El incendio del Reichstag tuvo dos consecuencias inmediatas:
el llamado Decreto del incendio del Reichstag, emitido el 28 de febrero de 1933
con las cenizas aún calientes y la Ley Habilitante aprobada por el nuevo
parlamento alemán el 23 de marzo de 1933. A no olvidar que entre ambas fechas
se celebraron elecciones el 5 de marzo de 1933. Así pues, la Ley Habilitante
fue una de las primeras medidas de la VIIIª Legislatura del Reichstag. La
cuestión histórica que se plantea es si aquellas elecciones fueron libres y,
por tanto, las medidas tomadas por ese parlamento fueron legales o bien si se
trató de elecciones que no tuvieran todas las garantías democráticas, con la
correspondiente ilegitimidad de las leyes aprobadas en la legislatura.
Empecemos pues por la cuestión de las elecciones.
El 10 de febrero de 1933 se había iniciado la campaña
electoral. El canciller Hitler la inauguró con un importante discurso en el
Sportpalast de Berlín (1).
Era su primer discurso como canciller (2) y en él enunció su programa electoral: hablar claro al país
sobre la gravedad de la situación, la reconstrucción del país solamente la
podrá realizar el propio pueblo alemán, con su esfuerzo y su voluntad, sin
ayudas exteriores; el objetivo era que siguiera existiendo el pueblo alemán; la
fuerza es garantía única de la paz mundial; destrucción de los partidos que
siembran el odio de clase; política de unidad nacional con el apoyo del
campesinado y la reintegración de la clase obrera a la tarea; respaldo a la
creatividad del individuo; fin de la corrupción y restauración del “honor
alemán”; educación de los jóvenes en las tradiciones del pasado; programa de
resurgir alemán e intolerancia con quien “peque contra la nación”; petición de
cuatro años para poner en práctica este programa…
El discurso terminó con un dramático llamamiento dirigido a
los que nunca antes habían votado al NSDAP y terminó con estas palabras: “… me
mantengo firme como una roca en la convicción de que acabará llegando el día en
que los millones que hoy nos odian nos respalden y den la bienvenida con
nosotros a los que juntos crearemos, aquello por lo que lucharemos superando
dificultades, que lograremos con tesón y esfuerzo: el nuevo Reich alemán de la
grandeza y el honor, la fuerza y la justicia. Amén”.
Un programa de este tipo tenía la virtud de ser atractivo
para el DNVP, los nacionalistas y hacer dudar a simpatizantes de la izquierda,
sobre si aquel hombre, Hitler, no era el llamado a levantar al país y resolver
el problema del paro que se extendía sobre 8.000.000 de trabajadores como
Hitler recordó en ese mismo discurso. En todo el discurso no apareció ni por un
momento una alusión a los judíos.
Se suele olvidar que en aquel momento, la República de
Weimar estaba dividida en Länders que gozaban de una gran autonomía. El NSDAP
gobernaba con mayoría en algunos, mientras que en otros estaba en minoría. El
control de las fuerzas policiales dependía de los “ministros del interior” de
los Länder. Cuando Hitler fue nombrado Canciller, nadie en el NSDAP dudaba de
que el sistema parlamentario sería abolido por otro y, realmente, muy pocos en
Alemania a la vista de quince años de corruptelas, luchar partidarias y crisis
sucesivas, creía que fuera el mejor de los sistema de representación posibles.
En ese momento, especialmente en los Länders gobernados por
el NSDAP algunas bases militantes del partido creyeron que su hora había
llegado. Hermann Göring, ministro prusiano del interior, ordenó el 7 de febrero
que la policía “trabajase coordinada con las asociaciones nacionales”,
aludiendo a las SA, las SS y el Stahlhelm
(Casco de Acero liga de excombatientes vinculada al DNVP) apoyando la
“propaganda nacional y combatiendo las actuaciones de organizaciones hostiles
al Estado”, autorizando el uso de armas de fuego (3). Dada la naturaleza de esta orden (que, en principio, no
tenía nada de antidemocrática), es fácil entender que, voluntaria o
involuntariamente, encerraba una relativa ambigüedad: ¿quiénes eran las
“organizaciones hostiles al Estado”?; era evidente que solamente podían ser los
comunistas. Pero, también aquí, hay que situarse en la época: la izquierda
estaba organizada también en milicias, algunas de ellas extremadamente
agresivas y preparadas para el combate urbano y la guerra. Lo habían comprobado
apenas 10 años antes los freikorps
cuando debieron de combatir a las insurrecciones espartaquistas y, un poco por
toda Europa –especialmente en Alemania– la eficacia de las milicias armadas
comunistas contra sus adversarios, era algo que estaba muy presente y no cabe
ninguna duda sobre la existencia de un desdoblamiento terrorista clandestino en
el interior del KPD (4).
