La constitución del 78, en su artículo 8 atribuye a las fuerzas
armadas la misión de garantizar la soberanía e independencia de España,
defender su integridad territorial y [la coletilla] el “ordenamiento
constitucional”. Pero ¿qué ocurre
cuando un gobierno permite que cada día nuestra soberanía quede vulnerada y
nuestras fronteras horadadas por millones de menesterosos llegados de no
importa dónde que aspiran a vivir subvencionados y mantenidos por el Estado
Español, esto es, por el contribuyente español que, a fin de cuentas, es el que
paga los cinco niveles administrativos (el nivel estatal, el nivel municipal,
el nivel autonómico, el nivel europeo y, para colmo, las diputaciones
provinciales y, como guinda, en Cataluña, los “consells comarcals”)? ¿qué
pasa cuando un gobierno renuncia a defender la “integridad territorial” como
está ocurriendo en estos momentos? Pues pasa que, entonces se aplica, la
coletilla: “las fuerzas armadas deben proteger el ordenamiento constitucional”…
a pesar de que eso implique defender a un gobierno que vulnera, traiciona, día
a día y desde décadas, la soberanía y la independencia nacional. La pescadilla
constitucional se muerde la cola cuando topa con la realidad cotidiana.
LAS FUERZAS ARMADAS ¿QUIÉN ES EL MANDO SUPREMO?
Esto sin contar, por supuesto, con que los
valores militares y los valores “democráticos” están diametralmente opuestos:
donde las fuerzas armadas dicen “jerarquía”, la democracia dice “igualdad”;
donde las fuerzas armadas dicen “unidad”, la democracia dice “partitocracia”, “taifas”;
donde las fuerzas armadas hablan de “valores” y entiende por tales derechos y
obligaciones, incluso hasta ofrecer la vida misma…, los “valores democráticos”,
en la práctica, son “derechos”, que, simplemente se arroga todo aquel que se
encuentra -aunque sea de paso o haya entrado ilegalmente- en nuestro país.
Y es, entonces cuando la constitución del 78
(señalamos el año, para resaltar que en España ha habido constituciones para
parar un tren: la Pepa de 1812, la de 1837, la de 1845, la de 1869, la de 1876,
la de 1931 y “la inefable”, “la piropeada”, “la coja”, esto es, la de 1978)
se saca de la manga el segundo párrafo de su artículo 8: “Una ley
orgánica regulará las bases de la organización militar conforme a los
principios de la presente Constitución”. Hubo que esperar dos años para
que los mismos “cerebros privilegiados” que redactaron una constitución que,
desde el principio funcionó mal y que ahora nos damos cuenta de que es una
catástrofe que ni siquiera garantiza la división de poderes, establecieron la Ley Orgánica 6/1980, de 1 de julio, por la que se regulan los
criterios básicos de la defensa nacional y la organización militar. Fue
así como los militares se convirtieron en otro cuerpo funcionarial…
Quizás, la gran falacia constitucional -que en su momento
pareció un acierto- fue atribuir al Rey el mando supremo de las fuerzas
armadas. Error. Más que error, mentirijilla. Porque el artículo 97 de la constitución
establece que: «El gobierno dirige la política interior y exterior, la
Administración civil y militar y la defensa del Estado», y el artículo 64
estipula que «Los actos del Rey serán refrendados por el presidente del
gobierno y, en su caso, por los ministros competentes»… Así pues, el
Rey de España ejerce nominalmente el “mando supremo de las fuerzas armadas”,
pero… sometido al capricho del presidente del gobierno y del ministro de
defensa.
Esta es la puta y jodida -perdonen las expresiones- realidad. En
otras palabras, un gobierno cuyo presidente está cercado, sitiado y asediado
por casos de corrupción como nunca antes se haya producido en país alguno del
mundo, un gobierno español que se mantiene en el poder sólo apoyado por la
no-España (independentistas) y por la izquierda marciana (Sumar y Podemos), es
el que, en última instancia detenta en realidad el mando supremo de las fuerzas
armadas… Horror, vergüenza, bochorno.
EL DESCONTENTO SE PUEDE TAPAR: AUMENTOS SALARIALES Y PROMOCIONES…
La constitución se aprobó en 1978. Los treinta años siguientes
evidenciaron lo que el papel podía dar de sí: terrorismo (hasta la victoria policial sobre ETA en los primeros años del
milenio, transformada por Zapatero en “proceso de paz” cuando la banda de
matarifes estaba ya liquidada interiormente por delaciones internas), corrupción
(todos los gobiernos democráticos, desde el primer momento, han tenido sus
cuotas de corrupción y estas han ido in crescendo en cantidad e in
decrescendo en “calidad”: sí, porque si bien un Bárcenas vestía y tenía
ademanes de capo mafioso neoyorkino, la corrupción del sanchismo es propia de
una banda de barriada capaz de apropiarse de botines y rescates a lo Ali-Babá,
sin olvidar que el padre de la “presidenta” era “empresario de saunas gays” y
su tío, para colmo, de “garitos de prostitución”…), partidocracia (los
partidos, una de las figura más desprestigiadas en España en estos momentos,
junto con los sindicatos, tienen, paradójicamente un poder absoluto en todos
los niveles del Estado y de la sociedad), centrifugación autonómica (sin
duda, la losa más pesada que se carga a espaldas del contribuyente español), y,
para colmo, pérdida de identidad, multiculturalismo, inmigración masiva,
paro real (2.500.000 oficiales, 3.500.000 reales, sin olvidar un 25% de la población
en torno o por debajo del umbral de la pobreza), degradación de los servicios
públicos (transportes, carreteras, seguridad, enseñanza, educación), etc, etc,
etc.
Si una constitución se mide por sus logros, habrá que convenir que
“la piropeada”, “la inefable” o “la coja” del 78, compite con las que han dado
peor resultado en la historia de España. Y en las
salas de banderas, aunque no se pueda hablar de esto, existe unanimidad:
“España va mal, muy mal”.
Pero, aquí no pasa nada, porque el gobierno, con el estamento
militar, actúa como con cualquier otro cuerpo funcionarial: por una parte, se
promociona a los “amigos”, se tapona a los que son tímidamente críticos; se
suben los sueldos para tapar bocas (resulta curioso observar en con Sánchez
se ha duplicado el “gasto militar” (pasando de 6784 millones en 2016 a 14.058
en 2024…¡lo que hay que hacer para asegurarse la lealtad!); se crean
“incentivos” alejando a los militares más inquietos hacia misiones en países en
donde no se nos ha perdido nada y que nada tienen con nuestra soberanía
nacional. Son las pomposamente llamadas “misiones paz”, aquellas que el
“ministro Bono” decía que eran “para repartir bocadillos” (era el mismo
ministro que, en ejercicio de su cargo de ministro de defensa, decía que
prefería que lo mataran a matar a alguien, lo que en boca del titular de la
defensa es un mal chiste…).
Desde principios del milenio, el napoleonchu de turno, en este
caso, José María Aznar, con la legítima voluntad de aumentar el peso
internacional de España, se embarcó en una serie de operaciones militares (recuperación
del islote de Perejil… y negociación posterior con mediación de Collin Powell
que concluyó en que España detentaba la soberanía de Perejil… pero no podía
hacerla efectiva mediante presencia civil o militar, ni exteriorizarla con la
colocación de una bandera nacional) y gestos políticos (Cumbre de las Azores).
Y así hemos visto a nuestros muchachos y a la oficialidad en escenarios como
Líbano, Somalia, Irak, Colombia, Mozambique, República Centroafricana, Senegal,
Turquía, Bosnia, Golfo de Guinea, Libia… Algunos destinos se han pagado con
la sangre de nuestra gente sin que ninguno de estos destinos, en definitiva, tuviera
algo que ver con nuestra defensa nacional, con nuestros intereses, ni siquiera
con la lógica militar más elemental. Un soldado voluntario puede percibir hasta
3.000 euros al mes en estas misiones, dependiendo de los complementos y un
oficial puede cobrar el doble dependiendo del rango y la peligrosidad. Pero, lo
más importante es que se envía lejos a los más inquietos y con más ganas de
ascender. En cuanto a la fidelidad, se garantiza con un sueldo fijo, por ocho
horas de trabajo, cinco días a la semana, ascensos y estabilidad en el empleo…
INCLUSO LA INDIFERENCIA FUNCIONARIAL TIENE LÍMITES
Políticamente, el militar español actual es aparentemente apático:
salario, estabilidad en el empleo y posibilidades de promoción, son lo que
animan a mantener la boca cerrada y colocarse grilletes en el cerebro. Es
humano. Humano, pero no heroico. Y lo que la
población espera del estamento militar, es que cumpla con su deber. Además de “esperar
órdenes” (que nunca llegarán o que siempre llegan a destiempo y no serán las
correctas), hubo un tiempo en el que se enseñaba en las academias militares que
el honor estaba por delante de la “disciplina constitucional”. El problema
es cuando algunos militares empiezan a pensar que la situación de España -y es
un hecho cierto que en las academias militares todavía se cultiva el amor a la
Patria- es grave, sino gravísima y que el país está yendo a la deriva, o lo que
es peor, con salteadores de caminos al volante. La sumisión, la
prudencia, la indiferencia funcionarial, las obligaciones constitucionales, la
nómina de fin de mes, todo ello tiene un peso humano en la ecuación mental del
militar de nuestra España. Pero también tienen un límite. Es muy triste
haber aspirado a vestir el uniforme militar para defender a la Patria, por
tradición familiar o para vivir una aventura heroica, para luego darse cuenta
de que el papel ejercido no llega siquiera al nivel del pretoriano, sino que
está, más bien a la altura del honesto funcionario sin iniciativa propia que está
sirviendo a un gobierno especializado en actuar de espaldas a los intereses
nacionales, vendido al “enemigo del Sur”, un gobierno de moralidad
cuestionable, que actúa negando la ética más elemental (ignorando incluso lo
que es la ética) y que, ha colocado a una ministra de defensa -que no es de lo
peor que tiene este gobierno y que, al menos, tenía una carrera y una plaza por
oposición de secretaria judicial, algo que no todos los ministros, ni siquiera
el presidente puede del gobierno puede alardear- que entró en el cargo sin
saber absolutamente nada -pero es que, nada, nada, nada- de defensa y que, para
colmo, es objeto de burla por parte de quien la ha puesto en el cargo (mensajes
de Avalos a Sánchez y viceversa, tachando a Margarita Robles de “pájara” y de
“dormir con el uniforme”. En realidad, un militar con honor que respetara a su
jefa directa, debería haber enviado sus padrinos a quien profiriera tales
juicios sobre una mujer puesta al frente del ministerio.
Vivimos, además, un tiempo en el que se habla mucho de “defensa”,
de la OTAN y del “presupuesto de defensa”. Seamos claros: Rusia no es
nuestro enemigo. Los tiempos de la guerra fría ya han quedado atrás. El
conflicto ucraniano es un conflicto localizado en el que Kiev tiene que
agradecer a Rusia que, desde el primer momento, no haya realizado un ataque
total y demoledor contra Zelensky y se haya limitado a un ataque localizado en
las zonas rusófonas o de interés estratégico para salvaguardar la seguridad
propia. Después de tres años de decirnos los medios de comunicación que
Zelensky estaba ganando la guerra y que -como hemos oído- Rusia estaba agotada
y había recurrido a utilizar tanques y vehículos sacados de museos de la
guerra, ahora, resulta que Rusia es una amenaza para “Occidente” y que puede
llegar en pocos días a Finisterre… por lo que hay que proveerse de un “kit de
supervivencia”…
Ni la OTAN era necesaria a partir de la caída del Muro de Berlín,
ni era necesario introducir a Ucrania en la OTAN (lo que suponía amenazar la
seguridad rusa y garantizar la respuesta rusa): hoy, tres años después, tras
medio billón de dólares entregados por Biden, tras miles de muertos, Ucrania
tiene TODAS las infraestructuras destruidas, casi siete millones de
“desertores” (a la sazón llamados “refugiados”) que no han querido saber nada
de la guerra en la que la OTAN sumergió a su país, instalados en Europa y 3,5
de “desplazados” por el conflicto, dirigido por Zelensky que parece competir
con el de Sánchez en corrupción, con una situación militar insostenible y, también
como España, con una sociedad al borde del desplome. Y todo esto gracias a la
brillante idea de incluir a Ucrania en la OTAN… El absurdo de la OTAN se
demuestra precisamente por haber instigado este conflicto.
