miércoles, 30 de octubre de 2024

DIEZ PUNTOS PARA CENTRAR EL “CASO ERREJÓN”

Del árbol caído todos hacen leña. No es nuestro caso. Vamos a intentar hacer con el árbol caído, esto es, con el “caso Errejón”, diez palillos bien afilados y punzantes. Huiremos de lo anecdótico y de lo parcial para extraer conclusiones de valor universal. Nadie -ni el interesado- nos podrán negar el intento de llegar a las raíces última del problema.

1. NO ES EL “CASO ERREJÓN”,
ES EL CASO DE LA IZQUIERDA POSTMARXISTA

La izquierda hace tiempo ha dejado de tener doctrina e ideología. Aparcado el marxismo, ya solamente quedaban divagaciones de una serie de autores que dieron vida a la “ideología woke”, a las distintas visiones antipatriarcales, al complejo LGTBIQ+, que se unieron a okupas, animalistas, ecolocos y demás fauna. La palabra maldita puesta de moda desde 1789 y redescubierta periódicamente por los inventores de la pólvora, es “igualdad”. Filosóficamente, cuando dos objetos son iguales, exactamente iguales, en sus formas, en su función y en finalidad, no son dos objetos, sino el mismo objeto. Lo que, traducido, quiere decir, que la “igualdad” es pura ficción. Y, aplicando la igualdad a lo humano, difícilmente pueden ser “iguales”, hombres y mujeres, biológicamente diferenciados, esto es, DESIGUALES. La “nueva izquierda”, más que doctrina, tiene un batiburrillo de consignas lo suficientemente breves para caber en el texto de una pancarta. Tal es su nivel de exigencia intelectual. A diferencia de los viejos anarquistas cuyo terror era caer en las prácticas autoritarias que denunciaban, los miembros de la “nueva izquierda”, ni se molestaban en adaptar sus vidas al contenido de sus pancartas. Y así tenemos “anticapitalistas” que se comportan como buitres capitalistas, defensores de la okupación con media docena de pisos a su nombre (y que nadie se los okupe), que se unen a los ya habituales sindicalistas de mariscada y políticos de izquierda que buscan vivir como aristócratas. El vacío ideológico de la izquierda, la imposibilidad de llenarlo con residuos y desperdicios ideológicos generados entre los intelectuales más perturbados de la modernidad, y el sinsentido de valores de moda como el de la “igualdad”, es lo que hace que, a alguien de izquierdas les resulte imposible vivir como tal. Además, dado que cualquier diálogo con la “nueva izquierda” es imposible, porque todo aquel que le presenta alguna objeción, es considerado “fascista” (y, con el “fascismo”, ya se sabe, no se dialoga…), el hombre de izquierdas se cree instalado en una superioridad moral, cuando en realidad él mismo se ha colocado en un vertedero ideológico, construido con residuos rechazados y desestimados en cualquier otro tiempo y civilización. Porque, a fin de cuentas, la izquierda actual, vive de todos los detritus ideológicos rechazados anteriormente en la historia de las grandes civilizaciones. Errejón es uno de estos personajillos.

2. DUPLICIDAD ENTRE LA “IDEOLOGÍA IMPOSIBLE” Y LA VIDA COTIDIANA

La persona que hoy se siente de izquierda vive en un estado de esquizofrenia continuado. Dice una cosa, pero su comportamiento cotidiano se sitúa en las antípodas. Y así surge la duplicidad entre la persona y el personaje que encarna: vivimos tiempos de “look”. El “look” que no es la imagen real, sino la proyección que hacemos de nosotros mismos: una construcción según la moda, las circunstancias y las fantasías propias. Salvo en casos de psicopatías extremas -Sánchez, sin ir más lejos- en individuos no tan averiados, esto se traduce en tensiones interiores que conducen a problemas mayores (adicciones) y/o a la locura. La “nueva izquierda” ya no contempla el principio de “unir la teoría a la práctica”, sino que se ha lanzado en tromba -ante la imposibilidad de vivir según sus principios doctrinales- a cumplir a rajatabla el dicho español: “haz lo que digo y no lo hago”. Es imposible vivir en “igualdad”, como es imposible vivir al margen de las leyes de Newton. Aunque pretendamos flotar en el espacio, lo cierto es que somos cuerpos pesados atraídos por una jerarquía de otros cuerpos más pesados. Sí, porque cuando la modernidad dice “igualdad”, olvida que la realidad impone “jerarquías”. Cuando Errejón hablaba del “centro irradiador”, aludiendo al grupo de coleguillas que dieron vida a Podemos, aceptaba el hecho de la “jerarquía”, esto es, la negación pura y simple de la “igualdad”. Porque, quien dice “jerarquía”, dice “complementareidad”, en absoluto igualdad…