Los libros de historia reconocen que los incidentes
electorales más graves se produjeron en Prusia, pero también añaden que a lo
largo de la campaña, Hitler llamó al orden a sus propios partidarios. Ian
Kershaw escribe: “Hitler hizo el papel de moderado (…). Dio la impresión al
gabinete de que los radicales del movimiento estaban desobedeciendo sus órdenes
pero que los pondría bajo control y pidió paciencia y que le dejaran
disciplinar a los sectores del partido que se habían excedido” (5).
Se dio también el caso de que algunos alborotadores habían
interrumpido reuniones del Zentrum cuyo presidente protestó ante Hindenburg y
von Papen. Hitler emitió una declaración del NSDAP atacando a los “elementos
provocadores” que habían protagonizado esos incidentes y ordenó una “disciplina
extrema”. A lo largo de la campaña, “muchos de los que habían sido inicialmente
escépticos o críticos estaban empezando a pensar, en febrero, que [Hitler] era
el hombre adecuado y que debería dársele una oportunidad” (6). La sociedad alemana temía
un nuevo levantamiento comunista (a fin de cuentas los ecos de las
insurrecciones comunistas de 1919–1922 en Hamburgo, el Rhur y Berlín, o de la
“acción de mayo” ordenada de manera irresponsable por el Komintern en el Rhur,
estaban a 10 años de distancia) y las declaraciones violentas, unidas a las
acciones armadas del Apparat del KPD
estaban ahí para mantener vivo ese temor: no se trataba tanto de que el NSDAP
denunciara la proximidad de una insurrección comunista, ¡sino de que los mismos
comunistas estaban dando muestras de que su “aparato armado” gozaba de buena
salud y seguía actuando!
El 4 de marzo terminó la campaña electoral. Hitler habló
desde Königsberg en un discurso que fue radiado a toda la nación. Aludió a que
Hindenburg, vencedor en Tannenberg y, por tanto, “liberador de la Prusia
Oriental” y él mismo, el “soldado raso que había cumplido con su deber en el
frente occidental”, se habían dado la mano. El discurso terminó con el canto
del Niederländisches Dankgebet (7) en honor de las victorias
de Federico el Grande mientras las campanas de la catedral de Königsberg
repicaban.
El resultado fue bueno para las candidaturas del NSDAP que
obtuvieron el 43,9% de los votos y 288 escaños (92 escaños más que en las
anteriores elecciones) de los 647 totales del Reichstag y los nacionalistas del
DNVP el 8% permaneciendo con los mismos 50 escaños que tenían antes. Los
socialdemócratas perdieron un escaño y quedaron con 7.000.000 de votos ¡a
10.000.000 de votos de distancia del NSDAP! Por su parte, los comunistas del
KPD obtuvieron un 12% y perdieron 19 escaños. El Zentrum con el 11% de votos
pasó de 70 a 73 diputados. En síntesis: el NSDAP + DNVP habían obtenido
20.413.000 votos y ganado 92 diputados (todos del NSDAP), mientras que el SPD +
KPD obtuvieron 12,364.000 votos, perdiendo 20 diputados.
La victoria de Hitler era clara, si bien no había obtenido
la mayoría absoluta, para lo cual seguía dependiendo de los votos nacionalistas
conservadores. Hay que preguntarse de dónde procedieron los votos que dieron a
Hitler 92 diputados más. Los analistas han destacado que se debió a la
excepcionalmente alta participación, un 88% del total y que procedían de
votante que hasta ese momento se habían abstenido. Es posible que una parte
sustancial procediera de allí, pero no hay que olvidar que el KPD había perdido
un 20% de los votos que no iban a parar al SPD (que también perdía), así pues,
hay que pensar que el millón de votos perdidos por los comunistas desde las
anteriores elecciones parlamentarias celebradas en noviembre de 1932 (apenas
cuatro meses antes), al menos una parte importante habían ido a parar al NSDAP
y los socialdemócratas solamente habían subido 250.000 votos. En esos cuatro
meses, el NSDAP había pasado de 11.737.395
votos a 17.277.180, es decir, más de 5.500.000 de progresión. Algunos
resultados eran particularmente espectaculares y no pueden explicarse por los
incidentes generados por los miembros más radicales del NSDAP: en Baja Baviera
el voto del NSDAP pasó del 18,5% en noviembre de 1932 al 39,2%, en
Colonia–Aquisgrán, del 17,4% al 30,1%. Hay que recordar, así mismo, que estas eran
zonas católicas en las que siempre la implantación del NSDAP había sido débil,
siendo lo esencial de sus votantes de confesión protestante. En Prusia Oriental
las candidaturas del NSDAP llegaron al 56% de los votos, y en Frankfurt del
Oder al 55%, en Pomerania el 56%, en Schleswig–Holstein el 56% y en Hannover
Oriental el 53%, el 50% en Breslavia y el 54% en Liegnitz. Los peores
resultados se habían obtenido en Berlín con el 31% (los comunistas obtuvieron
el 30%, con mucho el mejor resultado del KPD) y en Colonia–Aquisgrán con el
30%. El mapa electoral nos muestra un norte y un Este de Alemania completamente
pardo, un centro de Alemania con resultados iguales o superiores al 40% y un
oeste y un sur con resultados entre un 30 y un 40%.
A la vista de los resultados se percibe que, efectivamente, el NSDAP había recuperado la trayectoria ascendente que había sufrido un parón en las elecciones de noviembre de 1932; no tenía todavía la mayoría absoluta pero se aproximaba a ella.
NOTAS
(1) El texto completo del discurso está
reproducido en Obras Completas, Adolf
Hitler, Vol. I, En el Sportpalast de Berlín, 10 de
febrero de 1933, op.
cit., págs. 16–22.
(2) Hitler (1889.1936), Ian Kershaw, Ed. Círculo de Lectores, Barcelona 1999, pág. 446 y sigs.
(3) I. Kershaw, op. cit., pág. 448.
(4) A este respecto, la lectura de la
voluminosa obra de Jean Valtin, La noche
quedó atrás (Editorial Luis de Caralt, Barcelona 1966) aporta datos sobre
la “organización militar” del KPD –y debía saberlo porque él era uno de sus
miembros– en pág. 273 en donde alude a que esta rama estaba dirigida
directamente por la GPU (policía política de la URSS). Escribe Valtin: “…
seguían funcionando las brigadas del Frente Rojo armado. Cierta noche de marzo
de 1933, un jueves, una concentración de tropas de asalto fue arrastrada a una
emboscada en un barrio obrero de Hamburgo por un destacamento de Edgar Andrée.
Los invasores fueron echados. Nueve camisas pardas cayeron bajo las balas
comunistas” (pág. 275). Este testimonio es importante porque corresponde a
pocos días después del incendio del Reichstag. El testimonio de Valtin no es
único, sino que viene reforzado por el de otro antiguo militante del KPD, Arhur
Koestler en su Autobiografía (Vol. 3, Euforia y Esperanza, Alianza
Editorial, Madrid,, 1975), quien alude a los muchos crímenes cometidos por los
grupos terroristas del partido: “…Werner participó en un osado coup para procurar armas al partido y
como consecuencia de ello tuvo que huir al extranjero” (pág. 141) y más
adelante: “… Como miembro del Apparat
cumplió varias empresas clandestinas la última de las cuales fue el asesinato
de un hombre que se había convertido en traidor. Werner hablaba del asesinato
cometido sin emoción visible”… Estos testimonios –de los que no habría
dificultades en encontrar otros muchos procedentes como estos de las mismas
filas del KPD– bastan para evidenciar que el KPD era una fuerza antidemocrática
una de cuyas ramas estaba especializado en asesinatos y demás operaciones de
terrorismo, lo que redimensiona y da su verdadera dimensión al interés de
Hitler por desarticular definitivamente a dicho partido.
(5) I. Kershaw, op. cit., pág. 449.
(6) Idem.
(7) Una versión musicada puede
escucharse en http://www.youtube.com/watch?v=9pVFJ7fmARA
ENLACES:
Arde el Reichstag 1 – Del
30.01.33 al 5.03.33, semanas decisivas
Arde
el Reichstag 2 – Llamas en el Reichstag
Arde
el Reichstag 3 – La conspiración indemostrable
Arde
el Reichstag 4 – Las elecciones de marzo de 1933
Arde
el Reichstag 5 – Las modificaciones constitucionales
Arde
el Reichstag 6 – El juicio, absoluciones y condenas
Arde
el Reichstag 7 – Moscú miente y la mentir se institucionaliza
Arde
el Reichstag 8 – Conclusión