Infokrisis.- Resulta muy difícil establecer un diagnóstico sobre Bin Laden. Al menos un diagnóstico global: Bin Laden ha sido muchas cosas (estudiante, guerrillero, empresario, líder religioso) y no faltan contradicciones en su biografía. Este hombre que odia a EE.UU. recibió ayuda y formación precisamente de esos mismos EE.UU. a los que luego amenazó. Su papel desde mediados de los años 90 ha sido ambiguo. Más difícil todavía resulta poder establecer la importancia y los límites de su organización y establecer realmente los actos de violencia cometidos a lo largo de todo el mundo que han sido directamente inspirados por Bin Laden. Para colmo, en sus declaraciones públicas en los últimos años, Bin Laden ha sido mucho más ambiguo de lo que generalmente se cree. A pesar de haber hablado de terrorismo y aludir directamente a los atentados, sus palbras siempre han resultado extremadamente ambiguas. Por eso llama la atención que, tras los atentados del 11 de septiembre, Bin Laden negara expresamente su participación en los mismos. Si bien en declaraciones posteriores, aun manteniendo esa misma negativa, Bin Laden añadió frases que han permitido a sus detractores afirmar que reconoció su participación en los atentados. Para colmo, los servicios de inteligencia americanos, cometieron su mayor torpeza manipulando verosímilmente un vídeo que “casualmente” se encontró en las cuevas de Tora Bora y cuya autenticidad es más que cuestionable. Esta falsificación era desde todo punto de vista inútil si existieran pruebas fehacientes de su culpabilidad. El hecho mismo de haber falsificado el vídeo en si mismo es extremadamente significativo. El vídeo en cuestión apareció tres meses después de los atentados del 11 de septiembre; seguramente sus mentores pensaron que si hasta ese momento nadie había dudado de la versión oficial de los atentados, podía intentarse un nuevo golpe de tuerca. Ya hablaremos más delante de esa burda falsificación.
VI
BIN LADEN: ¿HEROE O BANDIDO?
LA VERDAD SOBRE EL PERSONAJE
Bill Clinton se refirió a Bin Laden como el enemigo público de América número uno e incluyó su nombre en la lista de los 10 criminales más buscados por el FBI. El Departamento de Estado de EE.UU. le acusaba de financiar actividades terroristas de los grupos islámicos radicales. Claro que todo eso era antes del 11 de septiembre. A partir de ese momento Bin Laden ya no es uno más entre los diez criminales más buscados; es simplemente, el más buscado del planeta.
Fuentes norteamericanas afirmaron que sietemil agentes del FBI y de la CIA desplegados en EE.UU. y numerosos países, recogieron información suficiente para responsabilizar a Osama Bin Laden de ser el inductor de los atentados del 11 de septiembre. En la misma tarde del atentado su nombre ya emergió como posible sospechosos; cuarenta horas después, Colin Powell lo señaló como el principal sospechoso.
No puede decirse que su destino sea afortunado, sino más bien sorprendente; y a partir de 1979, adopta un sesgo tráfico cuando las tropas rusas invaden el país que a partir de ese momento estará ligado al corazón de Osama Bin Laden: Afganistán. Y de Afganistán al terrorismo internacional... y de ahí a encabezar el hit de los más buscados a partir del 11 de septiembre. Pero tras esta síntesis apresura y simplista, existen muchos claroscuros en los que precisamente radica el misterio Bin Laden. Y esto es lo que vamos a tratar de desentrañar en las páginas que siguen.
LOS PRIMEROS AÑOS: UNO ENTRE MUCHOS
Osama bin Mohamad bin Awad bin Laden nació en la ciudad saudí de Riad en el barrio de Al-Malaz, en 1957. No parecía destinado a grandes tareas. Era hijo de Mohamed Bakr Bin Laden, un modesto estibador yemenita que con el paso de los años había logrado convertirse en el mayor contratista de obras de Arabia Saudí. Su madre, formaba parte de un pequeño harén de 11 esposas que dio a Mohamed Bakr 54 hijos. Osama era el decimoséptimo, pero eso no fue obstáculo para que se educara en los mejores colegios e institutos docentes del mundo árabe y de occidente. No era, desde luego, uno de los los hijos favoritos del patriarca, pero recibió una educación tradicional y acabó sus estudios secundarios en un colegio de Djeda en 1973.
En sus años jóvenes no era una persona excesivamente religiosa; conocía el Corán pero no más que cualquier otro de sus hermanos. Quienes le conocieron en su juventud no lo describen como un fanático religioso, ni siquiera como alguién dotado de una piedad excesiva.
LOS AÑOS DE FORMACIÓN
En 1972 falleció víctima de un accidente (del que luego volveremos ha hablar), el padre de Bin Laden. Sus 54 hijos recibieron en herencia un imperio económico. Resultó trabajoso dividir la fortuna familiar en tantas partes, máxime cuando sus esposas eran también originarias de países distintos. Esa dispersión serviría luego para desarrollar las actividades del grupo en muchos países; existían hermanos sirios, libaneses, egipcios. En todas, en el momento de la ejecución del testamento, las distintas empresas del consorcio agrupaban a 40.000 trabajadores..
Según algunas fuentes, hacia 1975, contrajo matrimonio con una joven siria que era pariente lejana. Estos hechos coincidieron con su ingreso en la universidad King Abdelaziz de Riyad..
En 1976 el consorcio adoptó el nombre de Bin Laden Brothers for Contracting and Industry, con sede en la ciudad saudita de Djeda, modernizó sus estructuras y se adaptó a la nueva situación, procurando profundizar en los mercados explorados hasta ese momento. Los frentes que registraron más actividad fueron la construcción, la industria y la importación. También asumieron la representación de grandes marcas automovilísticas europeas en Arabia Saudí. Se asociación a empresas holandesas e inglesas y hacia 1977 ya estaban convertidos en un pujante consorcio internacional cuyas actividades, extraordinariamente diversificadas, se multiplicaban sin cesar.
