jueves, 7 de febrero de 2019

365 QUEJÍOS (265) - INDEPES ¿LOS TONTOS SOLO SABEN CONTAR HASTA 21?


Hay documentos que son bochornosos y otros que indican el nivel intelectual de sus redactores próximo a la indigencia. Reconozco que, hasta ahora, a lo largo de mis 66 años de vida, no había leído algo tan rematadamente malo, curso y tontorrón como la llamada “Propuesta del Govern de Catalunya en la cumbre con el Gobierno de España: Un pacto de Estado para soluciones el conflicto entre España y Cataluña” (y de los grandes expresos europeos). Dejando aparte el titular pomposo y grandilocuente, casi interminable, resulta imposible tomar en serio un documento que parece redactado por un grupo de alumnos de último curso de EGB. Desde el principio, dijimos que Kim-Il-Torra no pensaba en términos de realismo político, ni siquiera de normalidad psicológica, es simplemente un troglodita, un vestigio de otra época. De encontrarse estadistas de fuste sentados en la Moncloa, la reacción a esta “propuesta” no podría ser más que la de enviar a un equipo de psiquiatras forenses, no para estudiar si el redactor está o no en sus cabales, sino si es un simple discapacitado intelectual.

Este texto debería ser leído obligatoriamente por todos los españoles para comprobar el nivel de inanición intelectual de la clase política. El Mundo cuenta que el documento “ha sido presentado en la mesa del diálogo abierta por el Govern con distintos partidos políticos catalanes, entre los que se encuentran ERC, Junts per Cat y el PSC”. Me pregunto qué hace ahí el PSC. Y me imagino la cara de sorpresa de Oriol Junqueras, en capilla ante su próximo juicio, al leer los 21 puntos.


Desde hace tiempo, venimos diciendo que en el independentismo catalán se está produciendo una especie de selección al revés: los más inteligentes, aquellos a los que les quedaba un mínimo sentido común y eran capaces de percibir la realidad, hace tiempo que se han ido a sus casas; quedan los indigentes intelectuales y los fanáticos. Torra tiene algo de ambas categorías, pero reconocemos, que el documento en cuestión rebasa cualquier límite. No nos cabe la menor duda de que Kim-il-Torra no es el único culpable. Si en el Palau de la Generalitat el nivel de la clase política ha llegado a mínimos, en La Moncloa no es mucho más alto. Cuando el pasado 21-D, en medio de incidentes y manifestaciones muy minoritarias pero violentas, Sánchez ofrecía a la gencat el cambiar de nombre el aeropuerto del Prat por el de Josep Torradellas y rehabilitar a Companys… indicaba a las claras su creencia de que con estas banalidades podría resolverse el problema. A partir de ahí, la gencat entendió el mensaje: además de banalidades, ellos eran capaces de incluir tópicos.

Y así ha salido el documento que ha salido. ¿Banalidades? Dice el documento en sus puntos: “Hacer efectiva una política de fosas comunes”, “declarar la nulidad de los juicios franquistas como paso de memoria histórica”, “denunciar los privilegios derivados del franquismo”… por citar tres, además, mal redactados. ¿Tópicos? “garantía de respeto a los derechos humanos”, “mejorar la calidad democrática de España”, “garantizar la independencia del poder judicial”, “acabar con la limitación de derechos fundamentales”, “garantía de separación de poderes”, “compromiso por la ética en la política”… es decir, un conjunto de reiteraciones que se resumen en lo siguiente: “dejadnos hacer lo que nos dé la gana”. Muy bueno eso de colocar en el punto 8 lo de la “separación de poderes” y en el 11 “garantizar la independencia judicial” para luego añadir en el punto 15 una alusión a “superar la vía judicial que ha de abandonarse”

¿Novedades? Altísimas dosis de antifascismo: “compromiso para aislar a los grupos neofascistas” (¿a partir de Ciudadanos o a partir del PSC?), “admitir que la impunidad de las actitudes fascistas tienen relación directa con esto” (con la “cultura franquista”, se entiende), “acabar con la complicidad de la policía y los jueces con la ultraderecha” (¿en qué planeta?). ¿El resto? Las habituales defensas numantinas del “procés”: “no amenazar más con la aplicación del 155”, “no se puede gobernar contra Cataluña” (estos idiotas siguen confundiendo “Cataluña” con ellos mismos), “reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo de Cataluña, que se ha de hacer efectivo”, “negociación de igual a igual con mediación internacional”.

