Me he encontrado en un viejo disco duro, este artículo que debe datar de 2003, como máximo y que se pubicó en no recuerdo qué revista. Lo reproduzco ahora porque tiene más actualidad que nunca y me ofrece la excusa de recuperar artículos sobre temáticas psicológicas que escribí hace mucho tiempo.
- Vampiros, hombres lobos, trolls y brujas eran metáforas de lo que hoy conocemos como asesinos en serie.
- El éxito de los asesinos en serie literarios se explica solo por la atracción que el público siente ante el vértigo del horror.
- El abuso a menores genera reacciones violentas y afecta al desarrollo, el crecimiento y la nutrición del pequeño.
- Peter Stubbe llegó al extremo de matar a su propio hijo y después devorar su cerebro.
- Gacy se disfrazaba de payaso, precisamente por que era el aspecto más atractivo para los niños que asesinaba.
- Christopher Wilder, donaba dinero para salvar a las ballenas y delfines. Pero era uno de los más crueles asesinos en serie.
Siempre han existido asesinos en
serie. Pero nunca tan abundantes como ahora. Cuanto más avanzado es un país y
mayor es su nivel de vida, parece que dé a luz más asesinos en serie. Si bien
los que han realizado crímenes más masivos proceden de Rusia, África y
Pakistán, en Estados Unidos aparecen con más frecuencia. No hay que olvidar que
uno de los más sistemáticos asesinos en serie era español: el “Arropiero”. ¿Qué
pasa por la mente de un asesino en serie? ¿por qué matan? ¿qué modelos
históricos tienen? Este artículo ayudará a conocerlos mejor.
El asesino en serie siempre tratará de
excusar su conducta, con el fin de evitar las cárceles o la pena de muerte,
pero a decir verdad pocas veces logran salirse con la suya ni resultar
convincentes en sus justificaciones.
Jeffrey Dahmer declaró que había nacido incompleto, Ted Bundy dijo que todo fue
culpa de la pornografía, Herbert Mullin culpó a las voces dentro de su cabeza,
ellas le impulsaban al crimen mientras cantaban la canción de la muerte. John
Wayne Gacy se limitó a mentar pestes y dijo que sus víctimas merecían morir. En
palabras de Bobby Joe Long fue un accidente de motocicleta lo que desencadenó
un frenesí sexual, al punto de convertirlo en un asesino en serie.
¿HISTORIA O FANTASÍA?
A pesar de que el término en
“serial killer” (asesino en serie) fue acuñado apenas en 1971, viejas fábulas
infantiles (tales como las narradas por los hermanos Grimm) nos enseñan que
siempre ha existido el peligro de confiar en los extraños. Los criminales
de ese entonces: vampiros,
hombres lobos, trolls y brujas eran metáforas de lo que hoy conocemos como
asesinos en serie. Estas viejas historias nos recuerdan a los actuales
monstruos que viven en nuestra sociedad. Con toda seguridad se puede afirmar
que siempre han existido los asesinos en serie, que representan el eterno
sadismo y crueldad del ser humano.
Existen una serie de personajes
literarios que prefiguran a los asesinos en serie y, lo que es más importante,
sacan a la superficie una constante en la historia: la atracción que siente la
persona normal hacia lo maligno, hacia lo que él jamás será capaz de hacer. Frankenstein, el Hombre-lobo, el Vampiro, Jekyll y Hyde,
no pueden explicar su éxito si no es a causa del vértigo que la humanidad
siente hacia el mal.
¿MAL DE LA MODERNIDAD?
El estudioso del tema Eliott Leyton
opina que el asesinato en serie surge a la par de las modernas ciudades
industriales del siglo XIX.
Basa su teoría en la premisa de que el asesinato contra los extraños, es inexistente en las llamadas
sociedades «primitivas». Sin embargo, es en las ciudades de atmósfera
asfixiante, donde hay calles en que ni la luz llega y en que transita todo
mundo, donde residen los pordioseros y otros marginados sociales donde pega más
fuerte la plaga del asesino en serie.
Durante el siglo XIX dejó de culparse
al demonio como única fuente del mal y la destrucción en el mundo. Los ojos de
los científicos y los escritores miraban hacia las personas, tratando de
descubrir a la bestia escondida dentro.
