Cuando empezó el conflicto ucraniano, dijimos: se trata de un
conflicto localizado en una zona de la frontera ruso-ucraniana, en absoluto de
una “guerra total”. En los primeros cien días de
conflicto, la afluencia de “fakes” ha sido continua. Se trataba de transmitir a
la opinión pública occidental la idea de que Ucrania, no solamente, resistía,
sino que, además estaba obteniendo victorias espectaculares y el ejército ruso
sufría pérdidas insoportables. Estos últimos días, sin embargo, aquellos
primeros “fakes” se han ido eclipsando, hasta el punto de que podemos pensar,
que el conflicto se está apagando: Rusia ha alcanzado todos sus objetivos.
Ahora queda escenificar la paz.
A pesar de las informaciones sesgadas de los primeros días, sobre
los “avances rusos hacia Kiev”, la “defensa heroica de Kiev”, cualquier
analista que se hubiera tomado la molestia de podas las informaciones que eran
puras “operaciones psicológicas”, era consciente de que las operaciones rusas
solamente tendían a incorporar las regiones que ya se había declarado
dispuestas a separarse de Ucrania y a garantizar la conexión de la Federación
Rusa con Crimea y su seguridad.
Los movimientos de tropas, las zonas ocupadas son elocuentes al
respecto. No es que los ucranianos hayan “resistido” en otras fronteras: es
que allí no se han producido ataques. Harina de otro costal es que la aviación
y la cohetería rusa haya destruido sistemáticamente las infraestructuras
ucranianas. En esto no han hecho otra cosa que operar la misma estrategia
seguida por la OTAN contra Serbia en 1999: destrozar las comunicaciones,
los puentes, los polígonos industriales, cuarteles, depósitos de armamento, las
fuentes de energía y sus centrales de transmisión, etc. La estrategia se ha
demostrado terriblemente eficaz. Si Ucrania ha soportado 100 días de conflicto
ha sido por los envíos continuos de armamento realizados desde el primer
momento, especialmente por los EEUU.
LA OTAN -que no Ucrania que, desde el primer momento, desde que
eligió a un triste actor jázaro para presidir el país, un pequeño títere del
Foro Económico Mundial (eso a lo que llaman “un joven líder global”)- puso a
Putin ante el disparadero: o reaccionaba, o mostraba debilidad, dejando que la
OTAN avanzara sus fronteras a 1000 km de Moscú. Ciertamente, Turquía, ya
estaba en la OTAN y era fronteriza: pero los “puentes” entre Ankara y Moscú
son, en estos momentos de tal magnitud que resulta imposible pensar que, en
caso de conflicto, el gobierno de la “Sublime Puerta” se embarcaría en
operaciones contra Moscú.
En cuanto a los Países Bálticos, son demasiado pequeños como para
que de ahí pueda partir una amenaza para Rusia. Y lo mismo puede decirse de los
“países neutrales” que la OTAN intenta incorporar a su dispositivo: de
Finlandia puede decirse lo mismo que de Turquía. En cuanto a Suecia y
Dinamarca, la incorporación se ha hecho sin consultar a la población y en plena
orgía de “operaciones psicológicas” de la OTAN.
La responsabilidad de un conflicto no recae sobre el que dispara
primero, sino sobre el que hace que la situación llegue hasta tal punto que se
produzca el estallido. Y, en este caso, basta ver
el mapa animado sobre los avances de la OTAN desde la Caída del Muro de Berlín,
para ver quién había tomado la iniciativa y estaba a la ofensiva. La OTAN ha
hecho un mal cálculo, si de lo que se trataba era de “defender la paz en Europa”.
La Rusia de hoy no es la que dirigía aquel barril de vodka exaltado por “Occidente”
como “líder de la paz”, Boris Eltsin. No es la Rusia que siguió a la
descomposición del sistema soviético. Ni siquiera es la Rusia de los primeros
años de Vladimir Putin, aislada internacionalmente, sin recursos, gobernada por
una oligarquía, en buena medida, también de origen jázaro-judío, con las
infraestructuras al borde del colapso, la flota anclada en puertos y cientos de
navíos oxidados, un ejército en descomposición y generales convertidos en
millonarios gracias a la venta del material militar de las bases abandonadas
del Pacto de Varsovia… La Rusia de Putin es la “nueva Rusia” que ha
demostrado que no es aquel gigante caído al que la OTAN podía seguir golpeando
impunemente en el estómago una y otra vez.