En ese tiempo, Osama era todavía muy joven para poder tener un papel decisivo en las actividades del clan, pero, esporádicamente realizaba prácticas en las empresas familiares en las que pronto destacó como un cuadro técnico extraordinariamente dotado para las finanzas.
CONOCIENDO EL MUNDO
Durante ese período realizÓ diversos viajes por Europa, Estados Unidos y Oriente Medio. Estudió en Beirut entre 1968 y 1970 junto a tres de sus hermanos. En el internado en que se matriculó, la mayoría de los alumnos eran oriundos del Golfo Pérsico. Los datos que han salido a la superficie de esa época son contradictorios. Unos sostienen que era un mujeriego empedernido y que apenas estudiaba. Su hermano mayor, Abdelaziz, da una visión completamente diferente de él. Nos Dice que era modesto y practicaba devotamente los valores del Islam.
En 1979, tenía 22 años y tras finalizar brillantemente sus estudios de economía en la Universidad de Rey Abdul Azíz de Jedda, pasó a formar parte de la plantilla de ingenieros de la empresa familiar. Algo ocurrió en su interior, cuando la empresa familiar abordó la reconstrucción de las mezquitas de La Meca y Medina, puntos focales de la fe y de la tradición islámica.
En diciembre de ese mismo año, cuando ya había tenido lugar su mutación religiosa, su vida cambió completamente. El Ejército Rojo ocupó Afganistán y Osama abandonó los pujantes negocios familiares para integrarse en las guerrillas que combatían a los soviéticos.
TIEMPOS DE GUERRA: AFGANISTAN
En 1994, Osama Bin Laden perdió su ciudadanía saudí y se convirtió en un paria. Hasta pocos años antes había sido uno de los favoritos del Rey Fahd. Sin embargo, a partir de entonces, él sería considerado por la monarquía saudi como un peligroso apestado y su familia sometida a vigilancia. Hemos llegado pues al período crítico en la biografía de Osama: el que le llevó de ser considerado de héroe del Islam a perverso terrorista en apenas cuatro años. Es imposible entender este tránsito sin tener en cuenta toda la peripecia afgana de Bin Laden.
Circula una versión que explica que Osama llegó a Afganistán de la mano de los Hermanos Musulmanes y, más en concreto, de su rama palestina. Estos le pusieron en contacto con Mufaz al Hawi, el principal intelectual de los muyahidin afganos. Fruto de su colaboración fue la puesta en marcha de una organización internacional cuyo objetivo era reclutar a guerrilleros islámicos para combatir a los soviéticos en Afganistán.
En 1980, era un industrial rico y próspero que bruscamente abandonó sus negocios y su privilegiada posición en la administración saudí para luchar por la libertad del Islam en las montañas afganas. Ese año, el príncipe Turki Al-Faysal, viejo amigo del clan Bin Laden y jefe de los servicios de inteligencia saudés, le encargó organizar a los contingentes afganos que pasaban por Djeda para alcanzar la ciudad fronteriza de Peshawar en Pakistán, integrándose en la guerrilla antisoviética. Eran los mudjahidines.
Pocos meses después, se hizo evidente que, en un ambiente de gran exaltación religiosa, empezaron a confluir voluntarios islámicos de todos los países árabes para combatir junto a los afganos por la liberación de su país. Poco a poco, el prestigio de estos voluntarios y su valor legendario fue creciendo en todo el mundo islámico.
Formados por oficiales egipcios experimentados en la Segunda y Tercera Guerra Arabe-Israelí, estuvieron respaldados desde el primer momento por los fondos enviados desde distintos Estados árabes y, muy particularmente, por Estados Unidos que, a partir de 1980, destinado casi trescientos millones de dólares anuales a la resistencia afgana.
A solicitud de Turki Al-Faysal, Osama se convirtió en la pieza clave de este trasiego de voluntarios. Osama Bin Laden estuvo en los frentes de combate, su papel no fue solo el de un funcionario reclutador; él mismo contó en una entrevista como un mísil Scud soviético, estalló cerca de él. La experiencia bélica le transformó. Identificó la causa de la libertad afgana con la causa del Islam y fue mucho más allá de donde esperaban los funcionarios saudíes. Todos los testimonios que se han podido recoger de esa época coinciden en que su valor y la solidez de su fe islámica se probaron con creces en las montañas afganas.
Sus biógrafos explican que “conmovido por el martirio de los hermanos afganos aplastados por Moscú, voló hacia Pakistán con la misma idea que otros miles de árabes: entrar clandestinamente en Afganistán con sus cuatro esposas —dos sauditas, una palestina de Siria y una filipina— y sus 15 hijos”. Inicialemtne se instaló en Lahore (Pakistán) y, luego, abrió una oficina de reclutamiento en Peshawar, sobre la frontera afgana. Allí comenzó a organizar la resistencia. La victoria final sobre las tropas soviéticas se debe en buena medida a su trepidante actividad.
Cuando llegó a Pakistán, los mudjahidines no contaban con una organización. Apenas eran unas pocas tribus que llevaban una guerra casi tribal contra los soviéticos. En esas condiciones todo era espontáneo, irregular, ineficaz e inmensamente caótico. Bin Laden acometió la tarea de estructurar la retaguardia pakistaní: construyó campamentos para los exiliados y sus familias, convirtió estos centros en focos de reclutamientos, levantó escuelas y hospitales. Creó campos de entrenamiento para los combatientes que abandonaban desarmados Afganistán y al cabo de pocos meses volvían a cruzar la frontera provistos de las armas más sofisticadas y dotados del entrenamiento adecuado para combatir eficazmente al invasor.
CON WASHINGTON A LA ESPALDA
Se ha discutido mucho sobre si el apoyo de Washington a la guerrilla afgana es anterior o posterior a la invasión soviética. Noam Chomsky, entre otros, sostiene que es medio año anterior y que los rusos fueron atraídos a una trampa segura. Es discutible. De lo que no puede dudarse, en cambio, es del interés de Washington en frenar la expansión territorial de la URSS en Asia y detener su marcha hacia los mares cálidos del Sur. Desde el primer momento el presidente Carter anunció su decisión de no enviar tropas ni asesores militares; sin embargo, el Pentágono y la CIA alertaron sobre el peligro de la presencia soviética en la zona y la necesidad de apoyar a los, hasta ese momento, pequeños núcleos de resistentes afganos que se oponían al invasor.
Occidente elogiaba la valentía de los combatientes que Bin Laden dirigió en Afganistán -unos 9.000- que eran llamados en EE.UU. «luchadores por la libertad.»
A lo largo de los casi diez años de ocupación soviética, los EE.UU. apoyaron a la resistencia afgana con tres billones de dólares (3.281 millones de euros) que fueron canalizados por la CIA. Sin embargo, contrariamente a lo que se ha dicho, esta ayuda no pasó por las manos de Bin Laden. Éste no había percibido todavía que el régimen saudí empezaba a considerarlo un rival peligroso: era un héroe y, además, un héroe multimillonario, es decir, con autonomía financiera y la independencia que ello aporta. Empezaban a sospechar que ese contingente de combatientes islámicos, los más puros y nobles creyentes del Islam, como les consideraba la población, un día podrían decidir apuntar sus armas contra la monarquía saudí. No es raro que el rey Fahd presionara a la CIA para que no le entregara ni un dólar de ayuda. Y todo induce a pensar que así fue. Más tarde los campos de entrenamiento de Osama Bin Laden fueron cerrados en Arabia Saudí. Era solo el primer capítulo de un alejamiento inevitable que, finalmente, se convertiría en oposición radical.
Cuando se inicia el alejamiento entre Bin Laden y el régimen saudí, en los últimos capítulos de la desafortunada presencia soviética en Afganistán, aquel crea la organización Al Qaeda (la Base) con la función de alentar «la guerra santa contra judíos y cruzados”.
En 1989 se retira la última guarnición soviética de Afganistán. Sin embargo, el régimen procomunista local todavía se encuentra firmemente asentado en la mayor parte del territorio, especialmente en la zona centro y norte. Por lo tanto, la lucha continuaba. Los nueve años entre Afganistán y Peshawar, habían sido muy duros para Bin Laden y sus múltiples esposas e hijos. Tocaba el tiempo del descanso. Y nuestro hombre se retiró a Arabia Saudí.
De regreso a su país en 1989, el excombatiente se vio sorprendido por la inmoralidad, la corrupción, el formalismo y la dejadez de la autoridades que contrastaba con el Islam austero, frecuentemente heroico, sensillo e insertado hasta la médula en los combatientes del frente afgano. Era inevitable que pensase que aquellos príncipes con sus halconeros y sus limusinas, sus lujosos palacios con grifos y tiradores de oro, el lujo de sus vidas era una afrenta a los guerreros de Allah que aun se desangraban en los frentes de Afganistán. En 1991 tuvo que abandonar el país después de que pronunciara un discurso en una mezquita, denunciando el alejamiento de la monarquía saudí de los preceptos coránicos. A partir de ese momento empieza a ser un apestado en su propia patria.
LOS TALIBAN
La milicía talibán es un movimiento integrista surgido en 1994, en torno al “mullah” (líder religioso) Mohamed Omar, al amparo de Pakistán. Integrada en sus orígenes por jóvenes estudiantes formados en las “madrasas” (escuelas coránicas), su nombre, Talibán o talebán, es el plural de la palabra persa "telebeh", que se traduce como "buscador de la verdad", aunque también se le atribuye el significado de "estudiantes del corán". Los talibán gobernaron “de facto”Afganistán desde la toma de la capital, Kabul, en septiembre de 1996, hasta que la acción combinada de los bombardeos norteamericanos con la ofensiva del Frente Unido (ex Alianza del Norte), tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, debilitó sus posiciones hasta la caída del régimen.
Naciones Unidas nunca aceptó la legalidad del régimen, que tan sólo fue reconocido por Emiratos Arabes Unidos, Arabia Saudí y Pakistán, países, unos antes y otros después, que tras el 11-S rompieron relaciones con la milicia, aislando diplomáticamente al régimen.
A mediados de abril de 1992, Burhanuddin Rabanni fue nombrado jefe de Estado y de Gobierno de un país dividido en multitud de comandancias locales.
Al amparo de Pakistán, así como con la permisividad de Estados Unidos, surgen entonces los talibán, que garantizan la unidad del territorio afgano frente al caos y la fragmentación. La milicia integrista no tardó en hacerse con el apoyo de la población, que cansada de 15 años de guerra ininterrumpida, no dudó en apostar por la que parecía la fuerza más disciplinada y cohesionada del país. Las ciudades del sur fueron las que primero cayeron bajo su control y en el avance hacia el norte, la capital afgana quedó pronto sitiada. El 27 de septiembre de 1996, los talibán entraron en Kabul, horas después de que las fuerzas leales al gobierno del presidente Burhanudin Rabani, al mando del militar tayiko Ahmed Sha Masud, habían abandonado la ciudad.
Nada más llegar, los talibán ejecutaron a Mohamed Najibullah, presidente del Gobierno pro-soviético derrocado en abril de 1992, y a su hermano, que se hallaban refugiados en el edificio de Naciones Unidas. Conquistado el poder, los talibán formaron Gobierno (sólo reconocido por Arabia Saudí, Pakistán y Emiraros Arabes Unidos) e impusieron sus propias leyes, caracterizadas por un excesivo puritanismo religioso, el atropello de los derechos humanos y la violación de las normas de derecho internacional.
A finales de 1998, los talibán dominaban ya el 90 por ciento del país. El resto, reducido a un pequeño feudo al noreste del país, quedaba en manos de la Alianza del Norte, grupo interétnico integrado por “señores de la guerra”de origen uzbeko, liderados por el general Dostum; tayiko cuyo líder, el comandante Ahmed Shah Masud, fue asesinado es un atentado suicida en septiembre de 2001; hazaras de religión chií y lengua persa; e ismaelíes, también de religión chií.
Entre las medidas impuestas por la milicia, figuraba la lapidación de los adúlteros, la amputación de manos a los ladrones, la flagelación a los homosexuales, la prohibición de los juegos de azar o la persecución implacable al consumo y tráfico de drogas. pero el colectivo que más se vio afectado por la interpretación rigurosa de la “sharia”fue el femenino. Una de las primeras disposiciones de los nuevos gobernantes consistió en prohibir a las mujeres trabajar fuera de casa, e imponerles el uso de una vestimenta denominada "burka", un manto que cubría sus cuerpos por completo y sólo dejaba una rejilla para que pudieran ver a la altura de los ojos. Asimismo, cerraron las escuelas femeninas y prohibieron que las enfermeras pudieran atender a pacientes del sexo opuesto.
La consecuencia inmediata fue el cierre de colegios, ya que no había suficientes profesores varones para dar clases, la desatención de los hospitales y otros servicios sociales. Los hombres fueron obligados a dejarse crecer la barba, se clausuraron los cines, se cerró la televisión y se prohibieron la música, el fútbol y hasta el ajedrez, que en tiempos pasados tuvo enorme difusión y que nació como juego en esas latitudes. Hombres y mujeres debían viajar por separado en los autobuses, que deberían reservar una fila, la primera o la última, a las mujeres, separadas de los pasajeros masculinos por una cadena. Asimismo, los autobuses tendrían que detenerse cinco veces al día para que los pasajeros pudieran ir a rezar a las mezquitas, bajo pena de ser detenidos por los líderes religiosos y ser trasladados a los cuarteles talibán. Se prohibió también la ingestión de alcohol, su venta o cualquier intercambio o transporte de este tipo de bebidas. Otra medida fue la orden de destruir los monumentos u obras de arte que representaran a seres humanos, ya que el islám los prohibe. En febrero de 2001, el régimen ordenó la destrucción de dos estatuas de Buda esculpidas en roca, de los siglos III y IV y de 55 y 36,5 metros de altura, en la provincia central de Bamiyán para evitar así "la adoración de ídolos falsos".
Los talibán imponían la pena de muerte a los musulmanes afganos que se convirtieran a otra religión o a aquellos que invitaran a la conversión. Para los extranjeros las penas eran la cárcel y la expulsión del país. En 2001, ocho cooperantes de la organización humanitaria cristiana Shelter Now International (SNI), cuatro alemanes, dos estadounidenses y dos australianos, fueron detenidos y juzgados por predicar el cristianismo.
La vulneración de los derechos humanos hizo que la Comisión Europea, las Naciones Unidas y otros organismos reaccionaran instando al régimen a que respetara los principios y reglas definidos por las Convenciones internacionales, particularmente los de las mujeres. Pero, el devenir de la milicia vino determinado por la hospitalidad brindada al presunto terrorista saudí Osama Bin Laden, a quien Estados Unidos acusa de ser el cerebro de los atentados contra las embajadas de Tanzania y Kenia (agosto 1998) y contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington (septiembre 2001).
El 15 de octubre de 1999, el Consejo de Seguridad de la ONU dio un ultimátum al régimen talibán para que extraditara antes de un mes al presunto terrorista bajo la amenaza de embargo aéreo y sanciones financieras. El 14 de noviembre, agotado el ultimátum, entraron en vigor las sanciones.
En diciembre de 2000 el Consejo de Seguridad aprobó una resolución por la que se reforzaba este régimen de sanciones, y en agosto de 2001, otra en la que se establecía un mecanismo de control para reforzar el embargo de armas impuesto desde 1999 a los Talibán, controlar los campos de entrenamiento militar en Afganistán y luchar contra el narcotráfico.
El 11 de septiembre de 2001, el atentado terrorista cometido contra las Torres Gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono en Washington, y atribuido a la organización de Bin Laden, derivó en una petición de extradición del líder islámico y en la formación de una coalición internacional contra el gobierno talibán, que supuso su caída definitiva.
BIN LADEN Y LA CIA
La propia CIA ha admitido que Bin Laden fue un “miembro activo de la inteligencia” durante la guerra contra los soviéticos en Afganistán. A partir de este reconocimiento algunos han inferido la “teoría del blowback”, a saber, que fue un agente activo de la CIA que, finalmente, se revolvió contra sus antiguos patrones. Esta teoría podría aplicarse, no sólo a Bin Laden, sino a la totalidad del movimiento de los talibán. Estos, fueron la fracción mejor dotada para el combate y más disciplinada de las que integraron el ejército guerrillero antisoviético. Para algunos analists, como Michel Chossudovsky, la CIA nunca cortó del todo los vínculos con los talibanes después de que los soviéticos abandonaran Afganistán.