Las teorías de Darwin enlazaban a la bestia y al ser humano como nunca antes se
había imaginado. ¿Qué tan lejos estábamos de aquellos hombres mono
prehistóricos? Una posible respuesta la dieron los investigadores Cesare Lombroso y Max Nordau
quienes creían que los hombres violentos tenían rasgos primitivos, con
mandíbulas pesadas y frente pequeña. A pesar de que la teoría del perfil
lombrosiano tuvo evidencia estadística, hoy ésta no es aceptada por los
especialistas. De todos modos, aún goza de gran popularidad.
JACK EL DESTRIPADOR, PRIMER SERIAL
KILLER MODERNO
¿Qué mejor lugar, sino el Londres del
siglo XIX, para que apareciera en escena el más famoso asesino en serie del
mundo? El misterio y
el horror de los crímenes cometidos por el asesino de Whitechapel asombraron al
mundo entero, dada la gran cobertura que tuvo en los medios de aquella época.
Todavía se siguen generando
especulaciones para determinar quién fue el asesino. Creo que jamás lo
conoceremos. El problema
es viejo como la humanidad misma, sin embargo, la sociedad actual acentúa la
aparición de estos asesinos como ninguna otra en tiempos pasados.
En su libro En serie Killers,
Joel Norris describe los ciclos de violencia como generacionales: «Los
padres que abusan de sus hijos tanto física como psicológicamente instalan en
ellos instintos de violencia, recurso al cual acudirán en primer lugar para
resolver sus retos y problemas personales». El abuso infantil no sólo
genera reacciones violentas, sino que afecta al desarrollo, el crecimiento y la
nutrición del pequeño, entre otras cosas, elementos que pueden precipitar la
formación de asesinos en serie.
EL EXCESO DE DISCIPLINA
Algunos padres piensan que ser
estrictos y celosos en la disciplina, crea hijos diestros y exitosos. De entre
todas las opciones educacionales, esta parece la más correcta, pero el problema
surge cuando se supera una barrera situada más allá de la disciplina razonable. A partir de ese momento, está
demostrado que las
restricciones e imposiciones continuas precipitan en fracaso y el desastre en la
personalidad en formación.
Si entre el infante y sus primeros
tutores, sean estos sus padres biológicos o no, se crean deficientes lazos
afectivos se pierde el fundamento tras el cual nace la nobleza y la confianza
hacia otros semejantes.
Aquel que carece de lo anterior queda
aislado; en su soledad aparecen violentas fantasías, que se convierten en la
única fuente de felicidad. Y todo esto, en sustitución de la interacción
social.
En el libro: Sexual Homicide:
Patterns and Motives los autores Robert Ressler, Ann Burgess y John Douglas
llegan a la conclusión de que, tras esta fallida infancia, el individuo
crece acompañado de sus fantasías sobre dominación y control. No
experimentando simpatía ni remordimiento alguno por los demás. Toda persona es
reducida a un mero símbolo que puede ser manipulado de acuerdo a la fantasía en
turno.
ABUSOS INFANTILES
Los especialistas tienen muy claro que
el abuso infantil, de cualquier tipo y en cualquier grado, no es la causa
directa en la formación de un futuro asesino. Pero si es un factor muy
importante para entender al psicópata.
Sabemos que mucha gente padece en la
niñez… pero, en ese caso, el mundo tendría que estar repleto de criminales. La
gran mayoría de los asesinos culpan a sus padres y madres. Exageran cuando
describen los abusos y el maltrato. Muchos quieren creerles y provocan que
éstos declaren más de la cuenta, así ganan simpatía frente al público y en no
pocos miembros del jurado.
De todos modos, aunque existe
exageración, también hay testigos que corroboran las historias. Consideremos
también que hay familias que poseen una fachada de normalidad, pero que,
resulta ser, en realidad y vivido desde el interior, una completa farsa;
reforzando el patrón Dr. Jekyll-Hyde en sus integrantes.
LOS PADRES
En los casos de los asesinos en serie
analizados en profundidad se ha descubierto que ambos padres suelen ser fuente
de terror durante la infancia.
A la madre se la culpa más
que al padre, tal vez porque éste, por lo general, desaparece o nunca estuvo
presente. La queja es si la madre fue sobreprotectora o muy distante,
sexualmente muy activa o reprimida. Con el padre, que porque fue alcohólico,
golpeador y misógino.
La
marginación y la ignorancia preceden muchas de estas conductas. En algunos
casos devienen en fanatismo religioso y en violentos arranques para imponer la
disciplina.
El padre del famoso asesino en serie
Gacy DeSalvo llegaba a casa acompañado de prostitutas y nadie podía replicarle.
La madre era frecuentemente golpeada. Fontanero de profesión, el padre de
DeSalvo le golpeó la espalda con un pesado tubo. Varias veces alquiló como
esclavos a sus hijos a granjeros vecinos; tras algunos meses la madre corría a
buscarlos. Se trataba de un peligroso alcohólico. Humillaba y despreciaba al
joven y tímido Gacy; alguna vez le disparó a su mascota en señal de castigo. En
cierta ocasión le propinó un golpe que le produjo una lesión cerebral diagnosticada
diez años después.
Henry Lee Lucas, otro cruel asesino en
serie norteamericano padeció de sexualidad indefinida durante su infancia
gracias a su sádica madre, quien se dedicaba a adulterar bebidas y era
alcohólica. Inexplicablemente lo trató como mujer hasta los 7 años. Le obligaba
a llevar cabellos largos y lo vestía con ropas de mujer; vivía como una niña.
Una de las maestras de Henry protestó y le mandó cortar el cabello provocando
la ira de la madre, quien golpeó salvajemente al pobre chico. En una de tantas
palizas le provocó fractura de cráneo. Se sospecha que Lucas también estuvo
expuesto a las actividades sexuales de la madre. Finalmente terminó por
asesinarla en una pelea familiar.
¿Y LOS ASESINOS QUE NO FUERON
MALTRATADOS EN SU NIÑEZ?
A pesar de que la mayoría de
criminales en serie fue víctima de abuso infantil, no siempre es una constante.
Lo desconcertante es que también surgen asesinos en familias aparentemente más
normales.
¿A qué se debe? La única explicación
es que existen personas
que nacen predispuestas al crimen. Nada ni nadie es culpable directo en las
tragedias por venir.
A pesar de haber tenido una infancia
relativamente tranquila, sin abuso ni golpes, Jeffrey Dahmer se convirtió en
uno de los asesinos en serie más famoso del mundo. Pocos hombres han causado tanto
horror por lo grotesco de sus crímenes sexuales; a tal grado que los
preparativos para llevar a cabo el juicio fueron largos y exhaustivos.
En su libro A Father’s Story,
Lionel Dahmer, padre de Jeffrey, relata que la madre de éste tuvo un embarazo
complicado y la culpa en parte por lo sucedido. Tras numerosos episodios de
histeria e hipocondría, durante los cuales la mujer experimentaba rigidez y
convulsiones, Lionel supone que interfirió en el sano desarrollo de Jeffrey.
También piensa que posiblemente el cuerpo de Joyce haya sentido rechazo
presintiendo el inmundo ser que se gestaba en su vientre. Sin duda que algo
estaba mal, pero jamás sabremos el qué.
Existían serias dificultades en el
matrimonio Dahmer. Suficientes como para alejar del hogar a Lionel, un químico
que se refugió en el trabajo y en el estudio para evadir el estrés familiar.
Bajo la perspectiva que da el tiempo, Lionel admite que el lado oscuro de su
personalidad estaba fielmente plasmado en Jeffrey, por no decir que aumentado y
corregido.
De ser un niño radiante y feliz,
Jeffrey comenzó a crecer retraído, inclusive su cabello se tornó oscuro, a la
par que sendas sombras cubrían su mirada. Alguna vez, padre e hijo descubrieron
los huesos de pájaros en el jardín de casa. El pequeño Dahmer quedó
profundamente interesado en ellos. Situación que no preocupó mayormente a
Lionel. A los trece años Jeffrey mencionó a su padre que deseaba hipnotizar a
una chica, para tomar total control de la misma. Fantasía que pesó siempre en
la personalidad del hijo.
