Infokrisis.- Debajo de la niebla de las situaciones negativas se esconden las semillas para un plan brillante. El “pensamiento positivo” predicado por el presidente del gobierno desde que se sentó en la Moncloa en 2004 ha servido para poco. ¿por qué? Para que funcione hay que partir de datos realistas, en lugar de practicar la política del avestruz. Contrariamente a lo que opina Zapatero, el “pensamiento positivo” no modifica la realidad: pero sirve para sacar el máximo partido de las posibilidades que ofrece la realidad. Así es cómo hay que afrontar esta crisis y como afrontar el difícil futuro.
Hace once meses, Zapatero se atrevía a tachar de “antipatriotas” a quienes advertíamos que la economía estaba yendo mal o muy mal. Desde entonces la crisis se ha ido concretando y el gobierno tan sólo a estado en condiciones de ofrecer parches poco efectivos. Pero esto ha tenido como contrapartida algo extremadamente positivo: los ministros económicos del gobierno están amortizados por completo. Es inevitable que antes del verano –sin duda después de las elecciones europeas- se produzca una renovación de todos los ministros económicos.
Pensamiento positivo: adiós Solbes, adiós
Los dos ministros más erosionados en esta crisis son, naturalmente, los del área económica: ni Solbes, ni mucho menos Sebastián, estuvieron en condiciones de prever las dimensiones de la crisis, su naturaleza y establecer mecanismos paliativos. Lo más terrible es pensar que cuando Zapatero y todos sus ministros negaban por activa y por pasiva la existencia de la crisis, no estaban practicando electoralismo, sino que efectivamente creían lo que estaba diciendo. Decididamente es difícil decidir qué es peor si un mentiroso o un tonto irresponsable.
Medidas inútiles, medidas absurdas, medidas que no pasan de ser titulares en los medios “adictos” pero sin incidencia en la realidad. Mientras Solbes o Sebastián han ido manejando “datos macroeconómicos” parecía que entendieran de economía y que éramos los ciudadanos de a pie los que no lográbamos comprender por qué siendo las cifras macroeconómicas tan brillantes, nuestra capacidad adquisitiva mermaba día a día. Al final, cuando han reconocido la crisis –un año exacto después de que se iniciara- han evidenciado su incapacidad.
Si los ministros de economía y de industria están amortizados, a buena parte del gabinete le ocurre más o menos lo mismo: las pocas declaraciones realizadas por Bibiana Aído han sido suficientes sobre su impreparación; Magdalena Álvarez, cuya destitución antes de las elecciones hubiera dado armas a la oposición, ahora se presenta como inevitable; el ministro de Justicia es un cadáver, no solamente por las huelgas anteriores al verano, sino por su enfrentamiento con jueces y secretarios judiciales, sin olvidar la reforma multimillonaria de su apartamento con cargo al presupuesto del ministerio. La ministra de la vivienda tiene un departamento paralizado por la inactividad.
Para colmo, el giro que quiere imprimir el “nuevo Zapatero” en política exterior, con su ingenua (sino ignorante) conversión al pro-americanismo en la “era Obama”, inhabilitan a Moratinos para seguir al frente del ministerio. La misma vicepresidenta del gobierno está tocada y desgastada: algunas informaciones indican que ella misma está solicitando el relevo.
En cuanto a Defensa, si realmente Zapatero quiere nombrar a la Cachón como sucesora in pectore, deberá alejarla de Defensa lo antes posible. El primer impacto mediático de una embarazada pasando revista, ya ha pasado: ahora toca como actividad prioritaria enterrar cadáveres de nuestros muchachos muertos en Afganistán. No es, desde luego, la tarea que mejorará su imagen. Así pues, se trata de hacerle rotar a ministerios más “amables”: probablemente la vicepresidencia y la portavocía del gobierno.
Los gobiernos creados para fomentar una “imagen” habitualmente se demuestran como los más desastrosos y éste es la prueba: las ministras de cuota no dan la talla: los ministros económicos se han limitado a ejercer de Don Tancredo. Con el talante agotado, el que en la anterior legislatura ya era percibido por los medios digitales como “el peor presidente de la democracia”, se ha logrado superar a sí mismo.
Así pues, lo mejor del actual gobierno… es que le queda poco para seguir siendo gobierno. Hará falta una renovación radical si Zapatero quiere recuperarse de su lenta pero constante caída en intención de voto. Calcula que mantenerse en Galicia, ganar en las elecciones vascas, quedar a corta distancia del PP en las europeas serán suficientes para que la pérdida de votos por goteo no se transforme en hemorragia. Por eso deberá modificar el gobierno tras las elecciones europeas.