Pero los errores cometidos durante años por la UE ahora pasan
factura: el recién elegido canciller alemán Merz, el presidente Francés
Macron (que esperamos se haya recuperado de su continuo goteo nasal), han
concluido que la globalización debe seguir, lo que implica que, en cinco años,
la competencia china habrá liquidado la industria automotriz franco-germana.
Por tanto, la locomotora franco-alemana se ha visto obligada a una alternativa:
promover la industria armamentística europea, maximizando el “peligro ruso”.
Pero la realidad, es tozuda: lo han advertido en EEUU y por eso la nueva
administración desea volver a la situación anterior al inicio de la
globalización: de ahí los aranceles y que China se adapte a la pautas morales
del comercio internacional (nada de exportar materias primas para la
fabricación ilegal de drogas, nada de indisciplinas en la legislación sobre
propiedad intelectual, nada sobre exportación de productos alimenticios sin
trazabilidad y plagados de metabolitos peligrosos para la salud, nada de
prácticas de dumping, y nada, en definitiva, todo lo que, en los últimos
treinta años ha radicado el “milagro chino”; ahora toca aranceles,
deslocalización, políticas aduaneras rígidas, etc). El aumento del gasto
militar no va a servir para impulsar una industria alternativa, ni mucho menos
para reemplazar los puestos de trabajo que se van a perder con la tierra
quemada industrial que supone la globalización para Europa. Harina de otro
costal, sería que la UE intentara asegurar su autonomía y defensa fuera del
marco de la OTAN. Pero eso es algo que no entra en los planes de los maltrechos
dirigentes políticos de Francia y Alemania.
Todo esto queda demasiado lejos al gobierno Sánchez asediado por
procesos judiciales, por la presión de los que le mantienen en el gobierno (mindundis ridículos y capitanes fracaso estilo de Puigdemont o
viejas glorias ya sin parroquia, héroes del “procés” e irrisiones políticas a
lo Junqueras con el cerebro parado en octubre de 1934 -para olvidar el bochorno
del “procés”- y el delegado del gremio de matarifes, a lo Otegui), preocupado
por conceder a unos, engañar a otros y subvencionar a los amigos y nacionalizar
como “españoles de papeles” a quienes le garanticen el voto. Y mantener
tranquilo, por supuesto, a Mohamed VI, no sea que le dé por ir filtrando la
cartera de todo el material a disposición de la inteligencia marroquí gracias a
Pegasus, lo único que puede explicar la política sanchista en relación a
Marruecos.
Pero hay algunos elementos que demuestran que algo no está
funcionando…
¿QUÉ ESTÁ PASANDO -AQUÍ Y AHORA- DENTRO DE LAS FUERZAS ARMADAS?
No hay ruido de sables. Ni hay, ni se le espera. Pero si hay
llanto y crujir de dientes. Raro sería si el ejército fuera el único grupo
social al que, ante la situación actual de España, no se le removiera el
estómago ante lo que cada día exhiben unos titulares de prensa y ocultan otros.
Sin embargo, en las últimas semanas, estamos asistiendo a “maniobras
militares” y “despliegues de fuerzas” que no entran en la lógica del gobierno.
Ponemos algunos ejemplos:
- El pasado 10 de marzo, se iniciaron las maniobras de la operación Eagle Eye 25-01, un simulacro para proteger el Sur de España con la activación de los tres Ejércitos. El gobierno las justificó alegando que Sánchez había logrado incluir en la última reunión de la OTAN que se pusiera “especial importancia a la seguridad en el flanco sur de la UE”… Supone un eufemismo hablar desde España del “flanco sur” que solamente puede significar “Marruecos”. La cuestión no es discutir sobre ese riesgo (que, repetimos) es el único riesgo estratégico que tiene España en estos momentos: la cuestión es por qué Sánchez está realizando desde hace cuatro años continuas cesiones, concesiones, envíos de ayuda imposibles de evaluar en términos monetarios a Marruecos…
- El 26 de abril de 2025, España volvió a participar en las maniobras militares African Lion 2025, organizadas por el AFRICOM (el mando militar para África del Pentágono) que se desarrollan en Túnez, Marruecos, Senegal y Ghana. Participaron 10.000 efectivos de 40 países, de los que 7 son miembros de la OTAN. España había estado ausente de estas maniobras desde 2019. Ahora bien, los militares españoles no participaron en las maniobras en territorio marroquí, hecho que fue interpretado de maneras muy diversas.
- Un mes antes, los alumnos de la Academia de Artillería del Ejército de Tierra, apoyados por el Regimiento Mixto de Artilleria nº 30, habían llevado a cabo un ejercicio de tiro antiaéreo en Ceuta, utilizando cañones antiaéreos GDF-007 de 35 mm capaces de detener ataques aéreos a baja y muy baja cota. Y aquí si que no había dudas: las maniobras eran la respuesta al rearme militar marroquí.
- El 27 de octubre de 2024, mientras Marruecos realizaba maniobras apenas a 140 kilómetros de Canarias, la aviación española realizó el ejercicio SIRIO24 en la que participaron 1.500 miembros de la fuerza aérea, planificadas por el Mando Aéreo de Combate. El objetivo de estas maniobras era entrenar y evaluar a todas las unidades aéreas implicadas. "Se entrenarán las capacidades de contramedidas aéreas, guerra antibuque, transporte aéreo logístico y reabastecimiento en vuelo", añadía el comunicado del ministerio de defensa.
- Poco antes de estas últimas maniobras aéreas, los medios de comunicación marroquíes, ya se habían hecho de manera crítica de las maniobras realizadas por España en Melilla (recordando, por supuesto que Melilla forma parte del “Gran Marruecos”). Fueron pequeñas maniobras las celebradas en la segunda semana de octubre de 2024: ejercicios de francotiradores, operaciones de reconocimiento por parte de unidades del Regimiento Mixto de Artillería nº 32, patrullas nocturnas del Grupo Táctico de Ceuta en el interior de la ciudad.
- Manuel Ángel López, comandante de la patrulla “Isla Pinto” (P-84) estacionada en Melilla, lanzó una clara advertencia a Marruecos: “Tanto en Ceuta como en Melilla, debemos recordar a Marruecos que España sigue siendo soberana. sobre las dos ciudades”. Esta actitud contrasta -y mucho- con la posición oficial del gobierno español a través de los ministerios de Defensa y Exteriores que se desentendieron completamente de las maniobras marroquíes frente a Canarias…

Estos ejemplos pueden ser interpretados de dos maneras:
1) Puestos a resaltar las contradicciones del sanchismo y su indiferencia ante cualquier cosa que no sea el saqueo de fondos públicos, es posible que la política de apoyo absoluto a Marruecos y de concesiones continuas, y el entreguismo en relación a Ceuta y Melilla, tengan su obligada contrapartida -para equilibrar- en la realización de maniobras para demostrar cierta “fortaleza” ante Marruecos. De hecho, no sería la primera vez que el gobierno dice una cosa y hace la contraria.
2) Las maniobras que tienen como objetivo reconocer que Marruecos es el único enemigo geopolítico de España, parten del estamento militar, incluso de mandos destacados en Ceuta y Melilla, sin tener en cuenta las consideraciones y las conveniencias “políticas” del gobierno Sánchez. Se presentan como “cosas decididas” a la titular del ministerio que, ya sea por que las entiende e, incluso, es posible que comparta su necesidad, o por temor a enfrentarse a los militares, no dice nada en contra.
Lo que parece muy claro y que presentamos a modo de conclusión
razonada es:
1) El papel de la OTAN está en estos momentos muy disminuido ante la nueva política de la Casa blanca y, de hecho, ante la ausencia de “enemigo” desde la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS.
2) La cuestión del aumento del gasto militar planteada por EEUU a los aliados europeos y especialmente a España, es, literalmente, dinero tirado a la basura, al afrontar una amenaza inexistente. Rusia no alberga ambiciones territoriales sobre Europa: es el país más extenso del mundo con una Siberia repleta de riquezas minerales inexploradas. Rusia solo pretende garantizar su propia soberanía. La Casa Blanca, ha entendido perfectamente que la lucha por la hegemonía mundial en el inicio de la Cuarta Revolución Industrial es entre EEUU (potencia hegemónica durante la Tercera Revolución Industrial) y la República Popular China (potencia aspirante a la hegemonía en la Cuarta Revolución Industrial).
3) Francia, Alemania y el Reino Unido, países cuya industria se va a ver muy afectada por la nueva llegada de productos tecnológicos y mecánicos de China, intenta resucitar en contrapartida una “industria militar europea” para evitar una total desindustrialización de Europa. Y para ello está orquestando campañas ridículas de generación y extensión del miedo a una “ofensiva rusa sobre Europa”, aptas solo para aumentar la desinformación. ¿No sería más lógico dar la globalización como un ejercicio finiquitado y saldado con el fracaso?
4) España no puede aumentar significativamente el gasto en Defensa -y ¿en qué modelo de defensa si nuestros intereses y los de la OTAN son radicalmente diferentes?- dada su precaria situación económica, el aumento brutal de la deuda y del gasto público y la imposibilidad de aumentar la presión fiscal sobre el contribuyente. Lo más que puede hacer España en estos momentos, es racionalizar el gasto optimizando recursos y evitando misiones inútiles en el extranjero. A esto se une el que el gobierno sanchista se mantiene en el poder gracias a la no-España y a la izquierda marciana, ambas de tradicionales sentimientos antimilitaristas.
5) El único enemigo geopolítico de España en estos momentos y el único país que mantiene abierto un conflicto territorial con España es Marruecos. Por tanto, todo esfuerzo de defensa, todo gasto del ministerio debe centrarse en proteger el eje Canarias – Estrecho – Baleares. Vale la pena recordar las palabras de J.D. Vance, vicepresidente de los EEUU en la conferencia de seguridad de Munich el pasado mes de enero: “Europa tiene el enemigo dentro”. El enemigo son millones y millones de islamistas inintegrables y que creen firmemente en la Umma (la comunidad islámica mundial) mucho más que en las naciones en las que ahora viven y que les han otorgado la ciudadanía, que creen en una superstición propia del desierto, sostenida sobre “seis pilares”, el último de los cuales es la “yihad”, la guerra santa, como forma de alcanzar rápidamente el paraíso sensual prometido.
6) Esto implica clausurar “misiones en el extranjero”, desarrollar una industria armamentísticas propia y prescindir de las exigencias de la OTAN. Desarrollar planes de defensa ante dos tipos de contingencias: el peligro de una escalada de conflictos con Marruecos que, cuando se sienta lo suficientemente fuerte, reivindicará Ceuta, Melilla, las Islas Adyacentes e incluso Canarias; y el peligro de un conflicto interior, sobre el modelo de una guerra civil que puede tener las características de conflicto étnico-social-religioso, que se agravará con la presencia de mafias fuertemente armadas y que ya hoy cuentan con “zonas liberadas”. Cualquier otra amenaza es inexistente en las actuales circunstancias.