A través de los servicios de inteligencia pakistaníes estos vínculos permanecieron siempre vivos y activos. Por lo demás, el Inter. Service Intelligence pakistaní ofreció también su apoyo cuando se trató de movilizar integristas musulmanes para apoyar al Ejército Musulmán Bosnio. Y es que la CIA siempre ha visto en los combatientes islámicos buenos soldados dispuestos a siempre a servir de carne de cañón. Chossudovsky escribe: “Fuents fiables informan que EE.UU. participa activamente (en 1994) en armar y entrenar a las fuerzas musulmanas en Bosnia-Herzegovina en directa contravención con los acuerdos de las Nacions Unidas. Lasagencias estadounidenses han estado distribuyendo armas hechas en... China, Corea del Norte e Itán. Las fuentes indicaron que... Irán, con el conocimiento y acuerdo del gobierno estadounidense, proveía a las fuerzas bosnias con un enorme número de lanzacohetes y una gran cantidad de municiones (...) También se informó que 400 miembros de la Guardia Revolucionaria Iraní (Pasdaran) llegaron a Bosnia con una gran provisión de armas y municiones. Se alegó que la CIA tenía pleno conocimiento de la operación”. En octubre de 1994, fueron detectados guerrilleros afganos en las inmediaciones de Mostar, provistos de documentos falsos. Estas unidades se desplazaron en Kupres, Zenica y Banja Luka. Fuerzas de las NN.UU. francesas y pakistaníes confirmaron esta presencia.
A la vista de estas iniciativas, el Partido Republicano de los EE.UU. elaboró un informe en 1997, confirmando estas operaciones y acusando a Clinton de “haber convertido a Bosnia en una base militante islámica”. El diario Angeles Times reconoció, en efecto, que se entregaron armas al gobierno Bosnio Musulmán. La CIA logró movilizar a elementos musulmanes de otras partes del mundo, incuido Sudán, con la Agencia para el Alivio del Tercer Mundo (TWRA). Pues bien, esta asociación está ligada al sheik Omar Abdel Arman y al propio Bin Laden. La Comisión del Partido Republicano no albergó la menor duda en que la política de Clinton favorecía direcamente a los núcleos musulmanes más radicales. Esto ocurría en 1997 e incluía al grupo Al Qaeda de Bin Laden. Si los republicanos no insistieron en este escándalo fue por que, paralelamente había estallado el caso Lewinsky y consideraban que por sí mismo bastaría para arruinar al carrera política de Clinton, así que era innecesario abrir otro frente de desgaste que distraería la atención.
El apoyo de Washington a los musulmanes europeos crecería en los episodios de Kosovo y en el apoyo prestado a los albaneses para que dieran los primeros pasos a la creación de la “Gran Albania”. La UÇK, el sedicente Ejército de Liberación de Kosovo, estaba formado por musulmanes procedentes de muchos horizontes geográficos; tras ellos, no se encontraba solo el brazo protector de Washington y su intento de debilitar a Europa contribuyendo a la creación de Estados islámicos, sino también los narcotraficantes turcos ansiosos por establecer una nueva “ruta de la droga” que desparramara la heroína procedente del Este (Afganistán y Pakistán) por toda Europa Occidental a través del Mediterráneo. En el conflicto de Kosovo, un militante egipcio, que siempre había combatido con las unidades de Bin Laden en Afganistán, diríga una unidad de élite de la UÇK. También ha podido saberse que una de las fuentes de financiación del Ejército de Liberación de Kosovo es precisamente Bin Laden y Al Qaeda. La otra es la CIA y los narcotraficantes turcos.
Piénsese que estamos hablando de tiempos extraordinariamente próximos. LA UÇK, posteriormente al conflicto de Kosovo, se recicló como Ejército de Liberación Nacional de Macedonia y, como tal prosiguió sus operaciones terroristas en la zona... en 2001. Detrás seguían las mismas fuentes de financiación y las mismas ayudas militantes, en un período en el que ya la prensa norteamericana y los servicios de inteligencia venían denunciando la comisión de atentados antiamericanos por parte de miembros de Al Qaeda. Todo esto no escaja de ninguna forma: el entorno de Bin Laden comete atentados antiamericanos, mientras que la CIA colabora con esos mismos terroristas en poner dificultar la supervivencia a Estados Europeos, (Serbia y Macedonia).
Contrariamente a lo que se tiene tendencia a creer, las redes islámicas, frecuentemente han sido guiadas por la CIA para realizar el trabajo sucio. Desde principios de los años 80, han existido líneas de intercambio entre la CIA y los guerrilleros (o terroristas) musulmanes. Así mismo, la colaboración entre estas dos fuerzas no se extinguió con la salida de las tropas soviéticas en Afganistán, sino que ha dudado hasta las puertas mismas de los atentados del 11 de septiembre.
BIN LADEN Y BUSH
Resulta difícil pensar que Bush y Bin Laden son viejos conocidos. Y sin embargo así es. Por azares de la información, ningún diario español ha publicado las notas recogidas ampliamente en la prensa francesa e italiana sobre estos vínculos. En sí mismos estos datos, fundamentalmente de matriz económica, no implican otra cosa más que el reconocimiento de que, como mínimo desde hace más de 30 años, existe un conocimiento mutuo entre ambas familias y la realización de negocios que han aportado a ambas pingües beneficios. Por lo demás, estás relaciones están plagadas de incidentes y episodios poco claros, sino misteriosos.