LOS TRES FACTORES PRESENTES
Curioso pero estos tres factores
que mencionaremos están casi siempre presentes en el historial de un asesino en
serie.
-
Piromanía
-
Crueldad con los animales
-
Incontinencia
Usualmente la piromanía representa
una actividad de estimulación sexual. La rápida destrucción de la propiedad
material es para el piromaníaco de igual intensidad que la destrucción de otra
vida humana. En realidad, «el otro» no es más que un objeto, un símbolo para el asesino en serie.
Por lo que el cambio entre prender fuego y asesinar es muy fácil para estos
criminales. Famosos pirómanos: Peter Kürten, David Berkovitz y Joseph
Kallinger.
Torturar animales es otra de las más
claras señales de alarma.
Porque se entiende que ésta no es más que una preparación práctica y ensayos para el incipiente
asesino. Paralelamente, lastimar a los compañeros, refuerza los
patrones de soledad en el infante, por lo que libera su estrés contra seres
indefensos. Sacan la furia que llevan dentro, pero evitando molestas
consecuencias sociales.
Kemper, cruel asesino de doce jóvenes,
enterró vivo al gato familiar, para después sacarlo y cortarle la cabeza.
Dahmer, el “carnicero de Milwaukee”, era conocido por su crueldad hacia los
perros; los decapitaba y colgaba las cabezas en palos junto a su casa.
Pero no todos los asesinos en serie
torturan animales; otros, en cambio los adoran... tal es el caso de Dennis
Nielsen que no quiso que su perro (Bleep) fuera testigo de su detención, por
pura vergüenza. El torturador sádico, violador y asesino Christopher Wilder,
cuyos horrores se recuerdan todavía en EEUU donó mucho dinero al fondo para
salvar a las ballenas y delfines.
Pero hay una tercera característica
sorprendente. Orinar la cama, es uno de los síntomas más desconocidos, dada
su naturaleza íntima. Sin embargo, se estima que 60% de los criminales en serie
orinaron sus camas aún llegada la adolescencia.
Cosa notable si consideramos que
personas con lesiones cerebrales y retraso logran contenerse a una edad
aceptable. Por el contrario, el
asesino en serie siendo una persona «normal» y a veces extremadamente
inteligente no logra controlar sus esfínteres.
¿DEMASIADOS O DEMASIADO POCOS ASESINOS
EN SERIE?
Se admite unánimemente que el número
de asesinos en serie está creciendo en las últimas décadas y que ya no es un
fenómeno propio de la criminología norteamericana, si bien es cierto, que en
los EEUU es donde todavía existe mayor densidad.
Este
aumento de los asesinos en serie está relacionado con un alza generalizada de
la violencia en los espectáculos, en los videojuegos, en la pornografía y en
todos los ámbitos sociales.
Así mismo, la desintegración y la crisis de la familia, ha generado la
aparición de familias desestructuradas en cuyo interior fermentan mejor las psicopatías,
las frustraciones y los problemas que, como hemos visto, son acompañantes casi
inseparables del asesino en serie.
Obviamente, nos hemos limitado a
describir los rasgos más habituales entre los asesinos en serie, evitando
descender al terreno de la política en el que se mueven otro tipo de psicópatas
que tienen a su alcance medios de destrucción masiva. No hay que confundir
al psicópata con el asesino en serie. Si bien todos los asesinos en serie son psicópatas, no
todos los psicópatas lo son, especialmente aquellos que actúan como “psicópatas
integrados”, es decir, que llevan una vida respetable, pero que en su interior
residen las características propias de esta aberración mental.
No es aventurado decir que todos o algunos rasgos propios
del psicópata están presentes en la clase política. El problema se
complica mucho más cuando el “psicópata integrado” alega haber sido elegido por
votación popular, declara una guerra de aniquilación alegando que la otra parte
es responsable o utiliza los mecanismos legales para acallar a la oposición o
sofocar las libertades ante cualquier crítica que se le pueda reprochar.
