¿De qué se puede
quejar uno el 1º de mayo? ¿De que no hay sindicatos? Los hay. Están ahí y los
pagamos usted y yo a través de un gobierno que desde mediados de los 80
entendió que la carne de sindicalista sale barata. Desde entonces, los
sindicatos “horizontales” (CCOO y UGT) han ido firmando “en nombre de los
trabajadores” (“agentes sociales”) leyes y medias contrarias a los
trabajadores. Se representan a sí mismo, en absoluto a ti y a mí, ni a los que
son como tú o como yo.
El sindicalismo es hijo del siglo XIX. Sirvió para
moderar la ansiedad de rentabilidad de los capitalistas. De no existir los
sindicatos, el capitalismo se habría hundido antes víctima de sus propias
crisis de crecimiento. Los sindicatos hicieron que los patronos redujeron
beneficios, aumentaran el nivel de vida de la clase obrera y convirtieran a los
“trabajadores alienados” de los que hablara Marx, en “productores integrados” a
los que aludió Umberto Eco. Pronto, los sindicatos se convirtieron en parte del
engranaje del capitalismo, una especie de freno de zapata.
Hoy no son ni eso. Son
arcaísmos vivos, productos de otro tiempo. Residuos de la época del capitalismo
industrial, innecesarios e inadaptados a la época del capitalismo globalizador.
Lenin entendió perfectamente que el “sindicalismo” jamás sería revolucionario…
salvo que fuera un apéndice –una estructura horizontal- del “partido
revolucionario”.
¿No conocéis el himno de UGT-CCOO? Sí, hombre, es aquella
canción de Miguel de Molina, La bien pagá.
Os la pongo para que la ensayéis.
Me quejo de unos
sindicatos que hablan en mi nombre, cuando no tienen nada que ver ni conmigo ni
con los míos. Si hablan de alguien que lo hagan de sus afiliados (si es que
les queda todavía tontorrones que paguen la cuota), que lo hagan en nombre de
sus cargos sindicales (los bienpagaos), que lo hagan en nombre de su patrimonio
(que nos pertenece a usted y a mí), que hablen en nombre de sus “logros”: cero
sobre cero en las últimas décadas; que se recuerde sus traiciones a los
trabajadores, su venta al neocapitalismo. Sobre todo, hablan por sí mismos
cuando:
1) Piden más
inmigración y más libre… cuando los trabajadores españoles, sus afiliados,
son los primeros afectados y
2) Piden la libertad
de los “presos políticos” y se despreocupan de los jubilados teniendo como
resultado su abandono del terreno sindical y su instalación en la vitrina del
independentismo, como meros figurones a precio de ganga.
DE AHÍ QUE ME QUEJE DE QUE EN ESPAÑA LOS “INTERESES DE LOS TRABAJADORES” NO ESTÁN
DEFENDIDOS POR LOS “INTERLOCUTORES SOCIALES” QUE SE SIENTAN CON SUS AMIGOTES
DEL GOBIERNO DE TURNO Y CAMBALACHEAN UNOS EURACOS DE AQUÍ Y DE ALLÍ A CAMBIO DE
FIRMAR LO QUE SE LES PONGA BAJO LAS BABAS.
De eso me quejo. ¿Queda alguien con carné sindical? No seáis
canelos y romperlo. No más sindicatos
inclinados.