Otra buena noticia: no hay soluciones antiguas
Ahora bien, el tiempo pasa y nadie se hace excesivas ilusiones sobre cómo estará el país en junio-julio de 2009. Además, aunque las tres convocatorias electorales de 2009 no le sean completamente desfavorables, y aunque logre encontrar a suicidas hambrientos de poder para sustituir a los ministros quemados, aún le hará falta ideas sobre cómo establecer un nuevo modelo económico. Y aquí si que no podemos ser optimistas: esas ideas están ausentes en el área de la socialdemocracia, tanto en España como en el resto del mundo. Así pues, de Zapatero no podemos esperar muchas más medidas de las anunciadas hasta ahora y, desde luego, ninguna medida efectiva y en profundidad.
La buena noticia es que mientras estas nuevas ideas no aparezcan, el zapaterismo no logrará remontar. De hecho, el propio Zapatero confía en remontar, no tanto por las medidas que pueda aplicar en España, como por una reactivación general de la economía internacional. De ahí su interés en participar en el G-20, aunque sea como oyente y con silla plegable.
Pero ¿hay ideas a la derecha? Pocas y desde luego, en absoluto novedosas, sino, como máximo, los tópicos de la economía liberal. Es inevitable recordar al PP como coautor de la política económica que nos ha llevado hasta donde estamos hoy. Cristóbal Montoro, uno de los cerebros mejor amueblados del PP, realiza una crítica excepcionalmente lúcida a la situación económica, pero decepciona en el momento en que realiza propuestas en positivo. En cuanto a los “jóvenes lobos” del PP, surgidos del último congreso del partido en un desesperado intento de dar una imagen “soft” de la derecha, carecen de ideas en materia de economía.
Así pues, la otra buena noticia es que los dos grandes partidos, a fuerza de ser permanentemente nidos de ambiciosos y arrivistas, han terminado demostrando, ante la realidad de una crisis monstruosa, su verdadera dimensión de enanos huérfanos de ideas.
Principios para salir de la crisis
Los principios del gobierno son simples: ayudar a los que hasta ahora han sido los motores de la economía, para que sigan siéndolo. Reactivar, a través de estos motores, fondos mediante la emisión de deuda pública, para reactivar el consumo. El consejo de Zapatero en la última campaña electoral fue proseguir la orgía del consumo: “¡Consumid, consumid!”. Y, sobre todo, confiar en que la economía mundial se recupere. Mientras esto no ocurra, el zapaterismo se limita a aplicar medidas cosméticas para evitar su desplome en intención de voto.
Es evidente que esta estrategia es inútil. Los principios de los que parte el zapaterismo, a fin de cuentas, son que nada profundo puede variarse en la economía mundial y se termina aceptando como inevitables los organismos y las dinámicas internacionales que han sido responsables de la crisis.
Para reaccionar ante la crisis, y para hacerlo positivamente, es preciso partir de principios claros que, por sí mismos, supongan objetivos y sirvan para definir estrategias económicas y líneas políticas. Estimamos que estos principios deben ser cinco:
1) Los que han provocado la crisis, por su irresponsabilidad, por su ambición ilimitada, por su cinismo, por su incapacidad, deben pagar las consecuencias de la crisis. No se puede premiar la irresponsabilidad la ineptitud. Los gigantes económicas (y sus gestores) responsables de la situación no pueden ser los grandes beneficiarios de ayudas públicas. Deben pagar.
2) El ciudadano de a pie que no ha generado la crisis y que tiene ninguna responsabilidad en el desencadenamiento de la misma debe ser ayudado y no puede ser, en ningún caso, el gran perjudicado. A eso se le llama, simplemente, “justicia”. Las víctimas de cualquier atropello deben ser resarcidas. El ciudadano de a pie que ha sufrido durante años topes salariales, inseguridad en el empleo, servidumbre al interés, no puede ser el gran perjudicado de la crisis.
3) El Estado es la expresión jurídico-administrativa de la Nación, esto es, de sus ciudadanos, por lo tanto tiene la obligación de ayudarlos. So pena de que esto sea falso y los Estados modernos sean solamente la expresión de los intereses de los grupos económicos hegemónicos (banca, alta fianza, industria pesada, inmobiliarias) y por tanto deba ayudarles preferentemente a ellos. Ver a quién ayuda el Estado es la prueba del 9 para comprobar a qué intereses sirve.
4) Esta crisis es la crisis de la globalización, por lo tanto, es el problema de la inviabilidad de la globalización el que hay que afrontar. Globalización implica migración: migración de industrias (deslocalización), migración de seres humanos (inmigración) y migración capitales. El resultado de 20 años de globalización ha sido: inestabilidad y desarraigo. Y esto se ha convertido en la ley interna del sistema económico. Toda salida a la crisis que no contemple una ruptura absoluta, radical y neta con la globalización (ni siquiera la “altermundialización”, ni el buscar “otra forma de globalización, son viables), supondrá generar nuevas y ulteriores crisis en el futuro.
5) Esta crisis precisa renovación de los mecanismos económicos y de las formas políticas. Esto pasa a través de una movilización de las conciencias y la irrupción de nuevas alternativas. Esto equivale a reconocer de una vez por todas que no vivimos en “democracia”, sino en partitocracias dirigidas desde la trastienda por una oligarquía económica y plutocrática. Las soluciones neoliberales, ya sean neoconservadoras o socialdemócratas tienden solamente a perpetuar el “orden viejo”. Y es, precisamente ese “orden viejo” el que se trata de abatir.
En resumen: el “orden viejo” ha generado la crisis, ha instalado la inseguridad en nuestras vidas y por eso debe ser sustituido y la globalización abatida. El ciudadano de a pie debe tomar conciencia de que el “orden viejo” ya no da más de sí. Ese “orden viejo” nace de la Europa destruida de 1945, sobre la que se proyecta la sombra de los EEUU que durante los siguientes 40 años luchan por la hegemonía mundial. Cuando la tienen, imponen el mecanismo globalizador… que solamente les beneficia a ellos y a los consorcios que dirigen la política de los EEUU y del mundo. Pues bien, las guerras de Irak y Afganistán han demostrado la debilidad de los EEUU. Ahora se trata de emanciparse de la maldición del mundialismo y la globalización. Bienvenida sea la crisis si nos ayuda a ser nuevamente dueños de nuestro destino y a instalar en nuestra vida cotidiana y en la economía de nuestro país la estabilidad y la seguridad.
La lucha contra la globalización es posible
Hoy ya no es posible discutir sobre lo negativo e inhumano de la globalización: hoy ya no es el tiempo de la palabra, es el tiempo de la acción. El sistema diseñado por los EEUU a través de la Organización Mundial del Comercio es inviable y lo ha demostrado. Ahora se trata de desmontar el mecanismo. Y para ello será necesario adoptar una línea política consistente en:
1) Trasformar profundamente la Unión Europea: ampliarla a Rusia y generar un eje UE-Moscú basado en los intereses comunes, la complementareidad y la historia, la cultura y la sangre común. Convertir la UE-Rusia en un espacio económico autosuficiente, reduciendo al mínimo su dependencia de terceros actores y del exterior.
2) Grabar la deslocalización de capitales con una tasa compensatoria. No es una “tasa Tobin” lo que se propone: no es arrojar las cantidades recaudadas al pozo sin fondo del tercer mundo (la experiencia indica que TODA ayuda al desarrollo se queda por el camino), sino emplear esos fondos en el bienestar de los ciudadanos: especialmente para poder pagar jubilaciones y pensiones dignas y ayudar a la lucha contra la pobreza en países en los que, como España, un 25% de la población está en el umbral de la pobreza y en el marco del espacio euro-ruso.
3) Grabar con un impuesto especial el precio de las manufacturas y alimentos fabricados desde el exterior del espacio económico euro-ruso de economía integrada que disuada a las empresas deslocalizadas a proseguir con su política, de la misma manera que se crean condiciones para reconstruir la industria del espacio económico integrado euro-ruso.
4) Cortar en seco y radicalmente los flujos de inmigración exteriores al espacio euro-ruso. Cualquier déficit de mano de obra debe compensarse con inmigración interior al espacio de economía integrada en donde debe tenderse progresivamente a una homogeneización del mercado laboral y de los derechos de los trabajadores. Repatriación inmediata de los excedentes de inmigración.
5) Desenganche de los mecanismo financieros internacionales surgidos de la debilidad de Europa en 1945, especialmente del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la base de cuyas operaciones son los EEUU y especialmente la moneda de la Reserva Federal: el dólar.
6) Eliminación de los paraísos fiscales dando un plazo prudencial para la retirada de fondos y su reinserción en el circuido de economía integrada euro-ruso. Denuncia internacional, con amenazas de intervención, de la falta de transparencia de los paraísos fiscales y de su papel de refugio para capitales procedentes de negocios ilícitos.
Estas medidas contribuirían a romper el mito de que la globalización es nuestro destino y que “nos beneficia” a todos: beneficia solamente a la Reserva Federal y a sus propietarios: la oligarquía financiera norteamericana, así como a las oligarquías nacientes en otros lugares del planeta.
Lo que implica la ruptura con la globalización
Estas medidas deberían implicar una estabilización de la economía internacional, una limitación del área afectada por cualquier crisis que estallara en un país determinado evitando que sus consecuencias se universalizaran y, finalmente, el establecimiento de “áreas de economía integrada” que tuvieran tres características: uniformidad, homogeneidad y autonomía, constituyendo interiormente mercados (de bienes y de capitales) suficientemente amplios como para que fuera posible un dinamismo económico y, al mismo tiempo, lo más autosuficientes posibles en materias primas.
De lo que se trata es de evitar que la crisis localizada en un país concreto (en el caso de la actual crisis, en los EEUU) suponga un efecto dominó sobre toda la economía mundial. Por otra parte, de lo que se trata es de evitar que la deslocalización empresarial genere polos de concentración manufacturera mundial en determinados países con sistemas de producción basados en la falta de garantías sociales y en salarios de hambre, en definitiva, en mano de obra casi esclava.
Nuestra “área de economía integrada”, la que corresponde al Estado Español es, sin duda, la Unión Europea ampliada a Rusia y en el que nuestro país sea el puente hacia Ibero América. La definición de éste área implica también consecuencias en política internacional. La primera de todas ellas es la ruptura del eje trasatlántico con los EEUU, la disolución de la OTAN y el cese de Europa de seguir pagando la factura de la II Guerra Mundial. En otras palabras, recuperar el eje Madrid-París-Berlín-Moscú.
Medidas estructurales en España
Ahora bien, la actual crisis económica en España tiene un doble rostro que no ha sido reconocido todavía por el gobierno de la Nación. No son solamente los efectos de la crisis financiera internacional los que están haciendo temblar a la economía español, sino muy especialmente la crisis económica específica que afecta a nuestro país y que es, a fin de cuentas, la crisis de nuestro modelo económico basado en cuatro elementos: binomio especulación-construcción, turismo y mano de obra barata (mediante la importación de mano de obra extranjera en forma de inmigración masiva). Este modelo ha fracasado completamente y el responsable de que en Espala la crisis sea mucho más grave que en cualquier otro país europeo.
No habrá salida específicamente española a la crisis si no cambia el modelo económico. Tanto el PP como el PSOE son incapaces de establecer cuál debe ser ese nuevo modelo. Ellos han sido los principales beneficiarios (políticos y económicos) de ese modelo económico que tiene su traducción política en un bipartidismo imperfecto completado por dos formaciones nacionalistas periféricas. Para poderse aplicar un nuevo modelo económico será preciso romper con ese sistema de equilibrios que nos ha llevado a la actual situación.
Las medidas para generar un nuevo modelo son:
1) Garantizar la producción de alimentos:
- Reconocer el carácter marítimo de la periferia española (con una de las mayores extensiones costeras de Europa), utilizando como base para una fórmula de desarrollo económico en tres direcciones: estimular una flota mercante capaz de de garantizar el comercio con Ibero América, basar la producción de energía alternativa en las mareas y garantizar una parte sustancial de la alimentación en cultivos navales (piscifactorías).
- Impulsar de nuevo la agricultura en el interior del país mediante un paquete de medidas tendentes a garantizar la producción de alimentos (cereales, frutas, aceite y vacuno) en la UE y repoblando las amplias zonas rurales hoy en fase de abandono. Reconstruyendo un plan hidrológico nacional y completando la red de regadíos para garantizar este objetivo.
2) Reindustrializar el país:
- Política de relocalización industrial basada en la reconstrucción de industria estratégica en la que el Estado tuviera una participación notable. Esa industria tiene que ver especialmente con: energía, transportes y comunicaciones.
- Creación de una industria de vanguardia basada en nuevas tecnologías y establecimiento de planes de cooperación e investigación en el marco de la UE.