Rusia, incluso había previsto la reacción de la OTAN cuando se
iniciara el conflicto. Tenía reservas suficientes para soportarlo, sabía que
las “sanciones occidentales” serían tímidas (especialmente cuando los
electorados occidentales se mostraban particularmente inquietos por el aumento
del precio de la electricidad), era consciente que, en caso de producirse por
presión de los EEUU, serían poco decididas y, además, era consciente de que, en
materia de energía y combustibles, lo que no vendiera a un cliente, lo podría
vender a otros.
Porque, a fin de cuentas, el eje de la economía mundial, desde los
años 90, se está desplazando del área euro-occidental, al área asiática. Así
que vender el petróleo que “Europa” rechazaba, no iba a suponer ningún
problema para Rusia, sino que el “embargo” debilitaría los lazos de la UE con
los EEUU. La UE había renunciado a tener un ejército digno de tal nombre,
hipotecando su defensa a los EEUU, así pues, aceptar las decisiones políticas
de Washington era el pago. Como podía esperarse desde el primer momento, las
“sanciones” han terminado volviéndose en contra de la UE y han demostrado la
naturaleza servil de los gobiernos europeos hacia los EEUU.
En España, donde se ha instalado el gobierno más torpe de la UE,
el pedrosanchismo, es donde las cosas han ido más lejos. A pesar de que España podía recibir gas natural de Argelia, de
lo que se trataba era de cerrar también ese grifo para convertir a los EEUU en
el “gran proveedor gasista de España”. Ha bastado, simplemente, dar un giro a
la cuestión del Sáhara, en detrimento de la posición argelina, para que se
interrumpiera el flujo de gas desde ese origen.
Económicamente, la guerra está resultado una tragedia para los países de la UE. A la inflación que ya existía desde 2019 y que se había contenido durante dos años gracias al confinamiento y a la consiguiente bajada del consumo, se une el conflicto ucraniano. Ahora, la inflación se ha disparado y, tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo han aplicado medidas monetaristas de manual, olvidando que, aquí y ahora, la inflación no es un producto del recalentamiento de la economía, ¡sino una resultante del conflicto ucraniano y de las sanciones impuestas por la OTAN bajo presión norteamericana!
Obviamente, las subidas de los tipos de interés y el aumento de
la inflación, solamente puede favorecer a las grandes fortunas que están viendo
como sus activos de revalorizan y no tienen ningún inconveniente en pagar
300 o 600 euros más al año en concepto de elevación de los precios de la alimentación,
1.000 o 3.000 en concepto de aumentos de los precios de la electricidad,
mientras que cada décima más de punto supone una importante pérdida de poder
adquisitivo para las clases medias e, incluso, sitúa en el límite de la
supervivencia a los que se encuentran próximos al umbral de la pobreza.
La estrategia rusa se ha mostrado excepcionalmente eficaz. Durante
los primeros días del conflicto, ha podido ser ocultada por los medios de
comunicación occidentales que han visto como sus espacios informativos se veían
repletos de material generado en los laboratorios de “operaciones psicológicas”
del Pentágono: cada día imágenes de niños
sufriendo, noticias sobre 5.000.000 de ucranianos exiliados, sobre columnas y
más columnas de tanques rusos destrozados, testimonios fabricados de
desertores, noticias sobre avances imaginarios ucranianos y sobre “fosas
comunes”, y entre un clip y otro, Zelensky con camiseta caqui, pidiendo más
armas y más compromiso a Occidente…
Pero el empeoramiento de la situación económica en el territorio
de la UE hace que los gobiernos más comprometidos con la OTAN, hayan
experimentado pérdidas notables en intención de voto. Europa empieza a entender
que sus gobiernos no son “aliados” del Imperio, sino “súbditos”. Y que,
finalmente, los intereses del “imperio” dirigido por Biden, no son los mismo
que los de la UE.
A toda clase política, por degenerada que sea, lo que realmente le
asusta, es perder las palancas del poder. Macron se salvó, pero por un estrecho
margen en las presidenciales. Si hoy estuviera sentada en El Elíseo Marina Le
Pen, seguramente, ni existirían las sanciones, ni existiría la OTAN, y por
supuesto, Zelensky haría unas semanas que habría trasladado su corte de los
milagros a Hollywood tratando de reemprender su carrera como sucesor de Woody
Allen; judíos de origen jázaro allí no faltan para echar un capote a su
hermano.
El caso es que, en la última semana, el clima de los
informativos está cambiando de tono en relación al conflicto ucraniano. Han
desaparecido las imágenes de niños asustados y de fosas comunes. Ya no se habla
de “avances del ejército ucraniano”. Tampoco se ofrecen noticias a masacres ni
se trata a Putin de “bestia enloquecida sedienta de sangre” o bien de “líder a
punto de soportar un golpe palaciego” y “enfermo de cáncer”. Se empiezan a
difundir los partes de guerra emanados de Moscú, en donde se da cuenta -sin
comentarios- de la destrucción de material de guerra norteamericano. Los “tertulianos”
ya no tienen la censura de hace unas semanas y pueden expresar su “preocupación”
porque las armas enviadas a Ucrania se pierdan en arsenales clandestinos y se
vengan a vaya usted a saber quién provisto de intenciones aviesas. Ayer,
incluso, en La Sexta, alguien planteaba la posibilidad de que, acabado el
conflicto, Ucrania pasara a ser un “estado fallido”.
La aparición de estas noticias, indica un cambio de orientación en
la política de los medios de comunicación de la UE. Macron ha sido el primer en decir -tiene elecciones este mas-
que Ucrania y Occidente deberían de “tratar no humillar a Putin”. Otras
voces de la UE admiten que Ucrania debería aceptar “pérdidas territoriales”
si de lo que se trata es de “alcanzar la paz”. El mismo analfabeto
político, Pedro Sánchez ya no repite que “estamos en guerra”, ni sus ministrillos,
ministrillas y ministrilles insisten que hay que enviar hasta a la cabra de la
Legión para “apoyar al gobierno ucraniano y a la paz en Europa”. Los
alemanes prometen enviar a Ucrania “un sistema antiaéreo capaz de proteger
una ciudad entera de los ataques rusos”, pero Zelensky critica al gobierno
alemán por no enviar el armamento pesado alemán… y los medios alemanes más
vinculados al Foro Económico Mundial acusan al nuevo canciller Scholz de “no
estar haciendo lo suficiente para ayudar el ejército ucraniano”…
Sólo el arteriosclerótico que duerme en la Casa Blanca, pelele del
complejo militar-petrolero-industrial, envía armamento pesado, ya sin muchas
esperanzas sobre la evolución de los acontecimientos. Para los EEUU, Ucrania
no puede ganar, pero sí prolongar la guerra aumentando el volumen de negocio
del complejo petrolero-militar-industrial, con ventas de material, armas, petróleo
y gas.
Lo que ha horrorizado a los EEUU es:
- Percibir la debilidad de los “aliados europeos”, su timidez y su renuencia a adoptar sanciones, así como la fragilidad de sus gobiernos.
- La aproximación ruso-china operada por las sanciones.
- El hecho de que las sanciones adoptadas por la UE, se hayan vuelto en contra de la UE, sin afectar lo más mínimo a Rusia.
- El comprobar que la crisis ha aflorado las peores consecuencias de la política económica adoptada por el gobierno Biden: él ha sido el único responsable de la inflación brutal que recorre el mundo al haber impreso dólares sin ton ni son durante los años del covid (de cada dos dólares hoy existentes en el mundo, uno se ha puesto en circulación durante los años del Covid).
Las cosas no pueden seguir así por mucho tiempo. Resulta imposible
saber cómo va a evolucionar la situación en las próximas semanas, pero se puede
establecer:
- Que Rusia quiere a Zelensky fuera del gobierno ucraniano.
- Que la suerte de las armas ya está definitivamente inclinada a favor de Rusia que está alcanzando (sino ha alcanzado ya) sus últimos objetivos de la operación.
- Que, por vía de la negociación o de la rendición, el régimen de Zelensky está herido de muerte.
- Que, los gobiernos europeos tienen prisa porque acabe el conflicto y restablecer relaciones normales con Rusia.
- Que el gobierno de los EEUU aspira a que el conflicto se enquiste, y está dispuesto a enviar todas las armas que sea posible para lograrlo.
- Que el gobierno de los EEUU quiere que Europa compre su gas a precios altos como pago por haber renunciado su defensa.
- Que las sanciones contra Rusia han acercado a este país a China y reforzado lo vínculos económicos entre ambos países.
- Que, en definitiva, la Rusia de hoy no es la de Eltsin, pero los EEUU se encuentra en el momento más difícil con riesgo del estallido por problemas interiores acumulados.
- Que la UE ha convertido al continente en un enano político y la OTAN en un súbdito fiel al “imperio”.
- Que el cambio en el sesgo informativo de los distintos medios de comunicación, es hoy, casi completamente opuesta a la de hace un mes, signo inequívoco de que el conflicto se extingue y de que Rusia ha alcanzado sus últimos objetivos.
Después de más de 100 días de fakes, estos datos son los que, finalmente, se han impuesto por la propia dinámica de los hechos.