuestas, que no sean ellas las que hagan cambiar su voto.
3.- Evitar que la campaña se convierta en un circo. La función de una campaña electoral es mostrar una oferta, difundir un programa y convencer a la opinión pública para que entregue su voto. Si las campañas se han transformado en un circo demagógico, la democracia no es tal, sino apenas un sucedáneo de espectáculo en el que se juega con las esperanzas de la población.
4.- Evitar que los actos de los partidos traicionen sus buenos propósitos. Desde las profundidades de la democracia, todos los partidos han propuesto grandes programas para los electores… pero la inmensa mayoría de nuevas fortunas se han forjado a la sombra del poder. Vale la pena preguntarse por qué hay navajazos entre los miembros de un partido para la elaboración de las listas municipales y por qué, los socialistas andaluces tienen casi tantos afiliados como cargos electos.
5.- Evitar las definiciones vacías y sin contenido: "progresista", "liberal", "de centro", "moderado", que supone definir al adversario como "regresista", "absolutista", "extremista" y "ultra". Definirse como "progresista" implica evidenciar un vacío de ideas y agarrarse a lo indefinido que es, justo a lo que se agarran los partidos mayoritarios para evitar los compromisos a los que pudiera dar lugar una definición más concreta. Por otra parte ¿a quién le interesan las definiciones doctrinales cuando de lo que se trata es de hacerse con la llave de la caja?
6.- Evitar dar la sensación que la culpa siempre es del otro: en un régimen como el español que lleva treinta años de democracia y en donde se han turnado centristas, socialistas y derecha en el poder, todos son culpables de la actual situación y todos tienen su parte de responsabilidad. Nadie puede alardear de ser completamente inocente. Si nuestros soldados mueren en Afganistán es porque el PSOE nos metió en la OTAN, pero UCD inició las conversaciones y si Aznar cometió el absurdo de embarcarnos en la guerra de Irak, ZP ha enviado a morir a nuestros soldados al avispero del Líbano… por referirnos sólo al ámbito de la defensa.
7.- Evitar que el ciudadano acuda a las urnas con la sensación de que vote a quien vote se equivocará: el votante de hoy es el decepcionado de mañana. Se vota a un partido, no tanto por sus méritos, como por hostilidad y decepción hacia su oponente. El sistema representativo español está configurado para que solamente dos opciones se turnen permanentemente en el poder sin dar opción a una tercera (o cuarta, o quinta) y es, a la postre, el baile de la decepción.
8.- Evitar dar la sensación suficiencia, especialmente, cuando lo que impera es la insuficiencia, la no preparación y la improvisación: los partidos no programan más allá de cuatro años vista, les interesa solamente el tiempo en el que gestionarán el poder. Durante los dos primeros años de legislatura acomodan a sus dirigentes en las esferas de poder e influencia y utilizan los dos años siguientes para garantizarse la reelección. ¿Para cuándo la planificación? ¿en qué momento se programa el futuro de la comunidad? ¿para cuándo los proyectos a largo plazo?
9.- Evitar el doble lenguaje utilizado por los partidos mayoritarios y en el que cada cual entiende lo que quiere entender y deja las manos libres al gobierno de turno para hacer lo que le dé la gana. Ganar unas elecciones no significa tener las manos libres para lanzarse sobre un botín, ni siquiera tener patente de corso para cualquier exacción. Ganar una elecciones supone gobernar y gobernar es adquirir responsabilidades. La Constitución del 78, por supuesto, no alude a las responsabilidades del "mal gobierno". Si se preguntara a un político qué entiende por "responsabilidad", siempre contestaría lo mismo: "la posibilidad de no salir reelegido". Poco, muy poco, para quien tiene cuatro años de control total sobre el Estado.
Resumiendo:
Los partidos políticos, especialmente los mayoritarios, deben evitar ser lo que son hoy, aquello que se han convertido: un estado mayor de cargos públicos, o de aspirantes a tales, que llegan con la intención de resolver sus problemas personales, ganar un sueldo fácil, sin horarios fijos, sin la obligación de fichar y con contactos preferenciales en el mundo empresarial y posibilidad de buenos negocios.
Mientras sigan siendo así, la política seguirá siendo vista con desconfianza por la mayoría de la población.
Lo que supone la democracia:
La democracia es algo más que el derecho al voto cada cuatro años. La democracia supone:
1) Fiscalización de los elegidos por los electores
2) Existencia de un vínculo fluido entre electores y elegidos
3) Fidelidad de los elegidos hacia el programa que han presentado a los electores
4) Lealtad de los elegidos hacia sus electores antes que hacia sus conveniencias personales y las del partido cuyas siglas utilizan
5) La voz de cada elegido es la voz de sus electores no la del jefe de su grupo parlamentario.
6) El cumplimiento de las promesas electorales incluidas en el programa y la racionalidad y viabilidad de ese programa una vez enunciado.
7) La existencia de las más duras responsabilidades políticas por el incumplimiento deliberado o falseamiento de las promesas electorales o la gestión corrupta de los bienes públicos.
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