La ONU declaro 2015 como el “año internacional de la Luz”. Una
estupidez como otra cualquiera, sino fuera porque el año 1945, en el que se creó
la ONU, la misma entidad declaró que el evento había iniciado la “era de la Luz”. Mucha “luz” y mucha mayúscula. Podemos legítimamente
preguntarnos ¿por qué el actual ciclo de la modernidad se inicia ese año y no
antes ni después? Porque 2015 fue un año bisagra en la historia del mundo.
Vale la pena hablar de la ONU de la que vale la pena hablar si queremos
entender lo que ocurrió aquel año 2015.
EL G-20 COMO PIEZA INTERMEDIA ENTRE EL FORO DE DAVOS Y LA ONU
Estaba terminando el año y el 15 y 16 de noviembre, se reunió en
Antalya (Turquía), el G-20. ¿Qué tiene que ver la ONU con el G-20?
Aparentemente, se trata de dos organismos separados: la ONU, al menos en teoría,
reúne a representantes de cada uno de los 193 Estados miembros (fue fundada por
51 Estados). En realidad, los “Estados miembros” solamente están presentes
en la “Asamblea General”, pero, contrariamente, a lo que se cree, el día a día,
está dominado por el “personal y personal asociado de la ONU” que está
protegido por la Convención sobre la Seguridad del Personal de las NNUU,
aprobado en 1994.
En cuanto al G-20 (o Grupo de los Veinte), en teoría es un foro
que agrupa a los presidentes o jefes de gobierno y a los presidentes de los
bancos centrales de las veinte economías más fuertes del mundo. En
realidad, tampoco es así, porque algunos países industrializados y con
economías fuertes no están representados: Irán, por ejemplo, no está. Taiwán
tampoco. España es “invitado permanente” (estamos, pero no estamos y si estamos
es, a condición de llevar silla plegable…). Por otra parte, no se entiende que,
si España está como invitado, Polonia que es un país equivalente, con un nivel
económico similar, no lo esté. El radio de acción del G-20 no se agota en los
20 países miembros, sino que tiene un segundo círculo concéntrico formado por
catorce organizaciones internacionales asociadas, cuyos presidentes se sientan
de pleno derecho en las reuniones del G-20.
El G-20 surgió en 1999, pero no fue sino hasta 2008, cuando se
produjo la gran crisis económica mundial, cuando empezó a tener importancia
convirtiéndose en el eje de discusión sobre la marcha de la economía mundial, superando y anulando anteriores experiencias (el G-8, el G8+5,
etc.).
LO QUE VA DE LA CRISIS DEL 29 A LA DE 2008
Cuando se habla de la “crisis del 29” y se la compara con la que se
inició en la crisis de las hipotecas subprimes en los EEUU, pero, también aquí
las comparaciones son odiosas:
- La crisis del 29 se inició en la bolsa, mientras que la del 2008, tuvo su origen en operaciones irresponsables en el sector bancario-inmobiliario.
- La crisis del 29 afectó sobre todo a países con fuerte sector financiero y comercio internacional, economías liberales, mientras que los países con poco comercio exterior, apenas se vieron afectados y las economías socialistas ni la notaron. La del 2008 afectó a todo el mundo: fue la primera crisis “global”.
- Cuando se produjo la crisis del 29, las dimensiones de la economía eran incomparablemente menores a las que tenía en 2008.
- La crisis de 1929 generó un movimiento aislacionista en todo el mundo, mientras que la del 2008 no impidió que se siguieran realizando prácticas globalizadoras, pero en absoluto se aplicaron medidas “proteccionistas”.
- Así como la crisis del 29 generó políticas de austeridad y programas de obra pública que tuvieron éxito en unos países (Tercer Reich) y fracasaron en otros (New Deal, en EEUU), la crisis de 2008 se superó mediante una elevación mundial del endeudamiento de los Estados.
- La crisis de 1929 generó la aparición de los fascismos, pero la crisis de 2008, tras ser digerida y meditada, ha llevado a otras opciones muy diferentes que, en el fondo, no son más que un paso al frente en la globalización, un cambio de look en el neoliberalismo. La Agenda 2030 y las teorías de Klaus Helmut Schwab sobre la Cuarta Revolución Industrial son el resultado.
Así pues, lo que ocurrió en el “año bisagra” está directamente
relacionado con las experiencias, las reflexiones y las resoluciones que
emanaron del análisis de lo que había ocurrido desde que estalló la crisis de
las subprimes en EEUU (primavera-verano de 2007), hasta que se desató la crisis
de la deuda (2010-2011), pasando por la crisis bancaria.
LO QUE HABÍA MÁS ALLÁ DEL PRECIPICIO EN EL QUE ESTUVIMOS A PUNTO
DE CAER EN 2008
El riesgo de esta crisis era que:
- La crisis económica se transformará en una crisis social
- Que, en una segunda fase, la crisis social se transformara en crisis política y
- Que, finalmente, la crisis política rompiera con las dinámicas iniciadas en 1989 tras la caída del Muro de Berlín: economía mundial globalizada, generando nuevos modelos políticos que bien podían ser los “populismos”.
En los años en los que la economía mundial consiguió estabilizarse
de nuevo, 2012, los distintos thing-tanks mundiales iniciaron su
reflexión fruto de la cual nació la Agenda 2030 proclamada por las Naciones
Unidas en el encuentro de Turquía en 2015.
¿De dónde venían esas
tesis?
- Por una parte, de los propios medios de la ONU que habían visto los resultados de su programa estrenado en 2000: “Objetivos del Milenio”. Se reformulaban estos “objetivos”, ninguno de los cuales había sido plenamente alcanzado y se les añadió, primero, una dimensión ecologista, se estableció un riesgo prioritario (“salvar el planeta”), se acompañó de una jerga propia repleta de palabras-fetiche (gobernanza, incluso, perspectiva de género, etc.) y todo ello tuvo como común denominador un buenismo tan ingenuo como exasperante que, finalmente, al llegar la pandemia, se acompañó con la idea de que la pandemia podía suponer un retroceso mundial en el “terreno conquistado”.
- Por otra parte, las ideas (y la propia jerga utilizada) aprobadas en uno de los 30 documentos aprobados en la cumbre de Turquía del G-20, celebrada los días 15 y 16 de noviembre de 2015, titulado “Transformando nuestro mundo: Agenda 2030 para el desarrollo sostenible”, fueron trasladados a la Asamblea General de la ONU y convertidos en “17 objetivos” de la Agenda 2030.
- Pero esas ideas no habían sido elaboradas tampoco en ese foro, sino que eran un préstamo tomado de una reunión previa que había tenido lugar en Davos en abril de 2015, convocada por el Foro Económico Mundial y en donde Klaus Schwab había lanzado su idea de “la cuarta revolución industrial”.
- El “peso moral” atribuido a la ONU, hizo que los gobiernos de todo el mundo -pero muy especialmente de los países occidentales- adaptaran la “Agenda 2030” a sus realidades nacionales, renunciando en grandísima medida a las “Agendas Nacionales” y en beneficio de esto que era, en el fondo, una “agenda global”.
Así pues, el origen de estas ideas es el entorno y los grupos de
trabajo del Foro Económico Mundial (FEM), estructuras que cuentan con una representación
mayoritaria en el G-20 (no olvidemos que los jefes de gobierno llegan a las
reuniones de este organismo, acompañados por los presidentes de sus Bancos
Centrales, la mayoría, sino todos, próximos al FEM. A través del G-20, en donde
también está representados la Organización Mundial del Comercio, el Banco
Mundial, la ONU, el Fondo Monetario Internacional, , el Consejo de Estabilidad
Financiera, la “agenda” aprobada en Turquía, llega a la ONU y los objetivos del
FEM, junto con el nuevo lenguaje de un “capitalismo con rostro humano”, “consciente
de los riesgos ecológicos”, que apuesta por “el desarrollo sostenible” y busca
un régimen de “equidad, paridad e igualdad”, se convierten en OBJETIVOS
MORALMENTE OBLIGATORIOS para los 193 Estados miembros de la ONU.
REFLEXIONANDO EN 2015 SOBRE UN SISTEMA QUE REQUERÍA UNA REFORMA EN
PROFUNDIDAD
Bien, cuando se llega a 2015 parece ya muy claro que se están
produciendo mutaciones políticas en todo el mundo que corren el riesgo de
bloquear el proceso de globalización de la economía mundial (querido por el
FEM) y de detener el proceso de “mundialización” al que aspira la ONU, la
UNESCO y sus clases funcionariales.
Ese año se producen dos fenómenos que hacen muy tangible estos “miedos”:
- Por una parte, la socialdemocracia europea, que desde el congreso de Bad Godesberg (1959) había marcado el norte estratégico del socialismo (convivencia con el capitalismo, sociedad del bienestar y conquistas sociales graduales), se había, literalmente, hundido, después de que los distintos partidos socialdemócratas en el poder, optaran en 2009 por operaciones de salvamento de la banca, antes que por salvar a la sociedad.
- Por otra parte, la izquierda iberoamericana nacida en el Foro de Sao Paolo en 1990 bajo el eslogan de “los pueblos del mundo contra el neoliberalismo y por la paz”, con los Chávez, los Lula, los Kirchner, los Bachelet, los Múgica, incluso los Castro, estaba en 2015 literalmente fuera de juego: en todos estos países las derechas nacionalistas suben al poder, y, para colmo, mueren Castro y Chávez y Lula se despierta una mañana en prisión.
- Finalmente, la mayor derrota de estas corrientes es la llegada al poder en los EEUU de Donald Trump, cuya victoria en 2016, ya se presentía desde el año anterior.
Los problemas de fondo que llevaron a replantear la situación a
los “señores del dinero” en 2015, son cuatro:
1) Los “mercados” no son infalibles, ni necesariamente justos. De hecho, los mercados quiebran con cierta frecuencia, por crisis de crecimiento, procesos inflacionarios, políticas monetaristas erróneas o, simplemente, por exceso de dopamina de los brókers y por ambiciones irresponsables por parte de los especuladores financieros.
2) La globalización es un sistema asimétrico e inestable: asimétrico por que concentra las manufacturas en una zona geográfica, mientras que el consumo se ubica en otra muy diferente e inestable porque el capital financiero siempre va en busca de teatros de inversión más rentables y estos se desplazan continuamente. Pero la globalización es irrenunciable para las élites económicas internacionales, sus máximos beneficiarios.
3) Desde finales de los años 60 ha ido disminuyendo la capacidad adquisitiva de la clase media y de las clases trabajadoras, de seguir así, pueden estallar revueltas y estallidos sociales pues, no en vano, cualquier movimiento de renovación, históricamente, ha partido de grupos sociales provistos de un buen nivel cultural y que han visto peligrar sus intereses de grupo.
4) La aceleración tecnológica y los cambios que generará en el período 20-30 son de tal magnitud que, hace falta dar un nuevo rumbo al neoliberalismo y tratar, por todos los medios, que se produzcan trastornos sociales corren el riesgo de que se hunda todo el entramado económico mundial (a parte de los efectos más brutales e inevitables de los procesos revolucionarios de masas: guillotinas, fosas y liquidación de una clase dirigente por otra).
“NOSOTROS, EL PUEBLO”, NO DECIDIMOS NADA EN 2015 (NI MUCHO MENOS HOY)
Así pues, tanto la Agenda 2030, como su inspirador, el Foro
Económico Mundial (su presiden Klaus Schwab publicó su libro sobre la Cuarta Revolución Industrial que contiene la narrativa y todas las tesis defendidas por su organización, en abril de 2015), a través de su influencia en el Grupo G-20, sale de la
reflexión que siguió a la crisis económica mundial del período 2007-2011: se
trataba, no solamente de que no se volviera a producir una catástrofe de esas
circunstancias, sino de no alterar los principios del neoliberalismo (la
globalización en primer lugar) y de prever posibles escenarios futuros en los
que pudieran producirse -como se estaban empezando a producir en 2014-2017- “regresiones” en el trayecto seguido desde la caída del Muro de Berlín, históricamente,
el año cero de la globalización.
La opinión pública mundial, ese año 2015, estaba muy distraída con
algunos acontecimientos que repercutieron en aquellos meses:
- Los atentados yihadistas empezaron a ser frecuentes en Europa Occidental y en todo el mundo: es el atentado al Charlie-Hebdo, los atentados de Copenhague y se convirtieron en diarios con el Boko Haram en Nigeria
- La guerra de Siria estaba en su momento más álgido y el DAESH llegó ese año a su límite máximo de control territorial. Estos avances obligarán a Rusia a intervenir en el mes de septiembre.
Europa miraba con temor los continuos atentados yihadistas que
proseguirían de manera continuada durante los siguientes tres años y la
atención mundial estaba concentrada en Siria y en el conflicto instigado por
los EEUU y el Estado de Israel. Eso garantizaba el que los nuevos instrumentos
para reformar el neoliberalismo y darle un “rostro humano” que se estaban
fraguando entre bastidores, pasarían todavía desapercibidos y no se harían
públicos hasta que estuvieran ultimados.
Los “17 Objetivos para el desarrollo sostenible de la Agenda 2030”
pasaron desapercibidos en aquel momento para la opinión publica y fueran asumidos
luego por los gobiernos, cuyos miembros habían apostado por sustituir las “agendas
nacionales” por esta “agenda globalista”. Será
algo más tarde, en 2020, cuando empezarán a verse en todo el mundo a políticos
con el emblema multicolor de la “Agenda 2030” y, en España, concretamente,
cuando, a falta de un programa socialista de gobierno, Pedro Sánchez,
flanqueado por la extrema-izquierda, lo asuma íntegramente como sustituto de
cualquier remedo de programa de gobierno socialista.
Los efectos de lo decidido de espaldas a las democracias y a la opinión
pública mundial empezaron a notarse con el peso de una losa de plomo a partir
de 2020. Para salvar el neoliberalismo y la globalización, era preciso una “narrativa
amable” y un brazo de hierro. La mejor dictadura es aquella en la que los
ciudadanos no son conscientes de que viven bajo la opresión.
Y esa fue la que nos ofrece la Agenda 2030 y el Foro Económico Mundial
desde el año 2015. Por que es de dictadura de lo que debemos hablar.