Infokrisis.- Oficialmente hay 4.125.000 parados y 4.600.000 inmigrantes… Es mentira. Las cifras son todavía más monstruosas: los maquillajes estadísticos habituales y por todos conocidos hacen que estas cifras no tengan la más mínima credibilidad. Habría que aproximarse a la realidad mediante las EPA (Encuestas de Población Activa) y a través de los datos de Eurostad (la oficina estadística de la UE). Lamentablemente estos organismos ofrecen datos con meses de retraso. Pero aún así siguiendo las informaciones aparecidas aquí y allí, los datos del Instituto Nacional de Estadística, notas sueltas aparecidas en medios, es fácil llegar a la conclusión de que en estos momentos las cifras reales son las siguientes:
- Una cifra de parados superior a los 5.000.000 (que sigue subiendo) y
- Una cifra de inmigrantes en torno a los 7.000.000 (que sigue subiendo)
Estos desfases son conocidos por todos los medios de comunicación y por quien se toma un mínimo interés en cotejar las cifras, pero nada impide al gobierno que repita mes tras mes sus mentiras sistemáticas: en la España de 2010, mentir sale gratis y falsear las estadísticas puede incluso evitar la caída en pica de un gobierno.
Tanto en inmigración como en paro las mentiras oficiales recurren siempre a los mismos trucos: repetir insistentemente que “se ha llegado al punto de inflexión” (claro que el paro no puede crecer más como en el primer trimestre de 2009… porque ya no hay tejido laboral suficiente como para que siga ascendiendo a ese ritmo), o las ya suficientemente conocidas de no contabilizar los parados reales procedentes de los EREs o los parados no menos reales que están siguiendo cursos, ni, por supuesto, contabilizar los parados que no reciben ninguna percepción laboral y que no han renovado su inscripción en el INEM.
En cuanto a la inmigración es todavía más simple: el gobierno recurre a mencionar sólo a inmigrantes regularizados, en última instancia a aludir a los “empadronados” (olvidando que hay que quien no tiene residencia fija debe renovar cada año su inscripción en el padrón y no todos lo hacen), eludiendo siempre referirse a los no empadronados y a los que van llegando y manteniendo una opacidad total en relación a los “naturalizados” que desparecen de la lista de inmigrantes y reaparecen en la de “nacionales”.
Desde hace años venimos denunciando el maquillado estadístico sistematizado en las cifras de paro e inmigración realizados por éste y por anteriores gobiernos, siendo la única novedad su generalización a otros sectores: fracaso escolar, índices de delincuencia y el hecho de que cada vez el desfase entre la realidad nacional y social y lo que reflejan las encuestas esté separado por una brecha cada vez mayor.
En los últimos meses el gobierno y sus voceros han repetido incesantemente una cantinela: “la inmigración se está yendo”. Pues bien, una y mil veces ¡mentira! No sólo no se están yendo sino que siguen llegando, sí en una proporción menor que en los años anteriores… pero en una proporción que sigue permitiendo hablar de “oleada”.
En 2009 el Instituto Nacional de Estadística reconoció –seguramente por error– que cada mes se habían inscrito en los padrones municipales una media de ¡40.000 inmigrantes! Y esto en tiempo de crisis. Por otra parte, ¿quiénes se van? Las cifras del Plan de Retorno Voluntario son espeluznantes: solamente se han ido desde que se puso en marcha a mediados de 2008, ¡menos de 10.000 inmigrantes!
Y ahora no hay duda: no vienen atraídos por nuestro mercado de trabajo, sino por que las condiciones sociales en España son mejores que en su país de origen. No vienen a trabajar, vienen a gozar de nuestro estado del bienestar que, gracias a ellos, está dando sus últimas bocanadas.
No es cierto que el “paro” suponga la primera carga para el Estado. El paro estaría reducido prácticamente a cero de no ser por la llegada masiva de inmigración a partir de 1997. Siempre, solamente una mínima parte de la inmigración (nunca más de 2.000.000) ha cotizado a la Seguridad Social y siempre lo ha hecho por las franjas salariales más bajas.
