La derecha en este país siempre resulta sorprendente. Ayer
leo en un tren un ejemplar de La
Vanguardia, de los que se regalan y nadie lee. Aludía a que el PP de Casado quiere ser “más ideologizado”… Como para
echarse a reír. Llego a casa y veo que en el monguerface abundan los comentarios sobre las declaraciones del “ideólogo”
de Vox, un tal Bardají, del que jamás había oído hablar. En estos casos, lo mejor es informarse sobre las
declaraciones y sobre el declarante. Por supuesto que la alusión al PP de
Casado es irrelevante: un “giro ideológico” no puede darse en ese partido por
la sencilla razón que jamás han tenido “doctrina” (el término “ideología” es
despectivo especialmente si lo entendemos como “superestructura” que deriva de “infraestructuras”
mentales y sociales; por eso, para la Escuela de Frankfurt y para muchos, entre
otros, el que suscribe, la ideología no es más que una “falsa conciencia” ).
El PP, como el PSOE, han sido diseñados
como “partidos de poder”. Y ese es el problema, que, a partir de ahora, ese
poder lo tendrán que compartir y eso implica que precisan un perfil propio,
acusado. A eso es a lo que llaman “giro ideológico” del PP. Pero que nadie
se haga ilusiones: si de lo que se trata es de acentuar sus rasgos “conservadores”
que vayan cayendo en la cuenta de que ellos han sido partícipes de que en estos
últimos 40 años haya desaparecido cualquier valor digno de ser conservado. Por
otra parte, claro está, el PP es, como el PSOE, un partido en declive, como
aquella novela de Baltasar Porcel, Cavalls
cap a la fosca (Caballos hacia la oscuridad). Mayor importancia tienen las
declaraciones del dichoso Bardaji porque se asocian a un partido que, por el
momento, está en su fase ascendente.
Mal negocio el de Vox
si empieza a alardear de ideólogos de medio pelo. Haría bien en reconocer que a
los españoles no-ideologizados, todo lo que es ideología y disquisición petafísica,
les importa, en las actuales circunstancias, un completo y absoluto bledo.
A mí incluido. Y lo dice alguien que nutre sus neuronas deshace décadas, con el
pensamiento de la nouvelle-droite y con el tradicionalismo a la luz de Julius Evola,
entre otros. Pero esas “doctrinas” sirven para mí día a día, para soportar
tiempo en los que hacen falta valores para aguantar uno de los períodos de
civilización más negros de la historia. Jamás se me ocurriría predicar una
doctrina que carece de posibilidades -como cualquier otra doctrina- de iluminar
tiempos de crisis. No puede extrañar que
en épocas así, los vendedores de ideologías -como este Bardaji- recurran a
rebajas y a restos de fin de temporada.
Lo que leo del personaje no es uno de esos perfiles seductores:
que si en 1887 fundó el Grupo de Estudios Estratégicos, que si fue subdirector
del Instituto Elcano, que si asesoró en defensa a Eduardo Serra y Federico
Trillo, que si fue director de política internacional de FAES, que si está
especializado en el pensamiento neocon “del equipo de George W. Bush”, que si
impulsó con Carlos Bustelo, Pablo Casado y Enrique Navarro, la fundación Frieds
of Israel Iniciative y que si en 2018 se dio de baja del PP y se afilió a Vox.
Al menos esto es lo que dice Wikipedia que no tiene porqué ser rigurosamente
cierto. La extrema-derecha de a pie se ha exaltado con esto de que Bardaji haya
tenido relaciones con Israel. De todo
ello, me parece lo menos criticable, especialmente si tenemos en cuenta que
Blas Piñar fue miembro fundador de la Amistad Judeo-Cristiana y que él mismo
compartía el neo-sefarditismo de Giménez Caballero y de otros intelectuales
falangistas como Samuel Ros, o el
propio Franco. Me sorprende, en cualquier caso, que esto haya sido motivo
de escándalo entre la ultra.
De serlo, el perfil del personaje es el de un pepetero que
ejerció como correa de transmisión del pensamiento conservador llegado de los
EEUU en la primera década del milenio y que justificó iniciativas tan rematadamente
torpes como las aventuras coloniales de los EEUU en Oriente Medio. Por que hace falta tener estómago para defender la
acción de Bush y de los neocon americanos en política internacional. Un
tipo así -insisto de ser ciertos los datos que da Wikipedia, esa máquina de establecer
verdades oficiales de medio pelo y, por lo que veo, lo esencial de esta
biografía ha sido tomado del libro Spanish Neocon – La revuelta neoconservadora en
la derecha española- es, simplemente, un conservador norteamericano, estilo primera década del mileno,
transplantado a España y que vive y escribe, en buena medida, para satisfacer a
sus contactos al otro lado del atlántico. Pero, bueno, démosle un voto de
confianza -por mucho que algunas de sus propuestas fueran equivocadas en su
momento y resulten monstruosas hoy, cuando sigue defendiéndolas, como la línea
Aznar en política internacional- y veamos
que promueve, aquí y ahora.
Su nombre apareció en diciembre como promotor de contactos que él mismo llevaría, entre “la cocina de la Casa Blanca” y Vox. Él mismo alardeó de que sus interlocutores allí son Jared Kushner, yerno de Trump, y John Bolton, consejero de Seguridad Nacional, y antiguo halcón de segunda fila de Bush. En esas mismas declaraciones, siguió alardeando de sus contactos en EEUU. Y de qué manera...
Dijo entonces: “Karl Rove (el gurú que estuvo detrás de los triunfos de George W.Bush y el resurgimiento
de la derecha ultra en Estados Unidos) me decía que en Europa nos equivocamos,
que entendemos la política como un teatro. Lo que hicieron ellos, y Trump ha
llevado al extremo, es coger temas que sean como polos, como imanes, asuntos
que movilizan a grupos distintos de electores. Luego, los ordenan y los ponen
en relación entre ellos. Es un poco lo que hemos hecho en Vox: coger como
imanes la defensa de la caza, de los toros, de la Semana Santa, de las fuerzas
de seguridad...Las nuevas tecnologías y las redes sociales te permiten luego
conectar, unir a esa gente movilizada por uno de esos imanes",
concluye. Y, claro, también se vio obligado a contar lo de su amistad como Steve Bannon: "Ya en febrero, cuando Bannon todavía estaba en la Casa Blanca, yo
les visité allí y me preguntó por Vox, algo que me sorprendió". Un
portento de amistades en EEUU, vamos…
En aquella ocasión habló elogiosamente e Marine Le Pen y de
su capacidad para penetrar en barrios obreros (ahora, al parecer, le ha tocado
decir que Vos sigue a Trump y no a Marine que es como decir que se ha
equivocado de bus y de parada). Y alardeó de que a Vox en Andalucía le votaron especialmente
en El Ejido, en La Mojonera. En la parte
más inteligente de sus declaciones explicó: “Tenemos
que buscar votos donde la gente sufre la fricción social con la inmigración.
Buscar a gente que en su barrio tiene colapsada la seguridad, la sanidad
pública. Ahí tenemos que hacer penetración social. Ya lo estamos haciendo”.
Vamos, que su amistad con los grandes del neo-conservadurismo
norteamericano, le ha llevado a realizar observaciones que nosotros mismos hacía
hace 15 años como mínimo en este mismo blog y aún antes. Pero hay un problema.
El lector puede
estimar que los neo-cons de Bush y el conservadurismo de Trump son lo mismo. En
absoluto. De hecho, si Trump está en el poder no es gracias a los votantes
neoconservadores del 2000, sino gracias a los desengañados que votaron a Obama en
2009 y que ocho años después querían votar cualquier cosa menos al “stablishment”
representado por Hillary Clinton. No hay absolutamente ninguna relación entre
los ideólogos de la camarilla neo-con (y sobre esto tenemos mucho escrito en
infokrisis.blogia.com) y el “nuevo conservadurismo norteamericano que amaneció
con Trump).
Desde este lado del océano y gracias a la simplificación
mediática y al panfleteo informativo, puede pensarse que, a fin de cuentas,
toda forma de derecha es derecha al fin y al cabo y que no hay matices. Y en
EEUU, si los hay: matices y rupturas. El
hecho de que el Bardaji neo-con de la primera década del milenio y el Bardajji
conservador y trumpiano de nuestros días, existan y uno siga sin hacer autocrítica
y sin advertir del otro, es significativo de que hay gente que es capaz de
adaptarse como un camaleón a cualquier tonalidad, aquí y ahora. En EEUU es,
desde luego, algo más complicado y, de hecho, del entorno próximo a Bush, ya no
queda casi nada en las esferas del poder norteamericano. Porque, a fin de
cuentas, Bush es lo contrario de Trump
en todos los terrenos.
Así pues, ¿quién o
qué es Bardaji? Respuesta: el gran peligro que tiene Vox. En primer lugar, ¿un
ideólogo? Un camaleón más bien, eco de los vaivenes del pensamiento conservador
norteamericano… a este lado del atlántico. Ya vimos lo que nos trajo Aznar
y aquella derecha que comía de la mano de Bush: una política exterior errática
y seguidista para con las aventuras coloniales de los EEUU como en los peores
momentos de la Gurra Fría.
Tiene, ciertamente, razón, Bardaji en decir que Vox debe de insistir en los problemas reales de los
españoles, pero… atención -y esta es la parte importante que parece ignorar-
¡es que esos problemas existen y hasta ahora ningún partido con capacidad para
hacerse oír los ha asumido, empezando por el PP aznariano!
- No se trata de encontrar consignas electorales que transformar en banderines de enganche, sino reconocer que, en España existe problema de la inmigración ¡justamente por que el ídolo de Bardaji, José María Aznar abrió las puertas a la inmigración en 1996!
- No se trata de alistarse al lado de Israel contra el mundo árabe porque en Europa exista inmigración islamista y yihadismo ¡se trata de ser claros e impedir el establecimiento de colonias islamistas en Europa! Y esas colonias se iniciaron en España con Aznar y en Alemania con la muy conservadora Angela Merkel o en Francia con el no menos conservador Jacques Chirac y antes con Giscard d’Estaing…
- No se trata, ahora, de decir que la seguridad ciudadana está deteriorada sino de reconocer que ese deterioro fue la primera consecuencia, ya en tiempos de Aznar, de la política de puertas abiertas.
- Y, finalmente, no se trata de utilizar la preocupación por la “sanidad”, porque en EEUU de Trump hoy, como de Bush ayer, la sanidad está completamente privatizada y en España las privatizaciones se han realizado en las últimas décadas -incluida de sectores de la sanidad- tanto por liberal-conservadores como por socialdemócratas…
¿Saben cuál es el problema? Que los problemas de la sociedad española son reales y que, de lo que se trata, no es de crear consignas para atraer el voto, sino de proponer soluciones viables. No se trata de UTILIZAR los problemas e INSTRUMENTALIZARLOS, sino de reconocer que, inmigración, globalización y neo-liberalismo son las FUENTES DE LOS PROBLEMAS QUE PADECE ESPAÑA Y EUROPA, y que no se trata de “atraer al electorado” circunstancialmente, sino de conciencias a la ciudadanía e incorporarla a una TAREA DE RECONSTRUCCION NACIONAL. Y para ello, hay que vivir esos problemas y no tener una idea aproximada de ellos leyendo informes sociológicos o entrevistándose en la “cocina de la Casa Blanca” con tal o cual pinche de cocina.
Vox hará bien en
evitar “ideologizar” sus propuestas. No va a ganar nada con ello.
Personalmente, he vivido conocido durante mucho tiempo partidos con vocación “ideologizante”
y he acabado hasta el gorro. He acabado igualmente harto de "gentes con contactos en las altas esferas" (dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces), vendedores de humo.
Cuando se critica a Bardaji por haber dicho que “no somos de ultraderecha. Somos la derecha
no tradicional. No tenemos nada que ver con la tradición de Falange, ni
defendemos el franquismo. No queremos abolir los partidos ni llevar al paredón
a los que no piensan como nosotros”, se está cometiendo un grave error. Parece
evidente que Vox ni es ultraderecha -salvo para la izquierda-, ni es el
conservadurismo tradicional (al menos en su versión actual), ni tiene nada que
ver con Falange o con el franquismo, por mucho que no me cabe la menor duda de
que habrá falangistas y franquistas que le voten. Lo preocupante no es que Vox
no sea esto -algo que, como el valor al soldado, se le supone- sino que en la versión de Bardaji, Vox debería ser
una especie de apéndice de la política exterior de los fogones de la Casa
Blanca que está pendiente de las oscilaciones de lo que ocurre allí… en lugar
de admitir que está en Europa y que los referentes del partido deberían ser los
que se están generando aquí, a este lado del Atlántico.
El historial previo de Bardaji hace de él un elemento
típicamente aznariano. Lo más preocupante es ese descaro en afirmar que Vox "debería de utilizar electoralmente determinados
problemas para atraer electorado", en lugar de defender que el lugar de un
partido de esa naturaleza es tener una inequívoca vocación de RECONSTRUCCIÓN
NACIONAL Y SOCIAL y eso solamente puede hacer con un partido de gentes honestas, eficientes, con el valor necesario para enfrentarse a dios y al diablo, que piensen más allá de unas elecciones y de una poltrona, que piensen en una bateria de reformas necesarias a ESTE lado del Atlántico en lugar de políticas dictadas al OTRO lado del océano
¿Qué estas propuestas están en
Vox? Si es así, cada vez más ciudadanos se sumarán a la honestidad y a la
necesidad de una metanoia (un cambio radical de conciencia) total en la
sociedad española; si Vox entra en el juego de la partidocracia, subirá y
bajará como la espuma, entusiasmará y decepcionará con la misma velocidad que lo ha hecho Potemos y como le ocurrirá a
Ciudadanos en la próxima legislatura.
Lo que propone Bardaji es
una reedición de la derecha con sabor a chewing
gum y aspiraciones a un “nicho electoral” propio. Y lo que España necesita es bastante más. Menudo error cometería
Vox dejándose seducir por un “darth vaader” de la vida que entra en la Casa Blanca por la
escalera de servicio y como chico de los recados. Lo peor que podría
hacer Vox es seguir sus jeremíadas, especialmente, porque el “PP doctrinal”
apostará -está apostando- por una línea similar y a eso se le llama “giro
ideologizante de Casado”. Y ya se sabe que, para ir y volver, vale más no
ir.