José Antonio conoció bien a Eugenio Coselschi puesto por Mussolini al
frente de la iniciativa de los CAUR. ¿Quién era este hombre cuyo apellido tenía
resonancias tan poco itálicas? Nacido en 1888 en un pueblecito próximo a
Florencia (1), su familia procedía de Polonia, asentándose en Italia a
principios del siglo XVIII (dato que explica por sí mismo la tendencia de los
CAUR a intentar una implantación en profundidad en el mundo eslavo). Siguió el
camino de su padre y terminó sus estudios en la facultad de derecho de Roma.
Convertido en nacionalista desde su juventud, junto con otros compañeros de
facultad, inició la publicación de la revista Il Carroccio. Ahí se inició la actividad política del joven
Coselschi, en el ambiente próximo a Enrico Corradini y ocupando pronto la
presidencia de la sección de Florencia de la asociación irredentista Trento e Fiume. A partir de 1914, con el
desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial, Coselschi realizó propaganda a
favor de la intervención de Italia, junto con el irredentismo.
Alejado de la Asociación Nacionalista a causa de un enfrentamiento con
el propio Corradini, fundó el Comité Pro Dalmacia multiplicando sus artículos
en favor de la “liberación de los pueblos oprimidos por los Habsburgo”. De esa
época datan los primeros contactos con un conocido cliente de su padre, con
quien compartía el común interés por las reivindicaciones en la frontera
italiana del Este: el poeta D’Annunzio. En 1915, se enrolará como voluntario en
la brigada “Firenza” combatiendo en el frente del Isonzo. Herido en la garganta
pocos días antes del fin del conflicto, fue licenciado con el grado de capitán,
considerado como mutilado de guerra y galardonado con varias condecoraciones al
valor. Al retornar a Florencia, fundó con otros nacionalistas una Alianza
Antibolchevique de Defensa Cívica que, según Coselschi, “anticipó la acción escuadrista del fascio local”. Se trasladó luego
a Milán participando en la agitación frenética que asoló la ciudad en 1919.
D’Annunzio lo nombró representante para la Toscana y a su lado participó en la
ocupación d Fiume por el poeta y sus “legionarios”.
Durante la aventura de Fiume, Coselschi fue nombrado por D’Annunzio
como secretario personal, encargándole sus primeras tareas como mediador con
separatistas croatas y montenegrinos en lo que constituyeron sus primeros pasos
en cuestiones internacionales. En enero de 1920 volvió a Toscana y se
estableció en las inmediaciones de Arezzo donde fundó una asociación de
excombatientes. Declaró haberse adherido al fascismo ese mismo año y haber
participado en la Marcha sobre Roma, pero, en realidad solamente se inscribió
en el Partido Nacional Fascista en abril de 1924. De todas formas, Coselschi
siempre, a partir de 1920, dio muestras de un oportunismo político irreprimible
que le llevaría a ser un superviviente en medio de todos los cambios políticos
que tuvieron lugar en Italia en los cincuenta años siguientes. Ese oportunismo
es lo que le hizo ponerse al servicio del nuevo gobierno, cuando ya comprobó
que se había asentado sólidamente en el poder. Fue D’Annunzio quien lo
recomendó para organizar la propaganda del Estado fascista en Iberoamérica,
tarea que cumplió a bordo del Italia,
un navío de la marina. Paralelamente, intentó aumentar su peso político
reuniendo a las distintas asociaciones de voluntarios en la Asociación Nacional
de Voluntarios de la Guerra 1915–1918 de la que fue elegido director de la
oficina de propaganda. Sin embargo, la experiencia que había desarrollado en
Italia le indujo a proponer en mayo de 1924 la constitución de un Instituto Internacional
de Cultura que debería proyectar el mensaje del fascismo en todo el mundo.
Envió el proyecto a Mussolini acompañado por una carta entusiástica y devota…
El proyecto fue rechazado por el Duce que, en aquel momento, tenía otras
preocupaciones, pero sirvió de referencia para Coselschi sobre un terreno que
podía explorarse: el de la proyección internacional del fascismo, amparado en
la figura de Mussolini.
A finales de noviembre de 1924, Coselschi organizó por iniciativa
propia un Comité de Acción Dálmata, destinado a sostener las reivindicaciones
italianas sobre la Dalmacia yugoslava. Coselschi había percibido la importancia
que este tipo de iniciativas tenía para el fascismo y decidió jugar con varias
cartas. En 1925, fue elegido presidente de la Asociación de Voluntarios
Nacionales, la mayoría de cuyos colaboradores figurarían más tarde como
agregados a la iniciativa de los CAUR. La asociación publicó la revista La Volontà d’Italia, subtitulado “Órgano
imperialista del Voluntarismo italiano” que pronto pasó a ser integrado en el
dispositivo del PNF. En 1927, la Asociación reconoció por primera vez su tarea
de “promover el concepto de una romanidad universal”. Esta desbordante
actividad de Coselschi le fue recompensada siendo nombrado diputado en 1928, si
bien fracasó en su intento de convertirse en nombre del Gran Consejo Fascista.
En el curso de los debates parlamentarios, Coselschi se especializó en
asuntos internacionales. Aprovechó esta experiencia para ofrecerse a dar
conferencias de propaganda del régimen en el extranjero. En 1929 habló en
Francia, en 1930 en Bélgica y en Suiza. En 1931, se desplazó a Polonia y al
volver sugirió acciones de propaganda antiyugoslavas y antifrancesas. Ese mismo
año dio conferencias en los Fascios Exteriores de Bélgica y Holanda. Al año
siguiente, fue a Viena. Parece ser que, en el curso de estas conferencias,
aprovechó para cumplir algunos encargos discretos al servicio del régimen. En
algunos casos, la justificación para estos eventos era la celebración de
reuniones de excombatientes. Poco a poco, en todos estos países fue tejiendo
una red de contactos internacionales que ponía al servicio de la proyección
internacional del fascismo a la que había decidido asociar su nombre. Parte de
estas funciones consistía en recabar informaciones sobre la situación interior
de estos países y su actitud ante el fascismo italiano, personalidad a las que
se podía “tocar” para mejorar y promover la imagen del fascismo y, actos de espionaje
puro y simple.
En 1932, Coselschi ya podía considerarse con razón como “representante
personal” de Mussolini. A medida que pasaban los años, Coselschi se convencía
de la posibilidad de realizar una tarea de proyección internacional del
fascismo, que, de paso, redundase en mejorar su posición personal en el
interior de la jerarquía del régimen. El problema con el que se enfrentaba era
que las orientaciones que quería dar a su proyecto, eran difícilmente
compatibles con las del Ministerio de Asuntos Exteriores que, de paso,
despreciaba a los “activistas fascistas”, en tanto que no eran diplomáticos
profesionales y podían tener deslices en el desarrollo de su trabajo.
Coselschi, por lo demás, fue investigado por la policía política y definido sin piedad como “[alguien] que goza de fama de no haber hecho nada concreto”, añadiendo que “no goza de simpatía en el ambiente fascista por sus pretensiones y por sus iniciativas. Es considerado como un ambicioso”. Asvero Gravelli, el teórico del “internacionalismo fascista” (que sin embargo, albergaba la mayor desconfianza hacia Coselschi y a su proyecto) lo definió como “el hombre que siempre estaba en medio”, el típico jerarca preocupado por medrar y relacionarse con las altas esferas del régimen, especialmente con los que eran de origen dálmata (que no eran pocos, entre ellos Dino Alfieri, Fulvio Suvich o Giovanni Giurati), un jerarca de “bajo perfil” convertido en enviado personal de Mussolini en América y Europa.
