jueves, 14 de octubre de 2010

Memoria histórica (I) : Algunos apuntes sobre la historia de la Falange, el jonsismo y el franquismo

Infokrisis.- A fuerza de repetir algunos tópicos históricos terminan por establecerse verdades absolutas. El problema es que cuando se somete esos tópicos a un mínimo análisis, resulta que aparecen en su verdadera dimensión como lo que son: ideas falsas, sin base real. Entonces se derrumba toda la construcción posterior. En nuestro ambiente político, esos tópicos son recurrentes y han alimentado desde los años 50 y 60 los más enconados –y frecuentemente violentos- debates.

Siempre he sostenido que “memoria histórica” y “acción política” son dos cosas completamente diferentes y sin conexión alguna. Y que los grupos que reivindican una filiación histórica de los años 30 no tienen ninguna posibilidad de remontar el vuelo, pero en cambio tienen la posibilidad de “trabajar” estos temas históricos todavía no resueltos en el marco de asociaciones o fundaciones dedicadas al efecto. Otros opinan, por el contrario, que este bagaje histórico es el que les permitirá recuperarse. Pero creo demasiado evidente que el paso del tiempo demuestra justamente lo contrario

De ahí que sostenga, antes de proseguir, que estos temas no tienen en absoluto un interés  político y deberían ser tratados en el seno de círculos y fundaciones que cultivaran la memoria histórica y la mantuvieran, no en webs de las que se esperan que traten sobre actualidad política. Pero, dado que, frecuentemente, tanto en los artículos enviados, como en los comentarios introducidos, aparecen y reaparecen, me dan la excusa para plantearlos con toda su crudeza.

Elegimos tres: el primero es sobre la importancia efectiva las JONS y del pensamiento de Ramiro Ledesma. El segundo es sobre las relaciones entre franquismo y falange y cómo sobrevivió la Falange durante el franquismo. El último es por qué diablos al partido franquista se le llamó “Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas”.

1. Ramiro y las JONS

La Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, es bueno recodarlo, nunca tuvieron más de 14 miembros. Repito: 14 miembros, esto equivale a las dimensiones de muchos grupúsculos provinciales actuales, pero en un tiempo en el que las ideas que sostenía Onésimo Redondo en Valladolid estaban en boga en toda Europa. Es preocupante que las JCAH solamente hubieran conseguido atraer a 14 personas antes de fusionarse con las JONS.

En los años 50, la Editora Nacional publicó un volumen de Obras Completas de Onésimo Redondo que, fundamentalmente, estaban compuestas por textos extraídos del semanario “Libertad” y por fragmentos de discursos del propio Redondo. Es fácil ver una ideología muy similar al conservadurismo católico y del antisemitismo de la misma extracción. En general, se trata de textos coyunturales, poco atractivos, divagaciones sobre episodios políticos de la época y poco más. No puede hablarse de “doctrina política”, sino de elementos aislados de una “ideología ultra-conservadora” que, por motivos que se nos escapan no habían llevado a esos 14 jóvenes y al propio Onésimo a las filas del Partido Nacionalista Español del Doctor Albiñana, en aquel momento diputado en Cortés y muy conocido como “el primer fascista español” (cuando no era más que un ultraconservador muy conocido, sin más ribetes doctrinales.

Si los 14 miembros de las JCAH son suficientemente elocuentes sobre lo limitado de esta organización, pero más preocupante es todavía que las JONS nunca superaran los 200 afiliados entre la aparición de “La conquista del Estado” (marzo de 1931) y su fusión con Falange Española (febrero de 1934).

De lo que el propio Ramiro Ledesma explica en “¿Fascismo en España?”, las actividades de las JONS jamás supusieron un activismo desbordante, raras veces aparecieron en medios de comunicación y apenas dieron que hablar en su tiempo. Algunos de los ejemplos que da Ramiro sobre el activismo de las JONS indican que, como es habitual en este tipo de formaciones juveniles, al radicalismo se suelen unir “travesuras” propias de la edad: un petardo a la llegada de Companys a Madrid, el asalto a las oficinas de la Asociación de Amigos de la URSS y poco más.

Así como “La Conquista del Estado” era una revista “de combate”, la que le siguió, “JONS” era un órgano teórico. Ramiro Ledesma era consciente de que había que elaborar una doctrina y a ello se aprestó en las páginas de “JONS” (de la que aparecieron 11 números entre mayo de 1933 y  agosto de 1934).

Siguiendo los números de “JONS”, se puede leer la incorporación de este grupo a Falange Española (febrero de 1934), pero no su salida de la misma formación (enero de 1935) cuando la revista teórica ya no existía.

La sensación que se tiene al leer tanto “La Conquista del Estado” como “JONS” es que se trataba de publicaciones hechas por gente muy joven y que, por tanto, se resentían de aspectos extremistas poco razonados y nada razonables (recuérdese el destacado: “Viva la Alemania de Hitler, Viva la Italia de Mussolini, Viva la Rusia de Stalin”), con una intención de capturar la atención de las masas anarco-sindicalistas y una posición entre la “burguesía” y el “socialismo” acentuando los rasgos hiper-revolucionarios, desconociendo que aquel pequeño grupo de 200 jóvenes apenas podía a duras penas pagar su local y no crecía a un ritmo que permitiera pensar en la posibilidad de revolución alguna.

Ramiro Ledesma, por lo demás, no era buen orador, no sabía despertar en el auditorio ni la pasión, ni el entusiasmo que conseguía José Antonio, quizás con menor bagaje filosófico-cultural, pero con mucha mayor facilidad para la síntesis (en este sentido su discurso del Teatro de la Comedia es una pieza oratoria antológica). Los discursos de Ramiro suelen ser toscos, se pierde en consideraciones sobre una revolución imposible de desencadenarse y en sus escritos muestra un radicalismo alejado de la realidad y solamente capaz de atraer a jóvenes… y no muchos como hemos visto

En cuanto a la gran obra teórica de Ramiro Ledesma, el “Discurso a las Juventudes de España” –sin duda, la única obra de carácter doctrinal de toda esta corriente- se trata de una obra breve y que deja muchos cabos sueltos, es eminentemente agitativa y verosímilmente pretendía ser una especie de “Manifiesto Comunista” para su tendencia política. Sin duda la parte más interesante es aquel capítulo en el que analiza el siglo XIX español y el XX hasta la II República. Hay en la obra un patriotismo fervoroso y la convicción de que a través suyo podría regenerarse España.

En la segunda parte (“Problemas de la Juventud Nacional”) define la idea de “nacionalizar a las masas”, une patriotismo y políticas sociales, e intenta dar una solución a un problema que la Generación del 98 había estudiado en los treinta años anteriores: cómo regenerar España. Ramiro alude a que “hay que ser soldados”, propone la creación de “una moral nacional”.

En cuanto a sus ideas económicas es evidente que no tienen vigencia hoy a la vista de que el capitalismo está en un estadio de desarrollo absolutamente diferente al que se encontraba en los años 30. Idéntica crítica podría hacerse a sus ideas sobre convertir España en “fortaleza militar” (el texto estaba escrito antes de la II Guerra mundial, de su desenlace y de la lucha por la hegemonía mundial que supuso la Guerra Fría y prosigue hoy).

Cuando explica que “Cuarenta millones de españoles vivirían mejor que los veintitrés actuales”, hay que sonreír. Ledesma sigue en eso a Mussolini para quien la potencia de una nación dependía de la demografía (concepto eminentemente cuantitativo y que no dice nada sobre la cualidad de los nuevos nacimientos). Si aludo a “sonreír” es porque este punto que apenas tenía actualidad en los años 30 (cuando la natalidad española tenía una tasa por encima del 3,5) es el único que ahora tiene interés (cuando la tasa de natalidad apenas se sitúa en el 1,3). En este tema demográfico podemos decir que el aterrizaje de Ramio fue perfecto… pero se equivocó de aeropuerto esto es, de tiempo. Es hoy cuando tiene interés y no en los años 30.

En la parte titulada “Esquemas estratégicos” alude a la “acción directa” (un concepto de origen anarquista y que Ramiro Ledesma nunca practicó, acaso porque solamente podía ser asumido por una organización como la CNT que en aquel momento contaba con 1.500.000 afiliados), y habla de la “incorporación de los trabajadores a la revolución nacional” que nunca se produjo de manera significativa. Aporta algunas puyas a la Iglesia, al propio José Antonio (insiste en denunciar la acción de los “leguleyos”, acaso porque José Antonio le había interpuesto una denuncia tras la escisión) y, alude a la “revolución” como tarea de una minoría organizada (algo que, por lo demás, desde el “¿Qué hacer?” de Lenin ya no era ningún secreto).  No es esta, sin duda, una parte muy original sino que evidencia que Ramiro “picoteaba” de aquí y e allí e intentaba realizar una síntesis estratégica que resultó bastante tosca a la postre.

El resto de la obra es en cualquier caso interesante de leer, a condición de tener en cuenta que fue escrita en los años 30 y que alude a una España que ya no existe y a una crítica al capitalismo y al marxismo que tampoco existen.

El texto pasó completamente desapercibido en su momento, ni fue leído de manera significativa, ni influyó en absoluto en la trayectoria del grupo mayoritario del fascismo español (Falange), ni sirvió para reconstruir las viejas JONS (de las que Ramiro al final de “¿Fascismo en España?” reconoce que se habían dispersado tras su salida de Falange Española) y todo ello a pesar de ser, repetimos, la única obra con pretensión de estructurar una doctrina para el “nacional-sindicalismo”.

Es una obra clave para quien quiera conocer lo que se pensaba en los años 30 y lo que llevaba Ramiro en mente: un Estado Social y Patriótico según los esquemas de aquella época. Casi es hoy una curiosidad.

En cuanto a la relevancia de Ramiro Ledesma en su momento histórico, a la fuerza hay que reconocer que tuvo un impacto muy poco profundo. Podría ser considerado como “precursor” (al fundar “La Conquista del Estado” en 1931), pero no lo era si tenemos en cuenta que el Doctor Albiñana había constituido su partido exactamente un año antes.

Por lo demás, es difícil establecer qué tenía Ramiro en la cabeza: una forma “española” de fascismo o de nacional-socialismo, un proyecto propio que partía del hecho de que en España la clase obrera estaba dominada por el anarco-sindicalismo, ¿quiso repetir la experiencia hitleriana cambiando el “nacional-socialismo” –en Alemania el movimiento obrero estaba dirigido por socialistas- por el “nacional-sindicalismo” a la vista de quién dominaba aquí? En cuanto a sus posiciones tras la ruptura con José Antonio, ¿estuvieron dictadas por impulsos subjetivos y resentimiento hacia el Marqués de Estella? Cuando dice en “¿Fascismo en España?” que le correspondía “más la camisa roja de Garibaldi que la negra de Mussolini” ¿qué quería decir exactamente?

Nada en las últimas publicaciones de Ramiro aclaran todos estos extremos. Ni en “La Patria Libre” (Febrero 1935 - Marzo 1935) con siete números aparecidos, ni en “Nuestra Revolución” (Julio 1936) de la que apareció un solo número, se muestran ideas que vayan más allá de lo expuesto en el “Discurso a las Juventudes de España”. La diferencia entre ambas publicaciones es que en la primera, Ramiro sigue hablando de “las JONS” como si estas siguieran existiendo. En la segunda, el nombre de JONS desaparece completamente dando, por lo tanto, pie a pensar que Ramiro ha comprendido la inviabilidad de mantener en pie con sus menguados efectivos una organización política.

Escritores como Payne mantienen que la violencia de la que hizo gala Falange se debió al “extremismo de Ramiro”. No estamos de acuerdo. En nuestra opinión fue simplemente un mal cálculo estratégico de José Antonio que embarcó al nuevo partido en una espiral de represalias y contra-represalias que, constituyeron un verdadero rosario de víctimas por uno y otro lado.

Así pues, en conclusión se puede afirmar:

-    Que la relevancia política de Ramiro Ledesma en su tiempo estuvo próxima a la que tienen actualmente los jefes de los distintos partidos de extrema-derecha.

-    Que en su dimensión teórica, Ramiro dio “relativa coherencia” a la doctrina nacional-sindicalista, pero distó mucho de cerrarla.

-    Que numéricamente las JONS tuvieron la misma importancia que la mayoría de grupúsculos de extrema-derecha actuales (no más de 200 afiliados) o incluso menor o mucho menor.

-    Que, aparte de Ramiro Ledesma, el resto de miembros de su partido carecieron de resonancia política o social durante la II República.

-    Que en el momento de producirse el 18 de julio e iniciarse la guerra civil, las JONS hacía dos años que no existían.
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