Decididamente,
el “serial killer” del que hemos hablado en este artículo es peligroso para los
ciudadanos tomados de uno en uno. Nadie está a salvo de esta especie criminal,
convertirse en víctima es casi como participar en una lotería. Sin embargo, el “psicópata
integrado” que ocupa cargos políticos o económicos de máxima responsabilidad,
es un peligro incuestionable para toda la sociedad, sus decisiones afectan a
grandes conjuntos de población y no pestañea a la hora de darse una
satisfacción borrando de un plumazo a pueblos enteros. La mayoría de ellos han sido
elegidos por sufragio universal. Y es que, una de las características del “psicópata
integrado”, además de su capacidad para mentir, es ofrecer cierto encanto
personal…
Tampoco podemos olvidar a la figura
del terrorista, otra personalidad anómala, un matarife que trata de justificar
sus crímenes recurriendo a explicaciones de matriz política o social, como si
eso le eximiera de responsabilidades. Cada vez que un etarra toma la palabra para defender su
opción evidencia sus anomalías mentales. Cada vez que un yihadista asesina,
apelando a la religión. evidencia lo peligroso de las derivaciones extremas de
aquellos credos en los que el “no matarás” aparece atenuado por la tarea
misional.
En cualquier caso, el terrorismo, determinadas
formas de entender la política, los serial-killer, tienen todos como
denominador común la personalidad psicópata. De eso podemos estar bien seguros.
IRAN: UN ASESINO EN SERIE MUSULMÁN
Said Hanai, es un asesino en serie iraní.
Hanai, un obrero de la construcción de 38 años, confesó haber asesinado a
dieciséis mujeres en la ciudad iraní de Mashah. El portavoz de la policía
explicó que tenía problemas mentales y de impotencia.
Llamado por los medios de comunicación
de su país “la araña asesina”, Said Hanai fue detenido el 23 de julio de 2002.
Así pudo darse por concluida la investigación sobre el misterioso asesino que
azotó durante un año la región de Mashad, al noreste del país.
Hanai, un obrero de la construcción de
38 años, casado y con tres hijos, confesó haber matado en los últimos doce
meses a 16 de las 19 víctimas, todas ellas mujeres de entre 20 y 50 años.
La mayoría de mujeres asesinadas se dedicaba a la prostitución y eran o habían
sido toxicómanas. ¿Quién asesinó a las otras 3 mujeres? La fama obtenida por
Hanai en los medios de comunicación que explicaron detalladamente su método
para ejecutar los crímenes, hicieron que otros tres asesinos mataran a tres
mujeres copiando su técnica. En los tres casos fueron detenidos previamente.
Los asesinatos se extendieron del 28
de julio de 2000, al 22 de julio de 2002. El primer cuerpo que apareció fue el
de Afsaneh, una prostituta veterana de 30 años; a los pocos días se encontraron
los cadáveres de otras dos y entre diciembre y enero, cinco cuerpos más
imposibilitaron que la oleada de asesinatos fuera mantenida en secreto. El
diario local “Jorasan” empezó a hablar de la presencia en la zona de un
“serial killer” al que llamaron “la Araña” por la particular forma en que las
mujeres quedaban atrapadas. La
técnica era siempre la misma, el asesino estrangulaba a la víctima con su
propio pañuelo y luego abandonaba los cuerpos arrojándolos a la cuneta y
envueltos en el chador (velo islámico). Nunca abusó sexualmente de ellas,
solo las asesinaba movido por impulsos religiosos... La ciudad de Mashad,
literalmente quiere decir, “lugar de martirio”.
El impacto que estos asesinatos causaron
en Irán es indescriptible, no solo por la brutalidad de los hechos en sí, sino
porque reveló que, a pesar de la estricta legislación islámica que prohíbe la
prostitución y la droga, ambas gozan de buena salud. Sin embargo, los sectores
más integristas del régimen iraní se niegan a reconocer la realidad.
Said Hanai fue ahorcado en 2002. Dos días antes de su detención, 9 condenados a muerte fueron ahorcados en Teherán y Shiraz. Tres más lograron salvarse gracias a un indulto de última hora. En Irán la pena de muerte fue restablecida en 1979 con la revolución islámica del Imán Jomeini y está aún vigente en especial para traficantes de droga y asesinos. El reo solo puede evitarla si los familiares de la víctima le perdonan públicamente. Alguien no perdonó a Hanai