3. TODO PARTE DE UNA MALA COMPRENSIÓN DE LA LIBERTAD

No es algo nuevo. Desde la revolución francesa y, antes, con el liberalismo, se ha difundido una idea distorsionada de lo que es la “libertad”. En realidad, es un concepto muy simple: la Libertad es la capacidad de dominio sobre los instintos y sobre el conjunto de uno mismo. Ser libre es ser incondicionado. Desde el sexo al miedo, todo puede ser dominado o dominar a ser humano. Dominarse a sí mismo, dominar el propio flujo mental, dominar los pensamientos, dominar los instintos naturales, supone alcanzar una Libertad absoluta e incondicionada. Lo sabían los espartanos: “solo el desprecio a la muerte da la libertad”. Errejón no es de estos, ni siquiera de aquellos otros que, más tímidamente, dicen aquello de “mi libertad termina donde empieza la de otros”. Es, más bien de los que sostienen que “soy libre para hacer lo que me la puta gana, con una chica o con una trompeta, todo ha sido creado y está aquí para mi satisfacción, porque solamente cuando me siento satisfecho, soy libre…”. Esta, es la concepción de la libertad que se ha instalado en la sociedad. Existe una confusión entre la libertad absoluta, metafísica, superior, y “las libertades” que, en toda sociedad normal deben ser recortadas: existen libertades “positivas” y “negativas”: la de violar a una mujer, agredirla, por ejemplo, es una de esas libertades a las que los hombres sensatos renuncian, no porque lo diga la ley sino por imperativos éticos.

4. LAS DROGAS SON EL "ALIMENTO DE LOS FUERTES",
NO DE LOS MIERDECILLAS

Si algunos nos oponemos a la venta libre de drogas, no es por miedo a caer en la drogadicción, sino, más bien porque determinados productos generan adicciones en quienes no son lo suficientemente fuertes interiormente para resistirlos. En un tiempo en el que nadie se conoce a sí mismo, ni sus límites, ni su resistencia, ni su fortaleza interior, la droga es un riesgo adicional. La necesidad de la droga aparece especialmente en personalidades débiles, rotas interiormente, de perspectivas personales limitadas. Cuanto más débil es una persona o una sociedad, tanto más expuesta está a las adicciones: y no solo a las drogas, también al sexo, a las redes sociales, a los culebrones, al fútbol, a las sectas, a las películas de zombis, etc. Las adicciones son todavía más radicales en aquellos individuos cuya personalidad está escindida entre lo que dice y lo que hace, entre lo que piensa que conviene decir y su comportamiento íntimo. En esa fisura entre ambos, se instalan las adicciones. Y la culpa no es del neoliberalismo (como decía Errejón en su carta de dimisión), sino de no tener ni la inteligencia ni la habilidad suficientes como para unir principios a comportamiento cotidiano y, por supuesto, es el resultado de un modelo educativo fracasado especializado en formar personalidades débiles y quebradizas. Ahora bien, el hecho de que el hasta ahora portavoz parlamentario de Sumar, además, de uno de los partidos que componen la coalición de gobierno, sea un esnifador empedernido, implica que también de esto debamos extraer una conclusión. Si el parlamento es el lugar donde se fiscaliza la tarea de gobierno y se debaten las leyes, es evidente que sus miembros deben estar libres de toda sospecha: es inconcebible que el ciudadano de a pie, pase por un control de alcoholemia y sea multado por beber una cerveza y media y, sin embargo, en el parlamento no existan análisis obligatorios, continuados y por sorpresa sobre consumo de drogas, o que no se realicen tests psicotécnicos para establecer la salud mental de los parlamentarios. Y creo que sería el momento de que algún partido lo exigiera. El “caso Errejón” demuestra que un portavoz parlamentario de un partido de gobierno, puede ser al mismo tiempo un toxicómano, adicto a cualquier sustancia. Intolerable y bochornoso.