En octubre de 1932, el Comité de Acción Dálmata, se convierte en la
Liga Imperialista Italiana, rebautizada en enero de 1933 Liga de Roma y luego
Liga Latina. ¿Objetivo? “La promoción del
primado cultural y político de la Roma mussoliniana y fascista en Europa y en
el mundo”. Para financiar sus actividades obtuvo una dotación de 375.000
liras. La Liga publicó el opúsculo Universalidad
del Fascismo que reunía artículos publicados en distintos medios de los
cinco continentes comentando la personalidad de Mussolini y los contenidos del
fascismo. Coselschi había realizado la introducción en la que sostenía la
exigencia de una organización internacional fascista que coordinara a los
distintos movimientos exteriores que se reclamaban “fascistas” o próximos al
fascismo.
Pero, el proyecto de Coselschi todavía no encontró el terreno maduro para ser admitido. La jerarquía fascista reaccionó fríamente ante la posibilidad de internacionalización de su proyecto. A la alta jerarquía fascista, los movimientos a los que aludía el opúsculo le parecían demasiado heterogéneos entre sí y apenas contenían rasgos exteriores, como máximo, del fascismo primitivo que ya había quedado atrás. El mismo Coselschi siempre dio muestras de no tener muy claro cuál iba a ser el denominador común de ese “fascismo internacional”. En unas ocasiones parecía ser el corporativismo, en otras el simple anticomunismo, a veces la admiración por la idea de Roma, incluso el simple mimetismo en relación al primer fascismo, revolucionario y escuadrista (que algunos dirigentes del partido preferían en 1933, olvidar por lo que tuvo de turbulento, ultrarrevolucionario y agresivo…).
En abril de 1933, Coselschi, advirtiendo la hostilidad de la jerarquía fascista a sus proyectos, se dirigió personalmente a Mussolini en una de sus numerosas y largas cartas, explicándose su proyecto “imperialista y universalista”. Dado que el opúsculo Fascismo Universal había resultado un éxito de ventas, Coselschi asumió la iniciativa de fusión entre los Comités de Acción Dálmata y la Liga Latina en una nueva organización que nació en mayo de ese año, dedicada a la “organización de propaganda y de cultura” denominada Comités de Acción por la Universalidad de Roma (CAUR). El proyecto fue aprobado en mayo de ese año y vale la pena preguntarse por qué: la razón, como hemos apuntado antes, es que en 30 de enero de 1933, Hitler había llegado al poder en Alemania. Inmediatamente después, el NSDAP había puesto en marcha el Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda, con Joseph Göbbels al frente, encargado de la difusión de la doctrina nacional–socialista entre los alemanes que vivían fuera del Reich, entre otras tareas. Fue a partir de entonces cuando el gobierno fascista italiano percibió que carecía de instrumentos de propaganda en el exterior y que lo poco que tenía estaba dividido en numerosos departamentos, frecuentemente contradictorios e incluso dirigidos por antifascistas. La propuesta de Coselschi que había sido rechazada meses antes, encontró en 1933 una acogida más favorable: los CAUR serían, simplemente, la respuesta italiana al Ministerio para la Propaganda del Reich
NOTAS
(1) Extraemos los datos biográficos sobre Coselschi de la obra L’Internazionale delle Camicie Nere. Op. cit., págs. 75-86.
José Antonio, Falange y los CAUR - Falange
y la “Internacional Fascista” (1 de 7)
José Antonio, Falange y los CAUR - Los
CAUR en España: una historia breve pero muy real (1ª parte) (3 de 7)
José Antonio, Falange y los CAUR – Los
CAUR en España: una historia breve pero muy real (2ª parte) (4 de 7)
José Antonio, Falange y los CAUR - José
Antonio y los congresos de Montreux (1ª parte) (5 de 7)
José Antonio, Falange y los CAUR - José
Antonio y los congresos de Montreux (2ª parte) (6 de 7)
José Antonio, Falange y los CAUR -
Conclusiones