¿El más desternillante de todos? “Frenar el deterioro de la imagen internacional de España”…  punto en común con Vox…

¿El resumen? Un documento inaudito, una mediocre redacción de EGB elaborada por un alumno recién llegado de otro planeta remoto que apareció tarde el día del reparto de neuronas. ¿Alguien se lo puede tomar en serio? El “procés” hace tiempo que se ha terminado, la llegada de Sánchez a la Moncloa ha creado esperanzas a Kim-Il-Torra de que todavía pueden obtener algunas migajas. Pero no nos olvidemos que Sánchez no atraviesa un buen momento, ni siquiera entre los suyos: los “barones” regionales ven como su actitud hacia “el procés”, les hace perder enteros en sus feudos. De momento, ahí está Andalucía para demostrar que la ambigüedad en el tema catalán se paga. No han sido los ERES ni la corrupción lo que han descalabrado al PSOE andaluz, sino la actitud del partido ante el “problema independentista”. Tezanos, al parecer, no ha sido muy claro con Sánchez a este respecto. O quizás sea mucho más cierto que en el CIS dicen lo que el de arriba quiere oír. De todas formas, si el PSOE estuviera seguro de que en estos momentos ganaba las elecciones, ya estaríamos convocados a las urnas.

El tiempo pasa y el tiempo juega en contra de Sánchez y de Torra. Del primero porque, antes o después, deberá acudir a la consulta electoral y, da la sensación, de que a medida que pasan los días la situación política (las dudas sobre el apoyo a los presupuestos generales está erosionando al gobierno así como su actitud sobre Venezuela) y económica empeora (las cifras del paro de enero son demoledoras: 200.000 cotizantes menos; ahí es nada), el problema catalán está estancado y sin posibilidades desatascarse salvo “dialogando” sobre tópicos y banalidades… 

A los indepes, no les va mucho mejor: siguen sin aclararse las candidaturas para la alcaldía de Barcelona, hace cuatro años había 3 formaciones y una esperanza común, ahora hay cuatro y su ambiente es una olla de grillos. Antes eran más y más inteligentes. Ahora son menos, más limitados y más violentos (los carteles de “alcémonos” puestos por CUP-CDR parece sacada de la literatura cyberpunk, consigna viable solo en el mundo de ficción en el que se mueven). El increíble llamamiento a la “huelga general” que realizó el seudo-sindicato CSC para hoy, se ha tenido que retrasar hasta el 21…

Hace falta ver cómo reaccionará el electorado en las próximas consultas: marzo municipales, mayo europeas y las generales inevitables que se aplazarán lo más posible. Pero, en las actuales circunstancias, no creo que el gobierno logre sobrevivir hasta fin de año. El tiempo se acorta por todas las partes. No excluyáis que según vayan las cosas, Sánchez dé un giro a su actitud en la materia cuando Tezanos compruebe que las encuestas van de mal en peor por el tema catalán y por el deterioro económico.

No creo que a los independentistas les puede ir mejor. Perdidos en sus consideraciones delirantes, han abandonado ya cualquier referencia a problemas concretos: listas de espera en hospitales, cómo afrontar la delincuencia, propuestas para facilitar la vida a los ciudadanos, reformas urgentes en le educación, afrontar el problema de la inmigración y de las violaciones de menores protagonizadas por MENAs, problema que se está volviendo endémico en Cataluña, garantías sobre alquileres y precio de la vivienda, programas de viviendas protegidas, etc, etc, etc. 

En los 21 puntos no aparece absolutamente ninguna alusión a los problemas de la población, las únicas consideraciones que merecen el interés de la gencat de los trogloditas, es esa retahíla de tópicos y banalidades, el monotema que repiten obsesivamente los indepes en sus tertulias de casinos y en sus ceremonias de confunsión. Nunca un sector político evidenció una separación tal con la realidad de un país. Y eso tiene costes electorales.

No es que los 21 puntos sean negociables o innegociables, es que no hay por donde cogerlos.