Querido Diario:
Cuando se convoquen oficialmente las próximas elecciones
plantearos ¿para qué votar si todo seguirá de mal en peor? Porque el problema
no ¿a quién votar, sino para qué votar? No creo en la “democracia” (añadir
el calificativo de “formal” me parece ocioso: hoy no hay más democracia que la formal, la real –la de
las ciudades griegas- fue de hace milenios) y me parece que en las actuales
circunstancias de masificación, pérdida de valores y de identidades personales,
apatía y desinterés, creer que unas elecciones van a resolver algo, supone
estar próximo a la estupidez. Creo, más bien, en la aristocracia. En una
nueva aristocracia (llamarla “meritocracia” sería una concesión a lo
políticamente correcto que no estoy dispuesto a hacer), es decir, al “mando de
los mejores”. Los “mejores” son los que se elevan contra la apatía generalizada
y traen en sus alforjas proyectos ilusionantes que se aprestan a poner en
práctica con una voluntad nietzscheana. El otro concepto a revalidar es “autoridad”: el liderazgo
natural que ejercen unos pocos sobre un conjunto. En estos tiempos en
los que no se sabe bien quién manda en un país (mandan los “señores del dinero”
que no son elegidos en ninguna elección y los que salen elegidos tienen que ser
necesariamente bendecidos por esos mismos “señores del dinero”), no existe
“centro de imputación” (el responsable de los éxitos o de los fracasos: el
éxito tiene muchos padres, pero toda la clase política rehúye asumir un fracaso
e incluso existen muchos centros de autoridad en competencia entre sí que, mire
usted por dónde, nunca son responsables de ningún fracaso, que se arrojan unos
a otros responsabilidades por ellos y que se pelean por protagonizar logros.
Esto no es autoridad: es mediocridad. La clase política actual tiene la
mediocridad y la falta de autoridad propia del fracasado que ha empleado los
últimos 38 años en ejercer el viejo arte del engaño y la demagogia.
“REFUGIADOS SIRIOS”: NADA DE TODO
ESTO HUBIERA PASADO SI YUGOSLAVIA HUBIERA SEGUIDO EXISTIENDO. RECORDAR LA
HISTORIA
Vamos a recordar lo que ocurrió en Yugoslavia a partir de
la segunda mitad de los ochenta: el país no es que “se desintegrada”, es que
“fue desintegrado”. Y lo fue desde fuera con la triple alianza entre Berlín,
Washington y el Vaticano. Juan Pablo II creyó que podía repetirse el
episodio polaco (un movimiento católico protagoniza la contestación a un
régimen comunista) y atizó el nacionalismo croata frente al “comunismo
serbio”). Berlín buscaba un Estado aliado que le permitiera –eran los años 80 y
el gobierno alemán dudaba todavía entre orientarse hacia la colonización
económica de la Europa del Este que se iba alejando vertiginosamente de la URSS
o utilizar la Unión Europea para hacerse dueña económica del continente- tener
una salida a los mares cálidos del sur: en este caso al Adriático. Y en cuanto
a los EEUU planteaban una jugada triple: debilitar primero y colonizar después
las partes en las que quedaría rota Yugoslavia, clavar una espina en el flanco
sur oeste de Rusia y reconstruir el “corredor turco” de los Balcanes que
generaría un polvorín constante en el sud-este europeo. El Vaticano, ha sacado
pocos dividendos, tanto de la “católica Polonia” como de la “católica Croacia”
y hoy está completamente fuera de juego. Berlín no piensa en otra cosa más que
en integrar a los países de la ex Yugoslavia en la UE y convertirlos en nuevos
y fáciles mercados. Y en cuanto a EEUU todo lo que sea debilitar a Europa y
obtener posiciones avanzadas próximas a Rusia le interesa. En cualquier caso,
hay que reconocer que Yugoslavia supuso un estadio superior de orden político
al actual mosaico balcánico. De
haber existido una Yugoslavia íntegra y fuerte el flanco sur-este de Europa
jamás hubiera recibido a cientos de miles de “refugiados” sirios. Vale la pena
no olvidarlo.
EL BARÓMETRO DEL CIS CONFIRMA 80
AÑOS DESPUÉS QUE “ESPAÑA HA DEJADO DE SER CATÓLICA”.
Creo que fue en 1932 cuando
Manuel Azaña, lo que se dice un intelectual progre de la época y presidente de
la República dijo aquello de que “España ha dejado de ser católica”. Lo decía
en medio del aluvión de legislación anti-religiosa que promulgo la República en
sus dos primeros años de existencia. Efectivamente, algo de razón tenía Azaña: España había dejado de
ser católica “legalmente”. No tuvo mucha importancia porque luego
subiría la CEDA al poder en un gabinete de centro-derecha y España “volvió” a
ser católica. Lo dejó de ser a partir de febrero de 1936 cundo ganó el Frente
Popular y volvió a serlo definitivamente y por bastantes décadas en 1939. Luego
la Iglesia se distancio el franquismo e incluso se distanció de sí misma con el
Concilio Vaticano II. Aparecieron Papas populistas y viajeros, mediáticos que
viajaban de un sitio a otro agrupando multitudes y creímos –especialmente cuando
tales papas pasaban por España- que nuestro país seguía siendo católico. Y ya
no lo era: y no “por
imperativo legal” como en 1932, sino simplemente porque la Iglesia había ido
mermando su influencia en nuestra sociedad: los cambios de costumbres acelerados
encajan mal con los dogmas sempiternos. La Iglesia cambió pero no lo
suficiente, ni siquiera en la dirección que cambiaba la sociedad española y
tampoco tuvo fuerzas para oponerse a esos cambios y/o encarrilarlos. El caso es
que el número de españoles que van a misa sigue descendiendo, el de matrimonios
en el altar cae todavía más y el de bautismo igual. Y de los que se celebran,
haría falta saber cuántos son de “verdaderos” católicos y cuántos por pura
fiesta. Y no estoy muy
seguro de qué es mejor: si una España católica o una España que, por no tener,
no tenga ni religión, ni siquiera moral cívica. Para que luego alguno
ande diciendo que “España va bien”.
PODEMOS ACUSA A COLAU DE NO
IMPLICARSE EN LAS ELECCIONES DEL 27-S. ES LO QUE LES PASA A LAS
FRANQUICIAS/TAIFAS: QUE EL NIVEL DE IMPLICACIÓN ES CERO.
“Lluís Rabell”, nacido Luis
Franco Rabell, ilustre “activista social”, protagonista del, hasta ahora, mayor
fracaso de la franquicia Podemos en las pasadas elecciones del 27-S en Cataluña
en donde esta sigla unida a ICV consiguió unida menos votos de los que había
conseguido esta última coalición en las anteriores, es como toda la clase
política o aspirante a serlo: culpa de sus fracasos a cualquier otro. Y no
importa si tiene razón (que la tiene), lo que importa es que en si hubiera
hecho una autocrítica razonable hubiera advertido que el “buenismo social” del
que hizo gala a lo largo de la campaña (cediendo espacios publicitarios de su
coalición a los “movimientos sociales”…), era una colección es estupideces que
desdibujaban incluso el perfil ya suficiente desdibujado de ICV. A la coalición
“Catalunya si que es pot” (Podemos + ICV) le pasó lo mismo que a PxC en las
anteriores elecciones autonómicas: cuando el debate está polarizado por el hecho soberanista (a favor o en
contra), no es posible introducir ningún otro tema por justo que sea o parezca.
Y sobre todo el hecho soberanista lo que exige es CLARIDAD, no hay lugar para
“terceras vías”. Por lo demás, Rabell si tiene razón cuando dice que la
Colau no se implicó en la campaña: “implicarse” quiere decir “comprometerse” y la Colau ya ha tocado
moqueta y se ha atornillado a la poltrona, así pues ¿para qué iba a
“comprometerse”, hombre de dios?
EEUU YA NO EXIGE LA RETIRADA DE
EL ASAD PARA SENTARSE A NEGOCIAR. LOS BOMBARDEOS RUSOS INDICAN QUE EN ESTE
CONFLICTO SÓLO LA FUERZA PAGA
John Kerry, secretario de Estado
de los EEUU y Serguéi Laurov, ministro de exteriores ruso se han reunido en
Viena para tratar la cuestión del fin de la guerra civil siria. Poco podrá
oponer Kerry: su principal carta, la “insurgencia” siria, está a la desbandada
y en cuanto al Estado Islámico, incluso los servicios de operaciones
psicológicas del Pentágono han cesado de difundir fotos de sus crímenes a
través de redes sociales. Desde el mismo día en que la aviación rusa bombardeó
con una precisión milimétrica las posiciones clave del IS, los asesores
militares de Obama entendieron que todo estaba perdido y que la única
posibilidad era salvar lo salvable, sentándose a negociar y poniendo como
primera condición que El Asad abandonara la presidencia y convocar “elecciones
libres” que hubieran traído el mismo caos que la peor de las guerras civiles
(como ya hemos visto en Libia, Irak y Afganistán). Siguieron los bombardeos
rusos y la ofensiva terrestre. Así pues, estaba claro que cada día que pasaba
sin sentarse en la mesa de negociaciones, el Pentágono perdía unos cuentos
cientos de “sus soldados”. Ahora la situación es completamente diferente: negociación sin condiciones.
La guerra civil siria ha sido una “guerra artificial” generada, especialmente
desde el Pentágono y en la misma dirección que las “revoluciones verdes” de
hace cuatro años. Así pues, de lo primero que se trata es de restablecer la autoridad del
legítimo Estado Sirio y dejar la retórica de las “libertades políticas”
y las “elecciones libres” para cuando estén desarmadas las bandas de
insurgentes. Cualquier otra cosa supondría reproducir el mismo esquema caótico
que ha llevado a la desintegración de cualquier forma de Estado en Libia, en
Irak o en Afganistán.