5. SI NO HAY IDEOLOGÍA DE IZQUIERDAS,
TAMPOCO HAY “POLÍTICA DE IZQUIERDAS” QUE LA PUEDA APLICAR

Hoy vivimos un desgraciado momento en el que una banda de delincuentes instalada en el poder gobierna en beneficio propio y de su amplia camarilla, apoyado por unos millones de votos de individuos que quisieran ser como ellos. Era normal que llegáramos a esa situación: si la izquierda ha visto como su doctrina ha fracaso y ha desaparecido, el paso siguiente era “hacer política”, no para crear una nueva sociedad, sino para rentabilizar al máximo los beneficios que se podía obtener de esta, utilizando como instrumento la democracia cuantitativa, para la que solamente cuenta el poder engañar al mayor número de ciudadanos. En realidad, hoy ya no hay forma de hacer “política de izquierdas”, sino que, problemas complejos como los que afronta nuestro momento histórico, precisan políticas igualmente complejas, alejadas tanto de la derecha y de la izquierda. La, en otro tiempo, denostada “tecnocracia” es lo que hoy se precisa urgentemente. Pero, en la actualidad, no existen “tecnócratas” en los gobiernos, sino salteadores de caminos. Ni el PSOE hace “política de izquierdas”, como el PP no hará “política de derechas”. El problema es que, en una democracia cuantitativa, los partidos se ven obligados a presentar eslóganes para satisfacer a sus electorados y esto da una sensación de “diversidad” y “pluripartidismo”. Pero, cuanto más compleja es una sociedad, sus problemas tienden a resolverse de la manera más técnica y la técnica carece de orientación política. Hoy, precisamente, el gran problema de los países europeos es que afrontan problemas nuevos que no se resuelven porque, hacerlo supondría perder votos a quien introdujera las reformas necesarias. Y aquel que diga que quiere hacer “política de izquierdas”, simplemente, miente, se engaña a sí mismo, o pretende engañar.

6. SI EL ESPACIO DE LA IZQUIERDA SE CONTRAE,
EL DE LA EXTREMA-IZQUIERDA SE MARGINALIZA

Desde el momento en el que el fordismo entendió que había que subir los salarios a los trabajadores alienados para convertirlos en consumidores integrados, la izquierda sociológica ha ido perdiendo terreno y, en consecuencia, la izquierda política ha necesitado buscar nuevos nichos electorales. Esto ha llevado a que hoy, el voto socialista proceda de grupos subvencionados, “nuevos españoles”, okupas, progres, wokistas, Lgtbiq+, funcionarios de ONGs, a lo que se une el “voto cerril” que siempre ha votado al PSOE y que no está dispuesto a cambiar. Pero, más allá de esta izquierda “iluminada” por la Agenda 2030, existe un espacio oscuro, construido por “lo marginal”. Y ha sido a ese espacio oscuro al que ha tenido que adaptarse Podemos y Sumar para poder tener unos pocos diputados, compitiendo con el PSOE. La “nueva izquierda” tuvo espacio político -en los tiempos de “los indignados”- en la medida en la que repetía lo mismo que la “vieja izquierda”, pero sin los lastres de esta (corrupción, desgaste histórico, proyectos fracasados). Tras unos años, el “centro irradiador” de Podemos, o bien cayó en los mismos tics que el PSOE, o bien cayó en situaciones esquizofrénicas entre el “ser” y el “parecer”. En la actualidad, en España, se da la paradoja de que, en la izquierda, a la corrupción generalizada del PSOE, se une la degradación moral de la “nueva izquierda” derivada de la imposibilidad de vivir conforme a lo que predica: no es extraño que, junto con los matarifes de ETA y con los engañabobos del “prucés”, formen una mayoría estable… Sería como si durante el franquismo, los simpatizantes de El Arropiero (aquel asesino en serie) y del Jarabo (el señorito farlopero que se cargó a tres personas el mismo día), los practicantes del timo del tocomocho y del nazareno, hubieran dado soporte al “Movimiento” franquista. El absurdo que entonces no ocurrió, ahora se hace realidad bajo la égida de Sánchez.

7. LA CONSIGNA DE TODO PARTIDO ES el "ME TOO", SINO EL “Y TÚ MÁS”

Errejón ni era un tipo particularmente bien dotado intelectualmente, ni mucho menos un ejemplo de probidad y moralidad. Lo hemos sabido desde que su figura emergió: no se puede ser “honesto” y negar, hoy, aquí y ahora, que la inmigración en España es un problema o que la inmigración ha traído más problemas de los que ha resuelto. Por tanto, negar esto, es ya un primer síntoma de “deshonestidad”. Ahora resulta, según cuentan sus compañeros de universidad, Errejón siempre había sido así… No es de extrañar. Al parecer, los únicos que no lo sabían eran sus compañeros de partido: y esto es todavía más preocuparte, por que la ministra de sanidad, con la carrera de medicina, debía de saber reconocer, profesionalmente, una adicción. A la cocaína, por ejemplo. Es una de esas adicciones que no se pueden ocultar a nadie con el que se tenga una relación frecuente: problemas nasales, mucosidad, nerviosismo, hiperactividad, cambios de humor y, por encima de todo, la delatora apertura de la pupila y la contracción del iris en los ojos. Así pues, o bien los compañeros de Errejón eran tan tontos como para no percibir que su “portavoz parlamentario” era un farlopero, o bien lo sabían, pero preferían mirar a otra parte. Unos, seguramente, porque consideran que la droga es la cosa más normal del mundo, otros porque pensarían que no afectaba en su rendimiento y, finalmente, la dirección del partido por conveniencias políticas: elecciones gallegas, elecciones vascas, elecciones catalanas, elecciones generales, elecciones europeas, elecciones municipales… ¿en qué hueco iban a reconocer que Errejón estaba colgado con la perica, sin que ello supusiera una pérdida de votos? ¡Claro que lo sabían! Y, en cuanto a las prácticas propias de depredador sexual en el círculo cerrado de Sumar, era imposible que hubiera pasado desapercibido, especialmente en la primera generación de dirigentes en las que todos eran novias y novios, coleguillas y amiguetes que se conocían de mucho tiempo atrás. El problema es que: por una parte, reconocerlo podía restarles votos y, por otra, es que, todos eran solidarios, en la medida en todos tienen el mismo problema de escisión entre la teoría y la práctica. Y los que no lo tienen, simplemente, demuestran comportamientos erráticos (Irene Montero es arquetipo de esto: nunca olvidemos que fue redactora de una ley que debía combatir las violaciones y que, en realidad, ha terminado reduciendo las penas a los violadores, y sigue siendo defendida numantinamente por su mamá como una ley justa y exitosa, cuando en realidad, solo ha sido aplaudida por los violadores procesados por el delito).

8. CUANDO LO PEOR NO ES SOLO LA DENUNCIA,
SINO EL VEHÍCULO DE LA DENUNCIA

La “periodista Fallarás”, una feminista fanática, es la que ha dado a conocer la denuncia contra Errejón. Bien por ella. Pero, las cosas son algo más complejas. Cabría preguntarse: ¿por qué ahora y no hace seis meses?, ¿por qué justo en ese momento cuando el gobierno está acosado por casos de corrupción y precisa balones de oxígeno y maniobras de distracción? No seamos conspiranoicos, pero tampoco ingenuos. Fallarás lanza esta semana un libro sobre el mismo tema. Así pues, se trata de una operación de marketing que ha cogido a Errejón entre raya y raya. Si el libro en cuestión se hubiera publicado en septiembre de 2026, sin duda habríamos tenido que esperar hasta entonces para conocer el “caso Errejón”. Lo siento, pero ni la “periodista Fallarás”, ni su denuncia, me perecen lo más honesto del mundo, sino más de lo mismo: reflejos de la crisis de la izquierda que ni siquiera tiene problema en fagocitarse así misma cuando las exigencias del marketing editorial lo imponen o bien ocultar sus vergüenzas cuando la rentabilidad política lo exige.

9. SUMAR HUELE A MUERTO, PODEMOS ESTÁ MUERTO

Obviamente, de esta crisis, Sumar no va a salir indemne: el escaso crédito que tenía, se habrá dilapidado, tanto como la cuestión del “chalet de Galapagar” disolvió la credibilidad de Podemos y la de su sumo sacerdote, Iglesias y consorte accidental. No hay necesariamente un “espacio” a la izquierda del PSOE: lo que hay son centenares de pequeños círculos, docena y media de grupos (Equo, Verdes, En Comú, Compromís, Mas Madrid, Anova, Coalición por Melilla, Adelante Andalucía), coaliciones del pasado (IU), partidos fundados hace cien años (PCE), cada una con su visión particular de la situación y de sus remedios, productos todos ellos de la crisis de la izquierda, de su fragmentación y atomización. Solamente son diferentes del PSOE en una cosa: apenas tienen poder. Algún comentarista ha pensado que la denuncia contra Errejón es un intento de relanzar a Podemos y a Iglesias… Vanas ideas: el movimiento de “los indignados” está muerto. Se suicidó: al suicidio de Podemos que supuso el asunto del “chalet de Galapagar”, ha seguido el suicidio de Sumar con el “caso Errejón”. No es un final wagneriano, sino más bien la conclusión de una comedia de enredo española. Tiene más futuro el Frente Obrero que los residuos del movimiento de los “indignados”.

10. UN CLAVO HUNDE A OTRO CLAVO

Se ha dicho también que el estallido del “caso Errejón” ha venido en ayuda del sanchismo cada vez más cercado por la corrupción y con más posibilidades de que Sánchez pase de la Moncloa a Alcalá-Meco sin etapas intermedias. No van por ahí los tiros. El “caso Errejón” apenas ha logrado tapar relativamente cuatro días los escándalos económicos y las corruptelas del sanchismo y, para colmo, ha erosionado de manera irreversible y definitiva al socio del gobierno. Tres semanas antes ya se había revitalizado (esta vez deliberadamente para tapar las corruptelas sanchistas) el “caso Bárbara Rey” y tampoco pudo extenderse más de diez días. Ahora ya sabemos que tenemos un gobierno en el que la banda de salteadores de caminos por un lado y los depredadores sexuales, actúan al alimón. Todos salen erosionados. Incluso el PP, que está llevando a cabo una “oposición de baja cota” (ahora, cuando tendría que “entrar a matar”) y tendiendo todas las veces que puede la mano al PSOE. Feijóo no es el líder que la derecha necesita, desde luego, y si alguien daba por enterrado a Vox, las últimas estadísticas sugieren que crece a bastante más velocidad que el PP. Lo más probable es que la extrema-izquierda termine formando nuevas coaliciones en un ambiente de derrota, con abandonos e incorporaciones por goteo al PSOE. Sumar está en fase de liquidación. Y no sólo por el “Caso Errejón”, sino por la salida de la Colau de En Comú, por el escándalo de la Mónica Oltra en la pata valenciana con Compromís, por los fracasos electorales en Galicia, Euzkadi, etc, etc. En cuanto a Podemos, haga lo que haga Iglesias, lo cierto es que es otra sigla finiquitada: demasiadas chicas “loquitas”, demasiados fracasos políticos, demasiados hombres deconstruidos en su dirección, como para que pueda revitalizarse algún día. Y en la extrema-izquierda y en el PSOE, desmoralización, sensación de que el ciclo de Sánchez termina y que les va a costar mucho encontrar un caballo de batalla, una idea fuerza, salvo quizás la “unidad de la izquierda” que es, a donde, necesariamente, debería encaminarse esta izquierda terminal en todas sus versiones. Ahora nos gobierna el “frente de los derrotados” (todos los partidos que componen la coalición de gobierno o que lo apoyan, perdieron votos en las últimas elecciones generales). Que no os extrañe mañana, la creación de un “frente de izquierdas” que una el partido de los salteadores de caminos con el de los depredadores sexuales.