Se ha hablado mucho de la asociación estudiantil “Skull & Bones (literalmente, el cráneo y los huesos), a la que perteneció Prescott Bush, abuelo del actual presidente de los EE.UU. Para unos esta asociación es un poligroso círculo concéntrico de la conspiración de los “iluminati” que tiene su origen en el entendimiento angloamericano durante la Guerra del Opio. Para otros, se trataría simplemente de una asociación estudiantil de la Universidad de Yale a la que pertenecerían los hijos de las más conocidas dinastían UASP norteamericanas. Sea como fuere, Prescott Bush penetró subrepticiamente en el cementerio indio donde se encontraban los restos de Jerónimo, el famoso guerrero apache, y robó su cráneo que colocó en la sede de la Skull & Bones en el campus de Yale.Otro de los turbulentos miembros de la asociación era John Foster Dulles que luego –dato importante- dirigiría la CIA en tiempos del asesinato de John F. Kennedy. Dulles convenció a Prescott Bush de que devolviera la calavera de Jerónimo, a lo cual éste accedió... devolviendo un cráneo que luego resultó ser falso.
Cuando esto ocurría, el abuelo del actual presidente ya hacía sido investigado por mantener relaciones con la Lufthan alemana en tiempos en los que el nazismo ya estaba en el poder. Prescott Bush era en aquella época socio de una compañía petrolífera tejana que había vendido carburante a la línea aérea alemana, vulnerando la Trading with Enemy Act. Cuando la guerra terminó, el hijo de Pescott, Georg, se licenció. Había participado en la Segunda Guerra Mundial como artillero de cola de un bombardero B-25 y las versiones sobre su valor en combate no eran precisamente edificantes.
Prescott, gracias a su amistad con Foster Dulles, colocó a su hijo en la CIA. Allí le esperaba una brillante meteórica carrera, no exenta de percances. El mayor de todo fue, sin duda, el fracaso de la invasión de Bahía de los Cochinos en 1961. George Bush coordinó la invasión a la Cuba castrista y no tuvo el menor empacho en poner nombres de su busto a las tres embarcaciones que condujeron a los 1500 cubanos anticastristas a su dramática derrota: Zapata era el nombre de la compañía petrolífera familiar, Barbara era el nombre de su mujer y Houston el de su ciudad. Solo medio centenar de anticastristas lograron zafarse de la prisión, todo lo cual no impidió que George Bush en 1976 fuera elevado al rango de director de la CIA.
Entre otras operaciones George Bush se encargó de Oriente Medio durante los años 60. Fue así como conoció a un empresario saudí de altos vuelos que frecuentaba Texas con intenciones de invertir en aquella zona. Se llamaba Muhammad Bin Laden y era el padre de Osama Bin Laden. Había foEn 1968, precisamente sobrevolando los pozos petrolíferos de la familia Bush, el cabeza de familia de los Bin Laden se estrelló, siendo reemplazado por su hijo mayor, Salem. Los negocios entre ambas familias que progresaban rápidamente, prosiguieron en los años siguientes.
Más o menos por esas fechas, alcanzó mayoría de edad el nieto de Prescott. Un verdadero zoquete. Algunos lo han calificado literamente como un “asno” en la escuela (Il Manifesto del 25.09.2001). Se graduó por los pelos y estuvo a punto de no ser admitido en las Fuerzas Aéreas de la Guardia Nacional como argucia para evitar ir a la guerra del Vietnam. Sus juergas repletas de alcohol y cocaína dieron mucho que hablar en la campaña electoral. Con esos antecedentes George Bush prestó a su hijo el apoyo económico y social suficiente para que fundara una compañía petrolífera propia, la “Arbusto Energy”. Al parecer le tiraba lo hispano; Arbusto es la traducción directa del apellido Bush.
Bush nieto, recurrió como socios a dos amigos de su padre: Khaled Bin Mafouz y el primogénito de los Bin Laden, Salem, responsable de los negocios familiares. Mafouz tampoco era un desconocido; su fortuna se debía en gran medida al ejercicio de su cargo como banquero de la familia real saudí. Además estaba casado con una hermana de Salem. Mafouz se convirtió en presidente de la Bessed Relief, una ONG árabe en cuyas oficinas centrales ocupaba un lugar destacado otro joven que treinta años después daría mucho que hablar: Osama Bin Laden.
La empresa petrolífera de George W. Bush no fueron del todo bien. Los gastos eran superiores a los ingresos y la “Arbusto” corría el riesgo de quebrar. Se llegó a un acuerdo con los acreedores y la “Arbusto” se transformó en la Bush Exploration y posteriormente en la Spectrum 7. El joven Bush evitó así la bancarrota, pero el artífice de esta operación fue el viejo amigo de la familia Salem Bin Laden, el cual compró 600.000 dóleres de la empresa Herken Energy que, a su vez asumió el control de la Spectrum 7. Estas relaciones le permitieron también firmar un contrato de importación de petróleo por 120 mil dólares por año. Poco después, gracias a un contrato con el Emirato de Bahrein, Georg W. Bush consiguió arrancar su fortuna personal.
Sin embargo, esta operación le acarreó algunos problemas a Georg W. Bush. El 20 de junio de 1990, vendió su participación en la Harken a 4 dólares por acción. Se embolsó aproximadamente un millón de dólares. Pero ocho días después la Harken declaró pérdidas por valor de 23 millones de dólares y las acciones cayeron de 4 a 1 dólar. La salida de Bush de la empresa era tan excepcionalmente oportuna que no pudo evitar una investigación por haber obtenido información privilegiada. Salió indemne solo por que fue imposible demostrar que estuviera informado –su padre entonces era ya Presidente de los EE.UU.- de la invasión de Kuwait por parte de Iraq, que acarreó una sacudida en el mercado del petróleo. Su socio hasta entonces Khalid bin Mafouz, vió como se hundía buena parte de su imperio financiero, aun así siguió ostentando el lugar número 125 en la lista de los hombres más ricos del mundo.
En 1979 muchas cosas iban a cambiar en el mundo árabe. Jomeini se hizo con el control del Irán y sus “estudiantes islámicos” ocuparon la Embajada Americana en Teherán secuestrando a 64 ciudadanos estadounidenses en el mes de noviembre. Un mes después, las tropas soviéticas invadían Afganistán. Pocos días antes de esteúltimo episodio, el candidato a la Vicepresidencia con Ronald Reagan, George L. Bush, viajaba en un jet propiedad de Salem Bin Laden a la capital francesa para negociar con emisarios iraníes la liberación de los rehenes que debería ser posterior a las elecciones presidenciales en EE.UU. Así se aseguraba la victoria del tandem Reagan-Bush y la derrota de Carter.
A todo esto, Salem moriría como su padre en otro accidente aéreo en 1988.
HACIA UNA COMPRENSIÓN GLOBAL DEL PERSONAJE
Con posterioridad al 11 de septiembre, Bin Laden negó su participación en los hechos en tres ocasiones. La cosa parecía clara. En los distintos vídeos que suministro a la cadena qatarí Al Jazzira, no hay ni una sola frase en la que asuma la autoría de los atentados. Damos por supuesto que el famoso vídeo encontrado en Kandahar al retirarse los talibanes de la ciudad, es una montaje, bastante ingenuo por lo demás. Así pues, difícilmente un terrorista cometería un atentado que no pudiera asumir públicamente desde el primer momento. Pero no todo está tan claro y esto es lo que cuesta entender. Bin Laden no ha reconocido nunca ni la autoría de esta ni de ningún otro atentado. Y del círculo de Bin Laden han surgido muchos y muy sangrientos atentados (véase la página ). A decir verdad, respecto a cualquier atentado que se le ha atribuido, Bin Laden no ha dicho ni si ni no, sino todo lo contrario.
Efectivamente, no hay que olvidar que la religión forma una parte esencial en la ecuación personal de Bin Laden. Se trata de un hombre, no sólo religioso, sino extremadamente religioso. Entre este tipo de personas resulta frecuente atribuir a la divinidad la concesión de las peticiones que le elevan. Como hombre piadoso que es, Bin Laden pide a Alá la destrucción de América y de Israel. Desde esta perspectiva, cualquier atentado cometido en cualquier lugar del planeta contra los intereses de EE.UU. o de Israel, es considerado como una feliz concesión de la divinidad. Tal es el pensamiento de Bin Laden: en sus declaraciones es reiteradamente explícito sobre este punto, son plegarias han sido atendidas por Alá cada vez que alguien ha cometido un atentado. Bin Laden no ordena atentados. Ruega a Alá para que la providencia castigue a sus enemigos. El camino mediante él cual se cumple este deseo le importa muy poco. Para él existe una relación causa-efecto, plegaria-atentado. Si la costa Oeste de California se hundiera, Bin Laden afirmaría que es la respuesta con la que Alá obsequia a un fiel devoto del Islam como muestra de su omnipotencia, mientras que para alguien no influido por ideas religiosas, se trataría simplemente de una alteración en la falla de San Andrés. Bin Laden no hubiera podido hacer nada para generar un terremoto y, sin embargo, el terremoto se hubiera producido. ¿Ven la analogía? Bin Laden no ordena los atentados, pero alguien los ejecuta. Mientras los servicios de información, inteligencia y seguridad, no encuentren vínculos objetivos entre los ejecutores del atentado y Bin Laden o sus lugartenientes, resultará imposible para un juzgado criminal aceptar su “confesión”.
Pero hay otro elemento a tener en cuenta. Bin Laden es una leyenda en el Islam. Sus declaraciones tienden siempre –voluntaria o involuntariamente- para a fomentar esa leyenda. El hecho de que su simplemente su nombre se pinte en las paredes de Ceuta y Melilla como desafío y reivindicación de los desesperados y los desfavorecidos, es extremadamente significativo. El Islam siempre ha tenido guerreros aureolados con las brumas de la leyenda y Bin Laden es el último de todos ellos. Almanzor, Yusuf, el Viejo de la Montaña, guerreros del Islam, héroes para su pueblo y asesinos para sus adversarios. En el fondo Bin Laden entra dentro de los arquetipos generados por la tradición islámica y, como tal su figura está extremadamente arraigada en el seno de las poblaciones musulmanas. Su figura longuilínea, como intentando escapar de la tierra y volar a los cielos, su gusto por viajar a caballo, su fama de fiel justo y virtuoso, devoto de Alá, incluso su desaparición de Afganistán y su capacidad para eludir a sus perseguidores lo han dotado de cualidades míticas.
Pero ¿por qué no ha negado taxativamente su participación? ¿por qué no ha intuido la posibilidad de una inmensa y gigantesca provocación contra el Islam? En otras palabras ¿puede ser posible que exista algún tipo de complicidad de Bin Laden con los servicios de inteligencia que, verosímilmente, han preparado los atentados. En el fondo no hay que olvidar que tuvo algún tipo de contacto con la CIA mientras duró la lucha antisoviética en Afganistán y que su familia ha estado vinculada a la familia Bush, una familia, en el fondo, muy poco tranquilizadora.