Los voceros del zapaterismo hoy nos dicen que el gasto de sanidad de la inmigración es menor… e incluso que la reaparición de enfermedades que se creía desaparecidas o vencidas en España, no tiene nada que ver con la inmigración: ¡un y mil veces mentira! La inmigración, con entre tres y cuatro veces más natalidad que la población autóctona –¿o es que alguien va a negarlo?– y que en buena medida viene a España en un estado de salud deplorable (desde África negra, desde África subsahariana, desde Pakistán o desde los países andinos) entra sin revisión médica previa… o bien (los andinos) exigen nada más llegar que la SS española les haga “un chequeíto”, en cuando a los marroquíes, frecuentemente prolongan artificialmente sus estancias hospitalarios, simplemente para comer gratis durante más tiempo… Todos los empleados del sistema sanitario español saben que en los últimos diez años las agresiones contra ellos han crecido de manera desmesurada. ¿Qué novedad ha ocurrido en el sistema sanitario para que se produzca esa nueva situación? Sólo una: la inmigración masiva.
Basta ya de mentiras: los presupuestos el Estado están lastrados desde hace más de 10 años por los costes de una inmigración que solamente ha beneficiado a al sector hostelero e inmobiliario, abaratando los salarios –otra mentira mil veces repetida: que la inmigración no tiene peso en el estancamiento y la tendencia a la baja de los salarios, desmintiendo las leyes de la oferta y la demandad…– según el viejo principio de “me beneficio yo y la factura la pagas tú”. En efecto, las patronales de hostelería e inmigración se han beneficiado durante años de la llegada masiva de inmigrantes, pero la factura desde el principio la está asumiendo la sociedad española.
La inmigración es hoy, globalmente, la primera partida de gastos del Estado: en seguridad, en prisiones, en policía, en sanidad, en educación, en gastos por seguros, incluso las más altas tasas de accidentes laborales y de carretera, el aumento de las tasas de alcoholismo, el gasto en ONGs que “ayudan al inmigrante”, los gastos de “integración” asumidos por ayuntamientos, comunidades autónomas y Estado, todo ello, sumado y empaquetado nos da la mayor partida de gastos del Estado.
La lucha contra la inmigración masiva es todavía más urgente hoy en la medida en que para reducir el déficit público es cada día que pasa mar urgente eliminar la primera partida de gasto del presupuesto: la inmigración. Y para ello basta con hacer cumplir la ley: repatriar urgentemente a los ilegales, repatriar urgentemente a los inmigrantes parados de larga duración, cortar las reagrupaciones familiares y la absurda “regularización por arraigo”, desactivar el efecto llamada considerando un agravante el delinquir en España siendo extranjero, cesando los subsidios y las subvenciones a la inmigración, expulsando inmediatamente a los 40.000 extranjeros presos en nuestras cárceles. Cesando toda ayuda para la “integración” (quien no se integre voluntariamente que se vaya)… con lo que será posible afrontar la reducción del gastos público sin necesidad de subir impuestos, ampliar los plazos de cotización. Pero para ello hay que tener el valor de reconocer que la inmigración ha llegado a límites insostenibles y… se tienen que ir.
© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen
- Una cifra de parados superior a los 5.000.000 (que sigue subiendo) y
- Una cifra de inmigrantes en torno a los 7.000.000 (que sigue subiendo)
Estos desfases son conocidos por todos los medios de comunicación y por quien se toma un mínimo interés en cotejar las cifras, pero nada impide al gobierno que repita mes tras mes sus mentiras sistemáticas: en la España de 2010, mentir sale gratis y falsear las estadísticas puede incluso evitar la caída en pica de un gobierno.
Tanto en inmigración como en paro las mentiras oficiales recurren siempre a los mismos trucos: repetir insistentemente que “se ha llegado al punto de inflexión” (claro que el paro no puede crecer más como en el primer trimestre de 2009… porque ya no hay tejido laboral suficiente como para que siga ascendiendo a ese ritmo), o las ya suficientemente conocidas de no contabilizar los parados reales procedentes de los EREs o los parados no menos reales que están siguiendo cursos, ni, por supuesto, contabilizar los parados que no reciben ninguna percepción laboral y que no han renovado su inscripción en el INEM.
En cuanto a la inmigración es todavía más simple: el gobierno recurre a mencionar sólo a inmigrantes regularizados, en última instancia a aludir a los “empadronados” (olvidando que hay que quien no tiene residencia fija debe renovar cada año su inscripción en el padrón y no todos lo hacen), eludiendo siempre referirse a los no empadronados y a los que van llegando y manteniendo una opacidad total en relación a los “naturalizados” que desparecen de la lista de inmigrantes y reaparecen en la de “nacionales”.
Desde hace años venimos denunciando el maquillado estadístico sistematizado en las cifras de paro e inmigración realizados por éste y por anteriores gobiernos, siendo la única novedad su generalización a otros sectores: fracaso escolar, índices de delincuencia y el hecho de que cada vez el desfase entre la realidad nacional y social y lo que reflejan las encuestas esté separado por una brecha cada vez mayor.
En los últimos meses el gobierno y sus voceros han repetido incesantemente una cantinela: “la inmigración se está yendo”. Pues bien, una y mil veces ¡mentira! No sólo no se están yendo sino que siguen llegando, sí en una proporción menor que en los años anteriores… pero en una proporción que sigue permitiendo hablar de “oleada”.
En 2009 el Instituto Nacional de Estadística reconoció –seguramente por error– que cada mes se habían inscrito en los padrones municipales una media de ¡40.000 inmigrantes! Y esto en tiempo de crisis. Por otra parte, ¿quiénes se van? Las cifras del Plan de Retorno Voluntario son espeluznantes: solamente se han ido desde que se puso en marcha a mediados de 2008, ¡menos de 10.000 inmigrantes!
Y ahora no hay duda: no vienen atraídos por nuestro mercado de trabajo, sino por que las condiciones sociales en España son mejores que en su país de origen. No vienen a trabajar, vienen a gozar de nuestro estado del bienestar que, gracias a ellos, está dando sus últimas bocanadas.
No es cierto que el “paro” suponga la primera carga para el Estado. El paro estaría reducido prácticamente a cero de no ser por la llegada masiva de inmigración a partir de 1997. Siempre, solamente una mínima parte de la inmigración (nunca más de 2.000.000) ha cotizado a la Seguridad Social y siempre lo ha hecho por las franjas salariales más bajas.
Los voceros del zapaterismo hoy nos dicen que el gasto de sanidad de la inmigración es menor… e incluso que la reaparición de enfermedades que se creía desaparecidas o vencidas en España, no tiene nada que ver con la inmigración: ¡un y mil veces mentira! La inmigración, con entre tres y cuatro veces más natalidad que la población autóctona –¿o es que alguien va a negarlo?– y que en buena medida viene a España en un estado de salud deplorable (desde África negra, desde África subsahariana, desde Pakistán o desde los países andinos) entra sin revisión médica previa… o bien (los andinos) exigen nada más llegar que la SS española les haga “un chequeíto”, en cuando a los marroquíes, frecuentemente prolongan artificialmente sus estancias hospitalarios, simplemente para comer gratis durante más tiempo… Todos los empleados del sistema sanitario español saben que en los últimos diez años las agresiones contra ellos han crecido de manera desmesurada. ¿Qué novedad ha ocurrido en el sistema sanitario para que se produzca esa nueva situación? Sólo una: la inmigración masiva.
Basta ya de mentiras: los presupuestos el Estado están lastrados desde hace más de 10 años por los costes de una inmigración que solamente ha beneficiado a al sector hostelero e inmobiliario, abaratando los salarios –otra mentira mil veces repetida: que la inmigración no tiene peso en el estancamiento y la tendencia a la baja de los salarios, desmintiendo las leyes de la oferta y la demandad…– según el viejo principio de “me beneficio yo y la factura la pagas tú”. En efecto, las patronales de hostelería e inmigración se han beneficiado durante años de la llegada masiva de inmigrantes, pero la factura desde el principio la está asumiendo la sociedad española.
La inmigración es hoy, globalmente, la primera partida de gastos del Estado: en seguridad, en prisiones, en policía, en sanidad, en educación, en gastos por seguros, incluso las más altas tasas de accidentes laborales y de carretera, el aumento de las tasas de alcoholismo, el gasto en ONGs que “ayudan al inmigrante”, los gastos de “integración” asumidos por ayuntamientos, comunidades autónomas y Estado, todo ello, sumado y empaquetado nos da la mayor partida de gastos del Estado.
La lucha contra la inmigración masiva es todavía más urgente hoy en la medida en que para reducir el déficit público es cada día que pasa mar urgente eliminar la primera partida de gasto del presupuesto: la inmigración. Y para ello basta con hacer cumplir la ley: repatriar urgentemente a los ilegales, repatriar urgentemente a los inmigrantes parados de larga duración, cortar las reagrupaciones familiares y la absurda “regularización por arraigo”, desactivar el efecto llamada considerando un agravante el delinquir en España siendo extranjero, cesando los subsidios y las subvenciones a la inmigración, expulsando inmediatamente a los 40.000 extranjeros presos en nuestras cárceles. Cesando toda ayuda para la “integración” (quien no se integre voluntariamente que se vaya)… con lo que será posible afrontar la reducción del gastos público sin necesidad de subir impuestos, ampliar los plazos de cotización. Pero para ello hay que tener el valor de reconocer que la inmigración ha llegado a límites insostenibles y… se tienen que ir.
© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen