Info|krisis.- Si uno fuera conspiranoico y mal
pensado estaría por decir que Artur Mas es un agente del nacionalismo español,
pagado para liquidar más de un siglo de nacionalismo catalán. Nada más lejos de
la realidad, obviamente; pero sí que es rigurosamente cierto que después del entierro definitivo
del “procés” ya nada será igual en Cataluña, ni en las relaciones de la clase política
nacionalista catalana con el resto del Estado. La fosa del “procés” ya
está cavada (acuerdo PP-PSOE-Cs) ahora sólo queda enterrar al cadáver.
Hasta ahora, el nacionalismo catalán ha
podido ir sobreviviendo gracias a su innegable capacidad de negociación con el
Estado Español. Lo hizo durante la Restauración, durante la República, volvió
a hacerlo en la transición logrando –a través de Miquel Roca– una Constitución
en la que el nacionalismo moderado se situaba en disposición de negociar
siempre mayores techos autonómicos y competencias a cambio de apoyar al
gobierno del Estado cuando no alcanzaba a obtener mayorías absolutas.
Este papel de “refuerzo” ha sido pagado a precio de oro
por el centro-derecha y por el centro-izquierda español. Durante los
últimos 38 años, el nacionalismo moderado evitó entrar en los gobiernos de
Felipe González, Aznar o Zapatero, pero no dudó en apoyarlos, cuando fue
requerido, a cambio de algunas contraprestaciones autonómicas. Esta estrategia ha llegado a ser
odiosa: todo el mundo sabía que CiU terminaría apoyando a quien se
sentara en Moncloa si le faltaban algunos diputados para gobernar en mayoría. Y
todo el mundo sabía que, al margen de lo que declarasen las partes, en el fondo,
todo se quedaba en una negociación a cambio de transferencias cuantificables en
cientos de millones de Euros.
A nadie le gusta tener que pagar a un “aliado” a precio de
oro. Desde el tiempo de Felipe González, era más que evidente que el nacionalismo no era “leal” e
incluso que estaba protagonizando casos de corrupción sin el más mínimo recato
y, además, aspiraba a la impunidad… amparándose en el apoyo que prestaba al
gobierno de turno en Madrid. Cataluña empezó a perder peso estratégico
dentro del Estado. La constitución del eje Lisboa-Madrid-Valencia fue el primer
toque de atención. Atlántico y Mediterráneo unidos a través de Madrid y en
línea recta, sin pasar por Barcelona. El segundo golpe fue todavía más duro: el
eje pirenaico que comunicará Madrid y Valencia con Francia a través de los
Pirineos centrales (Aragón), eludiendo el “corredor mediterráneo” que,
inevitablemente pasaría por Cataluña.
Todo iría viento en popa para el nacionalismo, mientras
se mantuvieran los equilibrios y consensos que habían dado lugar a la constitución
de 1979. Pero a partir de 2007 se pusieron de manifiesto varios
problemas: el primero de todos que Cataluña cada vez iba perdiendo más peso en
el conjunto de la economía española y se veía sometida a un proceso de pérdida
de tejido industrial. Entre 2000 y 2007 Cataluña perdió el 30% de su capacidad
industrial, en los años de la crisis siguió transformándose en una zona de
servicios. Las hilaturas han desaparecido, sustituidas por la hostelería y el
turismo, sectores de muy bajo valor añadido.
A esto se añadió la pérdida de
vigor de los que hasta hace poco habían sido los únicos partidos mayoritarios
en los que se sustentaba la estabilidad del sistema: dos columnas, una de
centro-derecha y otra de centro-izquierda en alternancia, apoyados por un
partido nacionalista cuando no tienen mayoría absoluta para gobernar… El
sistema funcionaba, a condición de que los partidos mayoritarios siguieran
siéndolo ad infinitum y que el
partido nacionalista no rompiera la baraja. Lo sucedido en los últimos dos años
como producto, sin duda, de la crisis económica, ha hecho saltar todo esto por
los aires: PP y PSOE han ido perdiendo fuerza social, lo mismo les ha ocurrido
al PNV y a CiU; en su lugar han aparecido siglas nuevas (Podemos, Ciudadanos,
Bildu, o siglas que hasta hace poco apenas habían tenido relevancia, como ERC).
Los “actores
parlamentarios” ya no son cuatro; se han convertido en ocho. La era de las
mayorías absolutas parece haber terminado y el papel de CiU como partido de
apuntalamiento se ha desvanecido por completo.
Pero ha ocurrido otro elemento
que ha puesto en guardia a cualquier partido de ámbito estatal ante el
nacionalismo. Un partido
que, bruscamente, de un día para otro, cambia su argumentación y, de nacionalista
moderado, pasa a ser soberanista radical generando un problema de
centrifugación del Estado, no parece digno de confianza para nadie, ni
siquiera para los socialistas tan predispuestos a las “terceras vías”. La
crisis desencadenada por Artur Mas lo apea, prácticamente para siempre, de la
gobernabilidad el Estado, mientras que la aparición de otras fuerzas (especialmente de Ciudadanos) hace que la “tercera fuerza” que daba o
quitaba el poder cuando un partido estatalista carecía de mayoría absoluta, ya
no sea el nacionalismo ¡sino precisamente el partido más antinacionalista del
espectro político español: Ciudadanos!
El problema del nacionalismo –ahora
cuando el “procés” ya puede darse por fracasado (hoy las declaraciones de Ban
Ki-Mun negando que Cataluña entrara en la definición de “territorio con derecho
a la autodeterminación” o los primeros síntomas de enfrentamiento entre Mas y
sus Consellers, son nuevas puntillas que está recibiendo; y van…)– es que ha perdido la iniciativa
estratégica y apelar a la desobediencia cívica no va a hacer que la recupere.
Para hacerlo, debería contar con algún aliado en el resto del Estado. Y sí, estos
aliados existen, básicamente Podemos e
IU, que no tendrían inconveniente en que se convocara un referéndum por la
autodeterminación… el pequeño problema es que se trata de partidos cuya “solidaridad”
empieza y termina con la propuesta de referéndum (que perdería el soberanismo)
y que se trata de dos organizaciones a las que les repugna la corrupción en
Cataluña, el nacionalismo catalán y su gestión en los últimos 38 años. Sin
olvidar que, difícilmente gobernarán en la próxima legislatura.
En la última semana, ante la proclama independentista en
el Parlament y el anuncio de acciones de desobediencia, se ha reconstruido un
nuevo consenso del que el nacionalismo es el principal perjudicado al quedar
fuera. Los años de constante cambalacheo protagonizados por el
nacionalismo (dinero a cambio de apoyo en Madrid) han terminado. El soberanismo
va a conocer la dramática sensación que se siente al estar aislado, contra las
cuerdas, sometido a procesos sin fin, presentado como el malo de la película y
sin posibilidad de reconstruir una estrategia para salir del hoyo en el que le
ha introducido el aventurerismo de Artur Mas.
Nada de todo esto habría ocurrido si Mas no hubiera
adoptado la deriva soberanista en cuanto los pro-hombres de CiU percibieron que
empezaban a investigarse sus cuentas. En aquel momento hubiera bastado
rebajar la presión sobre el Estado, demostrar mayor colaboracionismo en la gobernabilidad
a cambio de congelar estas investigaciones. Pero Artur Mas, empujado
inicialmente por el clan Pujol y luego por el soberanismo más radical (ERC, las
CUP, las “tietas”), realizó una fuga adelante a partir del 11-S de 2011, fuga
cada vez más acelerada que, de momento, le ha costado el que la coalición CiU
saltara por los aires y el que ahora mismo esté teniendo problemas dentro de su
propio partido.
Artur Mas y el soberanismo (hasta
ayer “nacionalismo moderado”) están siendo víctimas de sí mismos. Mas debe
saber a estas alturas –si le queda algo de realismo– que con el pacto PP-PSOE-Cs
ya ha perdido la partida. Debería avisar a sus socios de que dejaran de
comportarse como si tuvieran la independencia de Cataluña al alcance de la mano…
porque nunca como hoy están tan lejos de obtenerla. El hecho de que un cretino
próximo al proyecto de Mas de crear una “hacienda catalana”, ayer mismo se
jactara con aire de suficiencia de que “el
que no quiera pagar impuestos a la Hacienda Catalana que se vaya” es el síntoma de las estupideces que
se pueden cometer cuando solamente se escuchan los informativos de TV3 y uno está completamente
desconectado de la realidad.
© Ernesto Milá – http://info-krisis.blogspot.com
– ernesto.mila.rodri@gmail.com