En las pocas declaraciones públicas que ha realizado, Bin Laden se muestra como una persona coherente con lo que piensa. Su análisis es simple, pero no por ello menos lúcido. Como devoto musulmán culpa a Israel y Estados Unidos de las desgracias de palestinos e iraquíes. Y pide para los culpables el castigo divino. Frecuentemente da la sensación de considerarse instrumento de Alá. Su análisis político es simple, a decir verdad, excesivamente simple. ¿Y si Bin Laden careciera de capacidad para el análisis político? ¿y si solamente estuviera en condiciones de interpretar con extrema simplicidad el afán y el sentir de los musulmanes de a pie? De hecho, los últimos años los ha pasado en un país no precisamente bien comunicado, sus relaciones con el mundo exterior han sido muy reducidas, incluso evitaba a hablar por el teléfono móvil para impedir que lo localizaran y bombardearan. Por lo demás, un integrista religioso es extremadamente manipulable en tanto que se guía por intuiciones y valores absolutos, en su espíritu no hay lugar para la adaptación, la ductilidad o la modificación de las propias posiciones, siquiera imperceptiblemente. Un integrista religioso introducido en el terreno político jamás pensará en términos de estrategia, táctica, objetivos políticos, análisis políticos, vive de manera tan intensa su religión que ésta apaga cualquier otra luz y, por supuesto, la de la razón y el buen juicio, la primera de todas ellas. He conocido a varios integristas religiosos –católicos, musulmanes o budistas- y siempre se repite el mismo esquema. Recuerdo que en un congreso de Fuerza Nueva –partido católico integrista- un joven militante decía a un delegado del Movimiento Social Italiano: “Para alcanzar nuestros objetivos, confiamos en el Espíritu Santo”. A lo que el italiano le contestó: “Nosotros preferimos confiar en el Secretario General del Partido”... No se trata de un mal chiste, el militante italiano en cuestión era Gianfranco Fini, hoy piedra angular del gobierno italiano de Berlusconi, mañana seguramente su sustituto. Por el contrario, de Blas Piña, Fuerza Nueva y su integrismo católico, no queda ni rastro.
Si Bin Laden es un fanático religioso, cualquier movimiento político, atentado o circunstancia concreta, es un signo de la divinidad. Desde su particular óptica –en la que la religiosidad tiene una visión panóptica y, por tanto es una visión subjetiva – lo importante no es afirmar o negar su autoría de los atentados, sino recordar que las plegarias de los fieles son escuchadas por que Alá es “misericordioso y clemente”.
Otra característica de la persona que vive su religiosidad con una intensidad inhabitual es la práctica ausencia de referencias a su propia persona. Se diría que para ellos, el yo no existe. Ellos mismos se consideran instrumentos y objetos manejados por la divinidad a su gusto, a fin de realizar sus designios. Entonces, desde la óptica integrista, ¿para qué afirmar o negar nada? Haciéndolo, lo que se lograría es afirmar una cualidad humana, demasiado humana, como es el “miedo” o el “orgullo”, miedo a una represalia por parte de los afectados por el atentado, y orgullo al jactarse de algo cuyo mérito, en el fondo, no le corresponde a él, sino al Dios de los cielos.
¿Cómo es posible que un fanático religioso, eficaz en Afganistán, pero completamente inepto para realizar un análisis político, haya logrado esquivar durante tanto tiempo a las policías de todo el mundo y eludido la caza del hombre desatada en Afganistán? El instinto de supervivencia en básico para la lucha clandestina y supera con creces la eficacia de los mejores ordenadores. Pero, por lo demás, no hay que olvidar que Bin Laden puede contar con la complicidad y el apoyo de oficiales de servicios de inteligencia de distintos países árabes e incluso, mientras se prolongó la guerra de Afganistán, conoció las técnicas de clandestinidad de la CIA.
También es cierto que una de las técnicas utilizadas por los servicios de inteligencia consiste en preparar un “chivo expiatorio”. En el atentado al WTC, “casus belli” para la operación americana sobre Afganistán, Bin Laden, verosímilmente ha sido designado para este papel. Desde 1993, una decena de atentados en todo el mundo han sido atribuidos a Al Qaeda. Gracias a estos atentados, se ha creado la imagen de un Bin Laden capaz de realizar cualquier salvajada, incluida la del WTC. Y es rigurosamente cierto que en algunos de estos atentados, han estado implicados lugartenientes de Bin Laden. La autoría de los atentados “menores” daría verosimilitud al papel de “chivo expiatorio” en un atentado mayor. O como dice el refranero español: “Quien hace un cesto hace ciento”.
Queda otra hipótesis, la de Bin Laden como cómplice necesario y consciente de quienes prepararon el atentado. Ya hemos dicho que intuimos la presencia de servicios de inteligencia entre bambalinas, ¿pudo ser que Bin Laden actuara como cómplice de esos servicios y acambio de este papel salvara la vida, “eludiendo” a sus perseguidores? Posible, pero no probable. Bin Laden lleva 20 años combatiendo por el Islam; tiene una privilegiada situación económica, no es un mercenario, es un hombre que ha luchado por aquellos valores que cree justos. Su vida hubiera sido mucho más tranquila si en 1980 no hubiera entrado en Afganistán, lo tenía todo para ponerse al frente de un emporio familiar del que él, sin duda hubiera sido un dirigente cualificado. Pero lo abandonó todo por la “guerra santa”. Cuando se viven con propios ideales con tanta intensidad no hay lugar para pensar en las traiciones o los dobles juegos. Si es posible, por el contrario, que el odio de Bin Laden a América se hubiera intensificado dadas las cuentas pendientes de su familia con los Bush. Sobre como se traducía este odio en términos prácticos, resulta difícil pronunciarnos. Atentar contra cualquier miembro de la familia Bush, incluso estrellar un solo avión contra la Casa Blanca con su inquilino dentro era mucho más fácil y directo que secuestrar cuatro aviones y dirigirlos contra el TWC o el Pentágono. Mientras estos objetivos tenían el valor de símbolos, la relativa pequeñez de la Casa Blanca, aseguraba que en caso de encontrarse su inquilino dentro, un impacto hubiera acabado con él. Por cierto que el Vuelo 93, fue el único que no llegó a su destino, el que se dirigía a Washington, quizás al Congreso, quizás a la Casa Blanca. Ambos hubieran quedado completamente arrasados con el impacto.
© Ernest Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen