viernes, 2 de octubre de 2015

Diario de la Desesperanza (XXII)


Querido diario:

Hay días que uno está más animado que otros. Hoy, ando preparando las maletas para ausentarme un largo período de España y me alegro de no estar presente aquí cuando se celebren las elecciones generales. ¿Cuándo unas elecciones han resuelto algún problema en algún país? ¿Van a resolver estas elecciones los problemas de fondo que se van acumulando, más y más, a espaldas de los españoles? ¡Claro que no! Lo más probable es que aumente la inestabilidad política (será inevitable, por primera vez, en democracia que se forme una coalición de gobierno… habíamos perdido la costumbre de estas coaliciones desde que los tecnócratas, los católicos y los falangistas ya no formaban sus gobiernos de coalición presididos por Franco), que cualquier reforma que se haga se cosmética (puro parcheo) y que todo siga languideciendo como hasta ahora. Si “democracia” son elecciones, empiezan a aburrir y ya va siendo hora de reconocer que la eficacia de este sistema no es la esperada. En un país en el que llevamos 16 ediciones de El Gran Hermano, donde la telebasura es omnipresente y el sistema educativo lleva quebrado tres décadas… ¿es posible convocar a la ciudadanía para que vote, fiándose de que es capaz de discernir y elegir en consecuencia? La respuesta es no: bastaría con una simple encuesta para saber el estado de opinión de las masas, sin necesidad de la sacralidad de más y más elecciones. ¿Y quién gobernaría? Los mismos que ahora, colega: el dinero ¿O es que acaso alguien es tan insensato de pensar que gobiernan los “elegidos por el pueblo?”.


Si esto no es una campaña de apoyo a Podemos, lo parece. Y además llega en el momento más bajo de este partido, cuando el batacazo inenarrable producido en las elecciones catalanas, viene a sumarse a las sospechas de nulidad en la gestión de los gobiernos municipales. Parece evidente que, de celebrarse mañana, Podemos estaría presente en el nuevo parlamento, pero no desde luego de manera absolutamente determinante y masiva como algunos temían hace unos meses. Es más, en las encuestas, Podemos no deja de bajar y la estrella emergente ahora es Ciudadanos. Contra Cs no hay “cláusula anti-Podemos”, se supone que si tocan poder (y pueden tocarlo en coalición con el PP), no harán reformas en profundidad sobre la economía. A la vista de cómo se están gestionando los ayuntamientos controlados por Podemos, parece legítima la advertencia de Moody’s sobre la calificación de la deuda española si el partido de Pablo Iglesias accede al poder… Ahora bien: la cuestión no es sobre la incapacidad o no de Podemos para dirigir este país (asunto “político”), sino si las agencias de calificación tienen derecho a inmiscuirse y condicionar el voto del ciudadano. Y eso ya no está tan claro: desde hacía décadas sabemos que la economía dirige a la política (y no a la inversa). Pero la economía está en unas pocas manos que no pasan por las urnas. ¿Hay que recordar que estamos en una democracia y que es el ciudadano el que se expresa en las urnas? ¿Es asumible la coacción de una agencia de calificación (responsable por lo demás de haber cometido errores en su trabajo que condujeron a la crisis económica de 2007)? ¿Por qué unos partidos molestan y otros no? Cs, es evidente que salvo el tema antisoberanista, en el resto no sabe/no opina… ¿Entonces?  ¿Hay partidos bendecidos por el gran capital, los fondos buitre y la finanza especulativa? ¡Pues claro que sí! Pero la disyuntiva no es entre Podemos y las opciones defendidos por el conglomerado financiero, sino ¡entre POLÍTICA y ECONOMÍA! Antes estaba más claro: la política (el gobierno de todos) debe estar por encima de la economía (el terreno de unos pocos)… ahora ya no está tan claro a la vista de la incapacidad de la clase política. Pero vale la pena recordar cuál era el orden normal de las cosas.

El paro aumentó desmesuradamente en agosto y vuelve a aumentar en septiembre… y eso que la “economía va bien”. En primer lugar que la economía no va tan bien como parece. Ni en España ni en el mundo. En un mundo globalizado, la economía nunca puede ir bien porque siempre habrá algún país que haya cometido errores y en donde se hayan generado “burbujas” (Brasil en la actualidad) y que, a la vista de las interconexiones entre todas las economías mundiales, genere un “efecto dominó” en la economía mundial. Pero aparte de esto, en España se dan unos condiciones particulares: la economía dirige a la política (no somos una excepción, pero sí uno de los países en donde este predominio está más claro) y los gobiernos de turno producen, por tanto, leyes que benefician a determinadas patronales aunque lesionen los intereses del Estado. Hoy está permitido, por ejemplo, despedir a los trabajadores en… el mes de vacaciones. Que el salario de ese mes lo pague el Estado (es decir, usted y yo)  y recontratarlos dentro de unos meses. Esta práctica está tan extendida que engaña a las estadísticas especialmente en los meses en los que desciende el trabajo estacional. Indica también la fragilidad de nuestra economía y la “calidad” del empleo presuntamente creado. ¿Cuál es el problema? Que sobran entre 3 y 5.000.000 de trabajadores; esa cifra es imposible de absorber por el mercado laboral. Sin ellos –sin inmigración masiva, para ser claro-  estaríamos en el “pleno empleo”. ¿Sabéis por qué los Estados y especialmente la patronal odian el “pleno empleo”? Porque, a medida que nos aproximamos a él, los salarios tienden a elevarse. Ley de la oferta y la demanda. ¿Creéis que un sistema económico cuya prosperidad se basa en que exista una bolsa de paro y miseria puede ser considerado como “justo”, o incluso como “razonable”?

Una de las características de la “derecha liberal” (Libertad Digital) es su desprecio hacia todo aquello que puede interesar a la ecología. Por las razones que sea, este grupo insiste, sobre todo, en la falsedad del cambio climático y, últimamente, en que la “alimentación va bien”. Un “experto en biotecnología”, por ejemplo, dice en esRadio que “Nunca hemos comido tan seguro como ahora”… seguramente será por eso por lo que nunca ha existido un problema tan grande como la obesidad o los cánceres generados por… nuestra alimentación. El país con más seguridad alimentaria del mundo es, sin duda, Canadá. Se nota en los restaurantes y, sobre todo, se nota en la calidad de los productos. Aditivos que en Canadá se sabe que son cancerígenos y están prohibidos desde hace cinco años, tardarán todavía diez en ser prohibidos en Europa. Se dice que en Europa existe “trazabilidad” en los alimentos… sí, pero esto nos hace olvidar que cada vez se importan más alimentos del Magreb. Y en cuanto a los alimentos chinos que se venden en España, con demasiada frecuencia ni siquiera están etiquetados en ninguna lengua española. ¿Consejo? Variar nuestra alimentación con cierta frecuencia: no sabemos lo que comemos y las normas de etiquetado son insuficientes y, en buena medida, opacas, así que lo más prudente es no alimentarnos siempre con los mismos productos para evitar efectos acumulativos.

El debate sobre la eutanasia es uno de esos debates absurdos, como el de la legalización del porro. Alguien en la derecha parece que no se ha enterado de la realidad: los porros, queridos, están legalizados en la práctica. Nadie que quiere fumar un porro se queda sin hacerlo, ni corre el más mínimo riesgo en hacerlo aunque lo haga en las narices del gobernador civil. Igual que la eutanasia una técnica que se viene utilizando desde hace décadas en los hospitales para concluir los sufrimientos de enfermo ante determinadas dolencias terminales. Todo consiste en aplicarles una dosis más o menos alta de morfina. Un cáncer terminal se puede “resolver” así en menos de un mes y con la firma del propio paciente. Basta aumentar ligeramente la dosis de morfina para que conste en el certificado de defunción “muerto por fallo cardíaco”. Así se engañan a las estadísticas. La familia, sumida en su dolor, se siente satisfecha porque el ser querido no haya sufrido (a fin de cuentas la morfina sume en un sueño plácido) y el Estado encantado de que no querer saber cómo esa persona (y miles y miles como ella) han contraído el cáncer. Todos contentos… menos la derecha que quiere HOY debatir algo que está en práctica desde hace veinte o treinta años. El planteamiento correcto sería otro: ¿qué estilos de vida, que productos, qué tecnologías han hecho que los casos de cáncer aumenten espectacularmente? Y a partir de ahí, simplemente, de un día para otro, prohibir todo eso. Porque a estas alturas y en casos muy determinados la eutanasia es, digamos, “conveniente”. http://www.elmundo.es/sociedad/2015/10/02/560d7d09e2704e92628b4576.html