3) Reforma de la sociedad:
- Elevación del nivel de la enseñanza desde la pre-escolar hasta los cursos de postgrado. Abandono de los modelos educativos adoptados desde los años 70 y basar la educación estimulando el esfuerzo, la voluntad, la constancia, la capacidad de sacrificio y la autodisciplina.
- Admitir únicamente inmigración cualificada, procedente sólo del área de economía integrada y bajo demanda. Desterrar definitivamente los mitos y los espejismos sobre multiculturalidad y tender al establecimiento de una sociedad interiormente homogénea y coherente.
4) Reforma del sector turístico:
- Abandono del actual modelo turístico masificado preparando a los municipios para captar turismo de calidad, para lo que hará falta una transformación profunda de la fisonomía y las áreas de interés.
- Establecer una disciplina en el sector de la construcción y del ocio, uno de los elementos que más han contribuido a la aparición del turismo de más bajo nivel.
5) Reforma del aparato del Estado:
- Disminución del gasto público disminuyendo la burocracia en los tres niveles administrativos del Estado: autonomías, ayuntamientos y aparato del Estado. El Estado de las Autonomías ha constituido un clamoroso fracaso que ha balcanizado el país y ha multiplicado los casos de corrupción. En una palabra: es preciso aligerar las estructuras del Estado y hacerlo ya.
- Reforma del código penal, aumentando las penas por delito de corrupción y creando estructuras de observación y control de los sectores de la administración que han demostrado ser más vulnerables a la corrupción. Establecimiento de una total transparencia en la gestión de los fondos públicos.
Todas estas medidas deberían:
- Crear las condiciones para un cambio de modelo económico.
- Generar empleo y estabilidad socio-económica en la sociedad.
- Evitar el riesgo de una degradación social creciente.
- Preparar al país para los retos del Siglo XXI.
Principios para reactivar la economía
El establecimiento de un nuevo modelo económico no ejerce sus efectos benéficos inmediatamente sino en un plazo medio de entre siete y diez años. Esto plantea la cuestión de qué hacer ahora mismo para paliar la doble crisis que tenemos sobre la cabeza.
De ahí que sean necesarias adoptar inmediatamente dos tipos de medidas:
1) Fórmulas clásicas en economía:
Estas medidas tienen siempre como objetivo aumentar el movimiento económico en momentos en los que la economía se ha detenido. Son:
- Disminución de los tipos de interés: tal como ha hecho el Banco Europeo recientemente, pero que, por sí misma, no bastará al subsistir desconfianza en el sector económico y financiero.
- Disminución de impuestos: lo que tiene como contrapartida una necesaria disminución del gasto público que debe centrarse en un aligeramiento inmediato del gasto burocrático.
- Disminución de los precios: resulta inevitable en todos los sectores económicos y siempre resulta mucho más efectivo que inyectar ayudas públicas.
2) Medidas obligadas por la situación:
- Limitar el déficit público: el gasto social aumentará, luego hay que disminuir el gasto burocrático y suntuario del Estado. En otras palabras: inyectar mayor disciplina y seriedad en la gestión de los fondos públicos y penar los excesos.
- Disminuir el número de inmigrantes: mediante el procedimiento de las repatriaciones inmediatas antes de que el déficit público aumente. Sobre 6.250.000 inmigrantes presentes, solamente 1.500.000-1.750.000 son verdaderamente necesarios en la economía.
- Educar en el consumo responsable: De la misma forma que se ha intentado hacer una pedagogía sobre los accidentes de tráfico debería enseñarse la población los riesgos del consumo enloquecido.
- Estimular el ahorro: el Estado debe evitar penalizar el ahorro del ciudadano medio con imposiciones suplementarias a la inflación que desaniman e inducen al consumo frenético.
- Medidas para una mayor distribución de la riqueza: la elevación del salario mínimo y las medidas para evitar las acumulaciones desmesuradas de riqueza, bastarían por sí mismas para reforzar el poder adquisitivo de las clases medias y estimular la economía.
3) Objetivos:
- Reactivar la economía reactivando el mercado laboral y restableciendo la confianza y la seguridad en la sociedad, mucho más que en los grandes inversores.
- Garantizar el acceso a niveles razonables de consumo.
- Lograr una mayor estabilidad económico-social y
- Reducir el volumen del mercado laboral, disminuyendo la mano de obra extranjera.
(c) Ernest Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com