Infokrisis.- Entre los intentos del franquismo de institucionalizar su régimen, figura la propuesta –como hemos visto lanzada por Arrese- de crear una “democracia orgánica”. Se trata de una forma original de democracia limitada en la que la idea inicial era un desarrollo de un fragmento del discurso de José Antonio Primo de Rivera en el Teatro de la Comedia, cuando aludió a la “familia, el municipio y el sindicato” como “estructuras naturales” de la sociedad. Arrese infirió que era necesario crear un “poder legislativo” en el que estuvieran presentes estas estructuras “orgánicas” que, el “fundador” había contrapuesto a la estructura “inorgánica” de los partidos políticos.
La Ley Orgánica del Estado dio forma legal a todo esto. Las Cortes quedaron divididas en “tres tercios”: el familiar, el sindical y el corporativo. En el primero estaban representados los cabezas de familia en tanto que representantes de la célula básica de la sociedad, en el segundo los sindicatos y en el tercero la sociedad civil y otras estructuras de poder: ejército, asociaciones culturales, universidades, juventud, ayuntamientos, etc.
No se puede negar que, a la vista de cómo han ido estos últimos 30 años en la vida política española, la forma “partido” ha constituido un rotundo fracaso por lo que José Antonio Primo de Rivera ya había previsto: los intereses de los partidos prevalecen desde el primer momento sobre los intereses de la sociedad. Por tanto, esta idea de “democracia orgánica” figura entre los aspectos más interesantes del franquismo.
Es innegable que aquella idea fracaso. La democracia “orgánica” no fue tal. Se ironizaba diciendo que era una “democracia digital”, esto es, elegida a dedo y que ninguno de los tres tercios era representativo de la sociedad de su tiempo. Algo de eso había, en efecto. Pero en 1967-75, en España existía la presunción de que los partidos políticos representaban opciones ideológicas mientras que los alcaldes, responsables sindicales eran elegidos a dedo y en las elecciones municipales no se podía presentar todo aquel que quería sino aquellos cuya fidelidad a Franco estaba suficientemente atestiguada. Por otra parte, desde principios de los años 60, el franquismo tenía de su parte a una mayoría silenciosa, mientras que la oposición (reducida al PCE y a grupos de extrema-izquierda cada vez más numerosos) iba teniendo una creciente capacidad de movilización especialmente en el mundo sindical y estudiantil.
La Ley Orgánica introdujo innovaciones que limitaron todavía más la capacidad de movilización de los partidarios del Régimen: se transformó el “Movimiento Organización” en “Movimiento Comunión de todos los españoles en los ideales del 18 de julio”… pero estos ideales cada vez estaban más difuminados.
Se nos insistía en aquella época (1971) en que el edificio franquista estaba sostenido por varias columnas, fundamentalmente la falange y los tecnócratas del Opus, constituyendo las dos columnas sobre las que se instalaba el frontispicio del Estado en cuyo vértice superior había una bandera que eran las “Leyes Fundamentales”, esto es, el equivalente a la constitución. Se añadía que si etas dos columnas se peleaban entre sí, el edificio amenazaba con derrumbarse. Pero, mientras se nos decía esto, el Opus y la Falange se enzarzaban en una permanente guerra de desgaste que tuvo su momento álgido durante el Caso Matesa (escándalo de fraude en las exportaciones que arrastró en su caída a los ministros más conocidos del Opus Dei).
Paralelamente, a partir de 1967, se inició un período de atenuación doctrinal del régimen, se relajó la tensión ideal en el Frente de Juventudes y en los Hogares de la OJE, el Movimiento franquista, “organización” o “comunión” pasó a ser un aparato burocrático-administrativo. Los organismos del régimen (la propia policía, la magistratura, las fuerzas armadas, esto es, los poderes fácticos) empezaron a defender su “profesionalidad” y a proclamar que estaban al servicio de quien gobernara en cada momento…
Todo esto permite entender porqué una semana después de la muerte de Franco, los partidos políticos de la oposición prácticamente actuaban y se reunían con entera libertad y porque año y medio después tenían lugar las primeras elecciones democráticas.
La “democracia orgánica”, sin duda el intento más serio de superar el sistema de partido, no funcionó: el capitalismo autóctono no quería experimentos de este tipo que hicieran recelar a Europa, quería penetrar en los mercados europeos y muerto Franco se trataba solamente de forzar lo antes posible la homologación política en Europa.
Da que pensar el hecho de que en Italia, el régimen fascista cayera cuando los aliados tenían ocupada Sicilia y habían desembarcado en Anzio, cuando los bombardeos de terror aliados sobrevolaban cada día Roma y cuando los resistentes practicaban el tiro en la nuca. Pues bien, con la guerra perdida, con una inevitable sensación de derrota, Mussolini pronunció su último discurso en el Teatro Lírico de Milán cuatro meses antes de que terminara la guerra y él mismo resultara asesinado. Hasta el último momento hubo voluntad de resistencia entre los cuadros de la República Social Italiana. Y fueron cientos de miles quienes optaron por resistir. En Alemania ocurrió otro tanto hasta principios de mayo de 1945 cuando entre las ruinas del Berlín destruido prosiguió la resistencia armada y cuando hasta 1946 el Wherwolf siguió resistiendo y atentando contra los aliados.
En la España de 1975, con una situación infinitamente menos dramática, no se produjo ninguna resistencia numantina por parte de los miembros del aparato franquista: el Frente de Juventudes, la Sección Femenina, los Sindicatos Verticales, la Guardia de Franco, etc, fueron disueltas sin pena ni gloria. Suárez poco antes de las elecciones de junio de 1977 reunión a los lugartenientes provinciales de la Guardia de Franco explicándoles que todo seguiría igual, pero en lugar de llamarse “Guardia de Franco”, a partir de entonces se llamarían “UCD”. Solamente el lugarteniente de Lérida se opuso… los funcionarios del Movimiento pasaron a ser destinados al ministerio de cultura, frecuentemente en los archivos de los sótanos; los profesores de Formación del Espíritu Nacional como todo el resto de funcionarios franquistas se intentaron acomodar como pudieron ante la nueva situación… Si la monarquía Alfonsina cayó sin que saliera a la calle “ni un solo pelotón de alabarderos”, el franquismo se disolvió como un azucarillo con leves resistencias por parte del “bunker”.
A fin de cuentas Franco supo trasladar su propio pragmatismo a su grey, la cual asumió que en cada momento histórico había que actuar en función de ese mismo pragmatismo. Nada más.
© Ernesto Milá – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen
La Ley Orgánica del Estado dio forma legal a todo esto. Las Cortes quedaron divididas en “tres tercios”: el familiar, el sindical y el corporativo. En el primero estaban representados los cabezas de familia en tanto que representantes de la célula básica de la sociedad, en el segundo los sindicatos y en el tercero la sociedad civil y otras estructuras de poder: ejército, asociaciones culturales, universidades, juventud, ayuntamientos, etc.
No se puede negar que, a la vista de cómo han ido estos últimos 30 años en la vida política española, la forma “partido” ha constituido un rotundo fracaso por lo que José Antonio Primo de Rivera ya había previsto: los intereses de los partidos prevalecen desde el primer momento sobre los intereses de la sociedad. Por tanto, esta idea de “democracia orgánica” figura entre los aspectos más interesantes del franquismo.
Es innegable que aquella idea fracaso. La democracia “orgánica” no fue tal. Se ironizaba diciendo que era una “democracia digital”, esto es, elegida a dedo y que ninguno de los tres tercios era representativo de la sociedad de su tiempo. Algo de eso había, en efecto. Pero en 1967-75, en España existía la presunción de que los partidos políticos representaban opciones ideológicas mientras que los alcaldes, responsables sindicales eran elegidos a dedo y en las elecciones municipales no se podía presentar todo aquel que quería sino aquellos cuya fidelidad a Franco estaba suficientemente atestiguada. Por otra parte, desde principios de los años 60, el franquismo tenía de su parte a una mayoría silenciosa, mientras que la oposición (reducida al PCE y a grupos de extrema-izquierda cada vez más numerosos) iba teniendo una creciente capacidad de movilización especialmente en el mundo sindical y estudiantil.
La Ley Orgánica introdujo innovaciones que limitaron todavía más la capacidad de movilización de los partidarios del Régimen: se transformó el “Movimiento Organización” en “Movimiento Comunión de todos los españoles en los ideales del 18 de julio”… pero estos ideales cada vez estaban más difuminados.
Se nos insistía en aquella época (1971) en que el edificio franquista estaba sostenido por varias columnas, fundamentalmente la falange y los tecnócratas del Opus, constituyendo las dos columnas sobre las que se instalaba el frontispicio del Estado en cuyo vértice superior había una bandera que eran las “Leyes Fundamentales”, esto es, el equivalente a la constitución. Se añadía que si etas dos columnas se peleaban entre sí, el edificio amenazaba con derrumbarse. Pero, mientras se nos decía esto, el Opus y la Falange se enzarzaban en una permanente guerra de desgaste que tuvo su momento álgido durante el Caso Matesa (escándalo de fraude en las exportaciones que arrastró en su caída a los ministros más conocidos del Opus Dei).
Paralelamente, a partir de 1967, se inició un período de atenuación doctrinal del régimen, se relajó la tensión ideal en el Frente de Juventudes y en los Hogares de la OJE, el Movimiento franquista, “organización” o “comunión” pasó a ser un aparato burocrático-administrativo. Los organismos del régimen (la propia policía, la magistratura, las fuerzas armadas, esto es, los poderes fácticos) empezaron a defender su “profesionalidad” y a proclamar que estaban al servicio de quien gobernara en cada momento…
Todo esto permite entender porqué una semana después de la muerte de Franco, los partidos políticos de la oposición prácticamente actuaban y se reunían con entera libertad y porque año y medio después tenían lugar las primeras elecciones democráticas.
La “democracia orgánica”, sin duda el intento más serio de superar el sistema de partido, no funcionó: el capitalismo autóctono no quería experimentos de este tipo que hicieran recelar a Europa, quería penetrar en los mercados europeos y muerto Franco se trataba solamente de forzar lo antes posible la homologación política en Europa.
Da que pensar el hecho de que en Italia, el régimen fascista cayera cuando los aliados tenían ocupada Sicilia y habían desembarcado en Anzio, cuando los bombardeos de terror aliados sobrevolaban cada día Roma y cuando los resistentes practicaban el tiro en la nuca. Pues bien, con la guerra perdida, con una inevitable sensación de derrota, Mussolini pronunció su último discurso en el Teatro Lírico de Milán cuatro meses antes de que terminara la guerra y él mismo resultara asesinado. Hasta el último momento hubo voluntad de resistencia entre los cuadros de la República Social Italiana. Y fueron cientos de miles quienes optaron por resistir. En Alemania ocurrió otro tanto hasta principios de mayo de 1945 cuando entre las ruinas del Berlín destruido prosiguió la resistencia armada y cuando hasta 1946 el Wherwolf siguió resistiendo y atentando contra los aliados.
En la España de 1975, con una situación infinitamente menos dramática, no se produjo ninguna resistencia numantina por parte de los miembros del aparato franquista: el Frente de Juventudes, la Sección Femenina, los Sindicatos Verticales, la Guardia de Franco, etc, fueron disueltas sin pena ni gloria. Suárez poco antes de las elecciones de junio de 1977 reunión a los lugartenientes provinciales de la Guardia de Franco explicándoles que todo seguiría igual, pero en lugar de llamarse “Guardia de Franco”, a partir de entonces se llamarían “UCD”. Solamente el lugarteniente de Lérida se opuso… los funcionarios del Movimiento pasaron a ser destinados al ministerio de cultura, frecuentemente en los archivos de los sótanos; los profesores de Formación del Espíritu Nacional como todo el resto de funcionarios franquistas se intentaron acomodar como pudieron ante la nueva situación… Si la monarquía Alfonsina cayó sin que saliera a la calle “ni un solo pelotón de alabarderos”, el franquismo se disolvió como un azucarillo con leves resistencias por parte del “bunker”.
A fin de cuentas Franco supo trasladar su propio pragmatismo a su grey, la cual asumió que en cada momento histórico había que actuar en función de ese mismo pragmatismo. Nada más.
© Ernesto Milá – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen