Infokrisis.- A estas alturas de la crisis –y ante todo lo que nos queda por pasar– parece evidente que han existido causas coyunturales y sistémicas entre los desencadenantes de la misma y otro tanto en España.
En EEUU la causa “coyuntural” de la crisis fueron las hipotecas subprime, mientras que en España fue la burbuja inmobiliaria. Pero la intensidad de estos elementos no hubiera sido tan intensa si tanto en España como en EEUU y en el resto de la economía mundial no se viviera la época de la globalización. La globalización es la fuente originaria de la gran crisis, mientras que las distintas burbujas no son más que gotas de lluvia que intensifican más el cauce del río allí formado.
El origen de la globalización acumula los errores y problemas acumulados en la economía mundial en los últimos 80 años anteriores:
- El crack económico de 1929 ilustrativo sobre los problemas de la especulación bursátil y los riesgos del binomio superproducción–especulación.
- La conferencia de Bretton Woods (1945) que selló la supremacía de EEUU sobre Europa y del dólar sobre las monedas europeas y estableció una equivalencia fija entre el dólar y el oro, convirtiendo a la moneda americana en divisa mundial.
- La decisión de Nixon en 1972 de romper la paridad dólar–oro.
- La llegada al poder del nuevo conservadurismo (1980) de Tatcher y Reagan que abandonó el keynesenismo y dio vía libre al ultraliberalismo y
- El hundimiento de la URSS en 1989 y la victoria norteamericana en Kuwait con la consiguiente posibilidad de crear un sistema económico mundial.
Todos estos hitos económicos han tenido como protagonista al dólar y a los EEUU. No hay otro elemento decisivo en la economía mundial más que el papel y la actitud de los EEUU, esto es de su oligarquía económica. El hito final terminó en la globalización que suponía, especialmente, la libre circulación de capitales por todo el mundo. Y esta ha sido la mayor exigencia de la economía norteamericana. ¿Por qué? Porque desde los años 60, los EEUU vivían por encima de sus posibilidades y precisaban el flujo de dinero exterior a sus bolsas para financiar el consumo interno y la expansión de sus propias empresas multinacionales.
Desde 1972, los EEUU se han convertido a velocidad creciente en polo de atracción del “ahorro mundial”, gracias al cual han podido sobrevivir a costa de aumentar su deuda hasta extremos increíbles. Si esto ha sido posible se ha debido a la existencia del dólar y de los marines del os EEUU.
Además el ultraliberalismo parecía “vencedor” ante sus alternativas: venció al comunismo (por presión militar contra la URSS), venció al fascismo (en una guerra asimétrica), venció a la economía regulada y keynesiana (que, sin embargo, había generado los 30 años de prosperidad que siguieron a 1945) y quedó como único triunfador abriendo las puertas a la globalización.
Y entonces, unido a la libre circulación de capitales en todo el mundo, se generó el gran problema de la economía moderna: la globalización que, en apenas 20 años ha desplazado buena parte de la capacidad industrial de Occidente (Europa + EEUU) hacia el Tercer Mundo. Todo para abaratar los “precios unitarios” de las manufacturas. El capital, ya dueño de todo el planeta, ha cruzado fronteras, ha invertido en unos países o simplemente ha abandonado otros a su suerte, siempre en busca de mayores beneficios y ha buscado abaratar los costes de la producción.
Y esto, como E2000 ha dicho en muchas ocasiones, ha terminado por generar un sistema mundial bidireccional en donde las industrias occidentales se desplazaban al Tercer Mundo y donde los costes de producción en Occidente se abarataban mediante la importación masiva de mano de obra. ¡Esto es la “globalización” y este es el sistema económico que rechazamos!
De ahí que podamos afirmar que aunque el Estado Español o el norteamericano logren resolver el problema monetario que tienen hoy, jamás resolverán la crisis al no afrontar sus causas últimas, la globalización, que, de seguir así cada vez será causa de un empobrecimiento general de “Occidente” y dentro de Europa de una diferencia de rentas cada vez mayor.
La deslocalizacion empresarial –tal como E2000 siempre ha afirmado– debilita la demanda interna (al generar millones de parados y al forzar a la baja los salarios) y aumenta la dependencia del crédito por parte de las familias tal como se ha demostrado ampliamente en los últimos 15 años en España: al no disponer de salarios suficientemente altos para garantizar el consumo, las familias deben recurrir sistemáticamente al crédito, pero cuando las burbujas estallan y los bancos restringen el crédito, las clases trabajadores comprueban su dramática situación y el mecanismo económico se ralentiza.
Por eso, desde el punto de vista económico, de lo único que se trata es de ¡romper la globalización! Y esto solamente puede realizarse mediante un recurso que todavía está en manos del Estado: la protección arancelaria y el retorno al keynesenismo. La economía mundial ha recorrido en los últimos 80 años el camino hacia la globalización, ahora toca DESGLOBALIZAR. Sin desglobalización no se podrá alcanzar nunca más una estabilidad económica mundial.
Está claro que en el siglo XXI es imposible volver a formas del capitalismo industrial del primer tercio del siglo XX, pero no es menos cierto que la forma del nuevo keynesianismo debe ser diferente y, por tanto urge:
- Reconocer que un “mercado mundial” es fundamentalmente injusto y lesivo para los países occidentales y especialmente para los trabajadores porque siempre las industrias terminarán yéndose donde la mano de obra sea más barata y existan menos coberturas sociales. Solamente existe competencia posible entre países con el mismo nivel de desarrollo y de derechos sociales.
- Retornar al concepto ampliado de “producción nacional” a diferencia hoy cuando la producción se enfoca hacia la exportación o bien cuando se importan bienes y servicios del exterior. Hay que establecer el concepto de “producción de proximidad” que implica una producción dedicada esencialmente a satisfacer a los mercados nacionales y, como máximo a los mercados europeos en lugar de que un cordero australiano recorra los mares para ser consumido en España porque su cría vale menos allí que aquí o que un vino del cono sur recorra el Atlántico para ser bebido en una mesa de Pamplona. Y todo esto es cada vez más necesario en la medida en que la subida del precio del petróleo tiende a encarecer, no tanto el coste de producción como el trasporte a Europa: y el precio del petróleo nunca más descenderá a causa de su escasez creciente.
- El preciso, ante todo y sobre todo, proteger la industria nacional y la industria europea frente a la competencia extranjera, no por nacionalismo, sino para poder mantener el Estado del Bienestar cuyo primer paso es el pleno empleo. Y no importa si para mantener la industria nacional y europea hay que subvencionar determinados productos para eludir la competencia de otros llegados del Tercer Mundo.
- El tránsito de capitales de un espacio económico a otro (es evidente que estamos hablando de “espacios económicos”: Europa, mundo árabe, sudeste asiático, Iberoamérica, África negra, etc) debe ser gravado con tasas lo suficientemente fuertes como para desalentarlo y con fuerza suficiente como para fijarlos, al mismo tiempo que la reconstrucción de un sistema de banca publica garantice que la empresa puede recurrir a la financiación del Estado porque contribuye al mantenimiento del Estado, en lugar de buscar financiación en las bolsas o en la banca privada.
- Cesar por completa cualquier tipo de ayuda a sectores empresariales no productivos o de baja productividad (especialmente a la construcción) y, por supuesto, a la banca. El Estado debe apoyar especialmente al sector primario, alimentación y agrícola, hasta llegar a una “alimentación de proximidad” (nada de importar tomates de Marruecos o naranjas de Israel si pueden ser cultivadas en Europa y a la “producción industrial de proximidad” (nada de traer una tostadora de mala calidad de China que se quemará al cabo de un año si puede producirse en Europa con mejor calidad).
- Abandono por parte de los países europeos de estructuras económicas internacionales nacidas de los acuerdos de Bretton Woods (FMI, BM, Acuerdo General de Aranceles) e impulso de organismos de cooperación económica propios de cada “espacio económico”.
Estos son los problemas reales que deben afrontar la administración española y la europea. Solamente hay una alternativa: O desglobalización o crisis permanente hasta la desintegración del sistema. A pesar de que hoy, periodistas, comentaristas económicos y gobiernos enteros se confiesen “liberales” y, por tanto, partidarios de una desregulación creciente de la economía, lo cierto es que esta crisis es hija de la desregulación y del capitalismo ultraliberal.
© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen
En EEUU la causa “coyuntural” de la crisis fueron las hipotecas subprime, mientras que en España fue la burbuja inmobiliaria. Pero la intensidad de estos elementos no hubiera sido tan intensa si tanto en España como en EEUU y en el resto de la economía mundial no se viviera la época de la globalización. La globalización es la fuente originaria de la gran crisis, mientras que las distintas burbujas no son más que gotas de lluvia que intensifican más el cauce del río allí formado.
El origen de la globalización acumula los errores y problemas acumulados en la economía mundial en los últimos 80 años anteriores:
- El crack económico de 1929 ilustrativo sobre los problemas de la especulación bursátil y los riesgos del binomio superproducción–especulación.
- La conferencia de Bretton Woods (1945) que selló la supremacía de EEUU sobre Europa y del dólar sobre las monedas europeas y estableció una equivalencia fija entre el dólar y el oro, convirtiendo a la moneda americana en divisa mundial.
- La decisión de Nixon en 1972 de romper la paridad dólar–oro.
- La llegada al poder del nuevo conservadurismo (1980) de Tatcher y Reagan que abandonó el keynesenismo y dio vía libre al ultraliberalismo y
- El hundimiento de la URSS en 1989 y la victoria norteamericana en Kuwait con la consiguiente posibilidad de crear un sistema económico mundial.
Todos estos hitos económicos han tenido como protagonista al dólar y a los EEUU. No hay otro elemento decisivo en la economía mundial más que el papel y la actitud de los EEUU, esto es de su oligarquía económica. El hito final terminó en la globalización que suponía, especialmente, la libre circulación de capitales por todo el mundo. Y esta ha sido la mayor exigencia de la economía norteamericana. ¿Por qué? Porque desde los años 60, los EEUU vivían por encima de sus posibilidades y precisaban el flujo de dinero exterior a sus bolsas para financiar el consumo interno y la expansión de sus propias empresas multinacionales.
Desde 1972, los EEUU se han convertido a velocidad creciente en polo de atracción del “ahorro mundial”, gracias al cual han podido sobrevivir a costa de aumentar su deuda hasta extremos increíbles. Si esto ha sido posible se ha debido a la existencia del dólar y de los marines del os EEUU.
Además el ultraliberalismo parecía “vencedor” ante sus alternativas: venció al comunismo (por presión militar contra la URSS), venció al fascismo (en una guerra asimétrica), venció a la economía regulada y keynesiana (que, sin embargo, había generado los 30 años de prosperidad que siguieron a 1945) y quedó como único triunfador abriendo las puertas a la globalización.
Y entonces, unido a la libre circulación de capitales en todo el mundo, se generó el gran problema de la economía moderna: la globalización que, en apenas 20 años ha desplazado buena parte de la capacidad industrial de Occidente (Europa + EEUU) hacia el Tercer Mundo. Todo para abaratar los “precios unitarios” de las manufacturas. El capital, ya dueño de todo el planeta, ha cruzado fronteras, ha invertido en unos países o simplemente ha abandonado otros a su suerte, siempre en busca de mayores beneficios y ha buscado abaratar los costes de la producción.
Y esto, como E2000 ha dicho en muchas ocasiones, ha terminado por generar un sistema mundial bidireccional en donde las industrias occidentales se desplazaban al Tercer Mundo y donde los costes de producción en Occidente se abarataban mediante la importación masiva de mano de obra. ¡Esto es la “globalización” y este es el sistema económico que rechazamos!
De ahí que podamos afirmar que aunque el Estado Español o el norteamericano logren resolver el problema monetario que tienen hoy, jamás resolverán la crisis al no afrontar sus causas últimas, la globalización, que, de seguir así cada vez será causa de un empobrecimiento general de “Occidente” y dentro de Europa de una diferencia de rentas cada vez mayor.
La deslocalizacion empresarial –tal como E2000 siempre ha afirmado– debilita la demanda interna (al generar millones de parados y al forzar a la baja los salarios) y aumenta la dependencia del crédito por parte de las familias tal como se ha demostrado ampliamente en los últimos 15 años en España: al no disponer de salarios suficientemente altos para garantizar el consumo, las familias deben recurrir sistemáticamente al crédito, pero cuando las burbujas estallan y los bancos restringen el crédito, las clases trabajadores comprueban su dramática situación y el mecanismo económico se ralentiza.
Por eso, desde el punto de vista económico, de lo único que se trata es de ¡romper la globalización! Y esto solamente puede realizarse mediante un recurso que todavía está en manos del Estado: la protección arancelaria y el retorno al keynesenismo. La economía mundial ha recorrido en los últimos 80 años el camino hacia la globalización, ahora toca DESGLOBALIZAR. Sin desglobalización no se podrá alcanzar nunca más una estabilidad económica mundial.
Está claro que en el siglo XXI es imposible volver a formas del capitalismo industrial del primer tercio del siglo XX, pero no es menos cierto que la forma del nuevo keynesianismo debe ser diferente y, por tanto urge:
- Reconocer que un “mercado mundial” es fundamentalmente injusto y lesivo para los países occidentales y especialmente para los trabajadores porque siempre las industrias terminarán yéndose donde la mano de obra sea más barata y existan menos coberturas sociales. Solamente existe competencia posible entre países con el mismo nivel de desarrollo y de derechos sociales.
- Retornar al concepto ampliado de “producción nacional” a diferencia hoy cuando la producción se enfoca hacia la exportación o bien cuando se importan bienes y servicios del exterior. Hay que establecer el concepto de “producción de proximidad” que implica una producción dedicada esencialmente a satisfacer a los mercados nacionales y, como máximo a los mercados europeos en lugar de que un cordero australiano recorra los mares para ser consumido en España porque su cría vale menos allí que aquí o que un vino del cono sur recorra el Atlántico para ser bebido en una mesa de Pamplona. Y todo esto es cada vez más necesario en la medida en que la subida del precio del petróleo tiende a encarecer, no tanto el coste de producción como el trasporte a Europa: y el precio del petróleo nunca más descenderá a causa de su escasez creciente.
- El preciso, ante todo y sobre todo, proteger la industria nacional y la industria europea frente a la competencia extranjera, no por nacionalismo, sino para poder mantener el Estado del Bienestar cuyo primer paso es el pleno empleo. Y no importa si para mantener la industria nacional y europea hay que subvencionar determinados productos para eludir la competencia de otros llegados del Tercer Mundo.
- El tránsito de capitales de un espacio económico a otro (es evidente que estamos hablando de “espacios económicos”: Europa, mundo árabe, sudeste asiático, Iberoamérica, África negra, etc) debe ser gravado con tasas lo suficientemente fuertes como para desalentarlo y con fuerza suficiente como para fijarlos, al mismo tiempo que la reconstrucción de un sistema de banca publica garantice que la empresa puede recurrir a la financiación del Estado porque contribuye al mantenimiento del Estado, en lugar de buscar financiación en las bolsas o en la banca privada.
- Cesar por completa cualquier tipo de ayuda a sectores empresariales no productivos o de baja productividad (especialmente a la construcción) y, por supuesto, a la banca. El Estado debe apoyar especialmente al sector primario, alimentación y agrícola, hasta llegar a una “alimentación de proximidad” (nada de importar tomates de Marruecos o naranjas de Israel si pueden ser cultivadas en Europa y a la “producción industrial de proximidad” (nada de traer una tostadora de mala calidad de China que se quemará al cabo de un año si puede producirse en Europa con mejor calidad).
- Abandono por parte de los países europeos de estructuras económicas internacionales nacidas de los acuerdos de Bretton Woods (FMI, BM, Acuerdo General de Aranceles) e impulso de organismos de cooperación económica propios de cada “espacio económico”.
Estos son los problemas reales que deben afrontar la administración española y la europea. Solamente hay una alternativa: O desglobalización o crisis permanente hasta la desintegración del sistema. A pesar de que hoy, periodistas, comentaristas económicos y gobiernos enteros se confiesen “liberales” y, por tanto, partidarios de una desregulación creciente de la economía, lo cierto es que esta crisis es hija de la desregulación y del capitalismo ultraliberal.
© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen